Hacienda Cullen (+18)

Autor: sachiko065
Género: Drama
Fecha Creación: 17/12/2012
Fecha Actualización: 07/05/2015
Finalizado: NO
Votos: 30
Comentarios: 93
Visitas: 83689
Capítulos: 35

Bella es hija del matrimonio Swan... Unos trabajadores de la Hacienda Cullen. Ella está enamorada de Edward Cullen, el hijo de los patrones. Él tiene un gemelo, llamado Anthony y una hermana menor que se llama Charlotte. Anthony es el mejor amigo de Bella. Los dos han sido casi como hermanos, pero un día ambos deciden hacerse pasar por novios, para poder estar con quien aman. Anthony está enamorado de Rosalie Hale y quiere estar a su lado, pero también quiere que su mejor amiga sea muy feliz...

¿Qué sucederá? ¿Bella y Anthony lograrán lo que quieren o se enamorarán? Y si es así...¿Bella se olvidará por completo del amor que le tiene a Edward? ¿Con quien se quedará ella? ¿Con Anthony? ¿Con Edward? ¿o con nadie? ¿Realmente tiene que elegir a alguien?

Este no es el primer FanFic que intento escribir, pero si es el primero que publicaré... espero que les guste.

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Capítulo 28: Sueños

POV Edward: 

 

Al fin se había cumplido mi sueño. Me casé con Isabella, la mujer de mi vida y la madre de mi hijo. No podía estar más que feliz. También estaba aliviado de que Bella no se enojará por haber preparado nuestra boda por la iglesia sin que ella se enterara. Mi princesa estaba igual de deseosa que yo por casarse.

 

Había valido la pena todo el trabajo que hicimos mi familia y yo para mi boda religiosa. Al principio el sacerdote con el que fuimos se negaba porque Bella no había venido y se tenían que tomar pláticas y otras cosas más. Yo y mi hermana estuvimos suplicando por horas para que hiciera una excepción con nosotros. Prometimos donar dinero a los niños huérfanos que vivían en el hospicio que se encontraba cerca de la iglesia, ir nosotros a todo lo que fuese necesario, hacer que Bella se confesara un día de estos y argumentamos que ella estaba embarazada y mentimos un poquito diciendo que era de alto riesgo y que por eso no se podía presentar. Sabía que esta no era la manera correcta de hacer las cosas, pero todo lo haría con tal de convencer al sacerdote de que nos casara.

 

Cuando él accedió- a regañadientes- pedí quedarme a solas con él. Me sinceré y le dije que yo quería darle una sorpresa a mi futura esposa, que nada me hacía más ilusión que sorprenderla de esta manera, lo cual era verdad.

 

-Quiero que nuestro bebé también nazca dentro de un matrimonio- añadí.

 

Después de eso ya no pudo replicar y accedió a casarnos.  Al parecer comprendía la situación.

 

Y así fue como conseguí arreglar ese asunto. De verdad era lo más extraño que había hecho en la vida pero que sin duda me haría feliz y esperaba que también a Bella y por suerte así fue o eso aparentaba ella y después me reclamaría. Tenía miedo.

 

La fiesta estaba siendo todo un éxito pero yo lo que quería era irme a la habitación y que ya fuese de mañana para llevar a mi niña a su segunda sorpresa. A nuestra luna de miel. Ella no sospechaba nada lo cual era bueno.

 

Lo que más me estaba molestando de la fiesta es que no me estaban dejando estar con Bella a excepción de cuando hicimos nuestro primer baile y cuando partimos el pastel. También en los juegos y en lo del ramo- el cual atrapó Alice- estuve con ella pero solo un poco.

 

-¿Qué parte de no quiero ver a mi amigo casado fue la que no entendiste?- preguntó Eric lo cual hizo que me sobresaltara. Le sonreí mientras nos dábamos un abrazo-. Al parecer estás sordo

 

-Eso me lo dijiste cuando iba a casarme con Rosalie

 

-Ya sé, amigo, estoy bromeando... Qué bueno que te casaste con la chica que quieres, aunque no sé cómo lo conseguiste, según ella estaba con tu hermano ¿no?

 

Me puse tenso. Pensar en Anthony me causaba preocupación todavía. El muy imbécil seguía sin aparecer y también odiaba recordar la relación que había tenido con mi esposa. Sonreí. Bella ya era mi mujer, seguía sin creerlo.

 

-Lo siento- se disculpó Eric.

