CALAMITOSA (+18)

Autor: lololitas
Género: Romance
Fecha Creación: 08/08/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 51
Visitas: 58250
Capítulos: 25

"FANFIC FINALIZADO"

DECLARADA  CALAMIDAD PARA LA HUMANIDAD !!

La sociedad londinense a declarado a lady Isabella Swan un peligro para la humanidad. Y le han provisto un apodo que ella no desconoce : CALAMITOSA ISABELLA.

Todos están a la expectativa del próximo incidente- accidente que la joven va a provocar. Para su resguardo físico todos dan un paso atrás y alejan todo objeto que se derramable, inflamable, rompible, filoso, puntiagudo o susceptible de causar un accidente.

VER O NO VER... ESA ES LA CUESTION

Edward Masen, el conde de Cullen, sabía que la bella  lady Isabella Swan podría ser peligrosa. Ella era, en verdad , un desafío. Pero era exactamente el  desafío que él necesitaba …

MAS ALLA DE LO QUE LOS OJOS PUEDEN VER ...

Isabella siempre había deseado tener un novio, pero su madrastra quería más todavía  quería que ella encontrase alguien dispuesto a casarse con ella. Isabella coincidía con el hecho  que los anteojos escondían la belleza de su rostro, pero si ella siguiese el consejo de su madrastra y no los usase, cómo diablos iba a ver a los candidatos?

Ya había causado suficientes desastres con su deficiencia visual  y encima se había ganado un apodo infame en los círculos sociales en que se mueve. Todos los

posibles pretendientes parecían salir corriendo  cuando se acercaba “LA CALAMITOSA” Isabella… Hasta que de repente apareció un caballero dispuesto a bailar con ella. Un hombre elegante, atractivo  y misterioso…  Y Isabella irá  tanteando y  tropezando… para encontrar el amor!

 

adaptacion con los personajes de crepusculo del libro Love Is Blind -Lynsay Sands

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 17: DIECISEIS

Por lo menos  es lo que Edward pensó haber entendido. Podía estar equivocado, pues apenas había logrado oír lo que ella había susurrado. Pero si era así,  lo  que había escuchado no tenía sentido  para él. 

Cualquier preocupación o  curiosidad sobre lo que ella había dicho murió instantáneamente cuando Isabella aproximó la vela que sujetaba,  como si quisiese examinar mejor lo que veía. Era obvio que la percepción de distancia de ella era nula. Edward casi tuvo sus partes íntimas quemadas, no con agua caliente, como  le ocurrió a Jasper, y ni siquiera  tenía, como él,  la protección de alguna tela entre su cuerpo y el  calor.

Edward sacó el candelabro de la mano de Isabella con una de sus manos y, con la otra, la ayudó a levantarse.

— Ven entonces. Si quieres consumar nuestra unión  esta noche, me harías muy  feliz — Edward le aseguró,  conduciéndola hasta la cama.  La mera perspectiva de tenerla en su cama ya lo había dejado completamente erecto y preparado para el acto.

Edward colocó el candelabro en la mesa de cabecera mientras Isabella subía por el otro lado de la cama. Al  mirarla ,  vio que ella se frotaba las manos como quien lava ropa.

—Tienes que  acostarte … — Edward sugirió  inseguro. Pues en verdad , a pesar de afirmar que deseaba  consumar el hecho , ella no parecía muy  entusiasmada. Mirando indecisamente a su esposa, Edward no se contuvo y preguntó :

— Isabella, qué pasa ?

Ella sacudió la cabeza sin proferir una palabra y continuó,  con los ojos muy  asustados, frotándose las manos.

Edward entendió que todo ese nerviosismo sólo podría ser miedo y resolvió ser paciente y cariñoso con ella. No insistió,  por ejemplo, en  que ella se acostase, sino  que dio la vuelta a la cama para  unirse a ella,  pensando en besarla para calmar un poco  su ansiedad.  En el momento  en que se aproximó,  Isabella se pasó al otro lado de la cama.

