Rebeld'Girl (+18)

Autor: konitah
Género: + 18
Fecha Creación: 24/09/2010
Fecha Actualización: 30/12/2011
Finalizado: SI
Votos: 30
Comentarios: 22
Visitas: 123336
Capítulos: 31

Bella es una chica rebelde, qe tras ser expulsada de su antigua escuala en Phoenix, es llevada ala academia Williams, ¿Qe pasara cuando Bella se vea rodeada de fresas sin cerebro?


bueno esta historia pertenese a LunnaCullenHale  bueno yosolo tengo autoriasacion de publicar esta historia espero sus comentarioas para desirle algo sobre lo que ustedes opinan

 

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Capítulo 23: patetico, lo se

Capitulo 21. Patético, lo sé.

Bella POV

El día anterior había sido muy estresante. Seguía enferma, la estúpida de Toña había pasado el concurso, ¿Cómo? No lo sé, pero lo averiguaría, y para decorar el pastel, el estúpido de James se había aparecido en mi habitación, ¿Qué diablos estaba haciendo en Forks? Ah, ¿Como lo pensé antes?, su llegada a Forks tenía respuesta: René.

Edward había ido a su habitación a cambiarse, porque esa noche no había traído ropa con él. Así que me dejo sola. Volvería, teníamos que hablar y sobretodo contarle quien puñetas era James.

Me levante de la cama y tomé mi celular, marque el numero de René.

Espere mientras mi teléfono sonaba, cuando por fin tomaron la llamada, hablé:

-¿Hola? ¿René?

-¡Bella!, ¿y ese milagro que te acuerdas de tu madre?

-Que graciosa, mamá. –conteste con sarcasmo, pero tenía razón desde que me mandaron a Forks, solo le mandaba e-mails de vez en cuando.- tenía ganas de hablar contigo y sobre todo preguntarte algo.

-Yo también tenía ganas de hablar contigo, hija, justo ayer le decía a Charlie qué te extrañaba. –sonreí ante sus palabras, aunque siempre me portaba mal, quería a mis padres, seré una perra, pero hasta yo tengo sentimientos, y eso me seguía preocupando, ¿habré soñado o realmente le había dicho a Edward que lo amaba? ¿En verdad amaba a Edward? Mi cabeza daba vueltas pero tenía que aclara todos mis sentimientos. -¿Qué es lo que me quieres preguntar?

Eso me había sacado de las preguntas que rondaban en mi cabeza, y me enfoque en lo realmente importante.

-Me puedes decir, ¿Cómo supo James que estaba en Forks? –Pronuncie cada palabra con irritación- creí haberte dicho una vez que no quería volver a saber de él.

-Vamos Bella, no es para tanto, él todavía te quiere, -yo rodaba mis ojos, no puede ser que René siguiera creyendo en ese infeliz- dijo que tú eras el amor de su vida.

-¡¿Qué? ¡Y tú le creíste a ese imbécil!, no puedo creer que seas tan ciega, René.

-¡Bella!, cuida tu boca jovencita.

-¡Si, si, si, lo que tu digas René! ¿Sabes qué? Mejor me voy, después hablamos, tengo mucho que pensar gracias a tu brillante idea, hasta luego mamá y salúdame a Charlie. ¡Adiós!.

Colgué antes de que me contestara. No quería seguir peleando con ella. Avente mi celular a la cama y me metí a bañar, necesitaba pensar muy bien todo lo que me estaba pasando, pero mi prioridad era saber si realmente amaba a Edward.

El agua estaba tibia cuando me introduce bajo el chorro de agua. Me enjabonaba por inercia, mi cuerpo se movía pero mi mente no le daba órdenes. ¿Realmente amaba a Edward? Lo quería sí, pero, ¿lo amaba? Solo una vez había entregado el corazón, y me lo regresaron hecho pedazos, humillado, dañado, con un dolor inmenso, pero seguía latiendo, y sobre todo, ¿amando a ese imbécil?

