DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 197717
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

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Capítulo 40: Enfadado

Mientras Jessica le cepillaba el pelo,Bella estudiaba su reflejo en el espejo e intentaba averiguar qué había cambiado en ella,porque sin duda alguna su aspecto exterior tenía que haber cambiado para que el duque de Tanner se mostrara interesado por ella.Pensó que quizá se la veía algo más joven,muy posiblemente como consecuencia de las sesiones de patinaje a que se sometían Edward y ella.Sus labios parecían algo más flexibles y su mirada más tierna.

—¿Ocurre algo,milady?—inquirió Jessica.

—¿Me ves distinta?

—La veo…más feliz.

—¿Más feliz?Sí,supongo que sí.

Le debía a Edward buena parte de esa felicidad.Él había logrado apartarla de sus preocupaciones y convertir el aprendizaje en algo divertido.Le encantaba estar con él.Lástima que no fuera duque y que ella fuera estéril.

El duque de Tanner era un caballero amable y le agradaba su compañía.La hacía sonreír,incluso la había hecho reír una o dos veces,pero sabía que jamás lograría conmoverla,estremecerla o alegrarle el alma.¡Menuda cantidad de bobadas románticas!Pasaba demasiado tiempo con Edward y él la inducía a creer en cosas imposibles.

Como atraído por los pensamientos de Bella,Edward apareció de pronto en su dormitorio.No había oído a Jessica abrir la puerta,pero por lo visto lo había hecho,porque había dejado de peinarla y miraba fijamente al conde como si fuera un demonio salido del infierno.

Dada la inusual severidad del gesto de Edward,Bella podía entender perfectamente su sorpresa.

—Déjanos—le ordenó él a la muchacha en un tono que no daba pie a réplica.

Jessica salió inmediatamente de la habitación y Edward cerró la puerta tras ella.Bella se puso en pie.

—Edward…

Antes de que pudiera reprenderlo como correspondía por irrumpir en su dormitorio sin previo aviso y en presencia de una criada,él recorrió la distancia que los separaba,la tomó en sus brazos y la besó.No hizo gala de su ternura habitual;parecía desesperado por poseerla.

Bella percibía con sus propias manos la urgencia de Edward en la tensión de su cuerpo.En otra época,se habría sentido aterrada,pero en aquel instante sólo deseaba la satisfacción que él podía proporcionarle.Había pasado la mayor parte del día coqueteando con otro hombre sin dejar de pensar en el.Al verlo pasear con otra mujer,había sentido deseos de arrancarle los ojos.Le había dolido y mucho,que se interesara tan rápidamente por otra.Sin embargo,allí estaba,cubriendo con sus cálidos labios los de ella,recorriéndole el cuerpo con las manos como si hubiera olvidado el tacto de cada una de sus curvas y estuviera ansioso por recordarlo.

Bella oyó el desgarro de una prenda,pero no le importó.Ya se encargaría de eso más tarde.Lo único que quería ahora era sentir el contacto de su piel.Él la tomó en brazos,atravesó la habitación y la tiró en la cama sin más ceremonias.

Aquel comportamiento era inusual en él.Al mirarlo a la cara,Bella dudó por un instante y sintió una pizca de miedo.Jamás había visto un gesto tan fiero en su hermoso semblante.Tenía los ojos encendidos,la respiración agitada y la boca rígida como la de un guerrero.Se quitó la ropa con la violencia del que se siente estrangulado por ella.

Después la cubrió con su cuerpo y se introdujo en su interior con un empujón prolongado y vigoroso que la hizo gritar,no porque no estuviera preparada,sino por lo mucho que deseaba tenerlo dentro.Él se agitó en su interior con fuerza,rapidez y violencia.Ella le siguió el ritmo,clavándole las uñas en las nalgas,agarrándolo fuerte mientras la sangre le hervía por todo el cuerpo como sabía que le hervía a él.

Era una locura,un delirio,pero Bella no podía evitar rendirse a aquella cópula animal tan impropia de él y que ella encontró excitante cuando debería haberla aterrado.Se trataba de Edward,de su queridísimo Edward,que jamás le haría daño,que no la despreciaba por muchos secretos que tuviera.

El placer surgió más rápida e intensamente que nunca.Gritaron al unísono,se arquearon,jadearon,se estremecieron,se abrazaron.

Tumbada debajo de él,invadida de espasmos que le recorrían el cuerpo entero,Bella contuvo las lágrimas mientras sentía el peso del cuerpo de Edward contra el suyo,su agitada respiración en el oído y su rostro alojado junto al cuello.