Edward esbozó  una sonrisa  e intentó subir a la cama del lado donde ella se encontraba,  pero Isabella se apresuró  a moverse al otro lado.

Enderezándose,  Edward la miró  . Estaban cada uno de un lado de la enorme cama. Isabella apretaba sus manos y la mirada que le dirigió no podría ser más  que de susto.

— Isabella — dijo él bajito , pero no logró decir más nada porque ella,  no soportando más la tensión, se desahogó :

— Creo que no quiero que tu llave entre en mi cerradura.

Edward enmudeció y parpadeó varias veces . No  entendía nada. Nuevamente la historia de la llave. Qué sentido tenía para ella  estar preocupada por una llave?

— No tengo idea de lo que quieres decir, mi esposa.

Isabella estremeció al oírlo decir “esposa”, y explicó :

— Estoy diciendo que no quiero que  rompas mi torta con tu llave.

Confuso ante  esas  palabras, Edward preguntó :

— Qué ?

—  Mi cerradura es muy  pequeña para tu paleta.

— Isabella,  estás  hablando en código ? — Edward preguntó,  intrigado.

— Lydia me explicó todo.

Edward enmudeció ; pero de repente se iluminó:

— Ah, Lydia.

Isabella asintió con la cabeza.

— Me mandaste a preguntarle a ella por qué sería incómodo… Pero no  precisé preguntarle, ella me buscó para explicarme todo.

— Entiendo. — él soltó un suspiro. Estaba aclarado el comportamiento extraño de Isabella durante todo ese día.  Ella había quedado aterrorizada con lo que Lydia le había dicho  y había pasado el día del  casamiento temiendo la noche que tendría por delante. Y todo por culpa de él.  Le había sugerido que ella le preguntase a Lydia por  su falta de capacidad para explicarle lo que debía.

— Y fue Lydia quien inventó esa historia de la cerradura, la torta y la paleta?

Isabella asintió con la cabeza y le  contó a Edward las explicaciones que Lydia le había dado y, principalmente, le detalló a demostración que había hecho .

— Y aunque  esté sin los anteojos, me pareció que tu paleta es enorme, mi lord  — ella completó en un tono  afligido.

Edward necesitó contener la risa. En verdad , no había nada  gracioso en todo aquello. Lydia había encontrado un modo de hacer la noche de bodas  de ellos  mucho más difícil de lo que  debía ser, pero se sentía  aliviado por saber que el comportamiento de su esposa nada tenía que ver con  una repulsión por su cicatriz.

— Isabella?

— Si ? — Ella todavía estaba visiblemente asustada, con los ojos muy abiertos  y el pecho jadeando.

—  Te gustan mis besos? — Edward preguntó   pacientemente.

La expresión de Isabella se hizo más preocupada, como si temiese ser chantajeada con la pregunta. Después  de un minuto de vacilación  respondió :

— Si,  mi lord , me  gustan  mucho tus besos.

—  Y te gusta cuando te toco y te acaricio?

Isabella se levantó , como si estuviese lista para huir, pero asintió. 

— Y te gustó lo que hicimos en tu cuarto?

Isabella se mordió el labio  y se ruborizó ,  pero asintió nuevamente.

— Entonces que tal si hacemos eso de nuevo?

— Sólo besarme ,  tocarme y… —  Aún a la luz de la vela él pudo darse cuenta  que ella se ruborizaba  — …y la otra cosa?

— Eso — Edward mintió.  Tenía toda  intención de avanzar más  que aquello, pero era necesario que ella primero estuviese relajada y preparada. No ayudaría en nada hablar antes de la situación que tenía en mente.

Isabella se relajó un poco.

— No quieres…

— Partir tu torta? — Edward completó al verla con dificultad para verbalizar la situación. — No, no .

Isabella soltó un suspiro de alivio y le dio  una sonrisa luminosa, haciéndolo sentirse el hombre más atractivo   del mundo. No fue  necesario que dijese nada más,  Isabella se metió debajo de las mantas y le volvió a sonreír ,  esta vez una sonrisa  llena de expectativa.

