Mi historia fue una mentira (+18)

Autor: sachiko065
Género: Romance
Fecha Creación: 12/01/2013
Fecha Actualización: 16/07/2013
Finalizado: SI
Votos: 21
Comentarios: 72
Visitas: 32563
Capítulos: 22

Isabella Swan creyó vivir en un mundo lleno de seres como vampiros y hombres lobos... pero ¿Qué sucederá si todo es una mentira de Edward? ¿Qué tal si el mundo es normal, pero lleno de tecnología como para jugar con la vida y los recuerdos de una persona?

Edward es un científico que experimenta con las mentes de las personas haciendolas creer que viven determinadas situaciónes que van desde cambiar levemente sus recuerdos hasta llevarlos a vivir las cosas más increíbles, como es el caso de Isabella Swan quien nunca conoció a Edward siendo un vampiro, quien nunca fue a Forks porque en realidad se encontraba inconsiente, conectada a unas máquinas que controlan su "vida".

¿Qué pasará con Isabella al despertar? ¿ Por qué Edward quiso incluirse en la vida falsa de Isabella?

¿Cual es la verdadera vida de Isabella Swan y de Edward Cullen?

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hola! soy sachiko 065 y este es el segundo FanFic que publicaré. Espero que la historia sea de su agrado =D. Realmente es algo que quería que sucediera al final de Twilight

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Capítulo 20: Mi verdadera realidad

POV Isabella Aldridge

 

Rosalie y yo corrimos muy lejos de nuestra familia para que no pudiesen escucharnos.

 

-Dime, de que querías hablar conmigo- se veía preocupada por mí-. Sabes que cuentas conmigo, así como te apoyé con Nessie, también te apoyo en esto

 

-Gracias, Rose, me alegra saber que hay alguien que no me reclama mi actitud

 

-No hay de que, bueno Bella, dime que sucede

 

-¿Por dónde empiezo?- suspiré-. Bien, primero debo decirte que yo no soy Bella, bueno, si... Tengo sus recuerdos y todo, pero no soy ella, ¿Me entiendes?

 

-No logro comprenderlo del todo- hizo una mueca-. Pero habla, te escucho

 

Tomé aire.

 

-Soy Isabella Aldrigde, estoy casada con Edward Aldrigde, no con Edward Cullen, soy una humana... No sé qué ha pasado, yo hasta hace unos momentos me encontraba teniendo a mi bebé

 

-Esto es muy confuso, tal vez lo soñaste o algo

 

--No, no lo soñé, estoy segura de lo que te digo, lamento decirte esto, pero... En mi realidad, ustedes no existen, son personajes que inventé... Son una historia mía, Bella Swan es un invento mío

 

Rosalie quiso reírse. Yo lo hice también. Resultaba gracioso que alguien fuera a decirte que no existías. Sonaba como una completa locura.

 

-Tal vez existas- me apresuré a decirle-. Pero...

 

-No en tu dimensión- me interrumpió. La miré sorprendida-. Sí, he leído sobre eso, que las almas pueden viajar a través de las dimensiones, cambias de cuerpo contigo mismo, pero en otra situación, es algo extraño

 

-¡Eso es!- exclamó Carlisle detrás de nosotras... Mierda, ¿Cuándo llegó aquí?

 

-Hubieses dicho eso, Rose- la regañó Esme con cariño. Les sonreí. Aunque esta no fuese mi realidad, realmente los apreciaba-. Nos habrías ahorrado el viaje

 

-Carlisle, Esme- musité. Mi "Suegra" fue a abrazarme.

 

-Sabemos que no eres nuestra Bella, pero... Me agradas, siento que eres muy buena persona

 

-Esos ojos grises me gustan, te quedan bien- se rió Carlisle. Me reí también.

 

-Eso fue lo que les pasó a ambas- me dijo Esme seria ahora-. Tú y Bella cambiaron de cuerpos, ella existe aquí y tú existes en otra dimensión

 

-Pero… Yo escribí un libro, con su historia, con ustedes mismos

 

-Siempre hay conexiones entre una dimensión y otra, ese libro que escribiste es una de ellas, pero... Alguien la abrió y permitió que se desencadenara todo esto

 

Aproveché mi cerebro de vampira para intentar saber qué cosa había hecho toda esta locura. Lo encontré rápido, el experimento de Edward. Gracias a él había tenido los recuerdos de Bella. Bufé. Mi estúpido esposo iba a pagármelas. Por su culpa nos pasaba todo esto.

 

-¿Has pensado en algo?- inquirió Carlisle. Asentí y conté rápidamente sobre el experimento de Edward Aldridge.

 

-Debió ser eso- Carlisle negaba con la cabeza divertido. Rosalie gruñó.

 

-Al parecer, tu esposo le gana en estupidez al Edward de este mundo

 

Le di la razón. Lo amaba con locura, pero debía admitir que mi esposo era un tonto.

 

-Pero hay algo que no entiendo- susurró Esme. La miré-. Si tú volviste a tu vida, ¿Qué pasó con el alma de Bella? Ella no se despertó

 

-El alma de Bella se fue a otra parte- suspiró Rose-. A la nada...

 

-Esto es demasiado extraño- gruñí.

 

-Sí, hasta para nosotros que somos vampiros, es extraño- dijo Carlisle-. Creo que debes decirle a Edward de todo esto para intentar solucionar el problema, él cree que eres la misma pero que ya no lo amas, deberías decirle que no eres su esposa

 

-Esto de verdad es lo más raro de toda mi vida- mascullé. De pronto comencé a reírme histérica. Estaba alucinada, aterrada. No, no aterrada... Lo que le sigue.

 

-Te comprendemos- se rió Esme por mi risa.

 

Una vez que me calmé, los cuatro fuimos hacía la casa de nuevo en donde todos estaban angustiados.

 

-¿Qué ha pasado?- preguntó Jasper-. De verdad estoy confundido, hablen

 

-Sí, tienen que explicarnos si consiguieron información o no- exigió Edward quien estaba junto a su hija.

 

-Esto se va a poner bueno- comentó Emmett divertido-. Iré por palomitas

 

Me reí. Extrañaba un poco las bromas de este loco.

 

-Eres vampiro, estúpido- le recordó Rosalie. Su esposo se encogió de hombros.

 

-Pero puedo comerlas- contestó mientras se levantaba... ¿De verdad iría por palomitas siendo vampiro y en un momento como este? No podía creerlo. Solo a Emmett se le ocurría. Este gritó que lo esperáramos.

 

Edward gruñó con frustración por la actitud de su hermano. Nessie se reía nerviosa. Jacob... ¿Qué coño hacía Jacob allí? No lo sabía, pero tampoco me importaba. Solo me limité a saludarlo.

 

Emmett llegó con las palomitas. Intenté no reírme pero no lo conseguí.

 

-¡Que empiece esta dramática película de vampiros!- exclamó mientras se sentaba-. Así que cállense

 

Todos le mandaron una mirada asesina, menos yo. Me encantaban sus bromas.

 

-Bien, bien, me callo, al parecer la única con sentido del humor es Bella

 

-Una palabra más y te asesinamos entre todos- lo amenazó Edward con voz siniestra. Emmett se puso rígido.

 

Yo, Carlisle y Rose explicamos nuestra teoría a los demás. Cuando finalizamos la explicación todos se quedaron pensativos. Emmett seguía comiendo palomitas como un loco pero al percatarse de que lo hacía las escupió. Al fin se dio cuenta de que no le sabían bien.

 

-Les faltó mantequilla- se quejó-. Pero saben bien

 

Todos lo miraron asqueados a excepción de Nessie, Jacob y yo.

 

-Esto es increíble- gruñó Edward-. Me niego a aceptar esa teoría, es demasiado estúpida...

 

-¡Pero es verdad!- protestó Rosalie-.Si no fuese así,  entonces... ¿Cómo explicas lo ocurrido?

 

-Simplemente es una enfermedad o algo

 

-Si- dije con sarcasmo-. Siendo vampira ¿No?

 

-Tal vez haya cosas de nuestra especie que no han sido descubiertas

 

-Eso puede ser verdad- susurró Carlisle.

 

-Bien, estoy dispuesta a aceptar esa teoría, pero también acepten la de Rosalie... Nos quedaremos con las dos e intentaremos dar solución a esto- intervine.

