CLARO DE LUNA de Midnight_girl

Autor: nessyblack, CECI
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 14/07/2009
Fecha Actualización: 21/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 74
Visitas: 97560
Capítulos: 37

EL REGRESO:

 

 

“Por fin” suspiré mientras observaba el anuncio de mi llegada a Forks. Había decidido hacer ese viaje en auto, aunque mis padres se habían empeñado que tomara un vuelo hasta Seattle. Pero si había decidido hacer un viaje largo era precisamente porque necesitaba mucho tiempo a solas y en silencio para poder dar rienda suelta a mis pensamientos; pensamientos que habían surgido casi un año atrás, y que me habían obligado a estar constantemente alerta para que mi papá, con ese maravilloso don que poseía, no se enterase de ellos....

 

 

AUTORA: MIDNIGHT_GIRL

 

 

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Capítulo 6: LA CAZA

–¿Segura que no quieres ir a Port Angeles? Podemos ir al cine y después a cenar. –Me preguntó por enésima vez justo cuando estacionaba la camioneta fuera de la casa de mi abuelo.

–No, gracias. Este día fue maravilloso, pero estoy agotada. Lo único que quiero es tomar una ducha e irme directamente a la cama. –pude ver en su cara que mi respuesta lo había decepcionado. Vaya, realmente tenía ganas de alargar nuestra cita lo más posible.

En otro momento, encantada habría aceptado ir a donde quiera que me invitara, pero mi excusa del cansancio era en parte real. Había sido un día muy largo y me sentía algo cansada, pero también me empezaba a sentir muy, pero muy sedienta. Necesitaba urgentemente ir de cacería, habían pasado casi dos semanas desde la última vez.

No quería decirle a Jacob de mis planes para esa noche, porque sabía que se empeñaría en acompañarme, y aunque muchas otras veces había salido de caza con el resto de mi familia, ahora que oficialmente era mi novio, no se me antojaba mucho que me viera cazando, donde dejaba mi humanidad a un lado y me guiaba por el instinto predador.

Mi novio oficial… vaya, sí que era raro pensar en él de esa manera. Siempre había sido mi mejor amigo, y si bien de un tiempo para acá lo empecé a ver de una manera más carnal, no podía creer que al fin estuviéramos juntos.

En fin, también quería un momento a solas, lejos de Jake y del abuelo para pensar, primero en cómo decirle a mi familia que pensaba quedarme en Forks y posponer la ida a la universidad uno o dos años. Papá ya se había encargado de que me admitieran en la escuela de leyes de Harvard, pero honestamente, yo no me veía como abogada. Es que ni siquiera sabía aún qué hacer con el resto de mi vida. Había dos cosas en lo que sabía que era realmente buena: en la ropa y tocando el piano, pero no estaba muy segura si quería ganarme la vida con eso.

Lo segundo que había en qué pensar, era también cómo decirles lo mío con Jacob. ¡Cómo me encantaría poseer el don de papá o el de la tía Alice! Para saber qué pasaba por sus mentes al escucharme decirles “Jacob Black es mi novio” o por lo menos, para poder ver el futuro y saber cómo me iba a ir al darles la noticia.

Y por último, el otro tema que no me dejaba de dar vueltas en la cabeza, era el amor frustrado de Jacob por aquella otra mujer…¡Demonios! ¿Cómo podría saber más de la historia, sin levantar sospechas? Porque si se lo preguntaba a Seth, Jacob lo terminaría sabiendo. Tal vez si se lo preguntaba a mamá, como no queriendo la cosa... Ellos habían sido amigos por mucho tiempo, tal vez mamá supo algo sobre “esa” o con algo de suerte, llegó a conocerla en persona. Sí, tal vez por ahí pudiera enterarme más del asunto.

–¡Hey, Nessie! –la voz divertida de Jacob me sacó de mis cavilaciones. –Ja, ja, ja. Creo que sí estas muy cansada, te quedaste como ida un buen rato.

–¿Eh? –Vaya, así que me había quedado completamente ensimismada en mis pensamientos que ni cuenta me había dado que Jacob se había bajado a abrirme la puerta y esperaba pacientemente con ésta abierta, a que yo me bajara del vehículo. –Perdona, definitivamente me estoy quedando dormida con los ojos abiertos.

De un brinco me bajé de la camioneta y cerré la puerta tras de mí. Alcancé a ver en el reloj de Jacob que eran pasadas las siete de la tarde, el cielo ya se había puesto algo oscuro. Noté que la patrulla de Charlie estaba ya estacionada afuera de la casa, así que seguramente me estaría esperando para cenar.

–¿No hay nada que pueda decir o hacer para convencerte de que estés conmigo un par de horas más? –su voz salió en un suave y sexy ronroneo, mientras deslizaba sus brazos por mi cintura. Ladeé un poco la cabeza, para permitir el acceso de su boca a mi cuello. Estuve a punto de olvidarme de mis planes de caza, pero sólo a punto, porque el latido de su corazón avivó el ardor que me provocaba la sed.

–Jake… –mi voz era apenas un hilo… definitivamente estaba a punto de perder la lucha con mis hormonas si no era capaz de controlarme un poco –No creo que te guste la idea de tener que cargarme cuando me quede dormida en el primer asiento mullido que encuentre.

–Sabes que eso para mi no sería ningún problema… Tenerte en mis brazos jamás ha sido un inconveniente.

Sabía que estaba a punto de ponerme a ronronear como la gata sobre el tejado caliente de cinc. “Renesmee, ¡compórtate!” me reñí a mi misma. ¿Qué tenía este hombre que hacía que perdiera el piso? ¿Sería algún tipo de magia mística? ¿Por qué las mujeres Swan terminábamos irremediablemente atraídas por seres tan fantásticos, que la mayoría creía que eran parte de viejos cuentos de terror? No sé si cuando mamá era humana experimentaba las mismas reacciones cuando estaba con papá, esperaba que sí, porque no me agradaba nada pensar que esta “locura amorosa” era cosa solo mía. Prefería poder achacárselo a algo tan científico como los genes.

