Rebeld'Girl (+18)

Autor: konitah
Género: + 18
Fecha Creación: 24/09/2010
Fecha Actualización: 30/12/2011
Finalizado: SI
Votos: 30
Comentarios: 22
Visitas: 123326
Capítulos: 31

Bella es una chica rebelde, qe tras ser expulsada de su antigua escuala en Phoenix, es llevada ala academia Williams, ¿Qe pasara cuando Bella se vea rodeada de fresas sin cerebro?


bueno esta historia pertenese a LunnaCullenHale  bueno yosolo tengo autoriasacion de publicar esta historia espero sus comentarioas para desirle algo sobre lo que ustedes opinan

 

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Capítulo 26: No Todo Son Buenas Noticias.

Capitulo 24. No Todo Son Buenas Noticias.

Bella POV

Todos seguíamos emocionados. El concurso había salido mejor de lo planeado. A unos días de haber ganado, aun nos seguían felicitando.

Acompañe a Edward al banco de Forks para depositar los cincuenta mil dólares que nos habíamos ganado en su cuenta. Se preguntaran por que en la cuenta de Edward, ¿no?, Fácil. Si la depositábamos en la cuenta de Alice, seguramente se lo gastaría en compras; en la de Jasper, se lo entregaría a Alice si ella se lo pidiera; en la de Emmett, compraría equipo para entrenar; en la de Rose, compraría ropa y piezas para arreglar algunos autos, en la mía, simple no me dio la gana, por eso decidimos que en la de Edward. De una cosa si estábamos seguros, lo gastaríamos en nuestro viaje de vacaciones.

Después de que todo estuvo listo, salimos rumbo al centro comercial.

Íbamos a ver una película cuando alguien se nos atravesó en el camino. James.

Edward se coloco enfrente de mí. Furioso. -¿Qué es lo que quieres, imbécil?

-Quiero hablar con Bella.

-Yo no tengo nada que hablar contigo.

-Ya la escuchaste. –me secundo mi novio.

-Por favor, Bella. Prometo que después desapareceré de tu vida, solo permíteme hablar contigo un momento.

Edward se mantenía a la defensiva al igual que yo. No sabía si creerle o no a James, pero algo dentro de mí me decía que debía dejarlo hablar.

Tome a Edward del hombro y lo hice a un lado. Me miro desconcertada.

-Está bien, James. –Suspiré- pero después de hablar te largaras de mi vida.

-Completamente. –Concordó James. Observo alrededor y después me miro a mí. –Pero, ¿podría ser en un lugar más privado?

Asentí con la cabeza y empecé a caminar de la mano de Edward. James me miro profundamente.

-¿Qué?, no pretenderás que hable contigo a solas. No confío en ti, James. Ó hablas conmigo enfrente de Edward, ó no hablamos, así de simple, tú elijes.

-Está bien. –gruño entre dientes.

Caminamos unos metros más hacia una pequeña cafetería que estaba al frente. Tomamos asiento enfrente de James. Edward siempre con una sonrisa en el rostro y una mano en mi cintura.

-Verás, Bella, -Comenzó James. –Vine a pedirte perdón.

Mi quijada se aflojo y se abrió completa. ¿Mis tímpanos habían escuchado bien? Si lo habían hecho. James me estaba pidiendo disculpas.

-¿Cómo?

-Lo que escuchas, vine a pedirte perdón, aunque sé que no lo merezco, -sé apresuro a decir. –La verdad no estuvo bien lo que te hice…

-En efecto, no estuvo bien. –Reafirme su comentario. Edward se mantenía sereno, dándome su apoyo. –Pero continua por favor, te escucho.

-En verdad me gustaste, Bella. Digo, ¿a quién no le gustarías? Cuando llegue a Phoenix tenías a más de media escuela a tus pies, -eso me sorprendió. De reojo mire como Edward asentía con la cabeza y me apretaba un poco hacía él. –pero cuando conocí a Vladimir, algo dentro se movió.

-¿Y decidiste engañarme con él?

-¿Qué? ¡No! –los ojos de James enfocaron los míos sorprendido, pero después bajo la mirada, pensativo. –Esa noche que pues, que ocurrió todo. Vladimir me pidió ayuda con un trabajo, le dije que sí pero que tendríamos que ir a mi casa por los apuntes. Él no puso objeción y tomamos rumbo a mi departamento. Una vez adentro, se me abalanzo y me empezó a besar. Al principio estaba en shock, pero después le respondí el beso. Así es como terminamos en la cama.

