De niñera a Mamá. (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 06/11/2010
Fecha Actualización: 08/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 22
Visitas: 77457
Capítulos: 21

La vida de Bella Swan cambia radicalmente. En busca de trabajo como niñera, encuentra algo más.... una pequeña necesitada de amor. Luego de algunos sucesos ella comprende que no puede dejarla sola... donde comienza un nuevo desafío; encontrar al padre.


Hola, es mi primera vez que hago esto, esta historia no es mía, le pertenece a Pam3.C.S., yo solo la subo con su autorización, es una de  mis favoritas espero les guste...

Dis: "Los personajes son propiedad de Sthep. Meyer, tan solo  la historia es de Pam3.C.S."


+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 19:

Edward  Pov

- Papá, estás matando las flores.- miré hacia abajo y efectivamente.

Inconcientemente estaba quitando los pétales de cada rosa que se encontraba en mis manos. Estefanía estiró su mano y con una mueca las entregué. A este paso, cuando Bella saliera de su examen, sólo quedaría un intento fallido de lo que había sido un hermoso ramo.

- Tú.- habló Sue mirando al Jefe Swan y extendió su mano

- Está bien.- gruñó.

Pero de igual forma entregó el ramo que sostenía y que estaba teniendo el mismo destino que al que le acababa de salvar la vida Estefanía… Sentí unos tacones pisar fuertemente sobre el parqué y me giré para ver a una Renée corriendo con una ya no muy pequeña Helena en brazos y un Phil, o al menos eso creía, tapizado de flores y regalos.

- ¿Ya salió?.- consultó frenética

- No, aun no.- respondí volviendo a mi caminata

- ¡Hey! Edward.- saludó Phil, una vez que desocupó sus manos

- Hola.- forcé una sonrisa. Estaba temblando de los nervios

- Tranquilo hombre.- palmeó mi espalda.- Ella se ha preparado mucho y saldrá bien

Asentí, incapaz de decir algo más. Sus palabras eran ciertas, y yo era testigo fiel del sacrificio que mi novia había hecho todos estos meses trabajando y a la vez estudiando. Había vuelto a retomar su último año y se había negado tajantemente a que la ayudara a cancelar sus estudios. Por lo que había seguido trabajando.

Llevábamos dos años juntos. Habíamos pasado momentos malos y buenos, pero teníamos a alguien que nos recordaba cada día y más aun cuando afloraban días difíciles, que el lazo de amor que nos unía, era más fuerte que cualquiera de las tormentas que se cernieran sobre nosotros.

- ¡Ahí viene mi mamá!.- gritó nuestra hija

Renée y Charlie la observaron atentos. A pesar de saber que Bella era como su madre y que nuestra hija la adoraba de igual forma. Entendía que los sorprendiera cada que vez que ella la llamara así…

Bella salió sonriendo nerviosa y más se acentuó cuando vio a todos los presentes que aguardaban por ella. Nuestra hija corrió hasta ser elevada por sus brazos.

- ¿Cómo te fue mami?.- sus dos manitos tomaron el rostro de Bella y lo fijaron a su altura

- Tu mamá es toda una profesional.- susurró emocionada mi novia

- ¡Oki doki!.- gritó Estefanía y como era de esperarse, la abrazó y besó hasta donde pudo

- ¡Felicidades hija!.- se acercaron Renné y Charlie a estrecharla

Todos fueron pasando a llenarla de besos y abrazos. Mi pecho se hinchaba en cada momento más, rebosante de orgullo por todos los logros que cosechaba de su esfuerzo y por los muchos que comenzaríamos a forjar juntos… Me acerqué a ella lentamente, esperando que estuviera libre para felicitarla como quería.

- ¿Me permite felicitarla señorita profesional?.- susurré extendiendo mi mano hacia ella

- Por supuesto Doctor Cullen.- siguió mi juego y puso su mano sobre la mía

- Felicidades mi amor.- tomé su cintura y la acerqué a mí.- Estoy orgulloso de ti

- Me siento feliz.- musitó contra mi boca.- Y te agradezco a ti a y mi pequeña por esto. Ustedes han sido mi fuerza todo este tiempo

La tomé y la besé sin importarme el lugar y las demás personas. Entre sus risas, las de nuestra hija y los demás, la elevé y di vueltas con ella en el aire… Ahora sólo quedaba un paso más y estaba pronto a comenzar su marcha.

