CALAMITOSA (+18)

Autor: lololitas
Género: Romance
Fecha Creación: 08/08/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 51
Visitas: 58255
Capítulos: 25

"FANFIC FINALIZADO"

DECLARADA  CALAMIDAD PARA LA HUMANIDAD !!

La sociedad londinense a declarado a lady Isabella Swan un peligro para la humanidad. Y le han provisto un apodo que ella no desconoce : CALAMITOSA ISABELLA.

Todos están a la expectativa del próximo incidente- accidente que la joven va a provocar. Para su resguardo físico todos dan un paso atrás y alejan todo objeto que se derramable, inflamable, rompible, filoso, puntiagudo o susceptible de causar un accidente.

VER O NO VER... ESA ES LA CUESTION

Edward Masen, el conde de Cullen, sabía que la bella  lady Isabella Swan podría ser peligrosa. Ella era, en verdad , un desafío. Pero era exactamente el  desafío que él necesitaba …

MAS ALLA DE LO QUE LOS OJOS PUEDEN VER ...

Isabella siempre había deseado tener un novio, pero su madrastra quería más todavía  quería que ella encontrase alguien dispuesto a casarse con ella. Isabella coincidía con el hecho  que los anteojos escondían la belleza de su rostro, pero si ella siguiese el consejo de su madrastra y no los usase, cómo diablos iba a ver a los candidatos?

Ya había causado suficientes desastres con su deficiencia visual  y encima se había ganado un apodo infame en los círculos sociales en que se mueve. Todos los

posibles pretendientes parecían salir corriendo  cuando se acercaba “LA CALAMITOSA” Isabella… Hasta que de repente apareció un caballero dispuesto a bailar con ella. Un hombre elegante, atractivo  y misterioso…  Y Isabella irá  tanteando y  tropezando… para encontrar el amor!

 

adaptacion con los personajes de crepusculo del libro Love Is Blind -Lynsay Sands

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Capítulo 20: DIECINUEVE

Isabella abrió lentamente los ojos y dio una mirada al lugar vacío a su lado. Aparentemente, Edward se había despertado temprano . No era usual. Él generalmente era el primero en despertar y  provocarla con besos y caricias. No podía haber modo más agradable de comenzar o día. 

En verdad,  pensó  Isabella, esa mañana específica  no le  habría gustado tanto. Se sentía  rara, con la garganta y el estomago dolorido por algún motivo. Esperaba que no fuese ningún problema. Soltando un suspiro, se dio vuelta de espaldas  en la cama y casi gritó de susto al  ver una cara arrugada inclinada sobre ella.

— Kibble! — ella agarró las mantas, levantándolas hasta el pecho y abrió enormemente  los ojos al mayordomo. — Qué…?

— Cómo se siente , mi lady? — el  mayordomo la interrumpió , serenamente.

Isabella parpadeó . Su mente ahora estaba completamente despierta y comenzaba a funcionar. La última cosa  que se acordaba era de  haberse acostado para descansar a la tarde y ahora la iluminación del cuarto sugería que todavía  era la siesta. Frunciendo el ceño, ella exploró un poco más su mente, juntando algunas recuerdos sueltos de la Señora  Longbottom y Kibble sujetándola y calmándola mientras vomitaba. 

— Estaba enferma   —  ella dijo,  bajito .

— Cierto  — Kibble confirmó. 

— Usted y la Señora  Longbottom se ocuparon  de mí. 

—Así como  casi todo el  personal de la casa. Estábamos  muy preocupados, mi lady.

—  Qué sucedió ?  Fue una gripe fuerte?

— De qué  se acuerda? — el mayordomo preguntó en vez de responder.

Isabella se mordió el labio y procuró recordar.

— Vine a mi cuarto para escapar de Lyd… digo, para tener un poco de privacidad.  — Aunque su  madrastra fuese un pesadilla, no le gustaba  hablar mal de ella con los criados.

La alegraba que su padre y su marido se llevasen  tan bien;  se había sentido feliz porque habían salido a cabalgar  juntos. Desgraciadamente , Lydia se había quedado para atormentarla con comentarios malditos sobre la  odisea de la consumación del matrimonio. También  le había dicho  que debería sentirse horrorizada al ver de cerca la cara de su marido… si es que él había consentido en  que ella usase anteojos nuevamente. Sería mejor que permanecieses ciega, su madrastra había rematado.

