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		 Capitulo 24. No Todo Son Buenas Noticias. 
Bella POV 
Todos  seguíamos emocionados. El concurso había salido mejor de lo planeado. A  unos días de haber ganado, aun nos seguían felicitando. 
Acompañe a  Edward al banco de Forks para depositar los cincuenta mil dólares que  nos habíamos ganado en su cuenta. Se preguntaran por que en la cuenta de  Edward, ¿no?, Fácil. Si la depositábamos en la cuenta de Alice,  seguramente se lo gastaría en compras; en la de Jasper, se lo entregaría  a Alice si ella se lo pidiera; en la de Emmett, compraría equipo para  entrenar; en la de Rose, compraría ropa y piezas para arreglar algunos  autos, en la mía, simple no me dio la gana, por eso decidimos que en la  de Edward. De una cosa si estábamos seguros, lo gastaríamos en nuestro  viaje de vacaciones. 
Después de que todo estuvo listo, salimos rumbo al centro comercial. 
Íbamos a ver una película cuando alguien se nos atravesó en el camino. James. 
Edward se coloco enfrente de mí. Furioso. -¿Qué es lo que quieres, imbécil? 
-Quiero hablar con Bella. 
-Yo no tengo nada que hablar contigo. 
-Ya la escuchaste. –me secundo mi novio. 
-Por favor, Bella. Prometo que después desapareceré de tu vida, solo permíteme hablar contigo un momento. 
Edward  se mantenía a la defensiva al igual que yo. No sabía si creerle o no a  James, pero algo dentro de mí me decía que debía dejarlo hablar. 
Tome a Edward del hombro y lo hice a un lado. Me miro desconcertada. 
-Está bien, James. –Suspiré- pero después de hablar te largaras de mi vida. 
-Completamente. –Concordó James. Observo alrededor y después me miro a mí. –Pero, ¿podría ser en un lugar más privado? 
Asentí con la cabeza y empecé a caminar de la mano de Edward. James me miro profundamente. 
-¿Qué?,  no pretenderás que hable contigo a solas. No confío en ti, James. Ó  hablas conmigo enfrente de Edward, ó no hablamos, así de simple, tú  elijes. 
-Está bien. –gruño entre dientes. 
Caminamos unos  metros más hacia una pequeña cafetería que estaba al frente. Tomamos  asiento enfrente de James. Edward siempre con una sonrisa en el rostro y  una mano en mi cintura. 
-Verás, Bella, -Comenzó James. –Vine a pedirte perdón. 
Mi  quijada se aflojo y se abrió completa. ¿Mis tímpanos habían escuchado  bien? Si lo habían hecho. James me estaba pidiendo disculpas. 
-¿Cómo? 
-Lo  que escuchas, vine a pedirte perdón, aunque sé que no lo merezco, -sé  apresuro a decir. –La verdad no estuvo bien lo que te hice… 
-En  efecto, no estuvo bien. –Reafirme su comentario. Edward se mantenía  sereno, dándome su apoyo. –Pero continua por favor, te escucho. 
-En  verdad me gustaste, Bella. Digo, ¿a quién no le gustarías? Cuando  llegue a Phoenix tenías a más de media escuela a tus pies, -eso me  sorprendió. De reojo mire como Edward asentía con la cabeza y me  apretaba un poco hacía él. –pero cuando conocí a Vladimir, algo dentro  se movió. 
-¿Y decidiste engañarme con él? 
-¿Qué? ¡No! –los  ojos de James enfocaron los míos sorprendido, pero después bajo la  mirada, pensativo. –Esa noche que pues, que ocurrió todo. Vladimir me  pidió ayuda con un trabajo, le dije que sí pero que tendríamos que ir a  mi casa por los apuntes. Él no puso objeción y tomamos rumbo a mi  departamento. Una vez adentro, se me abalanzo y me empezó a besar. Al  principio estaba en shock, pero después le respondí el beso. Así es como  terminamos en la cama. 
-Sí, recuerdo muy bien esta parte, te lo aseguro. 
-Sí,  bueno, el punto es que Victoria ya me conocía, hubo un tiempo que viví  en California al igual que ella, ahí es donde la conocí, yo como iba a  imaginar que años después me la toparía en Phoenix. –Suspiró. –Cuando  viví en California, Victoria se intereso en mí, pero yo le dejé claro  que no quería nada con ella porque a mí me gustaban los hombres, -me  sonrió.- hasta que casi atropello a un ángel. –Mis mejillas se  encendieron ligeramente. –Victoria juro vengarse de mí por despreciarla,  y al ver que estuve de novio contigo, la tomo contra ti también y junto  con Vladimir. Se vengaron de ti y de mí. 
