2ª PARTE EL AFFAIRE CULLEN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 14/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 61
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Capítulos: 26


Grandes sorpresas les aguardan a Edward y Bella mientras intentan hacer frente a lo que les ha deparado la vida. Los demonios del pasado amenazan con destrozar la apasionada relación que han construido, a pesar de que se juraron que nada les separaría. Una pérdida, devastadora y terrible, sumada a la posibilidad de un nuevo futuro les abre los ojos y les hace ver lo que es realmente importante pero ¿podrá esta pareja de enamorados seguir adelante y dejar atrás las dolorosas historias que los persiguen?
Un acosador sigue merodeando entre las sombras, tramando una conspiración aprovechando el ajetreo y la distracción de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Bella y Edward están a punto de perderlo todo a medida que aumenta la situación de peligro. ¿Se verán superados por las circunstancias o lucharán con las escasas fuerzas que les quedan para salvarse el uno al otro y ganar el mejor premio del mundo: una vida juntos?

 

BASADA EN EYES WIDE OPEN DE RAINE MILLER

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Capítulo 22: CAPÍTULO 21

Capítulo 21

 

Acaricié la foto enmarcada de Bella que tenía en la mesa. La que le había sacado con mi móvil cuando me enseñó por primera vez a lady Percival en el Rothvale. Parecía tan feliz y hermosa. Anocheno estaba feliz. No, la asusté y después empeoré las cosas haciendo que se marchara cuando intentaba ayudarme.

Cielo santo, la había cagado con ella. Traté de imaginarlo si hubiese sido al revés. ¿Y si hubiese sido ella quien me hubiera mandado a paseo después de una pesadilla y hubiera rechazado mi apoyo?

Yo ya había pasado por eso y era una mierda. Me hizo sentir fatal, justo como le hice sentirse a ella.

Aun así, anoche había tenido miedo de lo que podía llegar a hacerle si hurgaba más en mí. ¿Las otras ocasiones en las que me había despertado con una de esas pesadillas? Sí…, nada agradable. Me había ido por la jodida tangente, literalmente. Había utilizado el sexo, y a Bella, para encontrar un sitio seguro al que poder volver desde ese lugar tan horrible de mis sueños. Ella no entendía hasta qué punto yo en esos momentos caminaba por el filo de la navaja. No me fiaba de mí mismo. ¿Y si le hacía daño o iba demasiado lejos con el sexo? Ahora estaba embarazada y era vulnerable. No podía correr el riesgo de lo que podía llegar a hacerle.

Había sido muy duro decirle que volviera dentro cuando ella quería permanecer conmigo y escuchar mi historia. Trató de ayudarme, pero la mantuve lejos de mí. Ni siquiera la miré a la cara, porque si lo hubiera hecho, habría cedido. No tenía fuerza de voluntad cuando se trataba de Bella.

Para evitar poseerla cuando entré en el apartamento, dormí el resto de la noche en el sofá. No me fiaba de mí mismo como para volver a la cama con ella. Apenas habría bastado su aroma junto a mi nariz o el sonido de su respiración para ponerme encima y adentrarme muy hondo, tratando de perderme en ella. Con Bella estaba en el cielo. Y yo buscaría mi cielo sin parar. Me conocía demasiado.

Aunque ella tenía razón. La tenía en muchas cosas, pero en cuanto a lo de la cagada de anoche ella tenía toda la razón del mundo. Necesitaba ayuda. Había sitios adonde podía ir para obtenerla. Muchos soldados regresan de la guerra con problemas y cargas emocionales. Yo era simplemente uno más de la lista. Eso lo había entendido. No quería enfrentarme a mis demonios, pero sabía que necesitaba hacerlo. Había prioridades más importantes en el lienzo en blanco que era mi vida. Ahora tenía a Bella. Teníamos un hijo en camino. Ninguno de los dos necesitaba que yo tuviera pesadillas y aterrorizara sus tranquilas noches.

Tenía que preguntarme a mí mismo por qué. ¿Por qué había regresado de pronto a ese momento de mi vida de forma tan vívida en mi subconsciente? ¿Podía la situación de Bella estar activando los recuerdos arrinconados tanto tiempo de mi época preso, trayéndolos de nuevo a la superficie? Joder…, era una idea dolorosa, pero probablemente daba en el blanco.

Esta noche la compensaré. Flores, una cena, amor… y honestidad total sobre el infierno en el que estuve y cómo hice para salir de él. Ella se merecía saberlo todo y era lo bastante fuerte para escucharlo. La parte positiva era que ella me ayudaría emocionalmente. Este era uno de los aspectos de las relaciones verdaderas. Ella compartía sus cosas conmigo. ¿Por qué no hacía yo lo mismo?

