Una vida distinta

Autor: Honey
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 12/02/2013
Fecha Actualización: 04/06/2013
Finalizado: NO
Votos: 9
Comentarios: 32
Visitas: 36797
Capítulos: 36

Desde la noche que Chelsea decide escapar de casa, las cosas ya no serán igual. Tendrá que enfrentarme a un montón de cosas que nunca se imagino. Enfrentarse a la muerte, al odio, al rencor, venganza y que nada es gratis en la vida.

Amistad, familia y amor, son tres palabras que nunca logro entender hasta que conoció a Diego y a los Cullen. Promesas que cumplir, reencuentros y secretos por descubrir en una pequeña ciudad lluviosa, rodeada de bosques misteriosos y fríos, llamada Forks. Así es la nueva vida de Chelsea.

¿Sera una nueva integrante del clan Cullen? ¿Ella sabe la existencia de vampiros? ¿Los Vulturis estarán presentes en esta historia?

 

La mayoria de los personajes no son mios, pertenecen a la creadora de la grandiosa Saga Crepusculo. Yo solo me inspire de sus libros e imagino una continuación de Amanecer. (Chelsea, Diego, Mark, Lisa, Carter, Harry, Andy y Catherine son personajes creados por mí) 

No al plagio. Esta historia es mía :)

 

Esta historia esta publicada en: http://daphneinfinity.blogspot.mx/ mi blog personal, si desean visitarlo y si lo encuentran, es de mi autoria. No hay plagio :)

OTRO FANFIC:

http://www.lunanuevameyer.com/relatos/addRelatoFavoritos?idRelato=3758

 

Se llama Nigth School. Es una adaptación. 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 3: La Huida

— ¿Por qué tardaste tanto? — Me cuestiono el intruso que hasta ahora desconocía su nombre. Se encontraba apoyado en el marco de la ventana de mi habitación, oculto entre las sombras.

—Fui por algunas cosas, que nos harán falta —Respondí al mismo tiempo que le ofrecía un sobre con suficientes billetes.

— ¡Guau! Esto será suficiente para irnos todos — Sonreía contemplando el dinero. Lo guardo una vez más en el sobre que a la vez guardaba en una pequeña mochila que colgaba en su espalda.

— ¿Todos? ¿Quiénes son todos? —Lo cuestione avanzando hacia él.

— Tengo familia…— Su sonrisa inspiraba desconfianza

—Vaya —Dije en un susurro derrotado — ¿Cuántos son?

—Contigo somos cuatro, no te preocupes—

— ¿Quiénes son los otros dos? — Pregunte

—Son unos amigos —dijo en un susurro tan bajo que tuve que acercarme para escuchar mejor —Son como mi familia. Mark y Lisa. Han sido como mis padres estos últimos años —

—Vaya — Sólo pude decir eso, sabía que no daría más detalles. Aparte no quería saber mucho de él, pues pronto tomaríamos caminos distintos.

—Bueno, ¿Quieres continuar la hora del té o escapar de una sola vez? —Dijo reprimiendo una risa.

—Vámonos ahora —Dije sin esconder mi entusiasmo.

Estaba lista para enfrentar mi más grande aventura.

—Bien, bajaremos por tu ventana hasta aquella cornisa, ¿La vez? — Dijo señalando hacia abajo, varios metros, sin embargo esa cornisa me era familiar. Durante mi niñez solía ocultarme ahí, entre la pared de hierbas que dividían la casa del mundo exterior, y una de las paredes de esta mansión. Baje con cuidado y agilidad, sosteniéndome de una sola mano, escalando hasta llegar a la cornisa, por último me solté y caí al estrecho de la división. Apenas cabía en ese lugar era muy estrecho. Me hice a un lado, dándole espacio a mi acompañante para poder caer. Ahí estábamos ocultos de cualquier vista, la extensa pared de hiedras,  nos ocultaba con sus sombras y ningún vigilante podía vernos.

— ¿Cuál es tu nombre? —Objete. Por lo menos quería darle las gracias a alguien con nombre.

—Buena pregunta— Dijo mientras se agachaba y se introducía a un hueco aun más pequeño, yo lo imite, sin embargo ambos no cabíamos ahí.

— ¿Alcanzas a ver aquel hueco? —Me señalo entre la maleza.

