2ª PARTE EL AFFAIRE CULLEN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 14/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 61
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Capítulos: 26


Grandes sorpresas les aguardan a Edward y Bella mientras intentan hacer frente a lo que les ha deparado la vida. Los demonios del pasado amenazan con destrozar la apasionada relación que han construido, a pesar de que se juraron que nada les separaría. Una pérdida, devastadora y terrible, sumada a la posibilidad de un nuevo futuro les abre los ojos y les hace ver lo que es realmente importante pero ¿podrá esta pareja de enamorados seguir adelante y dejar atrás las dolorosas historias que los persiguen?
Un acosador sigue merodeando entre las sombras, tramando una conspiración aprovechando el ajetreo y la distracción de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Bella y Edward están a punto de perderlo todo a medida que aumenta la situación de peligro. ¿Se verán superados por las circunstancias o lucharán con las escasas fuerzas que les quedan para salvarse el uno al otro y ganar el mejor premio del mundo: una vida juntos?

 

BASADA EN EYES WIDE OPEN DE RAINE MILLER

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Capítulo 8: CAPÍTULO 7

Capítulo 7

 

 

Cuál podría ser la causa de que no le funcionara la píldora? Bella me ha dicho que lleva tomándosela desde hace varios años. Explícamelo —exigí una respuesta.

Freddy me miró con compasión.

—Relájate, tío. No es el fin del mundo. No va a estar obligada a hacer nada. Vivimos en el 2012.

Hay opciones.

— ¡Oh, joder! —Con la idea de que pudiese estar embarazada ya tenía bastante que procesar en ese momento, pero pensar en lo que Fred podría estar insinuando era aún peor—. ¿Te refieres a un aborto?

—Sí. Está en su derecho, y es una opción. La adopción es otra —dijo en voz baja.

Me dejé caer en una silla y apoyé los codos en las rodillas y la frente en las manos. Me quedé allí sentado y respiré. Aun en estado de shock, sabía que el aborto estaba descartado. No era una posibilidad. De ninguna forma iba a permitir que matasen a un hijo mío o que se ocultase su existencia. Solo esperaba que Bella pensase de la misma forma que yo. ¿Y si no es así?

—Bueno, vosotros dos tenéis que hablar y luego ella deberá hacerse un test para confirmarlo. Si quieres que le haga uno y hable con ella lo haré, pero primero tienes que ir tú, Edward, y discutirlo entre los dos. Asentí con la cabeza entre mis manos y levanté el culo del asiento. Fred me dio una palmadita en la espalda en señal de apoyo.

—Pero ¿cómo? Si se toma la píldora, ¿por qué iba a pasar esto? —insistí. Tal vez en el fondo esperaba que si alargaba mi patético intento de negación, en algún momento me haría ver la luz y me diría cómo tenía que reaccionar.

Freddy sonrió y negó con la cabeza.

—Las cosas cambian, otros medicamentos pueden disminuir los efectos de los anticonceptivos, los preservativos se rompen, la gente se emborracha y se deja llevar, cogen enfermedades que alteran la capacidad del cuerpo para metabolizar los fármacos, y lo que es más importante: nada es cien por cien efectivo. Excepto el celibato. —Me echó una mirada—. ¿Preservativos? —Negué con la cabeza y miré al suelo—. Ah, bueno, pues si haces depósitos en el banco, amigo mío, puede pasar con mucha facilidad.

Hice una mueca de dolor.

— ¿Cómo voy a ir al piso de arriba a decirle que la he dejado preñada y que tiene que hacerse un test? ¡¿Cómo?!

Freddy fue al minibar, me sirvió un vodka doble y me lo pasó. Me lo bebí de un trago y me dio una palmadita en la espalda por segunda vez.

—No creo que vayas a tener que ir al piso de arriba para hacerlo —dijo Fred.

Levanté rápidamente la cabeza para preguntarle qué quería decir y noté que se me aflojaban las rodillas de nuevo.

Zara y Bella entraron en la habitación de la mano y sonriendo de oreja a oreja. Estaba tan contenta… y hermosa… y… embarazada.

—Oh, hola. —Sonreí a Edward y me pregunté por qué me miraba como si me hubiese salido una segunda cabeza—. ¿De qué estáis cotilleando aquí, chicos? ¿Cosas de hombres?

Edward soltó una risita nerviosa y estaba un poco pálido. De hecho parecía aterrorizado. Eso es muy raro.

