Mi pasión (+18)

Autor: mariu
Género: + 18
Fecha Creación: 13/03/2010
Fecha Actualización: 11/12/2011
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 137
Visitas: 177413
Capítulos: 42

 

(FINALIZADO) Bella es una muy conocida escritora. Pero esconde otra de sus pasiones. Sin siquiera imaginárselo una noche la intriga de un desconocido cambia su destino y la lleva a conocer el amor.

 

mis otros fic:

 LA ESPOSA.

http://lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1185

 

 

y la continuacion de este fic se llama: Las pasiones

 

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1401

 

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Capítulo 32: Encuentro

 

En cuatro horas llegó Fernanda de manos con Alec. Esta vez lo detallé bien. Tenía el mismo color de ojos que Jane. Pero su cabello era negro. Nada parecido ni al de ella ni al de Edward. Solo que era del mismo liso (de su madre, osea Jane). Él era alto. Algo que se podía decir de Edward. Su labio inferior sobresalía un poco del superior. Era delgado y blanco. En realidad no tenía ningún rasgo de Edward. Solo que era blanco, alto y delgado. Más nada. Podría decir que se parecía un poco mas a Jane y aun así hay que fijarse bien en los detalles para poder captarlos.

Fabiola habló con su hija y su novio. Me dio las gracias y salió con ellos a buscar a Génova para el colegio. Yo me volví a sentar en mi escritorio y llamé a Alice. Le dije de mis inquietudes acerca de los bienes que tenía. En realidad no me importaba perder la guardería sino que no solo era mía. Era un lugar donde Fabiola también había invertido a parte de su dinero su tiempo y con todo lo que estaba pasando no me parecía conveniente que yo le lanzara esa bomba. Alice simplemente me dijo que dejara eso en sus manos, que ella ya había pensado en eso y que pronto en mis propias manos ella pondría la solución de todo.

 

Al día siguiente salió en todos los periódicos una foto de mi guardería y el nombre de sus socios.

 

“Guardería’s Fabella. Socios Isabella de Cullen y Fabiola De Kcuthin, dos damas de sociedad dedicadas a la caridad”

 

En las líneas se podía notar el sarcasmo con lo cual lo quiso decir. De verdad que no soportaba a esa mujer. Si lo que quería era quedarse con Edward pues yo se lo regalaba. Pero las cosas por las cuales yo luche con todo mi esfuerzo, entregando días y noches, esas cosas, ella no las iba a obtener. Por ningún medio. Como que me llamo Isabella SWAN. En las dos semanas recibimos muchísimos nuevos ingresos. Los teléfonos explotaban pidiendo información acerca de cuando se abrían las otras dos extensiones en Los Ángeles. Ella sin querer nos hizo publicidad. Las otras personas viendo quienes eran las dueñas de la guardería decidieron dejar a sus niños en unas manos (nuestras manos) conocidas por toda la sociedad. Fueron dos semanas muy agitadas sin duda. Y ahora lo que me venía.

 