Reconozco que el ver a James en mi cuarto me movió de sobremanera los sentimientos que tenía en mi interior muy bien sepultados, pero lo que sentía por Edward seguía estando ahí. ¿Seguía amando a James? ¿Amaba a Edward de la misma manera que amaba a James? No, claro que no. ¿O sí?

-¡Carajo!, esto del amor es muy difícil.

Salí del baño y me aliste. Tenía clases. Paseando por el pasillo de la escuela me tope con diversos compañeros, no tenía idea de cuáles eran sus nombres, pero al parecer ellos si sabían quién era yo. ¿Desde cuándo me volví popular? Más bien, ¿era popular?

Reste importancia a todos los halagos y cumplidos que me decían, no era tan superficial como para creérmelos. Además tenía prisa, mi cabeza seguía divagando y se me había hecho tarde para la única clase que de verdad me interesaba pasar. Literatura.

No estaba de ánimos para poner atención a la clase. Así que me senté en la última fila y en el último asiento, de esta manera podría seguir divagando en mis estúpidos pensamientos.

Pensaba en los besos de James, toscos, agresivos, urgidos de necesidad, asquerosos, repulsivos, nada comparados con los de Edward, suaves, gentiles, llenos de amor, encantadores, adictivos, me di cuenta que al recordar los besos de Edward, instintivamente me tocaba los labios.

¿Pero qué carajos me pasaba? ¿Comparar a Edward con James? ¡No, jamás! Eran totalmente diferentes, en todos y cada uno de los sentidos.

-¡NO!

La clase entera volteo a verme. La profesora me miraba con un gran signo de interrogación en el rostro.

-Tengo que irme. –levante mis cuadernos y me dirigí a la salida. Desgraciadamente al llegar casi a la puerta, Tanya, si compartía esa clase con ella, muy a mi pesar, me metió el pie y termine en el suelo. Todos empezaron a reír.

-¡Ups! –dijo la zorra tapándose la boca fingiendo inocencia. Me levante del suelo y recogí mis libros. Estaba muy enojada, furiosa más bien. Fulmine a toda la clase con la mirada, seguramente lanzaba llamas por los ojos, y como dicen por ahí, si las miradas fueran puñales… todos, inclusive la maestra que había soltado una ligera sonrisa, instintivamente se callaron. Sonreí ante su reacción, conmigo nadie se metía. Mire a Tanya con mi mejor sonrisa, ante ella me arregle el estúpido uniforme que me hacían usar.

-No te preocupes, Tanya. –sonreí aun mas, y dos segundos después mi puño fuertemente cerrado se estampaba contra la nariz operada de la barbie que tenía enfrente de mí. A causa de la fuerza en que estampe mi puño en su cara, la zorra cayó hacia atrás. Me dolía un poco el puño, pero lo podría soportar. Tanya se agarraba el puente de su nariz, observe vestigios de sangre, pero no me importaba. -¡ups!, trate de imitar tu voz, Tanya, pero la voz de perras y zorras no me sale, y eso fue para que no te metas conmigo, ¿entendiste?

Tanya no me respondía, todos estaban asombrados y pasmados por lo que acababa de hacer, me seguía sorprendiendo el hecho de que, cosas que normalmente hacia en mi antigua escuela, aquí no pasaran.

Camine a la puerta y salí a el rumbo que quería. Necesitaba estar con Edward.

Corrí hacia la clase de Calculo, donde estaba Edward, abrí la puerta sin tocar, el profesor, que de por si me odiaba, me fulminó con la mirada.

-Lo siento mucho profesor, es solo que la Srita. Bethany me mando por el alumno Cullen, -el profesor suavizo su expresión. Mi respiración agitada a causa de la carrera y mi desesperación por hablar con Edward, hizo más creíble mi mentira. –Al parecer, algo le paso a su mamá.

Edward abrió demasiado lo ojos, pero con la mirada le di a entender que su mama estaba perfectamente.

-Salga Sr. Cullen. –dijo el profesor alarmado, todos menos Edward y yo estábamos alarmados, claro que tuvo que fingir un poco. Tomo sus libros y salió a prisa del salón, cerrando la puerta tras él.