- Bien, vamos a celebrar.- cortó el momento su padre con su voz grave

- Eres tan especial.- aduló sarcásticamente Sue a Charlie y lo arrastró fuera

- Bien, nos veremos donde quedamos.- señaló Phil y se fue junto a Renée

- Mira mamá, esto te hemos traído con mi papá.- le entregó el ramo y aprovechó para acercarse a su oído.- Las flores están medias malitas porque papá las apretaba

Fingí una falsa tos para voltear y poder sonreír. Bella tenía una aliada inquebrantable en Estefanía ¡Claro! En el momento que eso la beneficiaba, sino era yo el afortunado padre preferido… Mi hija en estos años había aprendido a buscar todos los estilos posibles de chantaje… Y aunque lo negara, ella movía su dedo y yo giraba como un perro moviendo la cola a su alrededor.

Nos dirigimos a paso lento hacia el auto. Caminar en compañía de las dos mujeres más importantes de mi vida, eran las pequeñas cosas que había aprendido a disfrutar gracias a la mujer que tenía siempre a mi lado… Muchas personas ansiaban mucho más en la vida, y yo no era la excepción a pesar que me sentía un hombre afortunado… Pero el tiempo era el único que podría darme mis sueños, y tiempo había.

Llegamos al restaurante donde teníamos preparada la reunión que habíamos articulado entre nuestra hija y yo. Mis padres y sus padres, mi hermana y demás amigos estaban instalados en la gran mesa. Los ojos de Bella se aguaron tan sólo poner un pié en el local y denotar la sorpresa que habíamos organizado en su total desconocimiento. Pues creía, que sólo sus padres estarían presentes. Se vio envuelta nuevamente entre abrazos, obsequios, besos y bromas por todos.

- ¿Y cuales son los planes ahora?.- preguntó Rose a Bella

- Buscar trabajo. Aunque quisiera algo sólo de medio tiempo.- respondió mirando a Estefanía

- ¿Para buscar al varoncito?.- movió sus cejas sugestivamente Emmett

- Ehem.- carraspeó Charlie y comencé a inquietarme

- No, aun no.- dijo Bella en forma natural y yo estaba comenzando a sofocarme

- ¿Qué es buscar un varoncito?.- inquirió nuestra hija hacia nosotros

- Es cuando tu mamá y tu papá hacen otro bebé.- dijo Tiger

- ¿De verdad? ¡Yo quiero un hermanito!.- saltó ella en su asiento

- Creo que nos vendría bien otro nieto.- apuntó mi madre

- Tengo canas, creo que es tiempo de malcriar a más que una.- fue el turno de mi padre

Miré en todas direcciones para intentar que alguien terminara esta conversación. Si bien, era una que tenía demasiadas ganas de tener, no era precisamente delante de mi suegro con cara de pocos amigos, que pretendía encausarla.

- Esta noche tenemos que salir a festejar.- cambió el tema mi hermana y la amé por eso

- ¡Si! Yo me apunto.- la siguió Alice

- Y yo voy, donde usted vaya mi amor.- ronroneó el baboso de Jasper

- Por supuesto y con el anillo de compromiso a la vista.- ordenó Alice, sin derecho a objeción

- Claro mi amor.- asintió como un niño obediente

Alice y Jasper estaban prontos a casarse, pero mi amigo aun seguía siendo demasiado encantador con una que otra silueta con faldas que pasara por delante de él. Aunque sabía de sobra, que más que observar, nunca había hecho nada. El amor que le profesaba a Alice, endulzaba el ambiente a kilómetros

- Nosotros no podemos.- se excusó Ángela

- De eso no se diga nada. Tiger puede quedarse con nosotros. Necesitan tiempo para ustedes.- sentenció mi madre

- ¿No será mucha molestia?.-

Sabía que Ben disfrutaba los momentos en que podíamos salir solos. Varias veces habíamos compartido una que otra salida con Jasper a tomar algo y comentar de la vida. Bueno, en realidad el único que tema que tratábamos era las hermosas mujeres que nos esperaban en casa ¡Si! Parecíamos hombres casados de 50 años… Pero aparte de eso, habíamos entablado una gran amistad

- Nosotros también estaremos allí, así que no será problema.- Sue siempre había sido una buena aliada en todo

- Mamá y papá no pueden ir.- acotó Estefanía. Todos la miramos extrañados, ella nunca objetaba cuando pasábamos tiempo solos, aunque era lejano

- ¿Por qué Fifiona?.- Tanya la miró frunciendo su ceño

- Porque tienen que escribir cartas.- sentí mi cara arder. Ya sabía lo que venía

- ¿Y cartas a quien Pelusita?.-

¿Por qué parecía que mi suegro tenía un radar en cada pregunta que sabía yo me metería en más líos?

