Enséñame a ser feliz.

Autor: Bellatrix_Black
Género: Drama
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 19/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 48
Visitas: 40307
Capítulos: 24

Bella y Edward se conocen en su último año de universidad. Él un aplicado estudiante de Harvard, ella una estudiante con honores de Yale que cargaba con un triste pasado.

Podrá ese atractivo chico de ojos esmeralda ayudarla a superar el pasado y enseñarla a vivir su presente?

 

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Capítulo 19: Capitulo 17

Capitulo 17

Entre Alice y Emmett se las arreglaron para sacar a Bella del aeropuerto y hacerla entrar al asiento trasero del auto de Jasper, Alice se quedo con ella detrás. Emmett y Rosalie se fueron en el auto de Carlisle. A Esme le costó alejarse de Bella al verla en ese estado, pero habían acordado ir todos a la casa de los Cullen para cenar juntos.

Cuando arrancaron el auto Bella intento cortar el sollozo agudo que no daba descanso a su garganta.

-              Jasper llévame directo a mi apartamento. –dijo con la voz ronca.

-              Bella prometimos a Esme encontrarnos todos en su casa.

-              Lo sé Alice, pero quiero estar sola.

-              No te dejaremos sola.

-              Lo necesito, no soy buena compañía en este momento y nadie es buena compañía para mí.

-              No digas eso, yo realmente deseo quedarme contigo.

-              No lo dudo, quieres hacerlo porque eres mi amiga y crees que te necesito. No quiero herir tus sentimientos, pero lo que realmente necesito es estar sola y asimilar todo esto.

-              Te llevaremos a tu casa Bella. tienes que prometerme que me llamaras por cualquier cosa. –intervino Jasper.

-              Gracias Jasper, lo prometo.
El resto del camino fue en silencio. Alice no estaba de acuerdo con la decisión de su novio. Jasper comprendía a Bella, o al menos intentaba hacerlo. Bella por el momento solo intentaba reprimir su pena para cuando estuviera sola en su cama, tapada hasta la cabeza y con una caja de pañuelos entre sus manos.

-              Llámanos Bella, por lo que sea. –no se dio cuenta de que habían llegado hasta que escucho las palabras de Jasper. Solo asintió y bajo del auto despidiéndose de sus amigos con un casto beso en la mejilla.
Al entrar a su apartamento fue directo a su habitación. El teléfono demoro menos de cinco minutos en comenzar a sonar, por la música supo que se trataba de alguien que podía esperar.
Los recuerdos comenzaron a llegar a su mente como si de una película se tratara.

Salieron de la casa del juez tomados de la mano, enormes sonrisas de tontos adornaban sus rostros, las manos entrelazadas y esos bonitos anillos que los convertían en pertenencia del otro. Edward abrió la puerta del coche para ella, dejo un apasionado beso en sus labios, y corrió al lado del conductor.

-              Que desea hacer ahora la esposa más hermosa del mundo? –le pregunto mientras la veía con amor y adoración.

-              Una cena para mi perfecto marido, para luego amarlo y mimarlo durante toda la noche.

-              Creo que a tu marido le gusta mucho esa idea.

-              Y no sabes cuánto. –la sonrisa picara de Bella lo éxito hasta la medula. Condujo como un loco hasta llegar a la pequeña cabaña, esa que haría de testigo de su amor durante la siguiente semana.
Al llegar se organizaron para cocinar entre los dos, hicieron pasta, el platillo favorito de ambos, y postre de chocolate para el postre.
Tal vez muchos los criticarían si se tenía en cuenta que estaban celebrando su boda, pero en ese momento se sentían perfectos. Todo lo que querían estaba ahí, todo lo que necesitaban para ser felices lo tenían enfrente.

-              Amor.

-              Mmm?

-              Tienes que despertar.

-              Dos horas más.

-              No seas perezosa.

-              Estoy cansada.

-              Pero tu amado esposo acaba de prepararte un delicioso desayuno. –las tripas de Bella sonaron al escuchar hablar de comida.

-              Tengo hambre.

-              Acabo de notarlo. –trato de aguantar la risa.

-              Es tu culpa que esta tan cansada y necesite recuperar fuerzas.