En cuanto cerró la puerta, lo bese tan desesperadamente. Su cuerpo se estampo contra los casilleros, pero en ningún momento separe mis labios de los suyo. Su beso me trasmitía miedo, confusión, amor, comprensión, ternura, desesperación, todo mezclado. Necesitaba saber si lo amaba. Necesitaba contarle toda mi historia con James, necesitaba saber que ya había superado y cerrado ese capítulo en mi vida.

-Bella, amor, ¿Qué sucede?

Acariciaba mi mejilla, y me sonreía dulcemente, gestos y pequeños detalles que James jamás hizo. ¿Cómo pude enamorarme de James? Esperen, ¿me llegue a enamorar de James? Ahora que lo analizo, no, jamás lo ame.

-Necesito contarte toda mi historia –dije viéndolo a los ojos, sintiendo sus caricias.- y necesito contártela ahora.

Tome la mano que me acariciaba la mejilla y lo jale rumbo a mi habitación. En si no sabía a dónde ir, y no se me ocurrió más que mi cuarto. Los chicos y los demás alumnos estaban en clases, así que nadie nos interrumpiría.

Abrí mi cuarto y jale a Edward a su interior. Solté su mano y cerré la puerta con broche, por si las dudas. Edward se sentó en mi pequeño sofá y me miraba aun confundido. Caminé hacia él y me senté encima de él. Lo bese de nuevo con desesperación. Mis manos jugaban con sus cabellos cobrizos mientras sus manos estaban firmemente en mi cintura y nuestras lenguas tenían una batalla campal con nuestras bocas unidas.

No quería separarme de sus labios, pero tenía que hacerlo. Necesitaba ser totalmente sincera con Edward.

Sus labios estaban hinchados por la fuerza y fiereza de nuestro beso. Los míos palpitaban, debían estar de igual forma.

-¿Me contaras que te sucede?

Asentí con la cabeza y lo bese de nuevo. Necesitaba sentir esa pequeña corriente eléctrica que sentía cada que besaba sus labios: cada que sus manos tomaban las mías; cada que me sonreía como solo Edward sonreía; cada que lo abrazaba y acomodaba mi cabeza en su pecho escuchando su fuerte corazón; cada que me decía que me quería; cada… cada que pensaba en Edward; cada que estaba con él.

-Te contaré todo, -baje de encima de Edward y me senté a un lado, doblando mis piernas, pegándolas a mi pecho y abrazándolas. –quien era el tipo que estaba ayer aquí, porque estaba peleando con él y porque lo detesto tanto.

Edward me observaba atento, podía sentir como observaba cada movimiento, gesto y absolutamente todo lo que decía.

Suspire y empecé a hablar:

-Hace cerca de un año y pico, yo era totalmente diferente, no era lo que soy ahora, era dulce, tierna, respetuosa, jamás alzaba la voz, y mucho menos tenía peleas, -mis ojos vidriosos miraba el par de esmeraldas que me calcinaban escuchando atentos. –Era aplicada en mis materias, aunque siempre tuve problemas con Cálculo, -sonreí un poco pero esa sonrisa no llego a mis ojos. –era la alumna perfecta, hasta que conocí a James.

Mi mente empezó a divagar en aquellos recuerdos que tenía muy bien bloqueados en mis recuerdos. Debía averiguar si ya había cerrado ese capítulo en mi vida.

Hacía un calor insoportable en Phoenix, por lo que al levantarme de mi cama tomé una ducha bien helada. Eso me refresco bastante. No tenia ánimos de llevar el cabello suelto como siempre lo hacía, así que me lo agarre en una coleta alta. Me puse un pantalón de mezclilla azul y unos zapatos cómodos para el día, una blusa de botones blanca, un ligero rímel en mis pestañas y un brillo labial trasparente. Tome mi mochila y baje al comedor.

-Hola papá, hola mamá, ¿Cómo amanecieron?

-Muy bien, Bella, ¿y tú? –pregunto mi padre, bajando el periódico que ocultaba su rostro mientras leía.

-Muy bien, gracias.

-Siéntate, Bella, ya pongo tu desayuno. –hablo mi mamá mientras guisaba un par de huevos para Charlie.