- No sé.- se encogió de hombros. Bella me miró con grandes ojos.- Pero desde esa vez que fuimos a verte hace tiempo, que ellos se quedan juntos a escribir toda la noche.- asintió solemnemente

- ¿D-desde cuando?.- tartamudeó mi suegro. Había entendido el mensaje

- Desde cuando yo tenía 4 años.- terminó para retomar su comida

Una risotada general se extendió por la mesa. Miré a Bella y ella tenía el rostro a punto de hervir, seguramente igual al mío. Porque comenzaba a sentir un escozor en toda mi cara y parte del cuello… Las bromas sobre las cartas, siguieron durante toda la comida, y mi suegro cada vez parecía estar apuntando tiro al blanco en mi cara… Bella tomó mi mano y le dio un leve apretón, le sonreí forzado… Pero lo cierto era que mi estómago estaba hecho un nudo ciego.

- ¿Estás cansada?.- miré su pequeña sonrisa y sus ojos adormilados

- Si.- susurró y se apoyó totalmente en mí

- Entonces nos iremos.- tomé su mano y me encaminé a donde estaba los demás

- ¿Y si se molestan?.- me detuvo y puso su cara de terror

- No tienen por qué amor. Ha sido un largo día y tú necesitas descansar.

Cómo esperaba, nadie se molestó, pero la nueva ronda de burlas no se hizo esperar. Faltó poco para que sacaran un lápiz y hoja para escribir alguna carta, a veces la inocencia de mi hija era mi peor aliada… Manejé sin prisa, tenía preparada una sorpresa para ella, pero miraba su rostro cansado y las ilusiones de llevarla a cabo se esfumaban al verla así

- ¿Iremos a casa?.- preguntó de pronto

- Tú estás cansada amor.- llevé su mano a mis labios y deposité un beso en el dorso

- La verdad es que no quería estar más allí, pero quiero estar un poco tiempo más solos

- ¿De verdad?.- mi sonrisa de idiota no se hizo esperar, al ver que sus intenciones eran las mías

- ¡Edward!.- me regañó

- Está bien ¿Una sorpresa?.- hizo un mohín, pero finalmente asintió

- Por esta noche amor, soy toda tuya

Mi pié se presionó con fuerza en el acelerador. Y en menos tiempo del que creí, ya estaba entrando con ella en el camino hacia columna de cabañas que se vislumbraban. Bella me miró con duda, pero no emitió ningún comentario. Llegué a la que había visitado y había reservado y aparqué en el estacionamiento privado. Me bajé sonriendo por la mirada que mi novia tenía y abrí su puerta para que me acompañara.

- Creí que iríamos a cualquier otro lugar.- susurró mirando a su alrededor

- ¿No te gustó mi sorpresa?.- cuestioné haciéndome el ofendido

- ¡No! Es decir, ¡Si!… Pero… ¿Cómo…?.- balbuceó

- Me he aprovechado de tus tiempos de estudio.- respondí a su pregunta no formulada

- Es preciosa.- señaló. Abrí la puerta, encendí la luz y esperé que entrara

Me sentí satisfecho por la expresión que me brindaba. Sus ojos brillaban al ver toda la habitación repleta de pétalos. Una idea que había leído en algunas historias y había querido copiar… Su vista viajó por todo el lugar, me había encargado personalmente de arreglarlo todo. Una botella de champagne para celebrar, 2 copas, ramos de flores y una nota que descansaba en la pequeña mesa.

- Edward…- la miré inmediatamente al escuchar su voz quebrada

- Amor.- susurré y me acerqué a ella. Se abrazó con fuerza a mí

- Es perfecto… Contigo todo es perfecto.- murmuró con su rostro hundido en mi pecho

- La perfección, la creas tú en mí. Y nuestra hija.- sonrió emocionada

- Te amo tanto.- acercó sus labios a los míos

- Yo más Bella… Mucho más.

...


Bella Pov.

Sentía mi garganta apretada de la emoción. Era un día especial por sí sólo, pero Edward simplemente lo había convertido en inigualable con todos los detalles que había preparado para mí junto a nuestra bebé y ahora en forma personal… El lugar enmarcaba totalmente un momento romántico y acogedor… Siempre veía en las películas o leía en los libros escenas como ésta, y más de algún suspiro salía de mis labios al visualizarla en mi cabeza… Pero esto no se asemejaba en nada…

El lugar, su decoración y él… Eran y serían desde este instante, mi momento favorito romántico, antes que todo lo que pudiera volver a ver o leer en otro momento…

- ¿Brindamos?.- propuso

- ¿Quieres emborracharme?.- bromee, y sequé mis lágrimas

- Ya que lo dices, creo que sería buena idea… Pero quiero que esta noche estés en tus cinco sentidos.- su voz dejaba ver una cuota enigmática

- ¿Alguna otra sopresa?.- cuestioné mirándolo suspicaz

- ¿Ganas de más?.- devolvió sonriendo de lado

- ¿Pasaremos jugando a la pregunta respondida con otra pregunta toda la noche?.- hice una mueca