 

-¿Por qué no puedes limitarte a recuperar nuestra vida?- me preguntó Edward, dolido. Se acercó a mí.

 

-Mira mis ojos- gruñí-. ¿Acaso soy tu Bella?

 

-No lo pareces... Pero sé que lo eres, solo cambió el color, pero no quiere decir que no seas mi esposa

 

-No, no lo soy, tu Bella es otra, yo estoy segura de eso... Si yo fuese tu esposa te amaría

 

-¿Entonces no me amas?

 

-No- dije con pesar. No quería lastimarlo-. Tu Bella es quien te ama, yo amo a mi Edward, esto ha sido como un intercambio de parejas

 

-Isabella tiene razón- me apoyó Rosalie-. Por eso mi teoría es más probable

 

-Pero es una locura...

 

-¿Acaso ser vampiros no lo es?- cuestionó con una sonrisa arrogante. Yo también sonreí así-. Edward, este mundo es una locura, ¿No te has dado cuenta en tantos años que has vivido?

 

-Esa frase es de película- lloriqueó Emmett. Me eché a reír-. Te vas a ganar el óscar, Rosalie

 

-En serio, voy a matarte Emmett- masculló Edward.

 

-No vas a matar a nadie- lo regañé-. Tu hermano se toma esto con sentido del humor, es muy divertido, no es dramático como tú

 

-Gracias Bella- sonrió Emmett-. Hasta que alguien me defiende, espero que no te vayas, me agradas más que mi hermanita, lo lamento, pero es así

 

Alice y Jasper sonrieron al igual que Esme.

 

-Pues es que mi Edward también es como tú, he aprendido a tolerar sus bromas y reírme- dije triste. Extrañaba a mis dos bebés. Edward y Alex.

 

-Pues ¿Sabes qué? ¿Por qué no te traes a tu Edward y a tu hijo a este mundo y mandas a mi hermano con su Bella al tuyo?

 

-¿Y yo donde quedo?- protestó Nessie.

 

-Tú puedes irte a donde quieras, pero es preferible que te quedes... Tendrás un hermano

 

Nessie resopló y se cruzó de brazos. Al parecer tampoco aguantaba el humor de Emmett. Esta no era mi familia, lo confirmaba a cada segundo.

 

Yo esperaba que Rosalie regañara a su marido pero no lo hizo. Sonrió.

 

-Un bebé- dijo ilusionada-. Deberías seguir el consejo de Emmett, deberías dejar que el insoportable de mi hermano vaya con su esposa y te traes a tu familia

 

-Sí, es que soy un genio- bromeó este.

 

Realmente la idea no era mala ya que Emmett y Rose me agradaban, pero... ¿Dónde quedaban mis padres, mis hermanos? ¿Quería esto para mi bebé? No, no podía. Pero, se me ocurrió otra idea.

 

-¿Por qué ustedes no se van a nuestro mundo?- pregunté. Ella sonrió ampliamente y Emmett se echó a reír-. Tal vez seas humana Rose

 

-Sí, sí quiero- sollozó esta y me abrazó-. Es una idea mejor... Quiero tener bebés, quiero poder hacer todo lo que nunca hice y lo haré con Emmett

 

-Y podré comer- celebró Emmett-. La comida humana me sabrá bien

 

-Ya me imagino que clase de persona serás- Jasper puso los ojos en blanco-. Si siendo vampiro has sido capaz de decir que las palomitas saben bien para ti ¿Qué no sabrá bien cuando seas un humano?

 

-¡Va a arrasar con toda la comida!- exclamó Alice fingiendo estar horrorizada-. Pobre humanidad

 

Todos nos echamos a reír excepto Edward, como siempre... Tenía que ser el amargado. No pude evitar echar de menos a mi bebé Edward, el que me jodía y hacía llorar con sus bromas, el que me enseñó a tener sentido del humor, el que me hacía sentir como una reina cuando teníamos intimidad. Suspiré. Como lo necesitaba.

 

-Aquí hay un solo problema- dijo Carlisle cuando todos dejaron de reírse-. ¿Cómo vamos a hacer para que Bella regrese?

 

Mierda. No me había puesto a pensar en eso. Pero... Me despreocupé al ver la sonrisa de Rosalie.

 

-Yo creo que sé cómo hacerlo, pero debemos hacer algo parecido a lo que el esposo de ella hizo

 

-¿Y alguien sabe cómo hacerlo?- pregunté asustada-. Yo no

 

-Lo vamos a intentar- me tranquilizó Carlisle-. No te preocupes Isabella, lucharemos para que puedas regresar con Edward, y que se cumpla el sueño de Rose ahora más que nunca estoy convencido de que su teoría es la correcta

 

-Están locos- nos acusó Edward con una mirada envenenada-. De verdad que lo están

 

-Ya te dije que...- intentó decir Rosalie pero su hermano la interrumpió.

 

-Qué esta vida es una locura, ya sé, no tienes por qué decírmelo de nuevo

 

Y se fue junto a Nessie y Jacob. Suspiré. Nessie y Edward eran todo un problema, pero los ignoraría, nadie iba a impedirme regresar con mi adorado Edward Aldrigde. Nadie.

 

POV Edward Aldrigde:

 

Ya habían pasado más de dos putas semanas y esta Isabella no se iba. No la soportaba, era tan seria, nada pervertida, tan dramática y corta venas... La odiaba, la odiaba y la odiaba. Simplemente deseaba matarla pero no lo hacía porque era el cuerpo de mi esposa.

 

Ella seguía estando buenísima después del parto, incluso me atraía más. Sus pechos habían crecido, pero no podía ni quería tocarla. No sentía deseo porque esta no era mi esposa. Era otra tipa.

 

Lo único que le agradecía a esa mujer era que cuidaba de mi hijo con una ternura inmensa. Cada vez que la veía me daban ganas de llorar. Quería ver a Isabella haciendo eso. Técnicamente lo hacía, pero solo en cuerpo, en alma no y si era así, no tenía sentido.

 

Mi único consuelo era mi pequeño Alex. Pasaba mi tiempo libre con él. Ese niño, era hermoso, lo mejor que pudo pasarme después de mi mujer a quien extrañaba.

 

Toda esta situación hizo que me volviera un estúpido marica. Lloraba por qué extrañaba a mi nena, en el trabajo estaba de mal humor y tuve peleas a golpes con compañeros. No me despidieron del hospital porque mi padrino me dio otra oportunidad. Sinceramente le agradecía que me salvara el trasero. Él lo hacía más por mi hijo que por mí, y por eso era mayor mi gratitud.

 

El mayor problema que tenía era la familia de mi mujer. Ellos también notaban el cambio. No lo decía por los ojos ya que obligaba a esa estúpida a ponerse lentes de contacto grises. Notaban el cambio debido a la actitud de Isabella o más bien "Bella" como le gustaba a esa que la llamara.

 

Regresé a casa, listo para enfrentarme a un día más. Moría por ver a Alexander quien cada vez estaba más grande y precioso. Bella lo amamantaba lo cual me provocaba asco aunque fuese el cuerpo de Isabella. Seguía pensando que si Isabella no estaba en alma, no era lo mismo. Esto era como vivir con otra persona. Cada vez que miraba esos ojos café chocolate me llenaba de odio, de rabia, de impotencia por no recuperar a mi nena, a la mujer que tanto me enloquecía. Joder, llevaba mucho sin tener sexo, pero no tocaría a esta, no señor, no lo haría.

 

Lo que me permitía seguir respirando era la estúpida esperanza de que Isabella estuviera en algún lugar, luchando por volver, al contrario que Bella, que solo se estaba encariñando con mi bebé, con mi mundo y conmigo a pesar de que la trataba secamente, a pesar de que la odiaba.

 

-Hola- saludé fríamente a esa. Ella estaba en la cocina comiendo un emparedado-. ¿Dónde está mi bebé?

 

-Está dormido, déjalo dormir, está cansado, lo saqué a pasear

 

-¡¿Qué hiciste qué?!- exclamé enojado-. Bella... Te pedí que no sacaras al niño

 

-Pero se aburría- protestó-. Edward, no seas tan sobreprotector

 

-Y tú no te tomes libertades que no te corresponden- gruñí-. No debiste llevarte a mi hijo

 

-Pero está aquí ¿No? ¿Qué me reclamas?

