DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 197684
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 29: Discursiones

Forks Hall era un edificio enorme,frío,sepulcral y terriblemente tranquilo.

Edward no podía decir que no le gustara,pero cuando lo recorría—como hacía en aquel momento—,tenía la sensación de que le quedaba grande.Los sirvientes se movían por los pasillos como fantasmas silenciosos,constantemente preocupados por no molestar al señor de la casa.

Siempre había disfrutado del estruendo de cacharros,del sonido del rodillo al amasar el pan,del olor a harina y a canela y del jovial canturreo de la cocinera.Toda aquella actividad parecía no existir allí,aunque las deliciosas comidas que le presentaban cada noche en la enorme mesa del comedor demostraban lo contrario.

Una serie de retratos de marco dorado adornaba las paredes.Las alcobas albergaban estatuas de mármol,muchas de ellas de dudoso gusto.Había armaduras montadas,de manera que varias puertas de la casa parecían guardadas por caballeros dispuestos a saludarlo en cualquier momento.

El edificio tenía demasiadas habitaciones para un solo hombre.Le costaba entenderlo.Suponía que si hubiera crecido en medio de todo aquello quizá lo apreciara más,pero de momento le parecía un desperdicio de materiales y de objetos.Setenta y cuatro estancias.¿Para qué quería un hombre setenta y cuatro estancias?

El lugar entero le resultaba ostentoso.Bella,por el contrario,parecía sentirse muy a gusto allí.Como siempre,era una fuente de conocimiento:sabía la historia de todos y cada uno de los elementos decorativos.Él le había sugerido que la recopilara para que pudieran heredarla sus sucesores.Entusiasmada con la idea,le había comentado que empezaría a dictársela a su ayudante tan pronto como pudiera.Después de todo,escribir tantísima información le dejaría sin duda los dedos negros de tinta.

Él se había limitado a sonreír.¡Qué preocupaciones tan extrañas!

A él le encantaba escribir y nunca se manchaba las manos.Cuando se lo había indicado,ella le había lanzado una de sus miradas indulgentes y le había asegurado que su cautela era necesaria para impresionar a un duque.

Por lo visto,seguía empeñada en contraer matrimonio con un hombre de alto rango y a Edward aquello le dolió.Pensaba que habían compartido algo especial durante su estancia en Torterra.

Bella era como la luna:de pronto se hacía más grande y visible para volver a desaparecer después poco a poco.

Tomó el pasillo que conducía a su estudio.El lacayo lo saludó discretamente y le abrió la puerta.

—Gracias—dijo Edward en voz baja.

El lacayo se sonrojó.Al parecer,Edward no debía agradecer a aquellas personas que hicieran su trabajo.Pensó que,con el tiempo,se le debilitarían los músculos y engordaría,porque no se le permitía hacer nada por sí mismo.No llenaba la bañera,no podía colaborar en el cuidado del ganado y otro hombre lo ayudaba a vestirse.Le sorprendía que no hubiera un criado que se sentara a su lado en la mesa y le diera de comer.

Cuando entró en la estancia,Bella le sonrió.

—Buenas tardes,lord Forks.Estaba escribiendo una carta a tu familia para agradecerle su hospitalidad.

—Sospecho que es tu ayudante quien la está escribiendo realmente—dijo,señalando a Alice con la cabeza.

La sonrisa de Bella se marchitó.

—Naturalmente.Pero soy yo quien se la dicta.

—Discúlpame.Estoy de muy mal humor.Esta casa es demasiado silenciosa.

—Yo estaba pensando lo mismo.Quizá empiece a enviar invitaciones a algunas personas selectas.

—¿A quiénes exactamente?

—Había pensado en el duque de Tanner.

—Y su hija,supongo.

—Por supuesto.—Bella se volvió hacia Alice—.Terminaremos más tarde.

—Sí,milady.

Cuando Alice se hubo marchado,Bella se levantó y se dirigió al conde.

—Me da la impresión de que tu mal humor no es sólo por el silencio de esta casa.

—Te he pedido que vinieras de picnic conmigo y te has negado.Te he propuesto que diéramos un paseo por el jardín,pero estabas ocupada con tus estúpidas cartas.

—No son ninguna estupidez.Son parte importante de la vida de una condesa.

—Ya sé que son importantes,Bella,pero no más que yo.Anoche cené solo.Desde que llegamos,tengo la sensación de que me evitas.

—Es por nuestro bien,Edward.No conviene que te hagas ilusiones respecto a mí.

Pero se las había hecho.Albergaba la ilusión de llevársela a la cama,de convertir en fuego a la condesa de hielo,de derretirla por completo,hasta que por fin fuera la mujer apasionada que él sabía que podía ser.

—Y ese tal Tarner…

—Tanner.

—¿Te has hecho ilusiones respecto a él?

Bella miró nerviosa por toda la habitación,como si buscara en ella la respuesta,o quizá el valor para admitir porqué quería invitar precisamente a aquel hombre.Se aclaró la garganta antes de volver a mirar a Edward con sus desafiantes ojos pardos.

—Lo conociste durante el último baile de la temporada social.Te dije entonces que hacía algún tiempo que era viudo.Tiene tres hijos mayores.No es precisamente pobre,así que no necesita buscar esposa al otro lado del Atlántico.Posee cinco propiedades valoradas en…

—Bella,no me interesa su fortuna.

—A mí sí—espetó ella ladeando la cabeza con altivez—.Es mi deber.Hay pocas cosas de valor que yo pueda aportar a un matrimonio…

—Salvo tú misma—la interrumpió él acalorado,harto de que nunca valorara a las personas como tales—.No entiendo por qué te niegas a reconocer tu valor.Aunque me despojaras de todo esto—añadió describiendo un círculo con el brazo—,yo seguiría siendo valioso,una persona digna.

—Me alegro por ti.Yo no me veo así y te agradecería que dejaras de juzgarme según tus criterios.

—No te juzgo.

—Sí lo haces.Constantemente.Ya te he dicho que no puedo ser lo que quieres,pero te empeñas en moldearme.Sabes cosas de mí que no le he contado a nadie más.Me conoces mejor que…

—¡Pues tengo la sensación de que no te conozco en absoluto!—la cortó él.Después suspiró profundamente y negó con la cabeza—.No he venido a discutir contigo.Ese Traner…

—Tanner.

La furia de su mirada lo excitó.Sabía que no debía permitírselo,pero lo hizo.Resultaba tan fácil enfurecerla con sólo bromear sobre el nombre de aquel individuo.De pronto se le ocurrió que quizá no se hubiera molestado tanto si el individuo en cuestión no le importara.Era como si se burlara de él.

—Eso,Tanner.¿Vas a invitar a toda su familia?

—Sólo a él y a su hija.Sus hijos están de viaje en alguna parte del mundo.¿Hay alguien más a quien quieras invitar?

—Al duque y a la duquesa de Vulturi,si han vuelto ya de su viaje.

—Probablemente sí.¿Alguien más?

—No conozco a nadie más.

—Lo pensaré un poco.No quiero que sea un acontecimiento demasiado numeroso.

—En otras palabras,no quieres que nadie impida a Tar…

—¡Tanner!

—… poder ir detrás de ti.

—Espero que lo trates correctamente cuando esté aquí.

Rápidamente,para que no tuviera tiempo de reaccionar,el conde le tomó el rostro por la barbilla y le guiñó un ojo.

—Por supuesto,cuando pueda oírme.Pero entretanto,creo que continuaré torturándote con su nombre para mi deleite.

Capítulo 28: De vuelta a casa Capítulo 30: La carta

 


 


 
14448621 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10763 usuarios