2ª PARTE EL AFFAIRE CULLEN

Autor: kdekrizia
Género: + 18
Fecha Creación: 14/08/2013
Fecha Actualización: 14/02/2014
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 61
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Capítulos: 26


Grandes sorpresas les aguardan a Edward y Bella mientras intentan hacer frente a lo que les ha deparado la vida. Los demonios del pasado amenazan con destrozar la apasionada relación que han construido, a pesar de que se juraron que nada les separaría. Una pérdida, devastadora y terrible, sumada a la posibilidad de un nuevo futuro les abre los ojos y les hace ver lo que es realmente importante pero ¿podrá esta pareja de enamorados seguir adelante y dejar atrás las dolorosas historias que los persiguen?
Un acosador sigue merodeando entre las sombras, tramando una conspiración aprovechando el ajetreo y la distracción de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Bella y Edward están a punto de perderlo todo a medida que aumenta la situación de peligro. ¿Se verán superados por las circunstancias o lucharán con las escasas fuerzas que les quedan para salvarse el uno al otro y ganar el mejor premio del mundo: una vida juntos?

 

BASADA EN EYES WIDE OPEN DE RAINE MILLER

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Capítulo 6: CAPÍTULO 5

Capítulo 5

 

 

Es la tercera vez que bostezas. ¿Podrás llegar a casa o tengo que cogerte en brazos antes de que te desplomes?

—Sí, claro —se burló ella—. Los dos sabemos por qué estoy tan cansada hoy. —Me dedicó una descarada sonrisa de suficiencia que hizo que me dieran ganas de hacerles cosas sucias a esos bonitos labios suyos.

Sí, bueno, la tuviste despierta la mitad de la noche follando, ¿cómo esperas que esté? El recuerdo me hizo sonreír. Mi chica nunca me rechazaba, ni cuando era un depravado. Soy un hombre con mucha, mucha suerte. Pero eso no es nuevo y ya hace tiempo que lo sé.

—Lo siento, cariño. Te alegrará saber que he disfrutado cada minuto que te he mantenido despierta.

—Alargué el brazo y le estrujé su bonito trasero y la observé saltar.

— ¡Estás loco! —gritó, y me dio un empujón.

—Loco por ti —contesté yo, rodeándole con el brazo y estrechándola contra mí—. De todas formas, ya casi hemos llegado. Espero que Fred y los chicos estén en casa para que puedas conocerlos.

—Lo estoy deseando —afirmó ella mientras trataba de reprimir otro bostezo.

— ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Pienso meterte en la cama para que duermas la siesta en cuanto lleguemos!

Se rio de mí.

—No es mala idea. Me están empezando a encantar las siestas.

Los sonidos de voces masculinas y el olor a pan recién hecho nos dieron la bienvenida en la puerta cuando llegamos. Eso y los gamberros de los hermanos mayores de Zara, que se me echaron encima en una caótica explosión de gritos.

— ¡Los chicos! Dios, estás enorme, Jordan. Y, Colin, ¿cuántas citas has tenido esta semana?

Los dos me ignoraron y se quedaron mirando a Bella. Creo que fui testigo de un flechazo de Jordan mientras Colin simplemente se ponía colorado.

—Chavales, esta es Bella Swan, mi… novia. —Le sonreí de oreja a oreja—. Bella, estos son los demás engendros de mi hermana, quiero decir, mis sobrinos. Jordan y Colin Greymont.

—Encantada de conocerla, señorita Swan. —Jordan le ofreció la mano.

Colin me miró como si me hubiera salido una segunda cabeza.

—Es verdad que ahora tienes novia —comentó asombrado.

Bella le dio la mano a Jordan y le dedicó una seductora sonrisa.

—Veo que has aprendido de tu tío Edward o puede que hasta de tu abuelo —le dijo después de que él le plantara un beso en la mano—. Tienes muy buenas maneras, Jordan. —Le guiñó el ojo y luego se dirigió a Colin—: Tú no tienes que besarme la mano, Colin, pero estoy encantada de conocerte.

