2ª PARTE EL AFFAIRE CULLEN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 14/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 61
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Capítulos: 26


Grandes sorpresas les aguardan a Edward y Bella mientras intentan hacer frente a lo que les ha deparado la vida. Los demonios del pasado amenazan con destrozar la apasionada relación que han construido, a pesar de que se juraron que nada les separaría. Una pérdida, devastadora y terrible, sumada a la posibilidad de un nuevo futuro les abre los ojos y les hace ver lo que es realmente importante pero ¿podrá esta pareja de enamorados seguir adelante y dejar atrás las dolorosas historias que los persiguen?
Un acosador sigue merodeando entre las sombras, tramando una conspiración aprovechando el ajetreo y la distracción de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Bella y Edward están a punto de perderlo todo a medida que aumenta la situación de peligro. ¿Se verán superados por las circunstancias o lucharán con las escasas fuerzas que les quedan para salvarse el uno al otro y ganar el mejor premio del mundo: una vida juntos?

 

BASADA EN EYES WIDE OPEN DE RAINE MILLER

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Capítulo 7: CAPÍTULO 6

Capítulo 6

 

 

Por qué los peces no van a la escuela? —me preguntó Zara.

Me encogí de hombros con un gesto exagerado.

—No tengo ni idea de por qué los peces no van a la escuela. ¿Tú lo sabes?

Ella asintió con la cabeza muy seria.

—Porque se les mojan los libros.

Me reí de su carita engreída, manchada de helado de fresa, que atacaba por un nuevo ángulo su cucurucho medio derretido.

— ¿Quieres un poco, Rags? —Le ofreció su manjar al golden retriever que estaba sentado de manera fiel bajo la mesa al aire libre.

Rags dio un par de lametazos con su larga lengua rosa y yo fruncí el ceño. Zara me miró para ver lo que iba a decir, menudo diablillo era. Yo me encogí de hombros.

—No me importa si quieres babosos gérmenes de perro en tu helado. Haz lo que quieras.

Ella soltó una risita y dio patadas a la silla al mover las piernas.

—Bella habla raro.

—Lo sé. Se lo llevo diciendo desde hace mucho tiempo, pero no me hace caso. —Negué con la cabeza con tristeza—. Lo sigue haciendo. —Saqué el móvil para hacerle unas fotos y comenzó a posar en el momento en que se dio cuenta de lo que estaba haciendo. Me partía de risa con Zara, era indomable. A sus padres les esperaba una buena cuando llegara a la adolescencia. Dios mío.

Más risitas.

—Habla como las palabras de Bob Esponja.

Abrí la boca fingiendo sorpresa.

— ¿Sabes qué? ¡Tienes razón! ¿Se lo dirás? —Ella se encogió de hombros—. Es simpática y creo que no puede evitarlo. —Zara me echó una mirada de censura y volvió a su helado de fresa. Parecía querer decir: Solo un auténtico gilipollas se burlaría de la forma de hablar de alguien, idiota. No podía negar que era hija de su madre.

—Bien hecho, E. Dejar a tu sobrina compartir el helado con el perro. Lo he visto todo desde el escaparate de la tienda. —Hannah parecía indignada con los dos cuando llegó—. Me voy un par de minutos…

—Ha dicho que no le importaba, mamá —interrumpió Zara, que me vendió sin pensarlo.

—Oh, yo creo que Ragssey está bastante sano. —Le di al perro una palmadita en la cabeza—. ¡Y tú eres una pequeña traidora! —Señalé a Zara con el dedo—. Pues denúnciame, Han. Yo aquí solo soy el tío. Dejarla campar a sus anchas sin miramientos es mi trabajo.

—Sí, bueno, yo no tengo el trabajo de tía permisiva… todavía.

Le lancé una mirada y distinguí algo en su expresión. No estaba seguro de qué, pero reconocía la sospecha en mi hermana solo con verla. Tenía la mente ocupada.

— ¿Qué significa ese comentario tan críptico?

—Tú y Bella. —Negó un poco con la cabeza—. Esto es realmente serio, ¿verdad? Nunca te he visto así.

Miré hacia el mar, con sus millones de ondas cegadoras, y me ajusté las gafas de sol.

—Quiero casarme con ella.

—Me lo imaginaba… Bueno, suponía que ibas a ir por ese camino. Lo que he hablado con ella esta mañana prácticamente lo ha confirmado, y luego, cuando ha dicho que necesitaba una siesta, he empezado a atar cabos.

¿Y qué tiene que ver en esto que Bella necesite una siesta?

—Entonces ¿lo apruebas? —pregunté.

Hannah me miró con curiosidad.

