Mi historia fue una mentira (+18)

Autor: sachiko065
Género: Romance
Fecha Creación: 12/01/2013
Fecha Actualización: 16/07/2013
Finalizado: SI
Votos: 21
Comentarios: 72
Visitas: 32580
Capítulos: 22

Isabella Swan creyó vivir en un mundo lleno de seres como vampiros y hombres lobos... pero ¿Qué sucederá si todo es una mentira de Edward? ¿Qué tal si el mundo es normal, pero lleno de tecnología como para jugar con la vida y los recuerdos de una persona?

Edward es un científico que experimenta con las mentes de las personas haciendolas creer que viven determinadas situaciónes que van desde cambiar levemente sus recuerdos hasta llevarlos a vivir las cosas más increíbles, como es el caso de Isabella Swan quien nunca conoció a Edward siendo un vampiro, quien nunca fue a Forks porque en realidad se encontraba inconsiente, conectada a unas máquinas que controlan su "vida".

¿Qué pasará con Isabella al despertar? ¿ Por qué Edward quiso incluirse en la vida falsa de Isabella?

¿Cual es la verdadera vida de Isabella Swan y de Edward Cullen?

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hola! soy sachiko 065 y este es el segundo FanFic que publicaré. Espero que la historia sea de su agrado =D. Realmente es algo que quería que sucediera al final de Twilight

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Capítulo 12: Primeros recuerdos

POV Bella:

Desperté a la mañana siguiente de muy buen humor. Había dormido mucho. Pero al observar a mi lado me di cuenta de que Edward no estaba. El pánico se apoderó de mi.
De repente vi que había una nota en la mesa de noche. Con el corazón acelerado me paré y tomé la nota. Me esperaba un mensaje bonito o algo pero lo que vi me decepcionó. Edward ni siquiera tenía buena letra y parecía como si hubiese escrito a la carrera. La nota estaba escrita con tinta azul.
"Isabella, voy a estar en el trabajo, si quieres comer algo hay comida en el refrigerador, por favor no te escapes de nuevo, no tengo tiempo para estar buscándote después. Regreso en la noche tarde, perdón.
Pd: No te dejé mensaje en el celular porque el tuyo se descargó y no se donde demonios dejaste el maldito cargador. Espero lo encuentres, detesto escribir notas"

Suspiré. Iba a estar sola toda la tarde al parecer.

-Rayos Edward- gruñí-. Mi cargador está en mi cajón de ropa, que inútil

De repente me callé. Estaba asombrada por mis palabras. Me estaba acordando de donde estaba mi cargador de un celular que yo no conocía. Esperen... Mi teléfono era un iPhone. Un teléfono que me dio mi padre en mi cumpleaños. Mi padre Ernest Bursnell era rico, pero yo no quería vivir con lujos. En mi mente apareció ese recuerdo...

FLASHBACK

-Abre tu regalo- me dijo mamá. Estábamos en mi fiesta de cumpleaños numero veinticuatro. Mi padre me observaba divertido. Ambos eran muy guapos y lucían muy jóvenes para su edad-. Es de parte de los dos, te hubiese dado uno por mi lado, pero tú te enojarías así que tienes que aceptarlo

-Está bien mamá- sonreí. Era una caja de tamaño normal por lo tanto no podía ser nada ostentoso. Abrí la caja y me encontré con que era un Iphone. Edward se rió de mi cara y yo le levanté el dedo medio.

-No seas grosera- me regaño mi madre bajando mi mano. Le saqué la lengua a mi esposo y luego volteé a ver a mi mamá-. Gracias mamá, gracias papá, no se hubieran molestado

-No es molestia, apenas hemos gastado... Además necesitas un teléfono, el tuyo está a punto de morir

-Cierto- mascullé.

Solo por eso había aceptado ese regalo. Porque mi otro celular ya no daba una.
FIN DEL FLASHBACK
Jadeé. Estaba muy sorprendida por aquel recuerdo. Sonreí como tonta. Tenía muchas ganas de contarle a Edward lo ocurrido. Estaba comenzando a tener mis primeros recuerdos sobre esta vida.

Fui hacía el cajón y saqué el cargador del celular. Ahora quedaba acordarme donde dejé el teléfono. No tuve que buscar mucho ya que el iPhone descansaba sobre la mesa de noche de Edward. Alto... ¿Cómo sabía que ese era su lado? Bueno, eso no era sorprendente así que lo dejé pasar.

Conecté el cargador y el celular. Mientras que se cargaba fui hacía la cocina. Tenía mucha hambre.