— ¿Dónde está aquella luz? — Señale unos faroles en movimiento que pronto desaparecieron.

—Exacto. Ahora te arrastras hasta llegar ahí, después solo te deslizas y estas fuera — Mi expresión le advirtió que me moría de miedo, ante su explicación. Aquella barda era alta, por lo menos unos tres metros —De acuerdo, yo bajare primero y tú después me seguirás ¿Ok? — Su amplia sonrisa borro cualquier signo de miedo. Asentí moviendo ligeramente mi cabeza.

El chico tomo mi mochila que yo abrazaba, la empujo lo más que puedo hasta que escuchamos un golpe que índico que esta había llegado al suelo. De pronto fue él quien se fue impulsando por aquel delgado tuvo hecho de hierbas de uno de los jardines poco visitados de aquella mansión.

Pronto oí sus pies chocar  contra el asfalto de donde se suponía era el inicio de mi nueva aventura, mejor dicho mi primer aventura.

—Es tu turno, acá abajo te estaré esperando — me dijo con una repentina voz tenue e impaciente.

Una ola de nerviosismo se apodero de mí.

—Tranquila — Me ordene — Bien aquí vamos —

Me gire de la misma forma que él lo hizo, mirando una de las paredes de esa extraña casa. Me fui empujando, impulsándome de reversa, con algunas rocas adheridas a la base de esa gruesa pared. Las plantas eran tantas que cada vez que avanzaba, me rasguñaban las manos y los brazos. Llegue a un hueco un poco más amplio, me gire de nuevo y pude ver como mis pies estaban a punto de colgar por una cornisa, donde se divisaba una calle desierta.

—Chelsea, ahora suéltale. Te prometo que aquí te sostendré — Una voz del inferior me ordenó.

Maldita sea, ¿Cómo puedo confiar en un desconocido? Sin pensarlo más me lance hacia abajo, esperando el impacto en mis piernas, pero unos brazos cálidos y fuertes me sostenían y mis pies apenas rozaban el suelo.

—Diego — Dijeron los labios que tenía enfrente de mí.

— ¿Qué? — Dije sin aliento, el sonrió.

—Mi nombre es Diego — Respondió mientras me ayudaba a sostenerme.

—Oh — fue lo único que pude decir, estaba un poco aturdida.

—Bienvenida al mundo —

—Oh por todos los cielos, lo logré. ¡Soy libre! — Tuve ganas de doblarme de risa, pero Diego interrumpió mi gozo.

—No cantes victoria, aun te debo sacar de aquí— Comenzó a caminar en una dirección que yo desconocía, por alrededor de diez minutos, permanecimos en silencio hasta que llegamos a una pequeña casa abandonada.

—Espérame aquí — Me ordeno.

Estuve varios minutos esperando, en medio de una oscuridad espesa, cuando me invadió un pensamiento lleno de razón. Rayos, que estúpida soy como pude dejar que se fuera con mis pertenencias y el dinero. Maldita sea. Sera mejor que vuelva a casa. Me decía una y otra vez. Estaba a punto de llorar cuando escuche un ruido extraño.

— ¿Quien anda ahí? — Mi voz sonó histérica.

—Soy yo. No te espantes. Se le metió un poco de arena al motor de esta cosa — Diego me explicaba mientras salía de  entre las sombras y la luz de la luna me indico de donde venia ese ruido espantoso. Era una motocicleta un poco descuidada. Esperamos hasta que el estruendo fue normal para Diego, para mi seguía siendo ruido, espantoso.

—Sube — Me ordeno cuando el ya estaba arriba. No lo dude y obedecí en silencio. — Sostente bien, puedes abrazarme si así lo prefieres — Rodee su cuerpo con mis delicados brazos. Se notaba su abdomen fuerte.

Recorrimos una hermosa ciudad llena de luces y vida nocturna. Paso una hora cuando Diego comenzó a bajar la velocidad, hasta que por fin llegamos a una pequeña casa iluminada, con un pequeño jardín sin flores.

—Aquí es mi mansión — Su tono sarcástico me saco una ligera sonrisa.

Baje de su peculiar vehículo, mire mi reloj de pulso, eran las seis y media en punto, pronto el sol se asomaría por el horizonte.