 

-¿Y si lo hubieras perdido? Te juró que se me olvidaría que eres mujer y...

 

-¿Me golpearías? No lo creo, este cuerpo te lo impide...

 

-Lo sé, maldita sea, lo sé... No voy a golpearte aunque me muera por hacerlo

 

-Edward... ¿Por qué me aborreces tanto?- preguntó serena. Hija de...-. Esta situación para mi es difícil también, quiero ir con mi esposo, con mi hija, yo también sufro

 

Suspiré. Me sentía un poco arrepentido. A menudo olvidaba que ella pasaba por lo mismo que yo.

 

-Lo sé, perdona es que...

 

-Ya, tranquilo... Quiero que estemos en paz

 

-No puedo estarlo- gemí-. No hasta que tenga a mi mujer entre mis brazos

 

Sonrió.

 

-La tienes enfrente, podrías tocarla pero no quieres

 

-Que descarada me has salido- me burlé-. Bien, has comenzado a agradarme

 

-Pero no vas a hacerlo- gruñó. Ahí estaba la amargada de nuevo-. Cada quien tiene su matrimonio

 

-Lo sé, yo no pensaba tocarte de ninguna manera, no te ilusiones querida

 

-No lo hago- me sacó la lengua. No pude evitar estar triste. Ella recuperó su tristeza también-. Lo extraño, Edward, quiero regresar con él

 

-Yo también quiero que regrese mi Isabella, pero ¿Qué se puede hacer?

 

-Quisiera por lo menos tener algo suyo, para recordarlo- sollozó. Me acordé, los libros, mi experimento. Si yo no iba a ser feliz, que por lo menos Bella lo fuese. Le tenía un poco de aprecio aunque la odiase tanto.

 

-Bella- la llamé-. Ven conmigo, vamos a mi laboratorio

 

-¿Qué? No Edward ya te dije que no me vas a tocar

 

-Estúpida- gruñí-. No malpienses, te voy a llevar porque quiero que veas algo, te hará sentir cerca de tu Edward

 

-Hum... Está bien

 

Ambos nos dirigimos a mi laboratorio. Saqué las carpetas con la historia y se la entregué. Le ordené que leyera el primero. Se puso a llorar cuando leyó la mitad y me abrazó. La aparté delicadamente.

 

-Esto es hermoso Edward- gimoteó-. No tienes idea de lo que...

 

-Sí, si como sea- la corté fríamente-. Pero no te he dicho todo, haré que repitas esa historia, que vivas tu historia de amor

 

-¿Cómo es eso posible?

 

Le expliqué un rato sobre mi experimento. Ella aceptó encantada. Bien, otra cosa que me agradaba. Era valiente.

 

Una vez que la tuve dormida pude sentir que Bella se iba. Me daba la impresión de que ya no la vería más lo cual me alivió. Si le tenía aprecio, pero no la extrañaría, quería a mi nena, a mi mujer. A esa descarada que me hacía cosas indecentes en la cama.

 

Me alejé de ella cuando tuve una erección. No quería hacerle cosas al cuerpo de mi mujer.

 

Tomé la carpeta de "Twilight" y comencé a escribir en la computadora. Iba revisando la imagen de la otra pantalla. Ahí se veía todo lo que ocurría, como si fuese una película. Una película que vería de nuevo solo por hacer feliz a Bella. Cuando iba a escribir otra vez la pantalla se apagó y volvió a prenderse. Ahora era una visión diferente. Era la casa de los Cullen. Todos estaban allí y también Bella... Quien tenía los ojos grises. Solté un grito. Era ella, era mi nena. Más sensual no podía estar... Pero allí estaba el otro Edward discutiendo con ella por algo y abrazándola. Me sentí lleno de rabia. Sí, estaba muy celoso, demasiado, nadie tenía derecho a tocar a mi mujer, solo yo, solo yo. No me importaba parecer posesivo en ese momento. Ese hijo de puta no me quitaría a mi nena. Quise ser capaz de atravesar la estúpida pantalla e ir a volarle la cabeza a ese malnacido. Isabella era mía, de mi propiedad, MÍA, ABSOLUTAMENTE MÍA. ¿Qué se creía ese bastardo hijo de mierda? De repente la besó... La sangre me hirvió. Estaba obligando a mi esposa a corresponderle. Se notaba claramente que ella no quería.

 

-Yo lo mato, yo lo mato, ¡YO LO MATO!- bramé enloquecido por los celos. Celos que jamás había tenido. No sé qué rayos me pasaba, pero lo dejaría estar. A la mujer de Edward Aldridge nadie, absolutamente nadie la tocaba-. ¡Muérete estúpida sanguijuela! ¡Besa a tu mujer estúpido marica!

 

De repente todos se retiraron de la habitación incluyendo ella. Me enojé más... ¿Por qué se iban?

 

De repente el llanto de mi bebé hizo que me angustiara. Salí corriendo del laboratorio sin importarme nada.

 

Llegué a la habitación del niño. Mi bebé lloraba a mares. Lo cargué y lo revisé. No necesitaba cambiar el pañal. Lo más probable es que fuese hambre...

 

Con mi bebé en brazos bajé hasta la cocina donde rápidamente le hice un biberón. Mientras se lo daba fui al laboratorio. La pantalla seguía mostrando la sala. No había nadie lo cual me estaba preocupando... ¿Y si Isabella quería quedarse allí? De pronto reaccioné y me di cuenta de algo a lo que no me había detenido a pensar... ¿Qué hacía Isabella en aquel lugar de nuevo? ¿Dónde quedaba Bella?

 

Mis preguntas se respondieron en cuanto vi que el cuerpo de mi esposa comenzaba a despertar. No me levanté pues sabía que era Bella. Apagué la pantalla. Ya no necesitaba ver eso. Tenía que estar bien por mi hijo. Por este hijo que mi nena y yo tuvimos.

 

Me levanté ahora pero para irme a la sala. Allí Alex estaría más cómodo.

 

-¡Edward!- gritó Bella. Me había dado la impresión de oír a mi esposa pero no me ilusionaría-. ¿A dónde vas?

 

-A la sala, allí Alex estará mejor

 

Me subí rápidamente y llegué a la sala donde me senté. Comencé a darle palmaditas en la espalda a Alex para sacarle el aire.

 

-¡Edward!- oí que me llamaba. Gruñí. No deseaba ver a Bella. Me paré y subí a la habitación del bebé para dejarlo allí. Deseaba dormir. Dejé al niño en su cuna y me fui a mi cuarto. Necesitaba dormir. Bella debía entenderlo.

 

Me acosté y cuando estaba por quedarme dormido sentí como ella se me subía encima. No me asqueé como pensé que haría. No abrí los ojos. Estaba imaginando que era Isabella.

 

-¿Por qué me recibes así?- preguntó dolida mientras se frotaba contra mí. No pude evitar tener una maldita erección. Abrí los ojos para reprocharle a Bella su actitud pero me quedé helado al ver sus hermosos ojos grises llenos de tristeza. El corazón comenzó a latirme muy rápido y se me formaron lágrimas en los ojos.

 

-Isabella- susurré maravillado mirando todas sus hermosas facciones, tocando su rostro. No podía creerlo.

 

-Si, soy yo, ¿Qué pasa? Tanto tiempo alejados y...

 

-¡Isabella!- grité feliz. Rodeé su cintura con mis brazos para no soltarla. Hice que giráramos para yo quedar encima de ella-. Estás aquí nena, estás aquí- sollocé y comencé a darle besos por toda la cara.

 

-Si, mi amor, estoy aquí... Contigo... Ya nada nos va a separar ¿Me entiendes?

 

-No, nada, yo no voy a dejarte ir ¡Nunca! ¿Me has oído? ¡Arg! Tengo ganas de patearte el trasero porque te fuiste, me hiciste muchísima falta, joder

 

De pronto ella comenzó a llorar. Temí haberla lastimado con mis palabras.

 

-No fue mi intención irme, Edward

 

-Lo sé- suspiré-. Perdón, pero es que me habías hecho mucha falta

 

-A mi igual, no me vas a creer pero... Regresé a mi mente, con Edward Cullen, no soporté estar allí

 

-Sé que estuviste allí

 

-¡¿Tú hiciste eso?!

 

-No, tú te desmayaste al tener a Alex y ya no respondiste, cuando despertaste, no eras tú, era Bella...- dije gruñendo. Iba a omitir la parte donde ella moría para no alterarla.

