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		 PRIMERO CHICAS SI LLEGAMOS A LOS 15 VOTOS SUBO EL PROX CAPITUTLO  
 
-Me  puedes decir, ¿Cómo supo James que estaba en Forks? –Pronuncie cada  palabra con irritación- creí haberte dicho una vez que no quería volver a  saber de él. 
-Vamos Bella, no es para tanto, él todavía te quiere, -yo rodaba mis ojos, no puede ser que René siguiera creyendo en ese infeliz- dijo que tú eras el amor de su vida. 
-¡¿Qué? ¡Y tú le creíste a ese imbécil!, no puedo creer que seas tan ciega, René. 
-¡Bella!, cuida tu boca jovencita. 
-¡Si,  si, si, lo que tu digas René! ¿Sabes qué? Mejor me voy, después  hablamos, tengo mucho que pensar gracias a tu brillante idea, hasta  luego mamá y salúdame a Charlie. ¡Adiós!. 
Colgué antes de que me  contestara. No quería seguir peleando con ella. Avente mi celular a la  cama y me metí a bañar, necesitaba pensar muy bien todo lo que me estaba  pasando, pero mi prioridad era saber si realmente amaba a Edward. 
El  agua estaba tibia cuando me introduce bajo el chorro de agua. Me  enjabonaba por inercia, mi cuerpo se movía pero mi mente no le daba  órdenes. ¿Realmente amaba a Edward? Lo quería sí, pero, ¿lo amaba? Solo  una vez había entregado el corazón, y me lo regresaron hecho pedazos,  humillado, dañado, con un dolor inmenso, pero seguía latiendo, y sobre  todo, ¿amando a ese imbécil? 
Reconozco que el ver a James en mi  cuarto me movió de sobremanera los sentimientos que tenía en mi interior  muy bien sepultados, pero lo que sentía por Edward seguía estando ahí.  ¿Seguía amando a James? ¿Amaba a Edward de la misma manera que amaba a  James? No, claro que no. ¿O sí?
  
Pensaba en los besos de James, toscos, agresivos, urgidos de  necesidad, asquerosos, repulsivos, nada comparados con los de Edward,  suaves, gentiles, llenos de amor, encantadores, adictivos, me di cuenta  que al recordar los besos de Edward, instintivamente me tocaba los  labios. 
¿Pero qué carajos me pasaba? ¿Comparar a Edward con James?  ¡No, jamás! Eran totalmente diferentes, en todos y cada uno de los  sentidos. 
-¡NO!
  
-Lo siento mucho profesor, es solo que la Srita. Bethany me mando por  el alumno Cullen, -el profesor suavizo su expresión. Mi respiración  agitada a causa de la carrera y mi desesperación por hablar con Edward,  hizo más creíble mi mentira. –Al parecer, algo le paso a su mamá. 
Edward abrió demasiado lo ojos, pero con la mirada le di a entender que su mama estaba perfectamente. 
-Salga  Sr. Cullen. –dijo el profesor alarmado, todos menos Edward y yo  estábamos alarmados, claro que tuvo que fingir un poco. Tomo sus libros y  salió a prisa del salón, cerrando la puerta tras él. 
En cuanto  cerró la puerta, lo bese tan desesperadamente. Su cuerpo se estampo  contra los casilleros, pero en ningún momento separe mis labios de los  suyo. Su beso me trasmitía miedo, confusión, amor, comprensión, ternura,  desesperación, todo mezclado. Necesitaba saber si lo amaba. Necesitaba  contarle toda mi historia con James, necesitaba saber que ya había  superado y cerrado ese capítulo en mi vida. 
-Bella, amor, ¿Qué sucede?
  
Saque mis libros de la primera clase de mi casillero y camine al  salón, cuando choque con alguien, haciendo que cayera al piso y mis  libros se esparcieran por el suelo. 
-Perdona, -dijo la voz más sensual que había escuchado en mi vida. –no te vi. 
El  chico más exquisito que mis ojos habían mirado antes estaba ante mí. Su  tez era blanca y sus ojos azules como el cielo, su cabello rubio, lacio  y largo, el cual traía amarrado también en una coleta baja. Me sonrió  dulcemente y mi sonrojo se hizo evidente. 
Me ofreció su mano y con duda y vergüenza la tome, me ayudo a incorporarme y después recogió mis libros. 
-Me llamo James, ¿y tú? –me pregunto entregándome mis libros, su sonrisa me hacia actuar más torpe de lo que de por sí ya era. 
-M-me llamo Be-ella. 
Genial. Ahora hasta tartamudeaba. 
El chico guapo o James, sonrió dulcemente. –Mucho gusto, Bella. 
Desde  ese momento nos hicimos grandes amigos, pero justo al mes de haber  llegado al instituto y de enterarme que él era el dueño de la camioneta  que casi me atropellaba, se me declaro. 
-Bella, sé que es  un poco pronto, todo ha sido muy rápido, pero tú me conquistaste desde  el primer día que te vi, ¿quieres ser mi novia?
 
 
Mis libros cayeron al suelo, no podía creer que fuera tan poca  cosa como para que James, mi novio, se hubiera vuelto gay. Corrí fuera  de la escuela, quería encontrar a James y que me explicara esas  fotografías, recorrí cada rincón del instituto sin encontrar rastro de  él y con las risas sonando tras de mí. Así que tome mi carro y maneje  hacia su departamento. 
Ahí estaba su camioneta. Se  encontraba en casa. Toque la puerta pero nadie me respondía, me acorde  que James guardaba una llave en el marco de la puerta, así que la tome y  abrí la puerta. 
-James, James, ¿estás aquí? 
Nadie  me respondía, pero de la habitación de James se escuchaban jadeos y  gemidos, camine hacia ella temerosa de lo que me fuera a encontrar  dentro de ese cuarto. 
-Si… dale, mmm… más duro Vlad… 
Mis  pies se detuvieron en seco, las lágrimas corrían por mis mejillas, no  podía creer que lo del folleto fuera verdad, pero lo era. James me  engañaba, y aun peor que eso, me engañaba con un hombre.
 
pobre bella 
  
  
  
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