POV Edward:
Iba a hacer que mi esposa despertara. Ya no podía seguir permitiendo que su vida como "inmortal" avanzara más. Yo ya no sabía en que más situaciones meterla. Me dolía lo que iba a hacer, ella era bastante feliz dentro de su propia mente.
"Esa no es vida" me dijo la voz de mi conciencia "Debes despertarla para que enfrentes lo que le has hecho, no seas cobarde".
Pero no me atrevía a hacerlo aun. Seguramente cuando se despertara y recordara lo que le hice la perdería. Y yo no quería eso. La amaba.
-Si, eso es amar- Me había dicho Claire, mi hermana cuando vio lo que hice con Isabella hacia varios meses.- Que buena forma de retenerla para que no se vaya
Sabía que eso era sarcasmo. Claire estaba sumamente enfadada porque usé a mi propia esposa para mis locos experimentos. Yo era un neurologo pero me consideraba todo un científico. Al principio me pareció divertido y que estaba haciendo lo correcto. Quería que Isabella viviera esa vida que siempre quiso y que no tenía a mi lado. Yo sabía que ella me quería pero... No era feliz, sobre todo después de lo que le hice.
Por esa razón decidí dejarla inconsiente y usarla en mi nuevo experimento el cual consistía en conectar el cerebro de las personas a una computadora y alterar sus recuerdos.
Estaba sentado frente a la computadora y comencé a escribir más sobre su vida. Por último describí como se convertía en humana de nuevo para luego despertarse. Sabía que el "Edward" de su falsa vida sufriría y se quitaría la vida o al menos eso sentiría Isabella. Puse los ojos en blanco. Si de algo estaba seguro es que nunca sería como él por lo menos en ese sentido. Además Isabella era mia, no suya.
Hice que los parches que estaban pegados a la cabeza de Isabella se desactivaran. Ahí terminaba su "vida". Respiré profundo. Seguramente me iba a enfrentar a su enojo y definitivamente eso me daba miedo. Isabella siempre fue de un cáracter explosivo, incluso llegaba a golpearme cuando discutiamos, pero luego terminabamos en una buena reconciliación... Dejé mis pensamientos porque estaba comenzando a tener una erección. Llevaba bastante sin tener sexo y me consolaba mi mano y alguna pelicula, pero... no era lo mismo. Necesitaba tener a Isabella otra vez entre mis brazos y hacerselo hasta que ambos nos desmayaramos. Teníamos que recuperar el tiempo perdido.
"Edward Aldridge, deja de pensar en eso" Me regañé mentalmente.
Mi vista se dirigió hacia el cristal. En la habitación podía ver como Isabella despertaba y Claire le decía algo. Luego ella se levantó y conversó de algo con mi hermana.
Observaba la habitación como desesperada. Me reí de ella. Seguramente ya no tener sus poderes de "vampira" le parecía extraño. Esperé a que mi esposa se acostara de nuevo para yo hacer una entrada drámatica a la habitación.
-¡Edward!- gritó Isabella.
-Bella, haz despertado- Musité. Seguramente ella estaba ya muy acostumbrada a su sobrenombre.
Me miró con miedo. Posiblemente ya se había dado cuenta de que yo lucía muy diferente a su querido Edward Cullen.
-Edward eres humano, ¿qué está ocurriendo? ¿Por qué no soy vampiro y por qué tampoco tú?
Me senté al lado de ella y tomé su mano. Quería que se calmara. No le haría bien que yo le soltara todo de golpe. A Isabella le podría dar un ataque.
-Bella, nunca fuiste un vampiro, pero... Te gustaban mucho, yo... quise darte la vida que querías
-¿Qué me estás diciendo? ¿qué nada fue real? Dime que estás bromeando
-Cálmate Isabella, poco a poco te explicaré lo que sucede, de verdad, tienes que tomarte las cosas con calma
-No quiero tomarme nada con calma Edward, dime que sucede ahora mismo
No le contesté nada y besé su mano. Sabía que debía tener paciencia con ella.
-No voy a hacerlo, es por tu bien, prefiero que tu misma vayas recordando lo que sucedió, que regreses del todo a la realidad
-¿Es normal que no recuerde nada?- Me preguntó mi hermana. Asentí.
-Si, de momento solo recordara su otra vida
-¿Mi otra vida? ¿A qué te refieres?- cuestionó.
-Necesitas descansar Bella
-No, me niego, quiero que me expliques
-¡No!
-¡Dimelo!
-No quieres oirlo
-Entonces dime como regresar con mi familia
-No podrás
-¿Por qué no?
Demonios. Isabella me estaba colmando la paciencia. Ella era tan irritante. Lo había olvidado.
-¡Por qué ellos no existen!- Grité.
-¿Qué?