Este asintió con la cabeza y la cara se le fue poniendo cada vez más roja.

—Un placer —repuso entre dientes con un rápido apretón de manos.

—Y ese tío tan guapo de ahí es el que procreó a los engendros, es decir, a todos estos niños que me acosan. —La pequeña Zara había aparecido y se me había pegado como con pegamento a un lado para no quedar excluida—. Freddy Greymont, mi cuñado, un brillante médico rural, el amor de la vida de mi hermana y el culpable de todo esto. —Levanté las palmas de las manos.

Fred se acercó a saludar a Bella y me echó una mirada que significaba que más tarde querría detalles, de hombre a hombre.

—Bella, es un gran placer conocerte por fin en persona. He escuchado hablar tanto de ti —Freddy me miró entrecerrando los ojos—. Casi todo a  través del padre de Hannah, eso sí; Edward no me cuenta nada. —Derrochó todo su encanto con Bella, algo que se le daba bien, al ser médico y eso.

—Gracias por este fin de semana en tu preciosa casa. Está siendo realmente perfecto —le dijo Bella—. Tienes una familia encantadora.

Seguro que el pobre estaba muy alucinado de verme con alguien. Conocía a Freddy desde hacía más de quince años y no recordaba haberle presentado nunca a una novia. Así que supongo que podría contar con algún tipo de interrogatorio por su parte. Este era otro de los que sabía muchos de mis secretos, pero no todos. Quizá debiera hablarle a Fred de los sueños y las pesadillas. Pero no puedo.

Bloqueé ese desagradable pensamiento y observé a Bella cautivar a mi familia hasta convertirlos en sus fans.

—Ese pan huele de maravilla, Hannah. —Bella se acercó a la encimera de la cocina para ver las barras de pan recién horneadas—. Hacía mucho tiempo que no hacía pan. Ha sido divertido hacerlo esta mañana.

—Para mí también —dijo Hannah—. ¿Quieres un poco? Estaba preparándome para tomar un té con Freddy y los niños. Pan recién hecho y mermelada de fresa casera.

—Suena divino, pero la ducha me llama después de una carrera tan larga y de caminar hasta aquí.

—Intentó aguantarse otro bostezo, pero fue imposible. Se tapó la boca con una elegante mano y murmuró—: De verdad que lo siento. No sé por qué estoy tan cansada. Debe de ser el aire fresco, que me da sueño.

Pillé la miradita de complicidad entre mi hermana y Freddy mientras nos íbamos. Simplemente negué con la cabeza y seguí a Bella escaleras arriba. Estoy seguro de que empezaron a reírse de mí en cuanto salimos de la habitación. Qué divertido que ahora mi familia meta las narices en cada detalle de mi vida privada, pensé. Supongo que será mejor que te vayas acostumbrando.

Bella se dirigió a la ducha y yo comprobé si tenía mensajes en el móvil. Mi ayudante, Esme, había prometido mandarme cualquier cosa potencialmente apremiante, pero me alegró ver que solo eran cosas sin importancia que podían esperar. Ahora mismo necesitaba lavarme y Bella estaba desnuda en la ducha.

—Eres consciente de que hay escasez de agua en Inglaterra, ¿verdad? —pregunté mientras me metía detrás de ella, toda resbaladiza con gel y agua caliente, y me volvía loco como siempre.

Se dio la vuelta para alcanzar el champú y me miró de arriba abajo.

—Creo que lo he visto en las noticias, sí.

—Así que supongo que tendremos que compartir el agua siempre que sea oportuno.

—Ya veo —dijo ella despacio, mientras sus ojos bajaban hasta mi sexo, que empezaba a despertar —. ¿Y crees que ahora mismo es oportuno?

—Extremadamente oportuno.

—Entonces por supuesto, adelante. —Se apartó del agua para que yo pudiera meterme debajo.

—Oh, voy a necesitarte más cerca si queremos sacar el máximo provecho de compartir el agua, nena.

