CALAMITOSA (+18)

Autor: lololitas
Género: Romance
Fecha Creación: 08/08/2013
Fecha Actualización: 17/11/2013
Finalizado: SI
Votos: 19
Comentarios: 51
Visitas: 58194
Capítulos: 25

"FANFIC FINALIZADO"

DECLARADA  CALAMIDAD PARA LA HUMANIDAD !!

La sociedad londinense a declarado a lady Isabella Swan un peligro para la humanidad. Y le han provisto un apodo que ella no desconoce : CALAMITOSA ISABELLA.

Todos están a la expectativa del próximo incidente- accidente que la joven va a provocar. Para su resguardo físico todos dan un paso atrás y alejan todo objeto que se derramable, inflamable, rompible, filoso, puntiagudo o susceptible de causar un accidente.

VER O NO VER... ESA ES LA CUESTION

Edward Masen, el conde de Cullen, sabía que la bella  lady Isabella Swan podría ser peligrosa. Ella era, en verdad , un desafío. Pero era exactamente el  desafío que él necesitaba …

MAS ALLA DE LO QUE LOS OJOS PUEDEN VER ...

Isabella siempre había deseado tener un novio, pero su madrastra quería más todavía  quería que ella encontrase alguien dispuesto a casarse con ella. Isabella coincidía con el hecho  que los anteojos escondían la belleza de su rostro, pero si ella siguiese el consejo de su madrastra y no los usase, cómo diablos iba a ver a los candidatos?

Ya había causado suficientes desastres con su deficiencia visual  y encima se había ganado un apodo infame en los círculos sociales en que se mueve. Todos los

posibles pretendientes parecían salir corriendo  cuando se acercaba “LA CALAMITOSA” Isabella… Hasta que de repente apareció un caballero dispuesto a bailar con ella. Un hombre elegante, atractivo  y misterioso…  Y Isabella irá  tanteando y  tropezando… para encontrar el amor!

 

adaptacion con los personajes de crepusculo del libro Love Is Blind -Lynsay Sands

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Capítulo 9: OCHO

Isabella quedó inmovilizada con el contacto de los labios de él,  que se  deslizaron suavemente, pero firmemente sobre los de ella,  en una caricia gentil e intensa. Isabella entreabrió ligeramente los labios en un suspiro, posibilitando que él introdujese la lengua en su boca.

Alarmada, Isabella se congeló por un momento ante semejante intrusión, sintiéndose muy  tensa. Pero el movimiento de la lengua de Edward dentro de su boca,  era tan delicado y tan dulce que su cuerpo se relajó y sus labios se entreabrieron un poco más en total entrega.

A pesar de haberse casado, Isabella nunca había sido besada. Ella creía que besar era algo  poco higiénico, eso porque nunca lo había experimentado. Ahora sentía ahora el placer y la excitación recorriendo su cuerpo. Aferrada a los brazos de él para mantener el equilibrio, al principio ella solamente se dejó besar, pero después respondió con igual ardor.

Edward soltó un gemido y sus manos se deslizaron por el cuerpo de Isabella, presionándola contra su propio cuerpo mientras sus labios continuaban exigiendo besos cada vez más profundos.

Isabella pasó sus brazos alrededor del cuello de él,  casi estrangulándolo en la tentativa de tenerlo todavía más cerca. Ella sintió una de las manos de Edward descender por su espalda , apretándola todavía más hasta que ella rozó en una parte dura del cuerpo de él,  sin que, en ese momento, se diese cuenta qué era. Entonces, de repente, él la soltó y se apartó .

Isabella lo miró a ciegas , consciente de que estaba jadeando. Le llevó un segundo  percibir que la respiración de Edward también estaba acelerada.

Con la voz ronca, Edward finalmente le dijo : 

— Es mejor que entres ahora.

Abrió la puerta y delicadamente pasó la mano por la cintura de ella para que Isabella entrase, teniendo cuidado en mantener una cierta distancia entre ambos; de lo contrario, no podría resistir la tentación de abrazarla otra vez. Le prometió entonces:

— Pronto te veré nuevamente.