Preparé de nuevo mi maleta y también metí ropa de Anthony. Me preparé mentalmente para lo que me venía con Esme. Decidí hacerme la boba cuando me preguntara algo y no darle ningún tipo de explicaciones. Alice, Esme y Jasper me esperaban en el aeropuerto. Me tensé al ver a Jasper ahí. ¿Acaso Alice no podía tomarse esto en serio? ¿Qué se supone que era lo que quería? Todos me recibieron con entusiasmo. Anthony se volvió a negar cuando Alice le preguntó si lo podía cargar. A Jasper también le hizo lo mismo y a Esme simplemente le volvió a sonreír, sin negarse, sin cerrar sus ojos y sin abrazarse a mi cuello. No se fue con ella pero le sonrió. Algo que todavía me impresionaba y que al parecer nadie le había prestado tanta atención como yo. En medio camino fue que me di cuenta que íbamos directo a la casa. La mansión Cullen Swan. Le dije a Alice (la cual iba al volante) que me dejara en el hotel de la vez pasada, pero me dijo que no porque esta vez me quedaría por más tiempo y Esme también salió a favor de ella. Llegamos, Jasper me ayudó con las maletas y me dirigió una sonrisa de un “Te entiendo, se como te sientes”. Después de que Esme entró, Alice me dijo que Edward y Carlisle no estaban, que por eso me traía aquí. Estaban en un viaje de negocios y regresarían después que yo me fuera. Que aquí en la casa, estaban todos esperándome con una comida y no debía defraudarlos. El personal seguía siendo el mismo. Aunque se veía un poco más formal. Su conducta era mas seria. Saludé a todos los de la familia. Emmett me alzó con Anthony en brazos y éste se puso a llorar. Em le hizo muecas y mi bebé le sacó la lengua. Algo a lo que todos rieron. Rose me abrazó y llamó a Rosy la cual ya tenía 5 añitos. Una niña muy bella, cabe decir. Comimos entre risas y las miradas hacía mi hijo. Yo traté de ignorarlas, pero al parecer Anthony se sentía incomodo. Hasta que veía los ojos de Esme y se tranquilizaba un poco. Me instale en uno de los cuartos de huéspedes. Acomodé la ropa en las gavetas y las cosas de baño del bebé. Le di un bañito y lo acosté a dormir. Salí de la habitación dejando la puerta abierta por si se levantaba y me reuní con los demás a hablar.

 

Alice me prestó su carro, ella andaría con Jasper en el de él. Hice las diligencias necesarias para los últimos detalles de las Guardería’s pasé tres días en un hotel cerca de la otra extensión de la guardería, Debía vigilar a las dos y ver con todo detalle como iban las cosas. Ya tenía una semana aquí y todo era trabajar, trabajar y trabajar. No había podido llevar a mi hijo a conocer nada. Al cuarto día después de irme regresé de nuevo a la mansión. Casi muero cuando vi a Carlisle aparecer en la sala mientras yo entraba.

 

-Hola Bella, ya me comentaron que andabas por aquí ¿Cómo has estado?-

-Muy bien Carlisle. Muchas gracias. ¿Y tu?-

-De maravilla también. ¿Me presentaras al susodicho?-

-Claro- Dije dirigiéndome a el y luego a mi bebe. –Mi amor el es Carlisle, saluda- pero hizo el mismo procedimiento de siempre, con todas las personas.

-Es un poco tímido- dijo Esme entrando por la puerta -¿Verdad mi amor?- le hizo muecas bonitas las cuales el correspondió con sonrisas. Oh no. Sonrisas. Otra vez no. Carlisle peló los ojos y me miro confundido.

-¿Quién es su padre?- me dijo sin rodeos, mirando el pequeño piano que tenia Anthony en sus manos y luego mirándome a mí. Y es que él era así. Siempre directo.

-No tiene. Solo somos yo y el. Más nadie-

-No pudiste haberlo concebido sola. ¿Quién es el padre? ¿O es inseminación artificial?-Anthony se tensó alrededor de mi cuello dificultándome respirar debido al tono de Carlisle.

-Hay que darle un poco de tiempo amor- le dijo Esme picándome el ojo y llevándose a Carlisle a la cocina.

 

Subí a mi cuarto con el corazón en la boca. Todo el cuerpo me temblaba a pesar de que trataba de controlarlo. No sabía si Alice estaba aquí o había salido pero como pude busque su número y la llamé.

 

-Alice te quiero en mi cuarto AHORA-

-Déjame terminar de cuadrar unos asuntos y subo- colgué. Senté a mi bebe en la cama y yo me tire a su lado boca abajo pensando en todas las cosas que podrían llegar a suceder. Anthony empezó a tocar las teclas de su diminuto piano. De una manera lenta, como siempre. Después de unos minutos que me parecieron interminables Alice entró en el cuarto donde yo me quedaba.