 

-Alex, mi hijo ¡Quiero verlo! Luego me explicas lo de Bella

 

-Vamos...

 

Ambos nos levantamos y fuimos al cuarto del pequeño. Mi esposa se dirigió a la cuna y cargó a Alexander. Comenzó a llorar mientras lo abrazaba.

 

-Mi niño precioso, mi angelito- sollozó-. Te necesitaba, al fin te conozco, nene

 

No pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas de nuevo al ver la hermosa escena. Al fin mi princesa, mi hijo y yo formaríamos una familia.

POV Isabella Cullen:

 

Desperté en mi mundo de nuevo. Edward me miraba preocupado. Mi esposo estaba aquí. Me incorporé y lo abracé. Él también lo hizo.

 

-Bella ¿Eres tú?- preguntó sollozando. Asentí y lo solté.

 

-Sí, soy yo

 

-Tus ojos... Son dorados de nuevo- sonrió-. Siento que vuelves a ser tú

 

-Soy yo, ¿Por qué dices que vuelvo a ser yo?

 

-Porque... Eras otra hace cinco minutos, tenías los ojos grises

 

En ese momento entendí lo que pasaba. Isabella y yo habíamos cambiado de cuerpo o algo así. Muy extraño.

 

-No te extraña- dijo serio.

 

-No, yo también estuve en otro cuerpo

 

-Estuviste con otro Edward ¿No es así?

 

Asentí mientras lo miraba extrañada.

 

-¿Cómo lo sabes?

 

-La otra Bella no dejaba de hablar de él, dime que tú no te enamoraste de ese humano

 

-No... Estuve en su casa, pero me odiaba... su hijo es hermoso y llegué a amarlo, pero... Esa vida no me pertenece

 

-¿Cómo que te odiaba? ¿Te hizo algún mal?

 

-No... Nunca me hizo nada malo, solo era cortante, lo comprendo, quería a su esposa

 

-Estúpido, yo no traté mal a Isabella... Creí que seguías siendo ella, pero... Me equivoqué y lo siento

 

-No te preocupes...

 

-Dime que él no te tocó

 

-Jamás, te vuelvo a repetir que él me odiaba o le caía mal, pero... Sabía que en el fondo llegó a apreciarme, pero jamás lo demostró

 

-Bueno, ya no quiero hablar de eso

 

-¿Dónde está Nessie?

 

-Aquí mamá- dijo entrando a la habitación. Me levanté y corrí para abrazarla-. Hija, te extrañé, mi amor, te extrañé, te amo

 

-Yo también mamá

 

Edward fue a abrazarnos. Al fin, al fin estaba de nuevo con ellos. Mi hermosa familia, mi hermosa vida... Una vida de la que no debía irme nunca más.

 

Después fuimos a la sala con todos. Me recibieron felices, y me contaron muchas cosas que habían pasado en mi ausencia. La familia estaba muy contenta pero Emmett se quejaba.

 

-Te extrañé hermanita, pero de verás extrañaré a la otra Isabella

 

Todos lo fulminaron con la mirada menos Rosalie. Me sentí confusa y un poco dolida pero no dije nada.

 

Comencé a preguntar sobre todo lo que había ocurrido. Rosalie me soltó un sermón sobre las dimensiones y que mi alma había viajado hasta llegar al cuerpo de otra yo, que nosotros éramos personajes de una historia que ella escribió. Me sentí demasiado asustada por este hecho... ¿Cómo me había pasado eso?

 

-No te asustes, ya sabemos por qué te pasó eso, Edward Aldridge estaba haciendo un experimento que se podía meter en las cabezas de las personas, él metió a Isabella y esta comenzó a vivir tu vida, mientras que tú estabas en la nada porque tú no buscabas otro cuerpo... Eso dicen las teorías- me explicó Rose. Carlisle asintió.

 

-Yo sé de ese experimento- dije.

 

-Entonces regresaste por esto... Tú estabas buscando volver aquí e Isabella buscaba volver a su cuerpo, por eso ambas están en donde pertenecen

 

-No estoy entendiendo casi nada- admití-. Es confuso

 

-Hay dos dimensiones- me dijo Edward-. Según la información que encontramos, en una, las criaturas sobrenaturales existen, en la otra, todo es normalidad, en la dimensión "Normal" hay mitos sobre nosotros debido a que ha habido muchos casos como el tuyo, se podrían decir que las dimensiones han interactuado, personas de aquí llevan información allá pero no viceversa ya que prácticamente es todo igual en este lugar 

 

-Eso me aclara un poco las cosas

 

-El experimento de Edward Aldridge tenía como propósito meterse en las cabezas de las personas, pero lo que no sabe es que realmente abrió un portal entre las dimensiones... Es verdaderamente un genio sin saberlo

 

-Pero nadie viajó- intervino Jasper-. El cuerpo de Bella siguió aquí

 

-No pueden haber viajes físicos sino espirituales, y no puedes entrar a otro cuerpo más que al tuyo, o sea a tu otro yo

 

-Mierda, esto es verdaderamente increíble- me reí nerviosa.

 

-Sí, mi otro yo es un genio- dijo Edward con orgullo. Todos se rieron.

 

-Quisiera conocerlo, realmente quisiera- dijo Emmett-. De verdad me da curiosidad irme a otra dimensión

 

-A mí también- coincidió Rosalie-. Pero... Decidimos no hacerlo, será complicado para Isabella localizarnos, no nos conoce en el otro mundo... Pero realmente espero que algún día nos encuentre y haga algo al respecto

 

-Rose... ¿Tú quieres irte?- le pregunté seria.

 

-No quisiera irme, pero quiero cumplir mi sueño de ser madre- confesó-. Quiero ser humana, pero si no se puede no pasa nada, mantendré la esperanza de que así sea

 

-Oigan...- dijo Alice-. Tengo una pregunta... ¿Qué pasará cuando ellos mueran? ¿Dejaremos de existir?

 

-No- respondió rápidamente Rosalie-. Sus almas buscarán otro cuerpo que sea igual al de su anterior vida, aunque le tomé siglos buscarla... Por eso está el mito de la reencarnación, el cual no es tal ya que si existe

 

-Mierda, yo creí que el mundo de por sí ya era raro- dijo Esme quien parecía mareada. La verdad yo también lo estaba-. Ahora me vengo a enterar de todas estas cosas...

 

-Sí, el mundo es raro- suspiró Emmett quien por primera vez estaba serio. Después se carcajeó cuando vio que yo iba a tomarle la temperatura para ver si estaba bien. Ya me habían contado que comió palomitas y que le supieron bien -. Bella, estoy perfectamente bien

 

-Eso espero- mascullé.

 

Tenía una última duda. Miré a Rosalie y a Carlisle.

 

-Tengo una última pregunta que hacerles...

 

-¿Qué pasa?

 

-¿Cómo hicieron para que Isabella regresara?

 

-Primero responde... ¿Tú buscabas venir aquí?- preguntó Carlisle. Asentí.

 

-Sí, pero creí que solo sería una ilusión, pero se siente muy real, me pregunto si mi otro yo regresó

 

-Sí, si regresó- me dijo Rosalie-. Ambas buscaban sus respectivos cuerpos, no puede haber errores con eso

 

-Yo me conecté a aquella máquina... Pero ella, ¿Qué hizo?

 

-Intentamos hacer algo parecido a lo de Edward Aldridge, pero no funcionó, aun así estuvimos buscándolo y en el momento en el ambas se buscaron ella se desmayó y después despertaste tú, para que haya un viaje de esos una de las partes tiene que buscar a su otro yo ya sea deseándolo cuando ya se sabe de la existencia de la otra dimensión o usar esas conexiones que hay entre una dimensión y otra cuando no se sabe

 

-Esta situación es una auténtica porquería- gruñó Jacob quien abrazaba a Renesmee. El objeto de su imprimación. Les sonreí.

 

-Sí, es un desastre, pero que bueno que todo volvió a la normalidad

 

-Si

 

-Bella, quiero ir a un lugar contigo- me dijo Edward-. ¿Te parece bien?

