Hacienda Cullen (+18)

Autor: sachiko065
Género: Drama
Fecha Creación: 17/12/2012
Fecha Actualización: 07/05/2015
Finalizado: NO
Votos: 30
Comentarios: 93
Visitas: 83679
Capítulos: 35

Bella es hija del matrimonio Swan... Unos trabajadores de la Hacienda Cullen. Ella está enamorada de Edward Cullen, el hijo de los patrones. Él tiene un gemelo, llamado Anthony y una hermana menor que se llama Charlotte. Anthony es el mejor amigo de Bella. Los dos han sido casi como hermanos, pero un día ambos deciden hacerse pasar por novios, para poder estar con quien aman. Anthony está enamorado de Rosalie Hale y quiere estar a su lado, pero también quiere que su mejor amiga sea muy feliz...

¿Qué sucederá? ¿Bella y Anthony lograrán lo que quieren o se enamorarán? Y si es así...¿Bella se olvidará por completo del amor que le tiene a Edward? ¿Con quien se quedará ella? ¿Con Anthony? ¿Con Edward? ¿o con nadie? ¿Realmente tiene que elegir a alguien?

Este no es el primer FanFic que intento escribir, pero si es el primero que publicaré... espero que les guste.

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Capítulo 29: ¿A dónde me llevas?

POV Bella: 

 

Ahora estábamos arriba del avión. Estaba nerviosa porque nunca antes me había subido a uno. También triste porque no vería en varios días a mi familia. La despedida había estado llena de lágrimas. Esperaba que mis hermanos me animaran pero ellos eran los más tristes, cosa que nunca me hubiera esperado.

 

Por otro lado también me encontraba feliz porque iríamos a Francia. Ese era uno de los lugares a los que yo deseaba ir. No era muy aficionada a las compras pero me encantaba la idea de ir de compras allá. Quería hacer unas compras para nuestro niño o niña.

 

-Gracias por todo esto amor- le dije a mi esposo. Él me sonrió con ternura.

 

-No me lo agradezcas, eres mi mujer y yo quiero que seas feliz

 

-Lo único que me hace feliz es vivir todo esto contigo- suspiré-. Si no estuvieras tú créeme que no me gustaría esto

 

-Te amo Bella

 

-Yo más

 

-Eso es imposible- susurró antes de besarme. Dios mío, jamás me cansaría de ese aliento tan delicioso, de esa sensación de mariposas en el estómago.

 

El resto del camino se me hizo muy corto ya que me la pasé dormida casi todo el tiempo. Cuando aterrizamos me sentí muy sorprendida por haber dormido tanto.

 

Al estar en el aeropuerto Edward se rió de mi por estar  observando todo a mi alrededor como  una niña pequeña.

 

-Déjame en paz- le dije sacándole la lengua. Edward me besó.

 

-Te amo, pequeña- susurró

 

-Yo más

 

-No, yo más, nunca dudaría de mi amor por ti

 

Me sentí lastimada con ese comentario… ¿Me estaba echando en cara que me había enamorado de su hermano? Me aparté de Edward…

 

-¿Qué pasa Bella?- preguntó alarmado.

 

-Quiero que nos regresemos- le dije secamente. No pude evitar sollozar.

 

-¿Qué he hecho?

 

-Nunca dudaría de mi amor por ti- lo imité-. ¿Te das cuenta de lo que quisiste decirme? ¿Acaso me estás echando en cara qué…?

 

-Perdóname, perdóname- suplicó besándome por toda la cara. Yo no quería perdonarlo. Esas palabras me habían dolido bastante-. Mi amor, no me hagas caso, lo dije sin pensar

 

-Me tienes rencor por eso- lo acusé apartándolo de nuevo.

 

-No mi amor, claro que no… Yo jamás podría guardarte rencor, eres lo que más amo en el mundo

 

-Con esa frase demostraste todo lo contrario, estás resentido, dudas del amor que te tengo

 

-Nunca dudaría de eso… Con esas palabras no quise reclamarte nada

 

-Pues parece que si…

 

-Pero no, tienes que creerme, lo he dicho sin pensar

 

-En el fondo estás resentido

 

-Escúchame Bella, yo no estoy resentido de nada contigo, mi coraje es conmigo porque yo tuve la culpa de que te enamoraras de mi hermano, jamás dudaría del amor que me tienes ahora, si vuelvo a decirte algo así, déjame, pero ahora no, no cuando acabamos de empezar, dame una oportunidad y verás que te haré feliz a ti y a nuestro bebé

 

-Con una condición- le dije sonriendo un poco-. Que admitas que te amo más

 

-Hum… No ¿Qué te parece un empate?- propuso mientras me abrazaba.