Isabella oyó la puerta ser cerrada y soltó un largo suspiro. Cerró los ojos por un segundo y sus labios se abrieron en un dulce sonrisa.

Pronto te veré nuevamente. Que cuatro palabritas más lindas, ella pensó,  y sintió otras manos envolverla.

—  Te divertiste?

— Claro que si. Mira la sonrisa de ella. 

Isabella tuvo un sobresalto, al oír la voz de lady Cullen y la respuesta de Rosalie. Ella no había notado que las dos mujeres estaban cerca de la puerta cuando había entrado.  Sólo temía que hubiesen sido testigos del beso que Edward le había dado, pero ninguna de las  dos hizo ningún comentario o la reprendió por haber aceptado ese beso. Había risa en sus voces mientras ellas le acomodaban el peinado y alisaban las arrugas de su vestido. Lady Cullen entonces la acompañó  hasta el salón de baile.

Ya estaban cerca del salón cuando la madre de Edward se volvió para mirarla de frente.

— Isabella, mi querida. — ella vaciló,  respiró profundamente y tomó  la mano de Isabella. — Nunca vi  a mi hijo tan feliz como ha estado en este corto período desde que te conoció.  Quiero agradecerte  por eso.  No importa lo que vaya a suceder, muchas gracias .

— El es un hombre muy especial — Isabella murmuró bajito, ruborizándose .

— Es una pena que no todos lo vean  así — dijo lady Cullen, con una expresión de tristeza. — Algunas personas no soportan   la imagen de la cicatriz de su rostro.

— Como mi madrastra — Isabella sugirió .

— Ella  apenas es una de muchas — lady Cullen afirmó,  dando un pequeño suspiro. — Vamos a entrar. Tu madrastra debe estar con ataque de nervios a esta altura. 

Tomándola por el brazo, lady Cullen la condujo por el salón de baile.

— Ahí están ! — exclamó Lydia, ya de pie. — Pasaron dos horas conversando.

Isabella no dejó de notar el tono de rabia subyacente a las palabras de su madrastra.

— Es culpa mía — lady Cullen dijo,  sonriendo. — Las niñas se llevaron tan bien que no me rompía el corazón interrumpirlas.

— Muy bien , me alegra  eso — respondió Lydia, pero Isabella se dio cuenta  que eso no la había tranquilizado. Algo estaba mal.

— Ahora deseo que en breve ustedes vengan a tomar un té conmigo — invitó lady Cullen, en un  tono alegre, no conociendo a Lydia lo suficiente para percibir lo que se pasaba en su interior. — Voy a invitar a Rosalie también para que las niñas puedan continuar la conversación.

— Será perfecto — respondió Lydia, forzando una sonrisa . — Hasta  entonces. — Se despidió  lady Cullen, con un asentimiento de cabeza, dando un leve apretón a la mano de Isabella.

Tan pronto  como se quedaron a solas, Lydia tomó  Isabella por el brazo y la apresuró a salir de allí. 

— A dónde estamos yendo? — ella preguntó cuando cruzaban el salón.

—  A casa — respondió Lydia, secamente. Isabella se mordió el labio, pero se quedó quieta. Al dejar la residencia de los Devereaux, habían tenido que aguardar por algún tiempo el carruaje, pero sólo cuando estaban sentadas dentro del vehículo y con la puerta cerrada Lydia disparó su ataque.

— Estabas   demasiado enrojecida y agitada cuando volviste de la visita a Rosalie. — La voz de Lydia era fría y contenida.

Isabella permaneció por un momento callada, sintiéndose  inquieta.

— Estábamos sentadas al lado de la chimenea. Allá hacía mucho calor.

—  Y tus labios todavía están hinchados de besar a lord Cullen.

— Vos viste .... — Isabella se congeló por dentro.