 

-Sí, claro que si

 

-Hey, está bien que no se hayan visto hace meses, pero ¿Ya van a ir a hacer sus cochinadas?- nos cuestionó Emmett. Si hubiese podido estaría ruborizada-. Dios, esto es aburrido, la otra Bella no se enojaba, me hubiera respondido algo gracioso- hizo un puchero y yo me reí.

 

-Esa no era mi Bella- me defendió Edward-. Mi esposa es alguien inocente, ahora si me disculpas nos iremos

 

Edward y yo nos fuimos corriendo. Yo iba siguiéndolo a él. Me sorprendí bastante cuando llegamos al prado. Me entraron ganas de llorar de felicidad pero obviamente no podía por ser vampira.

 

Sorprendentemente el sol brillaba con intensidad. Podía ver nuestra piel brillar. Edward era sin duda lo más perfecto del mundo, después de mi hija, claro.

 

-Quiero leer tus pensamientos de nuevo- me dijo-. Quiero saber cuánto me extrañaste

 

Le sonreí y me quité el escudo para dejarle ver lo mucho que sufrí sin él. Mi Edward hizo una mueca de dolor al ver mis recuerdos y pensé en algo divertido para que se le quitara.

 

-¿Pensaste que Edward Aldridge era sexy?- levantó una ceja. Me encogí de hombros mientras el escudo volvía a mí.

 

-Sí, eres tú después de todo y se me cumplió el sueño de verte con ojos verdes

 

-Estoy celoso- admitió-. Maldito, él vivió contigo y te despreció, quiero matarlo

 

Me carcajeé.

 

-No debes estar celoso, si te dije eso fue para decirte que yo te amaré en esta y en cualquier otra dimensión

 

-¿En serio?

 

-Si, en serio, ¿Pero sabes qué?

 

-¿Qué?

 

-Tú eres más sexy, mi vampiro hermoso

 

-Te amo, Bella- contestó mirándome con intensidad. Como había extrañado esos ojos dorados.

 

-Yo igual

 

Y nos fundimos en un beso lleno de amor. Al fin viviríamos esa eternidad que tanto anhelaba, junto a nuestra hija, junto a los Cullen. Nuestra vida sería perfecta a partir de ahora. Lo presentía.

 

-¿Me prometes que no te irás?- preguntó Edward al terminar de besarnos. Pegó su frente a la mía.

 

-Te lo prometo

 

-¿Me amas verdad?

 

-Sí, más que a mi vida, lo sabes

 

-Yo también... Es por eso que vamos a estar juntos para siempre

 

-Sí, para siempre

 

Y volvimos a besarnos.

POV Isabella Aldrigde:

 

Me desperté sobresaltada y un poco jadeante. Estaba confusa y con ganas de helado de chocolate, esperen... ¿Hace unos momentos yo no estaba en el prado con Edward? Miré a mí alrededor... Estaba en mi casa, en mi habitación. Edward estaba a mi lado durmiendo. Y... mi estómago estaba hinchado... Yo... Seguía embarazada. Lloré de felicidad y por estar confundida. El sueño que tuve fue extraño, sumamente extraño. Fui cuatro personas a la vez. Mis sueños eran una mierda.

 

Me levanté lentamente para que Edward no se diera cuenta. Por suerte él tenía el sueño pesado.

 

Suspiré y abrí el clóset para coger ropa normal. Necesitaba ir a la tienda ahora mismo por el helado. No despertaría a Edward. Tomé mi bolsa y las llaves del auto.

 

Cuando estaba por salir oí como él se movía. Casi me da un maldito infarto, pero vi que no se despertó.

 

Salí por la puerta del cuarto y bajé las escaleras. Solo podía pensar en el helado y el sueño que tuve... Eso de las dimensiones realmente era un caos y no tenía sentido. Sonreí... Una gran idea pasó por mi mente. Escribiría aquella historia. Tal vez tuviese éxito, tal vez no, pero no importaba. Yo no quería que Bella Swan no existiera. Tenía que hacer que viviese de alguna manera.

 

-Bien, Alex, tu mami hará una historia- dije mientras encendía el auto. Cuando ya conducía sonó mi teléfono. Tal y como supuse. Era Edward.

 

"Que se vaya a la mierda ahora, sé que pasará si él va" pensé irritada.

 

Conduje por un buen tiempo y encontré una farmacia abierta. Eran las siete de la mañana ya y mi teléfono debía tener unas veinte llamadas perdidas. Me bajé a comprar el helado y sonó mi teléfono de nuevo.

 

-¿Si?- contesté.

 

-¡Isabella Aldridge!- me gritó Claire. Me dolió el oído-. ¿Por qué carajo no le has respondido a Edward? Lleva llamándote horas, me despertó a mí, ¿Dónde diablos estás?

 

-En una farmacia- confesé-. Me dio un antojo de helado

 

-Pues regresa a casa, él te espera allí, Isabella... Esta vez no te salvas de una buena regañada

 

-Lo sé- gemí y ella colgó.

 

"Que grosera" pensé mientras conducía de regreso a mi casa.

 

Estacioné el coche y me metí a la casa. Me encontré a Edward dando vueltas como un loco por la sala. Cuando me miró el corazón se me aceleró. Me miraba con odio puro.

 

-¡¿Acaso estás loca?!- bramó y se acercó a mí. Me tomó por los hombros y me sacudió levemente.

 

-Tenía un antojo- sollocé.

 

-¡Debiste decirme! ¡Yo lo hubiese traído!

 

-No quería despertarte

 

-Esto no te lo perdono, Isabella- masculló y se separó de mí-. Te has puesto en peligro, ¿Cuantas veces te he dicho que no manejes tú? ¿Cuantas veces te he dicho que no salgas sola de noche? ¡Eso último te lo dije incluso antes de que te embarazaras! ¡Te dije que no hicieras ninguna tontería! ¿Sabes lo angustiado que estuve al despertarme y oír que te ibas? Nena, si te hubiese pasado algo a ti y o al niño ¡Me hubieras matado! Sabes perfectamente que ustedes son mi vida y vas y te pones en peligro

 

Fui hacia él y lo besé en los labios. Quería calmarlo.

 

-Con esto no me vas a calmar, maldita seas Isabella, te odio, no sabes cuánto te odio porque eres una inconsciente que...

 

-¿Me odias?- pregunté con voz temblorosa. Las palabras "Te odio" me lastimaron y mis hormonas no me ayudaron mucho. Comencé a llorar histéricamente.

 

-Isabella, yo...

 

-¡Me odias!- grité y me fui de la sala. Subí a mi habitación y Edward subió detrás de mí suplicándome perdón.

 

-Isabella, perdóname, no quería decirte eso, de verdad no quería, pero me ha molestado que salieras, yo quería ser quien te cumpliera tu antojo, no quería que te expusieras al peligro

 

-Yo no soy tonta, sé lo que hago- resoplé mientras me acostaba en la cama. Traté de hacerme bolita y lo logré. De pronto Edward me movió para que quedara boca arriba. Luego, se posicionó encima de mí.

 

-Ustedes dos son mi vida, te lo dije- musitó y mi pulso comenzó a acelerarse. Me dio un casto beso en los labios-. No soportaría que les pasara nada a ustedes, a mi familia

 

-Yo...

 

-Ya no digas nada Isabella, perdóname por enojarme contigo, me dejé llevar por la angustia... Pero por favor, no vuelvas a hacerlo

 

Negué con la cabeza.

 

-Así me gusta nena

 

Después de eso me besó de una manera desesperada. Comencé a corresponderle. Simplemente me encantaba besar a mi marido, siempre que lo hacía sentía miles de mariposas en el estómago, mi corazón parecía quererse salir del pecho. También disfrutaba de la hermosa sensación de sus suaves y cálidos labios sobre los míos, y ese aliento tan exquisito que tenía. Él era el hombre de mi vida, y en esta y en otras vidas, si es que existían, lo amaría. Siempre sería él. Siempre él.

 

De repente esa desesperación se convirtió en amor y en deseo. Edward dejó de besarme para pedirme que me quitara la blusa. Lo obedecí.

 

-Esa pancita es perfecta- dijo besando mi vientre con devoción. Mi pequeño pateó un poco y ambos soltamos una pequeña risa.

 

Después mi esposo se incorporó para bajarme los pantalones. De pronto me sentí húmeda. Deseaba que me tocara.

