CLARO DE LUNA de Midnight_girl

Autor: nessyblack, CECI
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 14/07/2009
Fecha Actualización: 21/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 74
Visitas: 97576
Capítulos: 37

EL REGRESO:

 

 

“Por fin” suspiré mientras observaba el anuncio de mi llegada a Forks. Había decidido hacer ese viaje en auto, aunque mis padres se habían empeñado que tomara un vuelo hasta Seattle. Pero si había decidido hacer un viaje largo era precisamente porque necesitaba mucho tiempo a solas y en silencio para poder dar rienda suelta a mis pensamientos; pensamientos que habían surgido casi un año atrás, y que me habían obligado a estar constantemente alerta para que mi papá, con ese maravilloso don que poseía, no se enterase de ellos....

 

 

AUTORA: MIDNIGHT_GIRL

 

 

http://midnightsleepless.blogspot.com/

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Capítulo 20: HORAS FINALES

9:33 a.m

–¿Vas a ver a Jacob esta noche? –me preguntó mi madre por enésima vez

–Sí mamá, ya te lo había dicho antes

–Lo siento hija, no quiero parecer entrometida, sólo es que…

–Crees que me puedo echar para atrás –finalicé la frase por ella –No lo haré. Dije que voy a ir y me gusta cumplir con mi palabra.

–Lo sé, pero no lo decía por eso. Estoy preocupada por ti; claro que quiero que Jacob y tú solucionen las cosas, pues antes de que todo esto pasara fueron amigos, pero sé que esto es difícil para ti y que te duele. Lo último que deseo es verte sufrir.

Abracé a mamá y le besé la mejilla antes de contestar.

–Gracias mami. Pero eso de “no sufrir”, bueno ya es tarde para eso… –suspiré profundamente –El amor apesta, ¿no?

–¿Por qué lo dices? –preguntó medio divertida, medio en serio.

Solté a mamá y me dejé caer de espaldas sobre el colchón de mi cama.

–Porque para ser feliz, primero tienes qué sufrirlo… tú me entiendes, ¿no? Vi tus recuerdos, aunque algo brumosos a decir verdad. Realmente lo pasaste mal cuando papá se fue.

Ahora fue mi madre quien emitió un largo y profundo suspiro mientras se sentaba en la cama, a un lado de donde yo estaba recostada. Parecía que su mente se remontaba a un lugar y un tiempo bastante lejano.

–Sí, tú lo viste, puedes darte una idea de cómo fue, pero ¿sabes? No cambiaria nada, absolutamente nada de lo que tuvimos qué pasar para llegar aquí. Estos años que he pasado a lado de tu padre, sobre todo a partir de tu nacimiento, ha sido los mejores de mi existencia.

–¿No te hubiera gustado evitar esos meses tan negros? –le pregunté sorprendida.

–No, porque a pesar de que fueron muy duros, me ayudaron a crecer y a madurar. Y ese mismo dolor afianzó el enorme amor que sentimos tu padre y yo; haber estado a punto de perdernos nos hizo darnos cuenta que nunca podríamos seguir existiendo el uno sin el otro.

El rostro de mamá resplandecía al hablar del amor que sentía por mi padre; ojalá algún día yo pudiera expresarme así, reflejar esa dicha, esa luz como la que ella proyectaba. Sí, esperaba amar y ser amada con la misma intensidad.

–¡Wow! Me dejas sin palabras… Ojalá algún día pueda hablar así –no pude evitar que mis palabras salieran con un dejo de tristeza y melancolía.

–Y lo harás, te lo prometo, porque estoy completamente segura que allá afuera hay alguien que te ama de esta manera tan intensa, tan eterna y al mismo tiempo, tan incomprensible.

–¿En serio?, ¿y de casualidad no tendrás el nombre y el teléfono de este súper hombre de mis sueños? –dije bromista

–No necesario que te lo diga, tú mejor que nadie sabe quién es y dónde te está esperando. Y después de esta noche, me vas a dar la razón.

