Hacienda Cullen (+18)

Autor: sachiko065
Género: Drama
Fecha Creación: 17/12/2012
Fecha Actualización: 07/05/2015
Finalizado: NO
Votos: 30
Comentarios: 93
Visitas: 83666
Capítulos: 35

Bella es hija del matrimonio Swan... Unos trabajadores de la Hacienda Cullen. Ella está enamorada de Edward Cullen, el hijo de los patrones. Él tiene un gemelo, llamado Anthony y una hermana menor que se llama Charlotte. Anthony es el mejor amigo de Bella. Los dos han sido casi como hermanos, pero un día ambos deciden hacerse pasar por novios, para poder estar con quien aman. Anthony está enamorado de Rosalie Hale y quiere estar a su lado, pero también quiere que su mejor amiga sea muy feliz...

¿Qué sucederá? ¿Bella y Anthony lograrán lo que quieren o se enamorarán? Y si es así...¿Bella se olvidará por completo del amor que le tiene a Edward? ¿Con quien se quedará ella? ¿Con Anthony? ¿Con Edward? ¿o con nadie? ¿Realmente tiene que elegir a alguien?

Este no es el primer FanFic que intento escribir, pero si es el primero que publicaré... espero que les guste.

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Capítulo 35: Milagro

Capítulo 35: Milagro

 

Edward POV:

 

No podía dormir. Sin Bella a mi lado me resultaba imposible hacerlo; necesitaba sentir su piel, su olor.  Me paseé por la habitación como un animal enjaulado pero de repente mi padre irrumpió en mi habitación y encendió la luz. Tenía puesto un abrigo sobre el pijama y llevaba su maletín.

 

—     Estás despierto— dijo con la respiración agitada.

 

—     Sí, ¿qué te ocurre, papá?

 

—     Reneé me acaba de llamar. Tu mujer está por tener a mi nieta

 

Abrí los ojos de par en par y el pánico se apoderó de mí ya que se suponía que faltaban días para que mi bebé naciera. 

 

—     Vamos— murmuré.

 

Estaba lloviendo muy fuerte pero eso no me importó, yo solo deseaba llegar a donde se encontraban mis dos mujeres.

 

Dios, te pido que Bella me perdone y me deje estar con ella en ese momento pensé.  Finalmente llegamos a la casa de Reneé y nos hicieron pasar a la habitación. Bella estaba sudando copiosamente y tenía las piernas abiertas, lista para dar a luz.

 

—     Mi amor— resollé antes de correr a su lado. La besé por todo el rostro para dejarle en claro lo mucho que la amaba. Mi padre la revisó unos momentos y lo que dijo ocasionó que mi miedo se acrecentara.

                                                                    

—     Está muy dilatada— dijo—. Ya no podemos llevarla al hospital, tendrá que ser aquí, ya puedo ver a la bebé

 

—     No quiero que le pase nada— sollozó mi mujer.

 

—     ¡Dime que no le pasará nada a mi esposa y a mi hija!— grité con angustia.

 

—     No puedo asegurar nada, está comenzando a sangrar y puede morir si pierde mucha sangre

 

Aquella frase fue como un balde de agua fría para mí. Mi hermosa princesa no podía irse de mi lado.

 

—     ¡No se puede morir!— gritaron sus padres y Alice.

 

—     No te puedes morir, resiste nena— le supliqué y Bella asintió débilmente.

 

—     No te vas a morir— intervino Alice—. Tú eres fuerte. Solo es un parto

 

Aquellas palabras me infundieron ánimos y al parecer a Bella también ya que después de eso comenzó a luchar con todas sus fuerzas para traer a nuestra hija al mundo.  Su familia decidió salir ya que no soportaron la visión de Isabella gritando de dolor. Honestamente, tampoco lo soportaba,  deseaba ser yo quien sufriera los dolores de parto en lugar de mi niña.

 

—     Ya casi viene, solo puja una vez más— le pidió mi padre con seriedad y yo seguí sosteniendo la mano de mi esposa.  Mis ojos estaban anegados de lágrimas por la culpa ya que Isabella no debería estar dando a luz en este lugar.  Por culpa de su caída el parto se había adelantado.