Edward también suspiró,  consciente de que lo peor ya había pasado. El levantó entonces las mantas  cuidadosamente y se instaló en la cama al lado de Isabella.

 

 

Isabella sintió el sacudón de la cama cuando Edward se deslizó debajo de las sábanas a su lado y se lanzó sobre él.  Edward soltó una exclamación  de sorpresa y ella se pegó a su pecho, besándolo apasionadamente en la cara, la nariz, y la frente.

— Gracias, Gracias, muchas gracias— ella se quedó repitiendo entre  besos. — Gracias  por ser tan comprensivo y paciente. Sos el mejor marido del mundo. En verdad,  mi lord ,  soy una mujer de  mucha  suerte.

La respiración de Edward al hablar junto a su oído entonces fue una verdadera caricia.

— Me gusta verte feliz.

— Hum. — Isabella sonrió , pasando los brazos  alrededor del cuello de Edward, y le pidió: — Por favor,  bésame,  querido marido.

— Cómo quieras, encantadora esposa. — Apenas sus labios tocaron los de ella,  Isabella los entreabrió para la entrada de su  lengua caliente y sensual, soltando un pequeño murmullo de placer cuando él la acomodó de espaldas  en la cama y se inclinó sobre ella. Era  eso lo que le gustaba.  Le gustaban los labios de Edward sobre los suyos y el cuerpo de él presionando el suyo

Para ella era suficiente que hiciesen solamente aquello para siempre. No veía la necesidad de hacer nada más, a no ser que fuese necesario cuando quisiesen tener hijos, pensó.  Entonces no tendría otra alternativa a no ser que enfrentar la paleta.

Edward colocó su mano sobre los pechos de Isabella a través de la fina tela del camisón , y su capacidad de pensar racionalmente se acabó allí. Jadeando, Isabella arqueaba su cuerpo  con  cada caricia de él.  Edward comenzó delicadamente a estimular  su pezón, provocándole oleadas de excitación en su cuerpo,  haciéndola enterrar las uñas en sus hombros.

Las piernas de Isabella se movían inquietamente. Reaccionando a una necesidad casi inconsciente, Edward súbitamente se puso de lado y, sujetándola por las caderas, la empujó  también de costado junto a su ingle.  Entonces deslizó una pierna entre las de ella. Ese roce contra su seno fue la sensación más erótica que Isabella jamás había tenido . Fue cuando notó que el camisón se le  había subido, pero poco le importó.  Por el contrario, ella  movió  nuevamente las piernas para acomodar mejor el muslo de su marido. La pierna de Edward comenzó entonces frotarla con movimientos delicados y rítmicos , a los cuales su cuerpo inmediatamente respondió presionándolo con fuerza.

Isabella tuvo una vaga consciencia de que su cuerpo se movía por voluntad propia en una tentativa de disfrutar  todo el placer que él le estaba causando, pero de una cosa tenía certeza, quería más de aquello.

Edward interrumpió  el beso y deslizó los labios por la piel suave de la cara de Isabella, mordisqueándole la oreja y bajando como una brasa por el cuello delicado mientras sus manos  trataban de abrir el camisón  de ella. 

Cuando la mano de Edward se apoyó sobre su pecho, Isabella tuvo un estremecimiento de placer. Edward inició una senda de besos por su hombro y su escote. Cuando la boca caliente y húmeda tocó el pezón, Isabella gimió . Él dejó que el pezón se escapase de su boca para mirarla intensamente. Había fuego en la expresión de Edward. Entonces él volvió  a besarla.

No fue un beso gentil, fue un beso apasionada, exigente, casi furioso que inmediatamente despertó en Isabella la misma urgencia y voluptuosidad, haciéndola retribuir con igual pasión y necesidad.  El  beso se volvió  tan imperioso que cuando él finalmente levantó la cabeza, Isabella se dio cuenta   que estaba acostada de espaldas  y que él se había  instalado entre sus piernas.