 

-No te preocupes Eric, es solo que estoy preocupado aun por mi hermano, se fue y no ha aparecido

 

-Lo sé... Pero de verdad no creo que le haya pasado algo

 

-Tampoco yo, puedo sentir que él está vivo, pero que... Cambió, es algo extraño

 

-Tal vez se convirtió en un vampiro- bromeó Eric y yo me carcajeé.

 

-¿Es en serio?

 

-No, me iré a algo más real, tal vez es un mafioso ahora

 

-Wow, no sabía que aceptaban ñoños en la mafia

 

-Edward- dijo serio-. Tu hermano no es ningún ñoño, tengo el presentimiento de que es alguien siniestro y con más inteligencia que nosotros

 

Me volví a reír.

 

-Creo que en estas vacaciones has estado leyendo muchos libros de misterio

 

-Yo no leo libros Edward

 

-Pero ves series

 

Se encogió de hombros.

 

-Lo adivinaste

 

Y después de eso nos sumergimos en una conversación sobre las series que a ambos nos gustaban. Me estaba divirtiendo pero también me moría por ir con mi esposa a quien ya tenía fuera de mi vista.  Comencé a preocuparme, pero me calmé al ver que ella estaba con Alice y Jasper con quien había estado hace un rato. Los tres caminaron hacia mí.

 

Me disculpé con Eric y caminé hacia Bella. La abracé. Por fin la tenía otra vez en mis brazos.

 

-Hola amor- me dijo mirándome divertida. Deposité un leve beso en sus labios.

 

-Hola hermosa

 

Esa palabra era un insulto a su belleza. Ella estaba más que hermosa... Bella era perfecta. Parecía un ángel, vestida de novia. Cuando la vi caminando por aquel pasillo cuando íbamos a casarnos casi me había ido de espaldas porque estaba preciosa. Era sin duda la mujer más hermosa de todo el mundo y solo era mía, solo mía. Me sentía el más afortunado de los hombres.

 

-Edward, por favor acompáñala adentro- me pidió Alice. Bella asintió. Me angustié.

 

-¿Te sientes mal, mi amor?

 

-No, Edward, pero necesito cambiarme los zapatos, estas zapatillas me están matando

 

-¿Estás usando zapatillas?- pregunté enojado. Yo había pedido, más bien, implorado a mi suegra, a mi madre, a Alice y a Charlotte, que no le pusieran nada que pudiese lastimarla o ponerla en riesgo.

 

-No te enojes Edward- me suplicó mi niña-. Por favor llévame adentro

 

-Está bien, cariño

 

Ambos caminamos hasta adentro de la casa y subimos hasta la habitación de Charlotte donde la habían arreglado.  El cuarto estaba hecho un desastre y sin poder evitarlo me reí.

 

-No te rías- masculló mi esposa-. Aquí me torturaron durante horas

 

-Amor- dije ahora preocupado por mí mismo-. ¿No te enojaste, verdad?

 

-¿De qué amor?- preguntó dulcemente mientras se quitaba las zapatillas las cuales tenían un tacón alto. Entrecerré los ojos sin que ella se diera cuenta.

 

-De... Organizar la boda sin tu consentimiento

 

-Admito que me hubiese gustado estar enterada- contestó mirándome con intensidad mientras se ponía unos zapatos bajos. Estaba batallando con el vestido así que la ayudé-. Pero la sorpresa me ha encantado, de verdad estoy feliz de estar casada contigo por la iglesia, tengo que admitir que... Ese era mi sueño desde que era una niña

 

Sus palabras me conmovieron. Me levanté para besarla. Ella rodeó mi cuello con sus manos y ambos nos dejamos caer en la cama. Yo estaba encima de ella pero no permití que soportara ni un gramo de mi peso.

 

-Este también era mi sueño desde que era un niño- susurré en su oído cuando terminé de besarla. Este beso me había dejado jadeando y con el corazón acelerado. Sentí como mi amigo comenzaba a despertar. Moría por hacerla mía así como lo hice ayer en el prado. En nuestro prado.

 

-Entonces nos hemos amado toda la vida- sonrió. Yo también lo hice.

 

-Sí, yo te he amado desde la primera vez que te vi, tú tenías seis y yo siete... Eras una niña tan hermosa, pero... Lo arruiné todo, creí que querías a Anthony porque jugaste con él primero y me enojé... Después quise ir a buscarte para ser yo también tu amigo, pero Anthony me dijo que tú estabas enamorada de él y que no querías verme a mí... Me llené de odio y me alejé, por eso te trataba mal... Cuando crecimos, te veía tan unida a Anthony que seguía creyendo que tú lo querías y el resto de la historia ya la sabes

 

-Entonces ese malentendido fue por su culpa- dijo horrorizada.

