Deep Passion (+ 18)

Autor: vickoteamEC
Género: Angustia
Fecha Creación: 22/05/2012
Fecha Actualización: 15/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 25
Comentarios: 154
Visitas: 39364
Capítulos: 18

T E R M I N A D A

El amor profundo y sincero se refugia en un extraordinario sentimiento de pasión. Desbordante y descontrolada pasión, aquella que te hace perder la cabeza, la misma en la que juegas el corazón.

 

 

Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, la trama es propiedad de mi alocada imaginación.

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Capítulo 12: TRAICIÓN

                                                                                                                                

CAPÍTULO X

 

El frío helaba sus huesos, el viento glacial azotaba su rostro; aún así, el frío que invadía su interior no amainaba. La sensación de vivir cómo un ser estático, congelado en el tiempo, la añoranza y el dolor; eran mucho más duros que el crudo invierno en el exterior. ¿Cuánto tiempo más tendría que esperar? ¿Cuánto duraría su tortura? Mientras Edward dirigía su caballo de regreso al imperio miles de cosas cruzaban por su mente, el tiempo pasaba insolente ante su presencia y se acumulaba partiendo su corazón cada vez más. Ya se habían cumplido tres semanas desde que habían secuestrado a Bella, no, desde que Aro se la había llevado. Entre todos hacían un esfuerzo sobrehumano para dar por lo menos con una mísera pista que los condujera al escondite del desalmado, pero no había nada.

Apenas amanecía, él regresaría al mediodía con los hombres que estaban en la campaña de búsqueda. Si por él fuera pasara todos los días y noches montado en su fiel corcel cabalgando al lado del ejército compuesto por los hombres de Jacob, aliados de Emmett, conocidos de Edward e incluso varios trabajadores del mismo imperio. Qué más daría Edward que guiar a un buen número de todos aquellos hombres a enfrentarse contra el fantasma. Y, precisamente, por eso no podía hacerlo, ¿a dónde los dirigiría? ¿Al norte? ¿Al sur?

Entró al silencio sepulcral de la gran casa, desde aquel día todo parecía haber adquirido un monótono tono gris en cada rincón, los empleados ya ni siquiera parecían escucharse al hacer sus deberes, los cotilleos y risas no resonaban en los pasillos igual que antes. El silencio sepultaba a todo el imperio en una densa capa de desolación y desesperanza.

— ¿Alice? ¿Qué haces levantada tan temprano y lista para salir?— preguntó Edward con incredulidad.

—Iré a la iglesia. Sabes que es lo único que puedo hacer para no sentirme inútil— alzó el rostro para dirigir sus palabras hacia Edward y él pudo apreciar las marcas que parecían casi permanentes en su rostro, las huellas del interminable llanto que la embargaba día tras día, tratando de amainar el inmenso dolor.

—Alice, pequeña— Edward se acercó y la rodeó en sus brazos protectoramente, —es muy temprano. No creo que la capilla esté abierta.

— ¿De verdad?— alzó el rostro para encontrarse con el rostro serio y apagado de Edward y mirar cómo asentía mientras lo veía a los ojos con aquella mirada vacía—. Pensé que iba tarde. Supongo que he perdido la noción del tiempo.

—Yo también, pequeña. Yo también— murmuró él apretándola con fuerza.

—Te prepararé algo de comer. Vamos a la cocina— propuso Alice y Edward no se pudo negar a la mirada de advertencia que le daba su cuñada.

Caminaron en silencio por los pasillos vacíos, sólo sus pasos resonaban haciendo eco hasta el último rincón, sus miradas de comprensión y las leves sonrisas tristes fueron su única comunicación hasta llegar al lugar. Edward se sentó en el mesón y Alice dispuso inmediatamente un generoso trozo de pan, un poco de queso y puso a calentar un poco té para los dos.

—Que Frederic te acompañe cuando salgas— ordenó Edward poco antes de echarse un gran bocado de pan a la boca.