–Está bien, me rindo –prosiguió –Voy a dejar que te vayas a dormir como niña buena, si me prometes que mañana pasarás conmigo todo el día.

–Encantada… pero el abuelo…

–¿Qué pasa con tu abuelo?

–Bueno, se supone que vine a visitarlo, y no he pasado ni un solo día con él. No quiero herirlo.

–No te preocupes, ya había pensado en eso. Mañana vengo por ti y por Charlie para llevarlos a pasar el día a La Push. A él le encanta encontrar cualquier pretexto para ir, tanto para estar con Sue, como para visitar a mi padre. ¿Qué te parece?

–¡Fantástico! Gracias por pensar en el abuelo…

–Sé cuán importante es tu familia para ti, Nessie... y hablando de familia, ¿cuándo piensas decirle a tus papás de nuestra relación?

Oh, oh

–Esteeee… yo, bueno… verás…

–¿No piensas decirles nada la respecto?

–No, digo, sí… solo que quiero busca la forma adecuada para hacerlo. No sé como lo vayan a tomar, tú sabes… no creo que los ponga a saltar de contentos si les doy la noticia de que ya tengo novio. ¿Recuerdas cuando bromeaste sobre que papá y mis tíos tuvieran que controlar el deseo de arrancarle la cabeza a mi supuesto primer novio? Bueno, pues los creo muy capaces de hacerlo. Ya sabes cómo son de sobre protectores conmigo, sobre todo papá.

Jacob no contestó nada porque sabía que tenía toda la razón. Se limitó a abrazarme con fuerza y darme un ligero beso en los labios. Prometió estar temprano la mañana siguiente para recogernos a Charlie y a mí. “Sueña conmigo” fue lo último que me dijo antes de marchase, sin muchas ganas, de regreso a su casa.

 

 

 

 

Muchas horas después, ya que había compartido la cena con mi abuelo, y este se hubo dormido profundamente, a ronquido suelto, me alisté para salir de caza. Busqué entre mis maletas y por fin pude dar con aquella donde estaba mi ropa más cómoda. Saqué unos pants deportivos y una sudadera, todo en color negro, un par de tenis y me enfundé en ellos, a la vez que recogía mi largo cabello en una coleta, lista para iniciar mi expedición por los bosques de Forks.

Salí por la ventana de la habitación, dando un gran salto. La abuela Esme decía que mis saltos eran como de gatito, muy largos pero con sigilo y elegancia. Suspiré al recordarla, aunque apenas habían pasado un par de días que me había marchado de casa, empezaba a extrañar a mi familia, ¿sería capaz de aguantar un año o dos lejos de ellos? Iba a ser todo un reto, definitivamente, pero si quería experimentar el lado humano de mi naturaleza, había un par de sacrificios que hacer.

Empecé a correr a través del frondoso bosque que estaba a espaldas de la casa del abuelo; en cada zancada, mi velocidad iba en aumento, al igual que mi euforia. Sentir el viento contra mi rosto, mientras corría a una velocidad que hubiera impresionado a cualquier humano que me hubiera visto, era una sensación difícil de explicar. Era algo tan liberador, tan exultante, tan… No, definitivamente no había palabras que pudieran describir mejor lo que sentía.

Mientras dirigía mi carrera hacia el norte, donde sabía que podría encontrar alguna manada de alces y, con algo de suerte, un gran oso hambriento, recordé el momento en que, a media cena, se me ocurrió comentarle al abuelo que Jacob y yo íbamos a empezar a salir juntos más a menudo. No llegué a pronunciar la palabra “novio”, porque no me dio tiempo, ya que Charlie abrió los ojos como platos y se quedó completamente estático y pálido. Al principio, pensé que le había dado algún síncope, o algo parecido, pero de repente, el abuelo pasó del blanco impoluto al violeta mientras empezaba a vociferar cosas sobre la diferencia de edad, las locuras de la adolescencia y los pervertidores de menores; decía todo tan rápido y tan mezclado, que no entendía ni una sola palabra. De pronto, el abuelo se calló, me miró fijamente y me soltó “¿ya se lo dijiste a tu padre?”. No había mencionado a mamá, ni a mis abuelos ni a mis tíos, ni la palabra “familia”; no, había dicho “a tu padre”, en específico, porque sabía que en este caso, aunque papá nunca hubiera sido santo de su devoción, iban a hacer un frente común.

De alguna manera, el escándalo de Charlie me pareció adorable y divertido. El abuelo siempre se había preocupado por mi y me había mimado en un grado que rayaba en la locura, según palabras de mi madre, así que verlo tan preocupado por mi, me enternecía y agradecía su preocupación y su amor, pero definitivamente, mi relación con Jacob era algo exclusivamente entre él y yo.

En eso pensaba justo cuando divisé una manada de ciervos. Conté rápidamente a ocho, entre los que se destacaba uno de gran cornamenta. Rápidamente detecté que ése debía ser el macho de la manada, así que dejé que mi instinto vampírico tomara control sobre mi lado humano. Los latidos de los corazones de los animales, el ruido de sus flujos sanguíneos hicieron crecer mi sed con mayor ardor. Me preparé a atacar al líder, pues siempre había tenido la debilidad de ir por la presa que representara mayor peligro y dificultad. La caza empezaba en ese instante.

 

 

Sí que estaba sedienta”, me dije a mi misma mientras hacía a un lado el cuerpo inerte del ciervo. Eran tres los que yacían a mis pies, incluido el macho alfa. De repente, me dio algo de vergüenza mi glotonería, pero había tenido mucha sed, y como me la había pasado ingiriendo “comida normal”, hacía que ésta fuera mayor. Además, desde niña había aprendido a beber hasta hartarme, con tal de siempre tener satisfecho al monstruito que vivía en mí. No quería que en un momento de locura por la sed, terminara atacando a un ser humano. Era una de las enseñanzas en que mayor ahínco habían puesto mis papás.