-No te preocupes, mamá, -hable mientras masticaba un pedazo de tostada y le daba un beso y otro a Charlie. Me acaban de regalar mi auto, tome mis llaves y salí. –Hasta luego.

Se despidieron de mi y salí hacía la escuela. Todavía faltaban 20 minutos para la primera clase, pero me gustaba llegar temprano para tomar los lugares de enfrente. Estacione mi auto y baje de esté. Caminando hacia la entrada del instituto, cuando una Lincoln navigator color negra casi me atropella. Brinque hacia atrás y mire enojada la camioneta, los vidrios estaban polarizados así que no podía ver quien la traía. No le tome importancia y camine de nuevo a mi salón. Cuando casi llegaba a la puerta del instituto escuche que alguien me gritaba un perdón, pero ni siquiera me tome la molestia de voltear al imbécil que casi me atropella.

Edward no me decía nada y yo se lo agradecía, aunque a la vez me preocupara lo que pensaría de mí. Apreté más mis rodillas y seguí hablando.

Saque mis libros de la primera clase de mi casillero y camine al salón, cuando choque con alguien, haciendo que cayera al piso y mis libros se esparcieran por el suelo.

-Perdona, -dijo la voz más sensual que había escuchado en mi vida. –no te vi.

El chico más exquisito que mis ojos habían mirado antes estaba ante mí. Su tez era blanca y sus ojos azules como el cielo, su cabello rubio, lacio y largo, el cual traía amarrado también en una coleta baja. Me sonrió dulcemente y mi sonrojo se hizo evidente.

Me ofreció su mano y con duda y vergüenza la tome, me ayudo a incorporarme y después recogió mis libros.

-Me llamo James, ¿y tú? –me pregunto entregándome mis libros, su sonrisa me hacia actuar más torpe de lo que de por sí ya era.

-M-me llamo Be-ella.

Genial. Ahora hasta tartamudeaba.

El chico guapo o James, sonrió dulcemente. –Mucho gusto, Bella.

Desde ese momento nos hicimos grandes amigos, pero justo al mes de haber llegado al instituto y de enterarme que él era el dueño de la camioneta que casi me atropellaba, se me declaro.

-Bella, sé que es un poco pronto, todo ha sido muy rápido, pero tú me conquistaste desde el primer día que te vi, ¿quieres ser mi novia?

Por supuesto que yo acepte. James era mi primer novio, y mi patética mente pensaba que sería el único. Los meses transcurrieron, todas las chicas de la escuela me odiaban por el hecho de ser novia de James, el chico más guapo y sexy del instituto. Nadie podía creer como es que un chavo como James se enamoro de alguien como yo. Para ser sincera ni yo lo creía, pero era demasiado ingenua.

Una noche, justo cuando cumplíamos 2 meses juntos, James me llevo a cenar al restaurant más caro de Phoenix. Lo mejor para mi, repetía James. Después de una deliciosa cena romántica, y bailar un rato, cosa que hacia pésimo, nos disponíamos a volver a mi casa.

-¿A dónde vamos, James?

-¿Te gustaría que fuéramos al mirador antes de llevarte a tu casa?

Lo pensé unos segundos y acepte.

-Anda, Bella. –James había aparcado en el mirador, lejos de los demás carros, estaba sobre mí, acariciando mis piernas. Yo todavía no me sentía preparada para estar con él. Ese día acabábamos de cumplir dos meses y aun que sabía, porque así era mi deseo en ese instante, que algún día estaría con James, no quería hacerlo todavía y mucho menos en un auto. –Solo déjate llevar.

De un momento a otro, ya nos encontrábamos en la parte trasera del auto, desnuda y James embistiéndome como un animal. Me dolía demasiado, no fue delicado aun sabiendo que era mi primera vez, y la verdad no goce nada.

Edward en ningún momento me interrumpió, pero su mandíbula estaba tensa. Suspire y continué con el relato.