—No está. Se fue con el grupo que salió a media noche— ahí estaba de nuevo, el tono monótono que los había embargado desde aquel día, las palabras sin dicción que salían disparadas inevitablemente, la mirada perdida. ¿Cuánto más tendría que durar aquello?

Todo había cambiado abruptamente, Edward, Emmett, Frederic  y Jacob estaban en constante ausencia; encabezando los movimientos armados en busca de Bella. Un punto a su favor era el número de gente que los acompañaba, gracias a las amistades que ella había afianzado anteriormente, podían contar con los ejércitos de varios hombres importantes en sociedad y así aumentar su armamento. Mientras tanto, Jasper era el único que se quedaba en el imperio al pendiente de las necesidades de Rosalie, Victoria y Alice.  

La pequeña Alice parecía un pequeño corderito a la deriva, pasaba sus noches en vela, sus mañanas en la iglesia y sus tardes en interminables recorridos de una habitación a otra tratando de encontrar un consuelo que tendría hasta que viera a Isabella de nuevo. Esas tres semanas Frederic se alejó de ella, al verla así decidió apoyar la causa a favor de la hermana de Alice, prometiéndole ayudar a traerla de nuevo, para su tranquilidad. Esa situación fue aprovechada por Jasper, que antes de saber la verdad sobre su origen, acudió a rogar por una disculpa y después a apoyarla en todo momento; de tan sólo pensar en ponerse en su lugar los pelos se le ponían de punta, ¿qué haría él sin su amada hermana mayor?

Emmett y Rosalie se habían convertido en grandes amigos de aquel peculiar grupo, al igual que Victoria, que no dejaba de consolar a Jacob, además de hacerle ver que no era su culpa que alguien los hubiera traicionado. Por seguridad de los Hale y los Cullen, decidieron ocultarles la verdad y los dejaron marchar a su hogar. Nadie imaginaba lo que se fraguaba bajo el techo del imperio, el imperio maldito, cómo lo denominaban ahora.

La charla entre Edward y Alice en la cocina no fue muy extensa, sólo las fórmulas correctas para comunicarse efectivamente y punto.

—Alice, ¿sabes que habrá una reunión más tarde?

— ¿Es hoy?— preguntó ella desorientada.

—Sí, pequeña. Es hoy.

—En ese caso… no saldré a ninguna parte— dijo en un largo suspiro.

—Está bien— Edward asintió y terminaron su refrigerio en el usual y monótono silencio al que parecían estarse acostumbrando.

Edward dejó que Alice se marchara a dar una vuelta por la mansión mientras él esperaba en el despacho en el que siempre se reunían. Se deshizo del peso de sus armas poniéndolas en una mesa del rincón, encendió la chimenea, se sentó cansinamente en un sofá y perdió la mirada en el baile intermitente de las llamaradas recién encendidas. Mientras meditaba cómo los tonos azulados se convertían en naranjas, luego en rojo intenso, para después perderse en un débil amarillo apenas perceptible al ritmo de las últimas chispas… fue que Edward dejó vagar su mente en todo lo que había vivido en las últimas semanas. Las reuniones, la camaradería que había desarrollado con los hombres en los campamentos, las pistas antes del secuestro, las flores, las notas, algún detalle extraño.

— ¡Maldición!— masculló con rabia al encontrarse tan absurdamente perdido. Fuera quien fuera la persona que los traicionó, había hecho un trabajo impecable.

Apretó con fuerza la cabeza entre sus manos y suspiró pesadamente un par de veces. ¿Qué estaría pasando con Bella? ¿Qué le haría el desalmado de Aro? ¿La estaría torturando? ¿Pasaría frío?... ¿Estaría aún con vida?    

—Edward— escuchó que lo llamaban en un leve murmullo.

Alzó el rostro y se encontró con la mirada apenada de Victoria. Ella lo vio con compasión y se acercó hasta sentarse a su lado, sin dudar un segundo lo envolvió en sus brazos y él se dejó consolar. Su alma vacía y rota estaba extremadamente necesitada de hasta la más mínima muestra de ternura.