Me serví cereal y después me hice pan tostado con mantequilla. Me había llenado. Decidí subir a la habitación otra vez y me cambié de ropa. Me puse unos pants, una camiseta y calcetas. Estaba muy cómoda. De repente volteé hacía el celular. Sin desconectarlo lo prendí y me senté en la cama. Vi las fotos, sentía como si no las hubiese visto nunca y suspiré. Después de todo, no iba a recuperar la memoria tan rápido. No vendrían los recuerdos a mi tan fácilmente. De repente vi una foto. Estaba yo en vestido de novia. De repente quise ver más imágenes, ¿Tendríamos algún álbum?

Si, si lo teníamos. Estaban todos en el sótano en un cajón antes de llegar al laboratorio de mi marido.

"Dios mio, estoy acordándome" pensé emocionada mientras bajaba .

Abrí la puerta del sótano y bajé las escaleras. Al final de ellas había un pequeño archivero. Abrí el segundo cajón y vi un álbum de color blanco. Lo tomé.
Abajo de él estaban las carpetas. Me pregunté si debía tomarlas o no.

Las cogí, al fin y al cabo Edward me había dejado sola. Si él no estaba para cuidarme ¿Por qué iba a tratar de curarme antes de leerlos?

Edward era un tonto, me dejó sola. Esta era mi oportunidad perfecta.

Cerré el cajón y subí. Me dirigí a la sala y me dejé caer en el sofá más grande. Comencé por el álbum. Las fotos eran preciosas. La iglesia estaba hermosa y mi esposo me miraba con mucho amor al igual que yo a él. Ambos nos veíamos perfectos. Parecía la boda de final de película.

De repente comencé a recordar la boda.

FLASBACK
Mi hermano me ayudó a bajar del auto. Me sonrió. Toda la gente gritaba emocionada. La boda era en la catedral de Guadalajara, la ciudad donde yo había nacido. Edward estaba muy nervioso por estar en México porque él no sabía mucho español y la ceremonia obviamente sería en ese idioma.

Mi corazón latió furiosamente. En unos minutos me encontraría con mi amado novio y seríamos marido y mujer ante Dios. Yo lo amaba como jamás había amado a nadie. Era cierto que teníamos discusiones a veces, pero nunca fue nada grave.

Al entrar a la iglesia y cuando mi papá me tomó del brazo para llevarme al altar, me sentí la mujer más afortunada del mundo. Cuando vi a Edward mi mundo se detuvo. Ya no existía nadie más que él. Ya no me importaba la gente, ni el sacerdote, solamente existiamos Edward y yo. Al parecer a él le pasaba lo mismo ya que no apartaba la mirada de mi.

Lo observé de arriba a abajo. Lucía guapisimo con ese esmoquin. Nos tomamos de las manos y nos miramos a los ojos.

-Cuida mucho a mi niña- Le advirtió mi padre y Edward asintió sin mirarlo. No tenía ojos para nadie más que para mi.

Cuando mi padre se fue Edward me susurró algo en el oído.

-Estás hermosa mi amor, te amo demasiado

No pude decirle nada porque comenzó la ceremonia:

-En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo- dijo el padre.

-Amén- respondimos todos.

-La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. 

-Y con tu espíritu

-Hermanos para disponernos a celebrar la unión matrimonial de Isabella y Edward , reconozcamos con humildad la necesidad de Dios y pidamos perdón por nuestros pecados.

Todos dijimos la oración del "Yo pecador" . Observé que Edward se quedaba callado por momentos ya que no era bueno con el español. Me reí un poco.

-Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna- rezó el sacerdote cuando la terminamos.

-Amén

-Dios nuestro, que al crear al género humano quisiste establecer la unión entre el hombre y la mujer, derrama tu gracia y une en la fidelidad del amor a estos hijos tuyos que van a contraer matrimonio, para que siempre den testimonio con su vida del amor divino que hoy los trae a tu Altar. Por Nuestro Señor Jesucristo.

-Amén

Luego nos pidieron que nos sentaramos. Edward me ayudó a sentarme y después lo hizo él. Nos tomamos de la mano y nos sonreímos mientras escuchabamos la primera lectura la cual leyó mi madre.

Después fue el salmo. Lo cantó mi hermana. Ella podría ser cantante.

Le sonreí a Sarah.

Cuando mi hermano leyó la segunda lectura me puse a llorar. Esas palabras me llegaron mucho. Las había oído antes, pero hoy... Era todo diferente... Hoy me casaba con el amor de mi vida.

-Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios Hermanos: Aspiren a los dones más preciosos. Pero les voy a mostrar un camino mucho mejor. Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y me faltara el amor, no sería más que bronce que resuena y campana que toca. Si yo tuviera el don de profecía, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos, y tuviera tanta fe como para trasladar los montes, pero me faltara el amor, nada soy. Si reparto todo lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo, pero no por amor, sino para recibir alabanzas, de nada me sirve. El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. El amor nunca pasará. Palabra de Dios 

- Te alabamos Señor- contestamos y nos levantamos mientras cantaban el aleluya.

Después leyeron el evangelio, pero la verdad mi mente seguía en lo que dijeron en la segunda lectura. Nuestro amor... ¿Sería tan fuerte como para enfrentar los problemas que podía sufrir un matrimonio? En ese momento, cuando Edward me miró, supe que si. Él limpió mis lágrimas.

Después del sermón vino la parte más importante, por lo menos para mi. El rito del matrimonio. Estaba a minutos de ser la señora Aldridge.

El sacerdote dijo:

-Hermanos, ustedes han venido a la iglesia para que el Señor consagre con su sello el amor que ustedes se tienen, para que Yo, como Sacerdote y Ministro de Dios, los bendiga, y para que todos los presentes seamos testigos del compromiso que ustedes van a contraer. Así pues, ante esta comunidad cristiana que representa la Iglesia, yo les pregunto: Isabella, Edward ¿Han venido aquí a contraer matrimonio por su libre y plena voluntad y sin que nada ni nadie los presionara?

-Si, venimos libremente- le contestamos emocionados. 

-¿Están dispuestos a amarse y honrarse mutuamente en su matrimonio durante toda la vida?

-Si estamos dispuestos

-¿Están dispuestos a recibir con amor los hijos que Dios les dé y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

-Si estamos dispuestos- dijimos pero yo no estaba muy convencida. No pensaba en hijos aun.

-Así pues, ya que quieren establecer entre ustedes la alianza santa del matrimonio, unan sus manos y expresen su consentimiento delante de Dios y de su Iglesia.

Edward y yo hicimos lo que pidió. Por suerte Edward había leído ya sobre los ritos de matrimonio y ya sabía que hacer a pesar de que no entendía muy bien el español. Para mi sorpresa dijo los votos en ese idioma. Lo decía demasiado bien. En estos momentos no parecía norteamericano.

-Te quiero a ti y te tomo por mujer, y me comprometo a hacer crecer nuestro amor día a día, a esforzarme siempre, pase lo que pase, y a trabajar juntos por el futuro que esperamos, para que nuestras vidas lleguen a ser estímulo de alegría y de esperanza para todos y nuestro matrimonio sea señal de la presencia de Dios entre los hombres, por eso yo, Edward Aldridge Masen te acepto a ti Isabella Bursnell como mi esposa y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Asentí emocionada. Se me escaparon más lágrimas. A estás alturas ya debía lucir horrible. El sacerdote me pidió que yo dijera mis votos.

-Te quiero a ti y te tomo por esposo, y me comprometo a hacer crecer nuestro amor día a día, a esforzarme siempre, pase lo que pase, y a trabajar juntos por el futuro que esperamos, para que nuestras vidas lleguen a ser estímulo de alegría y de esperanza para todos y nuestro matrimonio sea señal de la presencia de Dios entre los hombres, por eso yo, Isabella Bursnell te acepto a ti Edward Aldridge como mi esposo y prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, y amarte y respetarte todos los días de mi vida.

Edward me miró con los ojos llenos de lágrimas pero se las limpió rápido y me sonrió.

-Que el Señor confirme este consentimiento que han manifestado ante la Iglesia y cumpla en ustedes su bendición. Lo que Dios acaba de unir que no lo separe el hombre- exclamó el padre. Yo sollocé. Ya era esposa de Edward. Me moría por besarlo

-Amén- dijimos.

Después pasaron los padrinos de anillos y arras. El padrino de anillos era Joseph el mejor amigo de Edward. Este nos sonreía divertido.

-Bendice Señor a estos hijos tuyos y santifícalos en tu amor, y que estos anillos y éstas arras, símbolo de fidelidad y de ayuda mutua, les recuerden siempre el cariño que se tienen. Por nuestro Señor Jesucristo- dijo el cura.

-Amén

Edward tomó mi anillo y mientras me lo ponía dijo:

-Recibe este anillo, como signo de mi amor y de que siempre te seré fiel. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Impresionada aun por su perfecto acento yo le dije:

-Recibe este anillo, como signo de mi amor y de que siempre te seré fiel. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Después él tomó las arras que traía mi tía Blanca, la hermana de mi mamá. Edward dejó caer las arras sobre mis manos diciendo.

