— Un tal de lord Hale está en la puerta y quiere saber si las ladies Swan están en casa, para visitarlas.
Isabella levantó la cabeza del respaldo del sofá en el que estaba sentada y , parpadeando varias veces, intentó ver por encima de la figura del mayordomo, quien estaba en la puerta.
— Quién dijo que es, Foulkes? — preguntó Lydia.
— Lord Hale — el mayordomo repitió, con aire aburrido.
Isabella se mordió el labio y se controló para no parecer demasiado eufórica . Cullen estaba cumpliendo lo que había prometido . Su primo había venido en su lugar. Con los dedos cruzados, ella comenzó, internamente, a rezar para que su madrastra no lo despachase y estropease todo.
Por la voz, Lydia parecía estar confundida:
— Pensé que ya conocías a lord Hale.
Isabella entendió la intención. Si ella ya había tenido un primero encuentro con él, por qué diablos él la buscaría nuevamente?
— Si, lo conozco. Él es un hombre muy agradable.
— Lo sé ! — Lydia no pareció muy convencida. — Podría jurar que oí decir que él…
Cuando hizo una pausa, lady Brandon que había venido a tomar el té con ellas y comentó :
— También yo oí comentarios de que él es ... que le gusta la juerga, Lydia, pero creo que son chismes de pura maldad. Envidia, muy probablemente. Él proviene de una buena familia y es bastante amigo del rey.
Isabella entendía muy bien la razón por la cual lady Brandon alentaba a Lydia a permitir las atenciones de Hale. No había duda que era por celos que sentía por Vulturi. Pero a ella eso poco le importaba. sólo podía agradecer la interferencia de la amiga de su madrastra y, con la respiración contenida, se quedó aguardando el veredicto.
— Muy bien , Foulkes, hazlo entrar.
— Como no, mi lady — Foulkes murmuró, retirándose de la sala.
Isabella aguardaba con impaciencia, rogando para que el truco saliese bien y pronto pudiese estar con Cullen nuevamente. Se hizo un súbito silencio en la sala, a la espera de que Foulkes abriese la puerta y confirmase que las damas estaban.
— Muy bien! Déjeme entrar entonces! — una voz alegre reverberó.
El visitante continuó expresando, aparentemente, su satisfacción de que estuviesen en la residencia, sin que Isabella lograse entender lo que decía.
— Ah, mi ladies! — Las palabras fueron pronunciadas calurosamente.
Isabella enderezó la espalda, intentando oír lo que o visitante decía.
Lydia, se mostraba encantada y se levantó para recibirlo.
— Lord Hale, qué gentileza venir a visitarnos.
— Ah, no digas nada. El placer es todo mío. — Cruzando la sala, él se encaminó hacia la anfitriona y se curvó para saludarla con un besamano. Después , se volvió hacia el lado en que Isabella estaba sentada. — Ah, lady Isabella, siempre tan encantadora. Muy encantadora. — Tomándole la mano, la llevó también a los labios y la besó, dirigiendose entonces a lady Brandon. — Qué placer verla, lady Brandon! Qué hombre de suerte soy. Tres lindas mujeres en una sola sala.
— Lisonjero , mi lord — Lydia se derritió , — Te gustaría tomar un té?
— Claro, claro. Muy amable.
— Siéntate .
— Gracias .
Hubo un momento de silencio, cuando todos se acomodaron en sus poltronas, a excepción de Isabella quien no se había movido de su lugar, y después de un intercambio general de sonrisas.
— Qué sorpresa, mi lord . A qué debemos su visita? — Lydia preguntó, sirviéndole el té.
—Deber? — preguntó él, mostrándose asombrado. — No me deben nada. Nunca cobro por mi presencia, por más placentera que sea.
El lanzó una carcajada de un modo casi femenino, haciendo que Isabella abriese los ojos horrorizada.
Dios del Cielo! Ella era casi ciega; pero no sorda. Ese hombre tenía el mismo tono grave de voz de su primo. Sus palabras habían sido mas que adecuadas. No era el mismo lord Hale que ella había conocido, se dijo a sí misma al oír la reacción alegre de su madrastra y su amiga ante la broma de él.
Pero.. quién sería entonces, Isabella se preguntó . Con certeza, se ese no fuese el verdadero Hale, Lydia y lady Brandon, que tenían una excelente visión, reconocerían al intruso, pero ninguna de las dos se mostró alarmada. Todo en lo que Isabella podía pensar er que se trataba del auténtico lord Hale, representando un personaje , aunque no lograba entender el por qué de estar comportándose de esa manera. Francamente, él más parecía un poco ... medio ... bastante afeminado.