Isabella estaba jadeando y contuvo la respiración cuando Edward la besó primero en un ojo y después  en el otro. Edward estaba tan cerca que ella puede ver su rostro marcado. Se dio cuenta    que la cicatriz en la mejilla en nada comprometía la belleza de su marido. Isabella esbozó  una sonrisa  y sintió su corazón apretarse en el pecho  con sólo  mirar al hombre que había transformado su vida, con tanta atención y cariño.

—  Yo … — Isabella casi se encontró   diciendo que lo amaba. 

Parpadeó confundida. No era posible que  lo amase. Era  demasiado pronto para amar tanto y tan fácilmente. O  aquello realmente sería amor?

Perdida en sus pensamientos, de repente Isabella sintió las manos de Edward recorriendo su cuerpo y notó que él no sólo  se había  arrodillado entre sus piernas, sino que también  su camisón  estaba enroscado  alrededor de la cintura, dejando el cuerpo desnudo por encima y por debajo de ella.  Isabella podía sentir los ojos de Edward devorándola mientras acariciaban su cuerpo con manos cada vez más hambrientas hasta agarrar sus dos pechos.

Medio inconsciente bajo esa mirada, Isabella luchaba para no emitir ningún gemido, pero en el momento  en que él tocó  sus pechos, un gemido se escapó de su garganta. Soltó  otro gemido cuando las manos de Edward se deslizaron por las curvas de su cuerpo hasta alcanzar sus caderas. Isabella estaba entregada en la cama, deseando ser besada nuevamente, o  que prosiguiese  con más  caricias.

 

Apenas acababa de tener ese pensamiento, una de las manos de Edward se metió  entre sus muslos. Isabella cerró los ojos y se estremeció . Su excitación estaba llegando a un punto intolerable.  De repente, Edward se inclinó y rozó su cara  contra su vientre.

Isabella presintió sus intenciones.  Tensó el cuerpo,  con las rodillas arqueados y os pies afirmados en la cama mientras delicadamente Edward colocaba la cabeza entre sus muslos. Era demasiado.  Mucho más de lo que podía soportar, intentando todavía reprimir los gemidos que se empecinaban en salir de su boca. Para su desesperación , una de las manos de Edward recorrió de nuevo su cuerpo,  palpándole los pechos.

Aunque avergonzada, Isabella desistió de intentar  controlarse y dio rienda suelta a sus sensaciones .Cuando pensó que ya no soportaba más esa agonía de excitación, soltó las sábanas y se agarró a la cabecera de la cama, dándose cuenta  de que Edward  había cambiado de posición y estaba ahora encima de ella.  La boca ávida cubrió la suya en un beso ardiente, que ella retribuyó succionando esa lengua que le pedía más.  Un instante después , gritó asombrada, sintiendo algo sólido dentro de su cuerpo.

Ambos se congelaron y permanecieron completamente callados por un momento. Entonces Edward sacó sus labios de los de ella lentamente, mirándola preocupado.

—  Estás  bien ? — preguntó con un hilo de voz.

Isabella tragó  en seco, después  movió  el cuerpo un poquito, dándose cuenta que todavía  estaban unidos. Él había colocado la llave en la cerradura, ella pensó,  pero no había sentido nada  de dolor. Aunque toda su excitación hubiese repentinamente cesado con la sorpresa del intruso, nada había sido como Lydia había descripto.

—  Rompí  tu torta . Perdóname, pero consideré mejor acabar  con eso lo mas pronto posible.   Estás  bien?

Isabella asintió con la cabeza, observando la expresión tensa de él.  De los dos, era él quien parecía estar sufriendo más,  por eso fue el turno de ella para preguntar:

— Y vos,   estás bien ?

—  Si — el tono no fue muy  convincente u Edward quiso saber: — Todavía te duele?

— Para ser sincera, mi lord , no me dolió casi nada.

— Pero gritaste.

— Por la sorpresa — ella admitió.

— Cómo te sientes ahora?