— ¿Así de cerca está bien? —Dio un paso y la visión de su piel enrojecida y mojada provocó que se me hiciera la boca agua al pensar en probarla.

—No. —Negué con la cabeza—. Sigues estando a kilómetros de mí.

—Creí que te gustaba mirarme —dijo con coquetería.

—Oh, sí, nena. Me gusta mucho. —Asentí con la cabeza—. Pero lo que más me gusta es mirarte y tocarte al mismo tiempo.

Dio otro paso, lo que la situó a unos centímetros de distancia, nuestros cuerpos alineados pero aún sin tocarse mientras el agua caliente caía a raudales en el pequeño espacio que nos separaba.

Saboreé el momento de calor erótico que se arremolinaba entre nosotros, la expectación de lo que iba a llegar, porque sabía que muy pronto la estaría devorando con todos mis sentidos.

—Pero solo me estás mirando y no me tocas —susurró—, ¿cómo es eso?

—Oh, lo haré, nena. Lo haré. —Puse la boca en su cuello e inhalé el aroma de su piel, el jabón y el agua, todo mezclado en un embriagador elixir que solo me puso más caliente—. ¿Cuántas ganas tienes de que te toque?

—Muchísimas.

Podía escuchar el deseo en su voz, y me elevó aún más alto. No había nada más excitante que saber que ella quería eso conmigo. Presioné los labios en el punto justo debajo de su oreja y sentí un delicioso escalofrío por su parte.

— ¿Aquí? —pregunté.

—Sí. —Se arqueó ligeramente hacia atrás, haciendo que la punta de sus duros pezones me rozara la piel justo debajo del pecho.

— ¿O tal vez aquí es mejor? —La lamí desde el cuello, arrastré la lengua por su deliciosa piel, y seguí hacia abajo para encontrarme con uno de esos pezones endurecidos que suplicaban que los chupara.

—Ahhh, sí. —Ella se estremeció, se puso de puntillas y dejó esa preciosa, suave y rosada piel al borde de mis labios.

Saqué la lengua y le lamí solo la punta y en respuesta la escuché gemir con un sonido más suave.

Empezó a levantar los brazos hacia mí y yo retrocedí rápidamente.

—No. —Negué con la cabeza—. Nada de tocarme, nena. Esto es todo para ti. Saca las manos y apóyalas contra los azulejos, y quédate así para mí.

Podía ver cómo sus pechos se elevaban y bajaban cuando respiraba; sus ojos tenían destellos de un color marrón chocolate que me recordaba al color del sendero de nuestra carrera de esa mañana. Se puso en posición y también echó la cabeza hacia atrás, a la espera de que le diera la próxima orden. Verla someterse a mis instrucciones me afectaba. Estos juegos que practicábamos no se parecían a nada de lo que había experimentado antes con otra persona. También me empujaban hasta terrenos emocionales que tampoco había deseado nunca antes con nadie. Solo ella. Solo Bella me llevaba a ese lugar.

—Joder, estás tan sexi ahora mismo.

A ella le dio un escalofrío y tensó las caderas cuando pronuncié esas palabras; a continuación abrió bien los ojos y me miró con algo más que un poco de frustración. Volví a acercarme a ella y la observé temblar un poco más y respirar con más dificultad.

—Por favor…

— ¿Por favor qué, nena? —pregunté antes de tocarle rápidamente la punta del pezón con la lengua.

—Necesito que me toques —gimió en voz baja.

Le volví a lamer el pezón, esta vez formando un círculo alrededor de la oscura punta.

— ¿Así?

—Más que eso —jadeó, mientras luchaba por mantener las manos apoyadas en los azulejos de la ducha.

Pasé al otro pecho, lo agarré fuerte con la boca y terminé con un pellizquito con los dientes sobre el pezón. Se puso rígida bajo mi tacto y emitió el jadeo sexual más bonito que he escuchado nunca, suave, abandonado y precioso.

—Me gusta escuchar ese sonido salir de tu dulce boca, nena. Quiero escuchártelo una y otra vez.

