DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 197665
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

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Capítulo 51: El regreso

Bella estaba sentada en la biblioteca,con el libro que leía en su regazo,atiborrado de pedazos de papel que señalaban las páginas en las que había encontrado palabras difíciles.Si los libros no fueran tan valiosos,si no los respetara tanto,habría marcado las palabras con un círculo en el propio libro.Sin embargo,había preferido escribirlas en una hoja aparte.No obstante,el procedimiento no le agradaba.Su frustración era creciente,igual que su furia.

¡Dos semanas!Edward llevaba dos semanas fuera.Si hubiera sabido que iba a tardar tanto en volver,habría insistido en acompañarlo.Lo echaba muchísimo de menos.¿Cómo demonios iba a sobrevivir cuando se casara con otro hombre?

No era sólo el acostarse con él.Añoraba su presencia,aunque no estuvieran en la misma habitación:el solo hecho de saber que él andaba por ahí la tranquilizaba.Echaba de menos el modo en que se ponía un dedo sobre el labio cuando leía y los sustos que le daba el lacayo cuando entraba a retirar los platos durante la cena,como si no pudiera llegar a acostumbrarse a que alguien atendiera sus necesidades.

Echaba de menos cómo olía después del baño y después de hacer el amor.

Añoraba su voz,sus manos,su sonrisa,su risa.Lo echaba de menos todo.

Si él la extrañaba tanto como ella a él,¿por qué no había vuelto inmediatamente? ¿Qué demonios hacía en Londres y por qué tardaba tanto?

Levantó la mirada al oír los pasos del mayordomo que entraba en la estancia.

—Ha llegado el conde de Forks,señora.Está en el despacho.

El alivio la inundó,se llenó de alegría y su enfado con Edward se evaporó.

—Ya era hora.Pensé que no iba a llegar nunca—dijo mientras se levantaba de un brinco,dejaba el libro en la silla y salía corriendo de la biblioteca.Al pasar junto al mayordomo,le dio un apretón en el brazo que lo dejó pasmado—.Dígale a la cocinera que empiece a preparar la cena.Seguro que viene con hambre.Tiene tan buen apetito.

Salió disparada al pasillo,saludando a los lacayos y las criadas a su paso.

—Ha vuelto el señor—canturreó—.Ya está en casa.Está en casa.Ha vuelto.

Se detuvo delante de un espejo en el vestíbulo,se retocó el peinado,se pellizcó las mejillas y se mordió los labios para darles algo de color.Lo besaría en cuanto lo viera.Eso le colorearía el cuerpo entero.Y a él el suyo.

Respiró hondo.¿Por qué no iba a demostrarle lo mucho que le alegraba su regreso?Se habían prometido que no habría más secretos.

Al entrar en el despacho llena de entusiasmo,se detuvo en seco.Edward no estaba allí. La única persona que había en la estancia era un hombre alto,de pelo oscuro.Estaba de espaldas,estudiando un retrato colgado sobre la chimenea,un retrato de la primera esposa del viejo conde.

Llevaba un abrigo negro que le llegaba hasta las pantorrillas y sostenía un sombrero de ala ancha similar a uno que Bella había visto en una novela de vaqueros.

Él se volvió,de pronto consciente de su presencia.Llevaba las botas de puntera más afilada que la condesa había visto jamás.Sus pantalones y su camisa no eran los que un caballero de visita habría llevado.Su pelo oscuro necesitaba unos retoques,igual que el espeso bigote que perfilaba su boca.Sus profundos ojos pardos parecían evaluarla como si ya la conociera.

Había algo vagamente familiar en él que le produjo un escalofrío.

—¿En qué puedo ayudarle?—preguntó la condesa.

—Señora—dijo inclinando ligeramente la cabeza—,espero a la condesa de Forks.

Tenía una voz grave y hablaba con cierto dejo arrastrado.

—Yo soy la condesa de Forks—respondió Bella ladeando la barbilla—.¿Y usted es…?

Casi sin ganas,el vaquero esbozó una sonrisa.

—Por lo visto ahora soy el conde de Forks.—Señaló el retrato—.¿Es ésa mi madre?

Bella asintió con la cabeza,sin saber muy bien cómo lograba seguir allí.Quería salir corriendo y encontrar a Edward.

—¿Dónde…?¿Dónde está…?—¿Cómo tenía que llamarlo ahora?Se aclaró la garganta—.¿Dónde está el señor Cullen?

—Se ha ido a casa.

—¿A casa?—repitió.

—Sí,señora.

—No entiendo—dijo Bella negando con la cabeza—.¿Está en su dormitorio?—¿La estaba esperando allí,desnudándose y preparándose para recibirla?

—No,señora.No me refiero a esta casa sino a la otra.Torterra creo recordar.Me pidió que le diera esto.

La condesa miró fijamente el paquete,envuelto en papel blanco y sujeto con un cordel,como si fuera a morderla.

—¿Qué es?—espetó.

—No me lo dijo,señora.

Bella cogió el paquete y respiró hondo,sin olvidar quién era y lo que era,quién era aquel hombre que tenía delante y lo que era para ella.

—Debe de estar cansado del viaje.Le he pedido a la cocinera que prepare la cena.Le diré al mayordomo que le muestre sus habitaciones.Cuando se haya instalado,nos veremos para la cena.—Retrocedió un paso—.Si me disculpa,milord,debo encargarme de este asunto—añadió sosteniendo en alto el paquete.

Antes de que él pudiera responder,la condesa dio media vuelta,salió disparada de la estancia y echó a correr.Corrió por el pasillo,por la escalera;entró a toda prisa en el dormitorio y se sentó en la cama.Con manos temblorosas,rompió el cordel,retiró el envoltorio y abrió la caja.Había una carta.La sacó de la caja y debajo encontró el collar de perlas más hermoso que había visto jamás.Dejó a un lado la caja y el collar y se centró en lo que más le importaba:la carta,las palabras de Edward,sus pensamientos.

 

Mi querida Bella:

Supongo que en estos momentos estarás furiosa.Cuando me fui,sabía que no volvería,pero no soportaba la idea de una despedida y la despedida era lo único que nos quedaba.

El verdadero conde de Forks te considera justa perceptora de las veinte mil libras y ha dado instrucciones a Black para que te las abone inmediatamente.Me temo que a Black le va a costar tanto lidiar con el verdadero conde como conmigo.

A ti,querida mía,te envío un regalo.Cuélgate estas perlas del cuello o guárdalas bajo la almohada,donde te hagan más feliz porque felicidad es lo único que te deseo.

Te quiero.Siempre te querré.Gracias por darme tantos momentos que recordar.

Siempre tuyo,

edward

 

Las lágrimas le inundaron el rostro y salpicaron el papel.Tenía razón.Sin duda la tenía.La despedida era lo único que les quedaba.Entonces o dentro de unos meses.¡Qué más daba!El dolor habría sido igual de intenso.

Ella tenía a su duque.Sería duquesa.Sería feliz.Lo sería.

Si conseguía reponerse de aquella ruptura.

Capítulo 50: Lord Forks Capítulo 52: Volver a empezar

 


 


 
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