—Lo vi — Lydia confirmó furiosa. — Lord Vulturi quería hablar conmigo y fuimos a dar una vuelta a los jardines . Los Vimos y nos quedamos observando cerca de los árboles  cuando vos te dejabas apretar por Cullen y te refregabas como un animal en…

Lydia hizo una pausa repentina como si el tema la perturbase demasiado como para continuar. Pero Isabella apenas lo notó,  perturbada por la mención de Vulturi y la vuelta en el parque, recordando claramente lo que había presenciado de tales paseos con otras mujeres.

— Cómo permites que un hombre te toque de es manera..? — vociferó Lydia. — Tienes un buen  hombre  como lord Vulturi dispuesto a olvidar tu pasado escandaloso y eliges, una vez más,  arruinar todo. Esta vez con Cullen.

— Vulturi, es un buen hombre? — Isabella rebatió con asombro, acordándose en el mismo instante que no había comentado nada de lo que había visto con su madrastra.

— Si,  señorita, es un buen hombre — Lydia enfatizó.  — Y está dispuesto a olvidar todo: el escándalo, tus calamidades y el beso que vio.

— Cuánta bondad de su parte,  no? — Isabella ironizó.  — Y, en contrapartida, supongo que tendré que olvidar los amoríos de él?

— Qué ? De que  estás  hablando ? — Lydia quiso saber, con exagerada curiosidad en la voz . Isabella podía asegurar  que había pánico en el tono de ella.  Cómo le gustaría poder ver  bien para  ver la expresión de su rostro!

— Estoy hablando de sus amoríos de él con lady Brandon y con lady Denali — respondió Isabella  serenamente. — La noche  que vos me encontraste en el jardín de la casa de él,  yo había acabado  de verlo  toqueteando a esas dos señoras.

— Cómo? — Lydia preguntó secamente. —  Qué quieres decir con eso? 

— Casi me  topé con él y lady Denali en el jardín aquella noche, pero  me escondí entre los arbustos y oí lo que decían.  Parecía que estaban por  hacer el amor. El,  habiendo jurando fidelidad, maldijo  la buena salud de lord Denali por impedirles de asumir su amor públicamente. Después  llegó  lady Brandon para avisar que lord Denali estaba en el baile. Lady Denali salió inmediatamente de allí, y Vulturi pasó a declarar su amor por lady Brandon, maldiciendo de la misma manera lord Brandon y, poco después , desapareció bajo la falda de ella. 

Siguió un largo silencio. Aunque no  pudiese ver expresión de Lydia, Isabella estaba segura  que  ella había empalidecido y estaba todavía más segura  que su madrastra había algún tipo de relación con Vulturi.

—  Estás  mintiendo — Lydia dijo trémula.

— No estoy mintiendo — replicó Isabella con toda  calma y después  agregó : —  Y yo  no estaba sola, no fui la única persona en presenciar  todo  lo que le conté.

— Quién más lo vio ?

Isabella vaciló.  Ya estaba en apuros por causa de Cullen y había considerado  mejor no mencionar el nombre de él antes. Por otro lado, si convenciese a Lydia que  estaba diciendo la verdad,  tal vez su madrastra dejaría de hacer que Vulturi la cortejase.

— Cullen — Isabella dijo,  finalmente. — puedes preguntarle a él si no me crees.

Isabella no vio la mano de su madrastra levantarse para darle un cachetazo , pero el dolor que sintió fue profunda y, con el impacto, su cabeza fue arrojada a un lado. Enderezándose Isabella llevó la mano a su mejilla y se volvió  lentamente para encarar a su madrastra.

— Nunca mas tocarás este asunto — Lydia decretó.  — Y nunca más verás a Cullen nuevamente. Nunca más.

 

 

Isabella se mantuvo firme y callada, pero ardía de rabia por por lo sucedido.

