CLARO DE LUNA de Midnight_girl

Autor: nessyblack, CECI
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 14/07/2009
Fecha Actualización: 21/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 74
Visitas: 97547
Capítulos: 37

EL REGRESO:

 

 

“Por fin” suspiré mientras observaba el anuncio de mi llegada a Forks. Había decidido hacer ese viaje en auto, aunque mis padres se habían empeñado que tomara un vuelo hasta Seattle. Pero si había decidido hacer un viaje largo era precisamente porque necesitaba mucho tiempo a solas y en silencio para poder dar rienda suelta a mis pensamientos; pensamientos que habían surgido casi un año atrás, y que me habían obligado a estar constantemente alerta para que mi papá, con ese maravilloso don que poseía, no se enterase de ellos....

 

 

AUTORA: MIDNIGHT_GIRL

 

 

http://midnightsleepless.blogspot.com/

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Capítulo 2: MALOS ENTENDIDOS

Ahí estaba yo, como una tonta sin saber por dónde empezar, pero teniendo tanto por decir, mirando a todas partes menos a quien importaba.

–¿Renesmee? ¿Ya lo pensaste mejor y siempre no quieres hablar?

–Yo… sí

–¿Sí lo pensaste mejor y ya no quieres hablar? O ¿Sí, si vas a hacerlo?

–No, digo, sí…. Sí voy a hablar contigo, solo que… ¡arrgg!! No sé que me pasa, creo que el cansancio me apagó las neuronas que hacen que funcione mi lengua.

–Nessie, estás divagando… y sinceramente, en lugar de estarme enfriando aquí fuera sin motivo alguno, preferiría ir a patrullar por los bosques.

–¿Patrullar? ¿Ha habido algún problema en Forks últimamente? –me inquieté. Aún recordaba la última vez que estuvo a punto de estallar una especie de guerra vampírica en Forks. Aunque yo tenía muy poco tiempo de nacida, recordaba perfectamente esas aterradoras figuras envueltas en capas negras. Esos ojos rojos que destilaban tanto odio y sed, que provocaban que se te helara la sangre.

–Sólo es por rutina, ya sabes, para no perder la condición física de lobo.

La voz de Jacob sonó un poco divertida, como si se estuviera contando a sí mismo alguna especie de broma privada. Yo sabía de sobra que mientras los quileutes percibieran el olor a vampiro cerca de ellos, sus transformaciones de hombre-lobo no cesarían. Creí que, al haber estado alejado de nosotros tanto tiempo, Jacob había perdido el interés o la habilidad para transformarse en animal. Saber que aún podía hacerlo me sorprendió.

Al ver que otra vez me quedaba callada, Jacob profirió un largo y ruidoso suspiro, como indicio de que su paciencia no era mucha esa noche.

–Mira, creo que será mejor que duermas, descanses y si todavía quieres hablar de… eso, podemos hacerlo otro día. Creo que ya es hora que regrese a casa.

–¡No! –Demonios, lo estaba arruinando. A este paso, tendría suerte si él siquiera se dignara a mirarme de nuevo. –Por favor, no te vayas. Es importante para mí solucionar las cosas.

–¿Por qué? –alargó su mano derecha hasta mi mentón suavemente pero con firmeza para obligarme a mirarlo directamente a los ojos. –¿Por qué de pronto es tan importante arreglar las cosas? ¿Por qué ahora y no hace ocho o cuatro meses?

–Jacob… –como si tuvieran vida propia, mis manos se estiraron hasta atrapar el rostro de él. Extrañaba tanto acariciar la suave piel de sus mejillas –Mi Jacob… lo último que hubiera querido en esta vida era hacerte daño. Y sé que me porté muy mal, que te dije cosas terribles de las que va a ser muy difícil que me perdones, es más, ni siquiera yo misma me puedo perdonar las cosas que te grité.

Sus ojos brillaron con algo que no estaba segura de reconocer.

–¿Por qué? –Parecía que era lo único que sabía decir, pero comprendí que cada uno de esos “Por qué” tenían un peso y un significado importante para él.

–Porque eres alguien importantísimo en mi vida y no quisiera que por una estupidez te alejaras de mi. De verdad, lo siento, perdóname… Sé que no va a ser fácil que las cosas sean como antes, pero quiero intentarlo.

–¿Quieres que las cosas sean como antes? –frunció el ceño, como si mis palabras no hubieran sido lo que esperaba.