Me estiré, satisfecha como un gato después de haberse comido al ratón, pero de pronto algo alertó mis sentidos. Los vellos del cuello se me pusieron de punta, a la vez que una extraña sensación de peligro me estremecía y lanzaba un torrente de adrenalina en mi sangre.

Me agazapé, como un puma al acecho y empecé a mirar alrededor, buscando aquello que me había puesto así.

El cielo estaba despejado dando lugar a un espectacular claro de luna, que me permitía vislumbrar mejor a mí alrededor. Paseé frenéticamente mi vista de un lado al otro, buscando entre los troncos de los árboles y las copas de éstos, algo raro, más todo era quietud y silencio. Tal vez era cierto aquello de que si cenabas mucho te daban pesadillas. Pero no estaba dormida, estaba más que despierta y alerta.

Empecé a levantarme, a recuperar mi forma erguida. Decidí que todo eran imaginaciones mías, por más que el cuerpo lo sentía crispado, en alerta. “Nessie, te estas poniendo paranoica, o eso de andar descargándole los recuerdos a los demás te está volviendo loca”. Sí, mi don por fin se había descompuesto y me estaba haciendo ver cosas que no son. ¿Había alguna póliza de garantía para dones vampíricos defectuosos? ¿Y si mi don tenía alguna imperfección, cómo lo arreglaba? Tal vez sería el momento de hablar sobre ello con mi familia, tal vez el abuelo Carlisle supiera que hacer. “Oh, perfecto. Otra cosa más que agregar a la lista de ‘pendientes de confesar a mis padres’” gruñí. Tal vez debería de esperar a casarme o a embarazarme accidentalmente para hacer una sola purga de pecados de un solo tirón… Mmm, ¿cómo sería casarme con Jake? ¿Me dejaría hacer una boda de ensueño, con un super vestido Vera Wang y millones de flores en la decoración? ¿Cómo sería tener un bebé, un bebé de Jacob Black? ¿A quién se parecería? ¿Y si….? “¡Épa! Alto ahí, Renesmee Carlie Cullen” gritó mi mente “Apenas tienes un día con Jacob, ¿y ya estás pensando en azahares e invitaciones de boda? ¡Estás loca! Todavía tienes muchas cosas por vivir y experimentar antes de atarte a alguien, ¿lo recuerdas?”. Sí, definitivamente podrían clasificarme como loca, en primera por pensar en boda cuando la sola palabra me provocaba escalofríos, y en segunda, ¡porque estaba peleándome con mi propia mente!

Decidí regresar a casa y dormir hasta que Jacob fuera por mí al día siguiente.  Definitivamente era lo mejor.

Había dado apenas la media vuelta para emprender la marca de regreso, cuando sopló una suave brisa, agitando ligeramente las hojas de los árboles. Y eso bastó, para que esa brisa arrastrara junto con el aroma de los bosques, el aroma de un intruso que no era ni ser humano ni animal.

Volví a ponerme alerta y por fin, entre los árboles vi una silueta moviéndose con tal velocidad que a la vista del ojo humano hubiera sido imperceptible.

Y de pronto, gracia a la potente luz que expedía la luna, me di cuenta que estaba justo en el claro donde años antes estuvimos a punto de entrar en guerra con los Vulturi. El recuerdo hizo que mis instintos predadores volvieran a mí, y sin más, me lancé a la persecución entre los árboles.

Algo me decía que esa sombra representaba peligro, y tal vez alguien más sensato lo hubiera rehuido alejándose en dirección opuesta, pero yo no era muy sensata y miedosa. Para mi buena o mala fortuna, tenía un padre y tres tíos a los que les había aprendido a encarar el miedo y el peligro con una risa burlona.

Me fui adentrando más y más en las oscuras entrañas del bosque, persiguiendo al intruso a toda velocidad. Me di con un par de ramas en el rostro, tendría suerte si no amanecía con un par de rasguños en el rostro y a ver como los justificaba ante los demás. Pero aún así no perdía de vista a mi presa. “¡Diablos” murmuré tanto porque parecía que no podría darle alcance, tanto porque me había tropezado con una enorme raíz y estuve a punto de perder el equilibrio.

“¿Pero es que piensa llegar hasta Canadá?” gruñí, definitivamente la frontera del país era mi límite. Si iba más allá, renunciaría a seguirle. Por más que esa sombra me diera mala espina, prefería dejarlo así. Tal vez solo era algún “hermano vampiro” asustado… aunque las palabras “vampiro” y “asustado” jamás las había visto unidas en la misma oración.

Llegué hasta lo que parecía el cruce de senderos y ya no vi nada. Traté de enfocar mejor mi vista en la oscuridad de los árboles. Nada. ¿A dónde había ido? De pronto, empecé escuchar el siseo del aire a causa de algo que se movía a una impresionante velocidad. El siseo me rodeó, si volteaba a la izquierda, lo escuchaba a mi derecha y viceversa. Tan rápido, que no alcanzaba a fijar la vista al lugar de donde provenía el sonido.

“Tal vez sería buena idea que regresaras a casa” me dije. Así que con sigilo, empecé a dar pasos hacia atrás, mientras paseaba la mirada buscando ubicar el peligro. Había querido ser la gata tras el ratón, pero sin saber cómo, los papeles se estaban invirtiendo.

Di un par de pasos más hacia atrás, di la media vuelta y empecé a correr como si mi vida dependiera de ello. Tal vez sí… tal vez mi imprudencia y ser tan voluntariosa por fin me estuviera pasando la factura poniéndome en peligro de manera tan estúpida.

Corrí con toda la fuerza que poseía, no escuchaba más que un siseo constante, pero sabía que aquello que empecé a perseguir, ahora me perseguía a mí. Y sentí pánico, porque nunca me había enfrentado a un vampiro sediento. Había convivido con los Cullen, con los tíos del clan Denali y los pocos con los que había convivido, aquellos que no seguían nuestra dieta “vegetariana”, eran amigos que jamás se les habría ocurrido atacarme.

Yo era en parte vampiro, pero también era humana, también tenía un corazón que bombeaba un dulce torrente sanguíneo por mis venas. Y si mi acechador estaba ansioso de sangre, tal vez ni repararía en aquello que me distinguía de los simples mortales.