— ¿Va todo bien? ¿Te ha llamado Emmett? —pregunté, mientras empezaba a sentirme intranquila yo también—. ¿Ha averiguado quién mandó el mensaje anoche? —Me puse la mano que tenía libre en el cuello y traté de detener el pánico que empezaba a invadirme de repente.

Lo que pasa con Edward es que él es el que nos mantiene con los pies en la tierra. Él es el seguro, rebosa confianza a cada paso. Me hace sentirme a salvo, así que verle de la forma en que estaba entonces… me preocupó…, bueno, me asustó muchísimo.

Vino hacia mí y me estrechó fuerte contra su pecho.

—No. Nada de eso. —Me besó en la frente y me agarró la cara, lo que le hacía parecerse mucho más al Edward que conozco y quiero—. Aún está  trabajando en tu teléfono. —Negó con la cabeza—. Ni se te ocurra pensar en ese maldito mensaje, ¿vale? ¿Tienes sed? ¿Quieres agua? ¿Por qué no te sientas y descansas los pies? —Nos llevó hasta el sofá y prácticamente me sentó de un empujón.

—Esto…, vale. —Negué con la cabeza y le miré con los ojos entrecerrados, mientras articulaba—: ¿Qué diablos te pasa?

—Nada, cariño. Es que pareces cansada. ¿Qué tal la siesta? —Su voz sonaba extraña.

Fruncí el ceño.

—La siesta genial, pero no ha sido muy larga. —Zara se subió en mi regazo y comencé a acariciarle sus largos rizos—. Mientras estabais fuera tomando un helado he hecho un tour por Hallborough y algunas fotos del retrato de Mallerton de sir Jeremy y su Georgina para Alice… y se las he enviado.

—Qué bien —dijo Edward, mientras se pasaba la mano por el pelo.

—Sí…, qué bien. —Eché una ojeada a Freddy y noté algo extraño en él también. Habíamos tenido una buenísima conversación antes mientras los demás no estaban y me había enseñado la casa. Ahora parecía que solo quería largarse de la habitación—. ¿Qué pasa? ¿Por qué actuáis los dos de una forma tan extraña?

Edward se encogió de hombros y levantó las manos con impotencia.

—Cariño…

Freddy vino adonde yo estaba y extendió los brazos hacia Zara.

—Ven con papá, pequeña. El tío Edward quiere hablar con Bella.

—Oh, vale —dije, y se la entregué de mala gana—. Quería que me contaras qué tal fue tu excursión a comprar helado con el tío Edward. —Le puse una cara triste a la niña.

—El helado estaba bueno —respondió desde los brazos de su padre—. Mami le contó al tío Edward que se apostaría su casa a que tú estás embarazada y vais a ser padres te guste o no. —Sonrió con dulzura—. Compartí el helado con Rags para que el tío Edward y mamá pudiesen gritar sobre tu embarazo.

Varias cosas sucedieron al mismo tiempo. Estaba de pie en vez de en el sofá, pero no tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí. Podía verme a mí misma de pie, justo en el centro del precioso salón georgiano de Hallborough, con sus elegantes muebles y cuadros y alfombras. Podía ver la hermosa cara de Edward y el sol de la tarde filtrándose por los ventanales. Y esas partículas que se arremolinan en el aire, las que suelen ser invisibles pero que cuando la luz del sol les da de la forma adecuada puedes verlas flotar perezosamente, suspendidas como por arte de magia. Ahora que lo pienso, yo también estaba flotando. El techo impedía que me fuese a la deriva por el cielo y probablemente llegara hasta el espacio exterior. Habría seguido flotando y alejándome. Sé que lo habría hecho de no haber sido por el techo.

Edward soltó una palabrota y dio un traspié hacia mí. No paraba de oír mi nombre. Una y otra vez escuchaba decir mi nombre. Podía verlo todo. Estaba allí de pie. Edward volaba hacia mí. Freddy salía de la habitación tan rápido con Zara que parecía una película borrosa a cámara rápida. La temperatura de la habitación subió de repente, hacía mucho calor. Como un horno. Miré hacia abajo desde el techo y vi a Edward precipitarse hacia mi «yo» que estaba de pie en el salón. Extendió los brazos, pero luego todo se ralentizó. Muy lento. Edward siguió moviéndose pero su velocidad se redujo aún más. No pensé que fuera a alcanzarme. Parpadeé e intenté entender lo que Zara había dicho. Pero Freddy ya se la había llevado de la habitación, así que no podía preguntárselo. Incluso escuché una vocecita preguntarle a Freddy:

—Papi, ¿qué es embarazada?

