LA BODA DE MI MEJOR AMIGO (+18)

Autor: cary0605
Género: Romance
Fecha Creación: 05/04/2013
Fecha Actualización: 23/03/2014
Finalizado: NO
Votos: 32
Comentarios: 40
Visitas: 51391
Capítulos: 18

Edward y Bella han sido amigos desde hace años y prometieron casarse cuando ella cumpliera 25 años. Ellos se han distanciado por dos años y falta un mes para que se cumpla esa promesa, pero de repente Edward esta a dos semanas de casarse con Victoria. Con la ayuda de los chicos Bella planeará como detener la boda de su mejor amigo. ¿Logrará frenarla?

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 8: LOS VECINOS SIEMPRE AYUDAN

Aviso: Los personajes de esta historia no me pertenecen, son propiedad de Stephanie Meyer. Si eres menor de edad lees bajo tu responsabilidad, este fic puede contener lenguaje y situaciones adultas, ya saben, la que avisa no traiciona.

**Gracias a mi beta Jime Cullen Salvatore por betear este capítulo (Betas FFTH)


Los vecinos siempre ayudan

-Mierda, mierda, mierda- repetía una y otra vez como un mantra, cerré los ojos esperando que esto fuera una cruel broma del universo.

-Por lo menos podrían separarse- Alice interrumpió mi mantra, abrí los ojos otra vez para comprobar que nuestros amigos seguían ahí parados, con la diferencia de que tanto Alice como Rosalie tenían una mano en los ojos de sus parejas.

-No es que nos quejemos de ver un poco de porno- Rosalie se encogió de hombros sonriendo malignamente- Pero me parece un poco de mala educación sí Edward sigue chupando tus tetas mientras mi hombre está presente.

Las palabras de mi amiga me llevo a darme cuenta de que Edward seguía con su boca en mi pezón.

-Y que quede claro que con Jasper no nos quejamos de verte, ¿verdad Jazz?- dijo Emmett riendo aunque la mitad de su cara estuviera cubierta por la mano de Rose.

-Absolutamente- dijo Jasper aumentando mi vergüenza.

-Carajo Edward, ya salte.- en estos momentos no solo mi cara debía estar roja, todo mi cuerpo estaba rojo, y no me hacía gracia que mis amigos me vieran así.

Agarre su cabeza separándolo levemente de mí, pero él fue más fuerte y me abrazo cubriéndome con su torso y brazo.

-¿Qué haces?- chille mientras escuchaba las risas de mis amigas.

-¿Qué están haciendo?- dijo Emmett tratando de zafarme de las mano de Rose- Quiero ver.

-Muévete- intente zafarme de sus brazos.

- No- gruño testarudamente.

-¿Cómo qué no?- preguntamos cinco voces a coro.

-Si me separo, ellos te verán, no quiero- y su abrazo pasó a asfixiarme.

-Edward- suspire pesadamente, la vergüenza estaba pasando a un segundo plano, mientras mi ira subía escalones al primer puesto- Créeme, ya me han visto.

-Si Eddy, muy poco pero pude ver perfectamente unas marcas- si Emmett intentaba destensar la situación, iba por mal camino.

-Cállate- gritaron Alice y Rose, aunque las muy traicioneras querían reírse, podía verlo en sus ojos.

-Ellos estaban manoseándose en la sala ¿y es a mí al que gritan?- Emmett se quejó este como niño chiquito.

-Edward tenemos que movernos- dije agarrando sus hombros.

-Está bien- suspiro enojado- Pero dense la vuelta.

-Aaah- se quejó Emmett dando una patada al suelo en un berrinche.

-¿Emmett Cullen Masen de Hale me estás diciendo que quieres ver a Bella desnuda?- el tono en que gruño Rosalie hizo temblar al pobre de Emmett, aunque él no podía ver que la rubia me había guiñado un ojo.

-Claro que no osita- dijo el mismo dándose la vuelta tapando sus ojos.

-¿Jasper?- Alice le pregunto también falsamente enojada, él no dijo nada y se dio vuelta aun con la mano de su mujer tapándole los ojos.

-Gracias- dijimos a la vez, yo lo intente con la más sincera voz que pude, con ellas la vergüenza del momento bajaba de manera considerable.

-Vámonos- dijo Edward cargándome como un costal de papas a nuestra habitación, normalmente me hubiera quejado por su modo cavernícola al sacarme del living, pero era la forma más rápido.

-Nosotros los esperamos aquí- grito Alice antes de que no pudieron aguantar más y empezar a reírse a carcajadas.

Una vez dentro me deposito en la cama, sentándose a mi lado.

-No puedo creer lo que acaba de ocurrir- le dije, pero él no pareció prestarme atención.

Aun estábamos desnudos de cintura para arriba.

-Edward- le gruñí enojada esta vez, cruce mis brazos para taparme.

-Lo siento- se disculpó sacudiendo su cabeza para despabilarse- Aun estoy en shock, creo.

-Eso pasa por abusivo- dije levantándome, necesitaba ponerme ropa.- Si te hubieras conformado con una marca, nos habríamos separado a tiempo, pero no, el niño necesitaba marcarme doble.

Ya estábamos embutidos en el armario solucionando nuestra desnudes, abrí casi con furia los cajones buscando un sostén, agarre el primero que había, no necesitaba combinar, el sostén blanco había quedado tirado en alguna parte del suelo.

-Tu empezaste marcándome donde no debías- dijo también un poco enojado, poniéndose una camiseta cualquiera. Se estaba peinando su muy despeinado cabello con los dedos frente al espejo del armario cuando noto mi chupón en su cuello.

-¿Cómo voy a hacer para esconder esto?- dijo frustrado.

Me di vuelta inmediatamente, sus palabras me dejaron helada, claro que quería esconder mi marca, pero no esperaba que me dijera. ¿Por qué me molestaba que quisiera esconder mi marca? Mis ojos picaban.

Él pareció darse cuenta de lo que había dicho, o quizás mi expresión de horror lo alerto, con Edward Cullen era imposible saber.

-No quise decir eso- dijo cada palabra lentamente, sus ojos lucían arrepentidos.

Me di vuelta esperando controlarme, por un lado quería gritarle sus verdades, y por otro quería llorar acurrucada en una bola, sus palabras me molestaron en la misma medida que me entristecieron.

Tome un largo respiro, ya se me estaba haciendo costumbre hacer eso para tranquilizarme.

Rebusque en los cajones buscando alguna camiseta, eso me daría tiempo para respirar y volver a la realidad.

Pero Edward no estaba dispuesto a darme mi espacio.

-Bella, yo lo siento- sus dedos llegaron a tocarme levemente el hombro.

-No me toques- me revolví bruscamente, su toque fue como brazas ardiendo, y no de una manera placentera como siempre era su toque en mi cuerpo.