-¿Qué? ¿Ósea que tu no sigues con Vladimir? 
-No,  Bella. –Tomo un respiro y volvió a hablar. –Cuando… cuando sucedió eso,  Vladimir me dijo que lo había disfrutado y que de ahí no pasaba, que  todo era parte del plan que ideo junto con Victoria. Le pregunte que  porque, que él no tenía nada que ver, que todo esto era entre Victoria y  yo, que ni siquiera tú estabas en esto. Me contesto que él le debía  varios favores a Victoria, que por eso lo hizo. 
-Esa perra… -Comencé a gruñir pero Edward me apretó la mano. No quería que me alterara. 
James  siguió con su relato. –Me sentía tan afligido. Me sentía el más  miserable, te había dañado y había caído en la trampa de Victoria. Me  fui a Eureka, Nevada., necesitaba alejarme de todo, allá recapacite las  cosas y me di cuenta de que ciertamente soy gay, por eso decidí regresar  a pedirte perdón y enfrentar a Victoria y Vladimir, pero cuál fue mi  sorpresa al encontrar una Bella totalmente diferente y sobre todo, una  Bella que no quería saber nada de mí. –James se veía acongojado, de  verdad estaba arrepentido. –No te lo reprocho, me largue sin siquiera  despedirme de ti, pero no tenía rostro para hablar contigo. Después de  que te mandaron para Forks, enfrente a Victoria, la dejé humillada, le  dije que tú eras mucho más mujer que ella, y eso fue lo que más le calo,  después de ese día nadie supo mas de ella. Creo que se regreso a  California. Por eso quiero que me perdones Bella, yo nunca quise hacerte  daño, tú eras una persona muy especial para mí, aunque no me lo creas,  eres una mujer extraordinaria, encantadora, y… rara. –reímos los tres.  –Necesito que me perdones Bella, no puedo seguir con mi vida si tú no me  perdonas. Por favor Bella, perdóname. 
Observe al hombre que tenía enfrente de mí y al hombre que tenía a mi lado y me tenía entre sus brazos. Suspire. 
-Te  perdono, James. –Sonreí. –Nos tendieron una trampa a los dos. Pero,  ¿sabes?, les agradezco un poco, tanto a Victoria, como a Vladimir y a  ti. Si todo eso no hubiera pasada, -Suspiré- nunca hubiera conocido a  Edward, ahora soy feliz, más de lo que nunca imagine James, y quiera o  no, eso es gracias a ustedes, por eso te perdono. Tienes mi perdón  James. 
La sonrisa de James se ensancho enormemente. Algo dentro de  mí desapareció, creo que el odiar a James, no me permitía ser feliz  completamente, y ahora que lo había escuchado y perdonado, no había  ningún obstáculo para ser feliz. Me sentía extrañamente ligera. 
Edward  froto mi brazo con su mano. Estaba de acuerdo conmigo, si no hubiera  pasado eso, jamás nos hubiéramos conocido, ni a él ni a los demás. 
James  se levanto del asiento aun con una sonrisa en su rostro. Su faz se  miraba ya tranquila en comparación como estaba hace unos minutos. Edward  y yo nos levantamos también. 
-Gracias, Bella. Ahora puedo estar  tranquilo. –Se acerco y me dio un abrazo, el gesto me agarro  desprevenida; después le dio un abrazo a Edward. –Cuídala, por favor. 
-No tienes por qué pedirlo, -Contesto mi novio, regresándole el abrazo. –Lo iba hacer de todos modos. 
El  ambiente estaba más ligero. James se despidió de nosotros y nos deseo  lo mejor. Edward y yo retomamos nuestro camino al cine. Después de ver  una película de acción, porque no me gustan las románticas, tomamos  rumbo a Seattle. 
Habíamos hecho cita para el sábado, y hoy era  sábado. Allá nos encontraríamos con los demás. Seattle quedaba un poco  lejos, pero como era sábado, no había necesidad de llegar temprano. 
Ya en el camino, nos envolvimos en un silencio cómodo, pero minutos después Edward lo rompió. 
-Lo… lo que le dijiste a James, ¿es cierto? 
Dudé un poco. -¿A qué te refieres exactamente? 