Tal vez tendría una buena oportunidad si lograba llegar al claro. Ahí, con la luz de la luna, podría ver a lo que me enfrentaba… Tal vez podría detenerlo y demostrarle que también era parte monstruo como él. Tal vez… tal vez tendría una forma de salir en el lío que me metí por imprudente. O tal por fin tendría la oportunidad de poner en práctica las lecciones de defensa que me habían dado Emmett y Jasper a escondidas de mamá.

Por primera vez en mi vida, sentí que las rodillas empezaban a flaquearme. No, no era buen momento en que mi lado humano me dejara abajo. Tenía que seguir corriendo, tenía que ponerme a salvo. Traté de esquivarlo a través de los árboles, irme moviendo en zigzag, aunque esto representara un doble esfuerzo.

¡El claro!” estuve a punto de gritar de la emoción. Estaba a unos cuantos metros de mí, sentí que estaba a punto de lazar un par de lágrimas de la emoción o que bien me podría poner a hacer el baile que hacían los futbolistas cuando anotaban un touch-down.

Concentré mis esfuerzos en mantener el ritmo de mi carrera. No había dado ni un par de pasos en el claro, cuando sentí que algo se abalanzaba contra mi a mi espalda.

–¡Aaaaaaahhhhhhhhh! –Grité con todo el aire que tenían mis pulmones mientras caía estrepitosamente en pasto. Como pude, me puse de espaldas sobre el suelo y le lancé un buen puñetazo a mi agresor. Tenía los ojos entrecerrados  por el miedo y por el sofoco de la caída, así que no vi la dirección de mi golpe y mucho menos lo que golpeé.

El aullido de un ¿lobo? siguió inmediatamente después de que conecté mi puño contra algo peludo y acolchado. Y seguido del aullido, el crujir de algo parecido a un hueso romperse. Me sentí libre de aquello que estuvo a punto de aprisionarme

¿Lobo? ¿Peludo? ¿Aullido? Esas tres palabras se conjugaron rápidamente en mi mente, abrí los ojos al fin. Y a enfocar mi vista en el suelo, casi podría jurar que mis ojos se salieron de sus órbitas.

En el suelo, sobre un montón de hojas casi secas, yacía un muy desnudo Jacob Black retorciéndose de dolor.

Definitivamente, las cosas no se podían poner peor.

 

 

–¡Arggg!

Jacob se retorcía del color y todo por mi culpa

–Jake… ¿estás bien?

A pesar de mi preocupación, no pude evitar deslizar la mirada por su firma, musculoso y desnudo cuerpo. ¡Vaya!, así que eso era lo que escondía debajo de los jeans desgastados que siempre usaba. Para ser un lobo, tenía muy bien trasero.

–Renesmee… –dijo con voz algo pausada –¿Te importaría dejar de mirarme las pomas y darle la media vuelta? –Jacob estaba boca abajo, y por su gesto, imaginé que esa posición le causaba bastante dolor. –Necesito vestirme primero para revisarme; creo que se me ha roto algo.

–Este… sí… yo… bueno… –Obedecí su petición de darle algo de privacidad mientras se quitaba el atillo de ropa que traía anudado en la pantorrilla derecha. –Jake… disculpa, yo no pensé que…

–Nessie, ahora no.

De espaldas a él, pude escuchar los sutiles movimientos que hacía al vestirse y aunque mi diablito interno quería a toda costa que me volteara para mirarlo en todo su glorioso esplendor, mi lado angelical evitó que lo hiciera. No quería agregar una falta más, sabía que se me venía una bronca encima con él, así que no había que echarle más leña al fuego.

–¿¡Me puedes decir qué demonios estabas haciendo en las entrañas del bosque, corriendo como loca?!

–Bueno, verás. Yo…

–Sobre todo cuando me dijiste que te morías de sueño –pronunció con voz sarcástica – y ue por eso no podías salir esta noche conmigo –

–Sí, sí, ya sé, pero es que…

–Nessie, ¿cuándo dejarás de ser tan voluntariosa, cabezona e impulsiva? ¡No puedo creer que te comportes de forma tan temeraria!

–Ya, pero…

–Quieres que te traten como adulta, pero no dejas de comportarte como una niña, mintiendo y haciendo cosas estúpidamente peligrosas.

Me harté. Si había algo que me sacaba de quicio era que me echaran la bronca y no me dejaran hablar siquiera para exponer mis razones.

–¡Déjame hablar! –Mi gritó pareció asustar a las pocas aves que había, porque se escuchó un aleteo inquietante a nuestro alrededor. No me importó si estaba vestido o no, yo me giré para mirarlo directamente a la cara. –Antes de que empieces a regañarme déjame explicarte qué hago aquí.

–Soy todo oídos –Se llevó una mano hacia el costillar derecho. A pesar de que podía sanar rápidamente, era más que obvio que debía estarle doliendo bastante el golpe. Eso bastó para detener mi brote de furia.

–¿Te duele mucho? – El tono de mi voz sonó compungida, ¿lo había lastimado más seriamente de lo que parecía? –¿Te llevo al médico?

–No… sólo necesito reposar un par de horas hasta que solde esto. Además, no me sentiría muy cómodo confesándole al médico de urgencias que mi novia me golpeó tan fuerte que me rompió un par de costillas.

–¿Un par? ¡Dios mío! –impulsivamente, me lancé a abrazarlo.

–¡Ouch! ¡Ouch! Nessie…

–¡Ooops! Perdón… –Di un paso atrás. Ya lo había herido bastante por una noche. –¿Te llevo a casa?

–Está bastante lejos y no traigo el auto. Imagino que tú tampoco, ¿verdad? –negué con la cabeza. Jacob pareció desilusionado con mi respuesta –No creo que aguante llegar a paso humano. Será mejor que me quede aquí hasta que amanezca; para entonces las costillas estarán mejor.

–No puedo dejarte aquí, y menos así.

–Tienes que regresar a casa. Charlie se preocupará si nota tu ausencia.

