De niñera a Mamá. (+18)

Autor: caro508
Género: + 18
Fecha Creación: 06/11/2010
Fecha Actualización: 08/11/2010
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 22
Visitas: 77463
Capítulos: 21

La vida de Bella Swan cambia radicalmente. En busca de trabajo como niñera, encuentra algo más.... una pequeña necesitada de amor. Luego de algunos sucesos ella comprende que no puede dejarla sola... donde comienza un nuevo desafío; encontrar al padre.


Hola, es mi primera vez que hago esto, esta historia no es mía, le pertenece a Pam3.C.S., yo solo la subo con su autorización, es una de  mis favoritas espero les guste...

Dis: "Los personajes son propiedad de Sthep. Meyer, tan solo  la historia es de Pam3.C.S."


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Capítulo 2:

Suaves susurros llegaron a mis oídos desde algún lugar cercano. Intenté no hacer ningún movimiento y aun con los ojos cerrados, hice trabajar mi mente para localizarme en el lugar que estaba; entonces recordé el trabajo, la mujer loca, la casa desierta y ella, la pequeña preciosidad que me siguió paso a paso todo el día. Ahí comprendí que esos susurros eran provocados por ella. Pero ¿Con quién estaba hablando? Decidí agudizar mi oído y ponerme alerta, ante cualquier eventualidad

- Si Lucy, ella es muy bonita.- silencio.- Yo también espedo lo mismo, que no se vaya nunca.- otro silencio más.- A mi tampoco me gusta estad sola

Decidí abrir un solo ojo para ver con quien hablaba por teléfono por lo que intuí, pero sólo me encontré con dos ojitos azules muy cerca de mi rostro y una muñeca casi idéntica a ella en su mano derecha, con su cara igualmente hacia mí. Una sonrisa radiante surcó la cara de Estefanía al darse cuenta que estaba despierta

- Buenos días.- aclaré mi garganta al sentirla ronca

- Hola Bella ¿Cómo domiste?.- sonreí por su preocupación

- Muy bien corazón ¿Y tú?

Los pequeños luceros de Estefanía, se abrieron de par en par con su vista fija en mí. No entendí que pasaba, así que alarmada me puse de pié y la tomé suavemente por los hombros para preguntar que ocurría

- ¿Estefanía? ¿Estás bien? ¿Te ocurre algo?.- pregunté frenéticamente, mientras la mecía suavemente

- ¿La oíste Lucy?.- ignoró mis preguntas y le habló a su muñeca.- Me llamó codazón.- y una hermosa sonrisa se extendió por su carita

- ¿Estefanía?.- susurré sintiendo una opresión en mi pecho al oír sus palabras

- Estoy feliz.- fue su respuesta.- ¿Y tú?.- quedó expectante a mi contestación

- Yo también estoy feliz corazón…

Un enorme abrazo fue mi recompensa y así, con sus delgados y pequeños bracitos alrededor de mi cuello comenzamos nuestro día, totalmente planificado para no borrar nunca esa sonrisa en su carita.

Una vez listas y preparadas, pedimos un taxi y nos dirigimos a mi humilde departamento. No sabía si era buena idea llevarla allí, era un lugar completamente opuesto a lo que ella estaba acostumbrada, pero no era opción dejarla sola y yo necesitaba una muda de ropa con urgencia.

Mientras pasábamos las calles e íbamos cómodamente sentadas en los asientos traseros, Estefanía observaba anonadada todo cuanto pasaba por su vista. No pude evitar preguntarme ¿Cuántas veces habrá salido de esa jaula de cristal, es decir, su casa?.

Media hora más tarde Estefanía, Lucy su muñeca y yo, estábamos paradas frente a lo que era mi edificio. Tomé su mano y nos encaminamos escaleras arriba. Cada cuanto nos encontramos con algunos de mis vecinos que nos saludaban animadamente y alababan la hermosura de la pequeña vestida de total rosado que iba tomada de mi mano. Llegamos a mi puerta, la abrí e hice señas para que entrara.

