Te quiero y lo siento, pero no me arrepiento

Autor: AinaCullen13
Género: Romance
Fecha Creación: 29/05/2012
Fecha Actualización: 27/03/2013
Finalizado: SI
Votos: 21
Comentarios: 77
Visitas: 58842
Capítulos: 28

Isabella Swan o Bella, como solían llamarla; Una chica sencilla de ultimo curso, dispuesta graduarse y a vivir su vida. 

Edward; un chico guapo, popular y adinerado, con una sola meta: conquistar a Isabella.

Ambos solo tenían algo en comun un accidente en su pasado, que en su momento había estropeado lo más importante que habían tenido.

Alcohol + Juego + Apuestas = la receta que aparentemenete arruinará la vida de Isabella Swan y le dará al pasado el pase para exigir las respuestas que en ese tiempo no se habían dado.

 


 

Hola chicas, este es mi primer fic, por eso les pido que no sean muy duras. Me he esforçado mucho y lo he hecho con mucho cariño para ustedes lindas. Espero que les guste.

Besos, desde España de vuestra amiga Aina :)

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Capítulo 4: ¿Por qué?

Alice:

Cuando bella dijo que estaba enamorada de mi hermano quedé en shock. Esa era la mejor noticia que podría haberme dado. Dado que mi hermano se moría por sus huesos, cuando se enterase sería el hombre más feliz del mundo. Y por mi parte por fin podría tener a Bella como parte de mi familia oficialmente.

-¿Cómo? ¿Cuándo?- pregunté cuando pude hablar.

-Pues no se, pero, podría decir que fue cuando el otro día nos besamos- dijo encogiéndose de hombros.

-¿Cómo que se besaron?- pregunté otra vez muy sorprendida se ve que el plan de mi hermanito, fuera cual fuera, había funcionado.

-Pues si, no se como pasó pero acabamos besándonos.

-¿Dónde? ¿Cuándo?- estaba hecha un lío.

-Pues el jueves estaba en la biblioteca mirando algunos libros, se acercó tu hermano, tuvimos nuestras discusiones habituales y  sin darnos cuenta nos fuimos acercando cada vez más el uno al otro hasta que quedamos a centímetros y en un impulso, supongo, estampó sus labios con los míos y yo casi sin darme cuenta le correspondí.

Seguimos hablando de ella y mi hermano y luego el tema se desvió en trivialidades, hasta que sin darnos cuenta se hizo de noche. Me sorprendió mucho porque habíamos pasado parte de la mañana y toda la tarde hablando.

Me despedí de mi amiga y me fui a casa.

En el camino, aunque sintiera que estaba traicionando a mi amiga, decidí que tenía que contarle a mi hermano, al fin y al cabo así estaría colaborando con su felicidad.

Cuando llegué a casa las luces estaban todas apagadas, a excepción la del cuarto de mi hermano, por lo que supuse que papa y mamá no habría llegado de trabajar y que él estaría en su habitación haciendo lo que sea.

Entré sigilosamente sin hacer mucho ruido. Subí las escaleras hasta el segundo piso y cuando estaba decidida a entrar en el cuarto de mi hermano para hablarle oí que estaba tocando el piano. Raras veces lo hacia, aunque se le diera genial, solo cuando estaba muy feliz o muy triste. Era muy extremo. Por la canción que tocaba me di cuenta de que hoy era de felicidad. Si ahora estaba contento estaba deseando ver la cara que se le pondría cuando le contara lo que Bella me había dicho.

Me fui a mi habitación. Me duché mientras pensaba en la mejor manera de decírselo. Cuando terminé me vestí con mi pijama, que constaba de un mini short (que parecía antes unas braguitas que un short) y una camiseta de tirantes.

En cuanto dejé de escuchar la música me dispuse a entrar a su cuarto.

Estaba tumbado en su cama y cuando me vio entrar se incorporó quedando sentado.

-Hola hermanito- saludé.

-Hola duende.