-A lo de que agradeces que sucediera todo eso. 
No podía sostenerme la mirada, pues la tenía fija en la carretera. 
-Claro  que es cierto. Como se lo dije a James, si no hubiera pasado todo eso,  nunca hubiera conocido al engendro y a los demás, y sobre todo, jamás te  hubiera conocido a ti. 
Su sonrisa se ensancho. 
-Gracias. 
Fruncí en seño confundida. – ¿Gracias por qué? 
-Por  hacerme tan feliz. –Tomo mi mano izquierda con su mano derecha y beso  mi dorso. –Te amo y no hay nada más importante para mí que hacerte  feliz. 
-También te amo, Edward. 
Nunca había sido muy  afectuosa, pero con Edward era diferente. Podía expresar mis  sentimientos tranquilamente, creo que se debe a que Edward siente lo  mismo que yo. 
Cercas de las cinco de la tarde llegamos a Seattle.  Los nervios empezaban a invadirme. Cuando llegamos a los estudios de  Joan Jett, divisamos a Rosalie recargada en el pecho de Emmett y a Alice  en la espalda de Jasper, riendo. 
-Hola, chicos. –Saludamos Edward y yo a la vez. 
-Como se tardaron, enserio. 
-Vamos, Jasper no es para tanto. –remató Edward. 
-No estarían haciendo travesuras. 
-Claro que no Emmett, no somos como tú y Rose. –Todos reímos. 
-¡Eit! Eso no es cierto. 
-Mejor cállate, Rose, todos sabemos que es verdad. –Reafirmó Alice lo dicho. 
Rosalie fulmino con la mirada a una muy sonriente Alice. 
-Mejor entremos, -hable obteniendo la atención que quería. –Ya nos deben de estar esperando. 
Todos  estuvieron de acuerdo. Alice bajo de la espalda de Jasper y lo abrazo  de la cintura; Rosalie tomo el brazo de Emmett y los dos se sonrieron;  Edward me tomo de la mano y me sonrió, su sonrisa me fascinaba, me  derretía completamente, entramos a la recepción de el estudio y  caminamos hacia la recepcionista. 
Toda la habitación era de un  tapiz rojo oscuro, completamente elegante. Un par de sofás de cuero  negro con una mesa de cristal en medio, con adornos de esferas de  diferentes tamaños. En las paredes cuadros y reconocimientos de la  carrera de mi ídola, estaba fascinada, todo era elegante pero sencillo. 
Emmett  parecía niño chiquito, no paraba de tocar todo lo que tenía a su  alcance, y Rosalie tras él regañándolo cada dos segundos. Preste  atención a la recepcionista. 
-Estudios Jett, espere. –Atendía el teléfono. –Estudios Jett, un momento por favor, enseguida lo comunico. 
Después de unos minutos no atendió. –Sí, que se les ofrece. 
-Venimos desde Forks, tenemos una cita, señorita. 
-¿A nombre de quién? –Agacho la cabeza y empezó a revisar una libreta enorme. 
-Bella Swan, somos la banda Rebeld Girl 
Apunto  con su dedo índice el escrito y lo deslizo hasta que localizo mi  nombre. -¡Sí! Aquí están, pasen por el pasillo hasta el final, a mano  derecha, puerta número dos. –Nos sonrió gentilmente. –Los están  esperando. Mi nombre es Gabrielle, lo que necesiten, háganmelo saber por  favor. 
-Entendido, gracias. 
Caminamos por el pasillo que estaba tapizado del mismo color que la recepción. 
Tocamos  la puerta que Gabrielle nos indico. Joan estaba recargada ligeramente  en los aparatos de música, cuando nos vio entrar se levanto con una  sonrisa y nos saludo, el estudio a diferencia de la recepción, era de un  tapiz azul rey muy profundo, los muebles que habían eran de color  blanco, muy diferente a los que vimos a un principio. 
-Hola chicos, pensé que no vendrían. 
-Para nada Joan, tuvimos un ligero retraso pero aquí estamos. –Contesté sonriendo. 
En  la cabina de grabación estaba un chico como de muestra edad, tocaba su  guitarra y cantaba una canción suave pero a la vez grave. 
-Canta bien, ¿verdad? 
Los seis nos habíamos concentrado en el chico cantando. 
-Se llama Drake Bell, la canción que canta es I know, su sencillo. 
Órale, el chico era como de nuestra edad y ya tenía disco. 
-¡Que padre! –grito Emmett. 