–¡Claro! Eres mi mejor amigo, mi cómplice más incondicional desde el primer día de mi vida. Por supuesto que quiero que las cosas sean como antes, no quiero que te alejes de mí. Eres la única persona, o mejor dicho, el único ser que realmente puede entenderme.

Me hubiera encantado agregar “y desde que te fuiste, no dejo de tener ciertas ideas y pensamientos sobre ti que me inquietan” pero creí que no serían de lo más apropiados para un momento como ese. Lo que realmente me importaba era tener a mi mejor amigo de regreso, y si para lograrlo tenía que dejar de lado todas esas “telarañas” que se me estaban formando, que así fuera.

Pareció sopesar cada una de mis palabras, mientras el silencio nuevamente se instalaba entre nosotros. Decidí no darle tregua, seguir exponiendo mi caso para lograr su perdón.

–No tengo excusas por todo lo que dije, por acusarte de algo tan bajo como pretender que tu único interés en nosotros era hacerte del dinero de los Cullen –mis palabras provocaron un gesto torcido de su parte –Te juro que nada más decirlo, me arrepentí muchísimo, pero estaba tan enojada por tu partida, que el orgullo no me dejó retractarme en el momento. De verdad, esas palabras no salieron de mi corazón, fue producto del berrinche porque no quería que te fueras. Me dolía mucho decirte “adiós” y saber que ya no estarías todos los días junto a mí. No se me dan bien las separaciones largas de aquellos que quiero.

–Tal vez no hiciste esas acusaciones de corazón, pero las pensaste, y eso duele igual o más.

–Yo… perdón, perdón, perdón. –En un impulso, me deslicé de la silla para caer de rodillas frente a él.

Jacob me aprisionó con sus manos por los hombros; hecho una furia, me puso de pié en el acto.

–¡Jamás, escúchame bien, jamás vuelvas a hacer algo como eso! Jamás vuelvas a arrodillarte ante mí o cualquiera que pise esta Tierra, ¿entendido?... ¡Niña tonta!

Su reacción me sorprendió, más que la mía propia. La tía Rosalie me educado muy bien como para que los hombres fueran los que se pusieran de rodillas por mi. Si me hubiera visto, la tía no hubiera dudado en darme mi primera tunda. Pero mi desesperación por arreglar mi amistad con Jake era más grande que mi amor propio en esos momentos.

–Lo siento... parece que no hago nada bien contigo. Trato de arreglar las cosas, y las estoy embrollando más, ¿verdad? –Sin poderlo evitar, mis ojos se llenaron de lágrimas ¡Perfecto! Parecía que todos esos truquitos femeninos que Rosalie se empeñó en enseñarme para “manejar a los hombres a mi antojo”, según sus palabras, habían decidido salir a flote justamente en ese momento. Siempre me había burlado de las heroínas de esas novelas románticas y cursis, y ahí estaba yo, comportándome como una de ellas. ¡Maldición!

Parecía que mis lágrimas habían logrado ablandar un poquito a Jacob, que refunfuñando algo sobre “las susceptibles mujeres Cullen” me arropó entre sus brazos.

–Renesmee –su voz sonaba más ronca de lo habitual –No te voy a mentir diciéndote que tus palabras no me lastimaron –sin querer, me tensé en sus brazos, pero él parecía no notarlo –pero por más que quisiera, no puedo durar mucho tiempo enojado o sentido contigo. Siempre ha sido así, a pesar de lo que digas o hagas.

Cerré los ojos y recordé cómo había sido nuestra relación desde el principio. Jacob siempre había estado ahí para mí, desde que nací, ya fuera para cuidarme como cuando Bella no pudo hacerlo en esos tres días que tuvieron que transcurrir para completar su transformación a vampiro, o para jugar conmigo o para consolarme cuando parecía que nadie más podía hacerlo. Todas y cada una de mis necesidades de semi-inmortal habían sido satisfechas, de alguna manera, por Jacob Black.

Si había algo que se me escapaba a la mente, era por qué había permanecido tanto tiempo a nuestro lado. Si bien, Bella y Edward habían sido los últimos de los Cullen en marcharse de Forks hacía seis años, Jacob había tomado la decisión de partir con ellos a New Hampshire.

Papá había comprado una enorme casa a unos treinta minutos de Dartmouth para que mamá pudiera seguir sus estudios universitarios. La casa, o mejor dicho, la mansión donde vivimos todos esos años, tenía una especie de casa para huéspedes donde Jacob vivía. Era una forma de darle su propio espacio, aún cuando la mayor parte del tiempo la pasaba en la casa principal.