Me puse una playera cómoda para estar en casa, y salí del armario dejándolo con la palabra en la boca.

Si seguía encerrada con él, nos diríamos más cosas hirientes, quizás sin intención, pero hirientes al fin y al cabo.

-Espera- me alcanzo antes de salir también de la habitación- No quise decir eso.

-Está bien- le dije asintiendo, no quería verlo- Supongo que no recordé que a tu noviecita podría molestarle que estés marcado por alguien más.

-No es eso- dijo enojado.

-Ilumíname entonces.

-No puedo decirlo, ¿okey?- esta vez me grito con impotencia.

-¿Por qué no?- grite también enojada.- ¿No confías en mí?

Él no me contesto, solo se quedó mirándome fijamente.

-Es increíble, ahora me ocultas cosas- le dije irónica negando con la cabeza decepcionada.

¿En qué momento habíamos perdido la confianza el uno con el otro?

Sin decir más nada, salí a encontrarme con los demás. Ellos estaban sentados en los sofás y parecían hablar en susurros. Jasper fue el primero en verme.

-¿Todo bien?- me pregunto amablemente.

-Sí, yo, solo…- no podía hilvanar palabras coherentes, lo ocurrido recientemente me había desarmado, pero sobretodo mi conciencia parecía haber hecho acto de presencia pidiendo que solucionase todo esto empezando con la marca- Necesito solo un minuto.

No espere contestación y fui directamente a la cocina, rebuscando alguna cucharilla, cuando por fin la encontré la tire sin mucha paciencia en el refrigerador.

Edward no iba a necesitar esconder mi marca, yo se la había hecho y yo misma iba a sacarla, me evitaría estos problemas si mi conciencia apareciera cuando estoy con Edward, no cuando estaba sola y me echaba la culpa de lo ocurrido.

Recordé una vez que pasó esto con una mueca no muy divertida, había pasado muchos calores también por culpa de Edward, solo teníamos dieciséis y era un clásico arrepentirnos después de que la cagada estaba hecha.

Flash Back

-Charlie se va a dar cuenta- chille riñéndole, aunque eso solo pareciera divertirle- No sé qué te causa gracia.

-Quiero ver la cara de Mike cuando vea mi marca- Edward se encogió de hombros- Se pensara dos veces antes de hablarte de nuevo.

-No me interesa la cara de Mike, me interesa la de mi papá- ahora si estaba desesperada, Charlie iba a matarme.

-Puedes usar una bufanda, o una polera de cuello alto cuando estés con él y listo- dijo no viendo el problema.

Supongo que el calor y las hormonas le achicharraban el cerebro.

-¡Estamos en primavera!- le grite.

-Bien- me fulmino con la mirada- Puedes quitártelo.

Juro que hoy tenía ganas de matarlo, ¿qué mierdas pasaba por su cabeza? Ni que un chupón se pusiera y sacara como una chamarra.

-No me mires así- pidió a punto de reírse- ¿Acaso no sabes quitártelo?

Entrecerré los ojos fulminándolo una vez más con la mirada, la siguiente me pondría violenta.

-¿Tu sabes cómo?

Edward negó con la cabeza- Creí que las chicas sabían esas cosas.

-Valla que machista me saliste, ¿Y ahora qué hago?

-¿Buscamos en internet?**

Asentí rápidamente, esa era una buena idea.

Después de buscar y buscar nos quedamos con dos opciones, usar un cepillo de dientes raspando mi cuello o usar una cucharilla previamente enfriada en el refrigerador.

-Voto por la cucharilla fría- dijo Edward.

-Sí, no quiero arriesgarme con el cepillo de dientes.

Fuimos casi corriendo a la cocina a buscar una cucharilla y dejarla enfriar en el refrigerador. Aumente el voltaje poniéndolo en su frio máximo, estábamos un poco apurados, mi papá vendría en una hora, solo a Edward se le ocurría ponerse cachondo faltando poco tiempo para que mi padre regresase.

Pasaron quince minutos y Edward saco la dichosa cucharilla. Yo estaba que me comía las uñas mirando el reloj.

-¡Mierda esta fría!- Se quejó soltándola al instante.

-¡Apresúrate idiota!- gruñí, él tenía la culpa, no era la primera vez que me dejaba chupetones, pero los anteriores eran fácil de esconder, pero esta vez se le había pasado la mano y solo porque Mike me había invitado a salir alegando que yo estaba libre, lo cual era cierto a medias, Edward y yo no éramos novios, pero tampoco éramos nada, éramos… algo, éramos amigos, punto final.

Con un trapo la recogió y vino corriendo hacia mí.

-Según internet, esto te dolerá un poco- me dijo un poco preocupado, realmente él odiaba que algo me lastimará.

-Hazlo rápido- le dije exponiendo mi cuello, él alcanzo a poner la puntita de la cucharilla y yo salte- Esta helada.

-Lo siento- dijo arrepentido, pero empezó a rascar con un poco de fuerza la dichosa marca.

-Auch- me queje alejándome.

-Solo un poco más Bells- me consoló volviendo a rascar con esa maldita cosa.

Trate de no quejarme, sino solo retrasaríamos más el proceso, y estábamos contra el reloj.

-Listo- suspiro sonriendo- solo quedo un poco rosado.

-¿En serio?- lleve mi mano a mi cuello, corriendo al espejo más cercano, y tenía razón, estaba rosado y quizás se iría a tiempo.

-De nada- dijo mirándome detrás del espejo.

-No te voy a agradecer- mi ceño se frunció a límites insospechados- Tú fuiste el que hizo esto.

-No oí tus quejas mientras te besaba- me sonrió irónicamente.

-Vamos, tenemos que seguir con las tareas- no iba a seguir con la charla, él tenía razón, yo nunca me quejaba en el proceso. Él solo se rio a mis espaldas mientras volvíamos a la mesa donde nuestros cuadernos estaban desparramados.

Veinte minutos después mi padre regreso.

-Hola chicos- saludo mientras dejaba su chamarra en una de las sillas- ¿Mucha tarea?-

-Si- dijo Edward como si nada, yo estaba nerviosa, y mi mano voló a mi cuello instintivamente- Esta vez los profesores se pasaron.

Edward por bajo la mesa me dio una leve patada en la espinilla, era una señal, saque mi mano y seguí haciendo como que leía mis apuntes.

-Par de quejosos- se rio mi papá, yendo a la cocina, seguro en busca de una cerveza, no le preste más atención hasta que escuche su tos.

-¡Papá!- corrí a ver que le sucedía, pero me quede perpleja cuando vi que estaba un poco la botella en el fregadero, de ella caía una espesa cerveza semicongelada

-¿Por qué está congelada?- pregunto para sí mismo, y como si una luz encendiera su cabeza reviso el voltaje. –No recuerdo haberlo puesto en máximo.