Decidí contarselo. Si a ella le daba un ataque ese sería su problema y no mío. Ella insistió
- Bien, te lo diré, Bella, tú nunca fuiste a Forks, nunca estuviste rodeada de vampiros ni lobos, no existen, simplemente viviste lo que escribiste en esos libros, tu apellido no es Swan, sino Bursnell yo no soy ningun vampiro, nena... estás en la vida real ahora, esta es tu realidad
-¡Cállate!- Exclamó y soltó mi mano. Fruncí el ceño. No me gustaba que me apartara.- No es cierto lo que me dices- Se volvió hacia Claire.- Dime que él está bromeando, que mi vida es real
Mi hermana se puso triste.
-No, él habla en serio, esa no era tu vida, esta es tu realidad como Edward dijo
-No puede ser- Musitó.
-Sé que es algo cruel que te estemos diciendo esto- Intervine y ella volteó a verme furiosa.- Y que te saquemos de tu vida perfecta, pero eso... No es vida, tienes que estar aquí, con nosotros
-¿O sea que tú eres el culpable de que yo lo haya perdido todo?- Masculló. Me levanté. No quería ser golpeado por Isabella. Ella pegaba duro.
En vez de golpearme comenzó a sollozar cual niña pequeña.
"Lo que me faltaba" pensé.
-No llores- Supliqué.
-¿Cómo quieres que no lo haga?- Me gritó.- yo tenía una vida perfecta hasta que tu hiciste no se que cosa y me trajiste aquí, quiero estar con Edward, con mi hija y con mi familia
-Ellos no existen- Le recordé.- Te hice un favor además... te libré de estar con tipo con depresión y una hija subnormal- Me reí.- Eso de que crece rápido no es muy coherente que digamos
-Edward- Gruñó Claire.- Eres muy cruel con ella
-Lo siento- dije como niño regañado. Pero, no me sentía culpable. Me encantaba burlarme de los libros de mi mujer.
-Pero ella es tu hija- Replicó Bella.
-No, mi hija no es, es hija del maricon ese...
-¿Qué has dicho?- Preguntó Isabella levantandose de la cama. Me miraba como desquisiada. Esa mirada me daba mucho miedo. Se acercó a mi lentamente. Claire estaba muerta de risa. Me enojé con ella.
-¿No vas a detenerla?
-Tú te lo buscaste- Respondió.
Isabella me pegó una fuerte cachetada. Me dolió hasta el alma pero no quise demostrarlo. Estuvo a punto de darme una patada en mi amigo pero la detuve a tiempo. Oh, Isabella, nadie se mete conmigo de esa manera.
-¿Qué rayos haces?
-No quiero que vuelvas a decirle maricón a mi marido
-Pero...
Alzó una ceja y me miró amenazadoramente.
-Bien, bien, no es maricón, pero cálmate
Ella se relajó.
-Acuestate
Me hizo caso.
-Buena chica- Le dije acariciando su cabeza e Isabella gruñó. Ya estaba volviendo a ser como antes.
Definitivamente tendría mucha diversión de ahora en adelante. Isabella tenía su mismo cáracter pero con los recuerdos de su vida falsa. Defendería como loca a su "Edward".
Isabella después de unos minutos se quedó dormida. Sonreí ante la idea de pasar unos días divertidos con Bella. Claire me miró seria.
-No sé por qué no haz logrado madurar- Suspiró.
-Yo soy maduro
-Sabes que eso no es cierto, si lo fueras, no te estarías burlando de Isabella, no sé como dices amarla
-Claro que la amo- Dije enojado.- Pero tampoco seré como el Edward de su mente, ese es un amor enfermo
-No quiero que seas como él- Resopló.- Pero quisiera que la apoyaras en vez de burlarte, es difícil para ella lo que está pasando...
-Pero, no puedo dejar de burlarme...
-Edward- Me interrumpió.- Por esa actitud estuviste a punto de perderla, y cuando recuerde todo y sigues con eso, la perderas, no querrá volver a verte
-Ya sé que debo cambiar, pero es que no puedo...
-No, si puedes, pero no quieres... Hermano, ahora entiendo por qué Bella escribió esos libros y les puso sus nombres... Ella tal vez quería que fueses lindo con ella por una vez y que te olvidaras de tu manía de hacerle comentarios y bromas hirientes
Y me dejó solo. Realmente su comentario me dolió. Bufé. Mi hermana era buenisima para hacerme sentir culpable.
Miré a Isabella. Si algo me encantaba era verla dormida. Simplemente ella era hermosa. Su largo cabello estaba sobre su cara así que lo aparté un poco para poder verla.
Miré sus pequeños y rojos labios y no dudé ni un segundo en besarlos levemente. Me senté a su lado de nuevo y sostuve su mano.
Definitivamente no iba a perder a Isabella. Era la mujer perfecta para mi. Ella era mi mejor amiga, una excelente amante y una esposa magnífica.
|