Cuando salí de la oficina, lo primero que hice fue ver el mapa del colegio y mi horario.
Mi primera clase del día era Literatura y era en el edificio 4. Así que me dirigí de nuevo al estacionamiento y vi que los edificios estaban enumerados, por lo que supuse que no me perdería, pero me equivoqué, en ninguna parte encontraba el edificio 4, por lo que apenas vi unos banquitos, me senté a ver de nuevo el mapa… ¡Quién diría que es fácil perderse en una escuela tan pequeña!...
-Hola- dijo una voz femenina que no conocía. Bueno, ¡como conocerla si yo era la nueva!
-Hola- dije algo tímida y levanté el rostro. Me encontré con la mirada de una chica que supuse tenía mi misma edad, lleva jeans azules y una gran chaqueta y también usaba lentes.
-Tu eres Isabella ¿verdad?- Preguntó la chica mientras se sentaba conmigo
-Bella, prefiero que me llamen Bella- dije- ¿Cuál es tu nombre?
-Ángela – dijo mientras me tendía su mano para estrecharla.
-Mucho gusto Ángela- le dije- ¡Oye! ¿Me podrías ayudar a encontrar el edificio 4 por favor?
-Claro, ¿cuál es tu primera clase?- preguntó mientras se levantaba
-Literatura.
-¡Hey, la mía también, vamos juntas!- dijo Ángela muy emocionada.
-Que bueno- dije aliviada- por lo menos conoceré a alguien cuando entre al salón.- Ángela rió con mi comentario y comenzamos a caminar hacia el salón.
En el camino Ángela me preguntó sobre mi antigua escuela, mis clases favoritas, mis pasatiempos y no se porque pero me sentí muy a gusto contestándole casi todo lo que me preguntaba, ya que cuando me preguntó sobre mis novios, me quedé callada.
-¡Bella!- gritó bajito- ¡no puedo creer que nunca hayas tenido novio!
-Es en serio, nunca se han fijado en mí- dije mientras bajaba la mirada.
-Pero creo que aquí va a ser diferente, todos los chicos te están mirando- dijo mientras sonreía ampliamente- ¡Hasta los Cullen se te han quedado viendo, que afortunada!-me dijo mientras me señalaba con la mirada a los 5 chicos, 3 chicos y 2 chicas, que me estaban viendo fijamente. Todos parecían modelos salidos de revistas de moda.
-Es imposible que todos me miren a mi Ángela, si lo hacen es solo porque soy la chica nueva, por más nada- dije mientras seguía caminando, ya no soportaba las miradas de los chicos a los que mi nueva amiga había nombrado como los Cullen.
-Bella, ¿Acaso no te viste esta mañana en el espejo?- me pregunto seria- ¡te ves absolutamente genial!, sinceramente amiga, te ves mejor que cualquier chica de este instituto- me dijo riendo.
-Ni de broma, Ángela vamos tarde- le dije, cambiando el tema drásticamente. Claro que me había visto en el espejo en la mañana, solo que ésta ropa nunca llamaría la atención en mi antigua escuela donde, a causa del calor, los chicos iban como si fueran a surfear, con shorts y franelillas, es decir, con poca tela; y en el caso de las chicas era mucha menos tela.
-¡Cierto! Al profesor Brown no le gusta que los alumnos lleguen tarde –dijo mientras reanudábamos la marca hacia el salón.
Antes de movernos de ese pasillo no pude evitar ver de nuevo a los Cullen, uno de los chicos, el de cabello dorado, todavía me veía, no pude reprimir en mis labios una sonrisa tonta mientras Ángela me halaba por el brazo para no llegar tarde al salón.
-Éste es el salón de literatura, Bella- dijo mientras nos parábamos frente a una gran puerta marrón.
Al entrar al salón ya se encontraban varios alumnos en sus asientos y hablando entre ellos y al vernos entrar quedaron casi en completo silencio. Creo que en ese momento mi cara debía parecer un gran tomate de lo roja que me puse.
-Vamos Bella, siéntate conmigo- dijo Ángela mientras se sentaba en uno de los asientos del medio del salón y me dejaba la ventana.
-Claro Áng… ehhh ¿no te importa que te diga Áng, verdad?- pregunté después de haberle puesto un apodo más corto que su nombre.
-Para nada Bella, ¡suena genial!- dijo y casi brincaba en su asiento de alegría.
-Hola linda- dijo la voz de un chico al que nunca había visto. Era de piel blanca y ojos azules, su cabello era exageradamente amarillo y me pregunté si utilizaba agua oxigenada…
-Hey- fue lo único que pude contestar.
-Mi nombre es Mike Newton, Mike para los amigos- dijo mientras me guiñaba un ojo.
-Bella-dije mientras le tendía mi mano derecha- mucho gusto el conocerte Mike- dije con voz tranquila.
-El gusto es mío linda- dijo
-Por favor, no me digas así, dime Bella- dije un poco grosera, pero es que ese apodo que me había puesto el chico Newton no me gustaba en lo más mínimo.
-Como digas lin… digo, Bella- dijo Newton mientras se dirigía a su asiento
-Gracias- dije en un susurro que solo Áng escuchó
-Bella, ¡le gustas a Mike!- dijo Áng
-Pues a mi no me parece… ¿Ni siquiera me conoce y ya le gusto?, eso es imposible- dije bajito para que nadie me escuchara.
-Pues verás que si, Bella él juega Football en el equipo, es súper guapo y se ve interesado – dijo mientras volteaba a ver a Mike, el cual no dejaba de verme.
-No importa Áng, no me importa si es hijo del presidente o si es un Dios Griego caído del cielo, si no me hace sentir bien desde que habla por primera vez, solo lo veo como un chico más, no creo que lo llegue a ver ni siquiera como un amigo.
-Ay Bella, que exigente eres… Ya veo porque no has tenido novio- dijo mientras me miraba de reojo y reía bajito
-Si, es por eso mismo y porque el “Hola linda”- dije remedando el tono de Mike – no es nada original que digamos.
-tienes razón amiga- dijo – creo que me deje llevar.
-Eso creo…
Y entonces entró el profesor Brown, era un hombre alto y delgado que traía un gran televisor con él.
-Chicos, chicos- llamó el profesor- hoy vamos a ver Troya, una película que tiene que ver con nuestro primer tema de clase, espero que le pongan mucha atención.
Apenas el profesor terminó de acomodar el televisor y el DVD con la película, apagó la luz y las imágenes tomaron lugar en la pantalla. No pude evitar apoyar mi barbilla en mis brazos y ver hacia la ventana, esa película me la sabía de memoria y… recordé la mirada de aquel chico de cabello dorado que había visto en el pasillo, la forma como estaba parado, como sonreía a los otros con los que estaba, era sencillamente fuera de éste mundo.
Así pasé esas dos horas de clase, me di cuenta que había acabado cuando Ángela me llamó para que saliéramos del salón a la siguiente clase.
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