 

-Mi hermano es muy raro- admití-. Pero no creo que sea malo

 

-Pero... Nos separó, pudimos haber estado juntos, pero...

 

-No digas nada más Bella- la interrumpí-. Solamente quiero que disfrutemos este momento, nuestra boda, el estar juntos... No importa cómo sucedieron las cosas, ahora tú eres mi esposa

 

-Y tú mi esposo

 

-Me siento tan afortunado de que me ames- suspiré-. No puedo creer que tenga tu amor a pesar de que te traté tan mal... Bella, ¿Cómo fue que te enamoraste de mí?

 

-Yo a diferencia de ti, no te amé desde la primera vez que te vi, me gustabas solamente- confesó-. Yo me enamoré de ti cuando tu hermano perdió el año... Vi como sufrías, como apoyaste a tu mamá para que no se sintiera tan mal, trataste de hacerte el fuerte por tu hermanita, vi que eras un gran ser humano, aunque después de eso volviste a comportarte como un idiota- se rió-. Pero mi amor no se fue

 

-Nunca he sido una buena persona- admití-. Pero... Qué tú me veas así me hace demasiado feliz, demasiado

 

-Eres buena persona, mi amor, eres el mejor hombre del mundo, soy muy afortunada por tenerte

 

-Yo más por tenerte a ti

 

-Ambos somos afortunados, no a muchos les toca un amor así, tan fuerte

 

-No, no a todos

 

-A casi ninguna mujer le toca un marido tan sexy- dijo con voz picara. Su tono tan seductor hizo que escenas no tan inocentes pasaran por mi mente. Sonreí maliciosamente al igual que ella.

 

-Vamos a mi cuarto- le propuse.

 

-Pero... Los invitados

 

-Pueden esperarnos- contesté despreocupadamente. Ella se carcajeó.

 

-¿Vamos a tener nuestra luna de miel aun cuando los invitados no se han ido?

 

-Esta no será nuestra luna de miel, será solo un adelanto

 

Ambos nos levantamos y salimos de la habitación de mi hermana y nos dirigimos hacia la mía. Nos estábamos sonriendo de forma cómplice al igual que ayer en el prado. Entramos a mi cuarto y cerré mi puerta con seguro para que nadie nos atrapara.

 

Después de eso besé a mi esposa de una manera apasionada. Quería demostrarle todo lo que la deseaba. Mi erección comenzó a ser dolorosa. Moría por quitarme el pantalón. Ya no aguantaba más.

 

Bella trató de quitarme el saco y yo la ayudé. Después desabrochó los botones de mi camisa la cual cayó al suelo. Yo no me atrevía a desvestirla a ella todavía. No deseaba romper el hermoso vestido que estaba usando. Por fortuna descubrí que tenía una cremallera y pude quitárselo fácilmente. Al verla en ropa interior gruñí. Se veía demasiado sexy. La cargué para liberarla completamente del vestido y la llevé hasta mi cama donde la acosté.

 

-Te amo- me dijo.

 

-Yo también te amo, más que a mi vida- musité antes de besarla de nuevo. Las manos de mi niña se fueron hacía la cremallera de mi pantalón. Gustoso le ayudé a quitarme aquella prenda que tanto me estorbaba. Necesitaba liberar a mi pobre miembro.

 

Cuando terminé de quitarme el pantalón besé el cuello de Isabella, quien se arqueó lo cual me hizo gemir. Adoraba sentirla así, tan entregada, tan dispuesta a que la hiciera mía.

 

Sin importarme nada le arranqué la ropa interior. Definitivamente ya no volveríamos a la fiesta. Me quería quedar con ella aquí. De repente tomé uno de sus senos y comencé a morder su pezón. Mi esposa soltó un gemido demasiado alto y me reí. Estaba feliz de hacerla sentir tan bien así como yo me sentía. Pero... Estaba un poco incómodo. Necesitaba estar dentro de ella, ya no podía soportarlo. Me levanté y me quité el bóxer. Me puse encima suyo otra vez. Estaba a punto de penetrarla pero ella hizo que girara, de manera en que quedó encima de mí. La miré sorprendido, pero muy excitado. Cuando nuestros sexos se rozaron jadeé. Ya estaba demasiado ansioso. No podía esperar más tiempo.

 

-Ya no me tortures- gemí.

