Zac Rasel
Kimberley era de verdad sociable, era una chica bastante dulce y amable.
Mi siguiente clase era deportes, pero el profesor había salido temprano, por lo que nos dieron esa hora libre en el campo de atletismo. Kimberley tenía la misma clase que yo, pero ella fue a practicar las rutinas con las animadoras, logre escuchar que se quedarían después de la hora de clases para practicar. El chico que había visto en la cafetería era quien llamaba mi atención, había estado haciendo un par de lanzamientos con un chico que yo no conocía, pero en su camisa llevaba el apellido Loor, por lo que pensé que ese sería su apellido. El parecía simpático, scarlett pareció notar que estaba mirándolo y fue hasta él para poner una mano en su hombro y besarlo en los labios. El se había sorprendido, pero no había puesto mucha resistencia que digamos. Eso me desagrado, era mi primer día de escuela en mucho tiempo y ella ya iba a comenzar con ese ridículo afán de saboteármelo todo.
Aparte la mirada y me dedique a seguir mirando mi libro sin leerlo, quería estar preparada para los exámenes de aceptación.
La hora de salida ya había llegado, pero yo no podía irme aún; el director Philllip había aceptado mi regreso con la condición de que presentara un par de exámenes, por lo que había tenido que quedarme después de la escuela para hacerlos.
Me dirigí al aula que me habían asignado para los exámenes, la biblioteca.
En el camino me encontré a Daniel.
-¡hey!, ¿te quedas ya?-
-si- murmure. Trate de reanudar mi marcha, pero él me lo impidió.
-escucha…-
-no, Dani, por favor no hablemos de eso- dije leyendo su mente
-solo quiero que sepas que te extrañé mucho y que estoy feliz de que estés de vuelta- murmuro con nostalgia. Le sonreí, me encantaba la forma tan profesional en la que hablaba.
-gracias, también te he extrañado mucho-
-espero que disfrutes tu estancia aquí-
-también yo- le sonreí.
-¿quieres que te espere para llevarte a tu casa cuando termines tus exámenes?- se ofreció con ternura.
-es muy amable de tu parte, pero vine en mi auto-
-¿vas a conducir?- inquirió preocupado. Agaché la vista, por lo visto nadie jamás iba a olvidarlo
-Daniel…- murmure.
-lo lamento, no quise ofenderte- y me dio un suave abrazo- conduce con cuidado ¿sí?-
-sí, gracias por preocuparte- él se rio entonadamente.
-¿no te has dado cuenta?- inquirió. Me separe de él.
-¿de qué?- el me miro a los ojos
-siempre me preocupo por ti- susurro como si de un secreto se tratara-, pero no se lo digas a nadie- bromeó. Le sonreí
-te veré luego-
-eso seguro- y reanude mi marcha.
-¿Rachel?-di media vuelta
-¿si?-
-bienvenida-
-ya lo habías dicho- le recordé- fue lo primero que dijiste-
-¿recuerdas lo que te dije cuando volviste de tus vacaciones y estabas deprimida?-
Mi mente se traslado al día de las vacaciones; tenía 8 años y había muerto Roky, mi perro. Amaba a Roky y cuando murió me deprimí en gran medida. Cuando vi a Dani me dio la bienvenida, yo la interprete como una bienvenida a casa, pero luego me di cuenta de que era una bienvenida a vivir de nuevo, el se encargo de ayudarme a olvidar la muerte de Roky y de que volviera a sonreír, no le costó mucho trabajo, yo tenía 8 años y era una de esas niñas que tenía una mala memoria para las desgracias.
-gracias- dije cuando reflexione el significado de “bienvenida”
-por nada, pero no quiero tener que darte más bienvenidas ¿de acuerdo?-dijo con el sarcasmo claramente notorio
-no tendrás que hacerlo de nuevo-
-¿lo prometes?-
-sí, lo prometo-
Me dirigí a la biblioteca; los exámenes habían sido bastante sencillos, claris me hacia estudiar y gracias a que era una magnifica profesora los exámenes eran pan comido, debía recordar darle las gracias.
Salí de la escuela y me dirigí a mi auto. Abrí l puerta y deje mi mochila en el asiento del copiloto y luego arranqué el auto, el rugido del motor no fue el habitual.
Baje de mi auto y abrí el cofre… ¡genial!, no sabía nada sobre autos. Maldije internamente.
Me di media vuelta para entrar en el edificio, recordaba mi celular con batería baja y quería usar el teléfono de monedas de la enfermería.
Abrí la puerta, al instante escuche como una voz masculina maldecía y el sonido de un libro al caer.
-¡rayos!- exclamo. Enfoque mi mirada en el chico, lo había golpeado con la puerta de madera.
-cielos, lo lamento mucho- me disculpe.
El emitió una risita sencilla, como si le causara gracia que me disculpara.