-Sí, recuerdo muy bien esta parte, te lo aseguro.

-Sí, bueno, el punto es que Victoria ya me conocía, hubo un tiempo que viví en California al igual que ella, ahí es donde la conocí, yo como iba a imaginar que años después me la toparía en Phoenix. –Suspiró. –Cuando viví en California, Victoria se intereso en mí, pero yo le dejé claro que no quería nada con ella porque a mí me gustaban los hombres, -me sonrió.- hasta que casi atropello a un ángel. –Mis mejillas se encendieron ligeramente. –Victoria juro vengarse de mí por despreciarla, y al ver que estuve de novio contigo, la tomo contra ti también y junto con Vladimir. Se vengaron de ti y de mí.

-¿Qué? ¿Ósea que tu no sigues con Vladimir?

-No, Bella. –Tomo un respiro y volvió a hablar. –Cuando… cuando sucedió eso, Vladimir me dijo que lo había disfrutado y que de ahí no pasaba, que todo era parte del plan que ideo junto con Victoria. Le pregunte que porque, que él no tenía nada que ver, que todo esto era entre Victoria y yo, que ni siquiera tú estabas en esto. Me contesto que él le debía varios favores a Victoria, que por eso lo hizo.

-Esa perra… -Comencé a gruñir pero Edward me apretó la mano. No quería que me alterara.

James siguió con su relato. –Me sentía tan afligido. Me sentía el más miserable, te había dañado y había caído en la trampa de Victoria. Me fui a Eureka, Nevada., necesitaba alejarme de todo, allá recapacite las cosas y me di cuenta de que ciertamente soy gay, por eso decidí regresar a pedirte perdón y enfrentar a Victoria y Vladimir, pero cuál fue mi sorpresa al encontrar una Bella totalmente diferente y sobre todo, una Bella que no quería saber nada de mí. –James se veía acongojado, de verdad estaba arrepentido. –No te lo reprocho, me largue sin siquiera despedirme de ti, pero no tenía rostro para hablar contigo. Después de que te mandaron para Forks, enfrente a Victoria, la dejé humillada, le dije que tú eras mucho más mujer que ella, y eso fue lo que más le calo, después de ese día nadie supo mas de ella. Creo que se regreso a California. Por eso quiero que me perdones Bella, yo nunca quise hacerte daño, tú eras una persona muy especial para mí, aunque no me lo creas, eres una mujer extraordinaria, encantadora, y… rara. –reímos los tres. –Necesito que me perdones Bella, no puedo seguir con mi vida si tú no me perdonas. Por favor Bella, perdóname.

Observe al hombre que tenía enfrente de mí y al hombre que tenía a mi lado y me tenía entre sus brazos. Suspire.

-Te perdono, James. –Sonreí. –Nos tendieron una trampa a los dos. Pero, ¿sabes?, les agradezco un poco, tanto a Victoria, como a Vladimir y a ti. Si todo eso no hubiera pasada, -Suspiré- nunca hubiera conocido a Edward, ahora soy feliz, más de lo que nunca imagine James, y quiera o no, eso es gracias a ustedes, por eso te perdono. Tienes mi perdón James.

La sonrisa de James se ensancho enormemente. Algo dentro de mí desapareció, creo que el odiar a James, no me permitía ser feliz completamente, y ahora que lo había escuchado y perdonado, no había ningún obstáculo para ser feliz. Me sentía extrañamente ligera.

Edward froto mi brazo con su mano. Estaba de acuerdo conmigo, si no hubiera pasado eso, jamás nos hubiéramos conocido, ni a él ni a los demás.

James se levanto del asiento aun con una sonrisa en su rostro. Su faz se miraba ya tranquila en comparación como estaba hace unos minutos. Edward y yo nos levantamos también.

-Gracias, Bella. Ahora puedo estar tranquilo. –Se acerco y me dio un abrazo, el gesto me agarro desprevenida; después le dio un abrazo a Edward. –Cuídala, por favor.

-No tienes por qué pedirlo, -Contesto mi novio, regresándole el abrazo. –Lo iba hacer de todos modos.

El ambiente estaba más ligero. James se despidió de nosotros y nos deseo lo mejor. Edward y yo retomamos nuestro camino al cine. Después de ver una película de acción, porque no me gustan las románticas, tomamos rumbo a Seattle.