- No amor. Hay cosas más importantes.- extendió una copa hacia mí.- Por ti y porque éste sea uno más de los muchos logros que obtengas en tu vida. Siempre junto a mí

- Siempre.- susurré mirándolo deslumbrada

Chocamos nuestras copas y bebimos del líquido que bajaba por mi garganta burbujeando en forma exquisita. Sus ojos nunca dejaron los míos, y aunque llevábamos tanto tiempo juntos. Aun conseguía sonrojarme e inquietarme… Corté el contacto visual y dejé mi copa sobre la mesa, reparando en ese instante de un sobre que trazaba mi nombre en letras doradas. Miré a Edward que sonrió y se encogió de hombros con una sonrisa bailando en sus labios

- ¿Y esto?.- lo tomé y lo agité delante de Edward

- Me han enseñado desde pequeño a no inmiscuirme en correspondencia ajena. Así que no podría decirte qué es.- se hizo el desentendido

- ¡Claro!.- sonreí en forma irónica

- Ábrelo.- incitó muy interesado

Mil pensamientos y corazonadas pasaron por mi cabeza. Y aunque quizás no era lo que me imaginaba, mis pulsaciones subieron a velocidad preocupante. Mis manos comenzaron a temblar y aunque no quería destrozar el sobre, tuve que hacerlo cuando me sentí inútil… Sonreí nerviosa al sacar la pequeña hoja que traía dentro… Lo desdoblé y no pude evitar emocionarme al ver dos letras diferentes en ellas… Edward y mi pequeña…

"Hola mamá…

Papá me tiene tomada mi mano para poder escribirte esto, pero quiero que sepas que todo lo que leas, sale de mi corazón. Te amo mucho mamá, eres la mejor mamá del mundo y todos los días le doy las gracias a Diosito por enviarte como mi más preciado regalo. Porque eso eres para mí, el obsequio más valioso que tengo, junto a mi papá.

Con papá estuvimos pensando qué regalarte por este día tan importante para ti. Y no se nos ocurría nada (risitas) Comenzamos a pensar todo lo que tú significabas para nosotros, y decidimos que con esa lista, escogeríamos el mejor regalo para ti.

Esto es lo que eres para mi mamita: La mejor mamá, cariñosa, linda, tierna, preocupada, mi mejor amiga, la mitad de mi corazón, la única persona que con una sonrisa quita todas mis penas, la que llora conmigo y ríe igual, la que me conciente y me regaña. Pero yo sé que lo haces por mi bien mamita… Eres una de las personas que mas amo, y quiero que siempre estés conmigo…

.

Sonreí, sintiendo como la sal de mis lágrimas llegaban a mis labios. Me podía imaginar a Edward sosteniendo su mano para escribir, y nuestra hija parloteando como un lorito todo lo que quería decir… Amaba tanto a esa niña, sentía que cada día se sumaba un nuevo gramo de amor por ella, y al mismo tiempo sentía que ya no podía llegar a amarla más. Porque los límites estaban sobrepasado desde el primer día… Miré más abajo y pude distinguir la letra de Edward…

.

"Hola amor…

Bueno, en estos momentos estarás frente a mí y yo estaré sonriendo como un bobo mientras te observo emocionarte por las palabras de nuestra hija… Porque es nuestra, tuya y mía. Una hija nacida desde el corazón y apresada allí con amor… El mismo que un día como hoy, me hace querer expresarte todo lo que haz llegado a hacer crecer en mí.

Esto es lo que eres y serás siempre para mi amor: Una de las dos mujeres que más amo en este mundo. Por la que suspiro, sueño, río, respiro, me levanto, me acuesto, vivo y siento. Nunca creí llegar a amar de la forma en que lo hago por ti. Pero te conocí y el mundo se transformó a mi alrededor, todo tomó otra forma, color y dimensión… Mi mundo pasó a ser una chica de cabellos chocolate, ojos marrones y sonrisa enloquecedora… Y también una pequeña de ojos cielo y rizos como el sol.

Como dijo nuestra pequeña, nos esforzamos por encontrar el mejor regalo… Pero nada está a tu altura y nada parecía demasiado… Así que en vez de obsequiarte algo, hemos optado por recibir un regalo nosotros de tu parte…

Mamá: ¿Quieres ser mi mamá por siempre, siempre?

Amor: ¿Quieres ser mi esposa?"

.

En el momento que leí las últimas líneas escuché la misma pregunta salir de los labios de Edward… Sollocé y pestañee para fijar mi vista en él, y quise morir cuando lo vi apoyado en una de sus rodillas y extendiendo una pequeña cajita rosa, que estaba segura era elección de mi bebé. Con un precioso anillo en su interior.