Controlándose y sin revelarle que ya tenía anteojos, en la primera oportunidad Isabella había escapado  a su cuarto para leer un poco. Había, como de costumbre, bloqueado las dos puertas y se  había recostado  para leer.

Pero no le comentó nada a Kibble sobre la lectura. Sus anteojos continuaban siendo un secreto.

— Vine a descansar un poco al cuarto — dijo Isabella — y había un  pedazo de torta en mi mesa de cabecera.

— No fue  usted quien la trajo ?

— No, Kibble. Creí  que Frederick la había dejado para mí.  Él siempre parece estar siguiéndome  y siempre me trae dulces. Aunque no   tenía hambre, comí uno o dos bocados, para que él no se ofendiese.

— Gracias  a Dios, no   tenía hambre.

— Por qué ?

— Nada, nada. Acabe de contarme lo que sucedió , por favor.

Isabella pensó en insistir para que él le explicase su comentario, pero desistió.  En el momento  oportuno se enteraría .

— Fue sólo eso.  Comí  unos bocados y , como el estomago comenzó a dolerme un poco, resolví dormir. Una buena siesta a veces  resuelve todo.

Kibble se quedó en silencio  por un momento, después  levantó algo . Isabella no logró identificarlo de inmediato, pero él aproximó los anteojos muy  cerca de la nariz de ella. 

— Estaban entre las mantas cuando la levanté un poco. También encontré un libro de la biblioteca.

Isabella se mordió el labio, sintiéndose  desconcertada bajo la mirada de él.  No era que hubiese una expresión de acusación o  de rabia en la cara  del mayordomo al hacer el comentario.

— Era por eso entonces que usted  estaba bloqueando las puertas. lord Cullen no sabe de los anteojos.

Aunque no fuese una pregunta, Isabella respondió :

—  No, él no sabe…

— Hace  cuánto  tiempo los tiene?

— Desde la víspera de mi casamiento.

—  Sospechaba eso cada vez que la veía escaparse al cuarto. No tenía sentido para mí que usted tuviese su propio dinero y no lo usase para comprarse  anteojos.

— En verdad , no tenía posibilidad de comprarlos . Lydia siempre estaba conmigo. Pero hallé un modo de ir hasta a una farmacia el día en que lady Cullen y yo fuimos probarnos nuestros vestidos.

— Por qué no le contó a Edward?

Isabella notó la falta de uso del título de nobleza cuando Kibble se refería a su marido, pero sabía que los dos tenían un relación especial, casi de padre e hijo, por eso no se sorprendió.  Ella no estaba  muy dispuesta a responder.

— Es porque lo vio y lo  halló  mucho repulsivo? Prefiere no tener que mirar a su marido?

Una vez más no había  ninguna censura o  juicio de valor en el tono de voz  del mayordomo, pero Isabella se sintió  horrorizada ante la mera sugestión que hacía.

— No, claro que no. Edward es lindo. Poco importa la cicatriz que tiene en la cara . Él tiene los ojos castaños más bellos que jamás haya visto , labios muy  dulces y…

Dandose cuenta  de lo que estaba diciendo, Isabella se detuvo  , sintiendo el  rubor subir a sus mejillas.

— Usted lo  ama — completó Kibble, visiblemente satisfecho.

— Si,  creo que si — ella admitió tímidamente

Ya con los anteojos, Isabella vio la amplia sonrisa que había transformado la cara del  mayordomo. Era obvio que él también amaba a Edward y estaba feliz de saber cuanto  era amado por su esposa.

Los dos intercambiaron sonrisas y entonces Kibble preguntó :

— Pero  por qué  está escondiendo los anteojos de él ?

Al ver que Isabella evitaba su mirada , él insistió :

— Es por  él ?

— Si  — ella confirmó, aunque  en verdad  fuese por causa de los dos. Isabella no quería que Edward la viese con esos anteojos horribles. Pero tampoco deseaba perder el poco  afecto que él ya le tenía, en caso que la hallase  muy  fea con esos anteojos.

—Usted no entiende que él se sentiría más conmocionado si supiese que puede verlo y lo ama  que pensar que no  conoce la apariencia de él ?