- ¿Tu vives aquí Bella?.- miraba curiosa todo a su alrededor, que no era mucho

- Si, vivo aquí hace varios años

- ¿Y tus papás?.- se sentó en el sofá y acomodó a Lucy a su lado

- Ellos viven en otro lado. Yo vivo sola aquí

Se quedó mirándome un tiempo. Su boca hizo cómicos gestos y luego sonrió en grande

- Somos iguales.- declaró alegremente, sin darme a entender a que se refería

- ¿Por qué somos iguales?.- me acerqué hasta estar de cuclillas frente a ella

- Mi mamá y mis papás tampoco están conmigo todo el tiempo. Y tus papás tampoco contigo. Somos iguales.- la diferencia era que ella jamás debería estar sola. Ella era un bebé

Acaricié su cabello y le sonreí, claro que mi sonrisa era una enmarcada por tristeza y lástima. Ella tenía razón y éramos similares, pero no debía ser así…no era normal y menos aceptable. Le encendía la TV y le dispuse todo cuanto podía necesitar mientras me daba una rápida ducha y me cambiaba de ropa.

Mientras terminaba de arreglarme, cada tanto me asomaba por la puerta para verla que hacía o si necesitaba algo, pero siempre la encontraba en la misma posición. Terminé de alistarme, guardé el cheque en mi escondite, empaqué un par de mudas por si era necesario y me aparecí frente a ella

- Estoy lista ¿Nos vamos a comer un rico desayuno en algún lugar de esta enorme ciudad?.- canturree alegre. Estefanía me miró y dudó en contestar.- ¿Qué ocurre pequeña?.- cuestioné al verle indecisa

- Bella…- susurró quedito

- ¿Pasa algo Estefanía?.- sabía que algo quería decirme, pero no lograba dar con lo que podía ser y como siempre…me sorprendí

- Podemos quedadnos aquí.- se mordió el labio y reí, ya que era una muletilla muy marcada mía cuando estaba nerviosa, sin embargo, estaba sorprendida por su planteamiento

- ¿Aquí?.- pregunté incrédula

- Sip, aquí. Me gusta tu casa Bella

Si antes estaba anonadada, ahora ya no tenía palabras. Había estado dubitativa de traerla a mi casa, si bien estaba todo en orden y limpia, distaba mucho de tener todas y cada una de las comodidades que se encontraban en su hogar. Además de ser un espacio reducido y sin mayores atracciones. Una amplia sonrisa se expandió por mi rostro y al parecer fue suficiente para que ella entendiera que mi respuesta era positiva

- Oki doki, nos quedaremos aquí. Pero antes debemos ir a comprar las cosas necesarias para…- no me dejó terminar

- ¡Yupiiii!.- saltó feliz del sofá y corrió a la puerta

- Pero antes.- la tomé y la guié a la mesa.- Vamos a tomar un rico cereal con leche

- Oki doki.- imitó mis palabras y se sentó educadamente en su sitio

En menos de cinco minutos había comido todo lo que había puesto en la mesa: un jugo de naranja, cereal con leche y dos tostadas con mermelada. Estaba segura que su madre me hubiera crucificado por darle tanto de comer, pero no dejaría que una niña se convirtiera en una anoréxica

Luego de dejar todo limpio y que Estefanía recorriera todo el espacio que abarcaba mi departamento, nos dirigimos al negocio que se ubicaba en la esquina de mi edificio, el cual era propiedad de mi amiga y vecina de piso, Ángela.

- ¡Bella!.- exclamó cuando me vio.- Mujer por Dios ¿Dónde te habías metido? Ayer fui y toqué tu puerta… ¡Oh!.- exclamó al ver a mi pequeña acompañante.- ¿Y quien es esta señorita rosa?

- Ella es Estefanía. Estefanía ella es mi amiga Ángela.- las presenté

- Hola, soy Estefanía.- repitió ella en forma educada.- Pero me llaman Fifi.- ambas reímos por su formalidad

- ¿Y de donde la haz sacado Bella? ¿Acaso la robaste? ¿A falta de pareja, preferiste ser madre soltera?