-              No recuerdo cuando te quejaste.

-              Oh esposo mío, nunca me quejaría. –los dos rieron como tontos.

-              Entonces levántate esposa, te espero junto al lago. –con un fugaz beso en sus labios desapareció.
Bella se levanto de la cama con una sonrisa en su rostro, solo se vistió con la camisa que Edward había usado la noche anterior. Estaban lo suficientemente aislados como para que nadie la viera. Salió de la casa caminando tranquilamente y fue en busca de su perfecto esposo. Sonaba tan lindo: Esposo. Nunca se aburriría de llamarlo así.
Lo vio sentado en una manta. Había preparado un increíble desayuno muy completo.

-              Amor que haces vestida así?

-              Salgo a desayunar con mi marido.

-              Alguien podría verte.

-              Deje de decir tonterías y aliménteme Sr. Cullen.

-              Está bien Sra. Cullen, pero sepa que esto no quedara así. No puedo permitir que mi amada espeso se este exhibiendo tan descaradamente.

-              Edward!
Él no respondió nada y se dispuso a servirle una taza de café. Comieron disfrutando de la vista que proporcionaba el hermoso rio.

Esa mañana, a pesar de los celos de Edward, la recordaba como un momento perfecto en el que fueron solo Edward y Bella, dos personas que se aman más que a nada en el mundo.
Con ese pensamiento se quedo dormida, sumiéndose en un tormentoso sueño donde lo único que veía era como Edward se alejaba de ella y luego todos los demás lo seguían dejándola completamente sola.
Se despertó sobresaltada por la horrible pesadilla y entonces escucho a su celular sonar. Era Edward.

-              Amor?

-              Hola princesa, que paso que demoraste tanto en atender?

-              Estaba dormida. Pero donde estas tu? Ya llegaste? Tuviste buen viaje? Qué hora es? –escucho su sonrisa melodiosa al otro lado de la línea.

-              Siento despertarte hermosa. Oh y en respuesta a tus preguntas: Londres. Si. Si. Aquí son las seis de la mañana, así que en EEUU son la una de la madrugada.

-              Edward respóndeme bien. –se lo escucho volver a reír.

-              Acabo de bajar del avión, aun estoy esperando mis maletas. Por cierto creo que no se puede hablar aquí porque los de seguridad me están mirando extraño.

-              Diles que no se atrevan a meterse con el esposo de Bella Cullen.

-              Se los diré en cuando los tenga cerca mi amor. –los dos sonrieron.

-              Como estuvo el viaje?

-              Aburrido y largo.

-              Debes estar muy agotado. Ta te comunicaste con la persona que te va a buscar?

-              Lo hare en cuanto salga de aquí. Ya te extraño mucho.

-              Se de que me hablas, ni dormir tranquila puedo si no te tengo a mi lado.

-              Perdóname por todo esto que te estoy haciendo pasar amor.

-              No digas tonterías, lo superaremos juntos y luego podre alardear de mi esposo, el mejor medico cardiólogo del mundo.

-              Te amo princesa.

-              Igual que yo a ti.

-              Debo colgar amor, pero te llamare en cuanto despiertes.

-              Descansa mi vida y nunca olvides que te amo.

-              Nunca podría hacerlo mi amor.


JUNIO

JULIO

AGOSTO

SETIEMBRE

NOVIEMBRE

DICIEMBRE

El último mes del año comenzó con todo su esplendor. Las personas ya comenzaban a prepararse para las festividades y esperaban con ansias la llegada del nuevo año.

Por todos lados se veía felicidad y regocijo, además del consumismo clásico de las fechas.

Frente al centro comercial se detuvo una lujosa camioneta Hyundai de color blanco, aparco justa al lado de un BMW rojo  descapotable. De forma sincronizada dos chicas descendieron de los autos, una despampanante rubia del deportivo rojo y una sencilla castaña del todoterreno blanco.

-              Pensé que nunca llegarías, estaba a punto de convertirme en caleta helada ahí dentro.

-              Hola Rose, también me alegra verte.

-              Si, si. Como digas.

-              No te enojes conmigo, te dije que me esperaras adentro.