Habíamos hecho cita para el sábado, y hoy era sábado. Allá nos encontraríamos con los demás. Seattle quedaba un poco lejos, pero como era sábado, no había necesidad de llegar temprano.

Ya en el camino, nos envolvimos en un silencio cómodo, pero minutos después Edward lo rompió.

-Lo… lo que le dijiste a James, ¿es cierto?

Dudé un poco. -¿A qué te refieres exactamente?

-A lo de que agradeces que sucediera todo eso.

No podía sostenerme la mirada, pues la tenía fija en la carretera.

-Claro que es cierto. Como se lo dije a James, si no hubiera pasado todo eso, nunca hubiera conocido al engendro y a los demás, y sobre todo, jamás te hubiera conocido a ti.

Su sonrisa se ensancho.

-Gracias.

Fruncí en seño confundida. – ¿Gracias por qué?

-Por hacerme tan feliz. –Tomo mi mano izquierda con su mano derecha y beso mi dorso. –Te amo y no hay nada más importante para mí que hacerte feliz.

-También te amo, Edward.

Nunca había sido muy afectuosa, pero con Edward era diferente. Podía expresar mis sentimientos tranquilamente, creo que se debe a que Edward siente lo mismo que yo.

Cercas de las cinco de la tarde llegamos a Seattle. Los nervios empezaban a invadirme. Cuando llegamos a los estudios de Joan Jett, divisamos a Rosalie recargada en el pecho de Emmett y a Alice en la espalda de Jasper, riendo.

-Hola, chicos. –Saludamos Edward y yo a la vez.

-Como se tardaron, enserio.

-Vamos, Jasper no es para tanto. –remató Edward.

-No estarían haciendo travesuras.

-Claro que no Emmett, no somos como tú y Rose. –Todos reímos.

-¡Eit! Eso no es cierto.

-Mejor cállate, Rose, todos sabemos que es verdad. –Reafirmó Alice lo dicho.

Rosalie fulmino con la mirada a una muy sonriente Alice.

-Mejor entremos, -hable obteniendo la atención que quería. –Ya nos deben de estar esperando.

Todos estuvieron de acuerdo. Alice bajo de la espalda de Jasper y lo abrazo de la cintura; Rosalie tomo el brazo de Emmett y los dos se sonrieron; Edward me tomo de la mano y me sonrió, su sonrisa me fascinaba, me derretía completamente, entramos a la recepción de el estudio y caminamos hacia la recepcionista.

Toda la habitación era de un tapiz rojo oscuro, completamente elegante. Un par de sofás de cuero negro con una mesa de cristal en medio, con adornos de esferas de diferentes tamaños. En las paredes cuadros y reconocimientos de la carrera de mi ídola, estaba fascinada, todo era elegante pero sencillo.

Emmett parecía niño chiquito, no paraba de tocar todo lo que tenía a su alcance, y Rosalie tras él regañándolo cada dos segundos. Preste atención a la recepcionista.

-Estudios Jett, espere. –Atendía el teléfono. –Estudios Jett, un momento por favor, enseguida lo comunico.

Después de unos minutos no atendió. –Sí, que se les ofrece.

-Venimos desde Forks, tenemos una cita, señorita.

-¿A nombre de quién? –Agacho la cabeza y empezó a revisar una libreta enorme.

-Bella Swan, somos la banda Rebeld Girl

Apunto con su dedo índice el escrito y lo deslizo hasta que localizo mi nombre. -¡Sí! Aquí están, pasen por el pasillo hasta el final, a mano derecha, puerta número dos. –Nos sonrió gentilmente. –Los están esperando. Mi nombre es Gabrielle, lo que necesiten, háganmelo saber por favor.

-Entendido, gracias.

Caminamos por el pasillo que estaba tapizado del mismo color que la recepción.

Tocamos la puerta que Gabrielle nos indico. Joan estaba recargada ligeramente en los aparatos de música, cuando nos vio entrar se levanto con una sonrisa y nos saludo, el estudio a diferencia de la recepción, era de un tapiz azul rey muy profundo, los muebles que habían eran de color blanco, muy diferente a los que vimos a un principio.

-Hola chicos, pensé que no vendrían.

-Para nada Joan, tuvimos un ligero retraso pero aquí estamos. –Contesté sonriendo.