- Edward…- nada más salía de mis labios y quería gritar un sí con todas mis fuerzas

- ¿Nos harías el honor de estar a nuestro lado por siempre?.- me sonrió y agregó.- Nuestra hija me hizo prometer que la proposición sería en plural

Una nerviosa risa salió de mí. Amaba que nunca dejara de pensar en ella, que todos nuestros planes y nuestras palabras involucraban nuestro hermoso trío… Era un hombre encantador, y un padre ejemplo… Cada día más, y por lo mismo… No había nada que pensar

- El honor sería todo mío amor.- dije de corazón.- Y sí, acepto para siempre

- Permítame señorita.- tomó mi mano y fue deslizando la sortija poco a poco. Cuando estuvo en su lugar, llevó mi mano a sus labios y rozó el dorso.- Futura Señora Cullen

- Te amo.-

- Y yo te adoro.-

Sus labios se unieron a los míos como la danza que cada vez se convertía en una nueva. Miles de besos, abrazos y caricias compartidas… Renacían en una nueva montaña de sensaciones cuando repetíamos nuestra muestra de amor mutuo… Me tomó en sus brazos y como si fuera una pieza rompible, me depositó con suavidad sobre la cama y el delicioso aroma que expelían los pétalos.

Sus manos y las mías trazaban los cuerpos del otro, volviendo a reconocer aquellos lugares que eran del otro. Porque yo era suya en cuerpo y alma, y él era mío de la misma forma… ¡Era sólo mío! Sus besos subían y bajaban por mi cuerpo, quemando cada lugar en que ellos rozaban. Era fuego que me recorría, y ardor que me llevaba al olimpo… Con tiempo y sin prisa fuimos quitando nuestras prendas, y dejando hablar nuestros cuerpos por nosotros.

Los suspiros en aumento eran la música que resonaba en el ambiente. Aquellos que se incrementaban mientras sus labios descendían por mis pechos, que esperaban ansiosos ser probados por él. Su lengua recorría mi piel sensible y mis manos posesas se adueñaron de su espalda, su cuello y finalmente sus cabellos. Para apresarlo en el placer que me brindaba succionando mis montes erguidos para él.

No había palabras, sólo nuestros toques hablaban por nosotros. Sentía mi interior palpitar por él, ansioso de ser reconocido nuevamente por aquel invasor que me hacía olvidar tiempo y espacio en el momento que se unía a mí… El toque de los suaves dedos de Edward en mi centro, hizo que dejara escapar una máxima exhalación. Su rostro me observó satisfecho de su labor y volvió a recorrer mi cuerpo con sus labios.

Me sentía flotando en una especie de nube con algodones. Sus dedos invadían el lugar exacto y en cada nueva intromisión, mi cuerpo alcanzaba niveles insospechados de éxtasis. Mi cuerpo hormigueaba, mi piel ardía, mi respiración faltaba y supe que moriría de placer cuando su lengua bajó en reemplazo de sus dedos… Mordí mis labios con fuerza cuando Edward lamía, besaba y mordisqueaba ese lugar tan sensible que se activó en segundos, haciendo que mi alma dejara mi cuerpo para subir a lo máximo y volver allí…

- Te necesito…- dije sorprendiéndome de nunca terminar mi deseo por él

- Siempre.- susurró con su voz distorsionada por el placer. Acomodándose sobre mi

- Estoy preparada.- musité. Tratando de hacerle ver todo a cuanto me refería con eso

- Te amo.- sentí como se hundía en mi despacio

- Hasta siempre.- susurré sin miedo al tiempo

La unión de nuestros cuerpos era majestuosa. Era inexplicable sentirlo dentro mío y volver a encender todas mis fibras con sus suaves envestidas. Rompí nuestro beso para dejar su rostro a mi altura. Me excitaba hasta el final, ver su semblante distorsionado por el placer. El sentir su respiración errática sobre mi rostro, los sonidos emitidos por su boca entreabierta… Sus manos tomadas fuertemente de mis caderas, para impulsar nuestros movimientos.

Entrelacé mis piernas en su cadera y no me reprimí el gemido que escapó de mí, al percibir su masculinidad penetrar con más fuerza en mí y en un sentido que nubló mis sentidos… Edward estaba cerca, podía sentirlo cuando sus ojos se cerraron y se obligó a dejarlos fijos en mí… No hay palabras que alcanzaran a describir la explosión de nuestros cuerpos en conjunto… Sensaciones, emociones, reacciones desencadenadas acompañaron a nuestro grito de júbilo…

Nos quedamos con nuestras frentes unidas, intentando recuperar el aliento… Y con esa sonrisa que ambos lográbamos provocar al otro al terminar un acto tan sublime como hacer el amor… Un amor que crecería cada día más… En muchos sentidos

- Mamá.- miré a Estefanía que dibujaba a mi lado

- Dime amor.- dejé mis cosas de lado y puse atención a ella

- ¿Cuándo voy a tener un hermanito?.- su pregunta se venía repitiendo hacía tiempo

- ¿De verdad quieres tener un hermanito o hermanita?.- pregunté.