 

-Te fui a buscar a tu cuarto- dijo con una sonrisa

-Ja, ja que bueno tu chiste- le dije molesta

-y ahora ¿Qué pasa?- inquirió

-Carlisle esta aquí-

-¿Cómo es la cosa? ¿Cómo que Carlisle está aquí?-

-Así como lo oyes. Y ya me preguntó quien era el padre del niño-

-¿y que le dijiste?-

-Nada. Esme me salvó. Se lo llevó. Pero estoy segura que ella también sabe todo. ¿Qué voy a hacer? Todo esto es tú culpa Alice-

-No te preocupes Bella, en unos días te daré una buena noticia. Ya veras. Jasper me esta ayudando con el problema legal que hay con Edward. Y pronto tendrás menos cosas por la cuales preocuparte-

-Mas te vale Alice, porque sino me vuelvo a ir con mi hijo, pero para no aparecer jamás-

-¿Me volverías a hacer eso?- pregunto con un puchero

-No lo se, pero mira lo que está pasando, caray Al es por tu culpa y lo sabes-

-Algún día ibas a tener que enfrentar esto. Así que no me eches la culpa- dijo en tono molesto

-Lo se. Solo no quiero que me quiten a mi hijo-

-Eso no pasara Bella. Te lo prometo. Nadie te quitara ni a tu hijo ni lo que surgiste todos estos años. TODO seguirá siendo tuyo. Por cierto ¿quieres legalmente esta casa?-

-Solo quiero a mi hijo, a Gucci, mi pequeña casita y las guarderías. Más nada-

-Ok. Tengo que irme con Jasper para seguir con los papeles. Nos vemos ahora-

-¿hey? ¿Se te olvidó algo?- inquirí

-¿Qué cosa?-

-Carlisle está aquí-

-Mierda, cierto- dijo llevándose las manos a la cabeza. Saco su celular marcó un numero y se lo llevó al oído.

-Jasper, Carlisle está aquí- varios minutos de silencio –Ok. Entiendo. Nos vemos en el carro. Gracias-

-Carlisle dejó a Edward por allá con los negocios. Tendrás que tratar de llevar bien las cosas con él. Por lo menos no está Edward. Creo que tengo los papeles listos para dentro de cuatro días. Esa mañana tus problemas estarán resueltos y ese día en la noche llegara Edward. Así que después que traiga los papeles podemos buscar otro lugar para que te quedes y no tengas que toparte con Edward. ¿Entendido? Así que por favor dame tres días mas- apretó mi mano y salió de la habitación.

 

El día terminó de pasar sin más acontecimientos sorpresas. Lo mismo de siempre, miradas de parte de todos hacia mi bebe y yo, las muecas de Emmett con Anthony y éste sacándole la lengua con el ceño fruncido y las dolorosas (para mi) sonrisas de mi pequeño con Esme. Al día siguiente trajeron a Benetton, el cual estaba en una escuela para perros. Ya estaba inmenso. Recuerdo cuando lo traje. Apenas era un pequeño bebé. Cuando Anthony lo vio inmediatamente se tiró encima de mí. Rosy le hacía cariño mostrándole a Antho que no hacía daño pero el no quiso bajar. Con el en mis brazos me bajé a la altura del perro  y lo acaricié éste cerro los ojos y empezó a lamer mi antebrazo como reconociendo aquellas caricias. Pero Anthony cada vez me abrazaba más fuerte. Casi se sentó en mi hombro, tratando de subir para no estar el alcance del perro. Nos montamos en el carro de Alice, la cual había encontrado una silla de bebé para su sobrino y nos fuimos al mercado. Pasé por todos los pasillos para ver que se le antojaba a mi pequeño. Compramos brownie, compotas, papas, helados, fresas, cambures, ciruelas, moras, duraznos, naranjas y algunos sabores de jugos. Llegamos a la casa, le pedí el favor al personal que me lavara las frutas mientras yo bañaba a mi bebé, lo vestí con un interior y un pequeño short ya que hacía mucho calor, pasamos por la cocina buscando las cosas y luego nos adentramos en el jardín trasero a ver todas las flores. Estaban mucho mas bonitas que cuando yo las dejé. Mi mata de naranja ya se veía estable y fuerte. Un poco mas alejado estaba una mata de rosas. No tenía ninguna pero sabía que era de rosas. Uno puede diferenciarlas. Nos sentamos en la grama y comimos nuestras frutas. Sentía esa misma tranquilidad de cuando llevaba a mi Anthony en mi vientre y ni lo sabía. A pesar de todo, era bueno estar aquí otra vez. Rosy llegó invitándonos al salón de juegos. En el camino nos topamos con el piano de Edward. Anthony inmediatamente puso el suyo en el suelo y se paró al frente del gran piano con sus manitas en al asiento. Era cierto que se parecía mucho a mí pero también se parecía a su padre. Tenía sus labios, su sonrisa, su gusto por la música y aun más por el piano y su cabello, cada día que pasaba se aclaraba mucho más. En el sol se podía ver claramente el color bronce que ya se estaba apoderando de su cabello. Emmett llegó a ver porque nos tardábamos tanto. Yo agarré a Anthony en brazos y su pequeño piano. Sus ojos se le aguaron mientras yo caminaba hacia su tío con Rosy en la otra mano. Emmett lo vio fijamente a la cara y como siempre le hizo muecas feas, sacando la lengua con la boca abierta, los ojos pelados y la cara con figuras extrañas. Esta vez Anthony no le sacó la lengua. Sino que con su ceño fruncido y unas lagrimas en sus mejillas, llevó sus manitas cruzándolas a la altura de su pecho. En eso Emmett se le queda viendo fijamente y reconoce los tres lunares que adornaban ese blanco pecho mas o menos a la altura del corazón, en la parte izquierda (lunares que también tenía Edward y los cuales adquirió Anthony por herencia. Lunares que formaban un perfecto triangulo en el pecho de ambos) volvió a componer su cara, plantó una sonrisa y me dijo.