Entramos a la pequeña casa, sin muchos muebles más que una sala con una mesa de centro justo enfrente de una enorme televisión prendida en un canal de música. Al fondo del lugar una mujer guapísima, con una cabellera abundante y hermosa que caía en su espalda de color rojo (Un tono distinto al mío, que igual era rojo), me miraba extrañada, mientras dejaba de escribir en una computadora portátil, a la vez que un hombre alto, bien parecido, de tez blanca y ojos grises me miraba con la boca llena de comida. Ambos parecían tener 30 años.

Después de unos segundos de tensión, miraron a Diego.

—Les presento a Chelsea, una vieja amiga. Recién la encontré en un bar. No tiene donde quedarse — El les mintió y ellos creyeron. O al menos fingieron creerle.

—De acuerdo, pero sabes que en un par de días nos vamos— Dijo la mujer.

—Y-yo… puedo ayudar t-también —Tartamudee mirando a Diego.

—Ella nos puede ayudar, de hecho está aportando gran parte, para nuestro viaje. Alcanza perfecto para llegar a un país de América —

¿América? No solo bastaba con irme de casa. Sentí una emoción inigualable en el estomago.

—Hmm. Si de eso se trata. Puedes quedarte — Dijo la mujer con una sonrisa tímida.

—Bienvenida — Dijo el hombre cuando hubo desaparecido el bocado y poder hablar. — Soy Mark — Se acerco para estrecharme la mano.

—Mucho gusto — Respondí con una sonrisa.

—Vaya si que es linda eh Diego — La mujer se puso de pie mirando al chico que estaba a mi lado, se acerco a mí y me dio un cálido abrazo. —Soy Lisa, supongo que Diego te habrá contado a que nos dedicamos.

—Creo que deberías dormir un poco Chel’s — Diego interrumpió, inventándome un sobrenombre fatal.

—Si — Mi respuesta sonó más a pregunta.

—Tenemos una habitación de huéspedes— Lisa tomo mi mano y me llevo escaleras arriba, a una pequeña habitación en blanco con una cama individual y sabanas blancas —Descansa, yo debo ir a trabajar. Nos vemos mas tarde.

—De acuerdo y gracias — Respondí con una sonrisa.

—Por nada, colega —

 Me quede sentada en la orilla de mi nueva cama, analizando lo que acababa de hacer. Siempre soñaba con ser libre y ahora que lo era, no sabía si era buena idea. Mis padres sentirían mucho dolor al notar mi ausencia, lo cierto es que nunca sabrían donde estaría. ¿Cómo le harían para buscarme si nadie me conoce? Era prácticamente imposible, pero sentía dolor ante esa situación.

Unos ligeros golpeteos en la puerta de la pequeña habitación captaron mi atención y note que alguien llamaba a la puerta.

—Adelante — Dije desprevenida.

—Soy Diego — Se asomo por la puerta y me vio sin expresión alguna —Solo venia a dejarte tu mochila. ¿Estás bien? — Sonó preocupado.

—No lo sé… — Respondí.

—Dime qué te pasa — Exigió

—No sé cómo afrontar todo esto ¿Sabes? Siempre soñé con ser libre, pero ahora que lo soy, se que causare dolor a mis padres. —

—Ellos causaron dolor a ti antes —

— ¿Qué quieres decir con eso? — Exigí saber

—Simple. Ellos te privaron de libertad y te causaron dolor durante muchos años. Ahora solo disfruta de lo que harás de ti — Dijo sin detenerse.

—Hare de mi una ladrona —

—Eso es solo para que puedas vivir aquí, y llevarte a otro país ¿Cómo lo sabes?— Me consoló

—Gracias — Sonreí — ¿Te dije que brillo por mi inteligencia? A veces no sé si mi padre me oculta por mi extrema inteligencia o porque de verdad corro peligro. —Mi voz sonó por primera vez divertida.

—Hmm —Se quedo serio y estático —Vaya, no te puedo ocultar mucho las cosas, pero es verdad a eso nos dedicamos —

—No cualquiera entra por mi ventana… eso es de hábiles. —

Pasamos varios segundos sin decir palabra hasta que quise averiguar más.

— ¿En qué trabaja Lisa?

