Ya pasaron tres años desde que Lucil supo  a que vino a este mundo, atormentada por recuerdo de vidas pasadas, sucesos, masacres, sangre y vampiros, vidas que ella vivió y poco a poco las recuerda.

Con la ayuda del diario que Gabriel le entrego el día de su develación ante sí misma.

Entrando a su habitación sin tardar se lanzó en la cama con la ropa puesta y teñida de un fluido rojo, pero eso no le remordía, ya que era sangre de un maldito chupasangre que ella había matado horas atrás.

Y asi era su vida cotidiana, con pocos amigos, de los cuales a ninguno podía revelar en verdad quien era ella, esperando al compañero que se le asignara, almenos con ese otro cazador ella no ocultaría quien es, ni que hace, necesitaba que llegara pronto antes que perdiera la razón, este mundo mítico de vampiros, hombres lobos, ángeles y demonios, no era en realidad algo muy fácil de sobrellevar.

Sus pensamientos la llevaron a la primera vez que se cruzó con un vampiro, antes de saber en verdad quien era ella, cuando lo que más le preocupaba en su vida era el hecho de que ninguna universidad prestigiosa la acepte.

Cerró los ojos y visualizo el rostro de aquel hombre de belleza sobrenatural, con sus ojos escarlata, que el fijar su vista en ella, le sonrió con malicia. Jamás olvidaría ese rostro ni lo que él le hizo.

Su cuerpo se relajó intentando sacar el estrés que conlleva esta vida de cazadora, el sueño muy pronto la tomo prisionera, transportándola a lugares donde ella nunca había estado, rostros de personas que jamás había visto.

Un hombre alado de cabello negro y ondulado  la observo mientras dormía, dejando que ella descansase, ya que le tenía otra misión en las próximas horas.

Gabriel, un hombre  que nunca nació en este mundo, de alma original y pura, guerrero, sabio, asignado a los asuntos demoniacos. Bajo su espada perecieron cientos de infernales criaturas.

Los ángeles del mal nunca descansan e intentan hacer todo lo posible para descarriar a las personas, y sobre todo  desean el alma de un cazador, por pura soberbia, para demostrar al creador que ellos pueden hacer caer en pecado a uno de sus siervos, la misión de Gabriel era más que simple , cuidar , instruir y entrenar a los cazadores.