¿Puedes volver a hacer ese sonido para mí? —Le capturé el otro pezón de la misma forma con la boca y deslicé la mano que tenía libre justo entre sus piernas—. Oh, joder, estás tan mojada, nena ¡Quiero escucharte! —Me concentré en su resbaladiza hendidura. Deslicé la mano de un lado a otro en su clítoris hasta que se derritió contra la pared de la ducha para mí en una perfecta sumisión sexual.

También hizo ese sonido para mí otra vez.

Dejé la mano en su sexo y la mirada en su cara, observando cada exquisita sacudida y ondulación de su cuerpo mientras la hacía tener un orgasmo. Después de un momento levantó la vista poco a poco hasta mis ojos y la mantuvo ahí.

—Eso ha sido precioso verlo —dije.

—Ahora quiero esto —susurró ella mientras me agarraba la polla y la hacía resbalar contra ese paraíso mojado y caliente que tenía entre sus piernas.

—Dilo con palabras. —Eché hacia atrás las caderas.

—Quiero tu polla dentro de mí.

—Conque sí, ¿eh? —Presioné hacia dentro, deslizando mi miembro de un lado a otro por sus labios vaginales, consiguiendo una buena fricción para mí y una segunda ronda de placer para ella.

— ¡Sí! ¡Por favor! —suplicó.

—Pero has sido mala y has quitado las manos de la pared. Te he dicho que las dejaras ahí —espeté, mientras seguía acariciándola dentro y fuera a través de sus resbaladizos pliegues.

—Lo siento…, no podía esperar…

—Eres tan impaciente, nena.

— ¡Lo sé!

— ¿Qué quieres de mí ahora? —pregunté, con mi boca en su cuello y mi polla aún moviéndose despacio ahí abajo.

—Quiero que me folles y que me hagas correrme otra vez —respondió ella con una voz tan baja, tan suplicante…, como si de verdad le fuese a hacer daño si no la follara. Se me encendió una bombillita cuando lo dijo de esa forma. Me daba permiso para llevarla más lejos de lo que habíamos llegado antes, de conseguir que se entregara más. Fue la mejor sensación del mundo. De todo el puto mundo.

—Ponme los brazos alrededor del cuello y sujétate. —La agarré por debajo de los muslos y la levanté—. ¡Envuelve las piernas a mi alrededor, nena, para que pueda darte lo que quieres!

Ella apretó las piernas en torno a mis caderas y la espalda contra los azulejos. Dijo mi nombre.

—Edward…

— ¿Sí, preciosa? —Ella jadeó—. Estás tan guapa esperando a que te folle contra la pared de la ducha… Te encanta que te follen contra las paredes, ¿verdad?

Sus ojos se abrieron y balanceó sus caderas abiertas contra mí con frustración.

— ¡Sí!

—Te voy a contar un pequeño secreto, nena.

— ¡¿Qué?! —protestó ella, sin una gota de paciencia.

Coloqué la punta justo a las puertas de su sexo y me sumergí hasta los testículos.

— ¡Oh, Dios mío! —gritó ella mientras me tomaba dentro y sus ojos se ponían en blanco por un instante.

—Me encanta follarte contra las paredes. —Empujé fuerte; la apretada presión de su sexo latía alrededor del mío y me hacía tambalearme en una bruma de placer inmediato tan intenso que no sabía cuánto tiempo iba a poder aguantar. Quería que durara para siempre—. ¿Recuerdas la noche que te follé contra la pared en tu piso? —dije con los dientes apretados—. Me gustó tanto entonces como me está gustando ahora.

—Sssssssí —siseó temblando a través de la potente embestida, con las manos agarradas con fuerza para hacer palanca—. Quería que lo hicieras. Me encantó. Odié que te fueses después.

Ahora ella estaba casi llorando mientras llegamos juntos hasta el frenesí, fundidos en cuerpo y mente. Bella estuvo allí mismo conmigo todo el camino. Conectamos tan perfectamente que casi dolía sentirlo. No casi… ¡dolíade verdad!