 

—     Esto es mi culpa— sollocé—. Si no te hubiese lastimado no pasaría esto, perdóname mi amor

 

—     Escúchame, no es tu culpa, ya era tiempo de que naciera— me aseguro  antes de volver a pujar. Aquella fue la última vez que lo hizo ya que segundos después escuchamos el maravilloso llanto de nuestra pequeña Lilliane.

 

Isabella y yo comenzamos a llorar como dos niños pequeños; nos habíamos convertido en padres.

 

—     Te amo, Bella, te amo— dije con vehemencia.

 

—     Yo también— respondió. Mi padre cortó el cordón umbilical de la niña a quien solo podíamos verle la cabeza. Luego se levantó y envolvió a mi hija en una toalla que se encontraba junto a las cosas que habían preparado para el parto—. Quiero ver a mi hija— dijo Bella a pesar de estar bastante cansada. Mi padre me dio a la niña y yo se la entregué a Bella.

 

Era sin duda la bebé más perfecta del mundo. Sus ojos eran dorados y el cabello lo tenía claro como yo pero sus facciones eran iguales a las de Bella. Sus mejillas regordetas estaban coloreadas de un rosa intenso y no despegaba la vista de Bella, la miraba fijamente como si fuera una persona adulta pero era tanta mi felicidad que no le di mucha importancia a aquel hecho.

 

—     ¡Es hermosa!— exclamé pero aquel momento de felicidad se vio interrumpido cuando Isabella soltó un alarido. Le quité de inmediato a la bebé y se la di a mi padre.

 

—     ¿Qué te ocurre, mi amor?— pregunté histérico. Carlisle salió un momento para dejar a mi hija con sus abuelos y cuando regresó y revisó a Bella se quedó boquiabierto.

 

—     Bella, no te espantes, pero vas a tener otro bebé

 

—     No puede ser— susurré sin podérmelo creer. A pesar de estar asustado me sentía feliz porque había otra personita, fruto de nuestro amor.

 

Bella solo pujó una vez y el bebé salió de su interior pero pasaron los segundos y el llanto no se escuchó. Mi corazón latió furiosamente debido al pánico mientras esperaba lo que mi padre tenía para decirnos.

 

—     Era un niño— dijo triste.

 

—     ¿Era?— preguntamos Isabella y yo al mismo tiempo.

 

—     Sí, está muerto— contestó antes de alzarlo. Aquella visión fue la más fuerte de mi vida; era un pequeño y pálido niño con el cabello oscuro de Bella y los ojos cerrados.  No podía gritar ni hacer nada, gruesas lágrimas que ahora eran de dolor, se deslizaron por mis mejillas.

 

—     ¡No, mi hijo, no!— gritó Bella—. ¡Mi hijo, no!

 

—     Bella, cálmate— le ordenó mi padre.

 

Isabella cayó inconsciente después de eso.

 

—     Despierta, mi vida por favor— gimoteé mientras movía su rostro repetidas veces. Bella no podía dejarme, lo tenía prohibido, sin ella no era nada.

 

—     Sostén al bebé, voy a revisarla— dijo Carlisle. Con mucho pesar me separé de Bella y recibí a mi angelito en mis brazos. Sentirlo me hizo sentir aun peor y sollocé como nunca antes lo había hecho.

 

—     ¿Cómo está, Bella?— cuestioné.

 

—     Se quedó dormida, estaba agotada— respondió mi padre. Su respuesta me tranquilizó un poco pero no disminuía el dolor de ver a mi hijo sin vida. Comencé a besar su pequeño rostro sin importarme que estuviera cubierto de sangre.  

 

—     No te mueras, campeón— imploré esperanzado ya que su piel estaba tibia—. Tu mami y yo te amamos

 

—     Edward…— mi padre me miraba con lastima después de haberle extraído la placenta a Bella. En ese momento escuché un leve quejido que no provenía de mi esposa sino de la criatura que estaba cargando. Me quedé paralizado cuando el niño se removió en mis brazos y empezó a llorar de forma potente.

 

—     ¡Está vivo!— grité y mi padre me arrebató al niño para revisarlo.