-Yo tampoco- mentí aunque no me haya preguntado, maldito Edward y sus momentos cachondos.

Fin del Flash Back

-Quítate eso Emmett- grito Edward bastante cabreado.

Salí rápido de mis recuerdos para ver que estaba ocurriendo. Y lo que vi me dejo perpleja, no sabía si reír o enojarme, últimamente mis emociones eran confusas.

-¿Por qué?- dijo un Emmett bastante divertido con mi sostén amarrado en su cabeza, seguramente lo habría encontrado donde Edward lo había arrojado en nuestro momento de pasión momentos antes.- Por fin soy un Mickey Mouse blanco- dijo señalando mi sostén.

¿Qué andaba mal con él? ¿También usaría los sostenes de Rose para jugar? La sola idea me hizo estremecer.

-Eso es mío- gruño un Edward que intentaba atraparlo- Quiero decir, eso es de Bella para mí.

Los demás solo reían ante la escena del Mickey mouse blanco vs Edward, a mí no me hacía gracia.

¿Ósea que Edward pensaba que usaba ropa interior sexy para él? Era cierto, pero no exactamente así, las chicas habían robado mi ropa interior normal antes de viajar.

-Basta- dije mirándolo fijamente a Emmett, él me evaluó con diversión, parecía buscar algo en mi expresión.

-Quiero ser Mickey- me dijo con un puchero, logrando que me riera, y solo eso basto para que me lo entregara, y parecía que esa era su intención, hacerme reír un poco.

-¿Acaso Rose no te presta sus sostenes?

-Ni loca- grito mi amiga rubia desde el sofá. –Quizás se pase al bando equivocado.

Todos excepto Emmett estallamos en risas, que bien me hacía reír de nuevo.

-Los extrañe- dije con el corazón.

-Nosotros también- dijo Alice palmeando su lado del sofá para que me sentara, no lo dude ni un momento.

-¿Y a mí no me extrañaron?- pregunto Edward haciéndose notar.

-Nah- contesto Emmett por todos- ¿Quién extrañaría a un hermano que se va por dos años?

-Exacto- dijo Alice asintiendo mientras pasaba su brazo por mis hombros- Sobre todo cuando dicho hermano se va a casar con una arpía.

-Valla gracias, para eso están los hermanos- siseo.

-Era una broma Eddy- Emmett revolvió su cabello alborotándolo.- Bueno, lo de la arpía si es verdad.

Los cuatros se rieron, menos Edward y yo, no me hacía gracia para nada esta conversación.

-Si, como digan- Edward rodo los ojos- ¿Qué hacen en Nueva York?

-¿Ves? Por esa actitud no te extrañamos- dijo Jasper.

-Ja ja- Edward parecía seguir enfadado.

-Ya quita esa cara- Rose salió en defensa de su hermano- Nosotros deberíamos estar enfadados, casi nos dan una muestra de porno en 3D.

-No es que eso sea algo malo- aclaro Emmett- Pero deberían recatarse chicos.

-¿Podríamos olvidar lo que paso?- dije casi rogando. –Fue solo un desliz.

-¿Un desliz?- me pregunto Edward confundido.

-Sí, un desliz que no volverá a ocurrir- sentencie, los demás solo me miraban, cuatro pares de ojos entendían lo que ocurría, después de todo, ellos eran mi ejército.

Edward me miraba tratando de descifrar que me ocurría.

-¿Cómo entraron?- dije tratando de dirigir la conversación a otro lado.

-Con esto- dijo Alice sacando una tarjeta magnética de su bolso. –Cuando arrende el departamento por Edward me dieron dos tarjetas de entrada.

-¿Y yo porque no me entere de eso?

-Porque estabas demasiado ocupado pensando en no sé qué cosas y me dejaste a cargo de todo.

-Y por eso tengo un armario del tamaño de una habitación- refunfuño él.

-Exacto- dijo su hermana sonriendo.

-No es que quiera correrlos- dijo Edward sonriendo- Pero ¿Qué hacen acá?

-Tengo un congreso de medicina mañana temprano- dijo Rose- Emmett viene conmigo.

-¿Y ustedes?- le pregunte a Alice.

-Vine a ayudarte, no tienes que soportar a la bruja sola- me respondió mirándome como queriendo decirme algo más. –Además yo también soy su dama del horror.

-Gracias- le dije sabiendo a lo que se refería, ellos venían a ayudarme.

-Por cierto, Marcus te manda saludos- dijo Jasper sonriendo- Y me recordó que te advirtiera su condición para que vuelvas a tener permisos.

-Pues, la cosa va difícil- le dije recordando que la condición era que detuviera la boda.

-¿Qué condición? –pregunto Edward confundido.

-Nada que entiendas por ahora- le dijo Alice salvándome de mentirle.- Me tomo bastante convencerlo de que nos dejara venir a los tres juntos, y hablando de saludos, el abuelo quiero que lo llames, dice que no ha podido comunicarse contigo.

Edward se tensó levemente, pero no dijo nada más, solo asintió.

-Chicos, es hora de irnos- nos dijo Rosalie- Mañana el oso y yo tenemos que levantarnos temprano.

-Maldito congreso- refunfuño Emmett levantándose- Todos esos doctorcitos mirando a mi rubia.

Los demás imitaron su acción yendo hasta la puerta.

-¿Qué tenemos que hacer mañana? –Pregunto Alice- No quiero ser una dama de honor desconcertada.

-Vamos al Plaza- le dije rodando los ojos.

-Pasaremos por ustedes- dijo Jasper, confundiéndome, ¿Cómo pasaría por nosotros? - Alquilamos autos- dijo sabiendo que quería preguntarle.

-Valla, ¿Por qué no se me ocurrió?- me pregunte para mí misma.

-Porque para eso estoy yo- Edward se hizo notar.

-No siempre estarás para mí- le refute.

-Antes de que la parejita empiece a discutir, nos vamos- dijo Emmett ya saliendo con Rose.

-Tienes razón- dijo Alice, dándome la otra tarjeta magnética- Nunca sabes si podrías necesitarla.

-Mmm ¿Gracias?- le pregunte mientras la guardaba en mis jeans.

-Me lo agradecerás- me guiño un ojo- Nos vemos mañana.

Y así como llegaron se fueron.

-También deberíamos ir a dormir, mañana tenemos que levantarnos temprano.

-Primero lo primero- le dije llevándole a la cocina, él solo se dejó llevar.

Cuando vio que sacaba con un trapo una cucharilla, supo lo que estaba por hacer.

-No es necesario Bella- me dijo cansinamente.

-Debo sacarte mi marca- me encogí de hombros- Obviamente tú no eres mío, por lo menos en ese sentido.

-¿En qué sentido?- pregunto abriendo muchos los ojos.

-Estas por casarte con Victoria- le dije rechinando los dientes.