Joan rió. –Así es, grandulón. Ustedes pasen a la segunda cabina, la puerta está por allá al fondo. 
Caminamos  al fondo y entramos a la pequeña habitación. Dentro había los  instrumentos necesarios. Cada uno tomo posiciones. Nos pusimos los  auriculares y esperamos las órdenes de mi ídola. 
-Quisiera que me cantaran una estrofa de Rebel Girl, y después un pedazo de Lips of an angel de Hinder, ¿se la saben? 
-Claro que sí. –Contesté. 
La prueba de canto paso excelente. Las horas que nos estuvimos ahí fueron demasiado excitantes. 
-Chicos,  han estado asombrosos. Bella tienes una magnífica voz, en definitiva  tienen que venir más seguido. Aun no les puedo asegurar nada, pero si  las cosas mejoran, les podría conseguir un contrato para que graben su  primer disco. 
¡Dios, sí! Un disco, si mejorábamos grabaríamos un disco. Estaba que no me la creía y los demás tampoco. 
-Ahora vayan a descansar, los veré aquí la próxima semana. 
Nos despedimos de mi ídola con un beso y pasamos a retirarnos, Gabrielle nos despidió con un hasta pronto y una cálida sonrisa. 
Esta  semana había iniciado con muy buenas noticias. Primero la prueba en los  estudios de mi ídola y ahora, la explicación y salida de mi vida para  siempre de parte de James. Todo marchaba viento en popa. 
Alice POV 
Estúpida. Estúpida. Estúpida. 
Esto solo me puede pasar a mí. ¡Dios! Todo iba tan bien, ¿porque me mandas este problema a mí? 
Todo  estaba yendo a la perfección, faltaban alrededor de dos semanas para  salir de vacaciones, por ende, de viaje también. Habíamos ganado el  concurso, como había dicho. Era novia de mi Jasper, el amor de mi vida,  pero ahora, esto. 
Caminé a paso apresurado a la habitación de  Bella. Le había mandado un mensaje a Rosalie que necesitaba con urgencia  hablar con ella y con Bella, en privado. 
Llegue y toque la puerta, no quería que me volviera a pasar lo mismo que la otra vez. 
-Adelante. 
Dentro estaban Edward y Bella arriba de la cama, sentados, viendo una película. 
-Hola engendro, hasta que tocas la puerta. 
-Eh… si, no quiero cometer el mismo error dos veces. 
Los tres reímos ligeramente. 
-¿Qué se te ofrece, Alice? –Preguntó Edward. –Pareces algo… inquieta. 
¿Tanto se me notaba? 
-Eh… quería hablar con Bella… -Miré los ojos de esta para que entendiera que era algo importante. –A solas, si no te molesta. 
Edward se recorrió al final de la cama, algo confundido por mi extraña petición. Bella no se quedaba atrás. 
-Claro que no me molesta, Alice. -Me sonrió y volteo a mirar a Bella. –Vuelvo en un rato, Bells. 
La  aludida asintió con la cabeza y le dio un beso en los labios a Edward.  Me hice a un lado para que Edward pasara por la puerta. Los nervios me  carcomían. 
Cuando Edward por fin se fue, camine y cerré la puerta. 
-¿Qué te pasa, Alice? Me estas poniendo de nervios. 
Yo caminaba por la pequeña habitación de Bella en círculos. 
-Necesito que llegue Rose también este, no tarda en llegar. 
Minutos después llego Rosalie un poco agitada. –Perdón, venia corriendo. –Tomo un ligero respiro. -¿Qué pasa Alice? 
Me deje caer al suelo y abrece fuertemente mis piernas. Hundí mi cabeza entre ellas y lo solté. 
-Creo que estoy embarazada. 
Un  silencio sepulcral. Levante mi cabeza y las mire con ojos llorosos.  Ambas estaban con la cara en blanco, no daban crédito a nada de lo que  estaban escuchando. 
-Chicas, estoy embarazada. ¿Qué voy a hacer? Acabo de arruinar la vida de Jasper. 
Un  sollozo lastimero salió de lo más profundo de mi pecho. Acababa de  arruinar la vida de Jasper, seguro me dejaría y no se lo reprocharía. 
Bella y Rosalie se pusieron de rodillas enfrente de mí, mientras yo, lloraba amargamente. 
-Alice, ¿estás segura de que estas embarazada? –preguntó Rosalie. 