-              Por favor Bella, eres mi mejor amiga y te conozco, sé que no entrarías sola en pleno diciembre.

-              Recuérdame porque accedí a acompañarte.

-              Porque cuando Edward llegue no te separaras de él ni para ir al baño y debemos comprar los regalos de navidad.
Si. Edward llegaba en una semana y se quedaría quince días en casa pasa pasar las fiestas con su familia. Sería la primera vez en seis meses que pisaría suelo norteamericano. Ni siquiera había podido viajar en setiembre para visitar a Bella en su cumpleaños. Ella fingió que eso no le afectaba, pero no podía mentirle a Edward. Fue duro recibir regalos y saludo de todos menos de la persona a la que más esperaba. Bueno si recibió el regalo, la lujosa camioneta 0 Km de la que acaba de bajar.
Recordaba con claridad como él le dijo dos días antes que le sería imposible viajar, que el hospital se encontraba saturado de trabajo y le era imposible que le dieran los días.
Esa fue una semana muy particular, el cambio de horario y la acumulación de trabajo no les permitía casi hablar por teléfono, lo hacían no más de quince minutos y no una hora como estaban acostumbrados.
Pero lo único que importaba ahora es que ya casi habían superado la mitad del tiempo, y si pudieron con los primeros seis meses los siguientes se veían más accesibles.

-              Debemos comprarte algo de ropa nueva –comento Rosalie cuando iban entrando al centro comercial-. Tal vez así Edward demore más de un segundo en notar todos los quilos que has bajado. –Bella rodo los ojos.

-              Por favor no vuelva a comenzar a darme la charla sobre los quilos que he perdido.

-              Bella has bajado al menos unos cinco quilos, en una persona delgada como tu eso se nota.

-              Vamos Rose no empieces a dar lata, sabes que tengo suficiente con Esme y Carlisle.

-              Ellos se preocupan por ti.

-              Y yo lo agradezco.

-              Pues a veces no lo parece.

-              Compraremos toda la ropa que quieras si dejas el tema hasta aquí.

-              Bella sabes que todos nos preocupamos por ti. No se trata de ropa o apariencia. Carlisle tiene miedo de que te de anemia si sigues alimentándote mal.

-              Lo se amiga y créeme que se lo agradezco a todos. Pero por más que lo intente mi cuerpo no quiere más alimento.
Después de esa pequeña charla se concentraron en las compras. El volumen de gente lo complico un poco pero al final compraron todos los regalos, ropa y zapatos nuevos para Bella, además de alguna que otra cosa para Rosalie, y, después de mucha persuasión, unos cuándos conjuntos de Victoria Secret para que Bella le dé una sorpresita a su esposo.
Después de dejar la tonelada de bolsas en el coche, en esos momentos agradecía tener un vehículo gigante, fueron a comer a un restaurante que quedaba a solo unas cuadras de su departamento.

-              Ya hablaste con Eleazar de tu licencia?

-              Si. Saldré el día antes de la llegada de Edward y regreso al siguiente.

-              No te conviene tomarte unos días luego de que él se vaya?

-              No, prefiero guardar el resto de los días para cuando él regrese definitivamente. Tenemos un viaje pendiente para visitar a nuestros padrinos de boda.

-              Sabes que Eleazar te los daría de todas formas.

-              Y tú sabes que a mí no me gusta abusar de su generosidad.

-              Yo me quedare en el departamento con Emmett mientras Edward este en casa.

-              Rose no tienes porque abandonar tu casa, eso no es justo. Además Edward puede querer quedarse en casa de Esme.

-              Para mí no es ningún sacrificio quedarme dos semanas con Emmett, y con respecto a Edward estoy segura que le gustara tenerte encerrada en un departamento, solo ustedes dos por algunos días. Más allá de las video llamadas y todas esas cositas los dos deben estar a punto de morir por abstinencia.

-              Rosalie! –Bella miro en todas las direcciones con miedo a que alguien haya escuchado a su amiga. El sexo que estaba manteniendo con Edward era algo que no incumbía a nadie más que ellos.

-              Oh vamos, no te hagas la tímida, tus gemidos se escachan desde mi habitación.

