DESEOS PROHIBIDOS?TERMINADO

Autor: rake
Género: + 18
Fecha Creación: 16/11/2010
Fecha Actualización: 31/05/2011
Finalizado: SI
Votos: 32
Comentarios: 89
Visitas: 197692
Capítulos: 56

 

TERMINADO

FIC RECOMENDADO POR LNM CON 4 VOTOS!!!

 Si eres perseverante,los deseos se hacen realidad y aqui está la prueba que lo confirma.

Leer este fic que os aseguro que acabará por encantaros.

VOTAR Y COMENTAR MUCHAS GRACIAS.

 

 

                      

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 24: El incendio

Fuera,reinaban la locura,el caos y el terror.

Bella estaba tumbada en la cama,pensando en Edward.La deseaba de verdad.La idea la aterraba.Su marido no la había deseado,sólo quería hacerle daño.Pero nadie la había mirado jamás como Edward.Nadie podía querer a la mujer que ella presentaba al mundo,eso era imposible.Y ella lo sabía.

Lo que significaba que si él la quería era porque había visto más allá de su coraza y esa idea la asustaba aún más,le quitaba el sueño.De modo que estaba completamente despierta cuando sonaron las campanas.

Salió corriendo al pasillo,donde Emmett casi la tira al pasar a toda prisa.

—¡Es la escuela!—gritó.

—¿Dónde está Edward?—preguntó ella.

—Probablemente ya esté allí.

Emmett salió disparado y ella fue tras él sin siquiera darse cuenta de que no iba vestida decentemente.Edward había ido al pueblo y si no había vuelto aún,probablemente Emmett tuviera razón:estaría ya en el lugar del incendio,intentando salvar su querida escuela y sabiendo lo desinteresado y altruista que era,temía que se pusiera en peligro.

La idea de que Edward pudiera morir en un incendio le produjo un dolor intenso.Tropezó por el camino,se enderezó y continuó avanzando a toda prisa.Vio pasar a Emmett a caballo.¡Maldición!¿Por qué no había ido con él?¿Qué le había hecho suponer que él iría a pie al lugar del incendio?

Volvió la vista hacia el granero,descartó la idea de intentar encontrar un caballo y siguió corriendo,casi deseando tener un par de patines.No recordaba haber corrido desde que era una niña.

Oyó el estruendo de unos cascos al galope.

—¡Lady Forks!

Se detuvo y se volvió justo cuando un coche paraba a su lado.La subieron sin ceremonias en la parte de atrás,con los criados.Antes de que pudiera recuperar el aliento o decir una palabra,el cochero fustigaba a los caballos para que continuaran su camino.Entonces vio a la madre de Edward sentada junto al cochero,seguramente el mozo de cuadra.

El coche recorrió a toda velocidad el pueblo e inició el ascenso por el camino en dirección a la escuela.Bella vio las llamas que se elevaban en el cielo nocturno como si quisieran devorar las estrellas además del edificio.Una punzada de pánico le atravesó el corazón.No era la escuela sino la residencia de los estudiantes.

La condesa no recordaba que el coche se hubiera detenido,ni recordaba haber bajado de él.Sólo sabía que de pronto se encontraba abriéndose paso entre la muchedumbre.Por fortuna,tenían una bomba de agua.Vio que un grupo de hombres la accionaba mientras otro sostenía una manguera y dirigía el chorro hacia la parte alta del edificio.Otros habían organizado una hilera para trasladar unos cubos de agua,que arrojaban a la parte baja.

Pero¿y los niños?¿Dónde estaban los niños?

Entonces vio a cuatro acurrucados.Niños pequeños,con las caritas tiznadas y los ojos como platos de miedo.Se tiró al suelo,abrazó a los dos que tenía más cerca y les tendió la mano a los otros dos para tranquilizarlos.

—¿Estáis bien?

Los niños asintieron con un movimiento nervioso de la cabeza.

—Lord Forks ha entrado a buscar a Eleazar—dijo uno—.Debería haber salido ya.

—¿Que debería haber salido ya?¿Quieres decir que ha entrado en el edificio?

—Primero nos ha sacado a nosotros,pero no encontrábamos a Eleazar—aclaró el pequeño.

—¡Cielo santo!—De algún modo consiguió abrazar a los cuatro a la vez,tan necesitada de consuelo como los niños.Después miró el edificio,por cuyas ventanas salían enormes columnas de humo negro y asomaban las llamas que lo consumían.Edward no podía estar allí.Habría salido y los niños no lo habían visto.Pero¿y si de verdad seguía dentro?

—Quedaos aquí—les ordenó.

Se puso en pie y salió corriendo hacia el edificio sin saber muy bien qué hacer:¿entrar a buscarlo o al menos gritarle desde la puerta para ayudarle a encontrar la salida?

Casi había llegado a la entrada cuando un brazo le rodeó la cintura,levantándola por los aires y haciéndola retroceder.

—¡Alto ahí,condesa!¿Adónde crees que vas?

Al levantar la vista vio el rostro tiznado de Emmett.

—¡Edward está ahí dentro!

—Lo sé—contestó Emmett con resignación.

—Pues haz algo para sacarlo.

—No se puede hacer nada—añadió,como si le costara pronunciar aquellas palabras.

No,no,ella sabía lo que era sentirse impotente y había jurado que jamás volvería a ocurrirle.

—¡Suéltame!

—No.

Empezó a pegarle en la cabeza y en los hombros.

—¡Suéltame!¡Tengo que ayudarle!

—Si entras,cuando él salga,tendrá que volver a buscarte.

Bella empezó a darle patadas,arañazos y mordiscos.

—¡¡Suéltame!!

Logró zafarse momentáneamente y dio dos pasos antes de que Emmett volviera a atraparla.

—¡Estás empeorando las cosas!—le gritó él.

Ella empezó a pegarle de nuevo.

—¡No lo dejes morir!

Estaba desesperada por escapar,por hacer algo.No soportaba la idea de perder a Edward en un incendio…

Las lágrimas casi le impedían ver cuando miró hacia el edificio y lo vio,encorvado,con algo en los brazos.Después se oyó un gran estruendo.

—¡Ahí está!—dijo Emmett soltándola.

—Ya lo veo—replicó ella mientras se ponía en pie.

La gente gritaba.Se había desplomado un muro.Edward se agachó aún más y corrió a toda prisa desde la estructura en ruinas hacia donde se encontraba Bella.

Tosiendo y balbuceando,llegó hasta ella.No llevaba nada más que los pantalones.

—Te has quemado—dijo.

—Estoy bien.¿Te encargas del niño?

—¡No puedes volver a entrar!

—No voy a entrar—dijo negando con la cabeza—.Éste era el último.Pero tengo que ayudar con la bomba.

—El edificio no se puede salvar.

—No,pero no podemos dejar que el fuego lo consuma por completo.

La besó con tanta fuerza y rapidez que ya se había ido cuando ella se dio cuenta de que lo había hecho.

Se concentró en el muchacho que le había traído.Eleazar,lo habían llamado los otros.Tenía unos ojos inmensos.Todos los niños tenían los ojos tremendamente abiertos de miedo;no era justo que presenciaran aquella destrucción.Edward tenía razón:había que apagar el fuego.

Capítulo 23: Otra mujer Capítulo 25: Corazon a salvo

 


 


 
14448867 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10763 usuarios