Una de las pocas veces que lo vi discutiendo con papá fue cuando éste le propuso pagarle los estudios. Jacob se enojó tanto, que terminó cambiando de fase frente a nuestros ojos. Recuerdo que uno de los argumentos que papá utilizó fue algo así como “tienes el deber de darle el nivel de vida al que está acostumbrada”. No supe muy bien a quién se refería, pero eso pareció hacerlo entrar un poco en razón. Al final, había aceptado una especie de préstamo por parte de Carlisle, eso sí, siempre y cuando quedara por escrito que Jacob tenía que pagarle todo el dinero y con intereses. Había estado a punto de montarse en cólera nuevamente cuando vio la irrisoria tasa de interés que el abuelo había fijado.

Así, mientras Bella estudiaba Artes, papá se enrolaba por tercera vez en Medicina, Jacob se entregó a al estudio de la Ingeniería Mecánica. A pesar de las largas horas que tenía de dedicarle al estudio y al trabajo que había conseguido en un Starbucks para pagarse sus gastos, Jake siempre sacaba tiempo para estar conmigo.

Nuestra vida transcurría en una tranquila rutina, sin grandes cambios o excepciones. Claro que era rara la ocasión que yo convivía con los mortales, pues gracias a mi rápido desarrollo eran pocas las veces que podía alternar con ellos. Aunque eso nunca me afectó, pues mi mundo era colmado por mi maravillosa familia, que vivía cerca de la casa de mis padres.

Todo parecía perfecto, o por lo menos me parecía a mí, hasta el día en que por accidente escuché a la tía Rosalie conversando con Emmett. Ella se quejaba, por enésima vez, de algo que había hecho Jacob. Estaba acostumbrada a la animadversión que sentían el uno por el otro, pero esta vez, lo que me llamó la atención fue lo cuando ella dijo “Ese miserable perro debería decidirse a largarse de una buena vez. Debería darse por vencido, porque nunca va poder conseguir una tajada del dinero de la familia. Podrá engañar a los demás, pero a mi no; yo sé que tanta faramalla por Nessie es únicamente porque sabe que ella es nuestro punto débil, así que la usa para sacarnos lo que quiere. Sabe que Carlisle o Edward jamás le echarán en cara el dinero que han gastado en él”

Emmett trató de que callara, pero ella siguió “El día que se aburra de estar de adulador con Carlisle y se de cuenta de que no va a poder hacerse millonario a nuestra costa, ese día se va a largar con la tal Leah. Al fin y al cabo, son iguales, los perros solo pueden estar con los de su clase…. Ojalá se largara de una buena vez; que aproveche lo insistente que ha estado Leah con sus llamadas, y nos deje en paz, sobre todo a Renesmee

No seas dura. Recuerda todo lo que Jacob ha tenido que pasar con nosotros” la reprendió Emmet, “No fue fácil para Jake dejar a su padre para seguirla”. Me quedé intrigada a quién se refería con “seguirla”, pero como los estaba escuchando a hurtadillas, no podía aparecerme de repente para preguntarle al tío a quién se refería exactamente. De hecho, lo que estaba escuchando me estaba provocando un dolor muy profundo, porque la tía Rosalie no sería capaz de mentir así, ¿verdad? Ella era mi tía favorita, con quien más estaba apegada. Adoraba a todos mis tíos, pero el lazo entre ella y yo era muy especial, así que tenía que confiar en lo que escuchaba de sus labios.

“La avaricia no conoce de límites”, prosiguió ella, “Por dinero, hay quienes han matado hasta a su madre, así que darle la espalda a Billy no creo que haya sido un gran sacrificio para nuestro querido ‘fido’”

Ya no quise seguir escuchando, así que me aleje con el mayor sigilo posible. Me negaba a creer del todo las duras acusaciones de la tía Rosalie, pero la semilla de la duda había quedado grabada.

Traté de ignorar esa duda por días, hasta una noche en que accidentalmente descubrí una nueva forma de mi don.