— Rara — Isabella dijo con sinceridad y sonrió . —  Un poco decepcionada.

— Decepcionada?

— Si,  yo estaba… — ruborizándose  mucho,  Isabella bajó los ojos y confesó : — Me estaba gustando lo que estabas  haciendo y quería sentir nuevamente lo que sentí la noche do incendio. Pero esta vez sólo sentí…… Oh! — Isabella jadeó con sorpresa cuando Edward levantó  un poco el cuerpo,  sosteniéndose en un brazo, y deslizó la otra mano entre las ingles para tocarla.

—  Yo… Oh, marido… — Isabella respiró profundamente y sus caderas comenzaron automáticamente a moverse , sintiendose  nuevamente excitada con las caricias de él.  — Así… así… si… Ohhhhh! — ella gimió , apretando los brazos de él.

Edward sonrió , apenas consiguiendo respirar debido a su  propia excitación; luego   inclinó la cabeza para besarla.

Jadeando, Isabella casi gritó cuando él delicadamente retiró la mano de su sexo y comenzó a  moverse lentamente dentro de ella.

Era eso , ella pensó maravillada, la paleta y la torta, la llave y la cerradura, el hombre y la mujer. Dándose placer.

Isabella se dio cuenta entonces que, mientras Edward la besaba y la acariciaba, ella sólo se aferraba a él como si su marido fuese la tabla de salvación de un náufrago en aguas revueltas. Pensó por un momento en  qué podría hacer para también complacerlo. Tal vez podría besarle  el pecho … Pero la excitación  creció dentro de ella,  E Isabella resolvió pensar en el asunto mas tarde .

 

— Ah,  estás  aquí!

Isabella se arrancó los anteojos de la nariz y los metió en el bolsillo de su falda, volviéndose   después  en dirección a la voz de su marido que atravesaba a sala para ir  hacia ella.

— Cuando desperté, te habías escapado — Edward protestó,  agachándose para darle un beso rápido en la boca de Isabella.

Ella suspiró de placer al sentir el contacto de los labios y levantó los brazos enlazando el cuello de su marido.  Había despertado a la madrugada y se había levantado silenciosamente para irse a cambiar a su cuarto. Joan todavía no estaba allá e Isabella no quiso esperarla para  vestirse. Tenía un objetivo en mente que deseaba poner en práctica antes que la servidumbre se levantase.

Su idea era revisar la biblioteca para ver si hallaba un libro que enseñase como una mujer podría agradar a su marido. Después  de  vestirse y ponerse los anteojos,  había bajado sin ser vista y estaba allí  hacia una hora.

Para su decepción, no había logrado encontrar un solo libro sobre el tema. Solamente había encontrado unos pocos libros que sugerían la importancia de mantener la casa en orden y  el presupuesto  equilibrado.

Su pensamiento estaba vagando y ella exclamó sorprendida cuando Edward súbitamente la tomó  en sus brazos y se volvió hacia la puerta, besándola.

—  No te vestiste — ella interrumpió  el beso al sentir la tela de seda de la bata debajo de sus dedos.

—  Y vos no deberías  estar vestida todavía — Edward reclamó,  cargándola en dirección a la puerta de la biblioteca. — Acabamos de casarnos, ni siquiera deberíamos salir de nuestro cuarto,  por lo menos  una semana.

— Todo ese tiempo ? — preguntó Isabella asombrada.

— El tiempo que el cuerpo aguante — Edward aclaró , riendo y comenzando a subir las escaleras que daban al hall de entrada.

— Nada de encerrarse.  Cómo podríamos visitar a la feliz pareja si resolviese no salir de la cama?

Edward se detuvo inmediatamente y ambos se volvieron para ver de quien eran esas palabras.

Jasper Hale estaba parado en la entrada de la casa con Jessop, el mayordomo. Ambos parecían reírse, e Isabella en ese momento se alegró   de que por lo menos  ella estuviese vestida.