 

-Te amo, nena, te amo- gruñó cuando me quitaba el calzón, el me parecía enorme y matapasiones, pero debía usarlo-. Quítate el sujetador, por favor

 

Por fortuna era de esos sujetadores que se abrochan por delante.

 

"Que suerte la mía" pensé feliz mientras me lo quitaba.  La mirada de mi esposo estaba cargada de deseo lo cual me excitó más.

 

Edward gruñó mientras tocaba mi clítoris y comenzaba a moverlo de manera lenta. Gemí muy alto. Me encantaba esto que estaba haciéndome. Me sentía completamente ida.

 

-¿Te gusta?- preguntó. Ahora estaba metiendo un dedo en mi intimidad.

 

-Sí, joder, si... Me encanta

 

-A mí me encanta que te encante- me dijo con la voz ronca-. Acaríciate, quiero verlo

 

Llevé las manos hasta mis pechos y comencé a masajearlos.

 

-Es demasiado placentero verte así- murmuró mientras movía su dedo. Después metió otro.

 

De repente todo el placer se esfumó. La contracción que me dio fue tan fuerte que me arrancó un grito.

 

Edward se detuvo y me miró asustado.

 

-¿Qué ocurre nena?

 

-Me ha dolido el vientre- me quejé. Mi esposo se angustió.

 

-¿Qué?

 

Se levantó y me miró.

 

-La doctora me dijo que era normal- respondí.

 

-Yo creo que debemos ir al hospital- dijo muy serio.

 

-No amor- contesté levantándome con su ayuda-. Pásame mi ropa, quiero cambiarme

 

-¿Por qué no te pones el pijama?- me preguntó mientras me pasaba mi ropa interior. Me la puse ayudada otra vez por él.

 

-Está bien, cielo

 

Tomé la ropa que me había quitado y la doble. Después fui por mi pijama. Estaba cómoda y con deseos de ir a comer helando, el cual había dejado abajo y seguramente estaría derritiéndose.

 

-Voy por el helado- sonreí mientras salía. Mi esposo puso los ojos en blanco.

 

Bajé las escaleras y fui por el helado. Después me dirigí a la cocina donde tomé una cuchara. Comencé a comer con entusiasmo. Edward me miraba con ternura.

 

De repente otra contracción me dejó paralizada. Quise reprimir el grito pero me fue imposible.

 

-Isabella, mi amor, ¿Estás bien?- me preguntó abrazándome.

 

-Sí, estoy bien, pero es que me duele

 

-Vamos al hospital

 

-No, amor, no es necesa...

 

No pude terminar la frase ya que me dio otro dolor. Sollocé. El dolor era más intenso de lo que me había imaginado. Al parecer mi sueño fue algo profético, al menos en el sentido de que mi bebé nacía. Solo esperaba no desmayarme y repetir toda esa situación de mierda.

 

-Te voy a llevar quieras o no- gruñó-. ¿Ya está lista tu maleta y pañalera de Alex?

 

Asentí mientras trataba de respirar profundamente. Por fortuna Claire me aconsejó- más bien me obligó- a preparar la maleta con tiempo. Ahora le estaba tan agradecida.

 

Los dolores cada vez eran más constantes y había roto fuente. Mi esposo habló a nuestra doctora la cual dijo que nos atendería inmediatamente y Edward me llevó hasta el hospital en el auto. El camino sinceramente fue un total caos. Me sentía mal física y emocionalmente. Estaba insultando a Edward por lo enojada que estaba. Este me miraba furioso porque estaba estresado y yo no paraba de presionarlo.

 

-No me mires furioso- le gruñí mientras me ayudaba a salir del coche.

 

-¿Cómo no quieres que lo haga si no paras de insultarme? Nena, vas a tener un hijo, tendrías que estar feliz

 

-¡¿Feliz?! Edward, esto me está doliendo hasta el trasero, ¿Y tú quieres que esté feliz? ¡JO DE TE!

 

-Ya tranquila- me pidió mientras me subían en una silla de ruedas.

 

-Tú eres el culpable de que me pase esto- sollocé.

 

-¿Yo por qué?

 

-Tú me embarazaste

 

-Tú te dejaste- se rió mientras me tomaba de la mano.

 

-Estúpido- mascullé-. Deberías estar en mis zapatos para entender el dolor que siento

 

-Es solo un parto, se te pasará

 

-Que insensible- dijimos yo y la enfermera que me llevaba, al mismo tiempo.

 

-¿Ves? Ella me apoya- gruñí.

 

-Ya, ya, Isabella, el dolor se va a pasar

 

-No lo dirías si fueses tú

 

-Dicen que duele más una patada aquí- contestó señalándose su miembro. La enfermera jadeó sorprendida. Yo reí burlona-. Tres veces más

 

-¿Ah sí? Qué bueno que me lo dices, cuando me recupere te patearé

 

Sin darme cuenta ya estaba en el quirófano y acostada, en posición para recibir al bebé.

 

-Funcionó amor- dijo Edward emocionado.

 

-¿Qué funcionó?

 

-El pelear contigo para distraerte, ya no te quería ver sufrir, te prefiero enojada

 

Me sentí conmovida. En verdad no hizo que me dejara de doler el vientre pero... No me había quejado. Como amaba a este hombre. Era tan tierno e irritante a la vez.

 

-Por favor no me patees ahí, ya sé cómo duele, te comprendo

 

No pude evitar sonreír. De repente entró mi doctora. En ese momento tuve deseos de pujar. Mi ginecóloga me revisó y dijo que ya estaba muy dilatada.

 

El parto para fue difícil, tardado y doloroso. Estaba casi rendida- por no decir muerta-. Edward me sostuvo la mano todo el tiempo.

 

-E... Edward- lo llamé y este me miró.

 

-¿Qué ocurre amor?

 

-Sí, yo... Me voy, cuida al bebé

 

-¿Irte? ¿A dónde?- preguntó mientras yo pujaba.

 

-Ya casi viene el bebé- anunció la Violet.

 

-¡Si me muero!- le contesté a Edward. Pensé que se reiría pero se puso histérico.

 

-¡No! ¡Tú no me vas a dejar así!- sollozó-. ¿Te sientes mal amor?

 

-Si... Muy mal- admití y volví a pujar.

 

-No te vas a morir, tú puedes, nena, tú puedes

 

Esas palabras me hicieron sentirme fuerte, me dieron ganas para seguir luchando. No me moriría, no señor. Esto solo era un parto. Algo tan maravilloso no podía matarme.

 

El dolor había valido la pena y desapareció en cuanto escuché el llanto de mi primer hijo.

 

-¡Es un varón!- exclamó la doctora y lo alzó para que lo viéramos. Este bebé era incluso más hermoso que en mi sueño, algo que parecía imposible. Edward se echó a llorar como pequeño.

 

-Ve a cortar el cordón, cielo- le dije.

 

Mi esposo me besó la frente y me dijo lo mucho que me amaba. Después fue a cortar el cordón. Una enfermera se llevó al niño y fue a revisarlo. Sentía una angustia terrible al sentirlo alejado de mí. Me hacía falta mi pequeñito.

 

Pero ese sentimiento no duró mucho debido a que tuve más dolor. Necesite pujar otra vez.

 

-La placenta- dijo Edward para tranquilizarme. Regresó conmigo-. Lo hiciste muy bien, pequeña...

 

-¡Me duele!- grité. El dolor era intenso como cuando tuve a Alex. Sospechaba que no era la placenta lo que expulsaría.

 

-¿Es otro bebé?- preguntó Edward sin podérselo creer.

 

-No- se rió la doctora-. No es ningún bebé, es la placenta, como has dicho, no se preocupen

 

Suspiré aliviada pero muy en el fondo decepcionada. Me hubiese gustado tener otro bebé. Me hubiese hecho tan feliz.

 

Después de un rato me quedé dormida. Ya no aguantaba el cansancio. Desperté y me encontré con toda mi familia en mi habitación. Edward sostenía entre sus brazos a un pequeño bulto envuelto en un cobertor blanco.

 

Mi esposo me miraba con los ojos llorosos mientras se acercaba.

 

-Te amo, preciosa, me acabas de dar un regalo hermoso- susurró en mi oído y después me entregó a mi bebito.

 

Comencé a llorar de emoción al verlo. Era tan hermoso. Sus mejillas estaban rositas, su naricita era tan pequeña y perfecta, el cabello rubio oscuro, y tenía unos hermosos ojos grises, como los míos, pero en él se veían mejor.