 

-¿Ambos nos amamos igual?

 

-Sí, nos amamos mucho, mucho, mucho

 

-Me parece bien

 

-Te amo nena, no soporto que te enojes conmigo, solo  quiero hacerte feliz, voy a dedicar mi vida entera para amarte y cuidarte y también a esta princesa que tienes en el vientre

 

-¿Ahora dices que es niña?- me reí.

 

-No sé, por momentos siento que es niño, por otros que es niña, es algo extraño, ahora te ves tan tierna que digo que es niña

 

-A mí me pasa algo parecido… Por momentos quiero un niño y por momentos niña

 

-¿Qué pasaría si de repente nos dicen que son dos?

 

-Sería la mujer más feliz del mundo- sonreí.

 

-Yo el hombre más feliz del universo

 

Me reí.

 

-Te amo, precioso

 

-Yo más

 

-¿Qué dijimos?- alcé una ceja.

 

-Está bien, yo te amo también- suspiró. Me reí de él.

 

Un rato después estábamos en el auto que Edward rentó. Veía por la ventana la ciudad de París. Me emocionaba cada cosa que veía, sobre todo la torre Eiffel. Llegamos a un hotel sumamente precioso. El cuarto me encantó porque tenía una apariencia cálida. Las paredes eran color crema y la cama era grande con un edredón color blanco. Había unos cuantos cuadros los cuales me resultaron muy bonitos. Las cortinas eran amarillas y las ventanas tenían una vista hermosa de la ciudad.

 

Edward me abrazó por detrás y comenzó a besarme el cuello. Gemí. Caí en la cuenta de que ahora estábamos solos. Nadie nos iba a interrumpir.

 

-Te… Te amo- musité.

 

-Yo también te amo- contestó mientras acariciaba mis senos. Me volteé rápidamente hacia él y lo empujé para que cayera en la cama. Me puse arriba de él y lo besé con desesperación.  Me froté contra su cuerpo. Joder, que delicioso se sentía.

 

-Me vuelves loco, Bella- gruñó cuando le besaba el cuello. Me encantaba sentir que lo complacía. Edward me agarró las nalgas con fuerza. Solté un pequeño grito de dolor y de placer. Moría por tenerlo dentro.

 

-No lo soporto más- le dije mientras me levantaba. Comencé a desvestirme en frente de él. Mi esposo me miraba con lujuria. Me comía con la mirada. No podía sentir vergüenza. Mi cuerpo solo era suyo.

 

-Eres perfecta- me dijo.

 

-Desvístete- le ordené.

 

Edward se levantó y comenzó a quitarse la ropa con desesperación.

 

-Échate en la cama- exigí. Mi marido me obedeció-. Buen chico- le dije. Miré su miembro. Ya estaba tan listo. No pude evitar humedecerme más.

 

Volví a subirme encima de él. Lentamente introduje a su amiguito dentro de mí. Ambos gemimos cuando terminé de meterlo. Se sentía tan bien. No había nada más placentero que esto.

 

Comencé a moverme de manera lenta. Mi esposo soltó un fuerte gemido. Tomé sus manos para que acariciara mis pechos.  Me arqueé cuando Edward comenzó a apretarlos. Era un poco doloroso debido a que mis senos estaban sensibles por el embarazo pero no quise decir nada ya que sabía que Edward podría detener este momento.

 

Seguí cabalgando sobre él hasta que comencé a sentir las primeras sensaciones del orgasmo. Grité, gruñí, jadeé. No sé qué más hice porque estaba ida. Solo concentrada en este inmenso placer que estaba sintiendo.

 

Edward y yo nos vinimos al mismo tiempo lo cual hizo más especial el momento. Me dejé caer encima suyo otra vez. Nuestras respiraciones eran incontrolables debido a la actividad que acabábamos de realizar.

 

-Me encanta hacer el amor contigo- me dijo mi esposo cuando estuve acostada a su lado. Ya había pasado un rato desde que lo hicimos.

 

-A mi igual

 

-Solo eres mía, de nadie más

 

-Solo tuya,  mi amor, solo tuya, y tú mío

 

-Eso no lo tienes ni que decir, ya sabes que te pertenezco por completo

 

-Quiero borrar las caricias  de todas las que te tocaron- gruñí-. Y que Rose me disculpe pero si estoy celosa de ella

 

-No lo estés, yo no he hecho el amor con nadie más que contigo, lo que tuve con ella fueron momentos de calentura

 

-No me digas eso- grité-. No me digas esos momentos que tuviste con ella, no te lo permito, Rose me cae bien pero tengo ganas de golpearla porque te tocó…

 

-Yo tengo ganas de golpear a Anthony- masculló.

