Bella:
Desde ese día todos estaban tan felices, que incluso parecía que fueran ellos los que se fueran a casar.
Mis padres y los de Edward se visitaban mutuamente casi cada día, y tomaban café y charlaban sobre la boda o contaban anécdotas.
Alice estaba incluso más emocionada que antes. Entre su relación con Jasper y la boda estaba más hiperactiva que de costumbre y si no salía con Jasper, se dedicaba a arrastrarme de compras.
Edward…bueno Edward seguía siendo Edward.
En cuanto a mí, estaba echa un lío. Había descubierto que le amaba, a pesar de todo y todos. Que no solo eran restos de sentimientos enterrados, sino que era amor en si.
Y a todo esto, no sabía que hacer.
Por un lado deseaba decirle que yo no amaba a Bruno y contarle mi plan. Pero corría el grave riesgo de que no me perdonara.
Por otro lado, podía seguir con mi farsa y conseguir mi objetivo principal; hacerle sufrir. El único problema con esta segunda, es que yo ya no deseaba hacerle sufrir, ya no me importaba. Al fin y al cabo, viéndolo desde otro punto de vista, por mucho que Edward sufriera mi hermano no iba a volver. Y además acabaría sufriendo yo también, igual o más que él.
Y he aquí mi dilema, morir matando o arriesgarme a vivir, habiendo una alta posibilidad de que no resulte y sufra aún más que en la primera, como si hubiera subido y tocado el cielo un instante y luego caído en picado al infierno.
Estaba sentada en la mesa del comedor tomándome una taza de cacao.
En eso sonó el timbre.
-Hola Reneé, ¿Esta Bella?
Oír la voz de Ian fue suficiente incentivo para salir disparada al recibidor.
-Si, estaba en la cocina tomando…-mi madre no pudo continuar porque entre yo en escena, lanzándome a los brazos de mi amigo.
-Hola gatito- susurré en su oído.
-Hola cariño- me besó en la mejilla.
En cuanto nos separamos y me miró a los ojos, comprendió en seguida que algo me pasaba, me rodeó los hombros con su brazo y me condujo a dentro. Mi madre cerró la puerta y se fue al salón.
Ian me condujo a mi habitación. Mes sentó en mi cama y él a mi lado. Estrechó su agarré de mis hombros y me atrajo a su pecho abrazándome. Ahí fue donde no me molesté en contenerme y…lloré. Me desahogué, saqué todo aquel dolor que ni siquiera podía expresar con palabras.
Cuando me calmé un poco decidí contarle.
-Lo siento tanto, Ian- dije mirándolo a los ojos, aun con restos de lágrimas en ellos.
-¿Por qué te disculpas?- preguntó entre confundido y preocupado.
-Pues…porque soy una tonta y no te hice caso, y…y….y ahora…voy a perderlo- sollocé de nuevo.
-¿A quien vas a perder?- me miró confundido. A los dos segundos, pareció captarlo y emitió un “ah” seguido de un suspiro- siento decirte esto, pero…te dije que no lo hicieras- dijo mirándome con ternura.
-Lo sé- dije agachando la cabeza- Le amo, Ian- susurré, aún con la cabeza gacha.
-Lo sé, cariño, lo sé- dijo acariciando mi cabello- entonces cásate- me aconsejó- y cuando veas que es el momento adecuado le dices la verdad.
-¿pero…y si no me perdona?- pregunté asustada.
-Es un riesgo que ya has asumido, lo único que te queda es ser feliz a su lado hasta que se lo digas y una vez lo hagas cruzar los dedos para que te perdone.
-Tienes razón- admití- siempre la tienes- me corregí.
-Te quiero, linda- me susurró al oído.
-Y yo a ti, gatito. ¿Qué haría yo sin ti?
-Pues cometer muchos errores- bromeó riendo, le golpee cariñosamente el brazo- ¿Qué? Es verdad.
Nos reímos.
En realidad, mi gatito tenia razón, solo tenia esa opción, era la única en la que tenia una oportunidad de ser feliz.
Y me iba a arriesgar a ser feliz.
Edward:
Vale solo había algo seguro.
Ella me había correspondido al beso. Ahora la pregunta era…
¿Por qué?
¿Fue para hacerlo todo más creíble?
¿Era por nuestros padres, que estaban delante?
O…
¿Me correspondió porque quería?
¿Sintió lo mismo?
¿Fue amor lo que vi en sus ojos, cuando al separarnos nos miramos?
Mi cabeza estaba hecha un lio. Aunque obviamente yo prefería la segunda lista de opciones, aunque sabía que eran imposibles. A pesar de que eso me hiciera explotar, tenia que asumir que ella amaba a Bruno, pero….me había parecido tan real.
Estaba pensando en eso cuando se me acercó mi madre.
-Hijo creo que tienes algo que explicarme- dijo enarcando una ceja.
-¿El que?- pregunté confundido.
-Bueno, ¡Te vas a casar en un mes! ¿Se puede saber porque me he enterado esta tarde de que tenías novia? ¡Y más si era Bella!- exclamó.