En la cabina de grabación estaba un chico como de muestra edad, tocaba su guitarra y cantaba una canción suave pero a la vez grave.

-Canta bien, ¿verdad?

Los seis nos habíamos concentrado en el chico cantando.

-Se llama Drake Bell, la canción que canta es I know, su sencillo.

Órale, el chico era como de nuestra edad y ya tenía disco.

-¡Que padre! –grito Emmett.

Joan rió. –Así es, grandulón. Ustedes pasen a la segunda cabina, la puerta está por allá al fondo.

Caminamos al fondo y entramos a la pequeña habitación. Dentro había los instrumentos necesarios. Cada uno tomo posiciones. Nos pusimos los auriculares y esperamos las órdenes de mi ídola.

-Quisiera que me cantaran una estrofa de Rebel Girl, y después un pedazo de Lips of an angel de Hinder, ¿se la saben?

-Claro que sí. –Contesté.

La prueba de canto paso excelente. Las horas que nos estuvimos ahí fueron demasiado excitantes.

-Chicos, han estado asombrosos. Bella tienes una magnífica voz, en definitiva tienen que venir más seguido. Aun no les puedo asegurar nada, pero si las cosas mejoran, les podría conseguir un contrato para que graben su primer disco.

¡Dios, sí! Un disco, si mejorábamos grabaríamos un disco. Estaba que no me la creía y los demás tampoco.

-Ahora vayan a descansar, los veré aquí la próxima semana.

Nos despedimos de mi ídola con un beso y pasamos a retirarnos, Gabrielle nos despidió con un hasta pronto y una cálida sonrisa.

Esta semana había iniciado con muy buenas noticias. Primero la prueba en los estudios de mi ídola y ahora, la explicación y salida de mi vida para siempre de parte de James. Todo marchaba viento en popa.

Alice POV

Estúpida. Estúpida. Estúpida.

Esto solo me puede pasar a mí. ¡Dios! Todo iba tan bien, ¿porque me mandas este problema a mí?

Todo estaba yendo a la perfección, faltaban alrededor de dos semanas para salir de vacaciones, por ende, de viaje también. Habíamos ganado el concurso, como había dicho. Era novia de mi Jasper, el amor de mi vida, pero ahora, esto.

Caminé a paso apresurado a la habitación de Bella. Le había mandado un mensaje a Rosalie que necesitaba con urgencia hablar con ella y con Bella, en privado.

Llegue y toque la puerta, no quería que me volviera a pasar lo mismo que la otra vez.

-Adelante.

Dentro estaban Edward y Bella arriba de la cama, sentados, viendo una película.

-Hola engendro, hasta que tocas la puerta.

-Eh… si, no quiero cometer el mismo error dos veces.

Los tres reímos ligeramente.

-¿Qué se te ofrece, Alice? –Preguntó Edward. –Pareces algo… inquieta.

¿Tanto se me notaba?

-Eh… quería hablar con Bella… -Miré los ojos de esta para que entendiera que era algo importante. –A solas, si no te molesta.

Edward se recorrió al final de la cama, algo confundido por mi extraña petición. Bella no se quedaba atrás.

-Claro que no me molesta, Alice. -Me sonrió y volteo a mirar a Bella. –Vuelvo en un rato, Bells.

La aludida asintió con la cabeza y le dio un beso en los labios a Edward. Me hice a un lado para que Edward pasara por la puerta. Los nervios me carcomían.

Cuando Edward por fin se fue, camine y cerré la puerta.

-¿Qué te pasa, Alice? Me estas poniendo de nervios.

Yo caminaba por la pequeña habitación de Bella en círculos.

-Necesito que llegue Rose también este, no tarda en llegar.

Minutos después llego Rosalie un poco agitada. –Perdón, venia corriendo. –Tomo un ligero respiro. -¿Qué pasa Alice?

Me deje caer al suelo y abrece fuertemente mis piernas. Hundí mi cabeza entre ellas y lo solté.

-Creo que estoy embarazada.

Un silencio sepulcral. Levante mi cabeza y las mire con ojos llorosos. Ambas estaban con la cara en blanco, no daban crédito a nada de lo que estaban escuchando.

-Chicas, estoy embarazada. ¿Qué voy a hacer? Acabo de arruinar la vida de Jasper.

Un sollozo lastimero salió de lo más profundo de mi pecho. Acababa de arruinar la vida de Jasper, seguro me dejaría y no se lo reprocharía.