No respondí a las palabras optimistas de mi madre. Era lógico que pensara que iba a tener mi final feliz, que el amor iba a triunfar entre la princesa y su príncipe, o en este caso, con su lobito encantado. Pero esto no era un cuento de hadas, distaba mucho de serlo.

Paseé mi vista distraídamente por mi habitación, hasta que mis ojos se posaron en el pequeño lobo de peluche que Jacob había ganado para mí en la feria.

–¿Y ese lobito? –preguntó mamá al darse cuenta qué era lo que había captado mi atención.

–Jacob lo ganó para mí en la feria.

–¿La feria que está a las afueras de Forks?

–Sí. Jake recordó cuánto me gustan y me llevó allá… –no pude evitar sonreír al recordar el paseo, sobre todo cuando Jacob se había esforzado por ganar el premio para la pequeña Melanie. Esos recuerdos parecían lejanos, aún y cuando apenas habían pasado un par de días de distancia.

–Por lo visto, a Jake todavía le gusta regalar “lobitos”…

–¿Cómo?

–Sí, una vez me regaló una pulsera de plata con un dije de un lobo que él mismo talló en madera.

De pronto, a mi mente vino ese recuerdo. Sí, era uno de los tantos que había obtenido de mi madre el sábado por la noche, sólo que no era muy visible; recordaba lo de la pulsera, pero había detalles que no había alcanzado a ver.

–O sí, la pulsera…. –inconscientemente, mi voz se tiñó de amargura.

Mamá me miró sorprendida por la forma en que lo había dicho.

–¿Por qué lo dices así, como si fuera algo… desagradable?

–Porque… ¡mamá! Tú lo sabes…

–¿Qué?

–Que para los quileutes, el darle una pulsera a alguien es como darle un anillo de compromiso. O sea, el regalo que te hizo Jacob era una muestra de su compromiso por ti, por el amor que te tiene…

–Renesmee, ¿de qué hablas? Jacob me lo dio como regalo de graduación. Fue un simple gesto amistoso.

–Ajá….

–Es en serio, creo que estás confundida. ¿De dónde sacas que esa pulsera era el equivalente a un anillo de compromiso?

–De tus propios recuerdos. Ahí fue donde lo escuché o lo vi o como quieras llamarlo.

–Nena, no te entiendo… ¿Segura? Dijiste que mis recuerdos te llegan como brumosos, ¿no?

–Sí, pero solo tus recuerdos de cuando eras humana. Los que son posteriores a tu conversión, son tan claros, tan definidos, mientras que los otros… digamos que como vampira tu memoria es calidad Blue-ray y como humana, es VHS.

O.k, mala analogía cuando mamá nunca se había distinguido por ser precisamente fanática de la tecnología.

–Creo que mis “brumosos” recuerdos te han confundido… Sí, una de las tradiciones quileutes es dar a su prometida, o al objeto de su impronta en el caso de los metamorfos,  una pulsera de cuero tejida por ellos mismos. Y sólo se la entregan a su verdadero amor; Jacob alguna vez nos lo contó a tu padre y a mí.

Pulsera tejida de cuero…”

–¡Ah!, como la pulsera que Quil le dio a Claire, su “improntada”... Con razón.

–¿Con razón, qué cariño?

–Vi la pulsera que traía Claire y le comenté a Jacob que me había gustado y que pensaba decirle a Quil que me hiciera una. Jacob me contestó medio molesto que no, que en ese caso mejor él me la haría. –mamá pareció contener el aliento con mis palabras, aunque trató de disimularlo. –Imagino que quería ahorrarle a Quil el mal rato de decirme que no…

–Probablemente…

–¿Todavía la conservas? –mi madre me miró confundida –La pulsera de plata, que si todavía la conservas…

–Sí, todavía la conservo, pero no porque tenga un significado amoroso –aclaró rápidamente, como si temiera que yo le encontrara un significado más intimo al gesto –sino porque fue un regalo que me hizo mi mejor amigo. Además, tu padre me regalón un dije de diamante en forma de corazón que también puse ahí.