 

-Él nunca me tocó

 

-¿De verdad nunca lo hicieron?- preguntó serio.

 

-No, nunca

 

Edward sonrió.

 

-No sabes lo feliz que me haces

 

-Sería feliz yo si no te hubieras metido con otras- murmuré.

 

-Me encantas celosa

 

Me volteé.

 

-No me toques, estás sucio- bromeé.

 

-No me hagas esto pequeña…

 

-Desearía desinfectarte, para que se borren esas mugres caricias

 

-Ya te dije que no significó nada para mí lo que tuve con esas mujeres

 

-Que cínico- me reí-. ¿Admites que te acostaste con varias?

 

Suspiró frustrado.

 

-Sí, no soy ningún mentiroso, sé lo que he hecho y estoy arrepentido, pero ¿Qué querías que hiciera? Yo no te tenía a ti

 

Me volteé de nuevo. Iba a jugar con él.

 

-Hum… Ya sé que podemos hacer para que te perdone por esto

 

-Lo que quieras, princesa, estoy para complacerte

 

-Ah, ¿Es en serio?- pregunté divertida. Él asintió.

 

-Para la mamá de mi campeón, lo que sea

 

-¿Ahora niño?

 

-Sí, te ves tan sexy que ahora siento que esperas un niño… Dime que es lo que quieres

 

-Quiero aprovechar que estamos en Europa para pedirte algo que quizás no te vaya a gustar

 

-¿Es alguna fantasía sexual?

 

-Qué comes que adivinas- le sonreí.

 

-Dime, tendrás lo que sea…

 

Esto estaba muy divertido. Esperaba que mi broma funcionara.

 

-Me han dicho que los europeos son muy guapos…

 

-Alto Bella, ¿Qué me estás queriendo decir?

 

-Tú has estado con muchas mujeres… Para estar a mano, yo puedo…

 

-¡Ni hablar!- bramó levantándose. Me asusté. No me esperaba esa reacción de su parte.

 

-Pero Edward, es…

 

-¿Estás loca? ¿Qué otro te toque? ¡¿Qué mierda tienes en la cabeza?!

 

Comenzó a pasearse por la habitación completamente desnudo. No podía desearlo ahora, me preocupaba su reacción.

 

-Edward, cálmate…

 

-¡¿Cómo me voy a calmar?! ¿Acaso no soy suficiente para ti?

 

-Edward, tranquilo, yo solo estoy bromeando

 

-Con eso no se juega Isabella- sollozó.

 

-¿Por qué te pones así?- pregunté levantándome.

 

-No quiero que te acuestes con nadie más ¿Entendido?

 

-No lo voy a hacer

 

-Pero quieres…

 

-Claro que no- dije abrazándolo. Edward estaba llorando-. Solo te amo a ti, no entiendo cómo es que lo dudas, yo no deseo el cuerpo de otro, solo el tuyo

-¿Me lo juras?

 

-Te lo juro por nuestro bebé que es lo que más amo en este mundo, créeme, si no fuese verdad no lo haría

 

-Oh Bella, por favor perdóname- imploró-. Pero es que no soporto el pensar que alguien pueda tenerte, toda la vida he sufrido porque creía que no eras para mí… Toda la vida te he amado como loco y ahora que te tengo, que eres mía, pensar en que otro pueda tocarte, me enferma

 

-No me tocará nadie más que tú… Bueno, Anthony estuvo a punto de hacerlo,  no voy a mentirte, pero…

 

-Olvidemos eso por favor

 

-Si mi amor, ahora eres mía y así será por el resto de nuestra vida… Yo seré solo tuyo y si quieres me desinfecto el cuerpo ahora mismo para que no vuelvas a bromear con eso de que quieres meterte con europeos

 

-Mi amor, también bromeaba con eso… A mí no me importa tu pasado, solo me importa que eres mi esposo y que nada nos separará

 

-Soy tu esposo- dijo maravillado-. Sigo sin creerlo… Soy  el padre de la criatura que llevas en el vientre también, es hermoso…

 

-Demasiado

 

Una vez que Edward se calmó nos dormimos ya que la diferencia de horarios me afectó un poco.

 

La visita a Francia sin duda fue hermosa. Fuimos a la torre Eiffel, de compras a museos y a muchos restaurantes. Estaba segura de que había engordado más de un kilo.

 

Después de una semana allí Edward y yo empacamos las maletas. Según yo ya iríamos a casa pero me sorprendí cuando tomamos un vuelo a Italia.