-¿Y?- dijo confundido, eso solo me hizo querer golpearlo.

-Si yo me estuviera por casar, no dejaría que te me acerques- le dije esperando que mis palabras le hicieran abrir los ojos.

-¿Estas planeando casarte?- pregunto desviando el tema.

-Quién sabe- le dije sentándolo en una silla para empezar a sacar mi chupón.

-No puedes casarte- gruño enojado, no supe, si porque la idea le desagradaba, o porque le dolía mi rastrillaje con la fría cuchara.

-Claro que puedo, un día me enamorare, y me casaré- le dije también enojada, ¿Qué derecho tenía a decirme que no podía casarme cuando él estaba por casarse?

-¿Ya estás enamorada de alguien?

-Sí, y mucho- le dijo mirándolo fijamente, quizás así se daría cuenta de lo que hablaba.

-¿De quién?- pregunto enojado devolviéndome la mirada, el idiota ni siquiera entendía las indirectas.

-No te lo voy a decir- Negué con la cabeza triste, no tenía planeado confesarle mis sentimientos mientras le sacaba mi marca porque temía que su novia la viera mañana.

-¿Por qué no?

-Ahora nos guardamos secretos, ¿recuerdas?- le dije de manera irónica. –Listo, ya no se nota, Victoria no sabrá lo que paso.

El solo me miraba sin decir nada, a veces prefería que negara, que se enojara, incluso que me gritara, pero no soportaba sus silencios.

-Tengo que llamar a mi abuelo, ve a la cama, en un momento voy.- contesto sin mirarme, lo deje solo en la cocina, no quería seguir hablando del tema.

o-o-o-o-o-o-o

-Estamos abajo-Alice.- decía el mensaje de texto.

-Alice dice que ya están esperándonos.- le dije mientras terminábamos de desayunar. El solo asintió.

Las cosas entre nosotros seguían tensas.

Salimos sin decir nada, cuando estábamos en el elevador, una mano de improviso interrumpió que las puertas se cerraran.

-Disculpen- dijo el vecino de Edward mientras entraba.

-No pasa nada.- conteste por cortesía.

-Parece que va a llover, ¿no?- dijo queriendo cortar la tensión que se sentía en el ascensor.

-Si eso parece- conteste cuando vi que Edward no pensaba responder.

-Odio la lluvia- dijo sonriendo- Son muy ruidosas.

-Yo también- conteste sonriendo de vuelta, parecía que no había sonreído desde que me levante. –Odio los truenos.

-Oh sí- dijo haciendo una mueca- Pareciera que la ira de Dios callera sobre nosotros cuando truena.

Yo solté una risita involuntaria que causo que Edward se tensará.

-Si tienes miedo de los truenos hoy, ¿podemos hacernos compañía?- dijo divertido viendo la postura de Edward, supe que era solo por molestarlo, así que le seguí el juego.

-Te tomaré la palabra- le dije riendo, a lo que Edward no pudo soportar y tomo mi cintura.

-Peter- dijo masticando su nombre- Ella no necesita compañía, me tiene a mí.

-Claro- dijo Peter restándole importancia- Pero recuerda, los vecinos siempre estamos para ayudar.

Dicho eso el ascensor abrió sus puertas dejándonos en el vestíbulo, él salió guiñándome un ojo a manera de despedida.

-¿Por qué le seguiste el juego? –gruño presionando más mi cintura.

-Solo estaba siendo agradable con él- dije de manera inocente.

-¿Ser agradable con él es ofrecerte así?

Yo me solté de él enojada, sus palabras me dolieron en lo más profundo ¿Qué le pasaba? ¿Me estaba tratando de chica fácil?

-Quizás a él no le molesten mis marcas- contrarreste furiosa mirándolo- Quizás él no tenga que esconderlas.

-¿Sigues enojada por eso?- dijo cansinamente.

-Estoy enojada, porque me acabas de llamar chica fácil- le grite haciendo que los que estaban en el vestíbulo nos miraran., baje mi voz un poco. -¿Eso piensas de mí?

-No- negó rápidamente agarrándome de nuevo de la cintura, mi teoría de que sus manos tenían imanes en mis caderas cada vez se afirmaba más- No me gusta ver que coqueteas con alguien.

La sinceridad de su voz me desarmo, mi enojo se esfumaba de a poco.

-¿Por qué?- me arriesgue a preguntar mirando fijamente sus ojos

-Me dan celos- dijo sinceramente.

-Oh- fue mi inteligente respuesta, era la primera vez que él lo reconocía en voz alta. -¿Por qué?

-Par de tortolos, estamos esperándolos- nos interrumpió Alice que había decido entrar a buscarnos, cuando vio como estábamos sujetos, sonrió abiertamente.

-Vamos- dijo Edward deshaciendo mi abrazo, para tomar mi mano, pero Alice tomo la otra.

-Bella va con nosotros- dijo tironeando dispuesta a no recibir negativas.

-Pero- intento protestar su hermano.

-Sin peros- y así como así me arrastro a su auto.

-Hola Bella- me saludo Jasper desde el asiento del conductor.

-Hola.

-Cuéntanos como va todo- dijo Alice impaciente en cuanto subió al auto.

Jasper reía por su entusiasmo mientras programaba el GPS para que nos llevara al Hotel Plaza.

-No hemos avanzado mucho- le dije la verdad.

-Eso no parecía anoche- dijo contrariada.

-Ni me lo recuerdes- me tape el rostro.

-¿Han llegado hasta el final?- pregunto seria.

-No, siempre algo nos interrumpe.

-Uf, menos mal- dijo aliviada- Recuerda que él está comprometido.

-No me hagas sentir peor.

-No es que Alice quiera hacerte sentir mal Bella, ella está preocupada por ti- aclaro Jasper- Si esto no funcionara ¿Cómo te sentirías al recordar que te acostaste con un hombre comprometido?

-Entiendo- dije mortificada, ahora entendía lo que Rose quiso decir en cuanto a no dejar que el probara el buque.

-Lo cual no quiere decir que no lo invites a ver lo que se pierde- dijo Alice tratando de animarme. –Un poquito de diversión no mata a nadie.

De pronto recordé lo que había averiguado.

-Creo que James esta con Victoria.

-¿En serio?- peguntaron a la vez.

-No estoy completamente segura, pero sí.

-Siempre creí que estaba detrás de ti- confeso Alice.

-Sabía que había algo que me estaba perdiendo- Jasper chasqueo su lengua en desaprobación- Nunca termino de convencerme su comportamiento.

-Él está aquí.

-Si, por el dichoso congreso- dijo Alice.

-No, él está desde antes- le corregí.

-Rose no nos dijo nada- dijo Jasper mirándome por el espejo retrovisor- Tampoco es que hayamos preguntado por él estos días.