–Eso es lo de menos. No te puedo dejar aquí sólo. Me quedo contigo entonces.

–Hazme caso por una vez: regresa a casa, duérmete y ya no te metas en más líos por esta noche.

–No, no lo voy a hacer, así que no insistas.

Ambos nos quedamos mirándonos el uno al otro; a pesar del dolor, los ojos de Jacob eran como un par de dardos envenenados. Yo, por mi parte, enarqué la ceja izquierda, como siempre que me ponía obstinada en alguna cosa.

De pronto, el maravilloso claro de luna que nos había estado alumbrando desapareció. Las nubes empezaron a arremolinarse unas contra otras, dejándonos en la penumbra, y de improviso, se soltó un aguacero.

Solté una palabrota, poco digna de una dama. Jacob me miró asombrado.

–¿Dónde aprendiste eso?

–¿De dónde más? Del tío Emmett… o de la t.v., no recuerdo –dije mientras ponía los ojos en blanco. Me acerqué con cuidado y deslicé mi brazo con cuidado bajo sus hombros, para ayudarlo a moverse. –Creo que con esta lluvia queda descartado tu plan de acampar aquí.

–¿Alguna sugerencia, mi pequeña genio?

–Mmm, en realidad, sí. Estamos a nada de la casa de mi familia. Vamos para allá.

–Nessie, esa casa está inhabitable, llena de polvo y telarañas

–¿No me digas que un par de arañitas te dan miedo? –dije burlonamente. –Las puedes espantar gruñéndoles como me gruñiste a mí hace rato.

–Tenme compasión, ¿quieres? Este maldito dolor no me deja ponerme a tono para discutir contigo.

El comentario me hizo sentir culpable. Así que mientras avanzábamos a través del bosque y la lluvia hasta la casa, me mantuve en silencio.

Avanzamos más lento a comparación si hubiéramos ido a nuestro veloz paso normal, pero aún así, no tardamos mucho en llegar a la casa. Al principio, Jake se había resistido a apoyar su peso en mí, pero al final, supongo que por el dolor, terminó dejando que yo cargara parte de su peso. A veces olvidaba que aunque luciera como una frágil humana, era igual o más fuerte que él. Prueba de eso era la fractura que le había provocado con mi golpe.

La puerta cedió fácilmente, así que anoté mentalmente que antes de mudarme a la casa, tenía que arreglar la cerradura. Jake se soltó de mi abrazo y se adentró a la casa por su propio pie. Ambos estábamos empapados por la lluvia y di gracias que ambos teníamos una temperatura corporal más elevada que la media, de lo contrario bien podríamos terminar muertos de hipotermia.

–¡Puaj! Esto es un asco, entre el polvo de esta casa y lo empapados que estamos…

–Disculpa que mi casa no sea el Four Seasons –dije con ironía – De haber sabido que te ibas a poner tan susceptible con la limpieza, le hubiera dicho al mayordomo y a la doncella que limpiaran un poco más, que sacaran el vajilla china y los cubiertos de plata, digo, para complacer tus exigentes gusto.

–Va, va… ya entendí el punto… sólo que mataría por poder acostarme en una cama decente en lo que espero a que se solden las costillas.

Pobre Jacob, a pesar de sus años de práctica como licántropo, de las enésimas veces que se había lesionado y sanado como flash, aún así no había manera en que dejaran de dolerle menos las heridas. Para eso no había práctica, el dolor es igual de intenso no importa cuantas veces te lastimes.

–Espera… creo recordar que en la tarde vi en una de las habitaciones una cama y algunas sábanas. Vamos para que te recuestes ahí.

Con cuidado, otra vez le serví de apoyo para subir al segundo piso, donde se encontraban las habitaciones que alguna vez  habían pertenecido a mi familia. Cuando llegamos a donde estaba la cama, Jacob se paró en seco.

–¡Debe de ser una broma! No, me niego a usar esa cama… prefiero irme a tirar debajo de un árbol allá afuera.

–No te pongas quisquilloso. La tía Rose tiene años que no usa esta cama.

–¡No! ¡No!  ¡Y no!

–¿Quién es el que se porta como niño ahora? Anda, hazme caso. –Me puse atrás de él, y con las manos lo empujé al interior de la habitación. A regañadientes, Jacob entró en la que alguna vez fue la habitación de Rosalie, su eterno némesis. Si lo pensaba detenidamente, podía verle el lado gracioso a la situación. Es más, podría ver la mueca lívida de mi tía si alguna vez se enteraba de esto.

Quité la sábana que cubría el colchón de la cama, y me dirigí a un armario y saqué de uno de los cajones, un paquete que contenía un juego de cama. Imagino que de alguna manera, lo habían dejado ahí olvidado durante la mudanza.

Golpee el colchón, esperando quitarle el posible polvo que hubiera en él y después, procedí a poner las sábanas relativamente limpias.

–Bien, será mejor que te quites esa ropa mojada antes de que te metas en la cama.

Si no hubiera sido porque sabía que él no estaba para bromas, me hubiera carcajeado a más no poder de su expresión; por como abrió los ojos como platos, Jacob parecía una doncella de novela romántica a punto de ser ultrajada por el villano de la historia.

–Yo haré lo mismo. Por muy super-humanos que seamos, no quiero arriesgarme a pillar un resfriado. No sé por qué, pero creo que una nariz roja no se me va a ver muy bien que digamos.

Jacob se quedó completamente en silencio. Como él no decía nada, ni se movía, vaya, ni siquiera pestañeaba, procedí a quitarme la sudadera. Había cruzado mis brazos y puesto las manos en el borde de la prenda, lista para empezar a subirla por mi pecho, cuando Jake al fin gritó.

–¿Qué crees que haces?