Días después escuche como Victoria decía que yo era una estúpida, que ella ya conocía a James de tiempo atrás y que me arrepentiría de estar con él. Yo estaba enamorada de James y en mi enojo por defender a mi novio y sobre todo a mí, le grite que era una envidiosa, que estaba celosa por que James me había preferido a mí en vez de a ella. Victoria era de las más populares en la escuela, y eso fue una humillación para ella, así que decidió vengarse de mí.

Varias semanas después de ese incidente, todo volvió a la normalidad o eso supuse yo.

James estaba de lo más extraño conmigo, me besaba con brusquedad como siempre, pero ahora parecía que quería buscar algo que no encontraba. Sentía un nudo en el estomago. Hasta que un día, cuando llegue a la escuela todos empezar a reír cuando me vieron.

Caminaba hacia mi casillero, apretando mis libros fuertemente. Por los pasillos todos me apuntaban y se reían de mí. No entendía nada, para mí todo estaba bien. De reojo me miraba para ver si no traía algo mal en mí, un tenis de un color y otro de otro, si se me veía las bragas, si traía un letrero en la espalda, pero nada. Todo en mi estaba bien… hasta que llegue a mi casillero.

En ese instante me percate que todos tenían volantes en las manos y después de leerlos me veían a mí y reían.

En mi casillero, había un volante color amarillo pegado, con dos fotografías impresas. En una estaba yo desnuda, dormida, la habitación la recordaba pues era de una cabaña a donde me llevo James el fin de semana anterior, pero yo no le di permiso de tomarme esas fotos.

En la foto de al lado esta James teniendo relaciones con…Vladimir. Mi mundo se vino en pico, mi cabeza dio vueltas, pero mis ojos enfocaron lo que el folleto decía: "tan fría en la cama que su novio se volvió gay" y abajo tenía con letras grandes "LOSER".

Mis libros cayeron al suelo, no podía creer que fuera tan poca cosa como para que James, mi novio, se hubiera vuelto gay. Corrí fuera de la escuela, quería encontrar a James y que me explicara esas fotografías, recorrí cada rincón del instituto sin encontrar rastro de él y con las risas sonando tras de mí. Así que tome mi carro y maneje hacia su departamento.

Ahí estaba su camioneta. Se encontraba en casa. Toque la puerta pero nadie me respondía, me acorde que James guardaba una llave en el marco de la puerta, así que la tome y abrí la puerta.

-James, James, ¿estás aquí?

Nadie me respondía, pero de la habitación de James se escuchaban jadeos y gemidos, camine hacia ella temerosa de lo que me fuera a encontrar dentro de ese cuarto.

-Si… dale, mmm… más duro Vlad…

Mis pies se detuvieron en seco, las lágrimas corrían por mis mejillas, no podía creer que lo del folleto fuera verdad, pero lo era. James me engañaba, y aun peor que eso, me engañaba con un hombre.

Algo dentro de mí se rompió en mil pedazos, salí corriendo de ese departamento, de pronto sentí que me faltaba el aire, el pecho me subí y bajaba demasiado rápido a causa de la carrera, llegue a mi auto y acelere, lo único que quería era salir de ahí cuanto antes y alejarme de James lo mas que pudiera.

Aparque en mi casa de un enfrenon, gracias a Dios no había nadie en la calle a quien hubiera podido atropellar ni nadie en mi casa, eso era lo que quería, estar sola y llorar hasta que mi vida se me fuera en ello. No deseaba que nadie me consolara, deseaba sufrir por lo estúpida que llegue a ser.

Llore hasta que quede rendida en la cama.

Los días pasaron y mis padres me preguntaban el motivo de porque James ya no venía a la casa.

-Ya no viene, porque terminamos.

La verdad yo ya no sabía nada de él. Todo eso ocurrió a una semana de salir de vacaciones, como yo era de las de el cuadro de honor, en todos mis exámenes me exentaron, así que pude faltar sin ningún problema.

René y Charlie se estaban preocupando demasiado y como no, si me la pasaba encerrada en mi habitación, no comía casi y tampoco hablaba mucho. Hasta un día que Ángela fue a mi casa. Ella era, sino es por mucho, mi única amiga en Phoenix.

-Venga, Bella, levántate de la cama.