— ¿Que si apruebo que Bella y tú os caséis? Pues claro que te apoyo. Quiero que seas feliz y si la quieres y ella te quiere a ti…, bueno, pues entonces así es como tiene que ser. —Me alcanzó la mano por encima de la mesa—. Esto pasa muchas veces. Nadie es perfecto. Fred y yo empezamos de la misma forma, E, y no cambiaría absolutamente nada de nosotros o de cuando llegaron nuestros hijos.

Son una bendición.

Le cogí la mano y le di un beso.

—De verdad que lo son, y puede que algún día…, pero una familia no entra en los planes ahora mismo. Solo estoy intentando que se acostumbre a la idea de atarse para empezar.

Hannah pareció aliviada.

—Oh, bien. Ahora me cae aún mejor. Debo admitir que estaba preocupada por si te habían atrapado y odiaba pensar que te pasara eso, hermanito. Me alegro por ti si es algo que quieres.

Resoplé.

—Sí, claro…, ella es la que necesita que la atrapen. Es muy difícil hacer que Bella se comprometa y le asusta tener una relación. Seré afortunado si consigo llevarla al altar de aquí a un año. Estoy intentando convencerla de que un noviazgo largo funcionará mejor.

Hannah asintió lentamente con la cabeza, como si estuviera asimilando la información.

—Así que esperaréis hasta después para celebrar la boda… Es una opción, pero papá lo va a odiar.

Recuerda cómo se puso cuando Freddy y yo nos precipitamos con Jordan. Papá nos hizo casarnos en un mes. —Se burló de las palabras que dijo mi padre en aquel entonces—. « ¡Ningún nieto mío será un bastardo! A tu pobre madre se le rompería el corazón si estuviese aquí para verlo…».

— ¡¿Qué?! —Me quedé boquiabierto—. Bella no está…, o sea, estás muy equivocada si eso es lo que estás insinuando. —La fulminé con la mirada, estupefacto por sus elucubraciones—. Creías que…

—Negué enérgicamente con la cabeza—. ¡No, Han! Mi chica no está embarazada. Es imposible. Ha sido muy cuidadosa con la píldora. La veo tomársela cada mañana. Joder, estoy seguro de que la he escuchado esta mañana en el baño cogiendo sus pastillas.

Hannah negó lentamente con la cabeza; sus ojos grises parecían compasivos y extrañamente sabios, pero aun así no me lo tragaba.

— ¿Crees que está embarazada? ¿Y que por eso me quiero casar con ella? —Estaba realmente estupefacto y me pareció un insulto que mi hermana nos imaginara tan irresponsables—. No podrías estar más equivocada, Han. ¡Dios! Oh, mujer de poca fe —dije con desdén mientras cogía mi café.

—Entonces quizá vosotros dos deberíais hablar con Freddy —comentó ella—, porque yo me apostaría mi casa a que Bella está muy embarazada y a qué vais a ser padres te guste o no.

Me atraganté con el café y asusté al perro, que se dio contra la pequeña mesa y la hizo repiquetear en mitad del patio adoquinado.

Hannah bajó la vista hacia Zara, que para todos los efectos parecía estar escuchando cada palabra de nuestra conversación.

—Sé buena y lleva a Rags al césped para que juegue, ¿vale?

Zara reflexionó un momento antes de decidir que enfrentarse a su madre era inútil y se marchó con Rags como le había pedido, con el helado derretido en la mano.

Se me aceleró el ritmo cardiaco al instante y sentí miedo combinado con ansiedad y entusiasmo, todo al mismo tiempo.

—No vamos a hablar con Freddy… ¡espera un puñetero segundo, Hannah! Pero ¡¿qué narices?!

Quiero saber lo que te hace estar dispuesta a apostar tu magnífica casa a que está embarazada. —

Ahora estaba gritando—. ¡Dímelo! —Me pasé la mano por la barba y sentí brotar el sudor mientras miraba enfurecido a mi hermana y esperaba que dejara ya ese equivocado intento de gastarme una broma.

Hannah miró alrededor de la zona del patio de la tienda de golosinas y sonrió con amabilidad a los demás clientes, que ahora nos ponían mala cara.

—Frena, hermano. ¿Y si damos un paseo? —Cogió sus bolsas, se puso de pie y me brindó una mirada paciente que decía claramente: Escucha a tu hermana mayor, pedazo de idiota.

Pensé en dejar a mi hermana y a mi sobrina allí mismo, en el centro del pueblo, volver corriendo a la casa a por Bella, subirla en el Range Rover y conducir de vuelta a Londres. Podríamos alejarnos de aquí y fingir que todo esto solo había sido un extraño e imposible sueño o malentendido. Lo pensé en serio. Durante unos cinco segundos.