 

-Hola pequeño- lo saludé-. Soy mamá, te amo Alex

 

Desde el nacimiento de mi pequeño ya habían pasado nueve años. Los primeros meses que lo tuvimos en casa fueron complicados ya que casi no dormíamos y el bebé ocupaba todo nuestro tiempo. No podíamos tener mucha intimidad pero por nuestro niño lo soportábamos. Edward era el padre más maravilloso del mundo. Era la adoración de nuestra hija Alysa quien tenía dos años. El nombre lo eligió él ya que significa "princesa". Mi marido babeaba por ella. Decía que yo era su reina y ella su princesa, lo cual me hacía reír.

 

Nuestros dos hijos eran muy guapos y sanos. Alexander se parecía a los dos. Su cabello era cobrizo, como el de Edward, sus ojos eran grises y con unas largas pestañas. Era blanco pero no tanto como su padre. Sus mejillas seguían sonrojadas lo cual lo hacía más hermoso aun. Nuestra niña era más parecida a él, a excepción de los ojos que eran grises también. Su cabello era castaño oscuro, sus facciones eran las mismas que las de mi marido, solo que mucho más delicadas por ser una niña. En fin, ella era toda una princesa, como decía su nombre.  

 

Mi esposo y yo decidimos ya no tener más hijos, al menos no por el momento. Queríamos disfrutar a nuestra pequeña así como disfrutamos de Alex. Además Edward tenía pánico de que me pasara lo mismo que cuando tuve a Alysa. Mi embarazo fue de alto riesgo y mi vida y la de mi pequeña estuvieron en peligro.

 

Por fortuna ambas superamos eso y hoy estábamos aquí, con nuestra familia la cual era más grande. Mi hermano y Claire tenían a Camila que estaba por cumplir diez. Ambos se llevaban muy bien. También tuvieron a Diego quien ahora tenía tres años. Este parecía enamorado de mi niña lo cual me provocaba risa pero a Edward le molestaba. Era muy celoso con Alysa. Yo le decía que solo eran unos niños y que además primos.

 

-Aun así- gruñó-. No me gusta

 

Eso hizo reír a nuestra familia. Ahora nos encontrábamos en Forks, en el cumpleaños número cinco de los gemelos que tuvo Sara. Ambos eran niños y se llamaban Daniel y Nicolás. Ambos eran demasiado traviesos e hiperactivos. Se llevaban demasiado bien con mi hijo quien era un pequeño diablo. No se aguantaba, pero también era demasiado inteligente y tierno- cuando le convenía.

 

Por último estaba Brian quien ya se había convertido en un atractivo adolescente de diecisiete años. Él tenía una novia llamada Naomi. Al principio me puse un poco celosa. Ya no tendría el amor de mi amado sobrino. Pero... Después esa niña se ganó mi corazón. Naomi era un amor, además de ser hermosa. Se veían tan enamorados que por eso les di mi apoyo. Ambos querían casarse, pero yo les decía que estaban muy jóvenes. Edward les aconsejaba que se fueran a vivir en unión libre. Por supuesto, terminó con un buen golpe en la cabeza por parte de mi hermana y unas cuantas amenazas hacia su amiguito de mi parte. Ya no volvió a opinar.

 

Los pequeños apagaron las velas y todos aplaudimos. Después llegaron la hora de los regalos. Mi esposo quería tanto a esos enanos que no se midió. A ambos les regaló una consola de xbox... ¡A cada uno! y también videojuegos. Sara puso los ojos en blanco ante el regalo. De parte de Claire y Fernando recibieron unas bicicletas. De mi hermana y de Peter ropa, juguetes, etc. En fin, cosas que les gustan a los niños de cinco años. Mis padres les dieron unas cadenitas de oro a cada quien con sus respectivos nombres. 

 

-Mami, tengo hambre- dijo Alysa.

 

-Espera amor, ya vamos a servir

 

-La princesa tiene hambre- gruñó Edward mientras la cargaba-. No la puedes hacer esperar, te castigaré por eso

 

Sonreí con picardía. Ya sabía a qué clase de castigo se refería.

 

-No te rías Isabella, no seré compasivo- me amenazó y se fue con la niña a la cocina para darle de comer. La fiesta era en nuestra casa. Si, vivíamos en Forks en una casa en el bosque. De la noche a la mañana pasamos a ser millonarios.

 

La carrera de Edward creció y ahora era uno de los mejores neurólogos del país. También se dio a conocer su experimento lo cual lo hizo el doctor más famoso. Ahora muchos artistas y personas importantes acudían a hacerse eso cuando querían escapar un rato de su realidad.

 

Yo me había convertido en escritora. Después de ese sueño tan extraño que tuve, decidí compartir con el mundo la saga que escribí la cual fue un verdadero éxito. También se habían hecho películas. Actualmente grababan la segunda parte de la película del último libro. No publiqué la saga Twilight con el propósito de hacerme famosa sino porque no quería que Bella Swan dejase de existir. Pero... Como tuvo fama y se hicieron películas, tuve la oportunidad de conocer famosos. Edward se puso celoso del protagonista de la película porque creyó que me gustaba. El muy idiota no sabía que yo solo tenía ojos para él. Robert era muy guapo, pero hasta allí. Yo solo admiraba su trabajo.

 

Actualmente me encontraba escribiendo todo lo que yo había vivido, pero dudaba en publicarlo. Tal vez la gente se decepcionara. Lo más probable es que este libro no lo diese a conocer, o quizás sí, pero no como parte de la historia, sino como un libro que contara como es que llegué a hacer la saga. Sí, eso no dañaría a nadie.

 

De repente unos tiernos brazos abrazaron mi cintura. Eran los de Alexander.

 

-¿Qué pasó mi pequeño?

 

-Quiero dormir- dijo bostezando. Me reí. Mi niño era muy dormilón.

 

-¿No vas a comer?- pregunté.

 

-Eh...

 

De repente vi que su camisa estaba un poco manchada de comida. Edward Aldridge me iba a escuchar.

POV Edward:

 

Terminé de darle de comer a mi princesa. No quería que pasara hambre, ella era mi vida, más bien, toda mi familia lo era. Sonreí al pensar en cuanto había cambiado nuestra vida con la llegada de nuestros pequeños.

 

Después de que Alex llegó las cosas se complicaron un poco. No podíamos hacer el amor porque el niño lloraba casi todo el tiempo, pero... Era más importante mi hijo que mi placer.

 

Después de que cumplió seis meses las cosas cambiaron. Isabella y yo retomamos nuestra vida sexual y experimentamos demasiadas cosas.

 

Nuestro bebé era lo más hermoso de este mundo además de mi esposa. Mi familia era lo más importante en mi vida.

 

Los años pasaron y mi carrera progresó, di a conocer mi experimento. Isabella publicó la saga la cual fue un gran éxito. Incluso hicieron películas. En un principio me alegré mucho porque la historia era genial. Mi personaje favorito era Jacob, sin duda. Opinaba lo mismo que yo. Edward era una sanguijuela. Pero, toda mi alegría se desvaneció cuando conocimos a los actores principales y mi mujer convivió con Robert Pattinson, quien iba a interpretar al chupasangre ese, me entraron celos, muchos celos porque ese tipo la observaba impresionado. Isabella era solo mía y ese idiota debía entenderlo.

 

Traté siempre de estar con ella cuando tenía que verse con él. No dejaría que nadie me arrebatara a mi reina. Si, Isabella no podía ser mi princesa, porque ese lugar ya lo ocupaba Alysa. Con los partos, el cuerpo de mi mujer era otro. Estaba mejor que antes porque después de tener al bebé se puso a hacer ejercicio.

 

Cuando tuvo a Alysa no la dejé hasta pasado un año. El embarazo fue de alto riesgo y sus vidas estuvieron en peligro. Después de eso me volví un sobreprotector de lo peor con las dos pero no me importaba. Solo quería verlas bien, seguras entre mis brazos. También quería ver a mi campeón sano y salvo. Yo luchaba por mi familia y daba la vida por ellos.

 

Isabella entró en la cocina con una expresión de enfado. Venía con mi hijo. Tragué saliva, nervioso.