Al sentir una palmada  en la espalda , Edward entendió el mensaje silenciosa y colocó a Isabella en el  piso.  Ella entonces lo besó en la cara  como  disculpándose y, volviéndose  hacia el visitante, sonrió .

— Sos el primero en visitarme en mi casa nueva — dijo,  atravesando el hall para saludarlo.

— Estoy seguro   que seré el primero de varias otras visitas que  van a recibir — Jasper les avisó  alegremente. —  Me enteré que tía Isabel y Rosalie planean pasar por aquí más tarde. Y tu padre seguramente vendrá a ver como  estás . En verdad , creo que media ciudad  va a aparecer para verte después  de tu primera noche de casada.

Isabella volvió la mirada sobre los hombros en dirección a Edward quien había lanzado un gruñido. Entendía perfectamente la reacción  de él.  También preferiría evitar  todos esos visitantes tan pronto después de la noche de bodas . Después de todo, era un momento muy íntimo y personal. La sensación era  de absoluta invasión, y no le gustaba nada  pensar que seguramente estarían curiosos por saber si el matrimonio había sido consumado, lo que era muy avergonzante.

— Jessop — Edward dijo de repente.

— Si,  mi lord ? —  El mayordomo  enderezó el cuerpo ante la sequedad de la voz de Edward.

— Ocúpate de que los dos carruajes sean preparados y traídos al frente de la casa. Después  pídele a Joan y a mi criado personal que vengan  aquí inmediatamente. Estamos partiendo a Cullen dentro de una hora.

Isabella abrió enormemente  los ojos. Edward caminó hasta ella y le tomó  la mano para subir  la escalera.

— Pero ... y lord Hale? — ella preguntó al  subir los primeros escalones. — él vino a  visitarnos, no podemos simplemente dejarlo aquí y…

— El no vino a visitarnos — Edward le  aseguró  serenamente.

Isabella se dio vuelta para dirigir la mirada a la puerta y vio el bulto borroso de Jasper todavía parado allí.

— No. mi primo nunca se levanta tan temprano. Él está en camino de vuelta a su  casa y tuvo la gentileza de parar aquí para  avisarnos  que, si nos quedamos, seremos bombardeados con visitantes.

—  Te parece? — preguntó Isabella incrédula.

— Sin duda — Edward aseguró. 

 

Al saber que corrían el riesgo de recibir muchas visitas, Edward se puso en acción.  Primero acompañó a Isabella hasta el cuarto de ella y sugirió  que ella le escribiese una carta a su padre,  explicándole que habían decidido viajar a Cullen, para descansar después  del casamiento. A Edward le gustaba su suegro y no quería que él se preocupase con esa partida inesperada. También sugirió  que Isabella lo invitase a ir visitarlos cuando estuviese en camino a su residencia en el campo, lo que, según él había comentado, sucedería en una o dos semanas.

Edward esperaba que para ese entonces habría tenido tiempo suficiente con su esposa como para que no le  importase  tener una visita en la casa. Esperaba también, y con mayor fervor todavía,  que su suegro llegase solo para que no  tuviesen que verle a cara a Lydia. — Entonces, marido — Isabella preguntó.  —  Qué debo pedirle a Joan que embale?

— Todo. — fue a respuesta sucinta de Edward.

— Todo? — ella se asombró , y Edward frunció  o ceño. Él odiaba Londres y esperaba no tener que volver allí tan pronto. Pero ahora tenía una esposa, cuya voluntad   también debía ser tomada en consideración.

— Querrías quedarte en Londres para esta temporada? — preguntó,  inseguro.

— Oh, no — Isabella respondió tan prontamente que  era evidente que no había dicho aquello solamente para agradarlo. Después  de un instante, ella agregó : — Temo  que soy como mi madre que no tenía  mucha paciencia con la alta  sociedad.

— Que bueno — Edward sonrió  y la besó, feliz de que ella fuese tan perfecta. Después  reiteró : —  Haz  que Joan embale todo, entonces.

