Mi pasión (+18)

Autor: mariu
Género: + 18
Fecha Creación: 13/03/2010
Fecha Actualización: 11/12/2011
Finalizado: SI
Votos: 44
Comentarios: 137
Visitas: 177479
Capítulos: 42

 

(FINALIZADO) Bella es una muy conocida escritora. Pero esconde otra de sus pasiones. Sin siquiera imaginárselo una noche la intriga de un desconocido cambia su destino y la lleva a conocer el amor.

 

mis otros fic:

 LA ESPOSA.

http://lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1185

 

 

y la continuacion de este fic se llama: Las pasiones

 

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1401

 

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Capítulo 26: No sueñes con tu futuro, solo vive el presente

 

 

-No se como hacer Em- decía Edward al otro lado del teléfono.

-He intentado de todo pero no me deja en paz- ¿Quién no lo dejará en paz?

-No he podido hablar con Bella, tiene días extraña y me da miedo- ¿tan extraña estaba?

-Tengo que hacer que ella firme el divorcio. Ante la ley ahorita primero soy el esposo de Jane y luego de Bella. Puedo caer de bígamo- ¿Qué? ¿Cómo que era esposo de Jane? El jamás se había casado según me conto su familia.

-Ok Emmett voy saliendo para allá. De ante mano gracias por todo hermano- volví a la cama rápidamente y sin hacer ruido, me hice la dormida, el salió del baño, se me acercó me dio un beso en la frente y se despidió con un lo siento.

 

¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Qué era lo que él sentía? ¿Acaso me pediría el divorcio para estar con Jane? Si ella era su primera esposa mi matrimonio con él no valía nada. ¿Y porque Edward no me comentó absolutamente nada mucho antes? Una punzada de dolor atravesó mi vientre. Me lo agarré tratando de pegarlo más a mí. Yo no podía perder a mi hijo. No por ella. No por él. Era el hombre que yo amaba y si perdía este otro hijo por la culpa de ellos jamás se lo perdonaría. Así que hice lo único que podría salvar a mi hijo.

 

 

 

 

 

 

 

 

………………………………………. Irme lejos…………………………………………..

 

 

 

 

 

 

Yo no aguantaría un divorcio. El dolor sería demasiado grande y en ese proceso mi bebe podía perder la vida. Si me iba a quedar sin Edward por lo menos tenía el derecho de darle la luz a esta nueva vida. Si no era Edward entonces era un pedacito de él.

Agarré mis cosas, con ayuda de Samantha empaqué todo. Ignoré sus preguntas del que pasaba. No podía darle explicaciones a alguien. Metí todo en mi carro, me despedí de las chicas, Rosy, Benetton, agarré a Gucci y me fui camino a la salvación de mi hijo.

 

Ahora entiendo porque dormir tanto es malo. Pues no te queda tiempo para cumplir tus sueños. Yo día a día soñando con una familia unida y feliz. Con Edward a mi lado, ambos viejitos. Viendo a nuestros nietos correr por la casa. Tener anécdotas de nuestra vida juntos. Pero resulta que cuando uno sueña, deja de vivir el presente y no hay futuro sin presente. El futuro es lo que hacemos con nuestra vida HOY. Es el resultado de nuestros actos y no de nuestros sueños. Ahora es que entiendo ¿para que soñar si puedes vivir?

En un abrir y cerrar de ojos mi vida estaba prácticamente destrozada. No tenía nada seguro. Mi matrimonio no era seguro, mi nuevo rumbo tampoco, ni siquiera la vida de mi hijo era segura. Si iba a la casa de mis padres Edward podía aparecerse con los papeles del divorcio y no me convenía esa emoción. La vida de mi hijo dependía de mí. Y con mi propia vida yo defendería la de él. Sin pensarlo le entregaría mi vida entera con tal y no sufriera.

Cambié mi carro en un compra-venta de carros usados. No quería dejar “pistas” Después de cuatro días de camino encontré una pequeña habitación alquilada en un pueblo de un estado muy lejano. Necesitaba descansar bien. Los hoteles de camino no eran muy buenos. Y desde luego que necesitaba una buena comida. Me instalé en esa habitación mientras buscaba algo seguro para mi hijo. Tardaría tiempo. No era tan fácil comprar una propiedad. Ahora me alegro de haber mantenido personales las cuentas de banco. Edward no podría tener acceso a las mías y era una ventaja ya que necesitaría gran capital para comparar lo de mi hijo.

 

Tiempo después encontré una pequeña casita unas cuadras de aquella habitación. Todos los papeles no estaban listos pero día a día hacia lo suficiente para agilizarlos. Extrañaba mis plantas. Esa a la que le di vida con mis propias manos. La que regué cuando lo necesitaba, la que ayudé cuando sus ramas caían después de la lluvia. Mi gran pequeña mata de naranja. Mi casa era pequeña. Dos cuartos y un baño, una sala que al mismo tiempo se conectaba con la cocina debido al pequeño tamaño. Aun así era perfecta. Pues solo seriamos mi hijo, Gucci que no era de gran tamaño y yo. Algunos días le llevaba frutas o algunas cosas a la señora de la casa donde antes vivía. Estaba muy mayor y me dio mucha ternura. Visité varias guarderías, pues tenía que encontrar un trabajo después de un tiempo y la necesitaba para que cuidaran de mi bebe. Tenía dinero pero un hijo es una responsabilidad muy grande y no iba a permitir que el mío pasara trabajo. Mas vale prevenir que lamentar. Encontré una que me llamó la atención a una hora de la casa. A penas la estaban terminando de construir. Necesitaban cierta cantidad de dinero para seguir adelante con ella, en pocas palabras un socio y me pareció una buena oportunidad para comenzar. Así trabajaría y tendría a mi hijo muy cerca. Hablé con las personas y quedamos en un negocio. ¿Quién lo iba a imaginar? Después de escribir y bailar ahora hacía negocios. Las vueltas que da la vida. Mi casita ya se sentía como un hogar. Fabiola (la otra socia de la guardería) a veces iba y se quedaba conmigo. Entre ambas decoramos mi casita y el pequeño “negocio” que habíamos montado. No era igual que el arte que hacía Alice pero tampoco estaba tan mal. Hablando de Alice como la extrañaba. Lamentablemente dejé mi celular para evitar las llamadas y no recordaba el número de memoria. Ella era mi “hermana”, mi confidente. Se que con ella no habría problemas. Me apoyaría como siempre.