Mamá había encontrado unas fotos de su boda y las miraba absorta, con una mirada que indicaba que estaba sumida en sus recuerdos. Estaba sentada en su cama, así que entré a su habitación, porque me encantaba que me contara cosas de cómo se habían enamorado papá y ella. La toqué suavemente por el hombro, y de repente, sentí como una descarga eléctrica y vi un flashazo de luces multicolores pasar por mi mente antes de empezar a “ver” unas imágenes de Jacob con un gesto de horror gritando “¡Bella, ¿Acaso has perdido la cabeza? ¡No puedes ser tan estúpida!”, seguida de otra imagen de papá, en su traje de novio, vociferando  a su vez “¡Quítale las manos de encima!”. Mamá se volteó de repente al sentir mi tacto y al ver mi expresión como ida, me miró confusa. Por una extraña razón, decidí ocultarle lo que acababa de pasar, algo raro, porque no había secreto entre nosotras. Pretexté un dolor de cabeza y salí de su habitación, en busca de mi mejor amigo, para contarle y que él me diera una respuesta a lo que había visto. Hasta mucho tiempo después empecé a entender que ahora no solo era capaz de transmitir mis pensamientos por medio del tacto, sino que también era capaz de “descargar” parte de los recuerdos de la gente y reproducirlos en mi propia cabeza sin que los demás lo notaran.

Cuando lo encontré, él estaba muy serio, con las facciones algo rígidas. Sin esperar que yo dijera algo, me tomó de la mano y me pidió que nos sentáramos en el balancín que había en el jardín.

“Tengo que irme, Nessie”, soltó de pronto, sin preámbulos.

“¿Qué?”

“Hay problemas en casa. Billy no esta bien y me necesita”

“¿Billy está enfermo?” Estaba sorprendida. Aunque no había convivido demasiado con el viejo Billy Black, sabía lo mucho que significaba para Jacob.

“Algo así… necesito verlo. Así que voy a tener que irme por un tiempo”

“¿Cuándo te vas? ¿Por cuánto tiempo?” podría soportar una ausencia de un par de días. Pensar en un largo periodo de tiempo me llenaba de ansiedad.

“No sé por cuanto tiempo esté fuera…. Me marcho esta noche, Leah me está esperando afuera”

¿Leah? Dije para mis adentros, y de repente recordé las palabras de Rosalie… ¿así que se iba con Leah? ¿Así que ya se había cansado de esperar esa tajada que no llegaba? De pronto, me sentí muy dolida, muy decepcionada… mi mejor amigo era un cruel impostor, un maldito mentiroso que únicamente había fingido que le importaba con tal de congraciarse con mis padres y mis abuelos, ¡maldito fuera!

Así, que sin detenerme a pensarlo ni un segundo, dejé salir lo que había escuchado días antes de boca de mi tía. Sabía que estaba siendo cruel, que mi voz era un torrente de duras y frías acusaciones. Por un momento, no me importó en lo más mínimo lo que él pudiera decir. Sólo cuando me percaté de que no había dicho ni una sola palabra, pero que su mirada era por demás elocuente al mostrar todo el dolor que le había provocado con mis acusaciones, fue cuando me percaté de que tal vez, bueno no que tal vez, sino que tuve la certeza de que acababa de meter la pata y hasta el fondo.

Jacob dijo “lamento que creas eso de mi…. Realmente es una tristeza que todos estos años se reduzcan a esas palabras tan duras…. Adiós, Renesmee” y sin más, se dio la media vuelta y se marchó sin mirar atrás ni una sola vez.

No se por cuánto tiempo me quedé sentada en la misma posición mirando al infinito después de que se fue. De lo único que era consiente era que había lastimado a la persona que más significaba para mi en este mundo.

A partir de ahí, mi vida pareció sumergirse en un mundo gris. Me sentía mal por la partida de Jacob, por la forma en que nos habíamos separado. Él estaba preocupado por Billy y yo, egoístamente, ignoré ese hecho para descargar mis dudas y mi coraje en él.

No supe si papá había leído en mi mente lo que había sucedido (aunque conociendo lo que podía hacer con su don, no dudo que haya sido así), jamás mencionó algo al respecto y yo tampoco le confié a nadie lo que pasó. Me avergonzaba muchísimo mi comportamiento; parecía que el temor de mamá, de que yo terminara siendo la semi-inmortal más malcriada de la historia, se hubiera hecho realidad.