-¿Sabes? Aun sigo enfadada porque no quisiste contarme lo que el otro día tramaban tú y Jazz.

Me senté a su lado en la cama.

-Lo siento Al, pero no puedo decírtelo.

-Bueno dejémoslo- dije cortando el tema, realmente no había venido a discutir con mi hermano.

-Entonces ¿De que quieres hablar?- dijo frunciendo el ceño.

-Es que me he enterado que hay una chica en el colegio a la que le gustas…

-¿Una chica? Sabes que no me interesa me da igual quien sea yo solo quiero a Bella- me interrumpió.

-¿Solo a Bella eh?

-Si- respondió muy seguro.

-Y… ¿Qué harías si te dijese que esa chica es….- realmente iba a decirle pero se me trabó la lengua, no podía traicionar así a mi amiga, en vez de eso la ayudaría a seducirlo- Lauren.

-Pues te diría que es una zorra como todas las demás y no quiero saber nada de ella- dijo usando ese tono seguro de nuevo.

-Está bien, buenas noches- dicho esto salí de su cuarto y cuando ya estaba casi fuera escuche a Edward susurrar:

-Ahh…si tan solo fuera Bella.

Me reí por lo bajo y me fui a dormir. Se me pasó por la mente la frase si tú supieras… antes de quedarme dormida.

Por la mañana me desperté muy tarde, ya eran las 10:30. Me fui al baño, me lave la cara y los dientes y bajé para desayunar. Ya todos estaban sentados en la mesa del comedor.

-Buenos días- saludé alertándoles de mi presencia, puesto que aún no se habían dado cuenta.

-Buenos días cariño- mi madre se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla.

-Hola duende- respondió mi hermano repitiendo el gesto de mamá.

-Buenos días princesa, ven a desayunar- mi padre me sonrió y corrió la silla que había a su lado haciendo un gesto para que me sentara con ellos- ¿Qué tal has dormido?

-Bien papi- contesté dándole un beso en la mejilla.

Durante el resto del desayuno estuve ausente pensando en un plan para ayudar a Bella.

Volví en mi cuando mi hermano pasaba su mano delante de mi cara de un lado a otro intentando llamar mi atención.

-¿Harás conmigo el trabajo de historia o no?- me preguntó.

-Ehh…Si…Pero ¿No se hacia en grupos de tres?- pregunté confundida.

-Si, elije al otro tu, a mi me da igual quien sea- me respondió encogiéndose de hombros, estándole importancia.

Entonces mi bombilla se iluminó…

¡Claro! ¡Como no se me ocurrió antes! Pensé.

Bella:

Yo sabía que después de nuestra conversación la perversa mente de mi duendecillo se pondría a funcionar a mil para buscar una manera de juntarme con su hermano. Si no fuera por el chico la idea de tener a Alice como cuñada me emocionaba mucho.

Efectivamente, al día siguiente comprobé mi teoría.

Estaba en casa el domingo por la mañana mirando la televisión en el salón cuando sonó mi móvil.

-¿Quién será ahora?- musité para mi misma.

Cuando atendí una chillona voz me saludó al otro día de la línea.

-Hola bells.

-Hola Alice.

-Veras Bellie, después de nuestra conversación de ayer he estado pensando mucho en ello…

-Escupe el plan duende perverso- la interrumpí.

-¿Cómo sabes que…?

-Vamos Alice, no nací ayer, ni me chupó el dedo y te conozco muy bien- la volví a interrumpir.

-Vale, vale, verás, para amm…lo primero es lo primero, así que, a partir de mañana en la cafetería te sientas con nosotros me da igual como le dices a tu amiguito que no vas a estar más con él, pero se lo dices. Luego también se me ocurrió que podríamos hacer el trabajo de historia los tres juntos.

-Vale, creo que lo tengo, comer en vuestra mesa en la cafetería y hacer el trabajo contigo y Eddy.

-Si, recuerda que a él no le gusta que lo llamen así.

Se me estaba ocurriendo otra manera más para fastidiar a mi enemigo…

-Ahhh….ok.