La puerta del carruaje fue abierta de su lado. Sin notarlo, ya habían llegado a la casa. Isabella casi tropezó con su falda en su prisa de dajarse. El lacayo la sujetó  por el brazo para impedir que se cayese. Ella murmuró un agradecimiento y se apartó rápidamente, siguiendo apresurada por la senda en dirección a la puerta del frente.

Foulkes, o alguien que ella juzgó ser Foulkes, abrió a puerta al verla aproximarse . Ella subió rápidamente las escaleras, no viendo la hora de estar en la privacidad y la seguridad de su cuarto, pero Lydia la alcanzó antes.

— Isabella — rugió su madrastra, apretándole  el brazo en el momento  en que iba a abrir la puerta.

 Respirando profundamente, Isabella se dio vuelta para enfrentarla, pero desistió,  no deseando suscitar más rabia en ella.

— Nunca más quiero hablar sobre esta noche — ella repitió con firmeza. — Y vos nunca más verás a lord Cullen de nuevo. Como pudiste permitir que te  tocase… — Lydia todavía estaba furiosa, con la respiración agitada, y sus ojos brillaban ferozmente. — Tu padre nunca me perdonaría si  dejase que un hombre te perjudicase. Y Vulturi tampoco  ya no será  bienvenido a esta casa. Tener la osadía de cortejarte mientras…

La voz de su madrastra vaciló.  Isabella estaba cada vez más convencida de que Lydia tenía algo  con Vulturi. Si no estuviesen teniendo un amorío, él seguramente debería estar intentándolo . Era evidente el enojo de Lydia.

Después  de un momento de silencio, Lydia le dio la espalda  y se dirigió a su cuarto, golpeando la puerta.

.

.

.

Isabella soltó un suspiro profundo, sintiendo la tensión del cuerpo aliviarse, al entrar al cuarto tuvo un sobresalto cuando un bulto se aproximó para ayudarla a entrar.

— Disculpe, mi lady — dijo Joan. — No tuve  intención de asustarla. Me quedé esperando que volviese para ayudarla a cambiarse de ropa.

— Todo está bien , no te preocupes — Isabella replicó , cerrando la puerta del cuarto.

Joan comenzó a ayudarla a desvestirse , pero había algo  tenso en ella.  Pasados algunos minutos, Isabella no se contuvo y preguntó:

—  Qué te pasa? Parece que quieres decirme algo,  pues dilo de una vez.

— Disculpe, mi lady — Joan murmuró,  expresando  finalmente  lo que la incomodada: — Su vestido está arrugado, hay una marca roja en su rostro. Parece que le dieron un bofetón. Sus labios están un poco hinchados y oí lo que lady Swan le dijo sobre lord Cullen. Está claro que pasó algo  entre usted y él,  mi lady. dicen que el corazón de él tiene una cicatriz tan fea como la de su  rostro …

La voz de Joan quedó trabada  en la garganta, y Isabella le dirigió  una mirada de censura.

— Solamente estoy preocupada, mi lady. Usted es muy delicada , bondadosa y hasta un poco ingenua. No querría que él se aprovechase de eso.

Isabella le dio  la espalda, consumida de rabia. Edward sólo había demostrado bondad y consideración para con ella. Había sido un oyente atento y se  había intentado darle todo lo que ella deseaba y extrañaba. Y no había intentado  ni una sola vez  aprovecharse de ella.  Isabella consideró por un momento decirle a Joan que eso no era asunto de ella,  pero Edward merecía que ella lo defendiese. Además,  deseaba tener por lo menos  una persona a su lado,  aunque fuese una criada.

Sentándose en la silla de la cómoda para que Joan le soltase y le cepillase  los cabellos, Isabella carraspeó  y le contó a la criada como habían sido sus encuentros con Edward, sin omitir ningún detalle.

— El parece un hombre maravilloso — dijo Joan, finalmente. — no tiene nada que ver con las historias que las personas cuentan sobre él. 

— El es maravilloso — confirmó Isabella, secando las lágrimas que insistían en mojar sus ojos. Era ridículo, pero se sentía  extremamente agradecida de que su criada tuviese una buena impresión de Edward.