-Es difícil que lo ocultes. Y si se te ocurre negarlo admiraría tu valor cuñadita. Los detalles hacen la diferencia Bella. Y esos detalles que lo diferencian de ti, lo asemejan a el-

 

No supe que decir. Él estaba en todo lo cierto. A pesar de que siempre estaba jugando y burlándose de todo el mundo cuando hablaba en serio tenía mucha razón en lo que decía. Hice como si no hubiera pasado nada. Subí al cuarto a colocarle una camisita y bajamos al salón de juegos donde nos esperaba Rosalie, Emmett y Rosy. Estuvimos jugando ahí casi toda la tarde. Anthony se reía y disfrutaba. Sin llegar a establecer contacto físico claro. Pero la pasó muy bien. Ya se estaba sintiendo bien en ese ambiente. Carlisle y Esme se fueron a la mansión Cullen, quedando en regresar pronto. Alice y Jasper avisaron que llegarían en tres días. A la noche pedimos tres pizzas y comimos nosotros cinco viendo películas. Dejé a Anthony  viendo película al cuidado de sus tíos, mientras yo me daba un relajante baño, me coloqué mi piyama y me senté en la cama. La verdad no tenía nada de sueño. Bajé de nuevo y mi bebé estaba dormido en los cojines de la sala de película. Lo tomé en mis brazos y volví a subir. Lo acosté cómodamente y sin saber cuando me quedé dormida contemplando su carita. El día siguiente pasó de igual manera. En la mañana me ocupé de algunos asuntos pendientes que tenía con las guarderías y en la tarde al llegar a casa nos esperaban con juegos, comida en familia y películas. En la noche subí de nuevo con Anthony en mis brazos. Al pasar por el frente de la que alguna vez fue mi habitación me entró una especie de curiosidad ¿Cómo sería ahora? ¿Edward la habría re-decorado para olvidarse de mi? No pude más y abrí la puerta adentrándome a la habitación. Efectivamente estaba totalmente cambiada. Era de un color blanco con detalles en azul oscuro. La cama era mucho más grande. No entendí porque. Cambió las mesas de noche y el armario por otro de un tipo más varonil. Lo que me llamó la atención fue una foto mía. Estaba en una pared. Cubriéndola por completa.  Ahí estaba yo, sonriendo, con el cabello alborotado por la brisa y de fondo el mar. Fue el día que Edward me pidió matrimonio. Esta no era precisamente el tipo de decoración que se hacia para olvidarse de alguien. Dejé a Anthony en la cama y me acerqué a la pared. Pasé mis dedos por encima y me di cuenta que no era una foto. El retrato estaba pintado sobre ella. Podía sentir las delgadas líneas que lo componían. Realmente eso si era un arte. Suspiré fuertemente y mi bebé se estremeció. Entré al baño y pude observar mi champo y enjuague favorito en una repisa. Estaban nuevos. Un perfume que olvidé estaba también a su lado. Y había un rociador automático con mi fragancia favorita. En esas cuatro paredes de aquel baño era como si yo viviera. Como si mi presencia estuviera en cada rincón. De repente me descubrí sonriendo. Aquí fue el último baño que me di, el cual me dejó completamente relajada y lo fue con Edward. Salí de allí dejando la puerta abierta. Me acosté al lado de  mi pequeño. En el techo de la habitación estaba el cielo, pintado claro. Venía de la misma pared del fondo de mi foto. Era aquel azul de mi segundo día favorito. El primero fue cuando di a luz a Anthony. Me quedé ahí mirando ese cielo al lado de mi pequeño y recordando todos los momentos que viví con Edward.