—Te quiero. —Me desperté con esas palabras que salieron de los labios de Edward. Estaba de vuelta en el sofá, pero esta vez estaba tumbada. Edward se encontraba de rodillas en el suelo y me acariciaba la cabeza y el pelo con muchísima preocupación en los ojos—. Has vuelto… —Cerró los ojos y luego los volvió a abrir. Parecía bastante conmocionado, probablemente igual que yo. Ponte a la cola, colega.

Acabo de hacer un viaje astral. Ya podía tacharlo de mi lista de cosas pendientes.

Recordé.

Y el peso del conocimiento me comprimió el pecho hasta que jadeé, cogí una bocanada de aire y traté de incorporarme con dificultad. Edward me mantuvo tumbada y me hizo callar. La necesidad de escapar era muy grande. Era como si mi subconsciente supiera que el pánico no ayudaría en absoluto pero, como con una adicción, lo haces de todas formas aunque sabes que solo empeorará las cosas.

Negué con la cabeza.

—No, Edward. No estoy embarazada. Me tomo la píldora y nunca se me ha olvidado…

Él siguió acariciándome el pelo con una mano y apoyó la otra en mi hombro.

Le daba miedo que fuese a salir corriendo. Conozco a Edward y a veces puedo ver lo que está pensando. Me estaba aguantando en ese sofá para que no pudiese abandonarlo, o escapar, o levantar el vuelo, o salir huyendo. Eres un hombre muy sabio, Edward Cullen.

Porque eso es justo lo que quería hacer.

—Recuerda lo que te acabo de decir, Bella. —Su voz era firme pero también vulnerable. Podía notar la preocupación en ella.

— ¿Qué me quieres? —Asintió con la cabeza lentamente, sin quitarme las manos de encima—. Pero no estoy embarazada —insistí—. Deja que me levante.

—Bella, tienes que hacerte un test y entonces lo sabremos con seguridad. Hannah y Fred creen que podrías… —Fue bajando la voz, parecía muy inseguro—. Hannah me ha ayudado a comprar unos test de embarazo en la farmacia para que…

Le empujé con fuerza.

— ¡Suéltame!

—Bella…, cariño, por favor, escúchame…

—Suéltame. ¡Ahora!

Retrocedió. Me senté y crucé los brazos bajo el pecho. Tenía tanto calor y sed y me sentía tan mal en aquel momento que no era capaz de pensar con claridad.

—No pierdas los papeles, ¿vale? Tenemos que discutir esto como adultos. —Le hacía ruido la mandíbula al rechinar los dientes.

—Sí. —Le miré con desprecio—. Discutirlo. Eso habría sido una buena idea antes de que les hablaras de mí a tu hermana y a Freddy. ¿¡Edward!? ¿Por qué has hecho eso? ¿Por qué?

—No lo he hecho. No tenía ni idea. Hannah sacó el tema y luego Fred se involucró. Creen que podrías estar embarazada. Los vómitos de anoche, que estés siempre con sueño y… otras cosas.

— ¿Qué otras cosas?

Daba la sensación de que Edward preferiría tragarse un puñado de cristales antes que tener esta conversación conmigo en este momento.

Hizo una mueca.

— ¿Puedes simplemente hacerte el test?

— ¡No! ¡No voy a hacerme un test simplemente porque tú y tu familia penséis que debería! ¡¿Qué otras cosas?! —La irracionalidad que sabía que debía controlar estaba atravesando la barrera de seguridad. Bienvenida al país de los horrores. Por favor, deje el coche en el aparcamiento. Estárealmente jodida y diríjase a la puerta principal, donde la recibirá su peor pesadilla.

Él puso las manos en mi pecho, me cogió una teta con cada una y apretó. Me doblé del dolor y el pánico subió otro escalón. Recordaba ese tipo de dolor de antes. Lo había sentido anteriormente.

¡Noooooo!

Le aparté las manos con brusquedad.

— ¡¿Has hablado de esto con ellos?! ¡Oh, Dios mío!

—No ha sido así, Bella. No he hablado de ti. Hannah simplemente supuso algunas cosas y cuando le pedí explicaciones me habló sobre los… síntomas. —Bajó la voz—. Tienes todos esos síntomas.