La realidad era que yo también, y había dejado de tomar las pastillas poco antes de recibirme como profesional y el día de la propuesta de matrimonio. Pero aun no había mayores novedades, y sentía que mi ansiedad parecía burlarse de mí. Nos casaríamos en poco tiempo, 4 meses para ser exactos… Pero éramos una familia con sus inicios en forma reversa, así que un hijo antes de nuestro matrimonio no sería una mala sorpresa.

- Si quiero.- sonrió. Mordió su labio y supe que había algo más.- ¿Mamá?.- dijo quedito

- ¿Qué pasa amor?.- la tomé y la atraje a mi regazo. Algo me decía que necesitaba estar mas cerca de ella para lo que venía

- Cuando tú y mi papá tengan otro bebé ¿Yo seguiré siendo la niña de tu corazón?.- tocó con su pequeño dedito donde se encontraba aquel aludido

- ¿Por qué preguntas eso? ¿Cuántas veces te he dicho que te amo con todo mí ser?.- un hermoso rubor cubrió sus mejillas

- Yo no soy tu…- corté sus palabras de inmediato

- No quiero oírte decir que no eres mi hija.- dije seria.- Estefanía. Mi corazón es grande. Tiene lugar para tus abuelos, tus tías y tíos. Y uno más grande para ti y tu papá… Es un lugar enorme y que nunca va a cambiar ¿O acaso tú me querrás menos algún día?

- ¡No mamá!.- elevó sus voz con desesperación. Vislumbré a Edward quedarse quieto en su lugar cuando iba entrando al oír la conversación

- Tu hermanito o hermanita llegará a buscar un huequito aquí.- señalé mi corazón.- Y será del mismo tamaño que el que tú tienes ¿Se lo daremos? ¿Tú le darás un espacio en ese corazoncito tuyo?

- ¡Si mamá! ¡Y será igual de grande que el tuyo con mi papá!

Me abrazó y sus bracitos se apretaron fuerte a mí alrededor. Edward sonrió y se acercó hasta donde estábamos. Nos miramos y compartimos ese sentimiento y esa comprensión sin una sola palabra. Sabíamos que algún día nuestro pequeño tesoro nos diría algo así, pero no pensábamos que sería tan pronto… Y quería que entendiera la fuerza de nuestro amor por ella, quería poder ponerla en mí en algún momento y que viera por ella misma las magnitudes de la adoración que profesábamos hacia ella… Pero no se podía, y sólo podía demostrarlo con palabras y hechos…

Las semanas pasaron y yo estaba cada día más agotada con los preparativos de nuestra próxima unión y la dulce fecha de Pascuas o Navidad que se nos acercaba a pasos agigantados. Alice, Ángela y Tanya habían sido mi mayor ayuda en todo… Las llamadas de nuestras respectivas familias y amigos, como era de esperarse, habían comenzado a llenar nuestros teléfonos. Con preguntas inocentes de dónde pasaríamos esas fechas, proposiciones y finalmente, coacciones. Así que luego de conversar tranquilamente con Edward, habíamos optado por lo ecuánime. Esta vez, sólo estaríamos los tres en nuestra casa.

Mi pequeña, como ya era costumbre, estaba más emocionada cuando se iba restando un día más en el calendario para que Papá Noel la visitara. Este año sus pedidos tenían sólo relación con juegos que podían ser compartidos ¿Motivo? Tiger pasaría más tiempo en casa con ella disfrutando de algo en común, que jugando a vestir muñecas. Una razón que a Edward le hacía retorcer su estómago con mayor fuerza. Y a mí, me sacaba más que una sonrisa ver la furia con la que celaba a su princesa.

- ¿No debió pedir muñecas, tacitas y set de peluquería o enfermería?.- gruñó nuevamente al releer la carta que nuestra hija inocentemente enviaba al Señor Pascuero

- Edward, ella está creciendo. Pronto cumplirá siete años. Y ya le haz comprado todo, no es tiempo para quejas- expliqué nuevamente

- Bella. Pidió balones, raquetas, juegos de video…

- ¿Y eso te parece anormal?.- me voltee hacia él

- ¿Autos, pistolas y juegos de acción? ¿Es normal?.- acusó con poca paciencia

- Edward.- suspiré y me senté a su lado.- Todo lo que nombras está en nuestro armario esperando por mañana ¿Cuál es tu mayor problema?