 

Pov Edward

 

Carlisle y yo estábamos fuera de la cuidad en unos negocios importantes. Con suerte pudimos cerrarlos mucho antes de lo previsto. El se regresó a casa y yo le dije que iría dentro de unos días. Que me quedaría. Justamente al irse él yo saqué la hoja de periódico que tenía en el bolsillo y me dirigí a la ciudad que decía la noticia. Llegué a la guardería y pregunté por ella. Me dijeron que no se encontraba. Que no tenía fecha de regreso ya que estaba en otra ciudad con unos negocios. Pedí hablar con la otra socia pero tampoco se encontraba. Al parecer tenía asuntos personales y no iba a venir unos días también. Mi ilusión volvió a caer. Imagine encontrarla ahí. Poder verla, tocarla, abrazarla, explicarle todo. Decirle que solo respiro por la fe que tengo de encontrarla y volver a ser una familia. Con el corazón roto de nuevo en mil pedazos por no encontrarla me regresé a casa. Por lo menos ahí en mi cuarto podía imaginármela. Podía sentirla cerca de mí aunque no fuera cierto. Sí, me estoy volviendo loco pero por ella. El vuelo salió al medio día y llegué a la casa al día siguiente. Samantha me dijo que había personas en la casa y que nadie se había levantado aun. En silencio subí a mi habitación, lo primero que sentí fue el olor de Bella. Sonreí y entré cerrando la puerta. Dejé mi maleta ahí y cuando alcé la vista para tirarme en mi cama ¡sorpresa! Había alguien más en ella. Por un momento me molesté. En la casa habían suficientes cuartos y camas como para que también invadieran mi privacidad. Me acerqué a la cama y casi se me para el corazón. Ahí estaba ella. Mi bella. Durmiendo tan plácidamente con una sonrisa en su cara. Su cabello revuelto pegado en su cara y su cuello. Estaba ahí, no eran ilusiones. Dormía en mi cama. Como la imaginaba cada noche. Me desconcertó el hecho de que alguien dormía a su lado. Era un niño. ¿Podría ser su hijo? ¿Quién sería el padre? Los celos me invadieron. El solo imaginar su cuerpo en otros brazos, me hervía la sangre. El pequeño se removió y abrió sus ojitos poco a poco. Me maraville con ellos. Eran exactamente iguales a los de Bella. Se sentó en la cama y me miró, luego volteó y miró a Bella. Puso su dedito índice en su boca comunicándome que hiciera silencio. Yo asentí y repetí su procedimiento. Llevé mi dedo índice a mi boca dándole a entender que haría silencio, lo miré y luego sonreí lo cual el también hizo. En unos segundos ese niño me cautivó, se parecía mucho a Bella. No me importaba si era hijo de otro hombre. Él sencillamente era precioso, ella estaba aquí y no la dejaría ir. El niño trató de levantarse pero movió el colchón y Bella se removió. Él la miró y luego me miró a mí. Yo le ofrecí mis brazos para que pudiera salir de la cama sin despertarla, me vio fijamente a los ojos por unos segundos y alzó sus manitas. Yo lo agarré y lo saqué. Al pegarlo a mí pude percibir mas el olor a Bella, él también tenía su olor. Después de dormir con ella ¿Quién no va a tener su olor? Sonreí con mi ocurrencia. Miré una vez más a Bella y salí del cuarto.