¡Claro  que lo estaba! O eso creía. Tenía todos los síntomas, mareos, nauseas, y  me acababa de dar cuenta de que se me había atrasado la regla. 
-Tengo todos los síntomas, Rose. 
-Aun así, Allie. –Habló Bella acariciando mis cabellos. Necesitamos ir a una farmacia a comprar una prueba de embarazo. 
-¡¿Qué?  No por favor, aquí todos nos conocen, seguramente hablaran y todo se  sabrá, y si Jasper… -trague saliva. –Y si Jasper no quiere seguir  conmigo, no quiero que nadie más lo sepa. 
-Ya, ya. –Me susurraba  Rosalie. De las tres era la que mas tenía un instinto maternal.  –Tranquila, Allie. Todo estará bien. Claro que Jasper querrá ese bebé.  Él te ama y no te dejará sola. 
-Rose tiene razón, Alice. –Secundó  Bella. –Primero debemos confirmarlo, ¿sí?, después veremos que haremos,  no te dejaremos sola con esto. Somos familia Alice, -Sonreí a sus  palabras, mientras limpiaba mis lagrimas. –Y la familia nunca se da la  espalda. 
-En efecto, Bella. –Dijo Rosalie. –Se me ocurre una idea.  Este fin de semana que vayamos a Seattle, nos les perdemos un rato a  los chicos diciendo que vamos de compras, -pegue un ligero brinco de  emoción. ¡Uy, compras! –Concéntrate, Alice. 
-Perdón. –Me encogí de hombros. 
-Bueno,  como decía, nos les perdemos un rato a los chicos diciendo que vamos de  compras, seguramente no querrán acompañarnos porque se aburrirán, así  que los mandaremos de vuelta Forks, y nosotras iremos a un consultorio  privado para comprobar su de verdad estas embarazada. 
La verdad no era tan mal plan. Solo era cuestión de esperar. 
-Pero trata de disimular tu ansiedad, Alice. 
Mire a Bella que me miraba curiosamente. -¿Tanto se me nota? 
-Claro que si, pareces un cachorrito inquieto encerrado en una jaula. 
Me reí un poco. La verdad me sentía así. Encerrada. 
-Deja de estarte preocupando, Alice. –Me sonrió Rose. –Saldremos de esta. 
Sonreí a mis mejores amigas, que digo amigas, a mis hermanas. Ahora solo faltaba esperar que fuera fin de semana. 
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La  semana paso completamente rápido. Era sábado por la mañana, a eso de  las dos de la tarde salimos del ensayo con Joan Jett. Aun no podía creer  que le gustaran mis canciones. Nunca a nadie se las enseñé pero con  Bella me sentía tan en confianza, además, ella me había inspirado a  escribir esa canción. 
-Chicos, nosotras iremos al centro de compras, ¿nos acompañan? –Dijo Rosalie sonriendo. Todo era parte del plan. 
La  cara de los chicos se puso más pálida de lo normal. Seguramente  pensaban en compras más Seattle igual a muchas horas de cansancio. 
-¿Compras? –trago saliva Emmett. 
-Sí, Emmett, compras. 
-Espera un momento, a ti ni te gusta salir de compras. 
¡Rayos! Edward era el más persuasivo en cuanto a Bella se refería. 
-Es que Bells, perdió una apuesta conmigo y tiene venir conmigo a comprar, sin quejarse. 
Bella fingió estar triste y resignada, pero algo me decía que Edward no me había creído del todo. 
-Entonces que dicen, ¿nos acompañan? 
¡Que digan que no. Que digan que no. Que digan que no! 
-No chicas. –Contestó mi Jasper. –Lo que pasa es que tenemos practica, por eso les dijimos venir en la mañana. 
Las tres fingimos cara de pena, pero la realidad es que estábamos más que felices, sobretodo aliviadas. 
-Está bien, nos vemos en un rato más, allá, ¿Ok? 
-Claro que si mi Allie. –contesto mi Jasper, acercándose a darme un beso. 
Sus  besos eran iguales que sus labios, suaves y tiernos. Lo amaba, no había  duda y si él no quería a mi Alicita o mi Jaspercito. Yo lo sola lo  sacaría adelante. 
-Cuídense, chicas. 
Después de que Emmett y  Edward se despidieron de sus respectivas novias, nosotras emprendimos  camino rumbo al centro de Seattle en busca de una clínica privada. 
Después de buscar por alrededor de media hora dimos con una, se veía tranquila y reservada. Exactamente lo que necesitaba. 