—Lo lamento tanto, primo querido. Me siento tan mal por no poder hacer nada— dijo ella con pesar.

—No te aflijas, Victoria. No es tu culpa.

—Aún así no puedo evitar la pena. Alice está tan mal…

—Lo sé. Y la entiendo. Sé cómo se siente… y no tendremos paz hasta dar con ella.

—Y así lo harán.

—Así lo haremos— contestó Edward con convicción, mirando con el coraje que le daban sus palabras al rostro que le infundía valor en aquel preciso momento.

Victoria se retiró un momento para recibir de uno en uno a los asistentes de la esperada reunión. Los guió a la estancia en la que los esperaba Edward, puso bebidas a disposición y los ayudó a deshacerse momentáneamente del peso de sus armas.

— ¿Dónde está Alice?— preguntó ya que encontró que todos estaban reunidos.

—Rezando, supongo— contestó Edward.

—Voy por ella. En un momento vuelvo— se disculpó Victoria.

Caminó en silencio hasta la capilla del imperio. Efectivamente, la encontró hincada, con un rosario entre sus manos, rezando devotamente ante la imagen de su deidad.

— ¿Alice?— abrió los ojos y giró lentamente el rostro hacia Victoria—. Todos están aquí. Ya es hora de la reunión.

— ¿Y Frederic?

—Llegó junto con Jacob. Preguntó por ti— Alice asintió.

Se persignó con toda la fe que quedaba en su corazón y se puso de pie lentamente.

—Ven acá— susurró Victoria y la atrajo a sus brazos, guiando sus pasos distraídos hacia la reunión.

En cuanto cruzaron la puerta se hizo un profundo silencio y todas las miradas se concentraron en las últimas “invitadas” a la reunión. Edward, Jacob, Rosalie, Emmett, Jasper y Frederic observaron el rostro decaído y la mirada perdida de Alice.

—Alice— dijo Frederic y se encaminó a su encuentro—. Oh, mi pequeña dama— dijo acariciando el rostro afligido de Alice.

— ¿Encontraste algo? — preguntó, mirándolo con súplica.

—No— contestó él, mirándola con pena.

La reunión dio inicio, se hablaron de las infructuosas búsquedas, la falta de pistas y el sentimiento común de estar tras una causa perdida. Era como si la tierra se hubiera abierto para desaparecer cualquier rastro de ellos. Poco a poco surgieron opiniones y nuevas teorías, abriendo paso a más estrategias, que esperaban que por fin dieran resultados.

—Hay algo más— dijo Jacob llamando la atención de todos—. El duque de Luve me ofreció parte de su ejército, al igual que el marqués de Florence.

— ¡No!— opinó Alice al instante.  

—Pero… es un gran apoyo y…— trató de animar Emmett con el brillo frenético que inundaba sus pupilas al hablar sobre batallas.

—He dicho que no— repuso Alice con firmeza.

— ¿Por qué? — se aventuró Edward a preguntar.

—No confío en nadie— contestó ella con fiereza—. Ni siquiera en ustedes— dijo pasando la mirada por cada uno de ellos. Al final posó sus ojos sobre los de Frederic, que la observaban con una inmensa pena.

—Pero, Alice…— intentó intervenir Rosalie.

—Pero nada. Todos en ésta habitación tienen motivos para traicionarla ¿Qué es lo buscan? ¿Dinero? ¿Poder? ¿¡Qué les hicimos para que nos hicieran eso!? Siempre fuimos sinceras con ustedes y… nos traicionan así…— el coraje en su voz se fue apagando hasta convertirse en sollozos.

—No ganas nada despotricando contra nosotros. Eso no la traerá de vuelta— dijo Victoria respirando con dificultad.

— ¿Sabes algo, Victoria? — chilló Alice desesperada.