Bella y Rosalie se pusieron de rodillas enfrente de mí, mientras yo, lloraba amargamente.

-Alice, ¿estás segura de que estas embarazada? –preguntó Rosalie.

¡Claro que lo estaba! O eso creía. Tenía todos los síntomas, mareos, nauseas, y me acababa de dar cuenta de que se me había atrasado la regla.

-Tengo todos los síntomas, Rose.

-Aun así, Allie. –Habló Bella acariciando mis cabellos. Necesitamos ir a una farmacia a comprar una prueba de embarazo.

-¡¿Qué? No por favor, aquí todos nos conocen, seguramente hablaran y todo se sabrá, y si Jasper… -trague saliva. –Y si Jasper no quiere seguir conmigo, no quiero que nadie más lo sepa.

-Ya, ya. –Me susurraba Rosalie. De las tres era la que mas tenía un instinto maternal. –Tranquila, Allie. Todo estará bien. Claro que Jasper querrá ese bebé. Él te ama y no te dejará sola.

-Rose tiene razón, Alice. –Secundó Bella. –Primero debemos confirmarlo, ¿sí?, después veremos que haremos, no te dejaremos sola con esto. Somos familia Alice, -Sonreí a sus palabras, mientras limpiaba mis lagrimas. –Y la familia nunca se da la espalda.

-En efecto, Bella. –Dijo Rosalie. –Se me ocurre una idea. Este fin de semana que vayamos a Seattle, nos les perdemos un rato a los chicos diciendo que vamos de compras, -pegue un ligero brinco de emoción. ¡Uy, compras! –Concéntrate, Alice.

-Perdón. –Me encogí de hombros.

-Bueno, como decía, nos les perdemos un rato a los chicos diciendo que vamos de compras, seguramente no querrán acompañarnos porque se aburrirán, así que los mandaremos de vuelta Forks, y nosotras iremos a un consultorio privado para comprobar su de verdad estas embarazada.

La verdad no era tan mal plan. Solo era cuestión de esperar.

-Pero trata de disimular tu ansiedad, Alice.

Mire a Bella que me miraba curiosamente. -¿Tanto se me nota?

-Claro que si, pareces un cachorrito inquieto encerrado en una jaula.

Me reí un poco. La verdad me sentía así. Encerrada.

-Deja de estarte preocupando, Alice. –Me sonrió Rose. –Saldremos de esta.

Sonreí a mis mejores amigas, que digo amigas, a mis hermanas. Ahora solo faltaba esperar que fuera fin de semana.

.

.

.

La semana paso completamente rápido. Era sábado por la mañana, a eso de las dos de la tarde salimos del ensayo con Joan Jett. Aun no podía creer que le gustaran mis canciones. Nunca a nadie se las enseñé pero con Bella me sentía tan en confianza, además, ella me había inspirado a escribir esa canción.

-Chicos, nosotras iremos al centro de compras, ¿nos acompañan? –Dijo Rosalie sonriendo. Todo era parte del plan.

La cara de los chicos se puso más pálida de lo normal. Seguramente pensaban en compras más Seattle igual a muchas horas de cansancio.

-¿Compras? –trago saliva Emmett.

-Sí, Emmett, compras.

-Espera un momento, a ti ni te gusta salir de compras.

¡Rayos! Edward era el más persuasivo en cuanto a Bella se refería.

-Es que Bells, perdió una apuesta conmigo y tiene venir conmigo a comprar, sin quejarse.

Bella fingió estar triste y resignada, pero algo me decía que Edward no me había creído del todo.

-Entonces que dicen, ¿nos acompañan?

¡Que digan que no. Que digan que no. Que digan que no!

-No chicas. –Contestó mi Jasper. –Lo que pasa es que tenemos practica, por eso les dijimos venir en la mañana.

Las tres fingimos cara de pena, pero la realidad es que estábamos más que felices, sobretodo aliviadas.

-Está bien, nos vemos en un rato más, allá, ¿Ok?

-Claro que si mi Allie. –contesto mi Jasper, acercándose a darme un beso.

Sus besos eran iguales que sus labios, suaves y tiernos. Lo amaba, no había duda y si él no quería a mi Alicita o mi Jaspercito. Yo lo sola lo sacaría adelante.

-Cuídense, chicas.

