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Isabella soñaba con Edward. Ellos estaban en un pequeño bote, que se deslizaba por un lago plácido, y Edward recitaba poemas para ella. Al contrario del poema leído por Vulturi, este era lindo, hablaba de pasiones infinitas y amor eterno. Dejando de recitar de repente, él la miró y extrañamente comenzó a llamarla:
— Isabella!!! ? Ay! Mierda! Isabella!!!
El llamado parecía tan verdadero que ella se despertó sobresaltada. Parpadeando , frunció la frente al darse cuenta que continuaba oyendo la voz de Edward, a pesar de ya no estar soñando.
— Isabella? Haz algo . Diablos!! No veo nada en esta oscuridad…
— Edward? — murmuró ella .
— Isabella? — La voz de él era solamente un susurro, viniendo de algún punto cercano al pie de la cama.
Ya despierta, aunque todavía confundida, Isabella sacudió la cabeza. Sólo podría ser un sueño. Cómo era posible que Edward estuviese en su cuarto a aquella hora de la noche?
— Carajo!.
Isabella rápidamente se sentó en la cama.
— Edward?
— Si, soy yo, pero no veo nada. Continua hablando para que pueda seguir tu voz. Ay! Quién mierda pone tantos muebles en tu cuarto?
La cama se sacudió cuando Edward se chocó contra ella, e Isabella, forzando su vista en la oscuridad, susurró incrédula:
— Qué estás haciendo aquí ?
— Necesito hablar con vos, pero como no logramos encontrarnos de una manera convencional, yo… Qué diablos es esto ?
— Mi pie — dijo ella moviendo los dedos. En seguida, extendió los brazos para intentar alcanzarlo. Si no era fácil sólo ver borrones, la oscuridad total mucho peor. Finalmente pareció tocar el pecho de él. Entonces Edward tocó la mano de ella e Isabella pudo empujarlo en dirección a la cabecera de la cama.
— Está tan oscuro aquí. donde está a vela?
Isabella no pudo contener la risa, cubriéndose la boca con la mano.
— Pero es muy tarde!
— Ya lo sé, es que…
— Si encendemos la vela podrá llamar la atención de algún criado. Siéntate aquí y dime qué es tan importante que te ha hecho invadir mi cuarto.
Isabella se acomodó , dejando espacio a su lado para que él pudiese sentarse.
Edward dio un suspiro y, al sentarse , la cama crujió con su peso. Aclarando su garganta, él comentó :
— Sé que no es nada apropiado estar aquí.
— Casi nada de l o que hacemos parece serlo — Isabella comentó, en un tono divertido.
— Parece que no — Edward concordó, sonriendo, pero su voz se puso nuevamente seria.
— Quería saber más sobre el recado que dijiste que te mandé.
— Si, claro. Pero qué hay de importante en él?
— No fui yo quien envió esa nota.
— No?— Isabella quedó lívida. — Pero estaba firmado A.M.
— Pero no fui yo quien lo mandó — Edward repitió con firmeza. — Y, quiero que tengas en mente para el futuro que nunca firmo A.M.
Isabella pensó por un momento. No sabía qué pensar, ni qué decir.
— Quién lo habrá enviado entonces? Y por qué ?
— Es eso lo que me preocupa, Isabella. — el tono de voz era de aprensión. — Todavía estoy pensando si el accidente de hoy fue exactamente un accidente. Además, todos tus otros accidentes también me intrigan. Cuéntame cómo fue la caída de la escalera.
Isabella levantó las cejas .
— Creo que ya te dije que siempre debo tener una criada para acompañarme, pero aquella mañana yo estaba muy impaciente. A veces me irrita tener que depender de alguien que me acompañe, entonces resolví bajar sola. No tuve problema para dejar el cuarto y caminar por el corredor. Pero cuando llegué a la escalera, tropecé con algo y rodé escaleras abajo.
— Con qué tropezaste?
— No sé decirlo . Me torcí el tobillo y perdí el equilibrio. Joan y Foulkes me hicieron un vendaje . No se me ocurrió en ese momento pedirles que verificasen con qué había tropezado.
— Y nadie mencionó si había algo en la escalera?
Isabella negó sacudiendo la cabeza .
— Y cómo fue que casi fuiste atropellada por un carruaje?