-Tampoco nos avisó- refunfuño Alice.- ¿Algo más que contarnos?

-Ha estado más celoso de lo normal- les confesé- Tiene celos de James, de Jacob, incluso del vecino.

-Bueno, es muy clásico de mi hermanito, pero no entiendo porque siente celos de Jacob si él está casado.

-Eso mismo pienso yo- dije exasperada- Incluso seré la madrina de su hijo.

-Espera un momento- Alice grito asustándonos- ¿Edward sabe que Jacob está casado?

-Ni idea- me encogí de hombros.

-¿Sabe que está esperando un hijo?

Volví a encogerme de hombros- Cada vez que quiero intentar comentar algo de Jacob me evade.

-Eso es bueno- Alice sonreía tan abiertamente que pensé que sus mejillas le dolerían en cualquier momento.- Si las cosas salen mal, Jacob será nuestro refuerzo.

-¿Refuerzo?- pregunte confundida, intentar seguir a Alice con sus planes era prácticamente imposible.

-Ajam, el será nuestro último movimiento.

-No somos piezas de ajedrez- le reclame.

-Para el éxito de un buen plan necesitamos frivolidad- dijo Jasper mirándome desde el espejo retrovisor, él siempre saldría en defensa de Alice, incluso en sus ideas más descabelladas.

-¿Algo más?

Negué poco contenta con mis avances.

-No te preocupes- dijo ella convencida- Nos quedan diez días para la boda, es tiempo suficiente.

¿Solo diez días? Mi tiempo se estaba acabando.

-¿Segura?

-Si no es por las buenas, esta boda tendrá que detenerse por las malas- era gracioso como un ser tan pequeño como ella podía inspirar miedo.

-Llegamos señoritas- dijo Jasper apagando el auto.

-¡Vamos! –Dijo Alice impaciente- Tenemos una boda que detener.

Los tres salimos al mismo tiempo.

-Los estaba esperando- dijo Edward tomando mi mano mientras entrabamos al majestuoso Hotel Plaza.

En la recepción estaba una chica conversando con María y Victoria.

-Eddy- chillo la pelirroja antes de arrojarse a sus brazos besándolo sorpresivamente, la sola imagen de ellos dos besándose me removieron recuerdos dolorosos por lo que me solté de su mano haciendo que Edward se despegará de Victoria para mirarme arrepentida.

¿Ahora me miraba arrepentido? Yo solo quería estrangularlo, aunque no tuviera le poder de hacerlo, ya que la pelirroja era su novia, esa afirmación fue como una patada en el estómago.

-Jazzi- chillo María corriendo despavorida a la entrada hacia ¿Jasper? ¿Ellos se conocían?

Su chillido nos dejó sorprendido a todos, aunque Jasper hizo lo que yo hubiera querido que Edward hiciera, la detuvo con sus brazos antes de que esta se le lanzara encima, yo no estaba entendiendo nada.

-¿No me recuerdas?- María pregunto confundida.

-María tanto tiempo- la saludo Jasper cordialmente ofreciendo su mano.

-Siempre tan caballero- dijo riéndose intentando abrazarlo, a lo que una Alice encabronada se interpuso.

-Disculpa querida, ¿Quién eres?- pregunto cruzándose de brazos.

-Ella es una ex novia- explico Jasper enrollando sus brazos en Alice desde atrás esperando que ella relajara su postura- María te presento a mi esposa.

-Mucho gusto- sonrió Alice con suficiencia.

-¿Te casaste?- pregunto perpleja María.

-¿Quieres que te haga un dibujo explicándotelo?- contesto Alice con ironía.

-Valla humor el que carga tu esposa- dijo esta desdeñosamente.

-Ella solo defiende lo suyo- Jasper se encogió de hombros.

-Un gusto haberte visto de nuevo- contesto María con una mueca dándose vuelta hacia nosotros, aclarando su garganta y haciendo como que aquí no pasó nada -Necesito a los novios solamente.

-¿Y porque estamos aquí?- dijo Alice también acercándose manteniendo una mano aferrada a Jasper.

-Nadie te pidió que vinieras- contesto María con una sonrisa falsa.

-María- dijo Victoria reprochándole con la mirada- Ella es mi cuñada.

-Futura cuñada- corrigió Alice.

-Es lo mismo- contesto la pelirroja restándole importancia- Ellos irán con nosotros, ¿verdad amor?

Edward asintió mirándome. Hubiera preferido que diga que no, hoy Victoria está más melosa que de costumbre ¿Por qué hoy estaría así?

-Bien, vamos- María empezó a caminar hacia uno de los ascensores, en cuanto ella y la feliz pareja entraron, cerro dejándonos a los tres parados como idiotas.

-¿Qué se cree esa tipa?- exploto Alice. -¿Cuándo fue tu novia?

-Hace mucho- contesto Jasper rápidamente.-Solo teníamos quince.

-Ella parecía muy interesada en ti- Alice lo apuntaba con un dedo acusatorio.

-Pero yo no- Jasper estaba acostumbrado a los arranques de su esposa, le dio un beso casto cargado de amor que me hizo mirar a otro lado.

Genial, ahora ya no podía estar ni cerca de mis amigos.

¿Pero qué me había molestado tanto de la escena? No sabía ni responderme a mí misma.

-Pero esto no se queda así- dijo Alice encaminándose a la chica que estaba en la recepción y volviendo casi en un segundo.- Se fueron a elegir las tarjetas en el cuarto piso.

-Wow- dije asombrada subiendo al ascensor.

-Esa tipa no sabe con quién se metió, voy a encargarme de que esta boda sea la peor de su historial, esto ya no es solo por ti Bella.

-¿Realmente estas tan enojada con María?

-Si- contesto sin decir nada más.

-Es temible cuando se enoja- dijo Jasper riéndose.

En cuanto llegamos al cuarto piso, entramos por inercia en la primera puerta, y afortunadamente acertamos. La habitación estaba llena de mostradores de cristales con millones de tipos de tarjetas.

-¿Por qué tardaron tanto?- pregunto María irónicamente. ¿Problemas con Jazzi?

-Oh por nada en especial- contesto Alice sonriendo también- Solo esperábamos a que el ascensor se ventile, deberías usar un mejor perfume querida, él que usas parece decir que eres una perra desesperada.

-Retira lo dicho- María contesto enojada.

-Oblígame- dijo Alice cruzándose de brazos.

-Agh- María estaba furiosa, parecía querer echarse encima.

-Ni te acerques- contesto Jasper también enojado.

-Si no te comportas, prescindiremos de tu servicio- Edward también estaba enojado con la situación.

-Edward- tanto María como Victoria protestaron.

-No quiero una sola palabra más en discordia con mi hermana, ¿entendido?

María solo asintió. -¿Ya eligieron una?

-Yo quiero esta- dijo Victoria entregándosela.