Me la pasaba en mi cama, lamentándome por lo ingenua que fui.

-No quiero, Ángela, quiero morirme.

-No digas estupideces. Ahora, ¡LEVANTATE!

-¡CARAJO! ¡¿Qué no entiendes que no quiero? -La cara de Ángela era un poema, nunca en mi vida le había hablado así, ni a ella ni a nadie. –Lo siento mucho, Ángela, perdóname, no quise gritarte.

Se apresuro a negar con la cabeza y me sonrió. –No pasa nada, Bella. Pero debes entender que no puedes estar todo el día encerrada en tu habitación, aislándote del mundo exterior, debes salir y superar eso.

Mis ojos, como todos los días, amenazaban con que las lágrimas se me derramaran. -¿Y cómo puedo seguir, si mi corazón está en mil pedazos? Soy el hazmerreir de toda la escuela, no hay nadie que no me hubiera visto desnuda y a James con otro. Creo que los únicos que no saben son René y Charlie.

-Debes demostrar que eso no te afecta, que tienes el orgullo y el corazón intacto, que no estarás como estas ahora, -me tomo de los hombros y me sacudió un poco.- tienes que renovarte, Bella.

Renovarme, demostrar que no me afectaba aunque por dentro me estuviera muriendo.

-Me tengo que ir, Bella, pero piensa lo que te dije, no le des el gusto a Victoria de verte derrotada ahora que entremos a la escuela de nuevo. Y mucho menos le des el gusto a James de verte sufriendo por él.

Ángela se fue y yo me quede meditando todo lo que me dijo. Me metí a bañar y mi mente empezó a trabajar. Todo lo que me dijo ella tenía razón, así que cuando salí del baño, caminé a mi closet. Lo primero era renovar mi actitud, me limpie todos los restos de lagrimas que caían de mi rostro y los transforme por furia y dureza, no volvería a ser la misma Bella Swan, la ingenua, la tonta, la dulce, la matadita de la que todos se burlaban, nunca volvería ser ella. Jamás lloraría de nuevo por un hombre, pero sobre todo, no me volvería a enamorar.

Evite a toda costa mirar los ojos de Edward, no quería ver lo que sus ojos me dijeran. Jugué con mis dedos y continué con el relato.

De mi closet saque unos pantalones grises desgarrados que se ajustaban a mí figura y un blusón gris de tirantes gruesos que llegaba hasta medio muslo, regalo de Ángela tiempo atrás, jamás me la puse porque, estúpidamente pensaba que dejaba ver demasiado de mi. Mi cabello caía mojado sobre mi espalda, cambiaria mi imagen completamente, me senté frente a mi tocador, aun lado tenía mi ipod y puse la primera canción que tenía en la lista, I hate myselft for loving you de Joan Jett.

-Por eso acepte cantarla la otra vez, porque me traía recuerdos.

Después de eso, escuche una y otra y otra vez Love Hurts todo lo que esa canción decía no era más que la verdad. Tome unas tijeras de mi tocador y agarre un mechón de cabello.

-Anda Bella, hazlo, no vuelvas a ser la misma Bella de antes, la cobarde, la ingenua, la que todos se burlan de ella, ¡HAZLO!

Y corte mi cabello. En ese tiempo lo tenía más o menos hasta la cintura, y cuando por fin lo termine de cortar lo deje hasta un poco más arriba de mis hombros, desordenado, pero con estilo, totalmente diferente a lo que era antes. Y me gustaba lo que veía.

Mis papas se preocuparon un poco por mi cambio de actitud y de look, pero yo estaba bien, me sentía bien.

Cuando regrese a la escuela, nadie me reconoció. Todos murmuraban que Bella Swan se había suicidado por la humillación sufrida, otros acertaban a medias, porque decían que era yo, pero que según había matado a James, porque por casualidad, se había ido de la escuela. Pero a medio año volvió.

-¿Bella? ¡Bella! ¿Eres tú?

Crucé mis ojos con él y seguí mi camino. No quería hablar con él, estaba muy bien con mi cambio y no quería que me humillara de nuevo. Corrí detrás de mí y me tomo del brazo.