 

-Amor, esto no me lo esperaba- dije sorprendida cuando estábamos a punto de despegar.

 

-¿Ya te tomaste tu vitamina mi amor?- me preguntó Edward. Asentí. Edward me cuidaba demasiado.

 

-Sí, ya la tomé, cielo

 

-Ok, entonces no nos hizo falta nada

 

Horas después aterrizamos. Estábamos en Roma. Se me salieron las lágrimas. Era otra de los lugares a los que yo quería ir.

 

Cuando llegamos al aeropuerto Edward me dijo que quería ir al baño.

 

-Te cuidas mi cielo, no te muevas ¿Si?

 

-Sí, mi amor- le contesté y el me besó con desesperación. Me aferré a él. Tenía el presentimiento de que no lo vería  en un buen rato.

 

Traté de deshacerme de ese sentimiento tan extraño y lo dejé ir.

 

Me puse a leer una revista que hace cinco minutos había comprado. Estaba leyendo algo muy interesante sobre el Vaticano cuando de repente alguien se sentó a mi lado. Volteé. Me quedé sorprendida. Era Elizabeth.

 

-Isabella, ¿Eres tú?

 

-¿Elizabeth?- pregunté sonriendo un poco.

 

-No esperaba verte por aquí- dijo. Muy en el fondo supe que era mentira.

 

-Ni yo a usted

 

-¿Qué haces en Italia?

 

-De luna de miel

 

-Te casaste con Edward- dijo entre dientes.

 

-Sí, me casé con él

 

-Yo tenía entendido que amabas a Anthony

 

-No, ya aclaré mis sentimientos por él…

 

-No es cierto, lo sigues amando

 

-No, yo solo amo a Edward, espero que usted sepa algo de Anthony, le tengo un mensaje

 

-¿Cuál?

 

-Dígale que regrese a la Hacienda, a todos los tiene preocupados

 

-¿Volverás con él?

 

-No, no lo amo… Al que amo es a Edward, siempre lo hice

 

-¿Y si volvieses a ver a Anthony no cambiarías de opinión?

 

-No…

 

-Anthony, ven- llamó Elizabeth.

 

-Hola Bella- me saludó alguien. Me volteé inmediatamente. Era Anthony. Esto me sirvió para comprobar algo. Yo amaba con locura a mi marido. Solo podía sentir cariño de hermano por Anthony quien me daba miedo. No se parecía en nada al chico que conocí. Estaba más pálido que Edward, tenía ojeras muy marcadas y estaba sin brillo en la mirada.

 

Aun así me levanté para abrazarlo.

 

-Anthony, ¿Por qué te desapareciste así?- lo regañé.

 

-¿Así me recibes?

 

-¿Recibirte cómo?

 

-Deberías besarme, yo sé que me amas, aunque te empeñes en demostrar lo contrario…

 

-No Anthony, me he casado con tu hermano, lo amo a él…

 

-¡No es cierto!- gritó. Me hice para atrás. Estaba asustada.

 

Elizabeth me atrapó. Tomó mis hombros con sus heladas manos.

 

-Suéltenme-  sollocé.

 

-No, ahora nos iremos- dijo Anthony. De repente ya no estábamos en el aeropuerto. Estábamos en una casa muy oscura.

 

-¡¿Qué ha pasado?!- grité escandalizada.

 

-Cállate- me dijo Elizabeth. Grité más y ella me dio una cachetada.

 

-¡No le pegues!- exclamó Anthony.

 

-Dejaré que lo hagas tú- sonrió su madre.

 

-¿Qué ocurre?

 

-¿Todavía llevas al bastardo en tu interior?- me preguntó Anthony. La sangre me hirvió. Vil hijo de puta… Con mi bebé nadie se metía.

 

-¡No te metas con mi hijo!- bramé.

 

-Eso me confirma todo

 

-¿Qué vas a hacer?

 

-Te amo Bella, quiero una vida a tu lado, pero con ese estorbo me temo que no se podrá… Tienes que abortar

 

-¡¿Pero qué rayos te sucede?!¿Estás loco? ¿En qué mierda te has metido? ¿En qué mierda me has metido a mí?

 

-Calla pequeña, debemos sacar a ese niño, pero te prometo que después tendrás otro, uno mío, uno que sea el elegido para continuar con nuestra especie

 

-¿Nuestra especie?

 

-Somos algo que tú no entiendes- me explicó Elizabeth-. Te lo diremos después de que lo leas

 

-¿Leer qué?