Porque tú muchas veces eres un capullo desconsiderado y necesitas trabajar en ello.

Bella odiaba cuando me cerraba en banda. Había aprendido de primera mano que ella era increíblemente fuerte y que tenía muy arraigado en su interior el sentimiento de lucha. No era cobarde y no se me vendría abajo sin intentarlo todo. Mi chica se enfrentaba a sus propios miedos. Debía seguir su ejemplo y hacer lo mismo. Acepté que había llegado el momento de buscar ayuda profesional y contarle a otra persona la carga de mis demonios. Bella estaría ahí para ayudarme a superarlo, y no podía estar en mejores manos que en las suyas.

Bella además me iba a hacer picadillo y tenía que estar preparado para ello cuando llegase a casa.

Ella jamás dejaría pasar este asunto. Tuve que sonreír al imaginarme su reacción conmigo esta noche.

Estará guapísima para no variar, con sus ojos echando fuego, las manos en las caderas y preparada para la batalla. Estaba deseando ver su cambio de actitud cuando me viese en son de paz, humilde y listo por fin para compartir con ella mis más oscuros demonios que habitaban los innombrables recovecos de mi alma. Y deseaba ver cómo me recompensaba por todo ello, más tarde…

Tenía varias llamadas telefónicas que hacer y asuntos que poner en marcha. El tiempo pasaba a toda prisa y no tenía ni un segundo para estar sentado distraído con remordimientos que no tenían solución.

Primero le mandé un mensaje a Bella: «Te quiero. Lo siento x anoxe. Bss. Voy a solucionar ls cosas, ok?».

Marqué el número de mi hermana en Somerset y esperé a que diera tono.

—Hermano, posees el don de la oportunidad. Justo acaba de venir el señor Simoms y tiene algunos papeles para ti que necesita que firmes.

—Esas son muy buenas noticias. Le diré a Esme que te haga llegar la autorización urgente y lo haremos de esa forma.

—Desde luego. Creo que es una idea maravillosa, Edward.

Sonreí.

—Yo también lo creo. Ahora que lo has visto, ¿crees que es posible en tan poco tiempo?

—Bueno, habrá que darse mucha prisa, pero creo que puede hacerse, no todo, pero para lo que quieres, sí.

—Bien. Quiero decir, confío en ti de forma incondicional, Han. Simplemente hazlo lo mejor que puedas.

— ¿Cuándo vienes por aquí? En algún momento tendrás que verlo con tus propios ojos.

—Cierto. No podré encargarme de nada hasta la ceremonia de clausura, pero en el momento en que deje todo eso atrás, haré un viaje rápido…, sea como sea.

Besé a Jake en la mejilla y le abracé con fuerza. Entonces volví a mirar las imágenes de prueba en la pantalla.

—Oh, Dios mío. Me encantan todas, Jake. No puedo elegir.

Él se rio con suavidad.

—Pensará que son preciosas, Bella. Lo son. Cortan la respiración.

—Muchísimas gracias por hacerme esto tan precipitadamente. Se me ocurrió justo después de… algo que pasó… y quería hacer estas fotos para Edward. Nadie las verá jamás excepto nosotros. —Le acaricié la mejilla—. Gracias por hacerlo posible, mi querido e increíble amigo.

Jake me sonrió con mucha dulzura, y juraría que le emocionó que le pidiera que me sacara unas fotografías especiales. Fotografías muy especiales, de hecho. Solo yo y el velo del vestido de novia. Y para que únicamente las vieran los ojos de Edward.

Edward…, sí. Todavía teníamos que hablar sobre lo de anoche. No volvió a la cama y cuando me desperté por la mañana él ya se había marchado del piso. Sin embargo esta noche no iba a volver a repetirse. Le sentaría cuando llegase a casa y hablaría conmigo, o ya vería.

¿Ya vería qué? No tenía todas las respuestas, pero pensaría en algo. Estaba muy mal emocionalmente debido a esas pesadillas y yo no tenía la menor intención de permitir que continuase sufriendo sin que acudiera a recibir algún tipo de ayuda profesional. Y la parte que ya había compartido conmigo anoche me había destrozado el corazón. Sus torturadores iban a decapitarlo y lo usaban para reírse de él. No podía imaginar cómo lo había soportado todo y no se había vuelto loco.

Me hacía querer rodearlo con los brazos y colmarlo con mi amor. Edward iba a recibirlo tanto si quería como si no, lo había prometido.

—Eh, ¿va todo bien entre vosotros dos? Pareces un poco preocupada.

Asentí y empecé a doblar el velo con cuidado para guardarlo.