— Ah — Isabella soltó un suspiro con el recuerdo — Yo estaba aburrida y oí a la cocinera decir que iba al mercado. Resolví ir con ella para comprar frutas. Ella me tomó por el brazo y nos paramos en un puesto de verduras en el extremo del mercado. Ella me soltó por un minuto solamente, no más que eso. En el mismo instante, alguien se chocó conmigo. Como fue inesperado, se me dobló el pie y me caí hacia adelante de rodillas. Notando una gran conmoción, levanté la cabeza y vi un borrón enorme viniendo en mi dirección. Era un carruaje, pero el conductor logró detenerse a unos pasos de mí, aparentemente con los caballos empinando. Creo que tuve mucha suerte.
— Quién se chocó con vos? — Edward quiso saber.
— No lo sé. La cocinera vino corriendo a preguntarme si estaba Bien, se puso a gritarle al carrero porque él me estaba gritando a mí y, en seguida, me trajo a casa para que Joan me ayudase a cambiarme de ropa.
Edward permaneció callado por un momento, después preguntó :
— Isabella, vos realmente viste la nota que supuestamente te mandé?
Isabella podía sentir la respiración de él en su oído y se estremeció. Tragando en seco, respondió :
— Claro que la vi. El chico insistió en entregarmelo a mí. Joan hasta tuvo que sacarme de la fiesta para recibirlo.
— Vos leíste la nota?
— No; lo intenté , pero no conseguí... . Joan me la leyó.
Edward pensó un instante y preguntó :
— Guardaste mi supuesta nota?
— Supuesta? Sigues repitiendo eso, Edward, pero yo vi la nota.
— Si, la viste, pero no la leíste .
— Por Dios, qué estás imaginando?
— No sé — Edward confesó, suspirando. — Foulkes y Joan estaban cerca y fueron los primeros en aproximarse a vos cuando te caíste y la cocinera estaba con vos en el mercado. Pero nadie se ocupó de verificar por qué te tropezaste o quién te empujó .
— Alguien se chocó conmigo. No fui empujada — contestó Isabella. — Y ambas veces las personas estaban demasiado ocupadas conmigo como para preocuparse por esas cosas. Yo tampoco me preocupé. Y, cielos, sé que la servidumbre me odia por todos los accidentes que he causado, pero de ahí a pensar que todo el personal que trabaja para mi padre me quiere ver muerta?
— No, claro que no — Edward concluyó más que rápidamente . — puedes encender la vela y buscar la nota?
Isabella vaciló y no contuvo la risa:
— Cómo si la luz pudiese ayudarme a ver!
Sacudiendo la cabeza, ella salió de la cama y, con los brazos extendidos, se dirigió con cuidado hasta la cómoda. Aún así, se golpeó el pie con una de las patas del mueble. Dando un paso atrás, maldijo y bajó las manos para localizar la tapa del mueble. Tenía un vago recuerdo de que Joan había colocado la nota allí cuando entraron al cuarto.
— Debe estar por aquí — Isabella recorrió con las manos la superficie . Tomó entonces un pequeño pedazo de papel y se dio vuelta para volver a la cama cuando, repentinamente, la luz iluminó el cuarto.
Isabella se congeló a medio camino a la cama, parpadeando por el efecto de la luz repentina.
Edward había encontrado la vela al lado de la cama y la había encendido. Isabella le entregó la nota y aguardó a que él la leyese.
— Y entonces? — ella preguntó, después de algún tiempo.
— Está escrito lo que vos dijiste, pero la letra no es mía.
— Quién la mandó entonces? — ella preguntó con aprensión. — Las únicas personas que saben respecto a ... nosotros ... son tu primo , mi criada y… Vulturi.
— Vulturi lo sabe? Estás segura?
— Si. Él y Lydia estaban paseando por el jardín de su casa la noche del picnic, y ellos vieron cuando nos besamos en la puerta de entrada al salón — Isabella explicó y agregó : — Entonces, Lydia también sabe.
— Sospechaba que él lo sabía — Edward murmuró, después levantó la cabeza e Isabella sintió la mirada de él.