–Quitarme la ropa mojada. Ya te dije que no pienso arriesgarme a resfriarme… si es que es posible que me pase eso. –Nunca me había enfermado y no sabía si era capaz de enfermarme. Como había crecido en un ambiente demasiado.. .controlado, si es que podía decir así, porque por razones obvias, mi familia no se enfermaba, no podían contraer virus o cosas por el estilo. ¿O cuándo habían visto un cadáver estornudar? Porque por más duro que sonara, eso era lo que éramos: cadáveres vivientes, porque una parte de mí era eso y siempre lo sería. –Y deberías hacer lo mismo, porque  no creo que las contracciones de los estornudos sirvan para que te estés quieto y las costillas se solden como debe de ser.

–Nessie, me niego a quedar tan desnudo como el día que nací ante ti. Eso no es una opción.

–¡Mojigato!

Estuvimos peleando por eso hasta que al final, Jacob estornudó y eso le provocó más dolor. Por eso fue que dio su brazo a torcer.

–Está bien… pero quiero que me dejes solo en lo que me quito el pantalón y me envuelvo en las sábanas.

–Ni que te fuera a violar…

–Nessie. Por favor.

Ya no dije nada más, me salí de la habitación y le di la privacidad que quería. Sabía que me estaba pasando, pero no podía evitar picar su genio de esa manera. Mis hormonas tampoco ayudaban mucho, porque el recuerdo de su cuerpo desnudo no dejaba de darme vueltas en la cabeza. Decidí dar una vuelta por el resto de las habitaciones, tal vez encontrara algo que pudiera servirle para cubrirse, en lugar de las sábanas.

Tristemente, para él, no encontré nada. Solo un camisón olvidado en uno de los cajones de la habitación de la tía Alice. Me llamó la atención, pues ¿de cuándo acá un vampiro necesita ropa de dormir, si nunca duermen? Decidí no seguir esos pensamientos, pues me llevarían a adentrarme en la vida íntima de mi tía, y eso no era una idea agradable. ¡Iugg!! Aunque era un par de centímetros más alta que la tía Alice, decidí que la prenda bien me podría servir. Eso de andar con la ropa pegada y empapada, empezaba a incomodarme. Me lo puse y noté que la prenda me quedaba arriba de la mitad de los muslos, no podía hacer mucho por eso, y además, no era más corto que la ropa que había usado frente a Jacob. De hecho, me cubría más que el bikini azul, así que Jake no podía ponerle pega por eso.

Pensé que ya le había dado tiempo suficiente para quitarse la ropa y cubrir su desnudez de mis castos ojos. Toqué a la puerta, pero no le di tiempo de que me indicara que podía pasar. Para nuestra suerte, Jacob ya estaba dentro de la cama y cubierto hasta la barbilla por una cobija que había visto días mejores.

–¿Y eso? –dije mientras señalaba a cobija.

–La encontré por ahí… Vaya, así que encontraste algo para ti, ¿y para mí?

–Mala suerte, chico. Tendrás que conformarte con eso.

Nos quedamos en silencio un buen rato. La verdad, es que yo había perdido por completo la noción del tiempo. Había salido de la casa de Charlie justo quince minutos antes de la media noche. Y con todos los acontecimientos, sentía que bien podría haber pasado una semana desde entonces. Voltee la mirada a la ventana, y el aguacero se había convertido en una suave llovizna, pero aún así, el cielo estaba tan oscuro que era imposible predecir qué hora sería con exactitud.

–¿Qué hacías en el bosque? –El tono de su voz sonó bastante casual, pero a mi no me engañaba, era como la calma que precedía a la tempestad.

–Cazaba.

–¿Por qué no me dijiste que querías cazar? No tenías que mentirme si no querías estar hoy conmigo. Lo hubiera entendido.

Vaya, así que lo había herido con mi pretexto del cansancio. Me sentí mal por eso, así que sin pensarlo, me senté en el lado que había dejado libre de la cama y tomé una de sus manos entre las mías.

–No era mentira lo de que me sentía cansada. –eso era parcialmente verdad. –Me acosté tratando de dormir, pero la sed pudo más contra mi cansancio y en cuanto escuché los ronquidos del abuelo, me escabullí por la ventana. Hacía como dos semanas desde la última vez que había salido de cacería y empezaba a sentir ese ardor incómodo que provoca la falta de sangre. –Sentí como se estremecía su mano. A pesar del tiempo que había convivido con nosotros, Jacob no terminaba de asimilar nuestra dieta. –Lo siento, no quería causar tanto lío por eso. Digamos que tuve antojo de un bocadillo a media noche, fue todo.

–Me lo hubieras dicho, podría haberte acompañado. No me gusta que andes sola por los bosques.

–Es que... –¿cómo le explicaba que me incomodaba que me viera comportarme como un animal salvaje? –Es que ahora que somos novios, no me parece precisamente atractivo que me veas dando rienda suelta al monstruito que llevo dentro.

–Nessie… –retiró su mano de las mías, para acariciarme con ella en la mejilla –No sería la primera vez que te veo cazar. Ya le hemos hecho juntos.

–Sí, ya sé, pero no es lo mismo. Tal vez sea vanidad o no sé, pero me da pena que me veas comportarme como una animal salvaje a la caza de otro más débil. Tal vez sea una tontería, lo sé…. Pero dame tiempo, ¿sí? Tal vez una vez que me acostumbre a la idea de que me veas así.

Nos quedamos en silencio, parecía que mi explicación había sido suficiente para Jake.

–¿Y qué hacías corriendo como loca tras esa cosa? –Oh, oh. Había cantado victoria demasiado pronto, sabía que no iba a dejarme en paz hasta que no aclarara todo lo que había sucedido esa noche.

–Pues… –algo de lo que había dicho atrajo mi atención –¿”esa cosa”? ¿Quiere decir que no eras tú al que primero perseguí y que luego me dio caza a mí? Pe-pe-pero ¿entonces?

–No, era yo, Renesmee. Yo te vi justo cuando venías de frente a donde estaba parado. Cuando te toqué, fue para detenerte en el claro y evitar que cruzaras al otro lado de bosque.

–Y ahí fue cuando te golpeé. Pensé que mi perseguidor me había dado alcance al fin y lanzar el golpe fue mi instinto primario.

–Tienes una buena derecha –en su voz se sentía una nota de admiración.