 

-Quiero probar algo- susurró y luego comenzó a besar mi pecho. Me sorprendí al ver que cada vez iba más abajo hasta llegar a miembro. Abrí los ojos como platos al ver que mi mujer comenzó a lamerlo como si fuese un dulce. Otro gruñido de placer se escapó de mis labios y cerré los ojos. Estaba disfrutando de este placer tan inmenso que solo Bella podía y sabía darme. Yo ya había estado con más mujeres pero jamás permití que me hicieran algo así. Con Bella, todo era distinto... Dejaría que hiciera conmigo lo que quisiera, porque era completamente suyo. Abrí los ojos y me incorporé un poco para ver lo que ella estaba haciendo. Lo que vi y sentí hizo que casi me corriera. Ella metía y sacaba mi miembro de su boca una y otra vez de manera rápida.

 

-Te amo- le dije mientras la veía. Tomé su cabeza entre mis manos y la moví para que fuese al ritmo que yo deseaba. Joder, esto era demasiado placentero. De repente ella se levantó y se lamió los labios. Esta niña quería matarme al parecer.

 

-Sabes delicioso- sonrió.

 

-Eres una desvergonzada- me reí-. Pero así me encantas.

 

-A mí me encantas más- dijo mientras se sentaba sobre mí. Comencé a entrar en ella de una manera lenta. Ambos gemimos cuando la penetré completamente.

 

Mi esposa comenzó a moverse de forma lenta y sensual. Esta mujer sin duda era mi perdición. Me estaba llevando al cielo. Bella empezó a moverse de manera más rápida y a gemir más fuerte, señal de que estaba alcanzando su orgasmo. La tomé de la cintura y moví mis caderas para embestirla y venirme yo también ya que moría por hacerlo. Segundos después lo hice al mismo tiempo que su nombre se escapaba de mis labios.  

 

-Te amo, Edward, te amo- susurró ella una vez que estuvimos calmados.

 

-Yo más pequeña, yo más- respondí.

 

-Esta ha sido una locura- se rió mientras me abrazaba. La besé en la frente.

 

-De verdad que sí, los invitados se deben preguntar dónde rayos estamos

 

-¿Debemos volver?- preguntó triste.

 

-Si no quieres regresar, no regresamos- dije sonriendo-. Yo tampoco tengo ganas

 

-Entonces no volvamos- contestó con una sonrisa traviesa-. Tengo ganas de quedarme aquí toda  la noche...

 

-Eso vamos a hacer

 

-Amor, quiero repetir...- dijo acostándose encima de mí. Mi amigo comenzó a despertar de nuevo.

 

Estaba a punto de hacerla mía de nuevo cuando tocaron a la puerta de nuevo.

 

-¡Isabella y Edward Cullen!- gritó Alice afuera de la habitación-. Si no salen de esta habitación en tres segundos tumbaré la puerta, sé que están allí

 

Bella y yo nos miramos asustados un momento. Yo pensé como diablos íbamos a vestir a mi esposa tan rápido. Entonces se me ocurrió una idea.

 

-Alice, Bella no se siente bien- respondí mientras me vestía a toda prisa.

 

-Eso ni tú te lo crees- contestó burlona-. No soy tan ingenua

 

-Mierda- mascullé. Bella se rió.

 

-Está bien, está bien, lo admitimos hermana- dijo mi esposa-. Estamos descansando, no queríamos estar más tiempo allá

 

-Eso es más creíble- respondió mi prima-. Ponte la ropa interior hermana, para que pueda arreglarte, y Edward, vístete tú y te sales de aquí

 

-Está bien- gruñí mientras me ponía el saco. Observé a mi mujer quien estaba poniéndose la ropa interior. Aparté la vista de ella para no mandar todo a la mierda y hacerla mía de nuevo.

 

-Cerdos- oí murmurar a Alice cuando iba a abrirle. Ella me observó de arriba a abajo con los ojos entrecerrados-. Has hecho un buen trabajo vistiéndote, pero... Tengo que ver cómo has dejado a mi hermana

 

La dejé pasar al cuarto.

 

-¡Dios mío!- exclamó Alice y luego arrugó la nariz-. Tengo que salir de aquí, huele a...

 

-Cállate- la interrumpió mi esposa. Estaba ruborizada. Me reí antes de salir de la habitación.

 

Por fortuna Bella y yo nos iríamos a vivir a otra parte después de nuestra luna de miel. Allí nadie podría interrumpirnos.

 

POV Bella:

Mi hermana recogió mi vestido y salió no sin antes decirme que ahora me veía horrorosa. Y era verdad. Mi peinado estaba arruinado. Sonreí al recordar que lo había provocado. Salí del baño y vi que Alice traía un vestido blanco corto y sencillo, también unas sandalias. Suspiré aliviada.