Cuando eso se le ocurrió , Isabella se acordó que le había preguntado a Cullen si su primo no era un libertino y de t haberle avisado que, si lo fuese, su madrastra jamás permitiría que saliese con él. Estaba claro que los dos habían decidido sosegar los temores de Lydia con ese personaje afeminado.
Isabella se maravilló con las dotes actorales de Hale, quien hablaba a las mujeres en un tono confidencial:
— En realidad , estoy estrenando mi nuevo saco y un nuevo sombrero, y me sentía curioso por saber que efecto causarían en las más encantadoras damas de Londres. — Después de dar la explicación, Jasper se levantó y dio una vuelta, para exhibir mejor su traje.
Lydia y lady Brandon se rieron como dos niñas ante el galanteo y la exhibición.
— Qué creen? — él preguntó, apostándose delante de Isabella. — Un buen corte, no?
Isabella forzó la vista , intentando captar algún detalle de la ropa, pero todo lo que veía era un borrón verde . Fue Lydia quien rompió el silencio para salvarla del papelón.
— Muy elegante, mi lord . Me gustaría tener el nombre de su sastre para dárselo a mi marido.
— Es muy notable — lady Brandon concordó.
Aparentemente satisfecho con los elogios, Hale volvió a sentarse con un suspiro de satisfacción.
— Siempre intento estar a la moda. También creo haber combinado la camisa con los pantalones, qué creen?
—Está perfecto — Lydia murmuró indecisa, siendo respaldada por lady Brandon con la misma entonación de voz de quien no sabe bien qué decir.
Pero Isabella no contuvo su curiosidad :
— De qué manera, mi lord ?
Hale le explicó pacientemente, y Isabella levantó las cejas al imaginarlo usando camisa amarilla , pantalones color caki, combinando con el saco color verde.
El obviamente notó la expresión sorpresa de ella y, apenas disimulando la voz de quien se estaba divirtiendo con la situación, trató de aclarar:
— Creí que usar todo del mismo color sería exageración, por eso opté por la camisa amarilla. No gusta gastar mi dinero y parecer un payaso.
— Naturalmente. Te queda muy bien así, mi lord — Lydia dijo como si estuviese muy al tanto de las tendencias de la moda.
Isabella comenzó a preocuparse pues temía que después de esa conversación superficial , Lydia no permitiría que saliese con Hale, a pesar de los esfuerzos de él. Pero en ese instante, él sacó el reloj de bolsillo y enderezó su cuerpo en la poltrona.
— Oh, mi reloj dice que es hora de partir — Hale anunció, y Isabella pensó que él estaba comenzando a exagerar su manierismo.
— Ya? Apenas acabas de llegar . — A pesar do comentario, Lydia parecía aliviada.
— Es hora. En verdad , no planeaba quedar mucho. Mi intención era preguntar si lady Isabella podría acompañarme en un paseo por el parque. Quiero exhibir mi nuevo figurín en público, pero no me gustaría cabalgar solo, no queda bien.
— Bien… — Lydia vaciló por un momento y miró a lady Brandon.
Isabella casi podía oír los pensamientos de su madrastra. No había duda de que estaba confrontando los rumores sobre el comportamiento libertino de Hale con el caballero amanerada sentado en la sala.
— Lydia, déjalos ir — lady Brandon interfirió cariñosamente. — Lord Hale sabrá cuidar muy bien de los dos.
Aparentemente la representación de Jasper había convencido a su madrastra de que no había nada que temer, pues, de otro modo, nis siquiera la interferencia de lady Brandon habría surtido efecto.
— Muy bien — ella concordó, sacudiendo la cabeza. — Pero tengan cuidado con no…
Eufórica ante la perspectiva de volver a ver a Cullen, Isabella escuchó las indicaciones de siempre. No tocar nada, no caminar sin que lord Hale la guiase, etc, etc, etc. Isabella ya había oído tantas veces esas recomendaciones que las sabía de memoria. Con cada una, sacudía la cabeza en asentimiento.
Lady Brandon los acompañó hasta la puerta y después se apresuró a ir abrir la puerta del carruaje, estacionado en la calle en frente de la residencia de los Swan, y Isabella fue alzada al asiento por Hale.
— Gracias a Dios que se acabó!
Isabella oyó el comentario aliviado de Hale al tomar las riendas de los caballos. El inesperado tono grave y mucho más masculino de su voz actuó como un catalizador, liberando su risa ante toda esa situación. Una carcajada espontánea brotó de sus labios y su rostro se enrojeció.
— Lo siento mucho, mi lord — Isabella dijo entonces en un sólo aliento. — Debes considerarme terriblemente malagradecida, y eso lejos de mí. Pero es que estaba imaginando la consternación de mi madrastra por intentar acompañar tu conversación sobre moda y no conseguirlo. Ella odia parecer una ignorante.