Después de que Emmett y Edward se despidieron de sus respectivas novias, nosotras emprendimos camino rumbo al centro de Seattle en busca de una clínica privada.

Después de buscar por alrededor de media hora dimos con una, se veía tranquila y reservada. Exactamente lo que necesitaba.

Bella y Rosalie me tomaron de las manos y me dieron un ligero apretón. Les sonreí a ambas y suspire. Era ahora o nunca.

Entramos a la clínica y en una esquina frente a la recepción se encontraba una pequeña sala. Todo olía extrañamente a limpio. Una combinación entre oxigeno y cloro.

La secretaria nos sonrió. –¿Se les ofrece algo chicas?

-Sí, queremos un estudio de embarazo, por favor. –Pronunció Bella

-Claro que si, solo necesito que llenen esto y me muestren una identificación.

Nos tendió una hoja de registro y una pluma. Fuimos a sentarnos a la sala y comenzamos a murmurar.

-No podemos engañarla, Alice, nos pidió una identificación.

-Lo sé, Rose. –No quería dejar mi nombre porque me abrirían un historial, pero no había de otra. Suspiré. –Hagámoslo.

-Pero, Allie, podemos ir a buscar otra clínica.

-Nada de peros, Bella, los nervios me están matando, es mejor acabar con esto de una buena vez.

Suspiré y empecé a llenar el registro. Cuando por fin acabe, me levante y se lo lleve a la señorita. Saque mi identificación y la entregue junto con el registro.

-Aquí tiene.

-Gracias, linda. –Lo revisó y confirmo que todo estaba en orden. –Acompáñame, por favor.

Me indico un pasillo que se tendía a su lado izquierdo. Miré a Bella y Rosalie que me miraban con ansiedad reflejada. Mis nervios ya estaban bastante crispados, pero seguro empeoraría hasta saber los resultados. Les sonreí con la tranquilidad que mi rostro podía mostrar, la cual cada día era mínimo. Seguí a la secretaria.

Entramos a un consultorio.

-Toma asiento, querida.

Ahora que lo notaba, era una señora muy gentil, ni muy alta ni muy bajita, sus cabellos eran rubios, de tez blanca y labios rojos, ojos verdes oliva, estaba vestida de blanco con su cabello perfectamente recogido en una coleta mediana.

-Estira el brazo derecho, por favor.

Hice lo que me pidió y en mi antebrazo, me froto un algodón con alcohol para desinfectar y me encajo la aguja de una jeringa. Extrajo un pequeño tubo con mi sangre, me volvió a limpiar con el algodón y me dio la indicación de que lo mantuviera el brazo flexionado unos minutos.

Salí rumbo a la sala nuevamente, mientras esperaba las indicaciones de la señorita.

Bella y Rosalie se veían sumamente preocupadas. Rosalie miraba por la ventana hacía el exterior y Bella estaba en el piso con sus rodillas apretadas a su cuerpo, en cuanto me miro, se levanto corriendo y me abrazo, al igual que Rosalie.

Esperamos unos minutos más. Maya como se llamaba la enfermera que me atendió, regreso y nos hablo:

-Mira, querida, tus resultados estarán mañana, puedes venir a recogerlos a la hora que quieras.

Asentí con la cabeza y Bella tomo la nota que nos entregaba Maya, y la guardo en su chaqueta.

Salimos de la clínica, me sentía algo mareada por la extracción de sangre, así que Bella y Rose me llevaron a comer. Debíamos hacer tiempo. Extrañamente no me sentía de ganas de ir de compras, así que mejor fuimos al cine. A las 7 de la noche ya estábamos en la Academia.

Solo era cuestión de esperar un día para saber si estaba embarazada.

Edward POV

Se me había hecho muy extraño que Bella hubiera aceptado de buenas a primeras ir de compras, aunque hubiera sido una apuesta. Además Alice no se veía tan entusiasmada como otras veces y Rosalie, ni se diga. Algo andaba mal.

-Oigan, ¿no les pareció muy extraño que las chicas no nos hubieran comentado antes que irían de compras?

Les pregunte a Jasper y a Emmett de regreso a Forks.

-¿Cómo que extraño, Edward?

-Sí, Jasper, ¿no se fijaron? –Contesté poniéndome en medio del asiento trasero.

-¿En qué cosa? –Secundó Emmett, manejando.

-Como en que Bella no le gusta ir de compras y hoy acepto sin chitar.