 

-No tienes remedio Isabella- me regañó mi hermana mientras me ponía el vestido-. No sé ha acabado la fiesta y ya estás adelantando la luna de miel- se rió.

 

-Perdón- murmuré-. Es que nos ganaron las ganas

 

-Sí, te entiendo, pero hay momentos

 

-¿Y las veces que yo te atrapé a ti?

 

-Por eso te lo digo, para que no cometas los mismos errores que yo, ahora he cambiado, he comprendido que no en todos los lugares se puede hacer eso... Jasper y yo lo hacemos cuando se puede y en el lugar que sea apropiado

 

-¿En nuestra casa?- alcé una ceja.

 

-Esa solo fue la primera vez, las otras dos veces, nos hemos ido a un hotel

 

-Bien, ya no me platiques de tu vida íntima- le supliqué y ella se carcajeó-. Tú sabes lo que haces

 

-Está bien

 

Después de eso cambiamos el tema. Alice me ayudó a peinarme de otra manera y ambas bajamos a la fiesta. En ese momento se estaban sirviendo más comida. Yo tenía mucha hambre así que comí rápidamente. Edward se burló de mí por eso pero me veía con mucho amor y ternura.

 

Cuando la fiesta por fin terminó me sentí sumamente agotada. Me despedí de todos los invitados y por último de la familia. Mis padres estaban bañados en llanto. Me reí de ellos al principio pero terminé llorando con ellos. Definitivamente el embarazo me tenía demasiado sensible. Después de eso me despedí de James y Victoria, quienes me desearon suerte. Mi madre biológica ya no lloraba pero me miraba triste. James, seguía un poco enojado y le advirtió a Edward que me cuidara. Lo amenazó con cosas no muy bonitas que digamos.

 

Luego de todo aquello Edward y yo fuimos a su habitación. Moría por qué me hiciera suya de nuevo. Probablemente me volvería una adicta a hacer el amor con él, pero no me importaba. Era mi marido después de todo. Suspiré. Aun me resultaba extraño pensar en él como tal pero de que me encantaba, me encantaba.

 

Esa noche mi Edward fue la persona más pasional y romántica del mundo. Me hizo llegar hasta el cielo muchísimas veces hasta que ambos caímos rendidos.

 

-Duerme, cielo- me susurró en el oído cuando estaba por dormirme-. Descansa, que mañana tendremos un largo día

 

Quise preguntarle por qué decía eso pero el cansancio me venció y me quedé dormida.

 

A la mañana siguiente Edward me levantó muy temprano. Bostecé y pude ver la bandeja que traía en las manos. Era mi desayuno. Me sentí conmovida.

 

-Buenos días mi amor- saludó sonriendo. Se sentó en la cama junto con la bandeja y se inclinó para besarme levemente.

 

-Buenos días, cielo, ¿Qué es todo esto?

 

-El desayuno para ti y para nuestro bebé

 

Aspiré el delicioso aroma del huevo revuelto. En ese momento mis tripas comenzaron a sonar. Me sonrojé y Edward se rió.

 

-Tienes hambre ¿Verdad?

 

-Perdón, es que...

 

-No te preocupes, mi cielo, me encanta ver que tienes hambre, que estás sana, no tienes idea de lo feliz que me hace

 

No pude evitar amar más a mi marido. Le sonreí y lo miré con todo el amor que le tenía. Edward acarició mi mejilla y suspiró. Sus hermosos ojos dorados me decían lo mucho que me adoraba. Ese sentimiento era igualmente correspondido. Edward era mi vida y siempre lo sería.

 

-Desayuna, nena- me ordenó serio ahora. Volteé hacia la comida. Había pan tostado, jugo de naranja, fruta, huevo y leche. Me eché a reír.

 

-Es mucho

 

-Claro que no, es lo que necesitas, ahora comes por dos

 

-Pero siempre desayuno cereal y mi hijo está bien

 

Edward apretó los dientes.

 

-Voy a cruzar unas cuantas palabritas con los Swan, ¿Cómo pudieron permitirlo?- masculló. Volví a reírme-. No rías que no es gracioso, debes alimentarte bien

 

-Como ordene, mi esposo- contesté.

 

-Me encanta ser tu esposo- dijo en un tono coqueto. Me dieron ganas de no desayunar lo que me habían preparado. Tenía deseos de desayunármelo a él, pero me contuve. Habíamos tenido mucho sexo durante la noche-. Anda, come... Espero que no esté malo, lo he preparado yo

 

-¿Qué?- pregunté incrédula pero también emocionada-. Edward Cullen, ¿Cocinando?