-¡Suéltame, imbécil! ¡No te atrevas a tocarme de nuevo!

Me zafe de su agarre y camine más rápido, dejándolo parado y anonadado.

Las clases transcurrieron como debían, baje de calificaciones, pero no tanto como para reprobar todas las materias. Tuve varios reportes, principalmente por responderle a mi maestro de Cálculo y por algunas otras más. Pero la peor fue una pelea que tuve con Victoria.

-Miren, chicas, miren quien va ahí. Nada más y nada menos que nuestra queridísima compañera, Bella Swan. –hablo Victoria, provocando la risa de todas las rubias plásticas que estaban con ellas. –La mujer más fría que conozco. Cuiden a sus novios chicas, no los vaya a convertir en gays.

Las risas resonaron más fuertes y yo detuve mi andar. Voltee a mirar a Victoria con mis puños apretados y camine decidida a arrancarle sus rizos.

-Repite lo que acabas de decir, perra.

Mis dientes rechinaban, estaba furiosa.

Victoria me miraba con superioridad y confianza. Estaba segura que no le haría nada. -¿Qué cosa? Que eres tan poca mujer que tu novio se volvió gay.

Mis puños se apretaron más y me lance contra ella como una leona en furia. Su cara cambio de superioridad a susto cuanto ya la tuve en el piso y la agarre del cabello, sus manos estaban en mis muñecas y trataba de que la soltara.

-¡Suéltame! AAAAAAAAAAAH –gritaba. Yo estaba encima de ella, pero podía sentir pataleaba mientras yo sacudía su cabeza de un lado a otro. Solté una mano de su cabello y me dedique a darle unas buenas cachetadas. El anillo que siempre uso, lo voltee dejando la pequeña piedra dentro de mi palma, le di otra cachetada dejándole una perfecta cortada de donde brotaba un pequeño vestigio de su asquerosa sangre.

-¡Esto te enseñara a no meterte conmigo de nuevo, bruja!

Unos fuertes brazos me separaron de la perra a la que estaba apaleando.

-¡Suéltame cabron! ¡Esta idiota tiene que aprender a respetarme!

Para mi sorpresa quien me quito de encima de Victoria fue James, pero antes de poderle decir algo mas a él o a Victoria, llego el director.

-¡¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué está sangrando Señorita Parker?

-¡Director Wild, la loca de Isabella Swan me ataco sin motivo!

-¿Eso es cierto, Señorita Swan? –el director me miraba mientras James me soltaba y le propinaba un golpe por haberse atrevido a tocarme de nuevo.

-Sin razón no, pero si la ataque, ¿y? –le conteste alzando la barbilla. –y lo volvería a hacer, esa zorra no se merece menos.

-Cuide su vocabulario, Señorita Swan, y diríjase a mi oficina, ¡ahora!

Con todo el coraje aun dentro de mí, camine rumbo a la dirección. Rato después de escuchar un sermón por parte del director, vino lo realmente feo.

-… y por ese motivo, señorita Swan, me temo que esta expulsada de la escuela.

-¡¿Qué? ¿Por qué demonios me expulsa? –pregunte parándome de la silla y azotando el escritorio del director Wild con las manos.

-¡Señorita Swan!

Respire varias veces tratando de calmarme, pero no podía. -Explíqueme.

-Como ya le dije, varios maestros se han venido a quejar de su actitud y con la pelea de hoy… me meteré en problemas si no la expulso, sabe muy bien como son los padres de familia con estas situaciones, lo que no me explico es que fue lo que le paso señorita Swan, usted no era así.

-Mire director Wild, con todo respeto, lo que me haya pasado o no… ¡NO ES DE SU INCUMBENCIA! –Suspiré enojada- y si me va a expulsar, perfecto, ¡no tendré que mirar más esta escuela de porquería!

Me levante y salí de la oficina, azotando la puerta. Ya nadie había en el estacionamiento. Solo mi carro estaba a un lado de un Camaro rojo. Al acercarme me fije que la puerta del copiloto del camaro estaba abierta.