—¿Satisfecho?—preguntó ella.

—No—respondió él apartándose de ella como una bala.

Al tiempo que se cubría con una manta,Bella lo vio pasearse nervioso junto a la cama,pasándose las manos por el pelo una y otra vez,con la respiración aún agitada y la mirada todavía furiosa.

—¿Qué demonios pasa,Edward?

Él se detuvo bruscamente y le lanzó una mirada rabiosa.

—No soporto verte con Tanner.

—¿Así que se te ha ocurrido venir a mi dormitorio y poseerme como un bárbaro?

—¿Te he hecho daño?—preguntó de pronto,asustado.

Su voz sonaba ronca y ella pensó que nada de lo que él hiciera podía causarle tanto daño como el que ella sabía que tendría que causarle a él.

—No—respondió negando lentamente con la cabeza.

Edward se agarró a uno de los postes de la cama y se apoyó en él como si necesitara un soporte para mantenerse en pie.

—Te quiero,Bella.No imaginas cómo me siento cuando te veo reír con otro hombre y mirarlo como si pudiera ofrecerte el mundo.

—Me gusta el duque de Tanner.

—Ya lo he visto.Me he sentido como si me hubieran atravesado el corazón con una espada.

A Bella se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Yo también te quiero,Edward—dijo,poniéndose de rodillas sobre el lecho.

—Pues cásate conmigo.

Aquella súplica tan sentida casi fue su perdición,pero se obligó a mantenerse firme y resuelta por los dos.

—No puedo darte un heredero.

Edward se sentó en el borde de la cama y le acarició tiernamente el rostro.

—Entonces no tendré descendencia.

—¿Y cargarás a Emmett con esa responsabilidad propia de tu título?

—Yo no pedí el maldito título.¿Debo sacrificar mi felicidad por algo que nunca quise?

—Ha recaído sobre ti,lo quieras o no.—Le apartó el pelo de la frente—.No creo que seas la clase de hombre que incumple sus obligaciones.

Con un profundo suspiro,Edward se tumbó junto a ella y la abrazó mientras le acariciaba el brazo.

—Lo haría si me lo permitieras.

—No,no lo harías.

—¿Y si no fueras estéril?—preguntó él—.¿Renunciarías a tu duque por un conde?

—No—dijo ella en voz baja y sintió como lo recorría la decepción.Se recostó ligeramente para poder mirarlo a los ojos—.Renunciaría a él por ti.

Edward profirió un gruñido grave,cerró los ojos y la abrazó con fuerza.

—¿Hay alguna posibilidad de que no lo seas?

—Lo dudo.El viejo Forks tuvo un hijo.Visitaba mi cama a menudo y jamás me dejó embarazada.

—Pero sólo tuvo un hijo con la primera condesa.Quizá le ocurrió algo a su simiente.

—No lo creo—admitió por fin Bella tras un instante de duda—.Además,con todo el tiempo que tú y yo llevamos juntos,creo que si existiera la posibilidad ya me habría quedado embarazada.

—Entonces,¿esto es todo lo que podemos tener?Estas visitas furtivas a medianoche…

—La de hoy no ha sido precisamente «furtiva».

—Me sentía atormentado de verte con Tanner.

—Pues tú no pareces llevarte mal con su hija.

—Me limito a ser un buen anfitrión.

—Es guapa y agradable.Sería una buena esposa.

—Lo último que quiero es casarme con alguien de la misma familia que tú para que nuestros caminos se crucen constantemente.Sería una auténtica tortura.

—Nos daría la oportunidad de estar juntos.Conozco a algunas damas nobles que viajan abiertamente con sus amantes mientras sus maridos hacen lo mismo.Me parecen parejas inteligentes y modernas.

Se hizo el silencio y ella se preguntó si Edward estaría ponderando las posibilidades que existirían de casarse con la hija del marido de ella.

—No seré infiel a mi esposa,Bella—dijo por fin con voz dulce.

La decepción y la alegría se apoderaron de ella a un tiempo.Sabía que él pensaría así.Se puso de pie y lo miró a los ojos.

—Entonces sí:el tiempo que nos quede hasta que uno de los dos se case es lo único que podemos tener.

—Pues más vale que lo aprovechemos,¿no te parece?

Acto seguido,se dispuso a hacer precisamente eso.

Capítulo 39: Resignacion Capítulo 41: Celosa

 


 


 
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