- ¡Todo!.- gritó poniéndose de pié

Su reacción me dejó ver que el asunto tenía un trasfondo mayor que los juguetes de niño o el hecho que Tiger fuera a pasar más tiempo con ella. Me levanté y llegué hasta él. Lo abracé por su espalda y pegué mi cara en ella. Sus manos se situaron sobre las mías y supe que no tendría que presionar, él sólo me revelaría sus inquietudes.

- Estos dos años han sido tan poco tiempo.- comenzó.- Tenía un plan trazado Bella. Quería darle todo lo que… esa mujer no le dio

- Y lo estás haciendo.- indiqué mi punto

- Siento que el tiempo se me va de las manos. Que ella crece muy rápido, y que… no logro compensar los años que no la tuve conmigo

Lo tomé y voltee hacia mí. Sus ojos estaban aguados y se me partió el corazón verlo así. Todos los padres se quejan que sus hijos crecen muy rápido, pero sabía que esa resolución para Edward tenía un peso mayor… Porque el se había perdido cuatro años de la vida de su hija, y notaba como le hacían falta…

- Lo compensas día a día amor.- limpié sus ojos.- No te culpes por eso. Y aprende a disfrutar cada día que pasas con ella, como lo haz hecho hasta ahora

- Pero…

- Nada Edward. Estefanía es una niña feliz. Lo veo en sus ojos, en su sonrisa y en cada palabra que sale de sus labios

- No quiero que crezca.- gimoteó luego de unos minutos y no pude evitar reírme de él

- A menos que la congeles, creo que seguirá cumpliendo años y desarrollándose.- bromee

- Es mi niña, es nuestra niña…

- Y siempre lo será amor. Así tenga 80 años, siempre la veremos como nuestra niña

- ¿Estoy comportándome como un tonto, verdad?.- preguntó con una divertida mueca

- Algo así.- reí y lo abracé

- ¡A dormir! ¡Ya es hora!.- gritó Estefanía entrando con sus carreras a la sala

- ¿Y por qué tanto apuro señorita?.- cuestionó Edward haciéndose el serio. Ella puso dramáticamente su mano en la frente

- Porque mañana en la noche vendrá el viejito vestido de rojo, con barba blanca y una gran panza a dejarme regalos.- enumeró como si Edward no entendiera y rodó sus hermosos ojos azules

- ¡Perfecto! Mi hija me cree un idiota ¿No basta con decir su nombre?.- dijo falsamente indignado. Nuestra princesa corrió y saltó a sus brazos

- No papá. Tu no eres un idiota ¡Te amo!.- y cómo si hubiese sabido que Edward necesitara una muestra contundente de sus palabras. Lo llenó de besos como cuando más pequeña.

Había dejado mi regalo para ambos hasta el último día. La excusa de que mi cabeza estaba en todas partes y había olvidado algo, fue el motivo de mi temprana salida de casa. Edward había insistido hasta último momento en acompañarme, pero yo me había negado tajantemente. Y como era de esperarse, cuando intentó levantar a Estefanía a las 8 de la mañana… Un gruñido y el aferramiento a la cama y cobijas, los hizo desistir.

Me dirigí al primer lugar que urgía visitar y luego todo mi detallado plan se puso en marcha. Recorrí los centros comerciales de un lado a otro y entré como posesa al ver un exquisito pastel de chocolate en un café. Allí terminé de esperar lo que restaba de tiempo para mi último punto y regresar a casa… Y con objetivo en mano, salí riendo y gritando de ese lugar.

Llegué a casa y ellos jugaban en el patio con el perro, que se llamaba finalmente "Toby" luego que pasara por docenas de nombres para machos y hembras... Subí las escaleras corriendo y me encerré a terminar sus regalos… Una vez tuve las dos cajas listas, bajé a ponerlas junto al resto de obsequios envueltos a los pies del árbol y me uní a ellos en el juego.

- ¿A qué hora puedo abrir los regalos?.- era la quinta vez en menos de media hora que consultaba lo mismo

- Faltan 10 minutos.- siguió la cantaleta Edward

- Uno, dos, tres, cuatro…- comenzó nuestra hija y la observamos ambos con una ceja alzada

- ¿Qué pretendes?.- Edward entrecerró sus ojos hacia ella

- Once, doce, trece, catorce…- siguió elevando su voz

- Estefanía.- siseo comenzando a desesperarse por su cuenta

- Veinte, veintiuno, veintidós…- aguanté la carcajada que pugnaba por salir

- Ok.- se refregó su cara con desesperación.- ¿Qué opinas?.- me consultó a mí

- Treinta, treinta y uno…- ella nos ignoraba a propósito. Su idea era comenzar ya a desenvolver sus obsequios

- Creo que seguirá hasta que pasen los diez minutos.- me encogí de hombros

- Cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos…- prosiguió

- ¡Basta!.- gritó totalmente cabreado. Ella lo miró, abrió su boca para seguir contando en voz alta y…- Ábrelos.- contestó derrotado su padre

- ¡Oki doki! ¡Eres el mejor papá, papito…!