-              Cállate por amor a Dios! Alguien puede oírte. –le pidió en susurros pero firmemente.

-              Ya basta Rosalie Hele o juro que no te hablare durante un mes.

-              Como digas Bella. De todas formas lo de dejarles el apartamento solo para ustedes ya es una decisión tomada.

-              Gracias Rose, se que si no te has mudado aun con Emmett es porque te preocupas por mi y no quieres dejarme sola. Sigo creyendo que es un poco exagerado de tu parte pero realmente te lo agradezco.

-              Sabes que te quiero como a una hermana Bells, nunca podría dejarte sola cuando se que me necesitas.

-              Lo sé Rose, es solo que no quiero que dejes tu vida de lado por mi culpa.

-              Sabes que eso no es así. A pesar de vivir juntas en ocasiones pasamos días enteros sin vernos.

-              Y eso está bien, debes pasar tiempo con Emmett.

-              Al igual que tú debes pasarlo con Edward. –Bella miro a su amiga por unos segundos, en sus ojos podía ver que todo lo que decía era cierto y la quería por eso.

-              Gracias Rose, pero por favor ya no sigas o me harás llorar. –los dos rieron y de ahí en adelante la conversación fue mucho más animada.
Terminaron de comer y regresaron a casa entre risas. Emmett no demoro en unírseles para la cena y siguieron riendo y compartiendo un momento entre amigos.
El fin de semana previo a la llegada de Edward paso entre preparativos y ansiedad. El cobrizo llegaría un jueves por lo que esa semana Bella solo trabajo lunes y martes. El miércoles lo dedico a limpiar el departamento a fondo, surtir por completo la alacena y preparar una calurosa sorpresa para su amado esposo.
El jueves por fin llego. Bella se levanto con el alba completamente de haber estado toda la noche en la cama sin poder pegar un ojo. Fue directo a la bañera con la esperanza de que un relajante baño le sacara el aspecto de cansada. Una vez fuera se encamino a su guardarropa para vestirse con una bonita falda recta que resaltaba su trasero, una camisa de seda blanca y un par de tacones mucho más altos de lo que acostumbraba a usar que le hacían unas piernas de muerte. Se aplico un poco de brillo labial, algo de delineador y plancho se cabello provocando que le llegara por debajo de la cintura.
Después de una última ojeada al espejo salió en dirección al aeropuerto. Había anhelado por seis largos meses este momento.

Llego al enorme y moderno edificio con media hora de anticipación. Se paseo mirando las pantallas hasta encontrar la que anunciaba la llegada del vuelo de Edward, para su vendita suerte el vuelo llegaría con diez minutos de anticipación. Se puso lo más cerca que pudo de la puerta, ignorando a la gente que la miraba feo por hacerlos a un lado y espero ansiosamente a que los pasajeros comenzaran a salir. Fueron sin duda los minutos más largos que le hayan tocado vivir.
Hasta que por fin, cuando comenzaba a desesperarse, las puertas corredizas se abrieron dejando salir a un hombre que solo llevaba un equipaje de mano. Ese no era su Edward, pero al abrirse las puertas revelaron a todos los viajeros buscando su equipaje y apurándose por salir a reunirse con sus seres queridos.
Después de esperar cinco minutos mas y ver apareces a otros cuatro pasajeros, la puerta se abrió de una forma, que al menos a ella le pareció, imposiblemente lenta. Ahí apareció él, mirando en todas las direcciones hasta que sus ojos se encontraron. Sin pensarlo dos veces e ignorando los tacos que calzaba, Bella corrió a sus brazos.
Edward la vio y fue como si su mundo volviera a tener un eje después de tanto tiempo. Esa chica de ojos Marrone, por la que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, estaba ahí, esperándolo, después de tanto tiempo de haberla extrañado. Más hermosa de lo que era capaz de recordarla.
La vio correr hacia él y no dudo en abrir sus brazos y ayudarla a acortar las distancias. La sostuvo en el aire haciéndola girar en sus brazos y deleitándose con la risa feliz que salía de sus labios.
Sin dejarla en el piso comenzó a dejar besos por toda su cara, la había necesitado tanto.
Bella comenzó a reconocer con sus manos ese cuerpo que fue hecho a su medida exacta

-              Oh Edward!