Había algo en esa historia de la pulsera que se me escapaba. Algo que no podía recordar; en esos momentos odiaba que mi mente fuera tan humana, tan capaz de llenarse de bruma e ir escondiendo recuerdos en lo más profundo de mi inconsciente, pero era algo con lo que tenía que lidiar al ser parte de dos mundos tan diferentes.

 

1:04 p.m.

–Renesmee, ¿segura que quieres entrar ahí? –parecía que le había propuesto a mi tía prenderle fuego a su guardarropa por la mueca que puso.

–Tía, tengo que buscarle un regalo a mamá y mis opciones son bastante limitadas.

–Sí, lo sé pero ¿esto? –la tía Alice señaló a nuestro alrededor para darle énfasis a sus palabras.

–Sabes que mamá odia los regalos y la única forma de que acepte algo es uno, que el regalo no sea caro; dos, que sea algo usado, o tres, que papá se la halla comprado. Así que esta tienda vintage es mi última opción.

–Podríamos ir a Seattle…

–No tengo tiempo para eso, tengo que ver a Jacob esta noche y si vamos a Seattle, dudo que llegue a tiempo.

–¿Por fin entraste en razón? ¡Bravo!

–Tía… no hay nada que amerite el “bravo”. Todos han estado moliéndome con que le de una oportunidad a Jacob y con tal de que me dejen en paz, lo voy a hacer. Pero  dudo que algo cambie entre nosotros.

–Mmm, ¿quién sabe? Todo puede pasar.

–¿Qué? ¿Viste mi futuro? –pregunté en broma

–No necesito ver tu futuro para saberlo. Es algo bastante obvio hasta para un ciego… Nessie, ¿qué buscamos exactamente?

–No sé, algo antiguo, interesante y con una gran historia detrás.

–O sea, algo viejo y bastante usado.

–¡Ja! Mira quién habla de vejez… –enarqué una ceja, burlona

–Niña, más respeto para tu joven, simpática y adorable tía.

Reí con ganas. Me encantaba salir con la tía Alice, pues era bastante divertida y compartíamos la pasión por las compras.

–Bueno, volvamos a nuestro asunto, ¿tienes idea qué es lo que quieres?

–No sé, tal vez algo como mi guardapelo –dije mientras lo tomaba en mi mano derecha

–Nunca te lo quitas, ¿verdad?

–No, ni pensarlo. Fue el primer regalo de navidad que me dio mamá.

–Lamento mucho haberme perdido tu primera navidad, Nessie –la tía formó una especie de puchero –Pero era necesario que me fuera…

–Sí, lo sé. Gracias a que trajiste a Nahuel, pudimos apaciguar a los Vulturi.

Me estremecí nada más con pronunciar su nombre y di gracias al cielo de que aparentemente se habían olvidado de nosotros. Curiosamente, la tía Alice pareció inquietarse también con la evocación a de nuestros “amigos” italianos.

–Sí, pero aún así, me hubiera encantado ver tu carita al abrir los obsequios, sobre todo el mío. Recuerdo que te negabas a dormir si no te poníamos el reproductor mp3 con las canciones que te había grabado Edward. Ah, y ni hablar de la pulserita que te regaló Jacob, ¿recuerdas la vez que se te cayó en el bosque e hiciste que la buscáramos? No paraste de llorar hasta que Jasper la encontró.

La pulserita que te regaló Jacob…

Mi mente pareció despertar un recuerdo que estaba demasiado atrás, escondido entre un montón de recuerdos propios y ajenos.

Recordaba el guardapelo porque siempre lo había tenido conmigo, pero ese primer regalo de papá y el de Jacob lo había olvidado por completo.

Sentí que las piernas y las manos me temblaban a medida que el recuerdo se hacía más claro, poniendo a trabar mi mente de lleno.

–Tía, ¿cómo era esa pulsera? ¿Era de color café?