 

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-Vamos Bella apresúrate. Ya estoy ansiosa por saber- decía Fabiola al otro lado de la puerta del baño

-Ya salgo piola- sobrenombre que le di.

-Vamos mujer que falta mucho por decorar y hay que saber el sexo- dijo piola arrastrándome hasta el carro luego que salí.

 

Ya tenía siete meses y medio. Intentamos verle el sexo al bebé antes pero nunca a dejado. Siempre que lo vamos a ver ha tenido sus manitas entre sus piernitas. Fabiola decía que era una hembra pues mi barriga no era muy grande pero yo guardaba la esperanza de que fuera un varón. Un bello varón igual que su padre. Con sus ojos y su cabello.

-Ahí, se movió- gritó mi loca amiga sacándome de mis pensamientos mientras me hacían el eco. Mi bebe se movió cuando pensé que era varón. Yo lo sabía, algo me decía que si era ese el sexo de mi pequeño.

-No se movió lo suficiente- dijo el ginecólogo. –Todo está perfecto Isabella. Las cosas en la clínica ya están preparadas por si acaso una emergencia o se adelante el parto. Solo hay que esperarlo, o esperarla. Por lo visto no se dejará ver hasta el día del nacimiento-

 

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-Así que tendremos que pensar en un nombre de varón y otro de hembra ¿no?- dijo Fabiola un poco decepcionada de que esta vez tampoco pudimos saber con certeza el sexo.

-Ya tengo el nombre. Será varón- y en ese momento otra patadita que me sacó una sonrisa.

-Aja a ver y ¿Cómo se llamará?- trató de fingir interés. Ella tenía muchas ganas de que fuera niña.

-Anthony Eduardo Swan- otra patadita mas y sentía que de un momento a otro mi cara se rompería por la sonrisa tan grande que cargaba en ella.

-Mmm no es tan feo-

-¿Cómo que no es tan feo?-

-Jajajaja no amiga sabes que es hermoso. Y también sabes que yo te apoyaré y te ayudaré en lo que pueda. Por cierto ¿cuando dejaras de comer esa asquerosidad?- dijo señalando el brownie con compota que me comía.

-Cuando salga Anthony de la barriga, quizás- nos carcajeamos

-Bueno ya levántate de esa mesa gordota y vamos a ver lo que nos falta. Que llegará el día y no tendremos el cuarto- nos levantamos de la pequeña mesa de aquel centro comercial y caminamos a tiendas de bebes.

 

De verdad fue sensacional comprar todas esas cosas. Elegir la cuna, los teteros, la ropita, el color del cuarto, los peluches. En serio era un sentimiento único. Ahora entendía muy bien a Edward en su depresión cada vez que veía cada cosa que había comprado para su primer hijo. Si es que era su primer hijo y no tendría uno ya con Jane. Los dolores comenzaron al terminar de pensar en eso. Sentía que dentro de mí algo se rompería. Temblaba del miedo. Como pude tomé el teléfono  de la casa y llamé a Fabiola. Con urgencia me llevó a la clínica y… El día del parto llegó. Elegí una clínica donde supe que mantendrían la información del paciente en total confidencialidad. Y en cuatro horas Anthony ya estaba sacando su cabecita. No me equivoqué. Era un precioso varón, muy pequeño y delgado. Se veía tan frágil. Así como mi planta. Lo cargué en mis brazos y por primera vez sentí que valió la pena el haberme ido lejos. Tal vez si no hubiera tomado esa decisión mi niño no estaría aquí conmigo. No fue decepción pero me sentí un poco mal cuando mi pequeño abrió sus ojitos. Me impresioné al ver dos hermosos orbes de color chocolate. No negaré que esperaba a un Edward en miniatura pero todo cobró sentido cuando me sonrió. Ahí estaba él. El pequeño Swan, regalándole la primera sonrisa a su madre. Era como verme en un espejo. La copia casi exacta a mí. Solo que con el sexo opuesto. El color de mi cabello, mis ojos, mi nariz, mis orejas. Pero los labios, los labios de su padre. Exactamente igual a los de él.

 

A partir de hoy ya era madre. Lo sería hasta el último día de mi vida. Me propuse enseñarle todo lo necesario a mi hijo. Y hacerle entender que no debe ilusionarse. No debe soñar. Debe trazarse metas y con el tiempo alcanzarlas. Proponerse algo y día a día dar todo por obtener lo que desea. De buena manera claro. Así será la vida del pequeño Anthony Eduardo Swan.

 

Capítulo 25: Oh por dios! Capítulo 27: Estabilizándome

 
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