—Trabaja para museos como rescatadora de joyas, pero es solo una careta para no levantar sospechas — Dijo sin expresión — ¿Sabes? No somos cualquier banda de ladronzuelos. Hacemos robos grandes a bancos y a museos con pinturas o cosas realmente de valor. Se necesita de mucha logística. A veces nos tardamos meses en planear el robo de algo en particular. — Soltó todo de prisa y supe a que me dedicaría pronto.

— ¿Por qué se irán a otro país? — Interrumpí.

—Nos vamos — Me corrigió — Porque la policía sospecha de nosotros. No pienso dejarte a la deriva. Como te dije te conozco bien y tengo la necesidad de protegerte.

— ¿Cómo le haremos para salir de aquí? —Dije ignorando totalmente su comentario que me dio una punzada en el estomago.

—Falsificación de documentos por supuesto —Tenia una voz hermosa que me comenzaba a gustar.

— ¿Tienes conocidos? —Espeté

—No, yo me encargo de eso—Se quedo en silencio—

— ¿Por qué estas en esto? —Quise saber

—Hace años Mark y Lisa me rescataron de morir en un asalto vulgar, así empezaron ellos, desde entonces trabajo para ellos — Quedo en silencio —Nunca me ha gustado del todo hacer esto, pero solo hay una forma de salir de este círculo…— Comprendí a que se refería. Pero entonces si yo entraba a su negocio me atacaría a las consecuencias de salir muerta cuando ya no quisiera estar aquí. Sin pedirme opinión ya estaba decidida mi participación —Yo no permitiré que entres a esto, cuando lleguemos a América tú te irás y comenzaras una nueva vida. Te lo prometo —

El sol se asomo por la pequeña ventana de la habitación, ambos lo contemplamos. Para mí no era el mismo amanecer, era algo nuevo, era como un despertar. Mi nueva vida estaba a punto de comenzar, como si fuera a nacer.

—Es hora de dormir… debes descansar —Dijo señalándome la cama. Yo asentí mientras el salía por la puerta. Pronto me sumí en un sueño profundo sin pesadillas.

 

Durante el resto del día pensé las últimas palabras de Diego. ¿Por qué me ayudaba? ¿Por qué me protegía? Escuche ruidos haya afuera, era Diego batallando con su motocicleta.

—Hola ¿Cómo te fue? — Salude a Diego desde el sillón donde descansaba.

—Bien. Traje pizza para cenar, espero que no tarden o la devorare toda —El respondió mientras cruzaba la puerta.

—Huele bien — me estire para tomar una rebanada.

—Ya tengo tus documentos. Así que estamos listos para irnos —Dijo con la boca llena.

—Perfecto. ¿Cuándo nos vamos? —

—Mañana — Respondió fríamente. No esperaba que tan pronto nos fuéramos. Llegaron Mark y Lisa, distantes. Comenzaron a hacer maletas sin dirigirme una palabra. El ambiente era demasiado denso yo solo quería encontrar la razón más estúpida para salir de la sala y adentrarme a la que hoy en día era mi habitación. Cuando por fin encontré la excusa, Lisa me detuvo con la mano.

—Debemos hablar —Dijo mirándome a los ojos. Yo sentí pavor.

— ¿De qué? —Dije esperando mi voz temblorosa, pero al contrario mi voz sonó mas firme que nunca. Eso me gusto.

—No pienses que vivir con nosotros es gratis, en cuanto lleguemos a América tú nos ayudaras al negocio familiar. Se nota que eres inteligente así que ni pienses en escapar, porque terminaras muerta. ¿Entendido? —Me amenazo mientras me apuntaba con la punta del dedo.

—No será así… —Respondí aun más con valor.

—Bueno ¡basta! No queremos peleas ¿Verdad? —Intervino Mark. Yo negué con la cabeza y me dirigí a la recamara asignada.

—Te quiero despierta a primera hora, no quiero que nos retrases —Me grito Lisa mientras yo subía las escaleras. Estaba llena de coraje y tenía tantas ganas de llorar que en cuanto cruce la puerta de la habitación mi llanto exploto. Me enterré entre las sabanas y llore hasta quedarme totalmente dormida.

Capítulo 2: Intruso Capítulo 4: Viaje A Forks

 
14450990 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10764 usuarios