 

-Sí, no soy un inútil como pensabas- gruñó-. No me gusta cocinar, pero lo hice por ti, porque te amo... No soy un buen cocinero, pero al menos lo intenté

 

-Eres un amor, eso es lo que eres- dije con un nudo en la garganta. Mi esposo se había levantado temprano para hacerme el desayuno. Tomé el tenedor y comencé a comer. Estaba muy bueno, además tenía un hambre de los mil demonios-. Hum... Está delicioso

 

-¿En serio?- preguntó feliz. Asentí mientras masticaba.

 

-Sí, está muy rico

 

Seguí comiendo hasta que me acabé todo. Bien, las noches apasionadas me dejaban bastante hambrienta a mí y al bebé. Si seguía así ya no sería delgada como hasta ahora, me pondría como globo inflado antes de tiempo. Edward me observó atónito al ver cómo me acabé la comida. Hasta el plato dejé limpio lo cual pudo notar mi marido ya que lo levantó.

 

-Vaya Bella, lavas mejor los platos así que con la esponja- bromeó y se echó a reír-. Lo has dejado impecable

 

Le pegué un puñetazo en el hombro. También yo me estaba riendo pero de repente me entraron las típicas náuseas matutinas. Me levanté rápidamente. Por suerte Edward tenía baño en su habitación.

 

-¿Qué ocurre, amor?- me preguntó angustiado. Abrí la tapa del baño y vomité violentamente. Edward me sostuvo el cabello para que no me manchara, pero yo solo quería que se fuera.

 

Terminé de vomitar y miré a Edward muy avergonzada.

 

-¿Qué pasa amor? ¿Qué tienes?- cuestionó frenético.

 

-Es normal, Edward- sonreí mientras le bajaba al baño.

 

-Hum...- no parecía muy convencido.

 

-Todas las mañanas me pasa, así que acostúmbrate

 

Suspiró. Ya se veía un poco más relajado. Intentó abrazarme pero lo aparté.

 

-No, necesito lavarme la cara

 

Asintió. Me lavé la cara y tomé un poco de agua de la llave para quitarme el mal sabor.

 

-¿Qué rayos haces?- me regañó Edward apartándome del agua.

 

Traía en la boca un poco de agua y por reírme se la aventé.

 

-Me has mojado- me dijo enojado. Me asusté. Parecía el Edward de antes. Aquel adolescente que tanto odiaba y amaba a la vez-. Eso merece un castigo, señora Cullen

 

Se acercó a mí y me empujó hasta llegar a la ducha. Abrió la llave. La bata que me había puesto en la madrugada se mojó toda. Lo miré furiosa.

 

-No me mires así, tú me mojaste

 

-Bueno, supongo que me lo merezco- me encogí de hombros. Comencé a quitarme lentamente la bata. Sabía que esto lo provocaría y me alegré al comprobarlo. Su amiguito ya estaba muy hinchado. Aun así, seguí con mi cara seria.

 

-¿Te vas a quedar viéndome o te irás?- le pregunté fingiendo estar molesta-. Ya me mojaste, ahora me bañaré

 

Vi como mi esposo comenzaba a desvestirse. Me mordí los labios al imaginar lo que se avecinaba. Pero, no le pondría las cosas tan fáciles. Me haría la indignada. Cerré la puerta de la ducha y le di la espalda. Sonreí como tonta al oír como abría rápidamente la puerta y me abrazaba por detrás.

 

-Suéltame- murmuré mientras sentía como acariciaba mis pechos.

 

-No, nunca- dijo con voz ronca. Podía sentir su erección en la parte baja de la espalda.

 

-Suéltame, me has mojado... Ahora afronta las consecuencias, sal de aquí

 

-Bella, no te enojes conmigo, perdóname

 

Me volteé hacía él quien estaba con el rostro muy triste. Besé sus hermosos labios y sonreí.

 

-No seas tontito, no estoy enojada, de hecho esto es genial

 

Edward sonrió.

 

-Me encantas, esposa mía- gruñó.

 

-Me encanta ser tu mujer- confesé antes de besarnos apasionadamente. De repente mi esposo metió un dedo en mi intimidad. Jadeé-. ¿Qué... Qué haces?

 

-Jugando, así como tú jugaste conmigo ayer- contestó mientras movía el dedo. Era una sensación un poco dolorosa pero demasiado placentera. No evité el soltar un fuerte gemido.