El sexo con Bella también dolía del gusto. Siempre lo había hecho y sabía que siempre lo haría.

— ¿Y qué te pedí que me dijeras aquella noche, nena? Fue la primera vez que me lo dijiste.

Sus ojos parpadeantes, cubiertos de placer, me apuñalaron con violencia, igual que mi polla estaba apuñalando su coño ahora mismo.

—Que soy tuya —susurró en voz baja.

—Sí. Eres-mía. —Empecé a añadir un pequeño giro circular a mis golpes y sentí sus músculos internos contraerse más—. Y ahora te vas a correr encima de mí. ¡Una-vez-más!

Bella se tensó mucho y sentí los espasmos comenzar en sus profundidades, exprimiendo mi sexo todo lo que pudo. ¡Oh, joder, sí! Se estremeció debajo de mí y se puso a hacer esos suaves sonidos que me encanta escucharle, los que me hacen volar. Y en un abrir y cerrar de ojos perdió totalmente el control en mis brazos mientras la atravesaba y el agua caliente caía a chorros sobre nosotros.

Me mandó hasta los límites del maldito sistema solar y luego más allá.

Y menos mal que se corrió entonces, porque si hubiese tenido que aguantarme un segundo más creo que habría muerto. Vi cómo sus ojos se encharcaban cuando llegó al clímax y disfruté al saber que yo había hecho que eso sucediese, y luego del glorioso ascenso y colisión de mi propia descarga cuando explotó dentro de ella…

Mis dientes estaban mordisqueándole el cuello y mi polla aún daba sacudidas dentro de ella cuando tomé conciencia de nosotros. No sé lo que me mantuvo de pie, sinceramente. Solo una reacción automática, creo, porque la estaba sujetando y no quería soltarla, pero no era consciente de mucho más aparte de eso. Estaba inmerso en la completa y total confusión sensual de Bella y mi amor por ella.

De la forma en que siempre me sentía después.

Le rocé el cuello con la lengua y bombeé el último resquicio de placer entre nosotros, busqué su boca y la besé con pasión. Si había una forma de colarse dentro de ella, entonces yo estaba allí. No sé por qué era así con ella y con nadie más. Simplemente lo era.

Abrió los ojos despacio, tan hermosa en su confusión pos orgásmica, y me dedicó una soñolienta sonrisa.

—Ahí está —dije.

Ella tragó saliva e hizo que su garganta se moviera, lo que llevó a mis ojos hasta la marca roja que le había dejado en el cuello con los dientes. Eso lo hacía mucho, y siempre me sentía culpable después. Aunque ella nunca se quejaba. Ni una sola vez había protestado por lo que le hacía cuando follábamos. A veces apenas parecía real.

—Voy a dejarte en el suelo, ¿vale?

Ella asintió con la cabeza.

Salí de Bella despacio y disfruté hasta del último segundo a la vez que me invadía una punzada al separarme de ella; se estaba tan bien ahí dentro. Se quedó de pie y me rodeó con los brazos. Nos quedamos allí bajo el agua de la ducha un par de minutos antes de lavarnos todo el sexo. Qué pena. Sé que me convertía en un cavernícola, pero me encantaba tener todo mi semen en ella.

Cerré el grifo y salí para acercar unas toallas. Ella me dejó que la secara, algo que me encantaba hacer cuando tenía tiempo, como ahora.

—Tengo que secarme el pelo —dijo con un suspiro.

Me envolví la toalla alrededor de la cintura y alcancé el batín de raso color crema que se había traído. La ayudé a ponérselo y le até el cinturón, mientras hacía pucheros porque ya no estaba desnuda.

—Qué pena que tengamos que taparlas. Una verdadera tragedia. —Rodeé sus dos preciosas tetas con las manos y las estrujé sobre el sedoso tejido.

Ella se encogió de dolor.

— ¿Te he hecho daño?

—En realidad no, es solo que están sensibles. —Bostezó y se puso la parte de delante de la muñeca sobre la boca para reprimirlo.