Bella y Rosalie me tomaron de las manos y me dieron un ligero apretón. Les sonreí a ambas y suspire. Era ahora o nunca. 
Entramos  a la clínica y en una esquina frente a la recepción se encontraba una  pequeña sala. Todo olía extrañamente a limpio. Una combinación entre  oxigeno y cloro. 
La secretaria nos sonrió. –¿Se les ofrece algo chicas? 
-Sí, queremos un estudio de embarazo, por favor. –Pronunció Bella 
-Claro que si, solo necesito que llenen esto y me muestren una identificación. 
Nos tendió una hoja de registro y una pluma. Fuimos a sentarnos a la sala y comenzamos a murmurar. 
-No podemos engañarla, Alice, nos pidió una identificación. 
-Lo sé, Rose. –No quería dejar mi nombre porque me abrirían un historial, pero no había de otra. Suspiré. –Hagámoslo. 
-Pero, Allie, podemos ir a buscar otra clínica. 
-Nada de peros, Bella, los nervios me están matando, es mejor acabar con esto de una buena vez. 
Suspiré  y empecé a llenar el registro. Cuando por fin acabe, me levante y se lo  lleve a la señorita. Saque mi identificación y la entregue junto con el  registro. 
-Aquí tiene. 
-Gracias, linda. –Lo revisó y confirmo que todo estaba en orden. –Acompáñame, por favor. 
Me  indico un pasillo que se tendía a su lado izquierdo. Miré a Bella y  Rosalie que me miraban con ansiedad reflejada. Mis nervios ya estaban  bastante crispados, pero seguro empeoraría hasta saber los resultados.  Les sonreí con la tranquilidad que mi rostro podía mostrar, la cual cada  día era mínimo. Seguí a la secretaria. 
Entramos a un consultorio. 
-Toma asiento, querida. 
Ahora  que lo notaba, era una señora muy gentil, ni muy alta ni muy bajita,  sus cabellos eran rubios, de tez blanca y labios rojos, ojos verdes  oliva, estaba vestida de blanco con su cabello perfectamente recogido en  una coleta mediana. 
-Estira el brazo derecho, por favor. 
Hice  lo que me pidió y en mi antebrazo, me froto un algodón con alcohol para  desinfectar y me encajo la aguja de una jeringa. Extrajo un pequeño  tubo con mi sangre, me volvió a limpiar con el algodón y me dio la  indicación de que lo mantuviera el brazo flexionado unos minutos. 
Salí rumbo a la sala nuevamente, mientras esperaba las indicaciones de la señorita. 
Bella  y Rosalie se veían sumamente preocupadas. Rosalie miraba por la ventana  hacía el exterior y Bella estaba en el piso con sus rodillas apretadas a  su cuerpo, en cuanto me miro, se levanto corriendo y me abrazo, al  igual que Rosalie. 
Esperamos unos minutos más. Maya como se llamaba la enfermera que me atendió, regreso y nos hablo: 
-Mira, querida, tus resultados estarán mañana, puedes venir a recogerlos a la hora que quieras. 
Asentí con la cabeza y Bella tomo la nota que nos entregaba Maya, y la guardo en su chaqueta. 
Salimos  de la clínica, me sentía algo mareada por la extracción de sangre, así  que Bella y Rose me llevaron a comer. Debíamos hacer tiempo.  Extrañamente no me sentía de ganas de ir de compras, así que mejor  fuimos al cine. A las 7 de la noche ya estábamos en la Academia. 
Solo era cuestión de esperar un día para saber si estaba embarazada. 
Edward POV 
Se  me había hecho muy extraño que Bella hubiera aceptado de buenas a  primeras ir de compras, aunque hubiera sido una apuesta. Además Alice no  se veía tan entusiasmada como otras veces y Rosalie, ni se diga. Algo  andaba mal. 
-Oigan, ¿no les pareció muy extraño que las chicas no nos hubieran comentado antes que irían de compras? 
Les pregunte a Jasper y a Emmett de regreso a Forks. 
-¿Cómo que extraño, Edward? 
-Sí, Jasper, ¿no se fijaron? –Contesté poniéndome en medio del asiento trasero. 
-¿En qué cosa? –Secundó Emmett, manejando. 
-Como en que Bella no le gusta ir de compras y hoy acepto sin chitar. 
-Era parte de la apuesta, Edward, Bella es buena perdedora y como tal acepta los castigos. 