-Era parte de la apuesta, Edward, Bella es buena perdedora y como tal acepta los castigos.

-Pero, ¿apuesta de qué, Jasper? ¿Qué apostaron?

-Pues cosas de chicas, Edward.

-Jasper tiene razón, Edward. Deja de romperte la cabeza.

-Me sigue pareciendo extraño. –dije rascándome la cabeza. –Haber, ¿Por qué Alice no estaba emocionada? Sabes muy bien Jasper como la ponen las compras. Últimamente está muy rara, junto con Rosalie y Bella. Algo pasa.

Repentinamente nadie más hablo. Cada uno iba sumiso en sus pensamientos. Llegamos a la Academia y tuvimos práctica.

A las seis de la tarde acabo el entrenamiento y cada uno regresamos a nuestra habitación. Era más que claro que las chicas nos ocultaban algo, pero, ¿Qué es lo que nos ocultan?

A las siete de la noche llegaron las tres, con la misma cara y sin ni una bolsa.

-¿Cómo les fue? –le pregunte a Bella, abrazándola y dándole un beso en los labios.

-Bien, bien gracias.

Acompañe a Bella a su habitación, pues se sentía muy cansada y quería refrescarse.

Entramos y me aventó su chaqueta a la cama.

-Enseguida regreso, me daré una ducha rápida. –Me dijo Bella dándome otro beso.

-Sí, aquí te esperare.

Camino rumbo al cuarto de baño quitándose la playera roja que traía y tirándola al suelo. Me dispuse a ver televisión mientras Bella se bañaba. No encontraba el control remoto, así que quite la chaqueta de Bella pensando que estaría bajo de ella. Lo que me encontré no fue el control de la televisión, sino un papel amarillo doblado a la mitad.

Voltee a la puerta del baño esperando que Bella no saliera. La curiosidad me gano y tomo el pequeño papel. Despacio y temeroso de lo que me fuera a encontrar lo desdoble.

Mis ojos se abrieron como platos, mi respiración se detuvo unos segundos, empecé a sudar en seco.

El papel era un recibo de una clínica privada, y en el centro de descripción decía Estudios de prueba de embarazo. Bella estaba embarazada, de mí. De repente, mi garganta estaba seca.

Escuche unos ruidos en el baño. No sé cuanto estuve sumido en mis pensamientos, que Bella ya había terminado de bañarse.

Salí de la habitación de Bella con el pequeño recibo entre mis manos. Necesitaba pensar. La idea de tener un bebe me tenía como ido. No era que no me agradara la idea, es solo que no me lo plantee que tuviera un hijo tan pronto.

Eso era lo que tenía a las chicas tan idas. Por eso no nos dijeron que irían de compras, porque en realidad no irían de compras sino a que Bella sé hiciera una prueba de embarazo a una clínica privada.

Ahora tenía que planear como se los diríamos a mis padre, aun ni siquiera conocían a Bella ó peor aún, como se lo diría a los padres de Bella. Tenía que pensar mucho. Yo no dejaría sola a Bella y menos esperando un bebé mío.

Bella POV.

Este día había tenido demasiadas emociones. Primero la alegría de poder ensayar en los estudios de mi ídola, Joan Jett, y después las ansias y la desesperación de saber si Alice estaba embarazada. Todo me daba vueltas y creía que en algún momento volvería el estomago. Me sentía mareada con un gran nudo de nervios en el estomago.

Cuando llegamos a la Academia me sentía sumamente cansada.

Edward me acompaño a mi cuarto y dijo que me esperaría mientras me bañaba. Pero cuando salí de bañarme, él ya no estaba y mi chaqueta estaba en el suelo.

Oh, oh. Mi cerebro me decía que checara el bolsillo de mi chaqueta, la tomé del suelo y revisé el bolsillo.

Por favor, por favor, por favor. Pedía internamente, pero me rendí cuando no encontré la nota.

Edward había descubierto la nota y se había ido.

La nota no traía el nombre de la persona a la cual le hicieron el estudio. Con el único folio podíamos recoger los resultados.

Rápidamente me vestí y salí en busca de Edward. Necesitaba hablar con él, aclararle que yo no estaba embarazada, pero, ¿Cómo hacerlo sin decir que la que posiblemente estaba embarazada era Alice? Esa pregunta fue opacada por una verdad muy dolorosa. Edward sospechaba que yo estaba embarazada, al enterarse salió corriendo de mi cuarto, porque él no desea tener un bebé conmigo.