-              Bella, mi hermosa Bella!
Siguieron besándose sin dar importancia a las indiscretas miradas de la gente que pasaba a su lado. Lo único que importaban eran ellos y el goce que les producía estar entre los brazos del otro.

-              Disculpen, están obstruyendo el paso. –les dijo un guardia parándose a su lado. Edward oculto a Bella detrás de su cuerpo, volvió a tomar su maleta y de la mano caminaron al estacionamiento.

-              Estas más delgado. –le comento ella mientras caminaban.

-              Igual que tu. Debo preguntar porque?

-              Mucho trabajo. –él sabía que mentía pero lo dejo pasar, no era tiempo de discutir por nada.
Volvieron a caminar en silencio hasta que llegaron a la camioneta de Bella, abrieron el portaequipajes y guardaron la maleta de Edward.

-              Vaya es mas grande de lo que pensaba. Comienza a darme miedo que lo conduzcas.

-              Edward! No digas tonterías, me lo regalaste hace tres meses y no he tenido ningún tipo de accidente o inconveniente.

-              Me dejaras conducir? –pidió con la mejor carita de ángel.

-              Claro amor, sabes que lo mío también es tuyo.
Le dio un apasionado beso y fue a abrirle la puerta del copiloto para que ella subiera.
 Cuando el motor se puso en marcha un tenso silencio se apodero de la cabina. Los dos tenían tanto que decir, pero no sabían por donde comenzar.
Seis meses era demasiado tiempo y nada les aseguraba que todo siguiera igual. Se miraban de reojo cuando creían que el otro no lo hacía y Bella huía cuando era descubierta por Edward.
En un arranque impulsivo el chico tomo una peligrosa curva que llevaba a la sima de un pequeño y bien oculto valle. Siendo día de semana estaba seguro de que encontraría el lugar desierto.

-              Edward que hacer? –él no respondió.

-              Edward! –volvió a insistir. Pero fue inútil.
El auto se detuvo abruptamente una vez llegaron a la sima y quedaron algo ocultos detrás de unos árboles.

-              Que es lo que pasa? Estas tensa desde que nos vimos? Que se supone que debo pensar? –ella lo miro con los ojos como platos, su reacción la sorprendió.

-              Tal vez deberías pensar que no que esperar después estar seis meses sin ver a mí esposo. –dijo al fin completamente ruborizada. A pesar de los años y todo lo que habían vivido juntos Edward seguía provocándole  esos intensos sonrojos.

-              Paso algo que deba saber mientras no estuve? –la pregunta salió de sus labios de forma inconsciente y aterradora.

-              Si. Paso que he extrañado a mi esposo como una psicópata. Que descubrí que no puedo comer, dormir e incluso bañarme sin pensar en él y necesitarlo a mi lado. –Edward se arrepintió al instante de haber sido tan idiota.

-              Cariño créeme que nadie te entiende más que yo. Soy un completo inútil sin ti a mi lado, sin mi razón de existir.
Bella lo miro directamente a los ojos. Ahí estaba a solo treinta centímetros del hombre que amaba, del que tanto había necesitado todo este tiempo y lo único que hacía era distraerse en tonterías.

-              Demuéstrame que todas esas palabras son verdaderas Edward. Bésame de esa forma que solo tú sabes hacerlo. Dame esos besos que llevo tanto tiempo extrañando.
no hizo falta otra palabra para que el cobrizo se tire encima de su castaña. Devoro su boca sin compasión redescubriendo eso que era suyo que siempre le pertenecería solo a él. Cuando les falto el aire Bella fue directo al cuello de su hombre, mientras sus manos recorrían todo su torso con codicia.
Edward la dejo hacer a su antojo mientras el masajeaba sus perfectos senos que se marcaban sobre la fina blusa que ella vestía. Se sorprendió cuando la castaña paso una de sus delgadas piernas encima de su cuerpo para sentarse a sobre él, rosando así la erección que ya comenzaba a hacerse más que notoria dentro de su pantalón.