-Bueno Bells te dejo.

-Adiós duende, hasta mañana- me despedí.

-Adiós bells.

Cuando estaba por volverme a la televisión y relajarme, volví a sonar mi teléfono.

-Hola Bellie Bells- canturreó una voz masculina en cuanto descolgué el teléfono.

-Hola gatito- respondí sin mucho ánimo en mi voz, este teatro con Cullen me estaba agotando de verdad, tanto física como psicológicamente.

-Te veo desanimada, bueno te oigo desanimada- dijo haciendo énfasis en la palabra “oigo”, lo que hizo que soltara una carcajada y luego sonriera, me hacía gracia su comentario pero a la vez me enternecía ver lo bien que me conocía.

-Bueno, tal vez lo esté- contesté a su pregunta no formulada.

-Ya… ¿Qué te parece si te voy a recoger y nos vamos un rato a la playa a dar un paseo y me cuentas?- me ofreció.

Ayy, mi amigo siempre tan comprensivo…Bueno con alguien tenía que hablarlo, porque si no iba a reventar, y si tenía que elegir mis candidatos serían o Ian o Alice, ya que ambos son mis mejores amigos, y Ian no está involucrado en esto así que creo que sería más apto.

-Te lo agradecería de veras, con alguien me tengo que desahogar.

-Esa es mi chica, en veinte minutos estoy ahí.

Y no exageró, en exactamente veinte minutos estuvo tocando el timbre de mi casa. Yo por supuesto gustosa le fui a abrir.

-Hola Bells- me dijo abrazándome.

-Hola gatito- usé el apodo que le tenía puesto para que no se preocupara demasiado, la última vez que se me olvidó se puso a interrogarme.

-¿Vamos?- le pregunté.

-Vamos- respondió con una sonrisa.

Condujo a La Push y llegamos antes de que pudiera ni siquiera darme cuenta. Esto fue debido a que condujo al estilo Ian, o sea a 160Km, motivo también por el que me pase todo el rato agarrada a mi asiento.

-Llegamos- anunció un muy feliz Ian.

Nos bajamos de su coche y caminamos un poco por la playa en un cómodo silencio. Él sabía que yo, en cuanto estuviese preparada, empezaría a contarle, así que me daba mi espacio y me consolaba sin agobiarme.

-Ahhh…a ver… ¿Por donde empiezo?- pregunté más para mi misma que para él.

-Bueno, no estaría nada mal si empezaras por el principio- respondió a mi pregunta en tono de burla.

-Bueno, entonces estamos hablando de cuando yo tenía 8 años- le informé.

-Entendido, tenías 8 años y…- dejó la frase inconclusa.

-Bueno, cuando yo tenía 8 años Emmet, Edward, Alice, Rosalie, Jasper y yo éramos los mejores amigos- hizo una mueca de dolor y me reí de su gesto.

-No te rías, estoy celoso- me dijo cruzándose de brazos.

Yo me volví a reír. Sabía que en parte lo hacía intencionadamente para hacerlo más fácil para mi y eso era algo que le agradecía mucho.

-Tranquilo, nunca te cambiaría por nadie, tu eres único- le dije con burla.

-Bueno y…- me invitó a proseguir lo que le estaba contando, sin darle importancia a mi anterior comentario.

-Pues como tu sabes Emmet era mi, ahora difunto, hermano. Edward y Alice eran, bueno y son, hermanos. Rosalie y Jasper son mellizos. Siempre estábamos juntos, éramos los mejores amigos. Aunque yo no consideraba a todos mis amigos- le levanté una ceja en gesto pícaro y proseguí- Yo estaba total e irrevocablemente enamorada de Edward- puso cara de sorpresa.

Verdaderamente yo le había contado poco acerca de lo ocurrido en esos años. Ian era el hijo de uno de las amigas de mi madre. En esa temporada que Emmet tuvo el accidente vinieron a visitarnos y a darnos el pésame. Entonces conocí a Ian. Nos hicimos amigos casi al instante. Cuando tuve la suficiente confianza con él le conté lo de Emmet y me ayudó mucho a superarlo distrayéndome.

