CLARO DE LUNA de Midnight_girl

Autor: nessyblack, CECI
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 14/07/2009
Fecha Actualización: 21/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 74
Visitas: 97578
Capítulos: 37

EL REGRESO:

 

 

“Por fin” suspiré mientras observaba el anuncio de mi llegada a Forks. Había decidido hacer ese viaje en auto, aunque mis padres se habían empeñado que tomara un vuelo hasta Seattle. Pero si había decidido hacer un viaje largo era precisamente porque necesitaba mucho tiempo a solas y en silencio para poder dar rienda suelta a mis pensamientos; pensamientos que habían surgido casi un año atrás, y que me habían obligado a estar constantemente alerta para que mi papá, con ese maravilloso don que poseía, no se enterase de ellos....

 

 

AUTORA: MIDNIGHT_GIRL

 

 

http://midnightsleepless.blogspot.com/

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 22: DESPERTAR

Miré nuevamente el reflejo del espejo, esperando poder reconocerme en el rostro de esa desconocida; recorrí las facciones de su rostro a través del espejo son mis dedos, pero era inútil. A pesar de que había despertado dos semanas atrás de la oscuridad que me había atrapado, no lo lograba reconocerme a mi misma, no lograba saber quién era yo.

Exhalé medio desesperada, medio derrotada, ¿por qué no podía recordar? ¿Quién era realmente yo? Me sentía tan sola, tan perdida y tan confundida, a pesar de estar rodeada de tanta gente, si es que a ellos se les podía llamar así.

–Veo que ya estás despierta, amor mío.

A través del espejo me encontré con un par de ojos azules, tan intensos que me provocaban escalofríos. A pesar de que su dueño se había portado conmigo con amabilidad, paciencia y hasta ternura, aún así, no podía evitar ponerme tensa ante su presencia. Trataba de disimularlo, para no parecer una malagradecida.

–Eeeh… sí, ya tengo rato que desperté.

–¿Cómo amaneció tu brazo hoy?

Miré mi brazo izquierdo vendado a la altura del codo. El día anterior me lo había lastimado un poco al estar practicando con Stanislav.

–No fue nada, sólo una pequeña torcedura, pero está bien.

–Me alegro. En cuanto estés lista, Stanislav te espera para seguir con las prácticas. Falta muy poco tiempo para enfrentarnos a ellos.

Me estremecí involuntariamente por sus palabras.

Según lo que me había ido contando, nos preparábamos para una especie de guerra sin cuartel contra un clan enemigo, tan sanguinario y fuera de control, que esta lucha era inevitable.

–¿De verdad tenemos qué hacerlo? –dije aprensiva a la vez que giré sobre el taburete en el que estaba sentada, para mirarlo directamente a la cara.

–Claro que sí, ¿o piensas dejar el asesinato de Gianna sin castigo? –me miró con intensidad, y casi podría jurar que sus ojos azules tenían un destello perverso. Bajé la mirada, temerosa de algo, sin saber exactamente de qué, pero temerosa al fin y al cabo –Era tu hermana y ella hubiera hecho lo mismo por ti.

–Es que… para mi es tan difícil entender todo esto, comprenderlo siquiera. –me froté la frente con una mano, nerviosa –Esto de vampiros, sangre, inmortalidad, bueno, son cosas que no logro procesar… Si pudiera recordar algo, lo que fuera, tal vez sería más fácil para mí.

El se puso de cuclillas ante mi y tomó mis manos entre las suyas, como buscando reconfortarme.

–Poco a poco lo irás recordando, amor. Pero si quieres, puedo repetirte la historia tantas veces lo necesites, tal vez eso te ayude en algo…

Bajé mi mirada hacia nuestras manos entrelazadas y mi mente vagó hacia la historia que me había contado él.

Apolo, así era como se llamaba él, me había dicho que yo era hija de uno de los tres líderes de los Vulturi, una especie de familia real vampírica. Mi padre se llamaba Aro y mi madre había sido una mujer que había muerto cuando yo nací; tenía una madrastra llamada Sulpicia, pero mi relación no era especialmente buena con ella, dado que yo era la prueba irrefutable de la infidelidad de mi padre. Tiempo atrás, un clan rival, los Cullen, me habían secuestrado con el fin de chantajear a mi padre; según Apolo, me tuvieron en cautiverio esperando negociar la rendición de mi familia y para esto, se aliaron a una manada de hombres-lobo, a quienes pensaban entregarme si los Vulturi no acataban sus órdenes.

Al parecer, mi cautiverio fue un infierno. Cuando desperté de la inconsciencia, estaba llena de moretones y golpes en el cuerpo; Apolo me contó que prácticamente los Cullen me habían torturado al punto de suplicar por mi muerte. Gianna, mi hermana gemela, desesperada había urgido un plan para rescatarme de las garras de nuestros enemigos y se había lanzado sola en un intento desesperado por liberarme.