Asintiendo con la cabeza, Isabella entró en el cuarto y casi tropezó con la pata de una silla cerca de la puerta, de tan apresurada estaba. Edward logró sujetarla y apartó la silla. Fue entonces que se le ocurrió que no habían encargado anteojos nuevos para ella. Consideró brevemente la posibilidad de retrasar un poco el viaje, pero pronto cambió de idea. Tal vez Podrían conseguir  anteojos en la pequeña villa, en Cullen. Todavía estaba reticente a la idea que su esposa pudiese verlo bien.  Era muy pronto . La noche anterior había sido un perfecto comienzo para el matrimonio, pero le gustaría tener unas semanas más para consolidar la relación de ellos antes de exponer su cicatriz.

Molesto con su egoísmo de mantener a su esposa a ciegas , Edward frunció  el ceño al cerrar la puerta del cuarto de ella y entrar en su propio cuarto. No lograba dejar de decirse a sí mismo que la vida de Isabella sería  mucho más fácil si  tuviese los anteojos. Sin mencionar que sería  mucho más segura también. Le preocupaba que ella continuase corriendo el riesgo de caerse por las escaleras, de  quemarse al  encender una vela, pero temía que reaccionase mal a su cicatriz.

Edward pasó la mano por su rostro. Solamente unas semanas más, se prometió a sí mismo. Entonces compraría  los anteojos para Isabella para que ella pudiese leer y  moverse con seguridad. Mientras tanto,  leería para ella y la cuidaría para que no sintiese  mucho la falta de los anteojos. Y alertaría a toda la servidumbre de Cullen para que estuviesen atentos a la seguridad de su esposa.  Esa sería la mayor prioridad de todos.

Satisfecho con esa decisión, lanzó la bata sobre la cama y se aproximó al armario para separar sus ropas. Estaba medio vestido cuando su criado personal entró en el cuarto. Keighsley se apresuró a ayudarlo a terminar de  vestirse, pero Edward lo dispensó, ordenándole que  comenzase a  empacar y le describió  toda la ayuda que necesitaba para que pudiesen partir lo más pronto posible. 

Una vez vestido, Edward fue hasta el cuarto de Isabella para ver si ya  había terminado la carta. Joan se encontraba allá, empacando las cosas que había desempacado el día anterior. Edward le dijo a la criada que enviaría a alguien para ayudarla y descendió con Isabella. Entregó la carta a Jessop para que la enviase con un mensajero a casa de lord Swan. Entonces fueron a  la sala de cenar. Como era de esperar, la cocinera había preparado un

desayuno  especial. Los dos, hambrientos después  de toda la extenuante actividad nocturna, comieron de todo con gran placer.

Los criados todavía no habían terminado de  empacar cuando ellos acabaron el desayuno, y Edward no quiso aguardar más. Pidió a Jessop que cargase en el primer carruaje lo que ya estuviese listo. Joan y Keighsley seguirían con el resto de sus pertenencias  en el segundo carruaje.  Entonces apresuró a  Isabella para partir y sólo se calmó cuando la vio dentro del carruaje,  y cuando le dio las instrucciones al conductor.

— Dios! — dijo Isabella,  Respirando profundamente, cuando su marido se unió a ella en el carruaje un momento después . — Cuando se te mete una cosa en la cabeza, quieres que se cumpla rápidamente.

Edward sonrió  al ver la expresión molesta de Isabella. Inclinándose, le besó  la punta de la nariz y preguntó :

—  No te   importa que dejemos la ciudad tan rápidamente , verdad ? Sé que estabas  feliz con la compañía de tu padre. 

— Disfrutaré nuevamente su compañía cuando él pase por la casa — ella respondió serenamente. — No, mi lord , no me importa.  Sería peor  si tuviésemos que soportar demasiada compañía hoy. 

Isabella se ruborizó  al admitir eso,  pues quedaba claro que la razón de su incomodidad  tenía que ver con lo que habían hecho durante la noche pasada. Edward sonrió  y colocó sobre su regazo.

Isabella soltó un grito de sorpresa, agarrándose a los hombros de Edward cuando él la acomodó contra su cuerpo.