—Estamos bien. Solo cosas de pareja que necesitan ser aireadas. —Me puse las manos en las caderas—. Pero lo tengo controlado. Los hombres pueden ser muy pero que muy tozudos, ¿sabes?

Jake se rio de mi comentario.

—Síííí. Solo los hombres. Estás hablando con el tipo adecuado para esta cuestión, Bella. Estoy completamente de acuerdo contigo —dijo guiñándome un ojo y recogiendo su equipo—. Vamos, hermosura, deja que te lleve de vuelta a casa antes de que Cullen comience a buscarte pensando que te has fugado. He pillado que esto es una sorpresa y que él no tiene ni idea de que estás conmigo.

—No. Ninguna idea, para nada. Esto ha sido una decisión espontánea y he tenido el móvil apagado toda la mañana para que no pudiera rastrearme con el GPS. Lo encenderé de nuevo cuando llegue a casa y verá que estoy sana y salva y no se dará cuenta de nada.

Jake negó con la cabeza y miró al cielo.

—Eres una lianta y no tengo ni idea de lo que estás hablando. —Me reí de Jake—. Lo digo muy en serio, Bree. No me metas en tus planes para engañar a tu hombre. Quiero vivir y llegar a los treinta, gracias.

—No te preocupes tanto —bromeé mientras salíamos hacia su coche—, que te salen arrugas en la frente.

Jake frunció el ceño y después se encontró a sí mismo alisándose la frente y tratando de que no se notara. Jake era divertidísimo y me sentaba bien reírme.

Annabelle estaba en el piso cuando Jake me dejó en la puerta. Tenía que ir a otra cita, pero hicimos planes para cenar el fin de semana. Quería pedirle un favor y ya incluso había discutido la idea con Edward, pero deseaba que se lo preguntáramos Edward y yo juntos. No precipitarse era algo positivo, y esto era muy importante para mí.

Annabelle interrumpió mis pensamientos con su habitual saludo.

—Hola, señora.

—Oh, hola, Annabelle. ¿Algún mensaje mientras estaba fuera? —pregunté con miedo, esperando de verdad que Edward no hubiera estado buscándome frenéticamente y molestando a todo el mundo.

—No, señora. Ha sido un día muy tranquilo. Llegó el correo y algunos paquetes.

—Ah, bien. Espero que sean las muestras de los regalos para los invitados.

Me habría encantado que me llamara Bella, pero Annabelle era muy anticuada en sus formas y parecía impensable que me llamara algo más familiar que «señora». Aun así, ella me gustaba mucho.

Annabelle venía aquí dos veces a la semana, los lunes y los jueves, sobre todo para limpiar y para hacer la colada. Cocinaba para nosotros, pero solo esos días. Antes solía preparar cosas y las congelaba para que Edward las calentara cuando llegara a casa, pero yo interrumpí esa práctica cuando me mudé con él.

Edward ahora me tenía a mí para cuidarle el resto de días de la semana, y cocinar era algo que me gustaba.

Esto había originado en un primer momento un pequeño conflicto con Annabelle, debido a que ella había sido su asistenta durante cinco años y le gustaba que las cosas estuvieran muy organizadas y planificadas al detalle. No obstante, desde mi llegada las dos tuvimos que amoldarnos la una a la otra y entendernos con nuestros diferentes roles y rutinas. Lo habíamos solucionado acordando que ella cocinara solo los días que venía a casa.

—Los he dejado donde siempre se los dejo, sobre la mesa del despacho.

—Gracias, Annabelle, los abriré después —dije mirando a mi alrededor, sorprendida porque no parecía que estuviese haciendo algo para la cena. Annabelle siempre tenía algo rico cociéndose a fuego lento u horneándose los días que venía.

—La señorita Esme llamó y dijo que el señor Cullen la llevará a cenar esta noche. —

Annabelle también parecía poder leer la mente.

—Ah, ¿es eso? —Pregunté arqueando la ceja—. Me encanta cómo tiene a Esme para hacer llegar ese tipo de información.

—Sí, señora —respondió Annabelle sonriéndome.

—Bueno, debería darme una ducha entonces y empezar a prepararme —dije mirando el reloj.

—Oh, casi olvido decírselo antes de irme: el servicio técnico del acuario vendrá a las cuatro por lo de la pecera. El señor Cullen lo concertó hace unas semanas y se aseguró de que cayera en uno de mis días. Llamaron para confirmar, pero esta tarde tengo una cita y tendré que irme pronto. —Apenas paró para coger aire—. Pero no debe preocuparse, señora, le haré saber la hora al señor Len y él les conducirá al despacho del señor Cullen una vez que lleguen.

