DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 197726
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 7: Trato peligroso

Ocultaba algo.Edward estaba seguro.En la biblioteca,le había parecido inquieta y tras la cena no se la veía más relajada.

Se diría que no había leído la carta,aunque aseguraba haberlo hecho.Su disculpa y su exposición de lo que esperaba obtener de futuros encuentros eran francas y directas,pero ella actuaba como si no supiera muy bien qué hacer o no se atreviera a decirle lo que pensaba.

Él estaba sentado a un extremo de la larga mesa;ella, instalada al otro lado,comía con movimientos precisos,sin apartar la vista del plato,como si temiera su desaparición al más mínimo parpadeo.Estaba acostumbrado a que lo deleitara con los chismes de una u otra persona.La política nacional le preocupaba poco,pero conocía bien los asuntos personales de la aristocracia inglesa:si tal frecuentaba a cual,si éste debía cortejar a aquélla,qué damas gozaban de una reputación inmaculada y cuáles se comportaban de forma censurable o inspiraban desconfianza,como en el caso de lady Rosalie Hale y sus escandalosas manos desnudas.

—No sabía que lady Rosalie Hale estuviera interesada en mí—dijo dulcemente en un intento de salvar el inmenso silencio que los separaba.

Ella dejó el tenedor,le indicó al lacayo que le retirara el plato y se limpió la boca con delicadeza.Él,ansioso por volver a besarla,habría preferido no reparar en sus labios.

—Todas las damas se interesan por ti—respondió por fin,traspasándolo con la mirada—.Por eso es tan importante que te tomen medidas para el atuendo de caza.El sastre me ha dicho que has vuelto a cancelar vuestra cita.

—Poco después de que salieras corriendo he ido a dar un paseo para ordenar mis ideas y te he visto en el parque.

—Yo no te he visto a ti.

—Estaba demasiado lejos.Cuando he querido llegar hasta allí ya te habías ido.Parecías triste.

—No estaba triste.Observaba a los niños.

—Un entretenimiento doloroso.

—¿Por qué?

Ojalá se hubiera limitado a decirle que había ido a dar un paseo.No tenía intención de adentrarse en un terreno tan incómodo.

—Supongo que porque es duro contemplar lo que no puedes tener—contestó él.

—Dado que hemos ido al museo dos veces,deduzco que te gusta ver las pinturas.

—Ciertamente.

—Pero no puedes comprarlas todas.

—No,no puedo—contestó el conde reprimiendo una sonrisa.

—¿Reduce eso tu entusiasmo por el arte?

—Al contrario,me hace valorarlo más.

—Ahí lo tienes.—Hizo una seña para que les sirvieran más vino.

—No soportas la compasión¿verdad?

—No especialmente.Tampoco me gusta decirle al sastre que estarás en casa y que luego no estés.

Otra vez la maldita ropa.

—Iré a verlo mañana para que me tome medidas—le aseguró.

—He dedicado mucho tiempo y esfuerzo a elegir los tejidos que más te favorecen.Muchos ignoran que el color puede realzar la apariencia física tanto como el estilo de la prenda.No me agrada pensar que he perdido el tiempo.

—Te aseguro,Bella,que agradezco todo lo que has hecho por mí.No sé cómo me las habría arreglado sin ti.—Entonces,incapaz de soportar más la distancia que los separaba,se levantó de la silla,cogió su plato,sus cubiertos y su copa de vino y se encaminó hacia el otro extremo de la mesa.

—¿Qué haces?—inquirió Bella presa del pánico.

El conde dejó sus cosas junto a ella,tomó una silla y se sentó.

—Cenar contigo.

—Eso no está bien.

—¿Qué más da estando los dos solos?Mi padre siempre se sentaba al lado de mi madre.Así no tenían que levantar la voz para hablarse.Cuando me siento en el otro extremo de la mesa,tengo la impresión de que tú estás en un escenario y yo soy tu público.Así está mejor,¿no te parece?

—Me parece que si te relajas adquirirás malos hábitos.

—No me importa asumir ese riesgo.

—Si voy a instruirte,tendré que hacerlo en todos los aspectos.

—Pues instrúyeme en éste.Black ha dejado sus documentos en mi mesa y los he estudiado detenidamente.Contienen detalles de todas las compras.Me ha sorprendido lo sencillas que eran muchas de las prendas.