De repente, tuvo plena consciencia de estar allí usando solamente un camisón . Podía percibir ahora la mirada de Edward recorriendo su cuerpo y tuvo un estremecimiento. Instintivamente, cruzó los brazos sobre su pecho.
Se hizo un largo silencio entre ellos. Entonces Edward anunció con voz enronquecida:
— Isabella, estoy loco por besarte.
Ella contuvo la respiración, sintiendo de inmediato la excitación invadir su cuerpo, y desapareciendo al segundo siguiente cuando él vaciló :
— No, es mejor no besarte.
— No me vas a besar? — Isabella preguntó con decepción .
— Sería inapropiado.
— Pero me gustaría que me besases — Isabella admitió con franqueza.
— Oh, por favor, no digas eso — Edward casi gimió . — Estoy intentando ser un caballero.
— Y los caballeros no besan a las damas? — ella preguntó con una pequeña sonrisa, recordándole después : — Vos me besaste en el baile de los Devereaux.
— Cierto, pero la situación era muy diferente.
— Diferente, por qué ?
— Vos no estabas semi desnuda y en tu cuarto.
— Puedo vestirme si es necesario .
Una leve risa escapó de los labios de Edward y él se curvó para besarla. Isabella no dijo una palabra, su corazón dejó de latir por un momento, y se entregó por completo al beso. Ahora podía constatar que el calor y la excitación que la había invadido la noche del baile de los Devereaux nada tenían que ver con el vino.
El cuerpo de Isabella parecía saber exactamente qué hacer y se moldeó perfectamente al de Edward. Sus manos envolvieron el cuello de él para quedar todavía más juntos y entonces él introdujo la lengua en su boca, como había hecho en el primero beso. Esta vez ella no quedó sorprendida, ni sintió su cuerpo ponerse rígido. Por el contrario, sintió sus rodillas aflojarse y se habría deslizado al suelo si no tuviese los brazos de Edward envolviéndola firmemente.
Isabella suspiró y se dejó besar, gimiendo por el placer de las caricias eróticas de Edward. En un momento dado, ella soltó una pequeña exclamación de sorpresa. Él se apartó y se sentó en el borde de la cama.
— Está mal — Edward susurró— No deberíamos estar haciendo esto.
— Cierto, no deberíamos — Isabella concordó, aferrándose a los hombros de Edward, al mismo tiempo que arrojaba su cabeza hacia atrás, permitiendo que él le besase el cuello.
— No me estoy comportando con el debido respeto hacia vos — él susurró al oído de Isabella, que sintió un estremecimiento de la cabeza a los pies. Podía ser una falta de respeto , pero se sentía tan bien ..
— Pídeme que me detenga — Edward murmuró, bajando los labios por el cuello lánguido.
Isabella abrió la boca y soltó un gemido cuando él metió la mano por la abertura del camisón y le acarició un pecho.
— Tal vez … —
Edward le acarició la piel suave y ella arqueó su cuerpo, invadida por sensaciones extrañas. Sus músculos latían con excitación y una sensación de calor nacía en su bajo vientre.
— Tal vez , ... qué ?— Edward preguntó jadeante.
—Tal vez debas besarme de nuevo — dijo Isabella jadeando, aunque supiese que no era eso lo que debía decir.
Edward dejó escapar de sus labios un pequeño murmullo y cubrió los labios de ella con los suyos.
Isabella acarició sus cabellos, retribuyendo los besos con el mismo ardor y, por primera vez , sintió viva cada una de las partes de su cuerpo como nunca le había sucedido antes.
En virtud de su inexperiencia, todo lo que preocupaba Isabella era no estar correspondiendo de la manera correcta, pero esa preocupación desapareció cuando Edward soltó un sonido gutural y sus besos se hicieron más ardientes y exigentes. Esa reacción sólo podía ser porque estaba respondiendo adecuadamente . Entonces él la recostó en la cama.
— Sólo un poquito — murmuró Edward, interrumpiendo el beso.
— Está bien — Isabella aceptó, sólo deseando que el placer que estaba sintiendo no acabase nunca.
— Sólo voy a tocarte un poquito y te prometo que después me detengo — dijo Edward, y la idea le agradó.
Isabella quería que esos momentos durasen una eternidad. Nunca se había sentido tan deseada y tan viva.