 

-Tú Edward, vas a escucharme... ¿Por qué les das de comer a los niños antes que a todos?- pregunto enojada-. Se supone que deben comer con la familia, es una fiesta

 

-Perdón Isabella, pero si ellos tienen hambre tengo que alimentarlos, es mi deber de padre

 

-Tú deber de padre es decirles que se esperen, eres un estúpido consentidor- dijo quitándome a la niña.

 

La observé atontado. Se veía tan sexy enojada. Parecía una fiera. Esperaba que esa furia la utilizara hoy en la cama.

 

Mi mujer estuvo casi todo lo que quedaba de la fiesta enojada conmigo. Suspiré. Ya quería que se fueran todos para comérmela. Se veía tan adorable, tan sensual pero... Tampoco me gustaba que estuviese enojada, me alejaba de ella y eso no lo soportaba. Cada día me volvía más apegado a Isabella. Necesitaba sentirla en mis brazos para sentirme feliz.

 

Cuando la fiesta terminó todos se fueron y mi princesa y mi campeón se quedaron dormidos. Yo subí a Alex a su cuarto e Isabella subió a mi princesa al suyo.

 

Ambos nos encontramos en la habitación. Ella estaba arreglándose para dormir pero la tomé entre mis brazos y le arrebaté el pijama. Lo tiré al suelo.

 

Isabella se rió mientras la acostaba en la cama.

 

-Dije que iba a castigar por querer dejar a la princesa sin comer- le gruñí mientras besaba su cuello y masajeaba uno de sus senos, lo cual arrancó un gemido de la boca de mi reina-. Voy a cumplirlo, no voy a tener piedad de ti

 

-No quiero que la tengas, hazme lo que quieras

 

Gruñí de nuevo. Esta mujer sabía cómo provocarme. Arranqué su ropa interior y después me levanté para quitarme todo.

 

-Te violaré- amenacé mientras me posicionaba encima de ella.

 

-No, por favor no- suplicó sonriendo. Entré en ella duramente.

 

Esa noche le hice el amor como no lo había hecho en días. Habíamos tenido bastante trabajo y casi no tuvimos tiempo para nosotros.

 

-Deberías violarme más seguido- se carcajeó Isabella cuando terminamos por cuarta vez.

 

-No me provoques de nuevo, que habrá una quinta- le advertí.

 

-Eres insaciable...

 

-Sí, yo que tú tendría cuidado...

 

Bella bostezó.

 

-Duerme, pequeña- le susurré y le di un beso en la frente.

 

-Buenas noches amor

 

-Buenas noches, nena

 

Ambos nos quedamos completamente dormidos. A la mañana siguiente me desperté y tuve un ataque de pánico porque no estaba a mi lado. Pero me tranquilicé al ver que Isabella estaba parada viéndome dormir.

 

-Buenos días amor- la saludé sonriendo. Ella me miró preocupada. Me alarmé. Mis hijos...-. ¿Qué ocurre?

 

-Edward... No he tomado las pastillas, se me han olvidado- gimió. Me puse tenso.

 

-No puede ser- susurré.

 

-Tengo miedo Edward, ¿Y si tenemos otro bebé? No sería justo para Alysa, está chiquita

 

-Calma pequeña...

 

No le hubiese dicho eso de haber sabido que esa noche iba a traer consecuencias. Yo le sugerí a Isabella que tomara la pastilla de emergencia, pero se negaba. De hecho yo también estaba en contra de que la tomara. Si ya había un bebé debíamos afrontarlo.

 

Y sí que lo hubo. Isabella quedó embarazada de esa noche. Pero... Nos olvidamos de la preocupación. Nos pusimos demasiado felices. Tendríamos otro bebé, otro pedacito de nosotros.

 

Pasaron los meses y observaba fascinado como crecía la pancita de mi hermosa mujer. Tendríamos a otro campeón al cual nombraríamos Christian en honor al abuelo materno de Isabella.

 

Mis tesoros- como les decía a mis hijos-, estaban felices con su hermanito. Nada de celos ya que me encargué de consentirlos, de hacerles saber que su hermano no cambiaría mi amor por ellos, que los amaría igual a los tres.

 

El día del nacimiento de Chris llegó. Lloré de emoción al verlo como hice en los otros dos partos. El pequeño era la copía de Isabella, a excepción de los ojos que eran verdes como los míos. El niño era tan hermoso. Me sentía orgulloso de mi mujer. Era tan valiente, tan preciosa. Simplemente creía que no podía amarla más. Alysa se mostró un poco celosa, pero le aseguré que nadie iba a hacer que ella dejase de ser mi princesa.

 

-Te quiero papá- me dijo besando mi mejilla. Yo la llené de besos por toda la cara.

 

-Yo más mi pequeña celosa, eres como tú madre

 

Isabella me lanzó una mirada envenenada y yo me reí.

 

Simple y sencillamente Isabella fue lo mejor que me había pasado en la vida. Jamás dejaría de amarla y ella tampoco a mí. De verdad le agradecía tanto a mi experimento porque me permitió tener una oportunidad de reparar mis errores, de amarla más, de recuperar nuestro matrimonio el cual se estaba yendo a la mierda.

 

-Te amo hermosa- le dije al acabar de hacer el amor. Hoy estábamos solos en casa. Los niños estaban con Sara. Hoy era nuestro aniversario número quince. Le había preparado una cena romántica y bueno... Terminó en lo que tenía que terminar.

 

-Yo más bebé- me contestó sonriendo. Ella era tan perfecta, tan sensual. Me volvía loco.

 

-Eres lo mejor de mi vida- susurré en su oído.

 

-Cómo has cambiado- dijo sorprendida-. Cuando éramos novios solo te burlabas de mi

 

-Eso fue hace quince años- me reí-. Por supuesto que cambié, soy más maduro

 

-Si, como no- se rió-. La otra vez que salí de viaje y regresé, la casa estaba hecha una mierda

 

-Soy maduro, no un ama de casa- respondí.

 

-No me importa que me contestes así, te amo, tonto bromista

 

-Yo te amo más, amargada

 

-¿Amargada? ¿Yo?

 

Nos reímos.

 

-Sí, amargada

 

-Te amo- dijo besándome.

 

-Ya te dije que yo más

 

-Eso es imposible Edward

 

-Ni lo sueñes, yo te amo más y no discutas, si no te violaré

 

-Edward...- dijo seria.

 

-¿Qué?

 

-Creo que se me volvieron a olvidar las pastillas

 

Casi me daba un maldito infarto... ¿Otro pequeño demonio corriendo por la casa? Christian y Alexander no se aguantaban. El pequeño desde que sabía caminar sabía destrozar.  Alysa no se quedaba tan atrás.

 

-Es una broma Edward- se carcajeó. Le gruñí.

 

-Qué mala eres, casi me matas

 

-Ya, ya tranquilo, solo era una pequeña venganza

 

-¿Venganza de qué?

 

-De lo que me hiciste una vez, me apartaste de tu lado para que fuese feliz en mi mente, cuando lo mejor para mí era estar contigo... Edward estoy tan feliz ahora, mi verdadera realidad me encanta

 

Le sonreí a mi mujer y la besé levemente. Después ambos bostezamos, lo cual era normal después de habernos amado casi toda la noche.

 

Mi mujer se volteó y yo la abracé por la cintura y la atraje hacía mí. Necesitaba sentirla cerca. Sonreí antes de dormirme. Tenía la seguridad de que Isabella y yo siempre estaríamos juntos. Esta era su verdadera realidad como había dicho. Su historia siendo Isabella Swan había sido una mentira. Una mentira que de cierta manera salvó nuestro matrimonio.

FIN

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Estoy feliz y a la vez triste porque se acaba esta historia que un día se formó en mi loca cabeza. Quise hacer una segunda parte del fic, pero creo que lo correcto fue hacer esto, terminar de una vez. Estoy feliz porque es la primera vez que acabo con un fic! Así ya puedo iniciar otro del cual ya tengo como nueve capítulos jeje. Muchisimas gracías a todas las que me comentaron y me leyeron.Gracias por los votos y su apoyo las mencionaré pero en otro cap, ahora no puedo hacerlo poque tengo que descansar pero prometo que actualizaré el fic para dejarles los merecidos agradecimientos :D 

 

De verdad muchisimas gracias :D Las quiero <3 

 

ATTE: 

Sachiko065 

Capítulo 19: Esta no es mi mujer Capítulo 21: AVISO

 
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