-no te preocupes, está bien-
Hice ademan de hincarme para ver si estaba bien, pero cuando lo vi a la luz me quede sin habla. El se puso de pie y me miro divertido.
-esto suele ser al revés- murmuro
-¿perdón?-
-olvídalo-
-lo siento de verdad, ¿estás bien?-
-sí, estoy bien, ¿Qué tal tu? ¿Tienes prisa por llegar a algún lugar?-
-pues… a mi casa, pero mi auto no arranca y necesito llamar a mi padre, seguro sabrá que hacer-
-¿tu auto?-
-si-
-¿Qué le pasa?- inquirió.
-no se absolutamente nada de autos- el me sonrió. Aparte la mirada para evitar ese cosquilleo en las rodillas que me provocaba su sonrisa, pero era demasiado cobarde como para perderme tal cosa, así que volví a mirarlo.
-pues… supongo que puedo echarle un vistazo-
-no quiero molestarte…-
-no es molestia- me interrumpió-, lo haré con gusto si me lo permites-
-¿enserio?- inquirí.
-sí, eres nueva en la escuela, debe ser horrible que algo así termine por arruinar tu primer día en la escuela-
-no te preocupes por eso- murmure sin ánimos.
El me abrió la puerta y me hizo señales para salir y por lo tanto, que lo dirigiera a mi auto.
-¿algo ya arruino tu día?-
-no, bueno, no exactamente-
-entiendo, no vas a contarme- murmuro como si acabara de llegar a una conclusión.
Llegamos a mi auto.
-¿puedes abrir el cofre?- me pregunto, yo asentí.
-no, es que…-
-¿Qué?-
-te vas a reír de mi- el bufó
-no pasara-
-lo dices porque aún no te lo cuento-
-te lo prometo, no voy a reírme-
-pues…- el me miro desaprobándome divertido. Suspire- es que… bueno… hay una chica que…-
-ah, claro- murmuro-: te dijeron algo ¿no?-
-no me lo dijo, es lo que me aterra- el me miro con una ceja fruncida.
-¿Qué te preocupa?- me pregunto repentinamente interesado, adore la forma en la que sus cejas casi se juntaban adoptando una pose preocupada. Así no resistiría ni un segundo en su presencia. Me recargue en el auto.
-es que sabe demasiado de mí-
-entonces… te preocupa que diga algún secreto sobre ti. ¿Amiga despechada?-
-para nada, me odia, jamás hemos podido llevarnos bien-
-¿Por qué? No luces como una chica desagradable- sentí un cosquilleo en el vientre.
-ella tampoco es desagradable, estoy segura de que no te lo parece- el dejo de prestarle atención al auto y trato de encontrar mi mirada.
-¿de qué hablas?-
-su nombre es… scarlett, scarlett Evans- el me miro confundido-. Sé que ella no te resulta desagradable porque es tu novia- trate de que mi voz no sonara decaída, pero no lo logre. El se encogió de hombros.
-ella… ella no es mi novia- murmuro un poco decaído
-pero, en el almuerzo ella y tu…-
-lo intento-
-¿de verdad?-
-sí. Pero ¿Qué tiene que ver contigo? ¿Qué sabe ella de ti?- trato de cambiar el tema. Volvió a analizar mi auto.
-pues… si te lo dijera tendría que matarte- murmure. El rio, lo mire sorprendida, tenía una sonrisa bastante deslumbrante, pero su risa era realmente única.
-¿Qué pasa contigo, chica?- pregunto. Lo mire desconcertada. El dejo de prestar atención al auto y me miro- ¿Qué tienes?-
-no te comprendo-
-¿Por qué me resultas tan familiar? ¿Nos conocemos de antes? -
-no, no lo creo. No tengo mucho contacto con la gente, creen que soy… inusual-
-si eres inusual, no suelo hablar con muchas chicas, tú tienes algo diferente en ti, eres más natural, me inspiras confianza, como si pudiera hablar contigo sin miedo a que pienses que diré algo inapropiado-
-no lo creo… te recordaría-
-¿Cómo te llamas, bonita?- pregunto. No pude evitar sonreír.
-soy Rachel-
-¿Rachel?- él lo medito- me suena familiar, ¿eres hija de Ryan y Saama Connor?-
-sí, esa misma-
El sonrió.
-wow… - murmuro- no puedo creerlo ¿bromeas?-
-no-
-no me recuerdas ¿verdad?- trate de hacer memoria, pero no me sonaba nada ese rostro.
-no, lo siento-
-soy zac, zac rasel-
En ese momento sentí uno de esos clics, ya lo recordaba.
Ese carisma propio de él que me parecía tan familiar, todo tenía sentido, el siempre me había parecido una personita hermosa y el hecho de que pudiera verlo y me resultara tan hermoso me hacia recordar un poco, pero ahora tenía sentido, si era él.
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