-Te tardaste demasiado.

Toparme con James no ayudaba mucho a mi estado de animo. -¿Qué es lo que quieres, James? –pregunte tratando de abrir mi carro.

-Hablar contigo, Bella. Te extraño demasiado. Perdóname por irme así, de buenas a primeras, pero fue una emergencia.

Abrí la puerta de mi auto y suspire. Voltee a mirarlo y le conteste: -No quiero hablar contigo hoy, de hecho no quiero hablar contigo ni hoy ni cualquier otro día de mi vida. ¡Déjame en paz!

Subí a mi auto y cerré la puerta, lo encendí y di de reversa, James salió a verme, pero antes de irme volví a hablarle. –Y ni se te ocurra volverme a hablar, ni a mi familia ni a mí, ¡te odio!

Después acelere y lo perdí de vista. Esa noche cuando mi mamá se entero fue cuando decidió mandarme para Forks…

Apreté mis rodillas mas fuerte hacia mi pecho, no quería mirar a Edward, temía por sus reacciones. –Patético, lo sé, pero por eso es que no me quería enamorar.

Edward suspiro. –Bella, yo…

-Espera, Edward… -lo interrumpí antes de que siguiera hablando. –Por eso no me quería enamorar de nadie, ni de ti, -levante mi vista y sus ojos mostraban tristeza y confusión.- no quería enamorarme de ti, pero ya lo hice. Me enamore de ti Edward, todo mi ser te aclama, mi corazón se acelera con solo pensar en ti. Cada que te beso, algo en mi crece y se expande, cada una de mis terminaciones cobra vida propia, siente hasta la más minúscula caricia de aire, y me falta el aire, -el brillo de tristeza en los ojos de Edward cambio por el de alegría.- pero tengo miedo. Miedo a que me lastimes, miedo a que me dejes, miedo a que si todo sale mal no pueda no vuelva a tener la fuerza necesaria como para sobreponerme de ello. –Suspire y baje la mirada. Las manos de Edward alzaron mi rostro y me miraron con tanta ternura y amor, que no lo dude dos veces. –Pero a pesar de ese miedo, te amo. Te amo como jamás pensé amar a alguien, porque de James me enamore, pero a ti, a ti te amo, Edward.

-Bella, yo también te amo, -sonreí- te ame desde la primera vez que te vi en aquella tienda de disfraces, ¿te acuerdas? Pero tenía miedo de que si te lo decía, te espantaras y me dejarías, te necesito demasiado, Bella. Te amo demasiado.

Sus manos acariciaban mis mejillas enrojecidas. –Claro que me acuerdo, después de eso fue cuando te bese por primera vez. Debiste haber visto tu cara, fue genial.

Los dos reímos de ese día, pero lo cierto es que jamás olvidaría la primera vez que bese a Edward.

Poco a poco volvimos a la calma. Edward jugaba con los dedos de mis manos. –Bella… en verdad te amo como nunca, tú eres lo que siempre busque en alguien, una mujer de verdad, enérgica, fuerte, con carácter, tierna y dulce a la vez. Una persona de nombre Bella Swan.

Edward se acerco y se coloco encima de mí, haciendo que me recargara en el sofá. Me beso tiernamente mientras mis manos se enterraban en sus cabellos rebeldes; sus manos me acariciaban los costados de mi cintura y parte de mi muslo.

-Te amo, Bella. Y me muero por hacer el amor contigo, pero no ahorita, no aquí. –me volvió a besar de la misma forma, transmitiéndome todo el amor que sentía por mí. La verdad yo también me moría por hacer el amor con Edward y demostrarle cuanto lo amo. –quiero que nuestra primera vez juntos sea especial. Tan especial como no lo fue con ese imbécil. Gracias por contarme todo lo que pasó, si antes te amaba ahora te amo mucho más.

Mi sonrojo se noto aun más. Pronto sería completamente de Edward, y eso me ponía enormemente feliz… y sumamente nerviosa. Pero lo amaba, así que todo saldría bien, o al menos eso esperaba.

Capítulo 22: NOTA Capítulo 24: al aire libre

 
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