Protegiendo un amor (+18)

Autor: cari
Género: + 18
Fecha Creación: 07/06/2010
Fecha Actualización: 17/06/2010
Finalizado: SI
Votos: 57
Comentarios: 96
Visitas: 228177
Capítulos: 24

Edward Cullen quería una esposa. La candidata debía ser de buena familia y debía estar dispuesta a compartir su cama para darle un heredero. Además debía aceptar un matrimonio sin amor.

Bella Swan era una hermosa joven de alta sociedad conocida por ser una princesa de hielo, ella mejor que nadie entendería las condiciones de aquella relación.

Pero Bella acepto la proposición de Edward porque necesitaba ayuda para defenderse de su pasado.

Lo que él no sabía era que Bella no era una mujer fría, ni sofisticada si no una joven tímida y asustada.


Esta historia es de otra escritora llamada helen ... editada por mi ... espero k les guste es mi segundo fic....

 

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Capítulo 21: Ahorrando agua

Isabella se apresuró a ponerse en pie y comprobó sorprendida que el coche se había quedado metido en la tienda con el radiador roto, a juzgar por el vapor que salía de la parte delantera.

—¿Estás bien? —le pregunto Ben.

—Sí, un poco sorprendida, pero estoy bien. ¿Qué demonios ha pasado?

En un abrir y cerrar de ojos, vio a Alice corriendo a su lado. Su amiga la sentó en una silla, pidió agua y le indicó a Ben que ya se hacía cargo ella  para que él pudiera hacer lo que tuviera que hacer.

El guardaespaldas asintió, marcó un teléfono y habló brevemente.

—Edward viene para acá —anunció.

—Estoy bien —les aseguró Isabella—. No me quiero sentar —añadió ante la insistencia de su amiga.

—Siéntate —repitió Alice—. Siéntate porque vas a necesitar estar sentada para oír lo que te tengo que decir. Demetri está atrapado en ese coche.

—¿Demetri? —repitió Isabella palideciendo.

—Sí, Demetri

Isabella se quedó sin palabras. La policía, los bomberos y una ambulancia no tardaron en llegar. Edward  también apareció rápidamente.

—¿Estás bien? —le preguntó a Isabella, colocándose en cuclillas a su lado.

—Sí —sonrió ella

—Gracias a Dios —dijo el sinceramente tomándole el rostro entre las manos y besándola brevemente.

Su presencia la reconfortó mientras los diferentes equipos de uniformados se hacían cargo de la situación con eficiencia sincronizada. Los bomberos abrieron la puerta del coche con unas herramientas gigantes, sacaron a Demetri, lo metieron en la ambulancia y la policía comenzó a hacer preguntas.

Cuando terminaron, Edward condujo a Isabella a su coche y se puso al volante. Mientras conducía, Isabela pensó que todo había terminado, que Demetri sería tratado en el hospital, arrestado y acusado.

Aquello significaba que ya podía volver a su casa y a su vida normal. ¿Por qué no se sentía aliviada y feliz?

—Vamos a llegar tarde al restaurante —comentó al ver que estaba anocheciendo.

—He cancelado la reserva —contestó Edward.

—No hacía falta.

—Prefiero que cenemos tranquilamente en casa —contestó el.

Lo cierto era que necesitaba tenerla sólo para él, tomarla entre sus brazos, no quería compartirla con nadie.

—¿Adónde vamos? —preguntó Isabella al ver que estaban tomando una ruta diferente.

—A un centro médico privado.

—¿Por qué? Estoy perfectamente.

—Por favor.

—Eres un exagerado.

—Tómatelo como una medida de precaución.

El no le dijo otra opción así que ella asintió.

Al llegar al hospital, todo el personal la estaba esperando, así que supuso que Edward había llamado con antelación. Tras un pormenorizado examen, el médico le aseguró que no tenía nada, sólo unos cuantos golpes.

—Ya te lo dije —le dijo ella a Edward  mientras abandonaban el centro.

—¿Te apetece que compremos comida china para llevar? —le preguntó el.

—Sí, tengo hambre.

Aquella noche, cenaron en la terraza. Cuando hubo terminado, Isabella subió a su habitación para ducharse y cambiarse de ropa. Quería ducharse para que el agua borrara el incidente. Una vez en la ducha, se dijo que el tiempo curaría sus heridas mentales. Sin embargo, nada haría que olvidara lo que sentía por Edward.

El amor era un sentimiento duradero. Amar sin ser amada era difícil. Ella se dijo que aquella noche se iba a quedar a dormir allí, que se merecía una última noche para saborear y recordar.

En ese momento, Edward se unió a ella en la ducha.

—¿Quieres ahorrar agua o qué?

—Sí, siempre he sido muy ecologista —contestó el, tomando la esponja con jabón que ella tenía en la mano.

Isabella disfrutó de la experiencia. El calor iba apoderándose de su cuerpo allí donde Edward pasaba la esponja. Empezó por sus pechos y fue bajando mientras sus labios se encontraban en la base de su garganta.

—Mmm, qué bien se te da.

—Pues no he hecho más que empezar.

Aquello que empezó así se convirtió en una gran celebración, una experiencia de caricias sin fin, de besos apasionados, de prolegómenos exquisitos que prometían mucho.

Cuando los dos estuvieron preparados y en un movimiento coordinado, Isabela  lo abrazó de la cintura con las piernas y Edward la apoyó contra la pared y se colocó para introducirse en su cuerpo.

Ella  le dio la bienvenida con un beso erótico y ardiente e hicieron el amor lentamente. Fue tan maravilloso que, cuando terminaron, a ella le entraron ganas de llorar pues le hubiera gustado que no hubiera terminado jamás.

A continuación, tras secarse el uno al otro y el albornoz, se dirigieron al dormitorio. Una vez en la cama, Edward  hizo zapping durante un rato hasta que encontró un programa que les interesaba a ambos. Acurrucada a su lado y con la cabeza apoyada en su hombro, Isabella se dijo que no quería estar en otro lugar más que allí, con el brazo de Edward  por encima de sus hombros, abrazándola.

Al amanecer, Edward  la buscó e Isabella se entregó a él gustosamente, jugando y disfrutando hasta que ambos se encontraron compartiendo un sexo tan salvaje que los dejó a ambos jadeantes y listos para seguir durmiendo.

Capítulo 20: Desfile Capítulo 22: Despedida

 
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