— Bien — Joan terminó de cepillar los cabellos de Isabella —, creo que debe continuar  viéndolo. Si él le propone un nuevo encuentro, no deje de ir.

— Te parece? — preguntó Isabella ansiosa.

— Seguro  — confirmó la criada, con firmeza, agregando: — Mi lady, no la había visto  tan feliz en todo ese tiempo en que trabajo aquí.  Sus ojos se iluminan cuando habla de él y su sonrisa se hace todavía más dulce. Es obvio que está enamorada de  este hombre.

Isabella parpadeó sorprendida ante  esas  palabras y permaneció en silencio. Joan abrió las mantas de la cama, la ayudó a acostarse  y le deseó buenas noches, saliendo del cuarto. Las palabras de la criada quedaron flotando en su mente.

Sería verdad,  se preguntó . Estaría  enamorada de  él ? 

Isabella no estaba segura. Todo lo que sabía era que  le gustaba  Edward, que vivía aburrida cuando él no estaba cerca y ganaba vida cuando él aparecía. Edward la hacía reír y le gustaba  conversar con él y  ahora que la había besado… Era sólo en eso en lo que pensaba,  en aquellos  besos y en cuando tendría la oportunidad de besarlo nuevamente. Debía estar enamorada. Y era la sensación más hermosa del mundo. No veía la hora de verlo de nuevo.

 .

.

.

— Su chal, mi lady.

Isabella quedó confundida cuando Joan apareció a su lado, extendiéndole  un chal.

— Mi chal?

— Si,  usted no dijo que estaba sintiendo frío y me pidió que fuera a buscarlo? — Joan confirmó,  agachándose en una reverencia para darle un tirón a la falda de Isabella. — Creo que no conseguimos limpiar todo el ponche derramado en su vestido la noche del baile de Brudman. Tal vez sea mejor cambiarlo.

— Cambiarlo? — preguntó Isabella agachándose para examinar la falda. No era que iba a poder ver algo, pero estaba segura   que ese no era el vestido en el que  había derramado el ponche. Ese era el verde.

—  Apúrate , Isabella — dijo Lydia irritada. — Llévala arriba cambiarse, Joan. Ella no puede usar un vestido manchado en mi primer  baile como anfitriona. Espero que nadie  lo haya notado.

— Nadie lo notó,  mi lady — dijo Joan, tomando a Isabella que por el brazo. 

— Pero… — ella comenzó a decir cuando dejaban el salón de baile y era acallada por Joan. La criada no la dejó hablar hasta  que llegaron al hall.

— Joan, qué historia es esta? Este no es el vestido en que derramé el ponche.

—  Lo sé,  mi lady, pero lady Swan tiene pésima memoria y yo necesitaba sacarla de allá.

— Por qué ?

— Porque hay un muchacho en la puerta con una nota para usted y se rehusa a entregarla a otra persona.

— Dios,  qué será?

— No sé,  mi lady, pero fue una  suerte que yo estuviese pasando por la puerta cuando iba a subir al cuarto, de lo contrario Foulkes la habría abierto y su madrastra se enteraría del contenido.

Isabella levantó las cejas . Foulkes era mismo muy correcto y, sin dudas, se lo contaría a Lydia. Si por  suerte fuese un recado de Edward, nunca se enteraría del contenido porque su madrastra tomaría el papel y lo quemaría en el acto.

— Será que es de Edward? — Isabella le preguntó a Joan, esperanzada. No lo veía hacia una semana, desde la noche del baile de los Devereaux, y lo extrañaba . 

— No sé,  mi lady, pero si fuese, debe avisarle de no enviar recados de ese modo. Dígale que las próximas veces el muchacho me busque a mí.  Si el recado  fuese para mí,  no habrá sospecha alguna. Puedo alegar que él es mi hermano menor.

Isabella corrió a abrir la puerta. En la entrada, un muchacho estaba  esperándola.

