Bueno chicas aqui esta el ultimo capitulo espero q nos leamos pronto tratare de ponerles la historia de los otros dos libertinos aunq no se cuando las subire pero les aseguro q se las ponder, gracias por sus comentarios de verdad me gusto poder adaptales esta historia y tratare de hacer lo q pueda para colocarles las historias..
Bueno espero q les guste y q comenten y me regalen los votitos si quieren millones de besos
Su Amiga Claudia(Gothic)
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La boda se celebró al día siguiente, en la elegante mansión de lady Jane, ante un pequeño e íntimo grupo de amigos y parientes. Lady Jane había convencido al obispo para que oficiase la ceremonia y el equipo de la cocina había preparado una festiva colación para celebrar las nupcias.
Lord McCarty y lord Whitlock estaban junto a Edward para darle apoyo mientras él repetía sus votos. Pero Edward no necesitaba ningún apoyo. Estaba dispuesto, y no sólo eso, ansioso, de casarse con Isabella, confundiendo a sus dos amigos, que se aferraban tenazmente a su soltería pese a la deserción de su amigo y antiguo compañero.
Tanto lady Jane como lady Charlotte, aunque sonriendo orgullosas, se enjugaron lágrimas de alegría cuando vieron a Isabella entrar en la sala del brazo de Benajamin. Jacob y Laurent parecían tan conmovidos como las damas, pese a sus intentos de ocultar sus emociones.
Los votos matrimoniales fueron pronunciados con voz clara tanto por Edward como por Isabella, con la mirada perdida en amorosa y mutua contemplación. Nadie que presenciase la ceremonia dudaría de que aquélla era una boda por amor. Edward casi soltó la carcajada al oír el suspiro de alivio de la abuela cuando el obispo los declaró marido y mujer.
Después de aquello, no recordó nada más que los jugosos labios de Isabella cuando la besó, y la conciencia de que ella era suya para siempre. Luego se vieron brevemente separados por los invitados que los felicitaban. Desde el otro lado de la sala, Edward observaba a Isabella pensando que nunca había estado más encantadora. Sus castaños rizos estaban recogidos sobre su cabeza con un estilo muy favorecedor y cubiertos por un velo de borde plateado que flotaba sobre sus hombros hasta media espalda.
Edward estaba pasmado de que aquella boda improvisada se hubiera podido organizar tan rápidamente. La abuela y lady Charlotte habían obrado milagros para tenerlo todo listo. Edward ni siquiera podía aventurarse a sospechar cómo habían conseguido confeccionar el plateado traje de boda de Isabella en cuestión de horas. El anillo sabía que había sido de su abuela. Lo único que tuvo que hacer Edward fue aparecer en el momento oportuno para pronunciar sus votos. Edward iba a recuperar a su esposa y acompañarla al comedor para el festín nupcial, cuando lord McCarty y lord Whitlock se reunieron con él.
—¿Te has enterado de las noticias sobre Volturi? —le preguntó Emmet. Edward apretó los labios en una fina línea. —¿Ha regresado ese bastardo a Londres? ¿Dónde ha estado ocultándose? —¿No lo sabes? —demandó Jasper con voz asombrada—. Creíamos que serías el primero en enterarte, puesto que implica a tu familia. —¿De qué condenados infiernos estás hablando? —Volturi se ha casado con la viuda de tu hermano hace unos días. Biers y Newton no han podido aguardar para comunicar las noticias. Si no hubieras estado retirado de la sociedad, ya lo sabrías. La incredulidad fue lentamente sustituida por otra emoción, mientras Edward echaba atrás la cabeza y se reía a carcajadas. —¡Esto es muy bueno! —balbuceó enjugándose lágrimas con el dorso de la mano—.
No puedo imaginar una pareja más perfecta que Irina y Volturi. Si Irina se sale con la suya, y estoy seguro de que lo hará, Aro Volturi estará sujeto por una firme correa. No conseguirá dinero de ella a menos que acate las normas. No se me ocurre mejor castigo para ese bastardo. Aún podría golpearlo hasta hacerlo papilla cuando lo vea, pero probablemente lo dejaré vivir para que Irina lo vuelva loco.
—¿Qué es eso tan divertido, Edward? —preguntó Isabella mientras se reunía con él y sus amigos. —Nunca lo creerías, amor. Irina ha atrapado a Volturi en la trampa del párroco. —¡¿Se han casado?! —Así es —le aseguró McCarty—. Biers dijo que han dejado Cullen Park y que ahora residen en la finca de lady Irina. —¿Es la primera noticia que tienes de ello, Edward? —preguntó Isabella—. Me sorprende que el administrador de tu hacienda no te informase. —Probablemente lo ha hecho, pero no estaba de humor para leer mi correspondencia durante estos últimos días. El matrimonio de Irina y su marcha de Cullen Park no podían producirse en mejor momento. Nos iremos hacia allí en cuanto solucione algunas cuestiones pendientes. —Te echaremos de menos, muchacho —dijo Jasper—. Londres no será el mismo sin ti. Las damas estarán desoladas, pero no temas, McCarty y yo cumpliremos. —No os alegréis tan pronto —contestó Edward—. Vosotros dos podéis estar más cerca de la trampa de lo que pensáis. McCarty soltó una fuerte carcajada. —No seré yo. Mi lema es, ámalas y déjalas. Y esto no va a cambiar a corto plazo. Este mundo está lleno de mujeres dispuestas a aceptar lo que les ofrezco sin exigirme matrimonio. —Estoy de acuerdo —repuso Whitlock. Dirigió a Isabella una encantadora sonrisa—. A menos, naturalmente, que la marquesa tenga una hermana. Siguiendo con esa conversación, McCarty y Whitlock se encaminaron al comedor con los restantes invitados. Edward ofreció a Isabella el brazo con los labios esbozando una sonrisa mientras decía: —¿Nos unimos a nuestros invitados, Isabella? No puedo aguardar a que todo esto acabe para que podamos estar solos. Deseo que nuestra noche de bodas sea tal que nunca puedas olvidarla. Isabella se cogió de su brazo con una sonrisa de respuesta cálida y tentadora. —Mi queridísimo libertino, cada noche en tus brazos es inolvidable.
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