Áng y su novio Ben siempre me molestaban respecto a mi vida sentimental, que se resumía a un novio en Forks donde actualmente vivía mi padre y un intento de novio fracasado aquí en Washington, Eric.

- Es una larga historia amiga.- respondí con un gran suspiro.- Pero resumiéndola soy su nueva niñera, desde ayer.- mi amiga abrió los ojos y la boca desmesuradamente

- ¿Y tan rápido te haz ganado la confianza de tu jefa pasa sacarla a donde quieras?.- ¡Si supieras! pensé

- Te lo contaré todo en otra ocasión Áng.-

Miré a Estefanía, dándole a entender que delante de ella no podía ser y mi amiga entendió dándome un asentimiento breve. Me quedé más tiempo del necesario observando como Estefanía recorría los escaparates de dulces y recordé lo que le había prometido la noche anterior un cocholate, como ella lograba pronunciar.

- ¿Qué chocolate quieres Fifi?.- me agaché a su altura

- Mmmm…- miró todos los que se encontraban ahí indecisa.- Quiedo ese Bella.- indicó uno con un gran trencito en frente

- Dame ese chocolate Áng.- pedí mientras veía como los ojitos de Fifi brillaban de emoción

- Un chocolate para Fifi.- le pasó mi amiga, a la vez que yo le pagaba por él.- ¡Oh, no Bella! Este será un regalo mío a tan preciosa señorita

- Gacias.- contestamos al unísono mi damita de compañía y yo

- ¿Bella?.- llamó bajito mi amiga y me acerqué a ella.- ¿Es mi idea o ella no come regularmente dulces?.- entendí su punto al mirar con el afán que Fifi rompía el envoltorio y los ruiditos placenteros que emitía al saborearlo

- No es tu idea amiga.- contesté bajito.- Lo conversaremos mas largo otro día, pero lo único que puedo decirte es que tu vida y la mía juntas, son un pequeño aviso comercial en comparación con lo que se vive en esa casa y eso que llevo solo dos días ahí

Compramos todo y nos fuimos nuevamente a mi departamento. Fifi se tendió en el sofá junto a su chocolate, mientras yo preparaba todo para almorzar unas ricas pastas con salsa blanca. Agradecía todos los días que mi madre me hubiera preparado bien en el arte de la cocina.

Luego de nuestro abundante almuerzo y que fue elogiado por mi pequeña infinidad de veces, y más tarde, prometerle a lo menos tres veces que vendríamos más seguido a mi casa…nos pusimos en marcha nuevamente. Hicimos una pequeña parada donde Ángela para informarle mi paradero en cualquier caso y comprar algunos comestibles para darle un poco de vida a esa pobre despensa y nevera.

- ¿Bella?.- tiró de mi mano Fifi para captar mi atención

- Dime corazón.-

- ¿Podemos pasad allí?.- indicó con su dedito unos juegos infantiles

- ¿Quieres que juguemos allí?

- ¿Vas a jugad conmigo?.- preguntó con la ilusión pintada

- Claro ¡Vamos!

Puse mi bolso cruzado, la tomé más firme y como si fuéramos dos niñas pequeñas corrimos dando saltos y riendo a los juegos.

- ¡Ven Fifi!.- la alenté a subir al pequeño tobogán

- Me da miedo Bella.- la verdad era que a mí igual, pero lo encerré en el fondo de mi cabeza

- No tienes nada que temer. Yo te tomaré. Nos subiremos juntas

- Oki doki

Se acercó despacio hasta mí, la tomé por la cintura y la hice subir primero. Llegadas arriba la senté entre mis piernas. Ella se aferraba con sus pequeñas manitos a mis piernas como una gatita

- ¿Lista?.- pregunté antes de lanzarnos

- ¡Si!.- su grito de júbilo estaba entre la adrenalina y el temor

- Aquí vamos.-

Me tomé de las barandillas y nos impulsé

- ¡Woooow!.- exclamamos las dos al deslizarnos

- ¡Ota vez Bella! ¡Ota vez!.- gritaba Fifi feliz

Repetimos la acción hasta cansarnos del tobogán. Pasamos por los columpios y la diversidad de juegos que había. Cuando el sol nos anunció que estaba por irse a dormir como dijo Ffi, fue nuestro momento de irnos a casa.