—  Estás  dolorida ? — Edward preguntó, dándole un  beso en la frente.

— No. Por qué ? Debería estarlo?

— No sé — Edward confesó.  Él la besó suavemente en los labios y sonrió  sin apartarlos al verla  pegarse a él.  Entonces cuchicheó : — Isabella?

—Hum?

—  Te  acuerdas de esa vez  que estábamos en el carruaje y vos me preguntaste sobre las diferentes posiciones  en que un hombre y una mujer podían  hacer amor?

— Me acuerdo — ella lo interrumpió , ruborizándose  graciosamente.

— Bien… — Edward hizo una pausa para mordisquear el cuello de ella.  

— Entonces? — Isabella quería que él completase lo que iba a decir.

Sonriendo, Edward metió la mano debajo de la falda de ella,  después  inclinó la cabeza para besar uno de sus pechos sobre el escote del vestido, al mismo tiempo en que la otra mano trataba de de sacar el pecho del vestido.  Sonrió  al ver que el pezón ya estaba rígido…  Rígido como él también estaba.

— Bien… — continuó él,  dando una lamida a la piel expuesta. — Recuerdo de haberte dicho que los viajes en carruaje eran largos y aburridos.

— No muy aburridos cuando  estás  cerca, mi lord  — Isabella retrucó riendo y soltó un gemido cuando él tomó su pezón y lo mordisqueó. 

— Hum. — Edward sonrió  al verla estremecerse, agregando después : — Me pregunto si  no te gustaría  pasar el tiempo probando la posición que te estaba  mostrando  ese día?

La respiración de Isabella se hizo  jadeante y ella se acomodó en el regazo de su marido, abriendo un poco las piernas cuando la mano de Edward subió lentamente por su muslo.

—  Cuál de ellas,  mi lord ? —  ella quiso saber, recordando  que él había mostrado dos posiciones diferentes antes que el carruaje se detuviese y los arrojase al  piso. 

Los labios de Edward  jugaron con el pezón de Isabella, mientras sus dedos finalmente alcanzaban la entrada de su sexo.

— Oh, marido… Isabella gimió , agarrando la cabeza de Edward y moviendo las caderas para acomodarse, presionando así la erección de él,  lo que lo hizo gemir también.

— Que posición? — ella repitió con urgencia, acariciándole los cabellos.

Edward soltó el pecho que tenía en su boca y sacó la mano que estaba debajo de la falda para poder usar las dos manos. Trató entonces de bajar el vestido  por el escote hasta que ambos pechos quedaron expuestos

— Las dos —  Edward respondió,  acariciando sus senos. — Las dos posiciones y tal vez otras. El  viaje es largo.

— Mi lord ! — Isabella jadeó.  — Creo que  me va a  gustar  mucho más este viaje que el que hice con Lydia a Londres!

— Espero que si, mi esposa — dijo Edward, riéndose. —  Yo tengo una ventaja sobre tu madrastra.

— Tienes muchas — Isabella le aseguró,  casi sin voz, besándolo en los labios. — Pero de cuál  estás  hablando?

— Yo tengo la llave de tu cerradura.

Isabella  se rió bajito , su risa que fue callada por Edward con nuevo beso.

 

---------------------------

JAJAJA, LE ROMPIO LA TORTA!!!!!!!!! JAJAJA, COMO ME DIVIERTO CON ESTA HISTORIA, ME ENCANTA LA INOCENCIA QUE LA MUJER TENIA EN ESE ENTONCES, Y CON ESTA CHICA TAN CALAMITOSA, ES MUR DIVERTIDO, POR LO MENOS EDWARD FUE MUY INTELIGENTE Y SUPO COMO PROCEDER Y NO DEJO QUE LYDIA LES AMARGARA LA NOCHE DE BODAS.

 

GRACIAS GUAPAS, BESITOS

Capítulo 16: QUINCE Capítulo 18: DIECISIETE

 
14436044 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10755 usuarios