Vomitas y duermes la siesta y te duelen… —Hizo un gesto hacia mi pecho y se quedó en silencio; la cautela de su voz me hacía sentirme como una cerda otra vez. Sabía que podía sacar la mala leche en cuestión de segundos cuando la ocasión lo mereciese. Esta podía considerarse una de esas ocasiones.

Me incliné hacia delante, enterré las manos en mi pelo y me quedé allí sentada sin más, mirando al suelo mientras intentaba procesar la información. Edward me dejó tranquila, algo muy bueno porque quería tirarme a su yugular y morder como lo haría un animal encerrado. Síntomas… Mis reglas nunca son abundantes y se me había retirado por completo en otras ocasiones. Mi médico me aseguró que era normal por el tipo específico de píldoras anticonceptivas que tomo, así que nunca me preocupé por ello. A decir verdad, nunca tuve que preocuparme, porque ¡cuando no te estás acostando con nadie notienes que preocuparte por quedarte embarazada! Antes de Edward, el sexo era esporádico y siempre con protección. No era tan tonta como para dejar que un tío no se pusiera un preservativo cuando no nos conocíamos bien. Entonces ¿por qué lo hice con Edward, tonta del culo? Joder, Edward solo había utilizado preservativo una vez. Una. Montones y montones de oportunidades para que esos pequeñosnadadores encontrasen la forma de entrar. De nuevo, soy tonta del culo.

Vomitar la noche anterior había sido raro, porque tan pronto como vomité fue como si no me hubiese pasado nada en absoluto. Lo mismo había pasado esta mañana en el desayuno. Tenía mucha hambre y luego, cuando llegó la comida, solo quería una tostada. Ahora que lo pienso, en ese momento tenía el estómago débil. Ese sándwich de carne asada del almuerzo no me había sentado bien. También me dolían los pechos. Había dormido siestas los últimos dos días.

Todo se iluminó y tomó forma en un instante de entendimiento y apareció una terrible ansiedad.

¿Por qué estaba Edward tan tranquilo? También debería estar en shock si esto fuera verdad.

—No puede ser cierto. No puede ser —le dije a nadie en particular.

—Recuerda lo que te he dicho, Bella —pidió él algo nervioso.

Alargué la mano y él la cogió, yo estaba demasiado abrumada para contestarle. ¿Qué podía decirle de todas formas? ¿Siento que mis píldoras anticonceptivas hayan fallado? ¿Soy un desastre y siempre lo he sido, así que por qué no quedarme preñada para joderme la vida un poco más? O: sé que esto es complicar tu estresante vida, Edward, lo siento muchísimo de verdad, pero estamos embarazados.

Tragué con ansiedad. La acuosa saliva se me empezó a acumular en la garganta. Vino más, y luego más, y supe que iba a vomitar otra vez. Me esforcé por controlar los efectos de las náuseas, que me sorprendieron así de repente.

Perdí.

A trompicones, corrí hacia el baño más cercano mientras mi mente intentaba desesperadamente recordar el plano de este enorme laberinto de casa. Con la mano sobre la boca, me tropecé con el aseo situado junto al solárium y me lancé sobre el inodoro. Vomité hasta que ya no quedó nada que expulsar.

Quería huir.

Era la segunda vez que estaba en esta situación con mi chica en menos de veinticuatro horas y era una mierda. Sobre todo para ella. Hablar parecía no servir de nada, así que no lo hice. Solo le sujeté el pelo y la dejé concentrarse en echar lo que tuviera en el estómago. Mojé un trapo con agua fría del lavabo y se lo pasé. Ella lo cogió, se lo puso en la cara y gimió. Me sentí un completo inútil. Tú le has hechoesto y te odia por ello.

Mi cuñado llamó a la puerta, que estaba abierta.

—Visita a domicilio —dijo amablemente.

— ¿Puedes darle algo, Fred?

Bella se quitó el trapo de la cara; estaba pálida y a punto de llorar. Fred sonrió.

—Te puedo dar un antiemético, pero será solo sintomático.

—Por favor —contestó ella, mientras asentía con la cabeza.

— ¿Qué significa eso de solo sintomático? —pregunté yo.

Fred se dirigió a Bella.