–Sí, era una pulsera café de piel, intrincadamente trenzada… –la tía apretó los ojos, como queriendo enfocar mejor ese recuerdo al que aparentemente no le había puesto demasiada atención –Jacob fue quien la hizo, creo que era algo así como una tradición o una artesanía de los quileutes. Nunca presté demasiada atención a esa parte de la historia… ¿Qué te parece esto? –Dijo mientras señalaba a través de una vitrina, un juego de aretes y anillo estilo Art Nouveau

Pero no contesté; mi mente empezó a trabajar cada vez más rápido.

Una vez que la tía sacó a colación lo del regalo de Jacob, mi mente buscó ese recuerdo exacto y pude ver con claridad que esa pulsera era idéntica a la que Quil le había dado a Claire.   

No puedes pedirle a Quil que te haga una pulsera así, sería inapropiado. En todo caso, yo te la voy a dar”, me había dicho una vez Jacob.

…una de las tradiciones quileutes es dar a su prometida, o al objeto de su impronta en el caso de los metamórfos,  una pulsera de cuero tejida por ellos mismos. Y sólo se la entregan a su verdadero amor; Jacob alguna vez nos lo contó a tu padre y a mí…

Y sólo se la entregan a su verdadero amor

su verdadero amor

¿Sería posible qué…?

–¿Tía, me prestas tu móvil? Es urgente

–¿Y el tuyo? –la tía Alice parecía sorprendida por la urgencia, casi desesperación con la que hablaba.

–Lo dejé cargando… ¿me lo prestas?

–Toma.

Marqué casi a velocidad de la luz el número que me sabía de memoria.

–¡Maldición!

–¿Qué sucede, Nessie?

–Me dice que está fuera del área de servicio…

–¿A quién llamas?

–A Jacob, tengo que hablar con él, a como dé lugar… –Tenía que hablar con él y ya, tenía que saber si la conclusión a la que había llegado era real. Quería saber si yo era aquella en quién había dejado su impronta. Sabía que no tenía que hacerme ilusiones porque si no era así, iba a terminar peor de mal de cómo estaba. Sabía que tenía que ser sensata, precavida; sí, todo eso sabía mi mente, pero a mi corazón las precauciones parecían importarle un comino, él sabía que era verdad.

Volví a marcar, pero esta vez al taller de Jacob.

–¿Leah?

–¿Sí?

–Soy Renesmee, ¿está…?

–¡Vaya! Así que la princesita malagradecida se digna a llamar…

Fabuloso, la siempre dulce Leah Clearwater estaba decidida a clavarme las garras

–Sí, a mi también me da gusto escucharte, querida –el sarcasmo afloró en mi voz de manera espontánea –¿Está Jake?

–No.

–¿Dónde está?

–No sé, no soy su niñera.

Exhalé exasperada.

–¿A qué hora regresa?

–No lo sé, tampoco llevo su agenda.

–¿Podrías…? –el teléfono sonó ocupado. Leah me había colgado sin importarle un comino lo que estaba a punto de decirle.

–¿Qué sucede Nessie?

–Leah me colgó… –dije incrédula. No podía dar crédito a lo maleducada que era aquella

–¿Por qué llamaste a Leah?

–Marqué al taller buscando a Jake, pero no estaba o Leah no me lo quiso pasar…

–¿Llamaste a Jacob? ¿Por qué? ¿Piensas cancelar la cita?

–Yo… –de pronto dudé si decirle o no a la tía mis sospechas. Mi corazón quería gritar de alegría, pero mi mente me pedía ir con cautela. Opté por lo segundo, no podía decir nada antes de  hablar con Jake –Digamos que, de pronto siento que estoy más… mmm… accesible para hablar con él.

La tía me miró con un peculiar brillo en los ojos, pero cualquier cosa que fuera lo que estuviera pensando se lo guardó para sí.

–Bueno, entonces ¿qué vas a comprarle a tu madre?

Recordé el motivo por el que estaba ahí.

–Este, creo que me voy a llevar el juego de aretes y anillo que me dijiste…

La verdad es que lo del regalo había pasado a segundo término. Mi encuentro con Jake era lo que ahora llenaba todos mis pensamientos.

 

 

6:25 p.m.

–Mamá, se les hace tarde. Apenas van a alcanzar a llegar a la función.