Con mano temblorosa,Bella cogió su copa y dio un sorbo mayor de lo usual antes de responder.

—Tengo ocasión de llevar prendas sencillas.

—¿Y cómo explicas las muñecas?

—Son un entretenimiento.Las colecciono.

—Nunca he visto ninguna por aquí.

—Las guardo en una habitación donde me distraigo yo sola.

Él la miraba intentando averiguar por qué estaba tan nerviosa y qué podía llevarla a mentir.

—Pensaba que el objeto de una colección era exhibir las piezas…

—El objeto de una colección no es otro que…coleccionar.

—¿De qué tienes miedo?

—No tengo miedo de nada.

—Todos tenemos miedo de algo.

—¿Y tú?¿De qué tienes miedo tú?—le devolvió la pregunta.

—Tengo miedo de no encontrar nunca el amor,de vivir una vida solitaria y de llegar a la vejez sin otra cosa que descontento.

Ella lo miró como si jamás hubiera visto una criatura más triste.

—¿No entiendes que no deberías mostrarte tal como eres?

—Si no lo hago,¿cómo voy a esperar que alguien me conozca de verdad,que confíe en mí?

—¿Por qué no te contentas con la superficie?

—Porque no es la superficie lo que me atrae de ti.

Bella se levantó de la silla como si quemara.

—No tengo intención de hablar de algo tan privado en presencia del servicio.Te veré en el estudio en cuanto hayas terminado de cenar.

Salió del comedor como lo haría una mujer ultrajada.El conde no sabía muy bien qué pensar,ni cómo reaccionar.No se le daban mal las mujeres.Al contrario,había disfrutado de la compañía de unas cuantas y le parecía que estaban a gusto con él.Aunque ninguna había estado casada con el viejo conde y de las que lo conocían,por lo que había podido averiguar,pocas lo apreciaban.

Con un suspiro,se levantó de la mesa.Tal vez ella pensara que todos los condes de Forks estaban cortados por el mismo patrón.

Abandonó el comedor y recorrió el pasillo hasta el estudio.Dentro,Bella contemplaba la noche por la ventana.La luz de la lumbre se reflejaba caprichosa en su precioso cabello,en la delicada superficie de su cuello y en sus hombros femeninos.En momentos así,le costaba verla como la mujer altiva que a menudo parecía ser.

—¿Prefieres que me vaya de tu casa?—preguntó él.

—No es mi casa.—Lo miró por encima del hombro—.Todo esto es tuyo.No pienses que lo he olvidado.Sé que vivo aquí gracias a tu bondad y tu generosidad.Puedes pedirme o exigirme lo que tú desees y no tendré más remedio que satisfacerte,hasta que al fin encuentre un marido que cuide de mí.

—No eres mi esclava,Bella.

—Pero tú me mantienes,¿no es así?El viejo Forks,que en paz descanse,me excluyó de su testamento,como bien te comentó Black.

Tal vez ése fuera el problema.Edward no podía imaginarse en la situación de Bella,siempre pendiente de la generosidad de su benefactor.¿De qué iba a vivir sin ella?

—Esta tarde me preguntabas por qué me empeño en encontrarte esposa-prosiguió Bella detectando el curso de sus pensamientos—.Lo cierto es que siempre he pensado que si puedo influir en tu decisión quizá logre que te cases con una mujer benévola que no se deshaga de mí hasta que encuentre a mi duque.

Detectó que pestañeaba para ocultar las lágrimas antes de mirarlo a la cara.La visión de aquel orgullo doliente lo desarmó por completo.

—Los duques escasean—prosiguió ella—.Sobre todo los viudos con heredero.Es más probable que te cases antes que yo.¿Qué será de mí entonces?

—Jamás te pondría en la calle.

Ella le concedió una sonrisa triste.

—Es fácil prometerlo,pero será difícil cumplirlo cuando tengas que velar por la felicidad de otra mujer.

—Jamás te pondría en la calle—repitió él apretando los dientes.

Ella sonrió de verdad y sus ojos recuperaron el brillo.

—Aunque si tenemos en cuenta todos los requisitos que enumerabas esta tarde,tal vez no te resulte tan fácil encontrar esposa.

—Probablemente no.—Quería abrazarla,no besarla,sólo estrecharla en sus brazos y ofrecerle consuelo.Pero ella no buscaba consuelo físico o espiritual sino estabilidad económica.

