Protegiendo un amor (+18)

Autor: cari
Género: + 18
Fecha Creación: 07/06/2010
Fecha Actualización: 17/06/2010
Finalizado: SI
Votos: 57
Comentarios: 96
Visitas: 228163
Capítulos: 24

Edward Cullen quería una esposa. La candidata debía ser de buena familia y debía estar dispuesta a compartir su cama para darle un heredero. Además debía aceptar un matrimonio sin amor.

Bella Swan era una hermosa joven de alta sociedad conocida por ser una princesa de hielo, ella mejor que nadie entendería las condiciones de aquella relación.

Pero Bella acepto la proposición de Edward porque necesitaba ayuda para defenderse de su pasado.

Lo que él no sabía era que Bella no era una mujer fría, ni sofisticada si no una joven tímida y asustada.


Esta historia es de otra escritora llamada helen ... editada por mi ... espero k les guste es mi segundo fic....

 

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Capítulo 17: Durmiendo juntos

Isabella se dio crema hidratante por todo el cuerpo se vistió y bajó al comedor, donde Edward  la estaba esperando. Judith era una cocinera maravillosa pero Isabella no tenía mucha hambre aquella noche.

Estaba muy nerviosa y quería que la cena terminara para escapar a su suite con el pretexto de trabajar.

—Quiero que me prometas que no vas a volver a intentar nada parecido a lo de esta tarde —le dijo Edward muy serio.

—No pienso permitir que me trates como a una niña desobediente —le advirtió Isabella.

—Eres una adulta responsable, ya lo sé —contestó el —. ¿En qué demonios estabas pensando?

—Pues entonces… basta —se enfadó ella.

—Tranquila, Isabella. Enfadarte conmigo no va a arreglar la situación.

Edward tenía razón y a Isabella le molestaba sobremanera que siempre la tuviera. Enfadada, dejó los cubiertos sobre el plato, dobló la servilleta y se puso en pie.

—Tienes razón —le dijo con demasiada educación—. Disfruta de la cena —añadió muy fría—. Buenas noches.

Le encantó irse con dignidad aunque sabía que la victoria no era tal, pues Demetri no tardaría en volver a llamar.

Quería salir de aquella situación… de aquella casa de la vida de Edward  y del falso compromiso pero estaba atrapada y lo cierto era que no se le ocurría otra manera de librarse de Demetri y de poder volver a su vida normal.

Como de costumbre, trabajar un poco antes de dormir le hizo bien, y aquella noche no tuvo pesadillas, descansó y se levantó de buen humor.

Un buen humor que le duró muy poco al ver a Edward  salir del baño medio desnudo. Entonces, se dio cuenta de que las sábanas estaban revueltas a su lado.

—¿Has dormido aquí? —se indignó.

—Después de lo de anoche, me pareció lo más normal —contestó el , enarcando una ceja.

—Esto es intolerable —se indignó Isabella sonrojándose.

¿Había dormido a su lado y no se había dado cuenta? ¿Cómo había sido aquello? Isabella se dio cuenta de que aquella noche había dormido profundamente. De hecho, había sido la mejor noche en mucho tiempo. No había soñado, como si su subconsciente supiera que estaba en un lugar seguro con un hombre que la protegería durante toda la noche y que había contratado a otra persona para que hiciera lo mismo durante el día.

Poder dormir tan bien con el miedo que tenía desde que Demetri había vuelto aparecer en su vida era un milagro. Gracias a Edward, podría lidiar con el miedo, pues estaba segura de la protección de aquel hombre al que casi se atrevería a amar.

Si él la amara también.

¡Pero eso no iba a suceder!

—No puedes dormir conmigo —le dijo.

—No creo que durmamos mucho —se burló el—. La cama es muy grande, así que, si quedas más tranquila, puedes poner un muro de almohadas entre los dos.

—¿Te has vuelto loco?

—¿Por qué te has vuelto tan pudorosa?

—¡Lo sabes perfectamente!

—El acuerdo entre nosotros sigue en pie.

—Y un pimiento.

—¿Tienes miedo, Isabella? ¿De mí o de ti?

—Sólo te falta asegurarme que no te vas a acercar.

—Por supuesto —contestó Edward  muy serio—. En tu suite o en la mía. Tú eliges.

La verdad era que la habitación de él era más grande, tenía dos baños y dos vestidores y… ¿pero en qué demonios estaba pensando?

—Ahora mismo no tengo tiempo de pensar en esto, me tengo que vestir para irme a trabajar.

—Entonces, elijo yo —contestó Edward —. Cambia tus cosas a mi suite.

—Cuando los burros vuelen.

—En ese caso, lo haré yo.

—No puedes…

—Ya lo verás.

—¿Por qué? —gritó ella, desesperada.

—Porque, así, podré estar a tu lado cuando comiences a tener pesadillas, antes de que llegues al punto de terror en el que comienzas a gritar pidiendo ayuda.

Era evidente que Edward  lo entendía muy bien que había visto lo que le sucedía cuando revivía el intento de violación de Demetri.

—Te estás pasando en tu papel de protector —le advirtió Isabella.

—¿Y qué?

Dicho aquello, se puso un batín de seda y salio de la habitación. Isabella se quedó perpleja durante unos minutos, maldijo y se duchó. Cuando bajó las escaleras, Edward  ya se había ido, así que desayunó sola, agarró sus cosas y se fue al taller en compañía de Ben.

Capítulo 16: Libertad Capítulo 18: Rendicion

 
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