Estaba desesperada porque se marcharan. Había convencido a mamá y a la tía Alice para que me ayudaran a sacar a papá de Forks por esa noche.

Quería tener la intimidad necesaria en mi charla con Jacob, y aunque papá se esforzaba, yo sabía que era muy difícil que se le escapara algo de su “radar mental” estando tan cerca; así que esa noche, mamá, papá, la tía Alice y el tío Jasper irían a Port Angels a matar el tiempo en lo que yo arreglaba lo mío con Jake. Con tanta distancia de por medio, era imposible que papá supiera lo que estaba pasando entre mi novio y yo.

La tía Rose se había negado a ir, temiendo (y esperando también) que las cosas no salieran bien; quería estar en casa por si yo regresaba con el corazón molido y necesitaba un hombro para llorar. En mi fuero interno sabía que eso no iba a suceder, pero no dije nada al respecto. Agradecí el apoyo de mi tía, así que ella como Emmett y mis abuelos se quedarían en casa. No me preocupé por ello, ya que ellos no tenían forma alguna de enterarse de lo que sucediera en el taller.

–Sí, sí, ya vamos… ¿segura que quieres que nos vayamos? Tal vez…

–Ma, por favor. Necesito calma, tranquilidad e intimidad para hablar con Jacob. Lo último que quiero es que mi vida amorosa termine siendo como una radionovela para ustedes.

–Lo entiendo, sólo que quisiera estar en casa cuando regreses; sólo por si las cosas no salen bien.

–No te preocupes, no me voy a desmoronar –“porque no va a ver motivo para eso. Casi lo puedo jurar”, finalicé en mi mente. –¿Dónde están los demás? ¡Papaaaaaaá! ¡Tía Aliiiice! ¡Tío Jaspeeeeeeeeeer! ¡Se les hace tarde!

Uno a uno, hicieron acto de aparición ante mis gritos. Casi a empujones los fui llevando hasta la puerta de la casa.

–Cualquier cosa, llámanos por favor, estaremos aquí en un parpadeo.

–Ok, papá.

–Regresa temprano, ¿quieres? No me gusta que andes sola y tan tarde

–Sí, mamá…

–Oh, se me olvida algo… ¿me acompañas, Nessie?

Pero mi tía ya me estaba prácticamente arrastrando de la mano hacia su habitación.

Escaleras arriba, cerró la puerta de su cuarto y se acercó a mi oreja, tapando con una mano lo que me decía.

–Toma –con su otra mano, puso una cajita en la mía.

–¿Qué…? –miré la cajita en cuestión y reconocí el dibujo del guerrero troyano en ella – ¡Tía!

–¡Shhh!

–Pee… peee… –estaba segurísima que estaba tan roja como un tomate – ¿Lo viste?

–¡Claro que no! No puedo verte y cuando decides unir tu destino con el de Jacob, menos… Pero conozco los instintos, ya sean humanos, licántropos o vampíricos y en cuanto al amor, bueno, todo se reduce a lo mismo.

–Tía… –estaba mortificada de que papá pudiera estar escuchando en esos instantes nuestra conversación, porque de ser así se negaría a irse.

–Sólo es por precaución. Nunca está de más ser prevenida en estos casos, ¿Qué no? Además, imagino que no quieres ser madre de una camada de lobitos todavía, ¿verdad?

No supe qué responder a eso, me quedé completamente muda de la vergüenza.

Acompañé a la tía de regreso a la puerta, donde los demás la esperaban. Sondeé el rostro de mis padres, pero no encontré indicios de que hubieran podido escuchar lo que la tía me había dicho momentos antes.

–Nos vemos, cielo.

–Pórtate bien, ¿ok?

–Si mamá, sí papá…

–Cuídate, Nessie…. –entendí el doble sentido de las palabras de la tía Alice

–Regresa temprano, sino Emmett va a ir a buscarte sobrinita.

Puse los ojos en blanco. De verdad que mi familia no dejaba de cuidarme ni un segundo, y aunque a veces se sobrepasaba, la verdad es que los adoraba y no los cambiaría por nada del mundo.