–Gracias… eso se lo debo al tío Emmett. Él me dijo que tenía que aprender a defenderme, así que me enseñó a pelear con los puños.

–¿Jasper no te enseñó nada? Creí que él era el experto en combate

–Oh, claro que sí… el me enseño a patear traseros. Tuve a los mejores maestros en defensa personal, claro que mientras Jasper me enseñaba el aspecto técnico, Emmett procuró enseñarme un par de trucos sucios, para cuando la urgencia lo necesitara.

–¿Y tu madre lo permitió?

–¡Claro que no! Cuando el tío Jasper sugirió enseñarme a combatir, se puso como loca y amenazó con desmembrarlo, volverlo a unir para volverlo a partir en pedazos, una y otra vez hasta el día del juicio final, si se le ocurría siquiera explicarme qué significaba “combate”. Así que tuvieron que darme esas clases a escondidas de mamá.

–¿Y Edward?

–Papá decidió que más valía que aprendiera a defenderme, porque no podían sobreprotegerme toda la vida. Así que se hizo de  la vista gorda.

–¡Vaya! Me cuesta creerlo, sobre todo, porque Edward le da a Bella todo lo que quiere… Aunque lo entiendo perfectamente, tú haces lo mismo conmigo. –En sus ojos pude ver algo parecido al… ¿cariño? ¿ternura? No quería hacerme ilusión con la palabra “amor”, sobre todo sabiendo que había habido una mujer en su pasado que había dejado una gran huella en él. Nada más ni nada menos que la impronta.

Su mano seguía posada en mi mejilla, y con su pulgar acarició mi labio inferior.

Ahora era yo quien no quería dejar de lado las explicaciones sobre los acontecimientos de esa noche. Aún no me quedaba claro qué había estado haciendo Jake en el bosque, y sobre todo, si él no era esa sombra tras la que me lancé en persecución, ¿entonces quién o qué?.

–Si no eras tu, ¿entonces quién más estaba en el bosque? Dime la verdad, Jacob.

–Verás, dos noches antes de que llegaras, decidí patrullar alrededor de los bosques, solo por si acaso. Y justo cuando estaba por regresar a casa, percibí un aroma que no era ni humano ni licántropo. De inmediato supe que se trataba de un vampiro, pero no era uno perteneciente a tu familia, así que decidí seguirlo. Aunque los vampiros “vegetarianos” no son un problema para nosotros, los otros sí. No me gusta que la gente de Forks y de La Push pueda estar en peligro a causa de un sanguinario vampiro loco de sed.  Sólo que no contaba con que era más rápido de lo que esperaba y no pude darle alcance. Así que aprovechando que esta noche no iba a verte, decidí dar una vuelta por los bosques. Porque es un hecho que esa sanguijuela sigue suelta por ahí. –Torcí el gesto por el adjetivo tan despectivo con el que se refirió al vampiro. –Lo siento, no quería ofenderte.

–¿Han sabido de algún ataque en estos días? –decidí dejar pasar por alto lo de “sanguijuela”. Había cosas más importantes por hablar.

–Eso es lo más curioso. No ha habido ataques ni “accidentes” en estos días. La población de Forks y de la reserva sigue siendo la misma. Aunque el hecho de que te haya perseguido es algo para alarmarse. Tal vez había decidido cazar esta noche y tú, imprudentemente decidiste seguirlo y por eso te eligió como potencial víctima. ¿Por qué decidiste perseguirlo?

–Había terminado con un ciervo y estaba a punto de regresar a casa  cuando algo hizo que me pusiera en alerta. Al principio no supe que se tratara de algún vampiro o de qué cosa exactamente, lo único es que mi instinto predador pudo más que mi lado racional y me di a la caza. Sólo cuando vi que ya habíamos recorrido bastante y que estaba a punto de terminar siendo la presa, fue cuando me di la media vuelta y traté de alejarme lo más rápido posible. Creo que eso fue lo que hizo que decidiera ir por mí. Imagino que le agradó la idea de darle la vuelta al juego del “gato y el ratón”.

–Prométeme que vas a mantenerte lo más alejada posible de los bosques.

–Te lo prometo

–Eso incluye olvidarte de la loca idea de mudarte aquí. Será mejor que te quedes con Charlie si sigues empeñada en vivir una temporada en Forks.

–Eso sí que no. –Me senté derecha, alejándome de la caricia de su mano –En eso sí no pienso dar mi brazo a torcer. El lunes empiezo a buscar ayuda para limpiar la casa y mudarme cuanto antes.

–Nessie… me quedaría más tranquilo si te quedaras con Charlie.

–No... además, dudo que verte ahora haga feliz a mi abuelo.

–¿Qué significa eso? –Jake trató de enderezarse un poco sobre el colchón, pero se detuvo al sentir un pinchazo de dolor en la parte herida. Algo frustrado, se dejó caer nuevamente sobre la cama.

–Que hoy traté de decirle al abuelo de nuestra relación.

–¿Y?

–Y que ni siquiera me dejó llegar a la parte de “Jacob y yo somos novios”. Apenas le había comentado que íbamos a empezar a salir más seguido cuando se puso  púrpura y empezó a vociferar mil cosas a la vez, de las cuales no entendí nada. Lo único coherente que entendí fue su pregunta de “¿ya se lo dijiste a tu padre?”. Lo hubieras visto…

–¿Y ya lo hiciste? ¿Ya hablaste con tu familia de lo nuestro?

Me resistí a contestar, sabía que estaba a punto de entrar en zona resbaladiza.

–Nessie, ¡vamos! Hay que hacer las cosas bien.

–Ya sé, pero… bueno, no es algo así como para decirlo por teléfono. Además, nuestra relación únicamente nos incumbe a ti  y a mí.

–Pero prefiero hacer las cosas correctamente. No quiero tener que pasar yo por los mismos problemas que pasó tu padre con Charlie.

–¿De verdad el abuelo se puso tan pesado con papá? Tenía mis sospechas, pero nunca lo había confirmado. ¿Por qué?