-¿En serio?- asentí- entonces porque no sales con él, si está muy claro que esta loco por ti. Cuando te sientas con nosotros, he notado que nos mira de reojo con una ira que en esos momentos pienso si las miradas matasen…- me reí de su comentario y del fingido y dramático escalofrió con el que acompañó a su declaración.

-Pues si me dejaras contarte…- le dije algo molesta por sus constantes comentarios que no nos llevaban a ninguna parte.

-Esta bien, esta bien, ya me calló- me aseguró haciendo ver que sellaba sus labios con una cremallera, les ponía un candado y tiraba detrás de su hombro la llave.

-Pues como te decía antes de tu interrupción- lo fulminé con la mirada- yo suspiraba por donde pasaba Edward. Nunca se lo dije por miedo a que me rechaza y se alejara de mí. Era un día soleado en Forks, los seis estábamos dando un paseo por La Push. Nos habían traído mis padres. Ellos estaban sentados en la orilla mirando hacia el mar. Edward y Emmet estaban jugando con unos bichos que había cerca de la carretera- cerré los ojos con dolor al recordar ese momento.

-Tranquila- me intentó reconfortar Ian.

Suspiré e intenté tranquilizarme, aunque fue de poca ayuda.

-Rosalie, Jasper y Alice estaban buscando conchas cerca de la orilla. Yo estaba mirando la escena de dos mis, en ese momento, 5 hombres favoritos. Edward había encontrado algo en medio de la carretera y lo estaba analizando minuciosamente. De repente y de la nada salió un coche, conducido por un hombre muy ebrio, a toda velocidad por esa misma carretera. Te juro Ian que todo pasó en cámara lenta desde ese momento. Solo oí como Emmet gritaba y se lanzaba en dirección a Edward, el cual había quedado en shock esperando el golpe y con ello su muerte. La siguiente imagen que vi me desgarró el alma- una lagrima traicionera empezó a recorrer mi mejilla. Ian la limpió con dulzura con el palmo de su mano y me miró a los ojos infundiéndome valor- Edward estaba tirado al otro lado de la carretera medio inconsciente y con varias heridas. Y…Emmet…estaba en el parabrisas del maldito coche. Sangraba tanto que con ello hubiera podido alimentar a 10 vampiros por lo menos. No hacía falta ser un genio para darse cuenta de lo sucedido: Emmet había tirado a Edward al otro lado de la carretera salvándole así la vida y ocupando su lugar en la tumba- expliqué- Y ahí me quedé no pude dar más de mí y me desmallé. De lo siguiente que fui consciente fue que estaba en el hospital, en una camilla. Mis padres me contaron que pasé dos días en coma. Emmet había muerto y Edward estaba en ese mismo hospital con dos huesos rotos. El resto de  los presentes en ese momento estaban sanos y salvos, pero todos, incluyéndome, necesitamos un psicólogo. Yo me cerré en banda a cualquier tipo de rehabilitación simplemente quería estar sola. Jasper y Rosalie no estaban mejor que yo, estaban traumados. A pesar de no haber sido testigos directos de todo lo sucedido, ellos adoraban a Emmet. Sobre todo Rose, que estaba enamorada de Emmet. Por eso sus padres decidieron mudarse para evitar los recuerdos que este lugar les traería de Emmet. Alice por su parte estaba destrozada también, pero ella era la única que se tomaba la molestia de no mostrarlo. Y aunque nunca me lo diga, yo sé que en parte también estaba feliz porque Edward estuviera bien. Yo no. Desarrollé un odio gigantesco hacía él. Pero no dejé de amarlo. Solo que cuando lo miraba me alegraba enormemente saber que estaba bien, pero luego me acordaba de mi hermano, de su sonrisa, sus abrazos de oso, sus bromas, su risa, sus cariñosas palaras, su manera de espantar a todos mis admiradores, como me cuidaba cuando tenía una pesadilla…y entonces me entraban ganas de que Edward se muriese, porque sabía que él estaba ocupando el lugar que le correspondería a mi hermano entre los vivos. Con ese pensamiento le fui haciendo una coraza a mi corazón inquebrantable poco a poco. Años después él se me declaró. Me sentí la persona más feliz en ese momento, pero ese sentimiento me duró un segundo porque volví a ponerme mi fría mascara. Pero él no desistió de su cometido. Insistió e insistió hasta convertirse en mi acosador. Hoy en día, como ves, Jazz y Rose volvieron y yo los sigo queriendo. Al igual a Alice. Ninguno de mis sentimientos hacia ella cambió en ese periodo de tiempo- le seguí contando.