Sospeché lo que planeaba hacer, por eso la seguí, pero llegué demasiado tarde” me dijo él. Los Cullen nos descubrieron a Gianna y a mí justo cuando empezábamos a huir de ellos; mataron a Gianna en el acto y a mi me dejaron bastante herida, tanto que me dieron por muerta y me dejaron tirada ahí a mi suerte. Apolo llegó apenas para llevarme de ahí, aunque a su pesar, tuvo que dejar el cadáver de mi hermana ahí; su cuerpo estaba destrozado, no tenía caso regresar por él.

La primera vez que escuché la historia de sus labios, mi primera reacción fue de mirarlo boquiabierta, segura de que todo era un sueño o que estaba en alguna clínica psiquiátrica. Estuve a punto de estallar a carcajadas si no hubiera sido porque en esos momentos, dos seres de ojos rojo carmesí y pálidos como la tiza entraron a mi habitación. Uno era Stanislav y la otra era una pequeña adolescente rubia llamada Jane.

–¿Has recordado algo? –pronunció interrumpiendo mis pensamientos.

–No estoy segura –el enarcó la ceja pero no dijo nada, así que continué –Sólo tengo destellos, retazos de sombras, rostros… Nada en específico… cuando parece que algo viene a mi mente, algo lo regresa a la oscuridad y lo curioso, es que me da un horripilante dolor de cabeza.

–No fuerces demasiado tu memoria… Hay cosas más importantes en estos momentos.

–¿Y recuperar mi vida no lo es?

–Claro que sí –acarició mi mejilla con el dorso de su mano. Sentí el impulso de repeler el gesto, pero me obligué a quedarme quieta –Pero recuerda que una gran guerra para nosotros, tenemos que estar preparados para enfrentar a nuestros enemigos. Es necesario que tú estés lista, juegas un papel importantísimo en todo esto.

–¿Yo?

–Sí, tú eres la única que puede acabar con Isabella Cullen. Tú eres la única que puede dejarla vulnerable.

Isabella Cullen…

Mi mente quiso enfocar un rostro al escuchar el nombre. Si me concentraba un poco más…

–Isabella Cullen… ella… ¡Ay! –Me llevé las manos a la sien.

–¿Qué sucede?

–Mi cabeza…. –sentía que me estaban partiendo el cráneo en dos y después lo pateaban sin misericordia –¡Aaaaaay!

Todo volvió a ser oscuro a mi alrededor.

 

 

 

Abrí los ojos y me encontré con el severo rostro de Stanislav sobre el mío; sus ojos rojos provocaron un estremecimiento en mí.

–Ha despertado –dijo con voz parca y profunda, mientras se alejaba de mi lado.

–¿Qué sucedió?

–Te desmayaste…

–¿Otra vez?

–Sí, otra vez… –el tono de voz de Stanislav era bastante socarrón. Parecía que mi debilidad le divertía.

–¿Va a estar ella bien? –la voz de Apolo sonó en alguna parte de la habitación. No me preocupé mucho por ubicarle. Más bien mi atención estaba en incorporarme y no volver a marearme o desmayarme en el proceso.

–Parece…

–¿Qué no se supone que eres médico?

–Fui, hace mucho tiempo… Lo fui como también fui un ser humano. Ahora me limito a ser únicamente un monstruo.

Por la forma de hablarse, era obvio que entre los dos había cierta animadversión; me llamó la atención, porque si no se caían bien, ¿cómo era que podían convivir en la misma casa?

–Estoy bien –intervine, consiente de la tensión que reinaba –Creo fue la falta de alimento lo que me hizo desmayar.

–Tal vez sea hora de salir de caza.

–¿Estará lista?

–No sé  y no me importa. Lo único que sé es que si quieren que esté lista para enfrentar a los Cullen, el que se esté desmayando como una débil y cursi heroína shakesperiana no va a ayudar de mucho.

No supe si lo que me hizo temblar nuevamente era la alusión a la cacería o a la guerra para la que me estaban entrenando.

Habían tratado antes de que me alimentara a la manera tradicional de los vampiros, pero me rehusé. No me veía a mi misma como una criatura sanguinaria matando inocentes. De hecho, todavía no estaba segura si estaba atrapada en un sueño, si todo esto que me rodeaba era de verdad. Aunque había algo que no podía negar: empezaba a sentir cierto picor, cierto ardor en la garganta, y algo me decía que no se iban a calmar con un simple vaso de agua o con algo de comida “normal”.

–Eeeeste, creo que con un vaso de leche por le momento es más que suficiente. –Dije sin ánimo mientras que ellos hicieron una mueca de desagrado al escuchar la palabra “leche”

Con cuidado, puse los pies sobre el lustroso suelo de mármol y lentamente me fui parando.

–Ya estoy bien… Creo que… creo que será mejor que me cambie para seguir con las prácticas con Stanislav.