-Pueden ir subiendo al sexto piso, enseguida los alcanzo- María tomo la invitación entregándola a una chica que estaba en una computadora en uno de las paredes, ni siquiera la había visto cuando entramos.

Subimos al mismo ascensor. Esto de estar subiendo a cada momento en los ascensores me estaba perturbando.

-¿Por qué estás tan callado cielo?- dijo Victoria que parecía haberse pegado como lapa a Edward.

-Nada- dijo mirando hacía ningún punto en particular.

Ella se puso un poco en puntitas para susurrarle al oído, aunque todos pudimos escucharla.

-Si quitas esa cara, prometo recompensarte esta noche- y dicho esto me dio una mirada siniestra dándole un beso en el mismo punto donde yo le había dejado mi marca, o por lo menos esa fue mi impresión.

Debería haberle dejado el maldito chupón para que él se las arreglase solo con su prometida.

-Victoria por favor- gruño Edward incómodo.

Agradecí al mismísimo infierno en cuanto llegamos, para ser dos malditos pisos habíamos tardado una eternidad.

Yo fui la primera en salir, necesitaba aire, no podía llorar en estos momentos, no le daría esa satisfacción a ella.

Justamente a esto había escapado los dos años, ellos eran pareja, pero recién hoy los veía interactuar como tal, y mierda que dolía.

No eran de esas parejas melosas, pero tampoco eran indiferentes el uno con el otro.

Victoria seguía remolcando a Edward hasta que entramos a una sala llena de comida. Parecía que la feliz pareja hoy elegiría el banquete.

Alice me dio la mano un momento solo para apretarla cariñosamente, ella sabía que necesitaba apoyo.

-Deja que se regodee en su veneno, con quien duerme es contigo- me susurro solo para mí.

Eso solo me hizo sonreír un poco

María entro apresurada detrás de nosotros.

-¿Dónde estabas?- pregunto Victoria sin mucho interés, estaba inspeccionando unos canapés.

-Con Maggie archivando tu modelo para las invitaciones, el lunes estarán listas para que las veas.

-Agh ¿No puedes simplemente enviarlas?- Victoria rodo los ojos -Tienes la lista de invitados completa.

-Claro- asintió ella- ¿Edward?

-Haz lo que dice Victoria- contesto sin inmutarse, su brazo estaba enroscado en su futura esposa, fingía observar uno de los menús con su mano libre.

-Voy al baño- dijo Alice inesperadamente- Vamos Jazz.

-No me dejes sola- susurré de repente asustada, no sabía por qué había venido, María tenía razón, solo necesitaban a los novios hoy.

-No tardaremos- dijo guiñándome un ojo.

Me concentre en los diferentes platos que había en la sala, no necesitaba seguir viendo a la pareja, al menos no por hoy, mi ánimo estaba por los suelos, este no era mi lugar, debería estar en mi casa acurrucada en mi sofá leyendo los nuevos borradores que surgían queriendo ser libros. Desearía estar en casa.

¿Y por qué no?

No era masoquista, podía marcharme, tomar un taxi e ir al departamento de Edward, ahora tenía mi propia tarjeta magnética para entrar. Peter había tenido razón, hoy iba a llover, de otra manera no explicaba esta sensación de sopor en el aire que tan de mal humor me ponía.

Cuando estaba a punto de despedirme unas toces me alertaron.

-Escúpelas- decía Edward afligido a una Victoria que había perdido todo el decoro y escupía furiosamente. -¿Mejor?

-Sí, no llegue a tragar nada- dijo más compuesta tomando un copa de agua. –Creo que ni llego a tocar mi boca.

-¿Cómo es posible que tengan nueces? Cuando especificamos que Victoria es alérgica a ellas- Edward estaba furioso con María.

-No fue mi culpa- se excusó asustada- El Plaza ofrece cientos de menús, es lógico que alguno tenga nueces.

Victoria no lucía enferma o algo parecida, más bien parecía satisfecha, tenía entendido que las reacciones alérgicas podían ser muy fuertes dependiendo de las personas, pero ella lucía fresca y sana, y como ocurrió en el ascensor, me dio una mirada maliciosa antes de actuar.

-Amor, me siento mal- dijo llevándose una mano a la frente. ¿En serio? ¿Iba a fingir que estaba enferma? Esto parecía sacado de esas películas baratas de un sábado a la noche.

-Pero dijiste que no llegaste a tragar- Edward parecía confundido pero aun así preocupado.

¡Oh genial! Ahora Edward le creía.

-No te ves muy mal- aporte mirándola, no quería que envolviera a Edward en su juego.

-Aun así me siento mal, estoy mareada- dijo cerrando los ojos.- Por favor Ed, llévame a casa.

Alguien que le dé un Oscar a la peor actuación de la historia.

-Vamos- dijo sosteniéndola- ¿Puedes regresar con Alice y Jasper?

¡Valla! Por fin me dirigía la palabra y solo para deshacerse de mí.

-Seguro- asentí irónica- Debes atender a la enfermita.

-Bella, yo- intento excusarse pero no lo deje y Victoria tampoco que se apachurraba más en su pecho intentando acercarse más si era posible a él.

-Nos vemos después- salí de allí en busca de Alice y Jasper que venían saliendo justamente del ascensor.

-¿Qué paso?- me pregunto al ver mi cara de fastidio.

-La reina del drama se enfermó, o mejor dicho, pretendió estar enferma- les explique con la mejor cara que pude- Regreso con ustedes.

-Claro- dijo Jasper que parecía querer decirme algo para tranquilizarme.

-No digan nada, por favor- les dije, ya no estaba enojada, solo cansada, sentía como si mi cuerpo pesara toneladas.

o-o-o-o-o-o

-Bip bip- Un sonido de mi celular me despertó de mi tan merecida siesta.

Después de muchas excusas puestas había conseguido que los chicos me dejaran en el departamento de Edward sola, necesitaba tiempo para pensar, y teniendo en cuenta que Edward pasaría el día con su pobre novia enferma, tenía el día libre.

Rebusque mi celular bajo las almohadas, necesitaba ver la hora, la habitación tenía un tinte gris y oscuro que no me permitía saber si ya era tarde.

Casi salto al ver que ya eran las seis de la tarde, había pasado casi todo el día durmiendo, que pérdida de tiempo, aunque no tenía mucho que hacer si vamos al caso, no conocía Nueva York, no tenía un coche, y no me apetecía salir con los nubarrones que se estaban formando.

Decidí tomar un buen baño de burbujas, quizás eso me quitaría el mal humor que ni yo misma me aguantaba. Ni siquiera había almorzado todavía, aunque no tenía hambre, el agua la traería.

Una vez recostada en la bañera me puse a pensar en todo este bendito embrollo que amenazaba destruir mis nervios.

¿Qué me tenía de tan mal humor hoy?