De algún modo me puse de pie a pesar de que de repente me fallaban las rodillas, cogí la bolsa con la compra de la tienda de antigüedades en la que habíamos parado antes y seguí a mi hermana.

— ¿De cuánto es el retraso? —preguntó Hannah mientras andábamos.

— ¿Retraso? ¡Joder, yo no sé nada de esas cosas! Dijo que las pastillas que se toma hacen que se le retire la regla algunas veces.

—Ah, entonces no se enteraría si tuviese un retraso. Tiene sentido. Me ha contado que anoche vomitó. Ha dicho que tuviste que parar a un lado de la carretera. También ha mencionado que anoche además estaba mareada.

—Sí, ¿y qué? —Dije yo a la defensiva—. A lo mejor fue algo que le sentó mal.

Hannah me dio un golpe en el hombro.

—No seas tonto. He tenido tres hijos, Edward, conozco los síntomas del embarazo y mi marido es médico.

Sé de lo que estoy hablando.

Sentí una línea de sudor por mi espalda.

—Pero… no puede ser.

—Oh, deja de quejarte y cuéntame los hechos. Te aseguro que puede ser. ¿Qué pasó cuando Bella se mareó?

—Tuvo que sentarse y dijo que tenía sed.

—La sed es un síntoma —explicó Hannah con sonsonete.

—Joder, y después de eso tuvo que vomitar. Oh, Dios.

—Algunas mujeres tienen náuseas matutinas por la noche —anunció—, Fred incluso te dirá que es muy común.

— ¿Qué más te pasaba a ti?

—Me pondría muy malhumorada y sensible. Es por las enormes cantidades de hormonas descontroladas.

Visto. Mi broma sobre su transformación en Medusa de hacía un par de semanas de repente ya no le hacía gracia.

—Extremo cansancio, necesidad de siestas. —Giró la cabeza todo lo que pudo hacia un lado—.

Nunca en mi vida he dormido la siesta excepto las tres veces que he estado embarazada.

Visto. Bella estaba durmiendo ahora mismo en casa de mi hermana. Yo quería un cigarro y luego otro, y seguir hasta terminarme el paquete entero.

—Los pechos se vuelven muy sensibles al tacto, un poco doloridos. De nuevo, son las hormonas que están empezando el proceso de lactancia para alimentar al bebé.

Me quedé pasmado mirándola, estoy seguro de que tenía la boca abierta de par en par como el tonto del pueblo mientras hablaba de hormonas y pechos y producción de leche. Esto no puede estarpasando. No puede. No ahora.

Pero mi hermana siguió divagando, aterrándome con cada frase que salía de su boca.

—Esta última parte es algo que pasa y, créeme, preferiría no decirlo, pero supongo que debo contártelo de todas formas ya que me has preguntado. —Levantó la mano para que no le hablase—.

No quiero escuchar si es verdad o no. De verdad que no necesito saberlo.

— ¡¿El qué?! —le grité—. ¡Deja de andarte por las ramas y dímelo, joder!

Hannah me lanzó una mirada asesina y luego poco a poco la cambió por una sonrisa de superioridad.

—Las mujeres embarazadas se excitan mucho y quieren sexo todo el tiempo. Por lo general los hombres son demasiado estúpidos para darse cuenta de por qué tienen la suerte de contar con esos polvos de más. —Estoy seguro de que le encantó decirme eso—. Definitivamente son las hormonas.

—Hannah se cruzó de brazos y esperó.

—Tenemos que volver —dije con una extraña voz. Incluso para mis oídos, no soné normal. Todo lo que podía ver era a Bella suplicándome que la follara en la ducha. Oh, Dios mío. Hablar de conmoción petrificada no cubría ni de lejos el impacto de esta bomba.

Mientras estaba allí de pie junto a mi hermana, mirando la costa de Somerset en un cálido día de verano, con mi sobrina persiguiendo a un perro sobre el césped, supe dos cosas que eran verdades irrefutables.

La primera era que Bella no se tomaría la noticia nada bien.

De la segunda parte me di cuenta enseguida y con una extrema claridad. La reafirmación de que era un hombre muy, muy afortunado por razones que solo podía decirme a mí mismo. Ni siquiera se lo contaría a Bella. Solo podía saberlo yo y mantenerlo en privado. Una lógica muy simple, en realidad. Y cuanto más lo pensaba, más fácil era aceptar la posibilidad.

Si Bella realmente va a tener un hijo mío…, entonces nunca podrá abandonarme.

 

Capítulo 6: CAPÍTULO 5 Capítulo 8: CAPÍTULO 7

 
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