-Pero, ¿apuesta de qué, Jasper? ¿Qué apostaron? 
-Pues cosas de chicas, Edward. 
-Jasper tiene razón, Edward. Deja de romperte la cabeza. 
-Me  sigue pareciendo extraño. –dije rascándome la cabeza. –Haber, ¿Por qué  Alice no estaba emocionada? Sabes muy bien Jasper como la ponen las  compras. Últimamente está muy rara, junto con Rosalie y Bella. Algo  pasa. 
Repentinamente nadie más hablo. Cada uno iba sumiso en sus pensamientos. Llegamos a la Academia y tuvimos práctica. 
A  las seis de la tarde acabo el entrenamiento y cada uno regresamos a  nuestra habitación. Era más que claro que las chicas nos ocultaban algo,  pero, ¿Qué es lo que nos ocultan? 
A las siete de la noche llegaron las tres, con la misma cara y sin ni una bolsa. 
-¿Cómo les fue? –le pregunte a Bella, abrazándola y dándole un beso en los labios. 
-Bien, bien gracias. 
Acompañe a Bella a su habitación, pues se sentía muy cansada y quería refrescarse. 
Entramos y me aventó su chaqueta a la cama. 
-Enseguida regreso, me daré una ducha rápida. –Me dijo Bella dándome otro beso. 
-Sí, aquí te esperare. 
Camino  rumbo al cuarto de baño quitándose la playera roja que traía y  tirándola al suelo. Me dispuse a ver televisión mientras Bella se  bañaba. No encontraba el control remoto, así que quite la chaqueta de  Bella pensando que estaría bajo de ella. Lo que me encontré no fue el  control de la televisión, sino un papel amarillo doblado a la mitad. 
Voltee  a la puerta del baño esperando que Bella no saliera. La curiosidad me  gano y tomo el pequeño papel. Despacio y temeroso de lo que me fuera a  encontrar lo desdoble. 
Mis ojos se abrieron como platos, mi respiración se detuvo unos segundos, empecé a sudar en seco. 
El papel era un recibo de una clínica privada, y en el centro de descripción decía Estudios de prueba de embarazo. Bella estaba embarazada, de mí. De repente, mi garganta estaba seca. 
Escuche unos ruidos en el baño. No sé cuanto estuve sumido en mis pensamientos, que Bella ya había terminado de bañarse. 
Salí  de la habitación de Bella con el pequeño recibo entre mis manos.  Necesitaba pensar. La idea de tener un bebe me tenía como ido. No era  que no me agradara la idea, es solo que no me lo plantee que tuviera un  hijo tan pronto. 
Eso era lo que tenía a las chicas tan idas. Por  eso no nos dijeron que irían de compras, porque en realidad no irían de  compras sino a que Bella sé hiciera una prueba de embarazo a una clínica  privada. 
Ahora tenía que planear como se los diríamos a mis  padre, aun ni siquiera conocían a Bella ó peor aún, como se lo diría a  los padres de Bella. Tenía que pensar mucho. Yo no dejaría sola a Bella y  menos esperando un bebé mío. 
Bella POV. 
Este día  había tenido demasiadas emociones. Primero la alegría de poder ensayar  en los estudios de mi ídola, Joan Jett, y después las ansias y la  desesperación de saber si Alice estaba embarazada. Todo me daba vueltas y  creía que en algún momento volvería el estomago. Me sentía mareada con  un gran nudo de nervios en el estomago. 
Cuando llegamos a la Academia me sentía sumamente cansada. 
Edward  me acompaño a mi cuarto y dijo que me esperaría mientras me bañaba.  Pero cuando salí de bañarme, él ya no estaba y mi chaqueta estaba en el  suelo. 
Oh, oh. Mi cerebro me decía que checara el bolsillo de mi chaqueta, la tomé del suelo y revisé el bolsillo. 
Por favor, por favor, por favor. Pedía internamente, pero me rendí cuando no encontré la nota. 
Edward había descubierto la nota y se había ido. 
La nota no traía el nombre de la persona a la cual le hicieron el estudio. Con el único folio podíamos recoger los resultados. 
Rápidamente  me vestí y salí en busca de Edward. Necesitaba hablar con él, aclararle  que yo no estaba embarazada, pero, ¿Cómo hacerlo sin decir que la que  posiblemente estaba embarazada era Alice? Esa pregunta fue opacada por  una verdad muy dolorosa. Edward sospechaba que yo estaba embarazada, al  enterarse salió corriendo de mi cuarto, porque él no desea tener un bebé  conmigo. 