— Esa es la mayor estupidez — Jasper retrucó de inmediato.
Isabella pensaba en lo que había oído cuando él agregó :
— Trata a Edward con cariño. Él tiene muchas cicatrices y no todas son visibles.
Isabella iba a preguntar qué significaban esas palabras enigmáticas cuando el carruaje se detuvo . En el mismo instante, otro carruaje se emparejó con el de ellos. Era un carruaje cerrado. Isabella observó ansiosa la puerta ser abierta y un bulto saltar de adentro.
— Veo que todo salió bien.
Isabella reconoció de inmediato la voz de Cullen y no se molestó en hacer pregunta que le gustaría haber formulado a Hale. Ella sonrió cuando Edward se aproximó y con la respiración contenida fue sacada del carruaje y colocada en el suelo .
— Estás en deuda conmigo, primo — murmuró Hale desde su carruaje.
— Lo sé — Cullen concordó, y Isabella sintió la risa en su voz. — Nos vamos a quedar cerca, Jasper, así nos encontrarás fácilmente a la hora de llevar a Isabella a su casa.
— De acuerdo — Hale respondió, sacudiendo las riendas para hacer que el carruaje se pusiese en marcha.
Cuando el vehículo desapareció a lo largo del parque, Edward propuso que caminar un poco.
— Creo que es preferible a desfilar con el carruaje y quedar expuestos a las miradas de los o nobles, aunque hoy traje el carruaje cerrado — él explicó.
Isabella vaciló por un momento y, esbozando una sonrisa tímida, aceptó :
— Hiciste bien . No estoy interesada en “estar expuesta” a la mirada de los otros nobles, como parece ser la moda; de cualquier forma, ellos me verían a mí pero yo nunca conseguiría verlos . Además, creo que no sería nada prudente ser vistos en un carruaje cerrado , pues si mi madrastra se llegase a enterar …
— Pero estamos usando las máscaras a la moda — Edward la interrumpió rápidamente. — Nadie nos reconocería.
Isabella inconscientemente llevó su mano a la máscara que su madrastra había insistido que trajese. Estaba a la moda, en aquella temporada, cabalgar usando máscara, y lo que fuera que estuviese de moda Lydia la obligaba a usar.
— No crees que mi mala vista va a causar algún problema?
Edward tomó la mano de ella y la colocó sobre su brazo.
— Quédate tranquila, lady Isabella, no permitiré que ocurra una calamidad.
Isabella se relajó en el mismo instante ante la actitud de él y se sintió feliz al caminar por una alameda, cuyos árboles y flores lamentablemente no lograba ver en detalle. Agudizando los oídos, después de algún tiempo, ella interrumpió el silencio que ya comenzaba a incomodarla.
— Es ruido de agua lo que oigo, mi lord ?
Edward miró a su alrededor .
— No me parece — comenzó a decir e hizo una pausa. — Ya hace un buen tiempo que no vengo aquí, por eso no recuerdo bien si estos jardines tienen cascadas o fuentes. —
Pero en el mismo instante, se volvió hacia ella y dijo sonriendo: — Tienes un excelente oído, mi lady. Aunque yo no consiga oírla, acabo de acordarme que hay una fuente cerca de aquí. Vamos a intentar encontrarla!
Pocos minutos después , él vio la fuente y condujo a Isabella hasta ella. Permanecieron allí por algún tiempo, ambos sintiéndose extrañamente incómodos.
Isabella fingió estar contemplando el agua delante suyo, pero su mente estaba toda concentrada en el hombre a su lado. Era una agonía estar tan consciente de la presencia de él, y una agonía mayor , el silencio que se interponía entre ellos como una barrera. Ellos parecían haberse entendido tan bien en el baile en que se habían conocido y ahora que estaban solos nada tenían para decir. Era muy desconcertante. Ella buscaba, desesperadamente, en su mente algo para decir cuando Edward soltó una pequeña carcajada.
— Qué pasa ? — ella preguntó, levantando curiosamente su rostro hacia él.
— Nada… — dijo Edward, agregando después : — Apenas estaba pensando que soy un idiota, parado aquí casi en estado de pánico, buscando desesperadamente algún tema para conversar, pero parece que perdí toda la capacidad de hablar. — Antes de cualquier protesta, Edward agregó : — Cuando estoy cerca de vos, lady Isabella, me pongo nervioso como un adolescente.
— Yo también me siento así — Isabella admitió tranquilamente. — Y me resulta extraño. No hubo ningún problema las dos veces que estuvimos juntos y no entiendo la razón de que esto suceda ahora.