Para cuando llegamos, tuve que cargar a una cansada y dormilona señorita que con el viaje había sucumbido a los brazos de Morfeo. El chofer se apiadó de mí y me ayudó a cargar las bolsas de comida, muñeca y bolso de ropa.

Una vez dentro de la casa me dirigí al cuarto de Estefanía, donde la recosté después de cambiarla. Bajé a prepararle un tazón de leche y volví con ella. Se tomó su leche entre dormida y despierta, para cuando terminó sus ojos ya estaban cerrados nuevamente. La arropé y me dispuse a salir

- ¿Bella?.- llamó en un susurro

- ¿Si?.- me acerqué hasta sentarme junto a ella

- Dueme conmigo.- palmeó con su manita el espacio vacío en su cama. Sonreí

- Claro corazón. Voy abajo y vuelvo.- ella asintió con sus ojitos cerrados

- ¿Bella?.- volvió a hablar mientras yo la observaba

- Estoy aquí.- pasé mi mano por su mejilla sonrosada

- Siempe. Te quiedo Bella.- le dio un beso a mi mano y se acurrucó

La miré y sonreí con tristeza. Ella se había encariñado conmigo en dos días y todo porque estaba segura que había dedicado más tiempo que su madre en estos cuatro años de su corta vida. Dándole un gran beso en su frente, bajé a la cocina…sin embargo al llegar al primer escalón una luz parpadeante de tono rojo en el aparato telefónico me hizo detener mi paso.

Me acerqué y pulsé el botón que indicaba el parpadeo.

"Sra. Victoria, he llamado para saber como está Estefanía y para el pago de mi finiquito. Volveré a intentarlo mañana. María"

Una misma luz parpadeante se encendió en mi cabeza y me incliné a la pantalla del teléfono el cual mostraba un número de teléfono móvil. Tomé una hoja y lápiz y anoté el dato, podría por fin obtener más información de todo este embrollo familiar. De pronto un pitido la hizo saltar…

"Victoria, habla Samantha. Espero que las cosas estén tomando el curso que deben porque intuyo que si Estefanía no está en casa es porque está empezando a tomar el papel que le corresponde en la vida de su hija. No crea que olvido y las palabras de su ex empleada han sido claras. Haré una visita en estos días, el factor sorpresa es preponderante. Victoria, tenga en cuenta que sus acciones están siendo evaluadas y si se comprueba que usted no es una mujer apta para tener bajo su tutela el cuidado de su hija y más aun las sospechas de sus actos, ni el dinero ni nada podrá evitar lo venidero. Hasta pronto"

Me quedé de pié sin mover un músculo luego de oír ese mensaje ¿Qué quería decir esa mujer con sus actos? ¿Pensaban quitarle a su jefa, su hija? Aunque pensándolo fríamente, quizás sería lo mejor, teniendo en cuenta lo que había visto estos dos días ¿Sería la misma María quien la había denunciado? Necesitaba saber todas esas respuestas ya y estaba segura que la única quien se las podría dar, era María.

Unas risas lejanas y el ruido de un cristal quebrándose me hicieron despertar. Por la ventana aun no se podía ver la luna en todo su esplendor, y el reloj en la mesita de noche marcaba las cuatro y treinta de la madrugada. Volví a sentir las risas y me paré de un salto de la cama con el corazón latiendo desbocado en mi pecho ¡Alguien había entrado en la casa! Me debatí entre tomar a Fifi y bajar con ella para tratar de huir…pero una voz ¡Esa voz! ¡Esa era su jefa, Victoria!

- ¿Qué pasa Bella?.- preguntó sobresaltando a Bella, una Fifi restregándose sus ojitos

- Nada mi amor. Vuelve a dormir

- Tengo sed.- hizo un sonido exquisito con su boca para acentuar el hecho

- Está bien, voy por un poco de agua y me esperas aquí ¿Bien?