Automáticamente mi conciencia apareció para amargarme más si era posible, hoy Victoria no se había comportado como la clásica perra berrinchuda, sino más bien, como una arpía azucarada pegada a su prometido.

¿Por qué hoy ella había actuado diferente? Quizás porque James hoy no estuvo en escena, o quizás porque Alice y Jasper estaban presentes, ¿Quería caerle bien a su cuñada? Todo era demasiado confuso.

Luego estaba esa maldita sensación de desazón en mi interior, anoche mientras quitaba mi marca del cuello de Edward fue como si lo dejara ir, ¿Por qué lo había hecho? Debería habérsela dejado, Edward debería aprender a hacerle frente a sus acciones.

Primero decía que era mío, que nos pertenecíamos, pero hizo un berrinche cuando se dio cuenta de que no podía ocultar mi marca.

Y para colmo sus celos infundados con cualquier espécimen masculino, ni siquiera podía hablar con el vecino sin que se molestara, pero esa regla no se aplicaba a él, hoy se pasó la maldita mañana pegada a su novia. ¿Por qué él podía y yo no?

La respuesta vino a mí como un rayo, ellos eran pareja, estaban por casarse maldita sea, claro que debían estar juntos y abrazados, y besándose y acariciándose y no sé qué más.

Todo iba tan bien hasta el día de hoy, Edward me había dado señales de que sentía algo por mí, ¿Qué carajos paso en el lapso de anoche y hoy?

Para eso no tenía respuestas.

Cuando vi que mis manos estaban arrugadas decidí que era hora de salir sino quería competir con las ancianitas en cuanto a las arrugas.

-Bip bip- mi celular seguía sonando, lo revise solo para comprobar que ya se había apagado, ¿Dónde había dejado el cargador?, ese aparato estaría sonando cada hora hasta que lo pusiera a cargar, era estresante saber que tenía batería para sonar cada hora avisando que no tenía batería, pero no tenía suficiente energía para prenderse. Malditos celulares.

Me puse un albornoz a modo de toalla y salí en su búsqueda. Edward era el que había acomodado mis cosas, me costaría encontrarlo.

Unos paso me alertaron que él había llegado.

-¿Me estabas esperando?- dijo sorprendido por mi escasa y casi nula vestimenta, sus ojos me devoraban.

-No- esa frase antes me hubiera calentado, pero ahora solo logro que quisiera abofetearlo.

-Solo estaba jugando, no es para que te enojes- contesto sonriendo.

¡Maldita sonrisa!

-¿Así que solo me quieres para jugar?- pregunte arqueando una ceja.

-Preferiblemente sí- contesto acercándose, ahora si me había enojado, él creía que yo estaba jugando.

-Lastima, no soy una chica para jugar- le conteste yendo al armario a buscar ropa, no podía seguir viéndolo. Para mayor seguridad cerré la puerta antes de que quisiera entrar

-Bella, no quise decir eso- su voz se oía amortiguado detrás de la puerta, no hizo intentos por entrar y se lo agradecí.

-Últimamente haces y dices cosas que no quieres hacer- le grite de vuelta calzándome unos jeans.

-Lo siento- dijo bajito, pero aun así lo escuche.

-¿Qué te está pasando Edward?- dije apoyando mi frente en la puerta, tratando firmemente de no llorar, él no se merecía mis lágrimas.

-No puedo decírtelo- sentí su voz muy cerca, supe que también estaba pegado a la puerta.

-Cierto, olvide que ya no nos tenemos confianza- salí del armario para ver que leía un mensaje.

-Debo irme, Victoria…

No lo deje seguir, no quería escuchar que pasaría la noche con ella, esas palabras simplemente me matarían.

-No quiero saber lo que harán, solo vete- ni siquiera lo mire cuando le dije esto, mordí fuertemente mis labios esperando que entendiera que no quería hablar.

-Mírame.

No le hice caso.

-¡Mírame!- su mano tomo mi mentón obligándome a mirarlo, en cuanto vio mis ojos empañados, me abrazo. –Prometo volver, no me quedare con ella.

-No tienes que hacerlo- le dije con voz ronca.

-Volveré a ti- sus manos acariciaban mi espalda, yo solo me dejaba hacer, sus caricias me sabían amargas sabiendo que se iba con ella.- Es más, ni siquiera tendrás que dormir, no tardaré, lo prometo.

-¿Lo prometes?- le dije mirándolo fijamente, sus esmeraldas me devolvían la mirada, sin darme cuenta, apoyo sus labios sobre los míos en un beso casto, ni siquiera tuve tiempo de devolverle el beso.

-Lo prometo- pellizco mi nariz haciéndome reír y se fue nuevamente.

Me tire casi saltando en la cama, quería gritar de alegría, él no iba a quedarse con ella. Volvería a mí, él lo prometió.

Unos truenos también me hicieron saltar, pero no de alegría precisamente. Edward dijo que no tardaría, debía preparar la cena, mi estómago estaba por componer una sinfónica con sus gruñidos. Quizás algo de salsa y pasta estaría bien, mi estómago se movió en acuerdo.

o-o-o-o-o-o

Estaba sentada, tamborileando los dedos en la mesa, el sonido de mi celular pidiendo que lo cargue, los truenos, los fuertes vientos que azotaban las ventanas, y el fuerte tic tac del reloj marcando las once de la noche me estaban asfixiando.

Ya habían pasado tres horas y Edward no volvía.

Mi imagen era la típica de una chica plantada por su novio, la mesa servida, la comida hecha, y mirando fijamente la puerta. La diferencia era que yo no era su novia.

Recordé todas las puñaladas que había recibido el día de hoy, y solo dolieron más mientras sentía mis mejillas humedecerse.

-¿Cómo voy a hacer para esconder esto?-

-Eso es mío- gruño un Edward que intentaba atraparlo- Quiero decir, eso es de Bella para mí.

-No puedes casarte.

-¿Ser agradable con él es ofrecerte así?

-¿Así que solo me quieres para jugar?- pregunte arqueando una ceja.

-Preferiblemente sí- contesto acercándose, ahora si me había enojado, él creía que yo estaba jugando.

-No más- gruñí para mí misma limpiando con furia mis lágrimas. Me iría ahora mismo al Hotel donde debería haber ido en un principio, él no jugaría más conmigo.

Hasta hoy llegaba mi plan, Edward podía casarse con Victoria si quería, yo no iba a impedirlo, sería la buena dama de honor que se supone debería ser. Y en cuanto se casaran ellos desaparecerían de mi vida.

Arroje toda mi ropa a montones en mi maleta, después la ordenaría en el Hotel.

Tendría que tomar un taxi, mi celular había decidido no ayudarme el día de hoy, había quedado sin un gramo de batería. Los truenos parecían simular los sonidos de mi corazón, pero amplificados cien veces más.