–Mmm… creo que yo no soy el más indicado para contarte esa historia. Es algo que sería mejor que le preguntes a los involucrados.

–Ajá, como si me fueran a contar algo.

Nos quedamos callados, el acostado y yo apoyando mi espalda contra la cabecera de la cama. Jacob buscó mi mano con la suya y entrelazó nuestros dedos. La lluvia repiqueteaba arrulladoramente contra el cristal de la ventana, pero salvo eso, todo estaba en completo silencio. Giré mi vista hacia su rostro, esperaba encontrarlo dormido; pero todo lo contrario, tenía la vista fija en el techo, como si algo estuviera dándole vueltas en la cabeza.

–¿Por qué…? –De pronto me callé la boca. No sabía cómo abordar el tema.

–¿El qué, Nessie?

Por primera vez en mucho tiempo, no sabía cómo expresar lo que tenía en mente, así que decidí hacerlo de la mejor forma que podía. Puse mi mano en su mejilla y le mostré mis recuerdos de él, frenético por todo el asunto de estar desnudo.

Sentí que mis mejillas se sonrojaban, pero aún así, le pregunté:

–¿Por qué...?

–¿Por qué me puse así? ¿No te lo imaginas siquiera?

Negué con la cabeza.

–Nessie, no sabes lo difícil que es para mí en esos momentos, sabiendo que debajo de tu camisón y debajo de éstas sábanas, tú y yo estamos completamente desnudos… Sólo soy un humano, y créeme que el esfuerzo por no aprisionarte entre mis brazos casi me desgarra por dentro.

–Oh… –su confesión encendió más mi rubor y, debo confesarlo, mis hormonas también. –Vaya… ¿O sea que también te atraigo en ese aspecto?

Sin importarle el dolor, Jacob se sentó en la cama y la cobija que lo cubría se deslizó hasta su cintura.

–Renesmee… tú me atraes en todos los sentidos. Eres como un enorme imán para mí, me gustas en todo, me atrae todo de ti. –Sus palabras se fueron haciendo un ligero susurro mientras acercaba mi rostro hacia el suyo con sus manos.

Acarició primero mis labios con los suyos ligeramente, como la caricia de las alas de una mariposa, pero no contaba con mi apasionada reacción, que olvidándome de todo, entreabrí los labios para profundizar el beso. Nuestras lenguas se acariciaban en una sensual danza, mientras lo rodeaba con mis brazos y deslizaba mis manos por su espalda.

En ese momento, todo mi ser estaba centrado en el beso. Era como si estuviéramos en una burbuja de cristal, como si el tiempo se hubiera detenido y lo único que existiera en esos momentos fuéramos nosotros.

Jake rompió nuestro beso, pero no dejó de abrazarme. Su respiración estaba bastante agitada, igual que la mía; me alegró no ser la única con las emociones desbocadas.

–¡Wow!

–¡Wow! –repetí yo.

–Haces que mis resoluciones sean más difíciles de seguir… pero hay que hacer las cosas bien.

“¡¿Qué?!” dije para mis adentros “¿Por qué se detiene?

El debió de notar mi perplejidad, porque me besó en la frente y tomó un poco de distancia, deslizándose otra vez entre las sábanas, quedando boca arriba sobre la cama.

–Nessie, quiero hacer las cosas bien. Y eso implica tomarnos el tiempo y no apresurar las cosas entre nosotros. Nuestra relación va empezando, tenemos qué afianzarla antes de dar un paso más serio, ¿me entiendes?

¡No! No entiendo ni quiero entenderlo” quise gritarle, pero decidí que una pelea no sería lo mejor en esos momentos.

–Además, antes de que tú y yo estemos juntos, de esa manera, tenemos que hablar con tus padres. No creo que decirles que somos novios y que ya dormimos juntos, sea la mejor manera de empezar las cosas.

–Pero yo no les diría eso, lo de dormir juntos.

–No con palabras, pero ¿recuerdas lo que hace tu padre? Lo vería en nuestras mentes y… bueno, creo que hay que darles una cosa a la vez para digerir.

Detestaba que tuviera la razón, como siempre.

–Está bien… tú ganas.

–No, esto no se trata de quién pierda o quién gane. Esto es de hacer las cosas bien y al final todos ganaremos… En fin, creo que sería buena idea que regresaras a casa de Charlie ahora que la lluvia amainó. Yo me quedaré aquí a pasar la noche en lo que me recupero. Por la mañana debo de estar casi como nuevo.

–No, de ninguna manera te pienso dejar solo.

–Nessie, ya te dije que para mí no es fácil tenerte así de cerca.

–Pues te aguantas, Jacob Black. No me pienso ir, así que empieza a practicar la templanza, dicen que es bueno para el espíritu.

Me crucé de brazos y me senté más derecha contra la cabecera. En eso sí que no me iba a vencer, no pensaba dejarlo solo y herido cuando yo había tenido la culpa.

Iba a protestar algo cuando vio mi mirada resuelta. Decidió que ya habíamos discutido bastante por esa noche, así que fuera lo que iba a decir, prefirió guardárselo. Como una forma de aligerar las cosas, volvió a tomar mis mano con la suya y me dijo “Hasta mañana, cielo

La manera en que lo dijo, me derritió por completo.

–Hasta mañana, Jake.

No dijimos nada más, los limitamos a mantener nuestras manos unidas. Al poco tiempo, escuché como su respiración se tornaba más lenta, acompasada y un leve ronquido salía de su garganta. Por fin se había dormido.

Me dediqué a mirarlo mientras pensaba en el beso que compartimos y en el hecho de que me encontraba físicamente atractiva. Tal vez no sería tan difícil que olvidara a “esa” de la que se había imprimado. Tal vez se había confundido y realmente no había estado enamorado de “esa”. En esos derroteros caminaba mi mente cuando el sueño me venció y me acurruqué a un lado de él. Lo último de lo que fui consiente antes de sumirme en el sopor del sueño, fue que él deslizó un brazo alrededor de mi cintura para acercarme más a él.

 

 

Capítulo 5: DECLARACION Capítulo 7: PADRES

 
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