- Oki doki

No sabía que pasaba en el piso inferior, pero tampoco me arriesgaría a que Fifi viera algo que quizás no sería muy sano. Por las voces que oía, la señora no estaba sola y tampoco parecía estar en las mejores condiciones.

Bajé sigilosamente las escaleras, el brillo de la luna a través de la ventana hizo ver luces reflectantes en el piso, eran un montón de vidrios esparcidos por el piso. Pasé por el costado y sequí hacia la sala…allí estaba su jefa…su jefa sentada a horcadas de un tipo al cual se le perdían las manos en la blusa o lo que quedaba de ella

¡Por Dios! ¡Su hija estaba en el piso de arriba durmiendo! Una rabia del porte de un huracán se estaba formando en mi pecho ¿Qué hubiera pasado si era su hija la que bajaba? ¿Acaso no le importaba que la viera así? Estaba tan ensimismada maldiciendo a esa clase de madre, si es que se podía llamar así que no me di cuenta de la secuencia de imágenes que estaban pasando delante de sus ojos…

Gritos ¡Gritos y gemidos inundaban la sala! Su jefa saltaba sobre el hombre al mismo estilo que había visto en una película pornográfica por error hacía un par de años

¡Tenía que salir de ahí! Pero olvidó terriblemente los vidrios esparcidos y pasó por encima de ellos pegando un grito parecido al de su jefa, claro que en muy distintas condiciones

- Hey.- exclamó el hombre, claramente sabía ya de mi presencia

- ¡Oh, ella es mi nueva niñera!.- informó mi jefa.- ¡Ven acá!.- gritó

Gemí antes de voltearme. Enfoqué mi vista hacia un punto ciego en la pared para no ver directo a los protagonistas de mi propia película pornográfica, que seguían como si nada en el mismo lugar y la misma posición

- ¿Cómo te llamas?.- preguntó el hombre, en un tono que me erizó hasta los pelos no existentes

- Se llama Mariela.- arrastró las palabras la señora, en un claro ejemplo que ebriedad

- No, yo…- pero como era costumbre

- ¿Dónde está la mocosa?.- mi más gélida mirada se instauró en el tipo que osaba llamar así a mi pequeña

- Su nombre es Estefanía.- escupí las palabras

- Si, si…como sea ¿Dónde está?

- En su habitación durmiendo.-

El hombre rió sonoramente. Tomó a la mamá del año de la cintura y la levantó de su regazo, susurrándole algo al oído que le causó demasiada gracia o quizás todo le causaba gracia en su estado.

La respiración se me atascó en la garganta cuando lo vi levantarse y acomodarse su masculinidad sin siquiera el atisbo de dejarla donde debería estar, dentro de sus pantalones y cerrada con candado. Retrocedí un paso cuando noté que su dirección iba hacia mí

- Ven acá, no te haré daño.- pude ver su sonrisa diabólica a la luz de la luna

- Y-yo…debo volver.- giré rápidamente, pero él lo fue mas y tomó mi brazo

- No. Tu jefa está aquí y la mocosa Estefanía está durmiendo. No hay mucho que hacer por ahora

Su aliento me pegó fuerte, era una mezcla de olores desagradables y todos derivados de licores. Mi corazón palpitó más deprisa cuando sentí su mano subir por mi brazo y alojarse en mi mejilla

- Eres bonita.- susurró.- No un monumento espectacular, pero uno promedio ¿Qué crees tu mi amor?.- le habló a la señora sin soltarme

- Creo que yo soy mejor.-

- No seas celosa querida. Además ella podría ser de mucha utilidad.-

Abrí los ojos de par en par ante sus palabras ¿Para qué era de utilidad?. Mi respuesta no fue formulada, ni pensada mas allá cuando comencé a verlo más cerca y al mismo tiempo tomar mi mano para llevarla allí… ¡Dios mío! ¿Qué era esto?