¿Qué hubiera pasado si la que posiblemente  estuviera embarazada fuera yo y no Alice? ¿Edward me hubiera dejado, me  hubiera abandonado? Claro que me hubiera abandonado. Él no quería  arruinar su vida con un bebé, él todavía tenía mucho que vivir y un bebé  mío, no lo hubiera detenido. 
Sabía que se había ido a esconder a  la bodega donde teníamos nuestros instrumentos, ahí seguro nadie lo  buscaría a menos que ese alguien fuera yo. 
Con los puños apretados  y mis ojos amenazándome con derramar algunas lagrimas de coraje, llegue  a la bodega. Ahí en el sofá, enfrente de los instrumentos estaba  Edward, sumamente concentrado en el papel. Pero por más enojada que  estuviera, yo lo amaba y eso no lo podía negar. 
-Edward. –Dije cuando estuve lo suficientemente cercas para que me oyera sin la necesidad de alzar la voz. 
Su cuerpo se enderezó completamente y susurro mi nombre: 
-Bella. 
Me acerque más a él. Aun sentía en coraje por las conjeturas a las que habían llegado mis pensamientos. 
-Se que encontraste la nota de la clínica. 
-¿Por qué no me lo dijiste? 
-No podía, Edward. 
-¡Pero esto es algo importante! Puede ser que estés embarazada. 
Suspiré. Debía decir la verdad, o al menos a medias. 
-Es que ese es el punto, Edward. Yo no puedo estar embarazada. Esa prueba de embarazo no es mía. 
-¿Qué? ¿Cómo que no es tuya? Si la encontré en tu chaqueta. 
-Sí,  la encontraste ahí porque ahí la guarde, pero no es mía. No estoy  embarazada. Y antes de que digas algo, déjame decirte que si estuviera  embarazada yo sola puedo hacerme cargo de mi bebé y yo, no sería  necesario que arruinaras nada de tu vida. El bebé y yo hubiéramos salido  adelante. 
Edward me miraba con cara de poema. No daba crédito a lo que le estaba diciendo. 
-Espera,  espera, ¿me estás diciendo que no me hubieras dicho que estabas  embarazada? ¿Me hubieras negado el derecho de conocer a mi hijo? ¡¿Y de  quién diablos es la prueba de embaraza? 
-Si te hubiera dicho  Edward, pero también te hubiera dicho que no habría necesidad de que  huyeras, yo sola hubiera dejado claro que cuidaría de mi bebé. 
-¿De que huyera? ¡¿De qué demonios hablas, Bella? 
Mis puños se apretaron fuertemente. 
-¡De  esto! –dije arrebatándole la nota. -¡De que descubriste la nota y  saliste corriendo pensando que estaba embarazada e ideando una forma de  cómo lavarte las manos sobre el supuesto bebé! de esto hablo, Edward. 
Edward camino enfurecido y me tomo de los hombros, zarandeándome un poco. 
-Escúchame  bien, Bella. Yo jamás, ¡jamás!, huiría y te dejaría sola cuando más me  necesitaras. Si salí corriendo de tu cuarto, fue porque necesitaba  pensar en cómo nos organizaríamos para cuidar a nuestro hijo, en cómo le  pediría tu mano en matrimonio a tus papas, en buscar una casa para  vivir juntos, en buscar un empleo para cuidarte a ti y a nuestro bebé.  Entiende bien esto, un Cullen nunca niega su sangre. 
Sus palabras  me dejaron con la boca abierta. Él solo estaba planeando nuestra vida y  yo estúpidamente vine con mis tontos reclamos. 
Camine hacía Edward  pidiendo que no me rechazara, había sido una estúpida, ¿pero que se  suponía que pensara, cuando veo que descubrió la nota y no está? Que  huyo obviamente, era lo más lógico. 
-Perdona, Edward. –Negué con la cabeza. –Es solo que pensé que no te gustaba la idea de tener un bebé conmigo. 
Me  abrazo con fuerza y beso mis cabellos. –No tengo nada que perdonarte,  Bella. Y claro que algún día quiero tener un bebé contigo. Te amo  demasiado. Y no me importaría si ese día llega mañana, con tenerte a mi lado basta. 
Sonreí.  Ahora sabía que si llegara a salir embarazada, Edward estaría a mi  lado. Pero eso no significaba que no nos cuidaríamos cuando tuviéramos  relaciones. 
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