(Pov Alexia)

Estaba completamente dormida pero noté como alguien me movía del lugar en el que estaba, pero estaba tan cansada que no pude abrir los ojos. Su tacto, tenía que ser el tacto del doctor sobre mi piel, podía oler su perfume... maldita sea, era demasiado para mi. De nuevo intenté abrir mis ojos pero no podía hacerlo. La mano del doctor recorrió mi espalda y levantó la toalla que vestía. Consecutivamente noté sus labios sobre mi pierna y tuve que gemir, de nuevo ese calor se apoderaba de mi y no podía hacer nada por controlarlo. La lengua del doctor se acercaba sinuosamente moviendose con calma por mi ingle derecha, tensé mi espalda y estiré mi cuello. Escuché esa risa ronca y varonil del doctor y su aliento agolpar mi sexo, volví a gemir, estaba al borde y todavía no había comenzado, sujeté con mis manos el cuero del sofá con tanta fuerza que lo hice crujir, la lengua incansablemente humeda del doctor se abrió paso por los pliegues de mi sexo buscando mi clítoris, noté sus dientes sobre el y volví a contraer mi cuerpo pero justo cuando estaba a punto de llegar el doctor paró, abrí mis ojos, intenté no ahogarme y acordarme de como se respiraba.

El doctor yacía dormido a mi lado sin moverse, con los labios completamente fruncidos y aún vestía esa bata de hospital que había traido, sus brazos me agarraban lo más fuerte que podían y los mios se liaban bajo la bata de él.

Todo había sido un sueño y casi llego en ese maldito sueño.

Nunca me había pasado esto con alguien, normalmente, conseguía lo que quería pero con él era distinto.

Cerré mis ojos y apoyé mi cara en su pecho, los latidos de su corazón eran bastante relajantes. La luz del día se había ido, era viernes y no quería que el doctor despertase, quería estar así con él.

Lo abracé más fuerte, normalmente me molestaba dormir con alguien pero él, su cuerpo, su pecho, todo en si era digno de admirar.

Me estaba enamorando de mi marido y eso no tenía nada de malo ¿verdad?.

Paseé mis dedos por su torso, no quería que lo tocasen sin permiso pero me hice la dormida. Acerqué mi nariz a su camisa, olía a él, su perfume era mejor que cualquier perfume que hubiese olido antes.

Este hombre era mío, y de muchas otras, pero tenía que hallar la manera de que él solo fuese mío. De enamorarlo.

Me prometí en ese instante no volver a mirar a otro hombre con los mismos ojos, mi Carlisle sería solo mío.

(Pov Carlisle)

Desperté algo más taranquilo. Alexia estaba dormida y no quería despertarla, al parecer había aguantado todo este tiempo a mi lado. Me levanté del sofá intentando no moverla. Fui hacia la cocina y abrí la nevera, tenía hambre, no había comido más que uno de esos sanwich que sirve la máquina expendedora al final del pasillo de cardiología.

Había un pack de ensalada y un par de tomates, un pepino y algo de jamón cocido. Bien, una ensalada, puse el contenido de la bolsa en un bol blanco junto con los tomates cortados en dados, el pepino en rodajas y el jamón en tacos pequeños, hice el aliño con algo de miel, menta, sal, pimienta y vinagre blanco. Finalmente lo moví todo con una pequeña espátula y lo dejé sobre la encimera. Me giré para abrir el armario, ella estaba allí.

Las ebras de su cabello caían al rededor de su rostro, sus ojos estaban brillantes, sonreía y no entendía porque lo hacía.

-No sabía que cocinases- dijo y subió la tela de su toalla-.

“No juegues conmigo pequeña Alexia, podrías acabar quemándote”-.

Hice caso omiso a ese pequeño movimiento y saqué un par de platos y un par de cubiertos.

-¿Me acompañas?- dije llevandome un dado de jamón cocido a la boca-.

Ella no dijo nada, se acercó y tomó el tenedor sirviendo primero mi plato y después el suyo.

-¿Te preparo un baño?- dijo bastente tranquila, por un momento pensé que estaba siendo ella misma-.

-No estaría mal, después de la cena- dije y comí algo de ensalada-.

-Doctor, ¿puedo decirle algo?-.

La miré fijamente, uno de sus mechones casi toca el plato así que lo retiré de su rostro y ella me miró.

-Si, dimelo- dije-.

-Me gusta mucho-.

Me mantuve en silencio por un largo tiempo hasta que pude decir algo.

-No te enamores de alguien como yo Alexia-.

-Creo que es tarde para eso doctor-.

De nuevo no supe que decir.

-Quizás tendrías que salir...-.

-No quiero ver a nadie que no sea usted, quiero estar con usted, quiero pasar mis días a su lado, aún que usted venga oliendo a perfume, no quiero que otro me toque-.

“Mierda Carlisle que coño te está pasando...”-.

-La verdad es que no se como encajarlo-.

-Yo tampoco se como encajarlo, solo se que es así y que si no lo hiciese me estaría mintiendo a mi misma-.

-Eres un chica muy guapa-.

-pero no soy suficiente para usted-.

-Si que lo eres, pero soy peculiar-.

-Se que le va el control y estoy dispuesta a probarlo-.

No esperé más, solté el cubierto y la tomé de las caderas, la levanté del suelo sin esfuerzo y caminé con ella hacia la habitación.