Cerré la puerta, pero en un loco impulso, la abrí y salí al exterior.

–Mami, papi… –los detuve antes de subir al auto.

–¿Qué pasa? –preguntó mi madre.

–Nada, sólo quería decirles cuánto los amo –la voz se me engrosó de la emoción. Los abracé a los dos extendiendo mis brazos todo lo que pude.

–Y nosotros a ti, princesa. –Papá me besó en la frente y antes de separarse de mí, me dedicó una tierna sonrisa. –Será mejor que nos vayamos, sino, no vamos a alcanzar la función. Nos vemos al rato.

Me quedé quieta, observando el auto perderse a la distancia mientras los faros traseros se iban convirtiendo en apenas un pequeño punto de luz. Miré al cielo y me di cuenta que ya estaba casi oscuro; recordé la cita con Awka, así que entré a la casa por mi teléfono celular y de ahí, partí rumbo al claro. Esperaba no llegar tarde.

 

 

7:01 p.m

–¡Maldita sea!

Gruñí por enésima vez mientras me regañaba por haber decidido acudir al claro usando un vestido tan corto. Había escogido para mi cita con Jacob un femenino vestido azul marino, de tirantes finos, ajustado en el pecho pero de caída suelta.

–Por lo menos me puse los flats

Me había arreglado con bastante esmero para mi cita con Jacob, deseosa de que me encontrara irresistible esa noche; sabía que el tiempo entre mi encuentro con Awka y mi cita con Jake era justo, que no alcanzaría regresar a casa y cambiarme, así que decidí ir a ver al primero ya arreglada. Y aunque había estado a punto de no ir a ver a Awka, mi buena conciencia me había reprochado por ser capaz de pensar en comportarme tan grosera con él. Claro que no le había mencionado a nadie de mi familia que iba a ir al claro, les había contado que Awka ya se iba a regresar a su país, más no les conté de mis intenciones iniciales por irme con él y mucho menos que pensaba despedirme de mi nuevo amigo en persona. Sabía que mi padre aún recelaba de él, sobre todo porque no había podido conocerlo en persona y por lo tanto, escuchar su mente.

Paré mi desenfrenada carrera justo en el medio del claro y me sorprendió no encontrar a nadie ahí.

¡Vaya!, así que al final corrí por nada…”

Al parecer, Awka no estaba ahí. Probablemente se había dado cuenta que no decía en serio lo de acompañarle a Brasil. Lamentaba no haberme despedido, pero así eran las cosas.

Me encogí de hombros y me di media vuelta para emprender la marcha de regreso; tal vez tuviera tiempo suficiente para cambiarme de ropa, pues estaba segura que mi vestidito había sufrido un par de rasgaduras en el camino.

–¿Te marchas? –La voz de Awka sonó detrás de mí

–¡Awka! –dije mientras me volvía para mirarle. Lo noté diferente, aunque parecía el mismo de siempre, pero aún así, los vellos de la nuca se me erizaron. –Pensé que al final te habías ido sin despedirte de mí.

–Siento la tardanza, pero supuse que aquí también daban los clásicos cinco minutos de tolerancia… –su tono sonó algo mordaz. Parecía que su genio no era el mejor ese día, que era bastante negro como la ropa que usaba esa noche.

–Este… lo bueno es que ya estás aquí. Quería despedirme de ti –dije con tono jovial, pensando que tal vez eran imaginaciones mías lo del humor de Awka; tal vez estaba tan desesperada por salir de eso y correr al lado de Jake, que ya estaba viendo cosas que no eran.

–¿Despedirte de mi?

–Sí, o ¿siempre no te vas esta noche?

–Sí, pero creí que venías conmigo.

–Oh, verás… se arreglaron las cosas con mis padres. –Podría jurar que los ojos de Awka pasaron de azul a negro al escuchar mis palabras–  Hablamos y solucionamos las cosas; seguí tu consejo después de todo

No respondió nada, así que seguí hablando para rellenar el incómodo silencio que parecía instalarse entre nosotros.