Cuando Edward comenzó a besarle el pecho, Isabella notó que él estaba totalmente descubierto. Edward había abierto varios botones de su camisón , sin que ella se hubiese dado cuenta. El calor de su boca estimulando su pezón tuvo el efecto de una llama encendiendo todo su cuerpo.
— Oh — ella gimió , pasando sus manos de los cabellos a los hombros de él. Intentó entonces sacar el chaleco de Edward, empujándolo por los hombros. El chaleco bajó un poquito y acabó trabando el movimiento de los brazos de Edward, quien acabó haciendo una pausa para sacárselo él mismo.
Isabella dejó que sus manos se deslizasen por la tela fina de la camisa de Edward. Sin poder contenerse, levantó la tela, deseando tocar su piel . Edward dejó de lamer su pezón y un “no” casi suplicante se escapó de los labios de ella. Él volvió a besarla e Isabella sacó la camisa fuera de los pantalones, acariciando su espalda.
Edward gimió y sus besos se hicieron más profundos y su lengua más exigente; cuando se colocó encima del cuerpo de Isabella, ella pudo sentir su miembro al entreabrir un poco las piernas. Se estremeció de placer, clavando las uñas en la espalda de Edward.
— Por Dios, Isabella — él pidió , apartando sus labios de los de ella para besarla en la cara. — Debemos parar.
— Oh, Edward — Isabella gimió de placer, endureciendo su cuerpo cuando la mano de él acarició sus piernas y Edward deslizó sus labios por su cuello.
— Pídeme que me detenga — Edward imploró, haciendo una pausa para sacarse la camisa, curvándose después para besar y chupar el pecho de Isabella.
Isabella jadeante, enterró sus uñas en la espalda de él y levantó cadera para darle acceso a sus partes íntimas.
La mano de Edward se deslizó por las piernas con la intención de tomar el borde inferior de su camisón . Isabella se estremeció anticipando lo que estaba por venir y pegó su cuerpo al de él.
— Oh, Edward… — Isabella jadeó, sintiendo su cuerpo derretirse cuando él tocó su pubis, ahora al descubierto.
— Sólo esto, prometo que no vamos hacer amor — él susurró, besándola en el borde de la boca. — Quiero tocarte, sentir tu sabor.
— Si… — dijo Isabella inmediatamente, lista para aceptar cualquier cosa con tal que él no se detuviese.
Isabella acariciaba el cuerpo de Edward, colgando la cabeza a un lado cuando la boca de él comenzó a descender por su cuerpo, deteniéndose por un momento en uno de sus senos, después en el estomago y … súbitamente la trayectoria descendente fue interrumpida; ella tensó su cuerpo cuando él se arrodilló entre sus piernas, para que su boca comenzase a lamer su sexo . Su primera reacción fue de shock y vergüenza. Isabella agarró la cabeza de Edward, intentando levantarla.
— No quiero… no deberías… Edward? — ella murmuró indecisa, desistiendo de protestar ante el placer con que su cuerpo respondió a esa caricia íntima.
Isabella soltó la cabeza de Edward y se aferró a las sábanas, sintiendo que todo a su alrededor giraba. Tuvo entonces una vaga consciencia de que sus caderas actuaban en ese momento por cuenta propia, moviéndose hacia arriba en su ansia por recibir más besos y más caricias.
— Oh… — Isabella vislumbró las sombras de la vela proyectadas en el techo, pero toda su concentración estaba volcada a las sensaciones que estaba descubriendo.
— Oh… — Entendía ahora por qué nacían tantos bebés.
— Oh… — Edward le parecía el hombre más experto de Inglaterra, tal vez del mundo.
— Oh… — Y de repente el diseño del universo pasó a tener sentido.
— Oh… — Si, definitivamente Dios existía.
— Oh… — Qué sería ese olor a humo que estaba sintiendo?
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DULCE SEÑOR, JAJAJA SOLO A ELLOS PUEDE SUCEDERLE ALGO ASI, JAJAJA, AHORA QUE LES PASARA, POR LO MENOS YA SABEMOS QUE DEFINITIVAMENTE ALGUIEN QUIERE MATARLA Y AHORA, "HUMO" DIOSSSSSSSSSS, ESO NO PUEDE SER BUENO.
GRACIAS CHICAS.
BESITOS
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