Durante todo ese año, traté de portarme lo mejor posible, ser un modelo de disciplina y buenos modales, pero a la vez, en mi interior empezaban a anidarse dudas y sentimientos que antes no había experimentado. Algunos, por no decir que la mayoría, tenían que ver con Jacob. Los otros tenían que ver con mi existencia en sí. Empezaba a tener dudas, a sentirme a medias, sin encontrar el lugar exacto al que pertenecía. Porque al final, solo era la mitad de un ser humano, la mitad de un vampiro. Había vivido la mitad de la vida que representaba mi cuerpo físico. Me sentía la mitad de todo, pero sin valer realmente nada. ¿Quién era yo? ¿Dónde encajaba? ¿Era un ser humano? ¿Era un vampiro? ¿Era un monstruo? ¿Qué significaba mi existencia? Alguna vez la tía Alice había dicho que no comprendía a las “razas mestizas”, que podía identificarse con los humanos porque había sido alguna vez uno de ellos; entendía a los vampiros, porque ella misma era uno, pero los “híbridos” estaban fuera de su comprensión. Por eso ella no podía “verme”, ni podía “ver” a Jacob. Así, que el único ser que podía entenderme, el único que de alguna forma era parecido a mí, el único que podía ayudarme a contestar esas preguntas, era al único que no podía recurrir en esos momentos gracias a mi imprudencia, a mi madurez y a mi orgullo.

Tal vez al final sí fuera un monstruo, porque solo uno de esa categoría sería capaz de causar tanto daño en aquellos que le querían.

Sacudí la cabeza un poco para despabilarme y dejar a un lado esos recuerdos que me acosaban. Me sentía tan reconfortada, tan feliz estrechada entre sus brazos. Hacía un año que no me había abrazado de esa forma a él, pero parecía como si nunca hubiera estado lejos de esos brazos. Era como si de alguna forma, ese fuera el lugar a donde yo pertenecía.

Permanecimos así por quien sabe cuánto tiempo, antes de que él rompiera el silencio.

–Imagino que si viniste a Forks no fue únicamente para disculparte conmigo –la voz de Jacob tenía un aire casual, pero no me engañaba. Yo sabía que en sus palabras había una pregunta implícita.

–Esa fue una de las razones.

–¿Cuáles son las otras?

–Pues quería ver a mi abuelo

–Ok, esa es una.

–¿No es más que suficiente?

–Dijiste que eran “razones”, así que imagino que hay más, ¿o no?

–Mmm… –el cansancio empezaba a hacer mella en mí, y estar abrazada en los literalmente cálidos brazos de Jake no ayudaba a mantenerme despierta y alerta

–¿Nessie? –me separó un poco para verme a la cara. Realmente no le presté mucha atención a eso, sino más bien al tono cariñoso con el que me había dicho “Nessie”, ¡bien! Parecía que había esperanzas en recuperar nuestra vieja relación –¿Te estás durmiendo aquí, de pié?

¿Lo estaba haciendo? Creo que sí, porque los ojos me pesaban y después del alivio que sentí cuando de alguna manera entendí que él me había perdonado, el estrés abandonó mi cuerpo, dando paso al cansancio para empezar a sumirme en el sopor del sueño.

–Noooo, yo nooo me estoy durmiendo –pero el bostezo que escapó de mi boca, distorsionando mis palabras, me contradijo por completo.

–Señorita, es hora de irte a dormir. Un minuto más y creo que tendré que cargarte como un costal hasta tu cama.

–Pero no tengo sueño –otro maldito bostezo me contradijo –además, no puedo hacerles la grosería a ti, Seth y Sue de dejarlos aquí como si nada para irme a dormir. Esme se moriría de la mortificación si se enterara de mis malos modales.

–Eso tiene remedio: mientras te vas a la cama, nosotros regresamos a casa.

–¡No! –La voz me salió con más fuerza de la que pretendía –No se vayan. Es más, ahorita me tomo un café o una coca-cola para que se me quite el cansancio y podamos estar juntos un par de horas más. Hay tantas cosas que me tienen que contar tú y Seth.

Jacob pareció sopesar por un momento mis palabras, pero al final, terminó moviendo su cabeza en señal de negación.

–Nessie, sabes que siempre termino dándote aquello que más quieres y se nota que en estos momentos, aunque no lo quieras aceptar, lo que tu cuerpo pide a gritos es una buena noche de sueño. –Al percatarse de mis intenciones por seguir protestando, continúo –Sé buena y hazme caso; te prometo que mañana te contaremos todo lo que quieras saber.

–¿Mañana? ¿Vas a venir mañana a verme?

–Mejor aún: mañana vas a venir conmigo, o mejor dicho, con nosotros a La Push.