—Querida, no me siento cómodo dándote un tratamiento si no tenemos la confirmación. ¿Estás preparada para hacerte el test? —Le inquirió con cariño—. Entones lo sabremos seguro y tú y Edward podréis decidir qué es lo mejor para los dos. Pero antes necesitamos esa prueba. —Hizo un gesto rápido de aprobación con la cabeza.

—Vale. —Eso fue todo lo que ella dijo, y le habló a Fred, sin ni siquiera mirarme. Parecía bastante fría y algo distante, como si ahora fuésemos extraños. Eso dolía. Quería desesperadamente que me mirase a los ojos, pero no lo hizo. Solo se sujetó el trapo mojado en la cara y mantuvo los ojos clavados en la pared.

Fred dejó dos test de embarazo en la encimera del lavabo. Hannah me había ayudado a elegirlos antes en el pueblo, porque yo no tenía ni idea de lo que hacía. Después de esa conversación con mi hermana, me había convencido de que tenía que comprarlos. La situación era surrealista. De verdad que lo era. Aquí estábamos los tres, de pie en un cuarto de baño intentando fingir que esto era un procedimiento estándar cuando, en realidad, era un desastre. Mi Bella prácticamente obligada a punta de pistola a hacerse un test de embarazo sorpresa y yo descubriendo su pasado y la otra vez que estuvo embarazada.

¡JODER! Quería volver a darle un puñetazo a la pared pero en este lugar no me atrevía. Estas paredes eran demasiado caras.

Un montón de ideas locas me inundaron el cerebro. ¿Y si me odia por dejarla embarazada? ¿Y si esto rompe nuestra relación? ¿Y si quiere abortar? ¿Y si después de todo ni siquiera está embarazada y esto la espanta? Estaba aterrorizado pero con todo quería saberlo. Ya. Necesitaba respuestas.

—Bien —dijo Fred—, hablaremos en un rato y trataremos de hacer que te sientas mejor, querida. —

Salió despacio de la pequeña habitación pero volvió sobre sus pasos para decir algo más. Y allí estaba Bella, rígida, mirando al suelo como un animal  acorralado. Me rompió el corazón presenciarlo.

Vaya que si lo hizo—. Bella, estamos aquí para ayudarte y apoyarte en todo lo que podamos. Lo digo en serio y sé que Hannah también.

—Gracias —contestó con voz tímida.

Cuando Fred se fue nos quedamos solos. Bella no se movía, seguía ahí de pie. Era incómodo.

Quería tocarla pero me daba miedo.

— ¿Bella?

Levantó los ojos y tragó; estaba abatida y pálida. En cuanto me acerqué a ella dio un paso atrás y levantó la mano para mantenerme alejado

—Ne… necesito estar sola… —Le temblaba el labio inferior mientras se atragantaba con las palabras. Tan diferente a cuando se elevaba en una sonrisa sexi. Bella solía sonreír mucho más que yo. Se le iluminaba la cara cuando lo hacía. Cada vez que sonreía, hacía que yo también quisiera sonreír. También conseguía que quisiera muchas cosas que nunca antes me habían importado. Pero ahora no estaba sonriendo. Estaba aterrorizada.

Me mataba verla así.

—Cariño, recuerda lo que te he dicho. —Salí del baño aunque no quería hacerlo. Deseaba estar a su lado cuando lo averiguara. No quería dejarla sola. La quería en mis brazos diciéndome que me amaba y que podíamos hacer esto juntos. Ahora mismo necesitaba eso de ella y sabía que no lo iba a conseguir. —Me miró a los ojos cuando empezó a cerrar la puerta despacio—. No lo olvides —dije justo antes de que la cerrara, y me quedé frente a una elegante puerta tallada en lugar de estar frente a mi chica, que estaba pasándolo mal al otro lado.

El tiempo pasaba lentamente mientras esperaba a que saliera. Mi temor crecía con cada minuto que pasaba. Miré el móvil para ver si tenía mensajes y estaba respondiendo a algunos de ellos cuando recibí uno de Emmett: «Tengo noticias d Fielding. Dnuncia d dsaparcn».

Marqué y esperé a que lo cogiera, mientras miraba fijamente la puerta del baño y me preguntaba qué estaba pasando ahí dentro. Mi mente se puso en alerta cuando accioné el modo protector.

—Jefe.

— ¿Desaparición? ¿Fielding está desaparecido? Por favor, dime que no es cierto.

Emmett suspiró.