-              Creo que es un buen momento para estrenar la camioneta. –dijo con su sexy e inocente voz haciendo que a Edward se le estremeciera hasta la medula.

-              Ahora entiendo porque la pollera, me había parecido algo extraño. –hablo sobre su cuello sin dejar de darle húmedos besos sobre toda su piel.

-              Solo quería verme bonita para mi marido. –confeso mientras desprendía la bragueta de Edward, dejando en libertad su inmensa erección.

-              Oh Eddy no sabes cuánto te he echado de menos. –se lamio los labios de forma inconsciente.

-              No vuelvas a hacer eso o no respondo por mis actos. –le advirtió sintiendo como la sangre se agolpaba en la punta de su miembro.

-              Olvídate de todo y tómame como un desquiciado. –le pidió antes de sacarse la remera y dejar al descubierto sus senos. El pellizco uno de sus erectos pezones haciéndola gritar de placer.
Le levanto la falda y arranco de forma violenta las pequeñas bragas negras haciendo que volviera a gemir de pura necesidad. Sin previo aviso introdujo tres dedos en la vagina de su mujer.

-              Oh cariño, estas tan lista como siempre. –la mojada intimidad de Bella provocaba que su boca se volviera agua.

-              Déjate de tonterías y follame de una maldita Eddy. –sonrió de forma inconsciente. Odiaba ese apodo pero cuando Bella lo usaba para pedirle que la poseyera era como música en sus oídos.
Entre jadeos y gemidos de los dos Edward saco sus dedos de la intimidad de Bella y la penetro duro y sin preámbulos. A ambos se les escapo un grito ahogado de puro placer.
No duraron mucho a decir verdad, pero fue suficiente para volver a sentirse vivos.
Bella se quedo encima de Edward, con él aun dentro de su cuerpo, acariciándose distraídamente mientras recuperaban el aliento.

-              Así que te ha gustado tu regalo de cumpleaños.

-              Nunca me había gustado tanto como ahora. Es más cómodo que el volvo para algunas cosas. –lo ultimo lo dijo completamente sonrojada provocando que Edward se riera a carcajadas.

-              No te rías de tu pobre esposa, es una mujer sensible.

-              Nadie sabe más que yo de la sensibilidad de mi esposa. Créeme. –con el dedo índice roso uno de sus pezones haciendo que ambos se endurezcan nuevamente.

-              Si sigues así no llegaremos a almorzar con tus padres. –le amenazo mientras reprimía otro gemido.

-              Podemos ir directo al postre. –dijo de forma sugerente.

-              Tendremos el apartamento solo para nosotros durante quince días, te dará diabetes de tanto postre.

-              Tu querido Eddy tiene solo quince días para recuperarse de seis meses de hambruna, créeme la diabetes no podrá afectarme.

-              Que yo recuerde Eddy ha tenido algo de acción en estos meses.

-              Te juro que no es lo mismo. Ver a mi esposa pasearse en ropa interior delante de una cámara web ha sido lo más difícil que me ha tocado vivir. –Bella comenzó a reírse a carcajadas provocando que sus cuerpos se movieran y Eddy comenzara a despertar.

-              Mira quien está listo para el segundo asalto. –dijo con sonrisa picara enloqueciendo aun mas a Edward.
La tomo de una forma más dulce en esa ocasión, haciendo que todos los sentimientos quedaran expresados en caricias.

-              Te amo Ed.

Te amo princesa.
Se separaron, porque no quedaba otro remedio, se acomodaron la ropa el uno al otro y volvieron a ocupar sus lugares dentro del coche.
lo que quedaba de camino Bella fue abrazada a Edward y él con la mano sosteniendo posesivamente sus piernas.

 

HOLA A TODAS. SE QUE HE DEMORADO MUCHO EN ESCRIBIR ESTE CAPITULO. REALMENTE ME A COSTADO MUCHO, LO HE ESCRITO Y BORRADO MIL VECES HASTA QUE ME SALIO ESO QUE ACABAN DE LEER. REALMENTE PIDO DISCULPAS POR LA DEMORA Y ESPERO DE CORAZON LES GUSTE.

BESOS.

Capítulo 18: Adiós Capítulo 20: Al descubierto

 
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