¿Qué hubiera pasado si la que posiblemente estuviera embarazada fuera yo y no Alice? ¿Edward me hubiera dejado, me hubiera abandonado? Claro que me hubiera abandonado. Él no quería arruinar su vida con un bebé, él todavía tenía mucho que vivir y un bebé mío, no lo hubiera detenido.

Sabía que se había ido a esconder a la bodega donde teníamos nuestros instrumentos, ahí seguro nadie lo buscaría a menos que ese alguien fuera yo.

Con los puños apretados y mis ojos amenazándome con derramar algunas lagrimas de coraje, llegue a la bodega. Ahí en el sofá, enfrente de los instrumentos estaba Edward, sumamente concentrado en el papel. Pero por más enojada que estuviera, yo lo amaba y eso no lo podía negar.

-Edward. –Dije cuando estuve lo suficientemente cercas para que me oyera sin la necesidad de alzar la voz.

Su cuerpo se enderezó completamente y susurro mi nombre:

-Bella.

Me acerque más a él. Aun sentía en coraje por las conjeturas a las que habían llegado mis pensamientos.

-Se que encontraste la nota de la clínica.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-No podía, Edward.

-¡Pero esto es algo importante! Puede ser que estés embarazada.

Suspiré. Debía decir la verdad, o al menos a medias.

-Es que ese es el punto, Edward. Yo no puedo estar embarazada. Esa prueba de embarazo no es mía.

-¿Qué? ¿Cómo que no es tuya? Si la encontré en tu chaqueta.

-Sí, la encontraste ahí porque ahí la guarde, pero no es mía. No estoy embarazada. Y antes de que digas algo, déjame decirte que si estuviera embarazada yo sola puedo hacerme cargo de mi bebé y yo, no sería necesario que arruinaras nada de tu vida. El bebé y yo hubiéramos salido adelante.

Edward me miraba con cara de poema. No daba crédito a lo que le estaba diciendo.

-Espera, espera, ¿me estás diciendo que no me hubieras dicho que estabas embarazada? ¿Me hubieras negado el derecho de conocer a mi hijo? ¡¿Y de quién diablos es la prueba de embaraza?

-Si te hubiera dicho Edward, pero también te hubiera dicho que no habría necesidad de que huyeras, yo sola hubiera dejado claro que cuidaría de mi bebé.

-¿De que huyera? ¡¿De qué demonios hablas, Bella?

Mis puños se apretaron fuertemente.

-¡De esto! –dije arrebatándole la nota. -¡De que descubriste la nota y saliste corriendo pensando que estaba embarazada e ideando una forma de cómo lavarte las manos sobre el supuesto bebé! de esto hablo, Edward.

Edward camino enfurecido y me tomo de los hombros, zarandeándome un poco.

-Escúchame bien, Bella. Yo jamás, ¡jamás!, huiría y te dejaría sola cuando más me necesitaras. Si salí corriendo de tu cuarto, fue porque necesitaba pensar en cómo nos organizaríamos para cuidar a nuestro hijo, en cómo le pediría tu mano en matrimonio a tus papas, en buscar una casa para vivir juntos, en buscar un empleo para cuidarte a ti y a nuestro bebé. Entiende bien esto, un Cullen nunca niega su sangre.

Sus palabras me dejaron con la boca abierta. Él solo estaba planeando nuestra vida y yo estúpidamente vine con mis tontos reclamos.

Camine hacía Edward pidiendo que no me rechazara, había sido una estúpida, ¿pero que se suponía que pensara, cuando veo que descubrió la nota y no está? Que huyo obviamente, era lo más lógico.

-Perdona, Edward. –Negué con la cabeza. –Es solo que pensé que no te gustaba la idea de tener un bebé conmigo.

Me abrazo con fuerza y beso mis cabellos. –No tengo nada que perdonarte, Bella. Y claro que algún día quiero tener un bebé contigo. Te amo demasiado. Y no me importaría si ese día llega mañana, con tenerte a mi lado basta.

Sonreí. Ahora sabía que si llegara a salir embarazada, Edward estaría a mi lado. Pero eso no significaba que no nos cuidaríamos cuando tuviéramos relaciones.

Capítulo 25: Guerra de Bandas III. gran final Capítulo 27: ¡Libertad!

 
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