 

-Mi diario , pequeña- contestó Anthony sonriéndome de manera siniestra. Quise salir huyendo de aquí. Deseaba que fuese una pesadilla. Quería ver a mi Edward… ¿Qué estaría pensando de mí?

 

Comencé a llorar de impotencia.

 

-Llévame con Edward- gimoteé-. Yo lo amo a él, no a ti, Anthony, debes entenderlo

 

-No, tú me amabas a mí

 

-Creía que lo hacía… Cuando me enteré de que no éramos primos fui a perseguirte pero te habías ido

 

-¿En serio?

 

-Sí, después conocí a mis verdadero padres y estos me obligaron a mí y a Edward a casarnos, él y yo nos dimos una oportunidad y descubrí que lo amaba más que a mi vida, soy feliz a su lado…

 

-¡No quiero oírte decir eso!- bramó.

 

-Pues tienes que… Yo amo a Edward y a mi hijo

 

-Ese niño no debería existir…

 

-¿Niño?

 

-Sí, es un niño- dijo asqueado. No confiaba del todo en él-. Será la adoración de Edward

 

-No si evitas que nazca- se rió Elizabeth.

 

-No dejaré que le hagan algo a mi bebé- les advertí. Anthony me miró serio.

 

-No tiene caso que te resistas Isabella, somos más fuertes

 

-Entonces si vas a matar a mi hijo, vas a tener que matarme a mí

 

-Eso nunca

 

-Oye, tal vez puedas quedarte con el niño- le dijo Elizabeth-. Tal vez tenga el poder

 

-Pero es de Edward- masculló su hijo.

 

-¿De qué poder hablan?- pregunté. Me sentía mareada y no por el embarazo.

 

-Pero Edward tiene un poco del poder en sus genes…- me ignoró Elizabeth.

 

-No, él es un humano, ya hubiese mostrado algo- replicó Anthony.

 

-¿De qué mierda hablan?- cuestioné.

 

-¿Nunca te has preguntado por qué Edward siempre fue el favorito?- preguntó Anthony. Negué con la cabeza-. Él es el normal...Yo soy el siniestro, el que absorbió toda la magia de nuestros ancestros… Toda la vida pensaste que yo era el chico bueno, el normal, pero todo este tiempo fue Edward

 

El mareo aumentó… ¿De qué rayos estaba hablando Anthony? ¿Se volvió loco? Ya no quería seguir escuchando sus estupideces. 

 

-Espera, ya no hables de eso- le pedí-. Solo regrésame al lado de Edward, ya no quiero oirte…

 

-Me temo que no lo harás- se rió Elizabeth-. Te quedarás con nosotros y veremos si ese niño que llevas en tu vientre tiene el poder, si no, lo matamos

 

-¡No!- grité como loca. Anthony me abrazó. No me sentía con fuerzas para apartarlo.

 

-Cálmate preciosa, no vamos a matar al bebé, si es un humano, lo daremos en adopción

 

-Aléjate- sollocé-. Aléjate de mí Anthony Cullen

 

-Está bien, te llevaré al cuarto para que descanses

 

-Quiero ir con Edward

 

-No te llevaré con él

 

-Vete al infierno

 

-Créeme lo haré- dijo y luego soltó una carcajada siniestra.

 

-Eres un idiota, no quiero saber nada de ti… Te has metido en una porquería, me has decepcionado Anthony

 

-Tienes que leer mi diario- contestó soltándome. Sacó algo de sus bolsillos. Era una pequeña libreta-. Al leerlo sabrás que lo que he sentido a lo largo de los años… Allí escribía cada vez que lo necesitaba, podrás saber que yo no elegí esto, sabrás que en realidad nunca me dio leucemia sino un ataque porque llegaron mis poderes

 

-Ya deja de adelantarle las cosas a Bella- lo regañó Elizabeth. Con las manos temblorosas tomé el diario que Anthony me daba. Lo miré con lágrimas en los ojos. Sentía que lo que leería no me iba a gustar pero la curiosidad podía conmigo. 

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HOOOOLAAAAA!!! Jejeje aquí se viene otra sorpresita más. Les dejaré un adelanto para que vean que no soy tan mala. El siguiente cap se llama "El diario de Anthony" 

Si, el género de esta historia vendría siendo sobrenatural así que no sé si cambiarlo XD. Espero que no me quieran matar por haber hecho que Edward y Bella se separen en plena luna de miel jejeje. 

Plis no me maten por esto... Espero que les guste y que empiecen a pensar que clase de ser sobre natural es Elizabeth y Anthony... 

Capítulo 28: Sueños Capítulo 30: El diario de Anthony

 
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