Isabella dirigió una mirada confusa al mayordomo.

— Cómo?

Kibble reformuló lo que había dicho:

—Usted no está escondiendo los anteojos para que él no se sienta incómodo bajo  su mirada ?

— él se siente  incómodo  bajo  mi mirada? — ella preguntó,  incrédula. — No. Por qué sucedería eso ?  Yo lo amo por  lo que es. Él es guapo, inteligente, dulce…

—Pero, entonces por qué no usa los anteojos y se lo dice  a él ? 

Isabella creyó que Kibble tenía la mente un poco enlentecida, dada la dificultad  que demostraba para entender. Sintiendo  pena por él,  ella confesó :

— Porque soy horrible con  anteojos.

Kibble mostró una expresión de asombro, y ella resolvió explicarse mejor.

— Lydia siempre me  dijo que  quedaba  muy fea con los anteojos y, cuando lady Cullen supo que mi par de anteojos extra se había rotoo, ella comentó que Edward se sentiría aliviado. Me quedé preocupada creyendo que él no me hallaba nada atractiva  .

Kibble echó su cuerpo hacia atrás, como si hubiese  recibido un golpe. Él la miró perplejo.

— Es por eso que  no  usa los anteojos?

— Claro — Isabella confirmó,  sintiéndose desgraciada para, en seguida, sorprenderse con la carcajada del  mayordomo.

—  Qué dije de gracioso?

— Oh, mi lady, si usted supiese — él logró decir entre risas. — Los dos son  demasiado sensibles.  Están tan enamorados y temerosos de rechazo del otro.

Isabella miró seriamente al mayordomo, no le gustaba nada  verlo divertirse con ese asunto.

— Oh, querida.

Isabella se volvió  hacia la puerta y vio a lady Cullen entrando con una expresión exasperada en la cara . Sacudiendo la cabeza ella caminó por el cuarto hasta ellos. 

— Perdónenme , pero  estaba del  otro lado de la puerta y no pude dejar de oír. Isabella, me temo que  me entendiste mal.

— Lady Cullen! Cuándo llegó ?

— Hace más o  menos una hora, querida. Resolví venir a ver como vos y mi hijo se están llevando. Debería haber llegado

anoche, pero se rompió una de las ruedas del carruaje y tuvimos que pasar la noche en una posada para que fuese reparada.

Acomodándose en un lado vacío de la cama, ella dio una palmada  en la mano de Isabella.

— Si  hubiese sabido que estabas  enferma, habría alquilado  otro carruaje para llegar más rápidamente  aquí. 

— No hubo  necesidad.  Estoy bien — dijo Isabella, conmovida por las palabras de su suegra.

— No, mi querida, es obvio que no estás bien — la contradijo lady Cullen. —  Estás  sufriendo por causa de un mal entendido.

Isabella levantó las cejas .

— Qué mal entendido, mi lady?

Lady Cullen abrió la boca para decir algo,  pero vaciló.  Cuando finalmente habló , Isabella  supo que no se trataba de lo que originalmente tenía intención de decir.

— Me gustaría  que me llamases  madre,  Isabella. Siempre quise tener una hija, mas, después  de Edward, no pude tener más hijos. de esa forma, también el  vacío dejado por  la muerte de tu madre sería llenado. Entiendo que Lydia… bien,  como ella nunca tuvo sus propios hijos, tal vez no sea la persona más indicada para ese papel.

Sonriendo, Isabella apretó la mano de su suegra quien sujetaba la de ella y cuchicheó  emocionada:

— Gracias … madre.

Lady Cullen se mostró   radiante, aunque sus ojos estuviesen nublados con  lágrimas.

Antes que las dos pudiesen comentar algo mas , Kibble carraspeó . Cuando captó la atención de ellas,  él sugirió :

— Tal vez  usted pueda explicar ese mal entendido, lady Cullen, para que lade Isabella de hecho  entienda, y no sufra por lo  que no entendió. 

— Si,  claro. — ella suspiró y , apretando la mano de Isabella, dijo :  —  Mi querida niña, cuando  dije que Edward estaría aliviado al saber que tus anteojos estaban rotos, no fue porque a él no le gustan los anteojos . Fue porque él teme que, si vos ves bien,  tal vez ya  no te sientas atraída por él. 