Entonces caí en la cuenta, no le había explicado a mi madre que había estado “saliendo” con Bella. Había tenido tantas cosas en la cabeza que no me había acordado de decírselo. Y como me tenían confianza, no me interrogaban cuando salía o llegaba tarde a casa.
Genial, ¿Y ahora que me invento? Pensé. Sin duda iba a ser complicado.
-Veras….ma….
_______________
Así fue que llegó el gran día. Si, hoy me casaba. Después de aproximadamente un mes de haber anunciado nuestro compromiso, hoy nos casaríamos.
Seguía teniendo ese debate interno, pero ni eso iba a estropear la felicidad que sentía por casarme con la mujer a la que amaba, solo que me gustaría que fuera mutuo.
Estaba frente al altar. Vestido con un traje negro esperando que llegara "Mi esposa”. Dios, que bien suena pensé.
De repente empecé a escuchar la marcha nupcial y cuando me giré la vi. Estaba total y absolutamente hermosa, incluso más de lo que lo era normalmente. Me quedé sin palabras.
Cuando llegó a mi lado nos miramos a los ojos por tiempo indefinido, me sonrió y cogió mi mano. Por un momento me quedé helado. Pero cuando me di cuenta de que lo hacía para interpretar su papel, entendí y salí de mi trance.
Nos giramos al padre dispuesto a casarnos, nos sonrió y empezó.
-Hermanos y hermanas nos hemos reunido hoy aquí para…-pero yo no prestaba atención.
Solo miraba de reojo a la mujer que estaba a mi lado. “Mujer”, esa palabra sonaba tan extraña. Parecía que fuera ayer cuando éramos unos niños que jugaban despreocupados.
Flashback
Estábamos mis amigos, nuestros padres y yo en el jardín. Jasper, Emmet y yo jugábamos al futbol, mientras las chicas jugaban con las muñecas y nuestros padres nos vigilaban y charlaban animadamente tomando un café.
Aunque yo de vez en cuando me encantaba mirando a mi chica.
Estaba corriendo, cuando de repente sentí que mi pie se enredaba con algo y me caí.
En seguida oí un chillido y tuve a Bella a mi lado en cuestión de segundos.
-¿Estas bien? ¿Te duele? ¿Qué te pasó?- preguntaba casi sin respirar.
Los demás no tardaron en rodearnos y mi padre me cargó y me llevó dentro.
Allí me curaron las rodillas, que fue básicamente lo único que me rasguñé un poco.
Después me dejaron sentarme en el sofá a ver los dibujos.
Oí ruidos provenientes de la cocina, pero no presté mucha atención.
Cuando llevaba una hora, más o menos mirando dibujos animados, escuché la puerta abrirse. Me giré y la imagen que vi hizo que me carcajeara. En el marco de la puerta estaban Bella y Esme cubiertas de harina con una bandeja de magdalenas cada una.
-¿De que te ríes, mi niño travieso?- preguntó mamá.
-De vosotras, estáis graciosísimas- seguí carcajeándome, ellas también me acompañaron.
Se acercaron y dejaron los postres en la mesita de café. Mamá se fue a ver que hacían los demás, dejándonos solos.
Bella cogió uno de los que había en su bandeja y me lo tendió.
-Los hicimos para ti- me dijo tímidamente.
Lo cogí y realmente tenía una pinta deliciosa. Era de chocolate y normal mezclado haciendo formas como los de una vaca. Encima tenía un corazón pintado con sirope de chocolate.
-¿Te gusta?- me preguntó tímidamente.
-Me encanta, solo porque lo has hecho tu- le contesté sonriendo, mientras lo mordía.
Su sonrisa se ensanchó aún más y me besó en la mejilla.
-Te quiero Ed- me dijo mirándome a los ojos.
-Y yo a ti, mi princesita- le dije devolviéndole el beso.
Soltó una risita y nos abrazamos.
Allí sentado con la chica más hermosa del mundo, hasta me olvidé del dolor en mis rodillas.
Fin de Flashback
-Edward Anthony Cullen Masen ¿Aceptas por esposa a Isabella Marie Swan para amarla y respetarla en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte os separe?- preguntó el padre sacándome de mis ensoñaciones.
-Si- respondí sin sudarlo.
Me giré para encontrar la mirada de Bella. Sus ojos brillaban y me sonreía. Por un solo instante quise creer que esa sonrisa era para mi y era sincera, y no para hacer su papel.
-Isabella Marie Swan- aquí venia la pregunta- ¿Aceptas por esposo a Edward Cullen, para amarlo y respetarlo en la salud y la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte os separe?- preguntó.
Apartó sus ojos de los míos, que aun seguían sosteniendo su mirada y se giró al padre, sonrió y en un hilo de voz dijo:
-Si, acepto.
Uhhh...esto ya se pone más interesante. Falta superpoco para la confesión de Bella. Gracias por leerme mis lindas amigas. Estoy muy contenta con sus comentarios y les pido que sigan escribiendo y votando que yo seguiré leyendolos gustosa y respondiendo a cualquier pregunta que tengaís.
Los quiere mucho la peque.
|
Capitulo 1: ¿Un día más?