—Gracias, Annabelle. Estoy segura de que Simba estará emocionado.

Se rio con mi comentario y negó con la cabeza.

—Ese pez es único.

La ducha me sentó bien y me alegraba que Edward tuviera planes para mí. Significaba que estaba tratando de arreglar lo de anoche y yo esperaba de verdad que él pudiera por fin abrirse a mí sobre su pasado. Era el momento de saberlo. Y para ser sinceros, sentaba muy bien ser yo quien cuidara de él, para variar. Toda nuestra relación se había construido con Edward protegiéndome, cuidando de mí, y sobre todo ahora con la bomba del embarazo y la boda. Me gustaría ser yo quien tuviera las riendas de vez en cuando, pero para hacerlo debía permitírmelo. Estaba contenta porque finalmente parecía que iba a ocurrir. Esta noche iba a convertirme en su apoyo.

Mientras me secaba el pelo me di cuenta de que había olvidado encender el móvil al volver a casa.

Edward tendría algo que decir al respecto, estaba segura. Mierda. Odiaba que me regañara, pero pensé que si le daba un ataque de pánico por mí, llamaría a Len y hablaría con él. Este le confirmaría dónde estaba. Solo esperaba que Len no mencionara también que Jake me había recogido y me había traído de vuelta a casa. Quería que las fotos fueran una completa sorpresa. Eran mi regalo de boda para Edward.

Me di prisa en terminar para poder bajar a buscar mi teléfono y leer los mensajes, confiando en que Edward hubiera estado tan ocupado con los eventos que no se hubiera percatado de mi ausencia. Pocasprobabilidades de que tal cosa ocurriera. Él se daba cuenta de todo.

Cogí mi bolso de la encimera de la cocina y busqué el móvil, pero cuando traté de encenderlo, la batería estaba totalmente muerta. Necesitaba cargarlo incluso para poder ver los mensajes.

Todos los cargadores estaban en el despacho de Edward. Atravesé el vestíbulo y recordé la cita con el servicio técnico del acuario. Debían de estar trabajando en ese momento. Miré el reloj del microondas.

Ponía 16:38. Sí, estaban aquí. En cualquier caso decidí entrar. Necesitaba mi teléfono.

Llamé a la puerta antes.

—Perdonen que interrumpa, pero necesito el cargador del móvil.

El tipo que estaba inclinado sobre el acuario tenía las manos ocupadas con cables y cubos. Asintió desde detrás con un «vale» y siguió a lo suyo. Parecía no importarle, de modo que después de enchufar mi móvil y encenderlo, comencé a mirar el correo electrónico en la mesa.

Estaba abriendo el primer correo cuando unos brazos me rodearon de golpe y me inmovilizaron desde detrás.

—Qué narices… —Mis palabras fueron cortadas por una mano sobre mi boca.

—Bella…, he esperado tanto tiempo este momento… Tanto tiempo…  murmuró una voz que me sonaba familiar pero que no lograba ubicar.

Mi mente corría a toda velocidad; quienquiera que fuese esta persona, había venido a matarme.

Había llegado mi hora. Moriría esta noche y Edward encontraría mi cuerpo. No tendríamos una vida juntos después de todo. Nuestro bebé no nacería en febrero, porque si me mataba a mí, mataría también a nuestro bebé. No habría boda en Hallborough y jamás le daría a Edward mis fotos de regalo…

Habría suplicado por mi vida si hubiera sido capaz. Pero no tenía aire para hablar, para llorar o siquiera para respirar.

Sin embargo, saber que iba a morir no era la peor parte. El peor sentimiento de todo esto era que jamás podría ver de nuevo a Edward, ni tocarle, ni contarle lo mucho que le amaba. Mi último instante con él había sido anoche, cuando me mandó que entrara en casa para poder estar solo. Oh, Dios, esto destrozaría a mi Edward. Nunca se perdonaría a sí mismo por esto.

Mi secuestrador me mantuvo inmovilizada fuertemente contra su cuerpo, con su boca en mi oreja.

Forcejeé, pero mi fuerza disminuía. Me agarró por la nuca y apretó, cubriéndome la boca y la nariz; mis pulmones clamaban aire y sentí que una bruma comenzaba a rodearme mientras se me nublaba la vista. Me estaba desmayando. Estaba ocurriendo por fin. Todo lo que Edward había tratado de impedir iba a ocurrir de todas maneras… y yo no podía detenerlo.

Oh, Edward…, lo siento muchísimo. Te quiero muchísimo y lo siento tanto…

 

 

Capítulo 21: CAPÍTULO 20 Capítulo 23: CAPÍTULO 22

 
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