— Cómo Edward puede pensar una cosa así ? — Isabella se sorprendió  .

— Por  su cicatriz, querida — lady Cullen respondió con delicadeza.

— Claro pero ...  — Isabella murmuró,  sacudiendo la cabeza como si considerase un absurdo esa idea. —El  es guapo, aún  con la cicatriz. Por el amor de Dios, sin ella hasta  me dolerían  los ojos de mirarlo  y hallarlo  tan lindo.

— Realmente, él es guapo al estilo  de un dios griego, bello como un ángel. Claro que esa es ... mi opinión . — Lady Cullen suspiró.  — Pero las jóvenes  de la ciudad exigen perfección en todo y lo miran a  Edward  como si  fuese un obra de arte dañada.

 

Isabella se dio cuenta  que su suegra había sufrido por la manera  en que su  hijo había sido tratado después  de la herida.

— Naturalmente, al principio  la cicatriz era mucho peor. Las facciones de él estaban distorsionadas. La cara le quedó muy hinchada. Pero aún así él frecuentó la corte.  Pobre mi hijo, muchas jóvenes  llegaron a desmayarse al  verlo. — Con el semblante ahora entristecido, ella se desahogó : — Todo comenzó con la joven Louise Frampton. Ella estuvo enamorada de  Edward durante años y quedó  muy impresionada , al punto de desmayarse cuando vio lo que le había sucedido en la batalla. Nadie la había prevenido y fue un shock para ella. Aparte de eso — lady Cullen agregó —, Louise estaba un poquito gorda y, cuando supo que Edward había vuelto, le pidió a su  criada que  le ajustase mucho el corset. La pobre muchacha se sintió una idiota después  de desmayarse y  se sintió todavía peor cuando supo que otras jóvenes  comenzaron a reaccionar  de la misma manera al ver a mi hijo , fue como una especie de moda, todas querían tener la misma experiencia. 

— Pobre Edward — Isabella murmuró. 

Lady Cullen asintió con la cabeza y , con la cara triste, agregó :

— Sé que algo  también sucedió con lady Charlieson, aunque  no sepa  qué, pero todo eso  contribuyó a que Edward quisiese huir de Londres. Inmediatamente empacó sus cosas, se vino a Cullen y se quedó  aquí. 

Era  muy obvio que lady Cullen había sufrido mucho,  pensó Isabella.

— No sé cuantas veces  Rosalie  y yo lo visitamos después  de eso y le repetimos que la cicatriz estaba  mucho mejor y  que él debía volver a convivir en  sociedad.  Edward no nos escuchaba. Finalmente,   resolví ser más dura con él,  pues, de lo contrario, él se quedaría  aquí para siempre y nunca volvería a Londres . Hasta fui  impertinente con él.

Isabella se mordió el labio para contener la sonrisa que quería curvarse en sus labios. Lady Cullen hizo el comentario con un estremecimiento de horror que evidenciaba como ella se sentía  respecto a  “ser impertinente”.

—  Y fui firme hasta que él finalmente cedió y volvió a frecuentar la corte este año. 

— Y yo sólo puedo  agradecerle por eso.  De otro modo, yo  nunca lo habría conocido.

Lady Cullen sonrió .

— Es verdad.  Si yo no hubiese insistido tanto para ir a Londres este año,  ustedes dos no habrían se conocido.

Isabella sintió un escalofrío. Nunca haberlo conocido; nunca haber bailado con él ; nunca haberlo besado, nunca… Dios, ella podría estar casada con Vulturi  en ese momento y probablemente lista para tirarse de un acantilado también. Se descomponía  con sólo pensar en la mera posibilidad que ese viejo arrugado la tocase de la manera que Edward la tocaba.  Gracias Dios mío .

— Isabella — lady Cullen propuso —, déjame hacer una cosa más por vos.  Deja  que Edward sepa que tienes los anteojos. Él  necesita  saber que puedes verlo y que lo amas .  Y vos vas  a ver que él te ama  con y sin  los anteojos.

La madre de Edward dio una palmada más  a la mano de Isabella, después  se levantó. 