— ¡Suficiente! — intervino Edward—. Entendámosla, está igual o más desesperada que todos nosotros. Por favor, no juzguen mal sus conclusiones.

Para ese momento Alice estaba envuelta en llanto y apenas era consciente del lugar en el que estaba. Decidieron descansar de la situación por un momento y Frederic llevó a Alice a pasear por los jardines para que se despejara un poco.

Caminaban lentamente, con pasos tan silenciosos cómo los de un gato, los sollozos de Alice habían desaparecido y se limitaba a seguir los pasos de Frederic; que la llevaba por la cintura, sosteniendo con ese pequeño gesto el peso de su pena. Alice le pidió que siguieran el escaso rastro que quedaba de pasto en el piso, quería ver un poco de color y no la monotonía del blanco que cubría casi todo.

Se fueron alejando más y más de la casa, llegando a los linderos del patio trasero, un lugar solitario. En el recodo de unos espesos arbustos escucharon una intensa charla. Frederic le hizo señas de que guardara silencio, poniendo un dedo sobre sus labios. Prestaron atención, había un hombre al que no reconocieron pero la otra voz… Alice abrió la boca sorprendida, Frederic frunció el ceño e ideó un rápido plan para atrapar a aquella persona que, definitivamente, era el eslabón perdido, la última pieza del rompecabezas.

Indudablemente estaba pasando valiosa información, lo que acababa de ocurrir en aquella reunión se escabullía de sus labios en rápidos balbuceos que empapaban de conocimientos a aquel maldito desconocido. Los tres esperaron a que el informante se marchara y cuando la otra persona se apresuraba para regresar a la casa fue interceptada por Frederic.

Alice le miró con odio y estampó una sonora bofetada en su mejilla. Recordó aquellos bellos momentos al lado de su hermana, lo felices que eran ella y Edward y no dudó en dar un par de bofetadas más; hasta que le dejó la mejilla dolorida y le hizo dar siseos de dolor.

— ¿¡Por qué!? — demandó Alice—. ¿Qué fue lo que te hicimos para que nos pagaras así?

No contestó nada, sólo agachó la mirada al encontrarse totalmente al descubierto. No podía aparentar más, ya no más mentiras, sólo cruzaba una pregunta por su cabeza… ¿Qué le harían?

—Alice…

—No. Te escuchamos perfectamente. Frederic, vamos con los demás.

Se encaminaron de nuevo a la sala entre forcejeos y gritos. El escándalo hizo a todos los anteriormente reunidos mirar hacia la puerta, al ver a quien Frederic apresaba abrieron los ojos como platos.

— ¿Qué significa esto? — preguntó Edward al sentir que su corazón se aceleraba y el odio se abría paso por su interior cómo una llamarada envenenada de rencor.

—Aquí está, Edward, ante ti tienes la traición hecha persona— contestó Alice con lágrimas bañando sus mejillas.

Se acercó a zancadas, le asió por los hombros con rudeza y taladró su mirada con dagas de odio saliendo por sus ojos.

—Dime… ¿¡En dónde demonios está!? ¿¡Dónde la tiene!?

Si no había tenido piedad para entregar a su amor, su Bella, al despiadado de Aro… Edward no tendría piedad para perdonarle tan fácilmente la traición, poco le importó la mirada horrorizada que le dio al mirarlo tan furioso y el encogimiento ante sus gritos demandantes.

Estaban cerca… ya tenían a quien les traicionó.

 

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GRACIAS!!!

Por estar acá!! no las merezco!! L@S AMO!!!

Gracias por comentar y por leer a mis gasparinit@s

Recuerden que aún pueden ser parte de esta locura y mandar sus ideas.Les comento que no las transcribiré tal cual, tomaré la idea principal y la adaptaré a la historia. 

Nos vemos en fb!!! VickoTeamEc

Besos de bombón!!

 

 

Capítulo 11: BODA Capítulo 13: PRISIONERA

 
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