—Ahora de verdad que necesitas una siesta. Te he dejado totalmente hecha polvo. Lo siento, nena, es que no puedo evitarlo. ¿Me perdonas? —Le agarré la barbilla y le acaricié los labios con el pulgar.

—Perdonarte ¿por qué? ¿Por el polvo en la ducha? De eso nada, Cullen. —Negó con la cabeza de manera brusca.

—Entonces ¿ahora estás enfadada conmigo? —Me asaltó la duda y odié esa sensación.

—Para nada. Me ha encantado retomar la pared contigo. —Se rio de mí y borró todo mi temor.

—Muy bien, mi preciosa provocadora, siéntate y deja que te peine. —Le di una ligera palmada en el trasero y me reí de su pequeño saltito sobre el banco del tocador.

—Cuidado, Cullen —me advirtió.

— ¿O qué? —la desafié.

—Te quedarás sin futuros polvos contra la pared. Puedo hacerlo, ¿sabes…?, si quiero. —Me miró en el espejo con los ojos entrecerrados.

Le pasé el peine con cuidado por una parte del pelo y luego seguí con otra zona enredada.

—Ah, sí, podrías, pero ¿por qué diablos harías eso, nena? Te encantan mis polvos contra la pared casi tanto como que te peine. Probablemente más.

Ella suspiró.

—Cómo odio cuando tienes razón, Cullen.

Quince minutos más tarde, Bella tenía aún más sueño y el pelo seco, así que la metí en la cama.

Ella me miró mientras me vestía, y estaba muy sexi jugando con un mechón de pelo con el dedo.

— ¿Qué les vas a decir? —preguntó.

Me acerqué y la besé en la frente.

—Que te he follado hasta que te has quedado dormida.

Sus ojos se abrieron.

—No serías capaz…

Era mi turno de reír.

—No soy tan idiota, nena —dije mientras me señalaba el pecho con el pulgar—. ¿Qué crees que les voy a decir? Que estás durmiendo la siesta.

Negué con la cabeza.

—Van a pensar que soy una vaga por quedarme frita.

—No es verdad. Estás agotada y ayer estuviste enferma, y aún no creo que estés bien del todo. Me he dado cuenta de que no has desayunado mucho esta mañana y te quedabas atrás en la carrera.

Ella farfulló y me miró enfurecida.

¡No me he quedado atrás en la carrera, idiota!

¿Una cosa sobre Bella? Es lo más competitiva que os podáis imaginar. Juro que podría competir en motivación y determinación con algunos de los tíos que conocí en las Fuerzas especiales. Y nunca insinuéis que es débil físicamente. La pone furiosa.

Joder, pero qué guapa está cuando se enfada.

Me mordí el labio para no reírme de manera descarada y levanté las manos en señal de rendición.

—Vale, solo te has quedado atrás un poquitito. —Traté de calmarla con unos besos—. No hay nada malo en ello, puesto que estuviste enferma la noche pasada, nena. Tu cuerpo necesita recuperarse.

Descansa y te sentirás mejor. —Asentí con la cabeza—. Quiero que lo hagas.

Ella bajó la vista hasta la manta y la pellizcó de forma distraída.

— ¿Qué vas a hacer mientras estoy durmiendo?

—Tengo una cita con una belleza del pueblo. —Me encogí de hombros—. Es una auténtica rompecorazones. Pelo oscuro, grandes ojos azules, absolutamente despampanante. Aunque es muy bajita. —Hice un gesto con la mano—. Tiene predilección por los helados.

Ella se rio mientras volvía a bostezar.

—Siento perderme tu cita y no tomar helado con la belleza del pueblo. Es adorable. ¿Le harás una foto con el móvil para mí?

—Claro, nena. —Otro beso—. Ahora vete a dormir.

Mi chica ya estaba frita cuando salí de la habitación.

 

 

Capítulo 5: CAPÍTULO 4 Capítulo 7: CAPÍTULO 6

 
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