Al escucharlo, sentí que mis ojos y mi rostro en general resplandecían como el de una niña en la mañana de Navidad.

–¿De verdad?

–De verdad. Mañana vendré por ti y por Charlie para que pasen el día con nosotros en La Push. Billy ha estado insistiendo para que Charlie vaya a pescar este fin de semana con él, y conociendo a tu abuelo, a él le encantaría ir siempre y cuando no implique dejarte sola y aburrida en casa. Así que matamos un pájaro de dos tiros: tu abuelo puede salir de paseo con mi padre, y tú conocerás mi hogar.

Estaba realmente entusiasmada con la posibilidad de conocer la tierra de Jacob. A pesar de los dos años que viví en Forks, esta era la primera vez que pisaría territorio quileute.

–¡Jake, eso será maravilloso! –me abracé a su cuello de felicidad, en un impulso de mi parte

–¡Qué bueno que te guste la idea! Pero antes señorita, usted se tiene que ir a dormir… sin protestas. –Jacob se separó de mis brazos y sin más, me giró en media vuelta de frente a la puerta de la casa. Con movimientos rápidos, abrió la puerta mientras me empujaba suavemente al interior.

–¡Seth, es hora de irnos! –gritó mientras cerraba tras de él la puerta

–¿Ya? Pero… –al ver mi cara de cansancio, Seth calló lo que iba a decir  –Sí, es hora de irnos… ¡mamá, es hora de regresar a casa!

Charlie y Sue salieron de la cocina y llegaron hasta la sala. Solo voltearon a verme (¿realmente mi cara reflejaba el sueño y el cansancio que sentía?) y sin agregar nada más, empezaron a despedirse nuestros invitados, a la vez que Jacob les informaba de la visita que haríamos mi abuelo y yo a La Push al día siguiente.

Entre abrazos, prometimos vernos al día siguiente. Seth me recordó que llevara el traje de baño, porque quería retarme a una competencia de natación en las playas de la reserva. Sue solo se limitó a decirme “hasta luego”, pero con Charlie sí fue un poquito más afectuosa, si se podía decir así. El último en salir de la casa fue Jacob, que me dijo “Duerme bien. Descansa” y me besó en la frente.

En cuanto se fueron, no pude reprimir una serie de bostezos que manifestaban el estado de agotamiento que tenía. Recordando que mi equipaje aún se encontraba en el auto, me dispuse a ir por él, a pesar de las protestas de Charlie en el sentido de que él solo podía cargar con las maletas. Lo convencí de ayudarlo argumentándole que entre los dos bajaríamos más rápido mis cosas, y por ende, más rápido podría ponerme mi pijama para irme a dormir.

Ya con las maletas dentro de la habitación que alguna vez fuera de mi madre, saqué de una de las maletas mi pijama, un juego de ropa interior limpia y mi neceser con mis artículos de limpieza. Por más cansada que estuviera, no iba a poder dormir si no me daba mi religioso baño nocturno.

En cuanto terminé con mi ritual de aseo, me acerqué a la puerta de la habitación de Charlie para desearle buenas noches. Justo cuando el abuelo me daba un beso en la mejilla, ¡zaz! Otra vez las lucecitas multicolores atravesaron mi mente y sentí como “descargaba” unos recuerdos de la mente de mi abuelo a la mía. Me despedí de él y me dirigí lo más humanamente rápido a mi cuarto. Sabía que enseguida mi cerebro le daría al “play” y empezaría a reproducir el “video” (como yo había empezado a llamar a esas descargas de memoria). En cuanto cerré la puerta a mi espalda y me apoyé en ella, mi cerebro empezó a reproducir los recuerdos de Charlie como si de los míos propios se tratara.

Algo le había pasado a Jacob en ese instante, un accidente en motocicleta y mamá había llegado a casa después de haberlo ido a ver. Ella mencionó “No creí que alguna vez superarían ese absurdo prejuicio que tienen allí contra los Cullen, pero a alguien se le ocurrió llamar a Carlisle y Billy se mostró de lo más agradecido cuando apareció”.  Y más adelante, Charlie había puesto mayor énfasis en este recuerdo, cuando le dijo a Bella que tenía el presentimiento de que pronto la perdería, ella parecía dispuesta a restarle importancia a los temores del abuelo, pero Charlie fue muy enfático cuando le aseguró que no montaría ningún escándalo, pero que le avisara con algo de antelación, ya que quería tener la oportunidad de abrazarla y decirle adiós. Fin de la proyección.