 

-Me encanta, Edward, me encanta- le dije con la respiración acelerada. De repente sacó su dedo. Lo miré furiosa unos segundos. Después me aprisionó entre la pared y su cuerpo y comenzó a besarme con urgencia. Le correspondí con emoción, con deseo. El deseo que él me hacía sentir en estos momentos.

 

Hicimos el amor en la regadera. No supe como lo logramos pero lo hicimos. Era la segunda vez que lo hacíamos en un espacio tan pequeño.

 

-Creo que nos estamos volviendo todos unos pervertidos- comenté divertida mientras me secaba el pelo. Mi cuerpo estaba envuelto en una toalla al igual que Edward quien me miraba con mucho amor.

 

-No lo creo- me contradijo-. Pienso que nos falta hacer varias cosas más, muchas diría yo, hay tantas cosas que quiero hacerte...

 

-Está bien- me reí pero a la vez estaba ruborizada.

 

En ese momento caí en la cuenta de algo. No tenía ropa que ponerme y la bata que me había puesto estaba mojada.

 

-Edward- dije con un hilo de voz. Me miró preocupado.

 

-¿Qué ocurre, cielo? ¿Te sientes mal?

 

-No, es que... No tengo ropa

 

-No te preocupes por eso cariño- sonrió

 

-¿Cómo no quieres que me preocupe? ¡No traje ropa!, solo tenía una bata que alguien me dejó en el cuarto

 

-Fue Alice quien hizo eso, y respondiendo a tu pregunta, te digo que no debes preocuparte porque tu maleta está bajo la cama

 

-¿Qué? ¿Por qué?

 

-Porque si veías las maletas ibas a preguntar ayer y no quería responderte

 

-¿Pero por qué iba a preguntarte algo?

 

-Porque no solo son tus maletas

 

-¿Eh? ¿También hay tuyas?

 

-Si

 

-¿Por qué hiciste maletas?- cuestioné con los ojos entrecerrados.

 

Edward me tomó de la mano y salimos del baño. Me soltó para luego asomarse debajo de su cama donde sacó varias maletas, y una de ellas era mía. Le quise ayudar a sacarlas pero no me dejó por mi estado. Puse los ojos en blanco.  Se estaba pasando de sobreprotector.

 

Al fin terminó de sacarlas todas. Eran cinco. Tres eran grandes y dos pequeñas.

 

-Bien Bella- dijo mirando el despertador. Eran las ocho de la mañana-. Abre la maleta que puse en la cama, allí está tu ropa, elige algo para cambiarte

 

-Eh, está bien, ¿Iremos a alguna parte?

 

-Tienes poco tiempo para cambiarte, nuestro vuelo sale a las doce del día y ya son las ocho, debemos despedirnos de todos

 

-¡¿Nuestro vuelo?!- exclamé-. Edward ¿A dónde iremos?

 

-A nuestra luna de miel- contestó-. ¿Qué? ¿Acaso creías que no ibas a tenerla?

 

-Pe... Pero... ¿Cómo es posible?

 

-Aún queda bastante tiempo antes de que comience la universidad, así que podemos irnos sin problemas

 

-¿Y a dónde vamos a ir?- estaba emocionada ante la idea de viajar junto a mi Edward. Sería lo más lindo del mundo.

 

-Es una sorpresa, solo puedo decirte que es uno de los lugares a donde siempre has querido ir

 

-¿Qué? ¿Cómo sabes sobre los lugares a los que quiero ir?- pregunté. Yo no había hablado de ese tema desde hacía mucho y jamás se lo había dicho a Edward, solo a Anthony.

 

-Solo puedo decirte que mientras tú creías hablar a solas con Anthony, había una tercera persona

 

En ese momento se me vino un recuerdo a la mente. Aquel día que tenía doce años y que le conté a Anthony sobre los lugares a los que quería ir. Después de hablar oímos algo que se movía en unos arbustos cercanos a donde nos encontrábamos pero pensamos que era un animal o algo así y no le dimos importancia.

 

Me carcajeé.

 

-Entonces me espiabas- entrecerré los ojos, pero sin estar enojada. Me divertía la situación.

 

Edward se ruborizó. Se veía tan lindo así.

 

-Lo hice dos veces, quería conocer tus gustos, las cosas que no te agradaban, no sé, quería saber de ti, una vez dijiste a donde querías viajar y en otra ocasión lo que querías ser, doctora o chef

 

-¿Aun recuerdas eso?- pregunté conmovida. Mi esposo era un amor. Asintió. Me lancé a sus brazos-. Te amo, espía

 

Se rió.