— Ahora debo ir a mi cuarto. Y vamos a mantener esta visita en secreto . Imagino que a mi hijo no le gustaría saber que te he visto y he  conversado con vos antes de él. Por lo que supe, él estuvo toda la noche  preocupado,  caminando como un león enjaulado en el salón.

La mirada de Isabella voló hacia el  mayordomo ante  esa noticia.

La expresión de Kibble cambió,  forzando una sonrisa .

— No dejé que el conde se quedase aquí mientras la cuidaba , lade Isabella. El,  naturalmente, no quería salir, pero me estaba cuestionando y se estaba entrometiendo en todo lo que  hacía o  pedía. Tuve que ser firme.

Isabella se sorprendió   al saber que había alguien que lograba  que Edward hiciese algo  que no quería hacer.

— Pero  — Kibble prosiguió —, prometí ir a buscarlo cuando hubiese algún cambio en su estado. Voy a  buscarlo ahora mismo, pero primero quiero  decirle que lady Cullen tiene razón. Realmente debe decirle que ya vio su cara y que lo ama como es. Edward se preocupa tanto por su apariencia,  como usted de sus  anteojos.

Kibble acompañó a lady Cullen, dejando Isabella sentada sola, con un dilema. Sería verdad ? Se había  privado de los anteojos sin necesidad ? Isabella pensó y volvió a pensar en el tema . Hasta entonces el  hecho que Edward no hubiese demostrado ninguna intención de comprarle  anteojos nuevos la había hecho pensar que él no quería  verla con anteojos. Pero su suegra y Kibble le habían  mostrado  otro lado de la cuestión . Tal vez el marido realmente temiese que ella lo rechazase después  de ver bien su cicatriz.

La mera idea hizo con que ella sacudiese la cabeza. Con o sin cicatriz, Edward era el hombre más encantador de la ciudad. Era difícil de creer que  no supiese eso.  Él parecía muy seguro de sí mismo todo el tiempo .

Los pensamientos de Isabella fueron interrumpidos cuando la puerta del cuarto fue abierta. Ya se había convertido en un hábito sacarse los anteojos y esconderlos debajo la almohada.

— Isabella.

Ella inmediatamente reconoció la voz de su marido que entró y atravesó el cuarto, visiblemente abatido . Pronto detrás de él,  entró un segundo y después  un tercer  hombre. El  segundo seguramente era su padre,  ella pensó,  pero no tenía idea de quien era el tercero.

Edward se sentó  al lado de ella en la cama y la abrazó. 

— Gracias  a Dios  estás  bien — dijo bajito , anidándola junto a su pecho y acariciando el cabello de ella.  — Estabamos muertos de preocupación.

— Cierto — el padre confirmó,  acariciándole  la espalda. — Estuvimos toda la noche a la expectativa  que despertases.

— Perdónenme  por haber causado tanta preocupación. — Isabella abrazó a su marido con una de sus manos y con la otra apretó la mano de su padre. 

—  No tuviste ninguna culpa  — Los dos hablaron al mismo tiempo y todos rieron.

Edward entonces se apartó  de Isabella y la miró comovido. Él estaba tan cerca que ella pudo ver las líneas de preocupación alrededor de sus ojos enrojecidos por  falta de sueño.

— Supimos que sobrevivirías a medianoche, pero Kibble no podía decir si te quedaría  alguna secuela.

Isabella esbozó  una sonrisa .

— Creo que  todo está  en orden.

Edward se rió y le besó cariñosamente la nariz.

— Estamos contentos de que  esté bien — dijo el tercer hombre.

Isabella pensó haber reconocido la voz, pero no logró en un primer momento recordar  quien era.

— Crees que  puede  contarnos qué sucedió ? — el hombre agregó,  y ella abrió enormemente  los ojos.

— Señor Hadley! — exclamó sorprendida cuando el nombre de él repentinamente le vino a la mente. —  Qué está haciendo aquí ?

— Yo lo llamé — Edward explicó.  — Hace una hora que él llegó . Crees que  puede responder a su pregunta ?

— Claro, estoy bien —  ella aseguró,  apretando el brazo de su marido.

Sin entender bien lo que el Señor Hadley hacía allí, Isabella resolvió responder la pregunta de él porque los tres hombres estaban aguardando de manera impaciente. Después  haría sus propias preguntas.