Di un par de pasos, pero una mano me detuvo por el codo que no tenía lastimado.

–¿Dónde está tu anillo, Atena?

Atena”, sentí un vacío al escuchar el nombre o el que se suponía que era mi nombre. No sentía que mi rostro fuera el de una “Atena”, lo sentía extraño, frío, como si no me perteneciera. Y hasta cierto punto, me parecía bastante cursi.

Apolo me había explicado que mi nombre se lo debía a Aro, mi padre (que el nombre y el título, tampoco me decían nada, no me despertaban ni un solo sentimiento que no fuera aprensión). Cayo, era el padre de Apolo, así que como los dos éramos hijos de una especie de dioses, Atenea y Apolo era más que propicios para nosotros, los favoritos de nuestros padres.

Miré hacia mi mano izquierda, al dedo donde debería ir mi anillo de compromiso. Una alianza de platino con un diamante enorme color azul; la joya era bonita, tenía que reconocerlo, imponente con esa piedra preciosa de brillo extraordinario. Pero sentía que al usarla me pesaba, y no hablaba de la forma física, sino que la sentía como algo que no me pertenecía, algo que no quería.

–Me la quité, no quiero estropearla golpeando a Stanislav.

–Como si pudieras hacerme daño –dijo socarrón.

Lo miré con recelo. Ese día estaba dispuesta a emplearme a fondo para darle una buena paliza.

–No me gusta que te lo quites –dijo Apolo –Será una tontería, pero me gusta que los demás sepan que eres mía. –tomó mi mano y la besó.

Sonreí ligeramente mientras me alejaba para dirigirme al vestidor y ponerme algo adecuado para mis lecciones de combate.

Otra de las tantas cosas que me tenían bastante asustada, era el hecho de mi inminente boda con Apolo. Parecía que a él no le importaba que su prometida estuviera amnésica y que no lo recordara en lo más mínimo; la contrario, mi amnesia era un pretexto perfecto para acelerar el matrimonio.

No tiene caso parar nuestra vida por este incidente. El seguir con nuestros planes, estar conmigo te van ayudar a recuperar tus recuerdos”.

Claro que yo había puesto reparos en lo del matrimonio, ¿qué no se suponía que nuestros padres eran hermanos? Por lo tanto, él y yo éramos primos sanguíneos y un matrimonio así, era bastante perturbador, enfermizo y asqueroso.

Apolo se había reído y me aclaró que Aro, Cayo y Marco en realidad no compartían lazos de sangre, pero como habían estado juntos durante milenios, ellos se llamaban así mismos “hermanos”

Además, dado nuestro linaje, no podemos mezclarnos con cualquiera. Tenemos que preservar nuestra estirpe pura”.

Me puse a toda prisa un par de jeans y una camiseta blanca cualquiera. Mi guardarropa en ese momento no era de mucha ayuda, así que aparte de mortificarme por lo austero que era, tenía que conformarme con eso o andar desnuda.

Sonreí, ¿siempre habría sido tan obsesa con el tema de la ropa? Algo me decía que sí y que las prendas que estaban ahí no las había comprado yo. No podía tener un sentido del gusto tan… pobre.

Salí del vestidor y me encontré con Apolo y Stanislav aún ahí, mirándose suspicazmente entre sí, ¿de qué me estaba perdiendo?

–¿Lista, princesa? –Stanislav pronunció algo burlón. Apolo gruñó por lo bajo.

Renesmee… mi princesa

En mi mente resonó una voz masculina, pronunciando la frase con bastante calidez, ternura, amor. Sí, con la clase de amor de un padre a su hija…

–Apolo… –lo detuve antes de que saliera de mi habitación.

–¿Sí?

Dejé que Stanislav saliera por delante de nosotros antes de seguir con mi pregunta.

–¿Quién es Renesmee?

Apolo abrió los ojos sorprendido, pero rápidamente puso en control sus emociones; tanto que por un momento pensé que habían sido imaginaciones mías su cara de asombro.

–Nadie de quien debas preocuparte… Quien haya sido, está muerta.

Y sin más explicación, salió rápidamente de mi habitación, dejándome parada en el umbral.

–¿Piensas jugar a las estatuas todo el día o vas a mover tu trasero y te vas a poner a trabajar? –La odiosa voz de Stanislav me llegó a través del pasillo.

En mi interior luchaba por salir una respuesta bastante ácida para mi profesor, pero respiré hondo y decidí que no valía la pena. Había algo que era más importante.

Porque el asunto de la tal “Renesmee” iba más allá del “nadie del que deba preocuparte”, oh no. Algo me decía que había más detrás de ese nombre, aunque no sabía exactamente qué, era algo que estaba relacionado con ese pasado que no podía recordar; y ese algo era lo que debía investigar.

 

Capítulo 21: Interludio Capítulo 23: NUEVOS ENEMIGOS

 
14440119 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10758 usuarios