Tomé a Edward de la mano y lo senté junto a mí en el piso, viendo como nuestro tesoro abría con alegría desbordante sus obsequios. Edward sonreía a mi lado viendo y disfrutando aun de la inocencia de nuestra hija… Repartió los regalos para nosotros y llegó a uno que tenía una copia exacta a su lado. Lo miró con duda y luego se dirigió al segundo. La observé buscar con esmero un tercero, hasta que desistió y se giró hacia nosotros.

- Este es tuyo papá. Mamá, no hay ningún otro para ti de estos ¿Qué será?

- No lo sé amor. Pero creo que si está allí es para abrirlo.- sonreí

- ¿Cuál es la sorpresa?.- susurró Edward en mi oído tomando el suyo. Me encogí de hombros y simulé no saber nada

- ¡Abrámoslo juntos papá!.- gritó Estefanía y se sentó al lado de Edward

Los miraba con una gran sonrisa en mi rostro. Edward desenvolvía y me observaba con sospecha. Él sabía que era de mi parte, pero estaba segura que no pasaba ni un ápice de concordancia entre lo que era y lo que pasaba por su cabeza… Finalmente lograron desatar todos los lazos y envoltorios que tenía cada uno

- ¿Qué es esto?.- cuestionó mi hija lcon dos mitades de fotos en sus manos

- Bella…- comenzó Edward y tomó las mitades suyas

- Es como un puzzle papá. Tu tienes una mitad y yo la otra. Mira.- vi como el rostro de Edward comenzaba a esclarecerse

- ¿Qué…?.- intentó decir, pero mi hija lo interrumpió

- ¡Mira! ¡Hay más! ¿Por qué hay un zapato solamente? Papá, tu tienes el otro.- susurró sacando un pequeño zapatito blanco de la caja de Edward que no salía de su trance

- ¿Qué opinan?.- me levanté y sonreí. Mi hija me miraba extrañada

- Está lindo. Pero no entiendo nada.- murmuró frunciendo sus labios y viendo todas sus pruebas

- ¿Estás…?.- Edward se levantó aun consternado e intentando hablar

- ¿Qué cosa?.- inquirió mi hija

- Tu mamá…- dijo y una sonrisa preciosa se instaló en sus labios

- …está esperando un hermanito o hermanita.- terminé por él

Estefanía abrió sus ojos de par en par y soltó un grito ensordecedor que hizo reaccionar a Edward. Me vi envuelta en dos pares de brazos de un momento a otro y a mi hija con su orejita pegada a mi aun plano estómago

- ¿De verdad? Pero no me dijiste nada, y no haz tenido ningún síntoma.- comenzó Edward

- Tú trabajas por las mañanas. Los síntomas están, quizás otras cosas no han variado aun, por eso no sabíamos nada… Pero me hice una prueba casera, y luego un exámen. Tengo casi 3 meses

- ¡Wow! ¡Mamá! Estoy tan feliz ¿Qué va a ser?.- dijo frenética

- Aún es muy pronto para saberlo ¿Qué quieres tú?.- le preguntó Edward

- Un hermanito, y luego una hermanita.- soltamos carcajadas con Edward por su entusiasmo

- ¿Y tú? ¿Qué quieres?.- inquirí hacia Edward. Me tomó y me abrazó

- Lo que sea amor, pero sano.- besó mi frente y me miró con ese amor infinito que estaba segura igualmente mostraban mis ojos

Miramos nuevamente las mitades de fotos que había en cada caja. Una era de la prueba casera, la otra de los análisis. Había querido hacer algo original y quería que los dos fueran los primeros testigos de la nueva felicidad que nos embargaría desde ahora en adelante…

- Papá.- Estefanía se giró hacia nosotros.- ¿De donde vienen los hermanitos? Porque tío Emmett dijo que las cartas eran mentiras

- Maldito Emmett.- masculló Edward

- Compórtate.- lo regañé

- ¿Mamá? ¿Papá?.- apremió ella por su respuesta

- En 30 años más lo sabrás hija. Queda mucho para eso.- determinó Edward

Definitivamente si este bebé era un príncipe, mi pequeño tesoro tendría a dos cavernícolas tras ella… Y si era otra princesita, esta casa se convertiría en un convento… Pero así era él, y así lo amaba. A ambos… a los tres…

 

FIN

 

Hemos llegado al final chicas, pero tranquilas que falta el epilogo… Saludos

Capítulo 18: Capítulo 20: Epílogo

 
14458341 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10769 usuarios