Casi arrastrando mis pies me acerqué a la cama y me dejé caer encima de ella sin el menor ápice de gracia. Tenía preguntas que no dejaban de darme vueltas en mi aturdida cabecita. Primero, ¿por qué sentían aversión por mi familia “allí”? Ese “allí” me imagino que era La Push, pero entonces, ¿Jacob alguna vez había tenido algo contra mi familia? Y si había sido así, ¿qué había provocado que las cosas fueran diferentes? ¿Por qué el abuelo estaría recordando precisamente ése pasaje de su vida?

No estaba muy segura de cómo era que funcionaba esta nueva forma de mi don, que había aparecido un par de meses atrás. No les había contado nada de esto a mis padres o a algún otro de mis parientes. Era muy difícil mantener secretos estando mi padre cerca, así que me las había ingeniado para no pensar en mi don cuando estaba junto a él. A veces envidiaba el escudo que poseía mamá, ya que no sabía si papá se la pasaba metido en mi mente, desvelando todos y cada uno de mis pensamientos, o si, por el contrario, había decidido concederme mi propio espacio “privado y confidencial” en mi mente, aquél espacio donde estarías mis más secretos pensamientos, anhelos y sueños.

Pensando en ello, me quedé dormida profundamente.

 

 

El suelo estaba cubierto de una espesa nieve en esa parte del bosque. Hacía un viento helado, pero no me calaba como debería de hacerlo a una persona normal, ya que mi temperatura normal era un poco más elevada que la de mayoría. Mamá me ponía un vestidito muy adornado y femenino, con una cara que reflejaba agonía. Toqué su rostro y le mostré la imagen que veía de ella. Yo quería saber el por qué de su angustia.

Mamá abrió los ojos rojizos como platos y me dijo “Te quiero más que nada en el mundo

“Yo también te quiero mamá” respondí en voz alta mientras acariciaba el guardapelo que me había regalado, “Siempre estaremos juntos” concluí.

Siempre estaremos juntos en nuestros corazones, pero hoy, cuando llegue el momento, tienes que dejarme.

Sus palabras produjeron en mi pecho una angustia y un dolor equiparables al que momentos antes había visto en su rostro. Toqué su rostro con mi mano para transmitirle mi desgarrada negativa.

¿Lo harás por mí, por favor?”

Con mis pensamientos y con mi voz traté de decirle que sí, pero dolía mucho pensar estar lejos de ella y de papá. Mamá repetía el “por favor” mientras unas sinistras manos me arrancaban de sus brazos y me alejaban de ella y del resto de mi familia.

–¡No! – abrí los ojos de golpe a la vez que me levantaba hasta quedar prácticamente sentada en la cama. En un impulso, busqué con mi mano derecha el guardapelo que siempre llevaba en mi cuello desde la primera navidad de mi vida.

Estaba un poco desorientada mientras veía clarear el día a través de una ventana que no me parecía conocida. Poco a poco, mientras con mis ojos recorría la pequeña habitación con sus muebles algo pasados de moda, comprendí dónde me estaba así como caí en cuenta que había tenido otra vez  la pesadilla que a veces me acosaba desde niña.

Era una mezcla de sueños y recuerdos de aquella vez que los Volturi habían estado a punto de arrasar con mi familia y nuestros amigos a causa de mi existencia. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había soñado con eso. Sacudí la cabeza, como si asi pudiera borrar esas escalofriantes imágenes.

Vi que los números rojos de un radio-reloj que estaba a un lado del buró de la cama marcaban las 6:12 a.m. No estaba segura si podría volver a quedarme dormida nuevamente, o si de hacerlo, seguiría soñando con la pesadilla, por lo que opté por levantarme y empezar a arreglarme para la visita a La Push.

No recordaba a qué hora había quedado con Jacob, pero si el abuelo pensaba ir a pescar con Billy, imaginé que la cita sería lo más temprano posible. Arrastré un pié tras otro para levantarme de la cama y empezar a buscar entre mis maletas qué ponerme ese día.

Me quedé mirando varias opciones de vestuario hasta que me decidí por unos shorts de mezclilla azul marino y una especie de blusa-túnica en azul cielo. Debajo me pondría uno de los 10 bikinis que Alice me había comprado la última vez que habíamos ido a Paris de compras. No pude evitar sonreír al recordar a mi pequeña y elegante tía andar como torbellino por las muy elegantes tiendas parisinas.