— Esta es lady Isabella — dijo Joan. — puedes entregarle la nota ahora.

El chico examinó a Isabella. Tenía ojos enormes y el rostro muy  sucio. Él sacó la nota de dentro de su camisa y la entregó. 

— Me dijeron que  iba a ganarme una moneda por el trabajo.

— Ah! — Isabella se volvió  hacia Joan. —  Mi bolsita con monedas está en mi cuarto.

—  Toma.  — Joan sacó una pequeña  bolsita  colgada de su falda y le dio una moneda al chico. — Puedes irte ahora.

En este instante, Foulkes apareció y se encaminó en dirección a ellas. Sacando la nota de la mano de Isabella, la criada la mantuvo consigo, hablando alto mientras subían la escalera:

— Venga, mi lady, es mejor cambiarse la ropa pronto .

Isabella esperó hasta estar  en el cuarto para abrir la nota. Como no podría leer la letra, le pidió a Joan que lo hiciese.

— Sólo está escrito “ encuentrame en la fuente y firmado A.M.

— A.M.? Es de Edward — Isabella dijo exultante.  — Bien… no  me voy  a cambiar?

A Isabella  le extrañó que la criada comenzase a empujarla hacia la puerta.

— Después  — Joan dijo en un tono firme. — Si se cambia la ropa ahora y Edward arruga  su vestido como la última vez, voy a tener que cambiarla de nuevo.

— Tienes razón — Isabella concordó,  ruborizándose  al recordar como su vestido había quedado de arrugado. Tal vez él la besase nuevamente, ella se imaginó,  sintiendo un calambre en el estomago con la mera idea de que sucediese.

Joan la llevó  al  piso inferior por la escalera de servicio. Verificó si el corredor estaba libre y la hizo salir por la puerta de la sala de cenar, el lugar más adecuado para evitar  visitantes y a la servidumbre. Parándose en la puerta, se volvió  hacia ella:

—  Cree que puede ir sola?

— Creo que si.  — Una de las ventajas de la residencia en la ciudad es que conocía bien todos  sus rincones. Estaba segura   que podría llegar hasta la fuente sin ayuda.

— Bien,  entonces me quedo aguardando aquí para llevarla de vuelta por la escalera de servicio. Así ustedes podrán tener un poco de privacidad.  Pero tenga cuidado.

— No te preocupes.

— Tal vez  debería acompañarla. Podría…

— Nada de eso.  Conozco el camino y llegaré en segundos.

— No, vaya lentamente, por favor. No quiero que se apure y acabe  lastimándose — Joan le recomendó. 

Isabella se orientó rápidamente, prestando atención al camino que llevaba al claro donde quedaba la fuente. Como se sintió confiada, apresuró  el paso, eufórica ante la perspectiva de ver  a Edward. Bueno, “ver” es una forma de decir.

No viendo una rama delante suyo , Isabella chocó contra ella.  El impacto y el dolor le causaron la sensación de haberse reventado el cráneo. Sin conseguir mantener el equilibrio, tropezó varias veces y supo que se iba a caer.

 

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DIOSSSSS, MALDITA BRUJA, PERO ESQUE SE NOTA QUE ES DE LAS MADRASTRAS MALAS, Y RESULTO SER MAS MALA QUE MALEFICA JAJAJA, POBRE ISABELLA, ¿COMO LA DEJAN IR SOLA? UN DIA DE ESTOS TERMINARA MATANDOSE, DIOSSSSSS QUE PASARA AHORA SI QUE SE DIO UN GOLPASO. AUNQUE LES CONFESARE ESTO "NO FUE UN ACCIONDENTE" PERO NO LES DIRE MAS, TENDRAN QUE ESPERAR AL PROXIMO CAPITULO.

 

GRACIAS A TODAS POR ACOMPAÑARME EN ESTA VENTURA

BESITOS

Capítulo 8: SIETE Capítulo 10: NUEVE

 
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