 

-Yo también, preciosa, yo también, eres mi vida

 

-Y tú la mía, eres el mejor esposo del mundo ¿No lo sabías?

 

-Hum... No lo creo, lo único de lo que estoy completamente seguro es de lo mucho que te amo... Eres mi princesa, quiero darte todo lo que mereces

 

Me abracé más a él. Sin duda iba a ser el mejor esposo del mundo. Me amaba demasiado y me lo demostraba.

 

-Bueno, amor, debemos vestirnos- susurró Edward. Lo miré emocionada.

 

-Por favor dime a donde iremos- supliqué con voz tierna como si fuera una niña. Después le hice un puchero.

 

-No vamos a ir solamente a una parte- me respondió-. Eso es todo lo que puedo decirte, ya no me preguntes nada más

 

Sonreí.

 

Cuando Edward fue a cambiarse yo abrí la maleta. Había mucha ropa para mí, pero... No era mía.

 

-Edward...

 

-¿Si?

 

-Esta no es mi ropa

 

-Si, si lo es

 

-Esto no es mío- dije alzando un vestido negro.

 

-Sí, si lo es... Es solo que no te la has puesto nunca, Alice y Charlotte se han deshecho de tu ropa, decidí comprarte cosas nuevas, espero que no te moleste

 

-¡¿Qué?!

 

Estaba alterada. Mi ropa... Yo le tenía cariño a mi ropa. La que usaba habitualmente era hecha por mí misma o por mi mamá.

 

-¿Qué ocurre?

 

-¿Han tirado mi ropa?- pregunté con la voz tranquila con la esperanza de que me dijera que no. Traté de aguantar las lágrimas.

 

-Creo que si ¿Por qué?

 

-¿Tú les dijiste que lo hicieran?

 

Me miró asustado, pálido. Eso confirmó lo que quería saber. Me eché a llorar. Edward no sabía y por lo tanto no tenía la culpa, pero me sentía triste, mi ropa, mis recuerdos de esas tardes hermosas que pasaba junto a mamá y a mi hermana diseñando camisas, faldas, pantalones, y luego haciéndolos.  No lo hacíamos por falta de dinero sino por gusto.

 

-Perdóname Bella- suplicó acercándose a mí. Lo abracé y lloré sobre su pecho. No me importaba mojar su camisa, después de todo... Él tiró mi ropa-. Nena, no te enojes conmigo, no sabía, te prometo que la recuperaré

 

-¿De... De verdad?- pregunté sollozando aun.

 

 -Sí, mi cielo, pero cálmate, no te alteres, dime que me perdonas- dijo tomando mi rostro entre sus manos para obligarme a mirarlo. En sus ojos había dolor y pena.

 

-No estoy enojada contigo- suspiré-. Pero si con Alice, ella sabía lo que la ropa significaba para mí 

 

-Le diré que la recupere ¿Si, mi vida?

 

Asentí. Yo confiaba en mi esposo. Él me abrazó con fuerza y comenzó a hablar con la voz temblorosa.

 

-Calma, no me gusta verte así, mi niña, me parte el alma, yo quiero hacerte feliz, darte lo que te mereces, pero siempre lo arruino todo, lo siento mucho, de verdad... Soy un imbécil

 

Lo miré mal.

 

-No eres eso- gruñí-. Tú no sabías lo que eso significaba para mí

 

-No, pero...

 

-Pero nada, vas a tratar de recuperarla y todo estará bien ¿Si?

 

-Sí, Bella, está bien

 

-Bien, ahora arreglémonos, debemos irnos a nuestra luna de miel ¿No es así?

 

-Si- suspiró-. Verás que vas a pasarla muy bien

 

-No lo dudo, iré contigo a uno de los lugares a los que siempre he deseado ir ¿Qué más puedo pedir? 

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Bueno, pues aquí me tienen, actualizando de nuevo esta historia que había dejado abandonada. Me alegraron mucho los comentarios que recibí por mi actualización después de dos meses o tres meses, no recuerdo... Muchas gracias, en serio :)

He decidido parar por un tiempo mis otras dos historias para tratar de actualizar más aquí :D, lo hago por el tiempo que estuve sin actualizar esta jajaja. 

Espero que les guste este capítulo. De verdad que tardé días escribiendolo porque he estado muy ocupada con la escuela y cuando llego de esta lo único que quiero hacer es dormir XD. Pero, ya tengo un poco de tiempo libre y me puse a trabajar. Ojala que les agrade ;) 

Capítulo 27: La boda Capítulo 29: ¿A dónde me llevas?

 
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