— Ni yo — Edward concordó. — Pero, afortunadamente, no soy tan idiota como parezco , por eso traje algo para nos distraernos.
Delicadamente, él volvió a colocar la mano de Isabella sobre su brazo y comenzaron a apartarse de la fuente. Observando la expresión curiosa de su acompañante, él metió la mano en el bolsillo y sacó un objeto oscuro, colocando la mano de ella sobre el mismo.
— Un libro? — Isabella preguntó sorprendida.
— Si, un libro. Voy a leerte.
— Leerme?
— Recuerdo que me habías dicho que, entre todas las cosas, lo que más extrañabas de no tener los anteojos era de poder leer. Entonces pensé en leerte algo. No sé si te va a gustar.
— Estoy segura que me va a encantar — Isabella se apresuró a decir, no solamente conmovida por la atención de él, sino también agradecida de que hubiese encontrado un modo de quebrar el silencio incómodo . — Y dónde será esa lectura? — ella quiso saber.
— Allá hay un árbol que nos va a dar sombra mientras te leo.
— Qué libro elegiste? — ella preguntó curiosa, cuando Edward eligió un banco para sentar.
— Traje El Rapto de…
— Alexander Pope.
— Eso — él confirmó, obviamente sorprendido de que ella lo conociera. — Te gusta él?
Isabella sonrió y asintió con la cabeza.
— Bien, entonces voy a comenzar.
.
.
.
— Mierda, primo! Dónde se habían metido?
Isabella se sobresaltó al oír el comentario irritado de Hale, superponiéndose a la voz suave de Edward, quien dejó abruptamente de leer, al ver llegar a la figura verde y amarilla.
— Estaban aquí! Dios Santo, hace quince minutos que estoy dando vueltas buscándolos. Estamos atrasados. Quedé en llevar a Isabella de vuelta después de una hora.
— No puedo creer que ya haya pasado una hora — dijo ella, decepcionada. — Estaba disfrutando tanto la lectura de Edward.
— El permiso fue sólo de una hora? — Edward preguntó con una sonrisa amarga, cerrando el libro. — Por qué tan poco tiempo?
— Cuánto crees que Lydia me permitiría? Supuestamente, sólo íbamos a dar un paseo en carruaje — preguntó enojado Jasper, mientras Edward tomaba la mano de Isabella para ayudarla a levantarse.
— Si , tienes razón — él concordó, suspirando.
— Qué libro es ese? — Jasper preguntó, cambiando de tema.
— Es de Pope?
— Si. Isabella no puede leer sin los anteojos, por eso resolví leer para ella — respondió Edward medio avergonzado.
Hale no podía creer que ese gesto naciese de su primo Edward, pero no hizo ningún comentario para no avergonzarlos. En vez de eso, dándole la espalda , los apresuró :
— Vamos, el carruaje nos está esperando y no veo la hora de llegar a casa y sacarme esta ropa ridícula.
Edward colocó la mano de Isabella sobre su brazo y siguieron a su primo.
— Gracias, Edward. Tienes una linda voz y la elección del libro no podría haber sido más perfecta. Me encantó tu lectura.
— Gracias , pero mi intención era leer un poco y después conversar. Creí que estaríamos juntos por más tiempo.
Edward dejó de hablar para ayudarla a eludir un obstáculo, que le pareció a Isabella que era un tronco de un viejo árbol , después prosiguió:
— A qué fiesta vas a ir esta noche ?
— A la de los Devereaux.
— Voy a hacer lo posible para verte allá.
— En verdad — Isabella ponderó —, es mejor que desistas de esa idea. Lydia ya dijo que si vos te apareces en otra fiesta donde estemos, no me dejará estar sola ni por un minuto. Creo que ella sospecha que estuvimos juntos en los jardines de Vulturi. Lo lamento mucho.
— No debes lamentarlo, ni disculparte. Voy a encontrar un modo de estar en la fiesta.
Antes que Isabella pudiese decir cualquier otra palabra, ellos ya habían llegado junto al carruaje y Edward gentilmente la ayudó a subir.
— Hasta la noche.
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DEFINITIVAMENTE, EL DURO Y SOLITARIO URAÑO DE EDWARD ESTA INTERESADO EN LA CALAMITOSA, !!!!NO ES LINDO!!!! YO QUIERO UN EDWARD ASI, TAN LINDO Y TAN ATENTO. ¿CONSEGUIRA VER A ISABELLA EN EL BAILE? JAJAJA YA QUIERO SABER QUE ARA ESTA VEZ, POBRE JASPER LO QUE HACE POR AYUDAR A SU PRIMO
GRACIAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA AVENTURA
ACTUALIZACIONES: UN CAPITULO DIARIO
BESITOS GUAPAS.
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