 

Mientras caminaba por la sala de arriba le pregunté al niño si quería comer pero él negó y se limpió la boca. La verdad no entendí así que le volví a preguntar y el volvió a responder de la misma manera. Trató de zafarse de mi agarre así que lo coloqué en el piso. Me tomó la mano y me llevó a unos de los cuartos de huéspedes. Abrí la puerta. Había ropa del niño encima de la cama. Una maleta en una esquina, abrí las gavetas y estaban. Este era el cuarto donde se estaban quedando. Entonces ¿Por qué los encontré en mi cuarto? El niño me jaló y me llevó al baño. Ahí dentro me dijo

 

-Pillo- y pasó sus deditos por encima de sus labios

-¿Ah?- no entendí que decía. Este tipo de cosas yo no las pasé con Rosy. Esto lo hacia Bella

-Pillo- volvió a repetir. Yo quedé en blanco. Alzó sus manitas para que lo cargara y así lo hice. Me señaló el lavamanos y yo lo acerqué. Agarro un cepillo de Peter Pan y apuntó la pasta de dientes. Ahora entendía el quería cepillarse antes de comer. Que bien lo habían criado. Lo bajé, mojé su cepillo y le coloque un poco de crema dental encima. Él lo agarró y volvió a extenderme los brazos. Yo lo subí, lo acerqué al lavamanos y empezó a cepillarse. Cuando terminó colocó el cepillo donde estaba agarró el otro, le hecho crema y me lo dio. Lo vi y el me dijo. Tu. Lo senté en el inodoro y me cepille, nos secamos la cara y las manos y me dirigí a la cocina con el en brazos. Entré y presencié una de las asquerosas escenas de Emmett y Rosalie. Prácticamente se estaban comiendo ¡en mi cocina! Que yo sepa en la cocina se come comida no personas. Carraspeé para que supieran que estaba ahí. Se despegaron y me miraron. Emmett me dio una sonrisa y Rosalie frunció el ceño.

 

-Hermano que bueno que ya llegaste- me dijo, se levantó del asiento, se acercó a mí y me dio un abrazo. Sentí al pequeño tensarse bajo el abrazo de Emmett. Pasó sus manos por mi cuello y lo apretó de una manera desesperada. Emmett lo sintió, se separó y le dijo

-Hay si, no te toco- y le hizo unas muecas a lo que el niño le respondió sacándole la lengua. Me dio mucha risa y me reí, luego el bebé me siguió y se unió a mis risas. Rosalie nos vio a ambos y peló los ojos, volvió a componer su cara se levantó molesta se paró frente a mi y me dijo.

-Bien. Dime ¿Cómo lo haces?-

-¿Cómo hago que?-

-No te hagas el estúpido Edward. ¿Cómo lo hiciste?-

-¿A que te refieres Rosalie?-

-¿Le diste algún caramelo? ¿Qué le ofreciste?- dijo molesta llevando sus manos a su pecho. El pequeño se abrazó más a mí y me miró. Yo le di una sonrisa de confianza y él soltó mi cuello.

-Ok dime a que te refieres porque la verdad no te sigo- Alzó sus brazos hacia el pequeño, éste cerró sus ojitos, negó con la cabeza y los volvió a abrir.

-¿Ya ves? ¡Emmett!- gritó Rosalie. Él se acercó, hizo lo mismo que ella y el niño volvió a negar.

-¿Entonces?- volvió a inquirir Rosalie -¿Qué le diste?-

-Nada- dije alzando mis hombros y volviéndolos a bajar.

-Tuviste que hacer o darle algo porque no se va con nadie que no sea su madre-

-Como que está en la sangre- dijo Emmett echándose a reír a carcajadas. Por cierto no entendí lo de la sangre.

-¿Dónde esta Anthony? ¿Han visto a mi hijo?- Gritó Bella entrando en la cocina. El pequeño la miró y se rió solo, ella lo miró y luego sus ojos se detuvieron en mí.

 

Después de tanto tiempo. Por fin llegó el encuentro. A pesar de su reacción amaba este momento.

 

Capítulo 31: ¿Tú? Capítulo 33: Encuentro II

 
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