Isabella entonces repitió rápidamente todo lo que le había dicho a Kibble: el hecho de desear un poco de privacidad y de haber ido al cuarto, de haber comido un pedacito de torta y haber sentido dolor en el estomago, y haberse dormido.

El cuarto permaneció por un momento en silencio, que fue quebrado por Edward al comentar:

— Kibble comentó que el hecho que sólo  comiste un pequeño pedazo de torta fue lo que te salvó.

— Qué bueno que no tenía hambre — ella bromeó. 

—  Podrías   haber muerto — su padre habló  aparentemente molesto porque ella no estaba tomando el caso  en serio.

— Ese era, sin duda, el plan — Hadley aseguró, 

— Kibble no cree que el veneno fuese suficiente para matarte — dijo Edward, amenizando la situación. — Según  él,  aunque hubiese  comido todo el pedazo , su estado sólo sería un poco peor.

— La torta tenía veneno? — Isabella se asustó. — Ustedes están diciéndome que intentaron  envenenarme?

Los tres hombres  intercambiaron miradas y se mantuvieron nuevamente callados por algunos instantes. Finalmente, dando un suspiro, Edward preguntó :

— Isabella, ya te pregunté esto antes: estás segura  que  no hay nadie  que quiera perjudicarte?

Si, recordaba que él le había preguntado si  tenía enemigos. La pregunta había surgido tan naturalmente en la conversación después  de haber hecho el amor que ella no le había dado mayor importancia. Entendía ahora que él ya estaba preocupado por ese supuesto enemigo oculto . Pero por qué ?

— No, claro que no. Por qué habría de tener un enemigo? Nunca hice mal a nadie en toda a mi vida. Tal vez estuviesen intentando envenenarte a vos y yo comí la torta por error.

— Envenenarme a mí.  Por qué alguien querría  matarme?

— Bien,  mi lord , por qué crees que intentarían matarme a mí? — Isabella replicó  un poco irritada.

— Bien,  algún motivo debe haber. Yo ni siquiera estaba en la casa. No soy yo quien descansa por la tarde y, básicamente, porque la torta estaba en tu cuarto.

Isabella sonrió  con bronca ante la lógica de su marido y entonces comentó :

— Entonces ya hace algún tiempo que  estás sospechando  eso.  Qué hace pensar así?

— Isabella,  has sufrido varios accidentes después  que llegaste   a Londres.

— Vamos , todos fueron por la falta de anteojos — ella argumentó.

Isabella tuvo a impresión de que Edward no concordaba con su justificativo, pero  no contestó.  En realidad , no dijo una palabra. Y antes que Isabella pudiese decir algo, Edward la besó en la frente y se levantó. 

 

— Debo  hablar una palabra con Hadley. Vuelvo logo.

Los dos hombres dejaron el cuarto, y el padre tomó el lugar al lado de la cama donde Edward estaba sentado. Pero su atención estaba volcada al otro lado de la puerta; intentaba oír la conversación que los hombres estaban teniendo allí.

Conociendo  a su padre,  Isabella sabía que tenía ganas  de participar de esa conversación, cualquiera que fuese, pero estaba reticente a abandonarla. Entonces  Isabella trató de liberarlo.

— Puedes ir, papá , ve con ellos.  Yo quiero levantarme. Tal vez  puedas pedirle a mi criada que suba y prepare un baño.

— Si,  si , querida. — lord Swan inmediatamente se escapó   aliviado.

Isabella  notó   que hubo una pequeña pausa en la conversación cuando él se aproximó.  Pronto el tema fue retomado, pero el sonido de las voces se fue haciendo más lejano mientras que los tres se iban  apartando del hall.

Sacudiendo la cabeza, ella se sentó  en la cama, con los pies afuera. Se había sacado el vestido y puesto una bata antes que se le ocurriese que no tenía nada para leer en el baño. Todo lo que deseaba era un buen baño después  de lo que había sucedido, pero también quería un libro para  distraerse y aprender mientras estaba en la tina.

Después de una vacilación, Isabella se encaminó a la puerta del cuarto. Con  suerte, atravesaría el hall sin ser vista y se haría una escapada hasta la biblioteca para tomar un libro. Sabía que tenía  mucho en que pensar, pero no sería en ese momento. Después  que se hubiese  relajado en el baño, estaría en mejores condiciones para reflexionar sobre los temores de su marido y sobre todo lo que lady Cullen y Kibble le habían dicho.