 

—     ¡Es un milagro!— exclamó feliz. El alivio que me embargó fue tanto que caí de rodillas al suelo suspirando fuertemente.  El bebé lloraba con todas sus fuerzas tal y como lo había hecho Lilliane cuando nació.

 

—     Ya no puedo esperar más, quiero saber que está pasando— Charlie entró en la habitación y nos miraba angustiado—. ¡Bella!

 

—     Está dormida— le informé mientras me levantaba del suelo.

 

—     ¿El niño está vivo?— inquirió Charlie con sorpresa mientras se acercaba a mi padre quien lo revisaba—. ¡Oh por Dios, es demasiado chico!

 

—     Lo sé, pero es un milagro que esté vivo. Por favor tráeme una toalla para limpiarlo

 

—     Sí, enseguida…

 

Charlie salió de la habitación y yo me levanté para luego acercarme a Bella.

 

—     Mi amor— susurré en su oído—. Nuestro bebé está vivo. No sé como pero lo está y es hermoso como Lilliane, te prometo que los haré muy felices a ti, a nuestra nena y a ese campeón que estaba escondido

 

Pasaron las horas y Bella no despertaba. Al principio me angustié pero mi papá comprobaba su estado cada poco tiempo y me aseguraba que solo estaba cansada y necesitaba dormir.

 

—     Hijo, ve a cambiarte de ropa. Estás lleno de sangre— me pidió cuando entró a la habitación a las diez de la mañana.

 

—     No quiero separarme de Bella, papá— respondí mientras apretaba más fuerte la mano de mi esposa.

 

—     Hijo, te ves fatal. Si Bella te encuentra en esas fachas va a pensar lo peor, además, ni siquiera has visto a tus hijos…

 

—     Es verdad— dije levantándome—. Iré a verlos, pero no iré a cambiarme

 

—     Está bien— suspiró con resignación. Solté la mano de mi mujer pero justo en ese instante ella comenzó a quejarse.

 

—     Edward— susurró aun sin abrir los ojos. Su voz se escuchaba ronca debido al sueño.

 

—     Aquí estoy, mi princesa— contesté emocionado.

 

—     Mi hijo, dime que fue mentira— imploró al  mismo tiempo en que una lágrima se le escapaba.

 

—     Iré a traerlos— mi padre me guiñó un ojo antes de salir.

 

—     No fue mentira, mi amor— contesté fingiendo tristeza—. Tuvimos un niño también

 

—     Eso lo sé, pero dime que no murió. Edward por favor dime que no murió…

 

—     Shhh, tranquila, no te alteres

 

—     No puedo estar tranquila, mi bebé…

 

—     Aquí están— dijo mi padre al mismo tiempo que entraba con dos pequeños bultos uno rosa y otro blanco. solté a Bella y cargué a Lilliane y mi padre le entregó al varoncito.

 

—     ¡Mi niño!— exclamó Bella con alegría. Sus ojos se iluminaron más que nunca y besaba al bebé una y otra vez. Yo hice lo mismo pero con Lilliane quien se veía sumamente hermosa con el traje rosa que le habíamos comprado hace un par de semanas—. ¿Cómo es que está vivo?

 

—     No lo sabemos, quizá yo me apresuré demasiado al decir que estaba muerto— le explicó mi padre. Bella lo fulminó con la mirada pero luego sonrió—. Me disculpo por eso…

 

—     Lo importante es que mis hijos están bien— dijo Bella, mirando a nuestro hijo con una ternura infinita. Luego, volteó a verme y su mirada se iluminó aún más.

 

—     Pásame a Lilliane, quiero que esté cerca de su hermanito

 

Hice lo que me pidió y cuando tuvo a ambos bebés en los brazos se echó a llorar.

 

—     Son tan perfectos, Edward— gimoteó y yo sonreí ampliamente mientras me sentaba junto a ella. De repente el niño abrió sus ojos que eran del mismo color que los de su hermana pero él se parecía más a mí a pesar de tener el cabello color chocolate.

 

—     Lo son— contesté orgulloso.

 

—     Debes alimentarlos ya, Bella— le indicó Carlisle.