-Asi que...viejos fantasmas atormentandote- intentó adivinar.

-En realidad estos son nuevos- le corregí.

-Ahhh…pues o yo me he perdido parte de tu historia o no has terminado de contarme, porque no te entiendo.

-No he terminado de contarte.

-Bien, entonces hazlo.

-Hace un par de semanas mi padre se fue de fiesta. Bebió mucho y borracho hizo una apuesta con la persona equivocada. Con Edward. Se apostó 10.000$ al póker y…como podrás ver perdió. Ahora tengo que aguantar los chantajes de Edward con tal de salvar a mis padres de su ruina.

-¿Qué clase de chantajes?

-Quiere que me case con él, a cambió, él anularía la deuda- le expliqué.

-Antes de darte mi opinión ¿Hay algo más?- preguntó alzando las cejas y mirándome inquisitivamente.

-Bueno…- medité si contarle el resto rascándome la cabeza, en gesto pensativo.

-Suéltalo ya Bella- dijo bufando con frustración.

-Pues que el otro día me chantajeó para que lo besara y…- no sabía como contarle.

-Y…- inquirió él, muerto de la curiosidad.

-Pues que me llené de tantos sentimientos que no se ni como mi pecho no estalló.

-Bueno, la respuesta a tus dudas es que sigues enamorada de Edward- dijo con un tono tan natural que parecía que hablara del tiempo.

-¡Tan tranquilo lo dices!- bufé frustrada.

-Es que es así de sencillo. Tu le quieres, él te quiere, los dos estáis solteros…podrías darle una oportunidad- me miró serio por un momento.

-No puedo, yo quiero que él sufra como lo hizo mi hermano. Y le voy a hacer pagar lo que le pasó por su culpa por mucho que con eso también me haga daño a mí también- dije decidida.

Entonces mi bombilla se encendió. Ahí tenía la respuesta a mis plegarias. Me paré en seco brusca y repentinamente con una sonrisa maligna mirando a Ian. Él puso cara de miedo y luego añadió medio temblando:

-¿En que estas pensando diablillo?

-En como hacer sufrir a Cullen. Es más tengo una idea y tú- dije poniéndole un dedo en el pecho- me vas a ayudar.

-¿Yo?- preguntó desconcertado y confundido a la vez.

-Si, tú- dicho esto lo arrastré del brazo hacia el coche. Durante todo el camino de vuelta no dijimos nada. De vez en cuando yo miraba a Ian malignamente y éste me devolvía la mirada llena de terror.

Edward Cullen iba a conocerme.


 

Jaja, no me maten chicas, ya se que Bella es muy mala y rencorosa pero vereis que mas tarde se va a arrepentir y los tortolos podran ser felices.

Este capi se lo dedico a mis lindas amigas Rebe, Linds, Yari, Fanny y Danny que me dieron la bienvenida a esta pagina haciendome sentir parte de este lindo club. Tambien se lo dedico a esos 2 comentarios y esos 3 votitos que me animaron la terde, sigan votando y comentando.

Las quiero lindas, besos y abrazos de vestra amiga Aina. =)

Capítulo 3: Entre la espada y la pared Capítulo 5: Enredos, ella dijo que el dijo y yo escuché

 
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