 

— No puedo entender — dijo lord Swan, siguiendo a Edward hasta el escritorio. —  Estás  diciendo que hace algún tiempo  que sabes que están intentando matar a Isabella y no me dijiste una palabra al respecto? Ni a ella?

Edward dio la vuelta al escritorio y se dejó  caer en la poltrona. Tenía el ceño fruncido. Dicho de esa manera, parecía extraño.

— El conde no quería preocuparlo, ni preocupar a su hija, lord Swan —lo justificó Hadley cuando Edward se mantuvo en silencio. — él consideró que lade Isabella ya estaba bajo bastante stress con los preparativos para el casamiento y se empeñó en que ella estuviese bien vigilada.

— Evidentemente no fue tan así — retrucó  lord Swan, volviéndose   hacia Edward: —  Aunque entienda tu deseo de proteger a Isabella, no hay excusa para no haberme contado.  Debería haber sabido.

— Es verdad,  debería — Edward admitió con un suspiro, pasando la mano por los cabellos. Había conseguido estropear todo. Una vez más . — Le pido disculpas. Parece que siempre  estoy haciendo la cosa equivocada en lo  respecta a Isabella. Me temo que mi razón no funciona correctamente cuando ella está involucrada.

Oír a su yerno admitir que se había equivocado hizo  que la rabia que lord Swan sentía se suavizase. Él se relajó un poco y se sentó  en una de las poltronas delante de  Edward.

—  Citaste  varios accidentes de mi hija, pero Lydia no mencionó ninguno  de ellos en las cartas que me envió. Por favor,  cuéntame en detalles. Qué diablos está sucediendo con mi hija?

Edward se inclinó  hacia adelante , posó los brazos en la superficie del escritorio y comenzó a explicar todo lo que había sucedido desde que había conocido Isabella, inclusive lo que ella le había contado que había ocurrido antes de  conocerse.

Hadley se dirigió  a la mesa que quedaba al lado de la pared opuesta y sirvió  tres copas de brandy. Después  de llevar una copa para cada uno, fue buscar la suya y se sentó  en la otra poltrona, manteniéndose  callado mientras Edward ponía  a su suegro al tanto  de todo lo que había sucedido.

— Buen Dios — lord Swan murmuró cuando Edward terminó de contar. — Quién puede estar  detrás de todo esto ?

— No sé — dijo Edward — Isabella está convencida  que fueron meros accidentes, pero…

— No lo fueron — Charlie Swan afirmó,  sacudiendo la cabeza. — Si  no hubiese  ocurrido el incidente en la fuente, tal vez  podríamos pensar… La nota que fue falsificada como si fuese enviado por vos no deja dudas de que fue algo planeado.

Edward concordó con la cabeza.

—  Qué vamos hacer ahora, hijo?

Edward soltó un suspiro profundo y  miró  a  Hadley. Como él había llegado en el exacto momento en que Kibble había bajado  para avisarle que Isabella había despertado, Edward sólo había podido  darle una rápida explicación sobre lo ocurrido y los dos habían subido rápidamente. No había tenido tiempo de contar a su suegro la razón de la presencia de él allí.

—  Yo contraté al Señor Hadley, lord Swan. Él me ayudó en varias situaciones en el pasado , y  espero que  pueda  sernos útil ahora — Edward explicó.  Después , dirigiendose   al  otro hombre, preguntó : — Te pedí que vinieses porque entiendo que tienes noticias para mí. 

— Tengo, si — confirmó Hadley —, pero temo que no serán de su agrado.

 

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OK POBRE EDWARD COMO A SUFRIDO, CON RAZON TIENE MIEDO A QUE ISABELLA LO RECHAZE, ESPEREMOS QUE ELLA LOGRE HACER QUE ESE MIEDO DESAPAREZCA, ¿QUIEN LA HABRA QUERIDO ENVENERAR? OHHHHHHH DIOS TIENE EL ENEMIGO EN CASA, DE SEGURO HADLEY TIENE LAS RESPUESTAS.

 

GRACIAS A TODAS BESITOS GUAPAS

Capítulo 19: DIECIOCHO Capítulo 21: VEINTE

 
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