Una idea empezó a forjarse en su mente.El viejo Forks no había previsto la manutención de Bella,pero él podía hacerlo y lograr así su tranquilidad.

—¿Cuánto necesitarías para vivir holgadamente?

—Has decidido que Blakc está en lo cierto,que necesito una asignación—intervino Bella,de pronto derrotada.

—No,en absoluto.Pero admito que me he aprovechado.Tú has tenido la bondad de tomarme bajo tu tutela y yo he hecho poco por agradecértelo.No me debes este servicio,ni espero que me regales tu tiempo.A mí me pagaban por enseñar.Me has estado enseñando y por tanto debes tener tu salario,un dinero que puedas gastar como te plazca sin que Black cuestione un solo penique.¿Valdría con cien libras al mes?

—Eso es más que generoso—acertó a decir Bella,boquiabierta—.Pero hay poco más que pueda enseñarte—añadió.

—Al contrario.Conoces muy bien a las damas londinenses.Quiero que me ayudes a encontrar esposa,pero prefiero que cumpla mis requisitos a los tuyos.Te pagaré un sueldo hasta que me case.

—Sé que no eres tonto y te habrás dado cuenta de que,si te encuentro esposa,salgo perdiendo,por lo que terminaré viéndole pegas a cualquier dama que se te acerque—aclaró ella,mirándolo con recelo.

—Confío en que no seas tan desaprensiva.

Él casi podía ver los engranajes de su mente femenina a pleno funcionamiento.

—A cambio—prosiguió—como te preocupa que mi esposa me convenza de que te ponga en la calle y dudas de mi palabra al respecto,te propongo un trato:si me encuentras una esposa que cumpla mis requisitos y no los tuyos,te abonaré una suma final de…veinte mil libras—concluyó tras repasar mentalmente la contabilidad para establecer una cifra que pudiera permitirse sin problemas.

Bella retrocedió tambaleándose y se habría caído de no ser por la ventana que tenía a su espalda.

—Ésa es una suma principesca con la que podría aportar al matrimonio algo más que mi persona.

—Y en caso de que sigas soltera,estarás cubierta.Si inviertes el dinero,te producirá una sustanciosa renta anual.

—Ciertamente.—Se apartó de la ventana y empezó a pasear nerviosa de un lado a otro—.Lo malo es que,con tus requisitos,mi labor será prácticamente imposible—añadió deteniéndose bruscamente para mirarlo a la cara—.¿Y si te encuentro una esposa que no cumpla todos tus requisitos?

—Sí,supongo que son demasiados y algunos no del todo razonables.En última instancia,me conformaría con que me hiciera feliz,pero en principio debes tenerlos todos presentes.

Ella sonrió y a él le pareció que algo había cambiado en su interior,porque era la sonrisa más cálida que jamás le había visto.

—Me complacerá ayudarte a encontrar la esposa de tus sueños.

—Entonces,trato hecho.

—Trato hecho.

—Supongo que no es necesario que lo sellemos con un beso—tanteó él.

—En absoluto.Tampoco se trata de un documento que debamos firmar.Creo que bastará con un apretón de manos.

Ella le tendió la mano.Como habían estado cenando,ninguno de los dos llevaba guantes.Antes de estrechársela lentamente,él tragó saliva.A Bella le sorprendió la intimidad de un gesto tan informal.Cuando iban a cenar,su mano desnuda solía descansar en el brazo de la chaqueta del conde,pero éste jamás se había atrevido a sujetarla con la suya.

La piel de la condesa era suave;las palmas de ambos,cálidas.Al conde se le hizo un nudo en el estómago y se preguntó si ella sentía lo mismo.Por un instante,imaginó el fuego que podría generar el contacto absoluto de sus cuerpos desnudos.De pronto,alerta a la dirección que tomaban los pensamientos de Edward, Bella se zafó bruscamente.

—Espero que jamás lamentemos el trato que hemos hecho—declaró.

Pero su voz sonaba dulce y grave,como los susurros que se pronuncian bajo las sábanas de madrugada,de lo que Edward dedujo que el contacto de su piel había tenido en ella el mismo efecto que el de la suya en él.

 El conde asintió enérgicamente con la cabeza por temor a que la ronquera de su propia voz revelara que ya lamentaba muchas de las promesas que había hecho aquel día.

Capítulo 6: La cena Capítulo 8: Conocimientos

 


 


 
14449292 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10763 usuarios