- Bella.- escuché a mi pequeña y el hombre me soltó como un rayo, a la vez que yo me giraba hacia ella de forma presurosa

- ¡¿Qué es lo que haces en pié Estefanía?.- gritó su madre sobresaltándonos a ambas

- Yo quedía agua.- explicó mi pequeña con su carita asustada

- ¡Yo quedía agua! ¿Acaso no puedes hablar como una niña grande? ¿Hasta cuando te comportas así?.- seguía gritando como loca su madre

- Pedón.- dijo mi pequeña con su mentón tiritando

- No se preocupe señora. La llevaré arriba

Me apresuré cuando la vi levantarse del sillón tambaleandose. Si era capáz de gritarle de esa forma a su pequeña hija ¡No quería ver de lo que llegaría hacer con sus manos en ella!. Tomé a Fifi en brazos apurada y me encaminé a las escaleras

- ¡Adios Bella!.- se despidió el hombre, dejándome quieta un momento.- Nos veremos en otra oportunidad y terminaremos…lo que sea.- concluyó riendo con la otra mujer

Subí casi corriendo las escaleras ¡No podía dar crédito a todo lo que ahí había visto y escuchado! ¿Es que acaso el tipo pensaría en…? ¡No! No quería ni imaginarlo. En el cuarto, cerré la puerta con llave y poniendo un mueble tras ella. Me afirmé contra ella y solté todo el aire de golpe…giré mi cabeza y Fifi estaba sentada en la cama con sus manitas en su regazo. Me acerqué a ella y la tomé en brazos

- ¿Todavía tienes sed?.- le sonreí.

- No.- dijo quedito

- ¿Estás segura? Si quieres voy a buscar un poquito al baño.- le ofrecí

- No Bella.- se acurrucó en mi pecho

- Vamos a dormir tesoro

La tomé y la acosté, me tumbe a su lado y la atraje a mi cuerpo. Ella pasó sus bracitos por mi cintura y puso su cabecita en mi pecho… ¡Se veía tan triste! Me partía el alma verla así…y lo peor era que yo no estaba muy alejada de lo mismo, además de tremendamente asustada por todo.

- ¿Qué estaban haciendo ellos Bella?.- preguntó de repente mi pequeña, dejándo mi garganta seca ¿Qué podía responder?

- Ellos…eh…ellos estaban…jugando, pequeña.- fue lo primero que se me ocurrió

- Ellos siempe juegan así.- la abracé mas fuerte todavía. No era primera vez que esa escena se revelaba ante sus ojos

- Son juegos de grandes bebé.- rogaba por terminar con esta conversación

- El es mi papá James.- informó

¿Ese era uno de sus padres? Con razón ella decía que ni siquiera la saludaba, si el papá prodigio prefería acostarse con la madre a vista y paciencia de cualquiera ¡Incluso de su pequeña hija! Eran tal para cual y ahora entendía el mensaje de esa mujer. Quizás no estaba tan errada con querer quitarle a Fifi ¡Ellos no tenían moral para ser llamados padres!

- Duerme bebé. Yo cuidaré de ti.- besé su cabeza

- Buenas noches Bella. Te quedo.-

- Yo también bebé

Y era así. Quizás era una mezcla de pena, tristeza, lastima y amargura por ella, pero también con todo eso había un cariño que a dos días era ya de una magnitud creciente. Y sabía, mas bien algo me decía…que no sería un cariño pasajero. Me sentía unida a ella de una forma indestructible y eso que teníamos menos de cuarenta y ocho horas de estar la una al lado de la otra.

No pude dormir en toda la noche…los ruiditos de la parte inferior duraron largas horas y me impidieron conciliar el sueño. Además de que la angustia de lo vivido hacia poco rato atrás me tenía con temblores esporádicos de solo recordar al tipo ese y su cercanía.

De a poco mis ojos comenzaron a cerrarse, mi último pensamiento fue para la pequeñita pegada a mi cuerpo como segunda piel. Hablaría con María y buscaría información de toda la locura y aberraciones que la rodeaban…algo debía ocurrir que cambiara toda esta situación y si estaba en mis manos, no dudaría en hacerlo… ella no pasaría por malas experiencias si de mí dependía y menos… menos por él…su supuesto padre…

Continuará...

 

 

Capítulo 1: Capítulo 3:

 
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