Debería irme rápido antes de que la tormenta empezara.

Revise los cajones y el baño asegurándome que no dejara nada, solo me faltaba el bendito cargador que no aparecía. Al diablo, compraría uno después.

Salí a trompicones directo al ascensor, no era recomendable usarlo cuando caían tormentas, pero estaba apurada, rogando que no se parara descendí los pisos hasta el vestíbulo.

Estaba por salir, cuando la puerta de salida se abrió mostrando a un mojado Peter.

-Hola- le dije sin mucha atención, pero él me sujeto el brazo impidiendo mi huida.

-¿Estás loca?- me pregunto asustado- El mundo se está cayendo allá afuera.

-No me importa. Me voy- le dije intentando soltarme.

-No voy a dejarte ir, es peligroso.- su agarre aumento llevándome de vuelta al vestíbulo.

-¿Y a ti que mierda te importa lo que yo haga con mi vida?- le grite frustrada viendo como diluviaba afuera.

-Es mi trabajo como vecino inmiscuirme en la vida de mi vecina- dijo intentando hacer una broma.

-No soy tu vecina.

-¿Te vas?- pregunto viendo mi maleta, solo rodé los ojos, el chico era idiota- Okey, mi pregunta fue idiota. ¿Por qué te vas? ¿Peleaste con tu novio?

-No es mi novio- le grite fuerte odiando esas cuatro palabras.

-Tranquila chica, ya entendí, Cullen no es tu novio- se excusó rápidamente.- ¿Entonces por qué vives con él? Sin ofender.

-Somos amigos- susurré.

-Okey, entonces ¿Se pelearon? ¿Te trato mal? ¿Quieres que hable con él? No tengo problemas en defender tu honor.

Sus boberías me estaban dando risa.

-Él no está en casa- se suponía que no debía hablar con Peter porque no le caía bien a Edward, ¡Que se joda! Pensé enojada, él no gobierna mi vida.

-Oh, mmm, bueno- parecía no saber que decir- Si estás pensando en irte sin avisarle, no creo que puedas, la tormenta está creciendo, pronto Nueva York quedara a oscuras, no creo que quieras quedarte a oscuras en un taxi mientras te vas a donde sea que vayas, ¿cierto?

Ni siquiera podía irme con dignidad, ¡qué día de mierda!

Y como si él lo hubiera pronosticado, nos quedamos a oscuras por dos segundos.

-Aah- grite asustada, odiaba las tormentas.

-Ey, estoy aquí, -me dijo agarrando mi mano cuando la luz volvió.-Sera mejor que subamos por las escaleras, el ascensor es peligroso por ahora, mañana podrás huir.

-Son nueve pisos- me lamente aceptando que hoy no podría irme.

-Es por eso mi querida vecina, que los vecinos siempre ayudan- me guiño un ojo agarrando mi maleta y encaminándonos a las escaleras, este sería un largo trayecto.

Los primeros tres pisos avanzamos en silencio, hasta que la luz volvió a irse, esta vez por un minuto.

-Tsk- Peter negó con la cabeza subiendo un poco más rápido las escaleras- Debemos apurarnos antes de que nos quedemos a oscuras y no podamos entrar a nuestros departamentos.

-¿Cómo que no podremos entrar?- le dije tratando de seguirle el paso, se notaba que yo estaba en mala condición física, él apenas y se veía cansado y eso que llevaba mi maleta a cuestas, en cambio, yo estaba punto de expulsar mis pulmones.

-No tenemos llaves genia- refunfuño- Las tarjetas electromagnéticas solo sirven con electricidad.

-¡Oh mierda!- dije aumentando también mi paso- Malditos niños ricos que no usan cerraduras como las personas normales.

-En este momento estoy de acuerdo contigo.

En el octavo piso no daba más.

-No puedo más- dije deteniéndome para recuperar el aire, mientras tosía.

-Solo falta un piso- me animo mi alegre vecino, en realidad era el vecino de Edward, pero por dos días también fue mi vecino.- Esta bien, tu quédate aquí, yo llevare la maleta hasta tu puerta, y volveré por ti.

-Ya he escuchado eso antes- Sus palabras me hicieron reír, Edward había dicho también que volvería, pero era obvio que por la tormenta él pasaría la noche con Victoria.

Intente levantarme, pero realmente estaba fatigada y sin aire.

-Confía en mí, no te voy a dejar tirada en las escaleras- y sin más se fue rápido, yo apenas logre subir cinco escalones, cuando escuche sus pasos- Vamos cenicienta, casi son las doce en punto, estamos contra el reloj.

-Ja- ja- le dije irónicamente, lo que no esperaba es que me tomara por sorpresa levantándome y llevándome en brazos. -¿Qué haces maldito aprovechado?

Trataba de golpearlo fuertemente con mis puños.

-No me estoy aprovechando- me contradijo- Yo también quiero llegar a mi departamento, deja de golpearme mujer.

-Bájame- le dije en un tono bastante rabioso.

-Nos estas retrasando, falta medio piso- me regaño volviendo a emprender la marcha- Si te diste cuenta, estoy mojado, cansado, y tengo frio, solo quiero llegar a mi puta cama.

No dije más nada, porque tenía razón, el venía entrando cuando yo pretendía salir, y se había ofrecido a ayudarme y yo solo ponía quejas. Era una desagradecida.

-Llegamos- dijo bajándome, rebusque rápidamente en mi bolso de mano la bendita tarjeta, una vez que la pase en el contacto, la puerta se abrió. Habíamos llegado con el tiempo justo.

Mantuve la puerta abierta para que el llevará mi maleta adentro, y ese fue un gran error, porque en ese momento la luz se fue.

-Mierda- dijo Peter con voz cansina en algún lugar de la habitación, no se podía ver nada- Me he quedado sin departamento.

-Eso te pasa por ser un buen vecino- quise hacer una broma para quitarle el hierro al asunto, pro no funciono ya que no escuche su risa.

Y no era para menos, la situación no daba risa, él había quedado atrapado en el departamento de Edward conmigo dentro hasta que la luz se dignara a regresar. Y por la fuerza de la tormenta no había muchas esperanzas de que fuera pronto.

Un fuerte rayo cayó en ese momento haciendo soltar la puerta que mantenía abierta completando así nuestro encierro.


Hola^^

Que tal el capitulo? Gusto? No gusto? Alguien que quiera unirse al Team Peter? Jajajajaaj (^.^)/ De seguro Edward no cuando lo encuentre en su departamento! xD

Miles de gracias a sus comentarios :D

Eso es todo por hoy.

Nos leemos en el siguiente capítulo.

Cary0605

Capítulo 7: INTERRUPCIONES Capítulo 9: ¡SALUD POR LOS AMORES NO CORRESPONDIDOS!

 
14445706 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios