CLARO DE LUNA de Midnight_girl

Autor: nessyblack, CECI
Género: Fantasí­a
Fecha Creación: 14/07/2009
Fecha Actualización: 21/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 74
Visitas: 97581
Capítulos: 37

EL REGRESO:

 

 

“Por fin” suspiré mientras observaba el anuncio de mi llegada a Forks. Había decidido hacer ese viaje en auto, aunque mis padres se habían empeñado que tomara un vuelo hasta Seattle. Pero si había decidido hacer un viaje largo era precisamente porque necesitaba mucho tiempo a solas y en silencio para poder dar rienda suelta a mis pensamientos; pensamientos que habían surgido casi un año atrás, y que me habían obligado a estar constantemente alerta para que mi papá, con ese maravilloso don que poseía, no se enterase de ellos....

 

 

AUTORA: MIDNIGHT_GIRL

 

 

http://midnightsleepless.blogspot.com/

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Capítulo 11: LA FERIA

–Abuelo, por favor… –Si mi abuelo me seguía mirando con cara de cachorrito a punto de ser sacrificado, me iba a poner a llorar como magdalena. –No es que me vaya al otro lado del mundo o que me mude a Mercurio, sólo voy a empezar una nueva aventura como toda mujer adulta.

–Nessie, es que no es fácil… Y eso de lo de ser mujer adulta, bueno… tú sabes mejor que yo –era la primera vez en la vida que el abuelo hacía una leve insinuación acerca de mi peculiar existencia. –No entiendo por qué te quieres ir de aquí y por qué tiene que ser precisamente hoy.

–Abuelo –Me abracé a él con ternura. –Sólo voy a estar a quince minutos de aquí. Esto es algo que he deseado por mucho tiempo y agradezco tu ofrecimiento de quedarme aquí, pero….

–Nessie…

–Pero… –no dejé que me interrumpiera, quería dejar las cosas en claro y no permitir que el abuelo terminara acorralándome y haciendo que mi “corazón de pollo” se rindiera ante sus chantajes sentimentales. –…mi  casa está lista y esperándome. Sé que te encantaría que siguiera aquí un tiempo más, te lo agradezco, pero también sé que tú tienes tu propia vida y tu propia rutina. O, ¿acaso piensas que no estaba enterada de que antes de que yo viniera de visita, la mayor parte de tu tiempo te la pasabas en casa de Sue Clearwater?

–Hija, no me importaría cambiar mi rutina, podemos acoplarnos. Si quieres quedarte en Forks, estaría más tranquilo si vivieras conmigo. No me gusta nada que pretendas vivir sola y en pleno bosque.

Esbocé una sonrisa. El abuelo lo decía como si pensara mudarme a una zona incivilizada y remota; solté nuestro abrazo para darle un beso en la mejilla.

–Abuelo, siempre puedes venir a visitarme cuando quieras, sobre todo a la hora de la cena. Prometo que haré lo mismo.

–Nessie, ya subí la última de tus maletas –Dijo Jake desde la puerta principal de la casa.

El abuelo yo permanecimos tomados de la mano en el pequeño recibidor; Charlie le lanzó una mirada resignada a mi novio, como reconociendo que no había forma de que yo cambiara de opinión.

–Bueno, creo que ya es hora de irme. Los de la compañía de seguridad deben estar esperándome para explicarme como funciona la alarma.

–¿Alarma?

–Sí abuelo. Tanto papá como Jake –dije mientras lo señalaba con la cabeza –insistieron en ello, y como ya sé cómo se ponen de pesados si no les hago caso, preferí no discutir y darles gusto en eso.

–Me parece perfecto. Si estás tan decidida a vivir sola, por lo menos asegúrate de estar bien protegida en todo momento.

–Está bien, abuelo. –Dije mientras le daba otro abrazo de despedida –Bueno, ya nos vamos. Jacob tiene mucho trabajo y aprovechó su hora de comida para ayudarme a llevar mis cosas a la casa. Nos hemos tardado más de lo previsto y ya casi es hora de que vuelva al taller. –Miré el reloj que llevaba en mi muñeca izquierda; marcaba la una y 25 de la tarde.

–Acuérdate que ésta siempre será tu casa y que si no te sientes a gusto viviendo sola, puedes volver en el momento que quieras.

–Gracias, abuelo.

Charlie nos acompañó a mi novio y a mi hasta la acera, justo donde la camioneta de Jake estaba estacionada. En cuanto Jake puso en marca el vehículo, bajé el cristal de la ventana para sacar casi medio cuerpo por ella y gritarle a Charlie.

–¡Hasta luego! ¡Te amo, abuelo!

Casi podría apostar que mi abuelo, el siempre renuente a las manifestaciones públicas de afecto, estaba a nada de dejar correr un par de lágrimas.

–¡Yo también te amo! –Gritó con la voz cargada de emoción –Llámame en cuanto estés instalada.

–¡Te lo prometo!

–Nessie, cariño, será mejor que metas tu cuerpo al auto de nuevo y te sientes con el cinturón de seguridad puesto. Nos van a multar si nos ven así.

–No lo creo –dije con la voz algo quebrada, estaba a nada de ponerme a llorar –Acuérdate que el jefe de policía es mi abuelo, así que tenemos vara alta.

Jacob tenía la vista puesta en el camino, pero apartó su mano derecha del volante para tomar mi mano izquierda y llevarla a sus labios.

–¿Estás triste?

–Sí… –una lágrima se deslizó por mi mejilla –Sé que es algo tonto ponerme así por la mudanza, pero tal vez sea porque este “hasta luego” me recordó cuando tuve que despedirme del abuelo Charlie  cuando la familia se mudó a New Hampshire.

–Recuerdo que te fuiste llorando no sé cuanto tiempo hasta que te quedaste profundamente dormida en mis brazos… Me babeaste mi camiseta favorita. –dijo con voz divertida.

–¡No es cierto!, yo no babeo cuando duermo…

–Siento desilusionarte, pero cuando duermes babeas y roncas como un San Bernardo.

–No seas mentiroso, Jacob Black –dije fingiendo indignación. Sabía que era un intento de él por distraerme de mi tristeza –Hasta dormida soy una dulce damita.

–¿Y cómo lo sabes? Estás dormida para saberlo.

 

 

El resto del trayecto a casa lo hicimos bromeando y hablando de tonterías. Al llegar, la compañía de seguridad me esperaba para enseñarme como funcionaba la alarma y cómo desactivarla cuando fuera necesario. Jake me ayudó a bajar mi equipaje y después, se quedó conmigo hasta que los de seguridad se fueron, pues quería estar completamente seguro de que la alarma funcionaba más que bien.

 Se despidió de mi prometiendo volver al anochecer para cenar conmigo. Esa iba a ser mi primera cena en casa.

Pasé la mayor parte de la tarde terminando de darle un par de toques a la decoración, desempacando mi ropa y acomodándola en mi nuevo y amplio clóset. A pesar de que yo era la nueva y única habitante de la casa, aún pensaba en las habitaciones como “la habitación de los abuelos”, o “la recámara de la tía Alice y del tío Jasper”. Así que había terminado por seleccionar dos de las que alguna vez fueron las habitaciones de invitados, mandé quitar el muro que las separaba y conseguí una habitación por demás espaciosa. También procuré verificar que tanto el teléfono como la televisión satelital y la conexión de Internet funcionaran debidamente, porque sabía que no tardaría en recibir la visita de los chicos de La Push y del abuelo, y sería casi una tragedia nacional si no podían ver los partidos de futbol en la gran pantalla de alta definición que había instalado en la sala.

Cuando estaba en la cocina pensando qué hacer de cenar para esa noche, mi novio me mandó un mensaje a mi teléfono móvil.

Cambio de planes. Vamos a salir fuera. Paso por ti a las 6:30 pm

¿Qué se le habría ocurrido a Jacob?

Ponte algo práctico, cómodo y abrigador”.

Vaya, ¿a dónde pretendía llevarme vestida así? Tal vez había pensado en pasar la noche acampando, aunque la idea no me atraía mucho en sí, con tal de estar con él tanto tiempo no me importaría ir hasta la mismísima Tierra de Fuego para ello.

Dejé a un lado los sartenes que sostenía en cada mano y me dirigí a prisa a mi habitación para alistarme. Faltaba menos de una hora para que Jacob llegara y conociéndome, una hora no era suficiente para cambiarme, aún cuando mi look tuviera que ser “práctico, cómodo y abrigador”.

Exactamente a las 6:31 sonó el timbre de la casa. Me di un ultimo vistazo en el espejo antes de bajar a abrirle la puerta a mi novio.

–Más vale que Jake tome esto como práctico y cómodo –dije mientras bajaba las escaleras apresurada. Había optado por vestir un par de skinny jeans azul marino, unas botas de tacón plano color tabaco hasta la rodilla, un suéter de cuello alto color azul cielo y una chaqueta de cuero también color tabaco. Mi rizada melena la metí en control en una coleta porque ya no tuve tiempo de peinarme de otra manera.

Abrí la puerta y me encontré con mi muy guapo novio esperándome con una enorme sonrisa ¿sería posible que cada vez que lo viera, estuviese más bello? “Acuérdate de respirar y no ponerte a babear” dijo una vocecita en mi cabeza. Pero es que la forma en que se le adherían al cuerpo ese ajustado par de Jeans y la camiseta azul, debería de ser un delito para la salud.

–Estas guapísima –dijo mientras me abrazaba y me besaba ligeramente en los labios.

–Tú tampoco estás nada mal… –dije coqueta.

–Gracias –Jacob se separó de nuestro abrazo y me lanzó una larga mirada desde la punta del pie hasta la cabeza –Me alegra descubrir que no tienes fobia a toda aquella prenda que mida más de 25 centímetros de largo.

–¿? –lo miré confundida.

–Es que llegué a pensar que le tenías manía a los pantalones… con eso de que nada más usas shorts o minifaldas muy pequeñas…

–Ja, ja, ja… –le dije con una mueca torcida –Que chistosito.

Jake rompió a reír a carcajadas mientras me abrazaba nuevamente. El lo encontraba divertido, pero a mi me chocaba que se metieran con mi guardarropa.

–No te enojes, es broma… anda, vámonos a divertirnos un rato.

–Está bien…

Agarré mi bolso, las llaves de la casa y salimos de ahí. Mientras caminábamos hasta donde estaba su camioneta, me fijé que sus jeans y los míos, así como su camiseta y mi suéter, eran de los mismos colores.

–Vaya, señor Black, ¿acaso usted también puede leer la mente? –mi voz sonó bastante divertida.

–¿Cómo? –pronunció confundido.

–¿Ya te diste cuenta que vamos vestidos igual? Parecemos gemelitos

–Aja, sobre todo por el color de piel y la estatura.

–¡Tonto! Ya sabes a lo que me refiero.

–Sí, ya sé… –dijo mientras me abría la puerta del vehículo y me ajustaba el cinturón de seguridad. –Tal vez nos leemos la mente el uno al otro. No cabe duda que somos almas gemelas. –Me dio un tierno beso antes de cerrar la puerta y rodear el vehículo para subirse por su lado y emprender la marcha.

No cabe duda que somos almas gemelas”, había dicho. ¿Sería eso cierto? No pude evitar que mi corazón empezara a latir desbocado. Esperaba que eso fuera cierto, que Jacob empezara a creerlo y a olvidarse de ese amor frustrado del pasado. No sabía quien era esa, y probablemente era muy irracional, pero no podía evitar odiarla por haber despreciado lo que yo anhelaba con todo mi ser: el amor verdadero y sincero de Jacob Black.

 

 

Al principio Jacob no me había dicho a dónde nos dirigíamos.

–Espera y verás. –fue lo que me contestó cuando se lo pregunté.

El trayecto no fue muy largo, apenas unos quince minutos. Mis ojos se abrieron como platos del entusiasmo cuando vi nuestro destino

–¡Es una feria!

–Sí, hoy es el primer día. Sé cuanto te encantan.

–¿Pero cómo es que no me enteré que iba a haber una?

–Nessie, has estado tan atareada esta semana que estoy tan seguro que hubo momentos en que no sabías ni qué año era.

–Ja, ja, ja, ¡tienes razón!... ¡Mira, hay rueda de la fortuna! –no esperé a que me abriera la puerta, pues era tato mi entusiasmo que me tuve que controlar para no salir corriendo hacia la feria y dejar a mi novio ahí en el estacionamiento.

Jacob sonrió al ver mi desbordado entusiasmo. Probablemente me estaba comportando como una niña, pero ¡qué más da! Tal vez tal alboroto por las ferias era producto del trauma infantil que venía arrastrando desde que mis padres me explicaron que no era posible que me llevaran a Disneyland. Cuando tenía lo que era el equivalente a ocho años humanos, le había suplicado a mis papás que me llevaran a conocer Disney, pero ellos de la forma más paciente y clara posible, me explicaron por qué no podíamos ir, ya que el sol era uno de los grandes enemigos para preservar nuestro secreto. Aunque traté de entenderlos, no pude evitar terminar haciendo un berrinche bastante desagradable. De consolación, Alice, Rosalie y Jake terminaron llevándome a una feria local en Hannover, New Hampshire.

Esa noche me divertí como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Jacob y yo parecíamos un par de niños, riendo y subiéndonos a todo tipo de juegos mecánicos. Nunca pensé que mi pobre novio tuviera un estómago tan frágil, pues cuando nos bajamos de un juego llamado “Demon Twister”, su rostro tenía un matiz amarillo-verdoso algo preocupante.

Decidí darle una tregua de los juegos cargados de adrenalina, así que mejor me lo llevé a intentar con algo más tranquilo.

–¿Recuerdas aquella vez que ganaste para mi aquel oso gigantesco? –pronuncié agarrada a su brazo mientras miraba los premios que daban en aquel puesto.

–Cómo olvidarlo… Terminé con el brazo entumido por venir agarrando tu premio al toldo del auto. Y lo peor es que tuve que soportar las burlas de Emmett por lo poco que aguantaba… –Jacob pasó su brazo alrededor de mis hombros antes de proseguir –¿Qué? ¿Quieres ese oso? –dijo mientras señalaba con un gesto de la cabeza hacia un oso blanco de la estatura de Jake.

–No, el premio que quiero es ese –levanté mi mano para señalar hacia la figura de un lobo gris de peluche del tamaño de un chihuahueño.

–¿El lobo? Pero si está muy pequeño

–No importa, me fascinan los lobos, me enloquecen, ¿o es que no te has dado cuenta?

Él sonrió y le pagó al encargado del puesto para que lo dejara tirar y ganar mi premio. De verdad que era divertido verlo así, tan relajado y con una sonrisa en los labios; sentí que en ese momento éramos dos simples humanos disfrutando de una gran cita, y que aquello del semi-vampiro y del licántropo, era algo que estaba demasiado lejano.

El llanto de una niña pequeña que estaba a un lado, me llamó la atención. No debía tener más de siete años.

–¿Qué tienes, nena?

–Es que quiere aquel delfín azul, pero su padre no consiguió más que este llaverito como premio –La que supuse sería la madre de la niña, me contestó con una mueca, tal vez pensó que el llanto de la niña me había molestado.

–¿Quieres aquél delfín, preciosa?

La niña me miró a través de sus ojos llenos de lágrimas mientras asentía fuertemente con la cabeza.

–Jake, corazón…

–Dime… –pero realmente no estaba prestándome mucha atención. Estaba bastante entretenido atinándole a todo blanco que le pusieran enfrente.

–Esta es… ¿cómo te llamas?

–Melanie –dijo casi en un susurro la niña.

–Jacob, esta es Melanie y está triste porque quiere el delfín azul que está allá –el premio en cuestión era un delfín de peluche azul como de un metro de largo. Más de lo que medía la niña. –¿Crees que puedes hacer algo al respecto?

Jake nos miró rápidamente a las dos y con un giño de ojo, pronunció resuelto –Claro que sí, es pan comido.

Y sí, tal y como lo dijo, obtener el premio para Melanie fue demasiado sencillo. El rostro de la niña cuando le entregaron su delfín, no tuvo precio. Sentí que me derretí ante esa carita tan contenta y risueña; sus padres nos agradecieron el gesto y la familia se alejó con rumbo a otra de las atracciones.

Jake y yo, con mi lobito gris en mano, decidimos que ya habíamos tenido suficiente del tiro al blanco y también nos retiramos de ahí.

–Nunca pensé que te gustaran los niños pequeños. –dijo haciendo alusión a lo que acababa de pasar con Melanie.

–Yo tampoco… no sé, nunca tuve el deseo de tener hermanitos o de estar cerca de otros niños en mis años de infancia… Tal vez fue ver tan triste a la niña que me conmovió y por eso te pedí que ganaras el premio para ella.

–Más bien pienso que se te están empezando a despertar los instintos maternos.

–Tal vez… Aunque nunca antes había pensado en la maternidad y los hijos… Quien sabe, tal vez termine siendo un desastre como madre.

–Pues yo creo que vas a ser una madre estupenda. –Dijo mientras besándome en la punta de la nariz.

–¿De verdad?

Vaya que Jacob tenía fe en mí, porque a pesar de que yo misma reconocía que era algo disparatada, obstinada y voluntariosa, parecía que para él eso no era un problema, él me veía potencial como mamá. ¿Pero me vera él a mi como potencial para madre de sus hijos?

–Allá están Leah y Sam con los niños –dijo de pronto mi novio, y yo casi podía jurar que mi cara había puesto una mueca de desagrado al escuchar el nombre de la chica.

–Vaya, que chistoso, Leah se la pasa haciéndoles burlas a Quil y a ti por aquello de los “niñeros-esclavos” y ella si no está en el taller, está de niñera de los hijos de Sam. Qué cosas, ¿no?

–No esas tan dura –me sorprendió un poco la reprimenda oculta en su voz – Sólo que las cosas no son fáciles para Leah, y estar con esos niños es duro para ella.

–¿Por qué?

–Verás, hace mucho tiempo, Leah y Sam eran novios –me sorprendí, pues pensé que para Sam no había habido nadie más que la difunta Emily Young –y todos creímos que ellos se iban a casar, sólo que un día, Emily, que en paz descanse, visitó a Leah en la reserva –yo sabía que las dos jóvenes habían sido primas, aunque pertenecían a reservas diferentes y que hubo un tiempo en que habían sido bastante unidas, como hermanas –y nada más verla, Sam quedó imprimado en ella. Fue bastante doloroso y difícil para los tres, pues tanto Sam y Emily sufrían por el dolor que le habían causado a Leah pero no podían renunciar a estar juntos, pues eran almas gemelas. Leah, por su parte, trató de tomarlo con toda la fortaleza que poseía, pero terminó volviéndose en esa persona tan agria y resentida que es ahora. Una verdadera lástima, pues antes de todo esto, era una chica dulce, cariñosa y alegre, pero cuando murió su relación con Sam, también murió parte de su alma.

–En síntesis, se amargó.

–Sí, se podría decir así.

–¿Y por qué ayuda ahora a Sam? Si es tanta su amargura, lo lógico sería pensar que lo iba a dejar que se las arreglara como pudiera.

–Leah nunca habla de eso, pero tú sabes que entre los lobos de una manada hay una conexión mental muy fuerte. –asentí con la cabeza, para no interrumpir sus palabras –Así que a veces he podido escuchar algunos de sus pensamientos. Trato de evitarlo, por respeto a su intimidad, pero aún así… Leah nunca ha dejado de amar a Sam, a pesar de que lo ha intentado con ahinco.

–Entonces por amor a él, se encarga de sus hijos… –concluí.

–En parte. Verás, cuando Emily dio a luz a la niña, no murió al instante, sino unas horas después a causa de complicaciones. En el lecho de muerte, Emily le suplicó a Leah que cuidara de su familia, que protegiera a sus hijos y los educara como una madre, como la forma en que ella no iba a poder. También le pidió que no dejara a Sam, que no permitiera que se derrumbara, así que Leah está haciendo todo lo posible para cumplir con lo que le juró a Emily hacer.

–¿Entonces, Leah y Sam…?

–¿Qué si están juntos? Sí, pero no de la manera en que tú piensas. Tal vez algún día terminen haciéndolo, pero por el momento se limitan a ayudarse mutuamente: Leah puede tener los hijos que la vida le niega y Sam, bueno, tiene quien sea una figura maternal para Sam hijo y Mary, porque aunque lo trata, todavía no es capaz de asimilar del todo la ausencia de su mujer. Además Leah no quier terminar siendo el premio de consolación de nadie. O tiene el amor de Sam o prefiere mantener las distancias emocionales con él.

Hubo algo que me llamó la atención en las palabras de Jacob.

–¿Cómo está eso de “los hijos que la vida le niega”?

–Tal vez no debería contártelo, pero confío tanto en ti como para fiarte este secreto: Leah no puede tener hijos; eso también ha sido parte de que sea como es hoy en día.

Sentí tristeza por Leah y por primera vez, pude ver algo más que aquella insufrible cascarrabias. Leah era una mujer hermosísima, pero llena de tantas tragedias que habían terminado por agriar su carácter y eclipsar esa belleza. Tal vez nunca podría llevarme bien con ella del todo, pero por lo menos empezaba a entenderla. Aunque si algún día Leah llegaba a enterarse que sentía compasión por ella, lo más seguro es que tratara de arrancarme la cabeza.

–¿Quieres que vayamos a saludarlos? –dije sin pensar

–No… dejémoslos que disfruten tranquilos su paseo, sé bien que tú y ella se la pasan de pleito, así que mejor vamos a disfrutar un buen rato todos.

–Prometo ser buena con ella.

–¡No! Es más, prométeme que vas a seguir picándola, porque si de pronto cambias tu trato con ella, Leah va a saber que te conté la historia y créeme, lo último que quiero es tener a una mujer lobo persiguiéndome para arrancarme la cabeza.

Imaginarme la escena me hizo reír.

–Te lo prometo, seguiré comportándome igual o peor con la señorita Clearwater. No quiero que me deje viuda antes de tiempo ja, ja, ja….

Jacob también rió y me abrazó, pero en el inter noté que me lanzó una rara mirada. ¿Se habría incomodado con lo del “dejarme viuda antes de tiempo”? No me atreví a preguntárselo, así que nada más me abracé fuertemente a él.

En ese instante, mi mirada se fijó en un punto como a 30 metros de distancia. Abrí los ojos sorprendida y noté como mi novio se ponía en tensión. Jacob se separó de mí, y empezó a voltear en todas direcciones, buscando aquello que lo había puesto en alerta.

Traté de desviar mi mirada, pero no fui lo demasiado rápida. Jacob lo había visto también, aunque creo que lo había detectado gracias a su aroma.

–¿¡Qué demonios hace aquí?!

–¡Espera! –lo detuve posando mi mano en su muñeca –No te va a dar problemas

–¿Qué quieres decir..?

–¡Jacob! –la voz de Sam interrumpió mi posible respuesta –Ahí está.

–¿Qué demonios pretende hacer esa sanguijuela? –murmuró enseguida Leah.

Fantástico, Sam y Leah también habían detectado la presencia de Awka y estaban más que dispuestos a ir por él.

–Calma, por favor… –les dije en un intento de aligerar la tensión. –Recuerden que no podemos dar un espectáculo en público. De eso dependen muchos secretos –Eso pareció distraerlos un momento. –Awka es pacífico, no quiere causar ningún daño.

–¿Awka? –Jacob pronunció sarcásticamente mientras tres pares de ojos oscuros me miraban fijamente –¿Cómo demonios sabes su nombre?

–Porqué me lo dijo él…

–¿Nessie? – Ese era el tono de voz que usaba cuando estaba a punto de perder la paciencia –¿Qué demonios quiere decir eso?

–Es que… o sea… –Oh, oh, estaba a punto de ganarme una buena bronca con Jake –Anoche no podía dormir y me fui a dar un paseíto por el bosque, ya sabes, una corridita para ver si me llegaba el sueño nuevamente, es que creo que por la excitación de la mudanza yo…

–Niña, deja de estar divagando y ve al grano, ¿cómo conoces a este… Akura, Agua o como se llame? –Leah cortó de tajo mi palabrería.

–Pues que me topé con Awka o él se topó conmigo, pero el caso es que hablé con él. Es hermano de Nahuel –por el gesto de los tres, supe que habían reconocido el nombre –Su hermano le contó acerca de nosotros y despertó su curiosidad, así que vino a conocernos.

Dirigí la mirada hacia donde estaba parado Awka… pero había desaparecido. Era como si los cuatro nos hubiéramos imaginado su presencia.

–Así que no está solo. Nahuel debe venir con él –Sam pronunció quedamente

–Sí, sí está solo.  Me contó que Nahuel murió hace un par de años –pude adivinar que se estaban preguntando cómo era aquello posible, pues se suponía que éramos inmortales –Resulta que los de mi especie sí somos vulnerables al fuego y a heridas muy graves. –dije a modo de respuesta a la pregunta que no habían hecho en voz alta.

–No me lo creo. Hemos captado el efluvio de otros dos o tres vampiros y no creo que sea casualidad. Tu amiguito planea algo. –Leah estaba borrando la compasión que había sentido por ella minutos antes. Era imposible.

–No es mi amigo –aclaré el punto –Digamos que, sin ánimos de sonar petulante ni pagada de mi misma –Leah puso los ojos en blanco… se estaba buscando un buen puñetazo de mi parte –Awka siente una especie de admiración por mi existencia. Tiene cierta fascinación por la forma en que vivimos los Cullen.

–Resulta que ahora no solo tengo que aguantar las miradas insinuantes que te dirige Mike Newton –no me había dado cuenta que Mike andaba por ahí, pero Jacob señaló a su dirección, y Mike lo notó, porque volteó la cara hacia otro lado, como apenado de que nos hubiéramos dado cuenta de que me había estado observando –sino que ahora tengo que lidiar con un vampiro acosador con una fijación en ti.

Decidí que eso no se merecía ninguna respuesta, porque lo más seguro es que no pudiera controlar mi mordaz lengua y termináramos peleándonos delante de toda la gente. Resolví que por una vez, dejaría que la prudencia domara mi genio.

–Será mejor regresara casa –dije cansadamente –Creo que ya tuve suficiente de la feria por hoy. Además, ya no hay peligro para esta gente, Awka ya se fue, ya no percibo su aroma.

–Te llevo a casa de tu abuelo.

–No, me voy a mi casa.

–No pienso dejarte sola con esa cosa suelta

–¿Esa cosa? Esa cosa, como tú la llamas, es igual a mí.

Sam y Leah se despidieron rápidamente, pues no querían presenciar el pleito que estaba por venir.

–Nessie, sabes a qué me refiero…

–No, no lo sé… si crees que Awka es un monstruo despiadado, quiere decir que piensas lo mismo que yo. Y así, no sé por qué quieres estar conmigo entonces.

Y para darle fuerza a mis palabras, di la media vuelta en forma casi melodramática y empecé a caminar furiosa hacia la salida de la feria. La cita había terminado estrepitosamente.

 

 

 

–Nessie, no seas tonta y sube a la camioneta.

Ni siquiera me digné a mirarlo, estaba furiosa. Seguí caminando con paso decidido tal y como lo estaba haciendo desde que me había marchado de la feria.

–Nena, anda… no te portes como una niña berrinchuda.

Si pensaba que estaba logrando calmarme, estaba pero así o más equivocado.

Jacob me había estado siguiendo a paso de tortuga en la camioneta, pues yo me había rehusado por completo a regresar a casa con él. Prefería andar sobre un camino de brasas ardiendo.

–Bebe…

–¡Yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! –grité exasperada mientras me detenía al tiempo que él detenía la marcha del vehículo. Las dos o tres personas que caminaban por ahí voltearon a verme, curiosas –¡Déjame en paz! No me simpatizas en estos momentos, quiero estar sola… y deja de estarme diciendo “nena” o “bebé” que eso hace que me ponga más furiosa.

–Renesmee, no voy a dejar que te marches sola a casa. Si es necesario, te voy a seguir a tu paso en la camioneta. No me importa que tardemos hasta mañana en llegar.

–Eso está por verse...

Empecé a acelerar el paso hasta que llegué a una parte donde algunos árboles del bosque se agrupaban cerradamente y me escabullí entre ellos, sabiendo que Jacob no podría seguirme con la camioneta a través de ellos. Corrí lo más rápido que pude, decidida a sacar mi coraje con el esfuerzo físico.

Así que piensa que los de mi especie somos unos monstruos horrendos”

“No seas tonta, estás haciendo una tormenta en un vaso de agua”

“¡Ah, lo que me faltaba! Ahora resulta que yo misma me regaño”

“Es que tú misma te das cuenta que te estás portando ridículamente.”

“Pero Jacob se portó como un burro… lo de ‘esa cosa’ fue realmente insultante”

“Ridiculeces… reconócelo niña, toda esta susceptibilidad sin sentido es porque en el fondo temes no ser suficientemente buena para él. Por eso a la menor crítica, saltas.”

“Cállate vocecita interior, ahora resulta que quieres psicoanalizarme”

“Tengo toda la razón, a pesar de lo que digas. Y sí, tal vez necesites ver un psiquiatra si sigues peleándote contigo misma”.

Genial, ahora hasta mi conciencia me regañaba. Aunque tal vez tuviera razón y mi enojo con Jake era un sin sentido. Pero me había dolido la forma en que se expresó de Awka, porque después de todo, ambos veníamos de donde mismo aunque nuestro comienzo fuera tan diferente. Pero si creía que Awka era peligroso, ¿no era como pensar que yo también lo fuera?

Con cada paso que me acercaba a casa, mi enojo se iba disipando, al igual que el ritmo de mi carrera. Tal vez sí había reaccionado exageradamente y tal vez debería aprender a controlar más mi genio, pero lo que empezaba a preocuparme era si sería capaz de estar a la altura de llevar una relación con Jacob; había qué reconocer que él era mayor y mas maduro que yo, así que si no aprendía a controlarme, tal vez llegaría el día en que se hartaría de mi inmadurez y decidiera que yo no valía la pena. El rumbo de mis pensamientos empezó a deprimirme en serio.

El último kilómetro lo hice a un paso un poco más veloz que del ser humano, pero nada comparable con la velocidad con la que empecé mi regreso a casa. Iba tan sumida en mis deprimentes pensamientos sobre la posibilidad de que Jacob me dejara, que no vi que él ya estaba esperándome en la puerta de mi casa.

–¡Nessie! Me estaba muriendo de preocupación… –en cuanto me vio me envolvió en sus brazos –Te estabas tardando tanto que estaba a punto de empezar a buscarte casa por casa…

–Lo siento… –dije con la mirada gacha

–No, y lo siento… no debí decir eso de tu amigo. Sólo fue algo que dije sin pensar…

–No, yo soy la tonta, reaccioné exageradamente…

Ambos hablábamos casi al mismo tiempo y atropelladamente.

–Por favor, no vuelvas a hacerme esto –levantó mi rostro con sus manos –Estaba muerto de miedo pensando que algo malo te había pasado al ver que no llegabas aún.

–Lo siento, me porté como una tonta inmadura…

–Nessie…

Jacob buscó mis labios con los suyos y me besó ávidamente. Deslizó suavemente su mano por mi espalda y yo, en un impulso, enrosqué mis piernas alrededor de su cintura. Sentí su sorpresa por mi movimiento, pero no interrumpió nuestro beso. En esa posición, entramos en mi casa, sumida en la penumbra de la oscuridad. A tientas, Jacob encontró el interruptor de la luz, y sin separar sus labios de los míos, de una patada cerró la puerta de la casa.

Se dejó caer sobre el mullido sillón de la sala conmigo aún montada en él; enterré los dedos de mi mano entre su negro y sedoso cabello para profundizar más aún nuestro beso. Sentí que todo se me empezaba a nublar y reconocí que llevaba bastantes segundos sin tomar aire para respirar, así que a regañadientes tuve que empezar a ponerle fin a nuestro beso.

Me dejé caer sobre su pecho, mientras trataba de controlar mi alocado corazón; mi respiración era bastante errática, tal como la de mi novio. Nos quedamos en silencio, yo abrazada a él con mis dos brazos, mientras el hacía lo mismo con un brazo alrededor de mi cintura y enterraba la mano del otro entre mi pelo y lo movía rítmicamente de arriba abajo, como si me estuviera peinando.

–Vaya…

–Más bien sería algo como ¡Wow!... creo que nuestros besos mejoran con la práctica.

Apoyada como estaba contra él, sentí como se contraían los músculos de su abdomen a causa de la risa que le causó mis palabras… Pensar en los músculos de su marcado abdomen, hizo que mi temperatura corporal empezara a elevarse nuevamente.

–Tal vez debería irme a casa.

–¿Por qué? ¿Vas a trabajar mañana temprano? –Dije con una voz inocente.

–Nessie, tú sabes por qué.

Puse los ojos en blanco, ¿por qué Jacob tenía que ser tan anticuado como papá?

–Y si te lo pido de de una manera educada… linda… –empecé a dibujar líneas curvas imaginarias sobre su pecho con el dedo de mi mano derecho –tierna…¿te quedarías?

Jacob carraspeó para aclararse la garganta. Lo estaba poniendo nervioso.

–Nessie… estas jugando con fuego, cielo.

–No me importa –pronuncié divertida mientras le plantaba un beso sobre el lado izquierdo de su pecho, justo encima de donde latía su corazón. –¿O acaso no te gusto para…?

–Renesmee Carlie Cullen, eres la única mujer que me gusta, que me encanta y me enloquece...

–¿Entonces?

–Entonces ya habíamos hablado de esto. Tenemos que hacer las cosas bien, primero quiero que tus padres se enteren de nuestra relación antes de dar un paso más serio. Quiero hablar con ellos antes que tú y yo…

–¿Qué tú y yo qué?

–Que tú y yo hagamos el amor.

Escuchar esa frase en sus labios me provocó un estremecimiento de anticipación.

–¿Les vas a pedir permiso para hacerlo conmigo? –dije divertida al imaginarme la cara de papá si Jacob había tal cosa.

–Obvio no… A lo que me refiero es que quiero hablar con tus papás sobre nuestra relación, porque sé que no va a ser fácil que acepten lo nuestro. Toda tu familia probablemente me gruña cuando sepan que somos novios. Además, antes de que pensemos siquiera en tener intimidad, tenemos que afianzar nuestra relación; dejarnos llevar por nuestras hormonas tal vez pueda darle al traste a lo nuestro, a pesar de lo que sintamos el uno por el otro.

Quise preguntarle qué era lo que sentía por mi, pero el miedo a lo que pudiera contestarme me frenó en seco. Si me decía que me amaba, sería la mujer más feliz en toda la historia de la humanidad, pero si me salía con que me quería o que me tenía cariño, que eran las opciones más probables, mi corazón sufriría mucho por no ser correspondido. Porque yo tenía algo muy en claro: amaba a Jacob como probablemente jamás lograría amar a alguien más.

–No creo que aguantemos tanto tiempo. Digo, nuestros besos cada vez son más… ¡wow!

–Pues vamos a tener que intentarlo. Es más, te propongo un trato.

–¿Cuál? –me enderecé para mirarlo a la cara.

–¿Qué te parece si por los próximos seis meses aplicamos la regla del box de “sólo se permiten golpes arriba del cinturón”? Aunque en nuestro caso, en lugar de golpes, serían caricias, besos, etcétera.

Me reí ante su ocurrencia.

–Es en serio, Nessie… Danos seis meses para afianzar nuestra relación, para hacer las cosas bien, sin apresurarnos. Yo te quiero en mi vida, en todos los aspectos y por eso no quiero meterte prisas, porque no quiero que un día sientas que te presioné a hacer algo para lo que no estabas preparada.

Sus palabras me dejaron sin argumentos. Sí, era cierto que yo quería estar con él, pero también reconocía que había muchas cosas para las que no estaba aún preparada o madura; Jacob tenía razón, había que hacer las cosas bien. Tal vez en seis meses lograría que me amara del mismo modo en que yo lo hacía.

–Quédate esta noche, por favor.

–Nessie, ¿Qué te acabo de decir?

–No, ya me quedó claro el punto, y reconozco que tienes razón… Solo que es mi primera noche en esta casa y al final, resulta que estar completamente sola sí me pone algo nerviosa. Te prometo que seré buena y que no trataré de romper el trato de los seis meses. ¿Qué dices? Podemos ver películas o jugar videojuegos o hablar.

–¿Toda la noche?

–¿Por qué no? Además, ya pasamos una noche juntos, ¿recuerdas? Y no pasó nada entre nosotros.

–Sí, y sinceramente, despertar a tu lado fue maravilloso.

–Entonces, ¿te quedas?

–Ya sabes que siempre termino dándote lo que quieres… sí, me quedo, pero tienes que portarte bien.

–Bien, entonces ¿qué prefieres, una de terror o una de acción?

 

 

Esa noche pedimos un par de pizzas por teléfono y nos vimos dos películas de terror. Las escogí porque sabía que eso me daría el pretexto perfecto para acurrucarme entre sus brazos sin que pensara que estaba tratando de quebrar el asunto de los seis meses de espera. Poco después de las doce de la noche no pude reprimir un bostezo.

–¿Tienes sueño?

–Solo estoy algo cansada. Fue un día bastante largo y movido.

–¿Segura que no quieres irte a dormir?

–No, quiero ver si los zombies se comen el cerebro del protagonista o no.

Jacob sonrió y no insistió, se concentró en ver la por demás sangrienta película. Era algo irónico que, a pesar de vivir en un mundo de vampiros y hombres-lobo, me asustara una película sobre zombies hambrientos. Cerré los ojos para no ver cómo los muertos vivientes se daban un festín con los cerebros de sus víctimas, y terminé quedándome dormida acurrucada entre los brazos de Jacob. Volví a despertar rato después, cuando un leve balanceo interrumpió mi sueño.

–¿Qué pasa? –Dije bastante amodorrada, pues el sueño era más fuerte que yo.

–Nada, mi bella durmiente, solo que te quedaste dormida y ya no viste el final de la película.

–Mmm… ¿Por qué  me cargas? –tenía los ojos cerrados, pero era más o menos conciente de que Jake me llevaba sobre sus brazos como si fuera la cosa más ligera del mundo.

–Porque no quiero que amanezcas con el cuello torcido por dormir en una mala posición, así que te llevo a tu habitación. ¿En cuál te vas a quedar? ¿En la que era de tu padre? Espero que no hayas elegido la de Rosalie…

Jacob conocía de memoria mi casa, pues años antes había pasado tanto tiempo en ella que casi se podía contar como un habitante más de la residencia Cullen.

–No… la puerta que está enseguida de la de los abuelos, ese es mi cuarto.

Iba con los ojos cerrados, casi a punto de caer nuevamente en el sueño profundo, cuando sentí como me dejaba con suavidad sobre el colchón de la cama.

–Nessie –su voz era un suave susurro –será mejor que te pongas la pijama, vas a dormir muy incómoda si te quedas con tu ropa puesta.

–Tengo mucho sueño… no importa. –más dormida que despierta, me desabroché el botón del pantalón, para estar un poco más cómoda.

–Buenas noches, nos vemos mañana…

–¿A dónde vas? Prometiste… quedarte conmigo. –Mi voz se escuchaba cada más vez apagada por el sueño. –Duerme aquí, porque no hay más camas en la casa… No te bbrasfvs… –un bostezo distorsionó mis palabras y terminé cayendo dormida como un tronco.

 

 

En algún momento de la madrugada me desperté por un momento. Al principio me sentí algo desorientada, no estaba segura de dónde estaba, pero de inmediato recordé que era mi primera noche viviendo sola. Sentí la presión de un brazo sobre mi cintura y recordé que Jacob había prometido quedarse conmigo; ladeé la cabeza para mirarlo con ternura mientras dormía. Así, tan relajado, parecía un par de años más joven que los 26 que tenía. Miré que mis botas estaban a un lado de la cama, supuse que Jake me las había quitado mientras me había quedado dormida. Me enterneció la manera en que me cuidaba, a pesar de que a veces le sacaba de quicio con mis locuras.

Maldito pantalón” rezongué para mi. Dormir con una prenda tan pegada era bastante incómodo, pero tenía tanto sueño y tanta flojera de pararme a ponerme el pijama, que opté por algo más práctico: quitarme los jeans.

Con cuidado, me deshice de mi prisión y me cubrí bien con las sábanas. No quería que Jacob se despertara y pensara que era una artimaña de seducción de mi parte. Había decidido darnos esos seis meses que me había pedido y no pensaba quebrar mi promesa, por más atractiva que pareciera la idea. Sonriendo por mi resolución, el sueño me hizo nuevamente su presa.

 

 

Los rayos del sol que se filtraban por el amplio ventanal de mi habitación me despertó de mi sueño, al parecer, había olvidado correr las cortinas la noche anterior.

–Buenos días, princesa

–Buenos días. –seguía abrazada a él mientras una de mis piernas estaba enroscada entre las suyas. Recordé que en la madrugada me había quitado los incómodos jeans, así que rápidamente acomodé la sábana para que no se diera cuenta que me faltaba parte de la vestimenta, y sobre todo, para que no se riera de mis boyshorts de “la pantera rosa”.

Jacob se inclinó para darme un beso, pero lo detuve a medio camino. Él me miró confundido.

–Tengo mal aliento… necesito lavarme los dientes.

–Yo también y eso no me importa. Quiero darte un beso a mi chica para empezar bien el día.

Sonreí con sus palabras, y olvidé por completo el tema de lavarme los dientes; enrosqué mis brazos alrededor de su cuello y mi sonrisa se ensanchó al ver su mirada traviesa.

Había pretendido que nuestro beso fuera ligero, pues quería contribuir a que los seis meses no fueran tan difíciles para nosotros, pero nada más sus labios tocaron los míos, las chispas empezaron a brincar entre nosotros, mientras mi resolución de portarme bien salía por la ventana.

–¿¡QUE DEMONIOS SIGNIFICA ESTO!?

Jacob y yo nos miramos como congelados, y al mismo tiempo giramos la cabeza hacia la puerta de la habitación. Casi podría apostar que sus ojos se habían abierto como platos, tal y como pasó con los míos.

En la puerta de mi habitación estaba mi papá respirando furiosamente, como un toro a punto de embestir. Mamá estaba con la boca abierta, la tía Rosalie parecía a punto de echar espuma por la boca; los tíos Emmett y Jasper parecían un par de matones a punto de darle la paliza de su vida a su más grande enemigo. Cerré los ojos, porque no quería ver el resto de las miradas, pues estaba segura que todos y cada uno de los integrantes de la familia Cullen estaban en mi habitación siendo testigos de mi acalorada muestra de afecto hacia mi novio. Aunque ellos no sabían que Jacob lo era.

–¡Maldito desgraciado! –Al escuchar la voz furiosa de papá, volví a abrir los ojos. Se acercó furioso hasta mi cama y nos señaló con el dedo acusador.

–Papi, no es lo que parece…

–¡¿Qué no es lo que parece!? ¡Es exactamente lo que parece! Tú, medio desnuda con este… con este maldito… –¿Podría darle una apoplejía a un vampiro? Porque parecía que a papá estaba a punto de darle una –¡Tú! –dirigió su fúrica mirada a Jake –¡Te doy tres segundos de ventaja para que corras, porque en cuanto te alcance, te juro que te mato!

–Y nosotros te ayudamos, hermano –El tio Emmett intervino mientras golpeaba con su puño la palma de su otra mano –Nadie se sobrepasa con mi sobrina sin pagarlo caro.

Me puse de pie casi de un salto, aferrando la sábana alrededor de mi cintura con fuerza. Eso pareció poner más furioso a mi padre, imaginé lo que debería de estar imaginando.

–¿Mamá? –la llamé con tono suplicante mientras la buscaba con la mirada.

–Edward, todo debe tener una explicación. Dejémoslos que hablen.

–¡Qué más explicación puede haber! Este degenerado estuvo a punto de aprovecharse de mi niña.

Puse los ojos en blanco, nunca había visto a papá así, a punto de perder el control. ¿Por qué el tío Jasper no entraba en acción para tranquilizar la situación? Una mirada a su rostro bastó para contestar a mi pregunta: el tío Jasper también estaba furioso.

Ansiosa, volteé la mirada hacia Jacob, que en dos pasos se puso a mi costado y me tomó de la mano para infundirme valor. La situación no pintaba nada bien para los dos.

 –Edward, por favor, quisiera explicarles todo con calma. –Dijo sereno mi novio. ¿Cómo era capaz de guardar la compostura cuando por lo menos cuatro vampiros querían arrancarle la cabeza?– Esto, a pesar de lo que parece, es algo totalmente inocente.

Mamá se acercó hasta nosotros, y aunque su cara no mostraba alegría, por lo menos parecía más serena que papá y mis tíos. Tomó de la mano a papá, y este pareció relajarse un poco.

–Renesmee, creo que será mejor que te pongas algo más… apropiado. Les vamos a dar diez minutos para que se laven la cara y se pongan presentables, para escuchar todo aquello que tengan que decirnos. –Mamá fue bastante enfática en la palabra “todo”.

–Jacob, acompáñame para que te laves un poco –intervino la siempre dulce voz de la abuela Esme.

El interpelado hizo caso de mi abuela. Me susurró rápidamente un “todo va a estar bien” antes de agacharse por sus zapatos y salir por la puerta.

–Yo me quedo con Nessie –dijo la tía Alice mientras le lanzaba una mirada significativa a mamá. Yo tendí lo que quería decir con eso “llévate a Edward y trata de que se calmen las aguas”.

–Vamos todos a la sala –mi siempre sereno abuelo Carlisle por primera vez se escuchaba algo tenso –Creo que necesitamos tranquilizarnos un poco todos.

Como si de una procesión religiosa se tratara, uno a uno, con excepción de la tía Alice, fueron abandonando mi habitación. La tía Rose fue la última en salir, dando un fuerte portazo tras ella.

La tía Alice me miró suspicazmente, pero no dijo nada. Se limitó a observar la decoración de mi habitación, y casi como si pudiera leer ella también la mente, supo donde estaba mi clóset y se dirigió hacia allá.

Había quienes enfrentaban las crisis atiborrándose de comida, otros hallaban consuelo en el ahogo del alcohol, pero la tía Alice las enfrentaba vistiendo a la última moda. Sólo que esta vez no creía que un par de zapatos Jimmy Choo fueran ayudarme mucho para controlar la ira de mi padre, no señor.

 

 

Capítulo 10: AWKA Capítulo 12: COSAS DE FAMILIA

 
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