—Sí, la denuncia la pusieron sus padres hace solo unos días. Viven en algún lugar del noreste; Pensilvania, creo. El último contacto confirmado es del 30 de mayo. Según la denuncia, no fue a trabajar. Su apartamento está limpio. Se dejó el pasaporte y no hay pruebas de una huida precipitada.

El consulado, por supuesto, no tiene ningún registro de viajes fuera de Estados Unidos.

—Joder, eso no son buenas noticias, tío.

—Lo sé. Las posibilidades son infinitas. Su padre sospecha que se trata de juego sucio, y así lo ha hecho saber en las entrevistas a los periódicos.

—Apuesto a que el equipo de Oakley está encantado con la cobertura —dije con sarcasmo.

—Sin embargo, no ha hecho ninguna acusación. No menciona al senador Oakley, así que no se han relacionado a Montrose y Fielding con Lance Oakley.

—Entonces extrapolemos esto. El avión del congresista Woodson se estrella a principios de abril.

El nombre de Oakley empieza a sonar como sustituto casi de inmediato. Montrose se mete en una pelea en un bar y recibe múltiples puñaladas en el cuello y el pecho el 24 de abril. El muy cabrón muere dos días después en el hospital. Charlie Swan se pone en contacto conmigo y yo empiezo a trabajar aquí el 3 de mayo con Bella en la Galería Andersen. La última vez que Fielding es visto es a finales de mayo. Todo está tranquilo durante un mes. El mensaje de ArmyOps17 al móvil de Bella llega anoche, el 29 de junio.

—Sí.

— ¿Qué te dice tu instinto sobre Fielding? Tú has visto los informes.

—Yo creo que está muerto en algún hoyo en alguna parte o quizá en el Pacífico alimentando a los peces.

— ¿Crees que está relacionado con Oakley?

—Es difícil de saber. Justin Fielding tenía problemas con las drogas. Cocaína, aparentemente.

Una de las razones por las que Emmett y yo trabajábamos tan bien juntos era porque nuestros modos de razonamiento estaban muy bien sincronizados. Emmett no era muy hablador. Decía lo necesario y no rellenaba la conversación con estupideces inútiles. Solo hechos. Y sus instintos daban en el clavo, así que cuando decía que no lo sabía, eso significaba que las cosas todavía no encajaban.

—Está bien. Tenemos a dos de los autores del vídeo fuera de juego, uno muerto y otro desaparecido.

El tercero está de servicio activo en Irak y es un sospechoso muy improbable. El mensaje llegó desde dentro del Reino Unido y de alguien que había visto el vídeo en algún momento, puesto que sabía la canción que aparecía en el original.

—Eso parece correcto.

— ¿Cómo ves un viajecito a California?

—Podría hacerlo. Puedo currarme el bronceado y matar dos pájaros de un tiro.

—De acuerdo entonces. Dile a Esme que te lo arregle para principios de la semana que viene. No quiero que te vayas hasta que yo no vuelva a la ciudad.

— ¿Cómo se encuentra Bella? Espero que esté mejor —preguntó Emmett en voz baja.

Gemí al teléfono y traté de pensar qué contestar. ¡No le voy a contar nada!

—Eh…, aún está enferma. Pero Fred la está ayudando. —Le dije adiós de manera apresurada y corté rápido la llamada. Podría hablar de trabajo todo el día, pero no tenía ninguna experiencia con las cosas personales ni deseaba ponerme a hablar del tema.

Miré el reloj y me dirigí a la puerta. Habían pasado veinte minutos desde que la cerró. Ahora parecían siglos. Toqué con los nudillos un par de veces.

—¿Bella? ¿Puedo pasar?

Nada.

Agité el picaporte y volví a decir su nombre, esta vez más alto.

Silencio.

Pegué la oreja a la puerta y escuché. No podía oír nada de lo que estaba pasando dentro del baño y empecé a imaginarme la distribución de la habitación. Después de todo, conocer la estructura de los edificios y la forma más rápida de salir de ellos es parte de mi trabajo. A veces cuando ves las cosas claras de repente es aterrador. Esa fue una de esas ocasiones. El solárium lindaba con el baño al otro lado de la casa.

Entonces lo supe. Lo supe antes de que me llegara el mensaje al móvil un momento después: «Tngo q hacerlo… lo siento mucho. WATERLOO».

 

Capítulo 7: CAPÍTULO 6 Capítulo 9: CAPÍTULO 8

 
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