–Medite lo que me dijiste de darles una oportunidad, así que lo hice. Entendí los motivos que tuvieron para hacer y decir esas cosas…

–Querían matarte, deseaban hacerlo –su tono de voz era seco

–Sí, lo sé… Pero las cosas fueron más complicadas que eso. Al final lo que importa es que es mi familia y me ama.

–No parecías pensar eso antes. No creí que te vendieras tan fácilmente.

¿Qué demonios le pasaba a Awka? ¿Por qué me hablaba así?

–No lo diría así…. En fin, creo que será mejor que me vaya. Tengo que hablar con Jacob esta noche, me está esperando.

–¿Jacob? –pareció escupir el nombre –Así que has decidido volver con el perro.

–No… –estuve a punto de reprocharle que insultara así a mi novio, pero lo dejé correr. Algo me dijo que era mejor dejarlo pasar –Creo que voy a regresar con él, voy a tratar de solucionar las cosas entre nosotros.

–¿Por qué?

–Porque lo amo

–Pero él ama a tu madre.

–¡No!, no es así… él me ama a mi. Descubrí que yo soy esa a quien él ama, a quién ha amado desde hace mucho tiempo atrás.

–¿Tiempo atrás? Pero si apenas eras una niña. Creo que tienen un nombre para ese tipo de pervertidos, ¿no?

–No es como suena, te lo aseguro –empezaba a sentirme verdaderamente incómoda y arrepentida por haber ido.

–Oh, claro que sí. Es más repugnante, asqueroso de lo que suena… Qué decepción, malen túten. Pensé que tenías mejor gusto, y sobre todo, pensé que tenías palabra.

–¿Palabra? ¿A qué te refieres?

–A que habías prometido venir conmigo. Alejarte de esos que llamas familia, alejarte de ese miserable hijo de la luna. Jamás creí que traicionarías así a los de tu raza.

Las palabras de Awka destilaban bastante odio, y por primera vez desde que lo conocía, empecé a sentir verdadero pánico de él.

–Yo no te prometí nada. Te dije que lo pensaría… y lo hice y decidí no ir contigo. No pensé que lo ibas a tomar así. –dije tratando de calmar la situación.

–Este… ambiente, te ha contaminado. No puedo creer que te resignes a vivir así, negando quién eres –lo miré desconcertada, sin saber qué decir, sin entender a qué se refería. –Somos dioses caminando entre los hombres, seres superiores ante quienes los humanos deben arrodillarse.

Oh, oh, creo que me he topado con un semi-vampiro insufriblemente ególatra

–No creo que yo caiga en esa categoría, veras…

–Lamento que quieras hacer esto tan difícil –continuó como si yo no hubiera dicho nada–Pensé que nos íbamos a ahorrar un episodio tan desagradable, que ibas a hacer las cosas fáciles. Y de verdad lo siento mucho.

Lo miré desconcertada, ¿a qué venía todo esto?

–¿Sabes? Creo que mejor me voy, te deseo un buen viaje y… fue un gusto. ¡Bye!

Di un par de pasos hacia atrás, mi instinto me decía que por nada del mundo le diera la espalda a Awka.

–No lo creo… ¡Demitri! ¡Gianna! ¡Stanislav!

La voz de Awka pronunció los nombres como un trueno, y una a una de las figuras ataviadas en ropas negras, fueron materializándose delante de mis ojos. Me vi rodeada de pronto por tres vampiros, porque pude identificarlos de inmediato, gracias a sus escalofriantes ojos escarlatas.

–¿Qué… qué sucede?

–Que esta noche vienes conmigo, por las buenas o por las malas –le dedicó una rápida mirada a lo otros mientras que se acercaba con paso decidido a mi.

Por instinto, levanté las manos dispuesta a apartar de un empujón en el pecho a Awka, y cuando lo toqué, un recuerdo de su mente se bajó a la mía.