 

—     Oh, sí… 

 

Mi padre le preguntó si quería tener intimidad pero ella dijo que quería que yo me quedara y que Reneé entrara para ayudarla. Él asintió y cinco minutos más tarde, ella entró.

 

—     Son unos niños hermosos, como ustedes— comentó y Bella se sonrojó—. Se nota que son los padres

 

—     No se parecen a mí— dijo Bella—. Son igualitos a Edward

 

—     Hija, Lilliane es idéntica a ti,  es como verte de bebé de nuevo solo que ella es rubia como Edward

 

Mi hermosa niña amamantó primero a Lilliane y Reneé cuidó del niño. Ver a Bella amamantando a nuestra hija fue glorioso y me enternecí a tal grado que unas cuantas lágrimas se me escaparon.

 

—     Estás más sentimental que Bella— se burló Reneé y yo me eché a reír.

 

—     No puedo evitarlo, estoy feliz…

 

—     Lo sé, mi niño, lo sé—me dijo antes de volverse hacia su hija. Después fue turno de aquel campeón a quien no le habíamos puesto un nombre aun.

 

—     ¿Cómo van a llamar mi nieto?— cuestionó la madre de Bella. Miré con los ojos muy abiertos a Bella quien sonreía dulcemente.

 

—     Quiero ponerle Matthew— contestó mi esposa. La miré extrañado ya que nunca habíamos considerado un nombre para niño—. Ese nombre significa regalo del señor…

 

—     Oh, es muy lindo el nombre— asintió Reneé.

 

Bella terminó de alimentar a nuestros bebés y los demás miembros de la familia no tardaron en pasar.

 

—     Edward, déjame decirte que tienes una muy buena puntería— bromeó Emmett y yo me carcajeé cuando su madre le asestó un golpe en la cabeza.

 

—     No seas grosero, Emmett— lo regañó.

 

—     ¡Quiero conocer a mis nietos!— exclamó mi madre, entrando a la habitación con un par de peluches. Uno de ellos era rosa y el otro azul.

 

Ver a todos reunidos en esa pequeña habitación no me incomodó, sino al contrario. Me sentía feliz de poder compartir con toda la familia el nacimiento de mi hija y la inesperada llegada de Matt. El nombre me había gustado y el significado todavía más. Matthew era un regalo del cielo, un verdadero milagro al igual que su hermana.

 

—     Son tan bonitos— dijo Charlotte mientras cargaba a Matt. Alice tenía en brazos a Lilliane y la veía con los ojos brillantes.

 

—     Muero de ganas de que ambos crezcan y llevarlos de compras, parecen dos modelos— chilló emocionada. Jasper puso los ojos en blanco pero sonrió—. Sabía que mis poderes de adivina no podían fallar, llevabas un niño en el vientre también…

 

—     Y la verdad es que no sé cómo no se vio— dijo mi padre para sí mismo—. No me había sucedido algo similar desde hace mucho tiempo. Hoy en día las ecografías son muy exactas…

 

—     Bella, tienes mucha suerte de que yo también vaya a ser madre— sonrió Alice—. Le he comprado ropa unisex a mi bebé y le he puesto un cambio a Matt

 

—     Menos mal. No quiero que mi hijo tenga recuerdos vergonzosos— me reí—. No creo que le guste saber que cuando era un bebé lo vestimos con ropa de su hermana

 

Todos se echaron a reír pero todo quedó en un silencio sepulcral cuando alguien tocó la puerta de la habitación.  Mi padre fue el primero en volver a reír y abrir la puerta pero cuando lo hizo su rostro se puso lívido y dejó entrar a aquella mujer que hace meses no veía.

 

—     Vengo a conocer a mis nietos— dijo Elizabeth entrando en la habitación haciendo que todos nos tensáramos—. Y a decir la verdad…

 

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Hace muchísimo tiempo que no actualizo y ya sé que se olvidaron  de este fic pero aquí les dejo el capítulo aunque esté algo corto u.u. A esta historia le quedan pocos capítulos para concluir. Gracias a todas las chicas que me leyeron :D y me dieron su apoyo con esta historia jeje… las invito a pasar por mis otras historias jeje… 

Capítulo 34: Perdóname

 
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