Me metí a bañar, me vestí y en cuanto terminé de calzarme un par de finas sandalias de cuero, baje a la cocina. Charlie ya estaba ahí, tomando una taza de café mientras leía el periódico. En cuanto se percató de mi presencia, dobló el diario y me dedicó una enorme sonrisa.

–¡Buenos días, cariño! ¿Cómo dormiste?

–Como un tronco – No tenía caso contarle de mi pesadilla, era algo que me había acompañado desde pequeña. Me senté en la silla frente a él.

–Deberías de haberte quedado un rato más en la cama. Ayer parecías muy agotada.

–No era necesario, hoy me levanté con mucha energía. Además, supongo que si vas a ir a pescar con Billy, querrás ir lo más temprano posible, ¿o me equivoco?

Charlie esbozó una sonrisa y no necesitó más para confirmar lo que pensaba.

–Bueno, en cuanto desayunes algo, salimos hacia la reserva.

–Pues entonces no tardaré mucho, no tengo hambre así que podemos irnos ya mismo. –Dije a la vez que me ponía de pie

–Un momento señorita. –¿Por qué fruncía de esa manera el ceño? –No nos vamos de aquí sin que comas algo. Tu madre me mataría si se entera que no te cuido bien y que permito que empieces el día sin desayunar como Dios manda.

–Abuelo, no es necesario, yo nunca….

–Sí lo es. –Me atajó a la vez que me dirigía una ceñuda mirada –Mientras estés aquí, me encargaré de que te alimentes bien. Un par de kilitos más no te caerían nada mal. Esta juventud, tan obsesionada con tener cuerpos de paletitas “lollipops”.

No quise discutir con mi abuelo porque eso me llevaría a darle una larga explicación sobre por qué no podía engordar aunque me comiera un trailer lleno de hamburguesas dobles con queso. Mi cuerpo quemaba demasiado rápido las calorías que consumía y, aunado a que prefería la dieta líquida de todo vampiro vegetariano, por eso lograba estar en forma. Explicar todo eso rompería con la decisión del abuelo de “saber sólo lo absolutamente esencial y necesario sobre la familia Cullen”.

Con la mayor resignación del mundo, saqué la jarra de leche del refrigerador y me serví un vaso. Bajo la atenta mirada del abuelo, saqué también una rebanada de jamón y después, busqué un par de rebanadas de pan para improvisarme un sándwich. Observé mi desayuno e imaginado que era un puma muy enojado, procedí a ingerir mis alimentos. Charlie no quedó satisfecho sino hasta que vio que me comía hasta el último bocado del sándwich y que el vaso de leche estaba completamente vacío.

–¡Esa es mi niña! –exclamó gustoso el abuelo, como el gato que se comió al ratón –Cuando hable con tus padres, les diré lo buena y obediente que eres.

¡Fantástico! Ahora, le daba por hablarme como a una niña de 8 años. Bueno, técnicamente esa era mi edad, pero ¿por qué demonios no recordaban que yo había madurado en la mitad del tiempo que hacen los humanos? Odiaba cuando se ponían así, porque yo no era ni física ni mentalmente una niña ya. Si  en mi mente todavía tuviera ocho años, probablemente estaría jugando con muñecas y creyendo en la existencia de Santa Claus, sin importar que mi estatura fuera de más de un metro setenta y tuviera el cuerpo de una mujer de 18 o 20 años. Pero no, mi mente funcionaba de acuerdo a la edad que aparentaba. Incluyendo lo de experimentar la atracción física de hombres de casi dos metros de altura, con un cuerpo como para quitar el aliento, con una piel bronceada en tonos rojizos y un…

–¿Te sientes bien, Nessie? Te noto algo sofocada, con las mejillas algo rojas. ¿No tendrás temperatura?– El abuelo hizo el ademán de estirar la mano para tocar con ella mi frente.

–No lo creo abuelo…  en fin, será mejor que nos pongamos en marcha para irnos a La Push. Tengo muchas ganas de ver a Billy y conocer la reserva de nuestros amigos quileutes. Anda, vamos a llegar tarde si no nos ponemos en marcha.

Mis palabras parecieron distraer a mi abuelo. ¡Excelente! Lo último que necesitaba es que se diera cuenta que pensar en cierta persona en especial, efectivamente elevaba mi temperatura corporal. Y no precisamente a causa de una enfermedad.

 

 

Capítulo 1: EL REGRESO Capítulo 3: RAZONES

 
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