Awka había matado a Nahuel, tal y como Caín lo hizo con Abel. Sí, lo había hecho con un sadismo que iba más allá de lo animal, había disfrutado destrozando cada parte del cuerpo de su hermano. Y Awka iba a matarme a mí; lo supe porque tenía la misma mirada sedienta de sangre que cuando mató a Nahuel.

Instintivamente me puse en guardia, preparada para defenderme de esos cuatro monstruos que estaban frente a mí. Sabía que la pelea era desigual y que no tenía escapatoria, pero nunca me había rendido fácilmente y no iba  a empezar esa noche.

–Será mejor que te alejes de mi, Awka. Si intentas tocarme o detenerme, te juro que te voy a patear el trasero sin piedad.

–Ja, ja, ja… Realmente eres divertida.

Hizo el intento de tomarme por el codo, pero fui más rápida y me zafé, a la vez que le asesté un buen puñetazo en el duro abdomen.

–Vaya, así que eres toda una fierecilla… Esto va a ser bastante divertido.

Respondió mi golpe con un fuerte puñetazo a mi plexo solar. Me sacó por completo el aire, dejándome echar un ovillo sobre el césped.

Awka y los demás se rieron burlones, crueles al verme tirada ahí.

Me levanté, dispuesta a luchar con todas mis fuerzas contra él. Recordé las lecciones que mis tíos me habían dado durante años a escondidas de mi madre, decidida a emplearlas a fondo.

Sin previo aviso, me abalancé sobre Awka y le asesté un buen derechazo en la mandíbula, aunque  sentí que mis nudillos salieron lastimados en el proceso; empecé a lanzar patadas y golpes con los puños, unos tras otros; algunos los conecté en su cuerpo, otros, los esquivó el muy maldito. Awka se reía de mis esfuerzos a la vez que contestaba uno a uno de mis ataques.

–Este… berrinche, empieza a molestarme –dijo hastiado –Ríndete de una vez y ahorrémonos esto.

–¡Primero muerta antes de irme contigo!

–Si así lo quieres…

Awka había estado jugando conmigo antes, lo supe en cuanto recibí su ataque al completo. Traté como pude de dar la pelea, pero era inútil, era más que obvio que él ya era un experto en el combate cuerpo a cuerpo.

Sentí que empezó a correr sangre de mi nariz y probé su sabor como metálico en mis labios. Tenía que reconocerlo, Awka me estaba dando una paliza a pesar de mis esfuerzos. En un momento determinado, mi teléfono celular empezó a sonar. Instintivamente, volteé al bolsillo de mi vestido donde lo traía guardado. Ese fue mi error.

Awka aprovechó mi distracción y me dio un puñetazo que me mandó volando al suelo. Oí un sonido hueco, como el de una piedra golpeando a otra; y eso fue todo, antes de sumirme en una profunda oscuridad.

 

 

 

 

 

Los ojos me pesaban, intentaba abrirlos a toda costa, salir a flote de esa oscuridad que me iba arrastrando hacia las profundidades. No sabía donde estaba, no era capaz de distinguir nada ni nadie…

–Esto no tiene por qué terminar así –dijo una áspera voz.

–A veces hay que hacer pequeños sacrificios en busca de la gloria… –respondió otra voz igual de grave, me parecía conocida, pero no supe de donde. Traté de levantar la cabeza pero me pesaba mucho y me dolía el doble. Todo el cuerpo me dolía horriblemente.

–Parece que está recobrando la conciencia… –dijo la primera voz.

Sentí que algo o alguien me levantaba y empezaba a caminar cargándome como si fuera tan ligera como el aire; escuché un crujir como el de la leña en el fuego y poco a poco empecé a sentir el calor cada vez más cerca de mí. Temblé de miedo y quise alejarme de ese fuego que empezaba a abrasar mi adolorida piel; los pulmones empezaron a llenarse humo, sofocándome y llenándome de pánico.

Estoy en el infierno

Ese fue el último pensamiento que tuve, antes de que la oscuridad volviera a atraparme y esta vez de una forma más cruel y macabra.

 

Capítulo 19: LA LLAMADA Capítulo 21: Interludio

 
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