-Recibe también estas arras. Son prenda del cuidado que tendré de que no falte lo necesario en nuestro hogar
-Yo las recibo en señal del cuidado que tendré de que todo se aproveche en nuestro hogar- contesté

-Queridos amigos, pidamos a Dios por Edward e Isabella- anunció el sacerdote. Después permanecimos en silencio unos momentos.

Después él hizo una oración y siguió la oración de los fieles, las ofrendas y después comulgamos.

-Señor, nosotros que hemos compartido el alimento de tu mesa oramos por nuestros amigos Edward e Isabella que se han unido en matrimonio. Mantenlos cerca de ti siempre. Que el amor de uno por el otro proclame a todo el mundo su fe en ti. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor

-Amén

Después hubo una bendición final y luego el padre exclamó:

-Pueden ir en paz, la Santa Misa ha terminado

-Demos gracias a Dios- Respondimos a coro. Por primera vez volteé hacía la gente. Nos miraban a la espera del beso.

-Ya puedes besar a la novia- se rió el cura. Edward lo miró confundido.

-Ya puedes besarme tontito- le dije yo y él sonrió. Se acercó a mi y me besó con desesperación. Le correspondí emocionada. Nos separamos por falta de aire y me di cuenta de que la gente estaba aplaudiendo. Edward me besó otra vez.

-¡No te comas a la novia!- le gritó alguien. Era Joseph. Edward dejó de besarme porque soltó una carcajada.

-Buena esa- murmuró-. Así le gritaré cuando se case

A continuación salimos de la iglesia como la pareja feliz que eramos. Al salir nos esperaban todos para abrazarnos y felicitarnos. Mi vida era demasiado perfecta en ese entonces...

FIN DEL FLASHBACK.

Sacudí la cabeza sonriendo. Me acordaba perfectamente de mi boda. Solté un pequeño grito de alegría. Actué por impulso. Tomé el teléfono inalámbrico de la mesa de centro. Marqué el número de Edward. Me acordé y no supe como.

-¿Bella?- preguntó mi marido-. ¿Estás bien amor? ¿Cómo supiste el número?

-¡Me acordé!- grité-. Tuve mis primeros recuerdos, me acordé de nuestra boda, ¿Puedes creerlo? ¡Fue hermosa!

-Vamos a ver si es verdad- dijo riendo. Parecía incrédulo-. ¿Donde fue?

-En Guadalajara, en la catedral, hablaste español por mi, fuiste tan lindo, tu amigo nos grito que no me comieras- lo último lo dije carcajeándome.

-No puede ser ¡Es genial!, voy para la casa, a la mierda las cosas que tengo que hacer

-Eh, no es necesario...

-Claro que si nena, voy para allá, no me puedo perder esos momentos contigo, no puedo creer que te haya dejado sola- en su voz notaba ansiedad. Estaba muriendose por estar conmigo.

-Pero Edward no es necesario- le aseguré. Más que tranquilizarlo lo que que quería era leer los libros. Edward iba a enojarse conmigo si me descubría.

-Me importa poco que pienses eso, yo voy para allá, estoy en veinte minutos- colgó.

Me sentí desesperada. Abrí la carpeta que decía crépusculo y leí la dedicatoria en la primera página.

"Para mi hermana mayor Sarah,
sin cuyo entusiasmo esta historia
aún seguiría inconclusa.
El revela honduras y secretos,
conoce lo que ocultan las tinieblas,
y la luz mora junto a Él.
Daniel 2:22"

-Wow, si que soy religiosa- me reí. Pasé a la siguiente hoja.

"PREFACIO
Nunca me había detenido a pensar en cómo iba a morir, aunque me habían sobrado los
motivos en los últimos meses, pero no hubiera imaginado algo parecido a esta situación
incluso de haberlo intentado.
Con la respiración contenida, contemplé fijamente los ojos oscuros del cazador al otro
lado de la gran habitación. Éste me devolvió la mirada complacido.
Seguramente, morir en lugar de otra persona, alguien a quien se ama, era una buena
forma de acabar. Incluso noble. Eso debería contar algo.
Sabía que no afrontaría la muerte ahora de no haber ido a Forks, pero, aterrada como
estaba, no me arrepentía de esta decisión. Cuando la vida te ofrece un sueño que supera con
creces cualquiera de tus expectativas, no es razonable lamentarse de su conclusión.
El cazador sonrió de forma amistosa cuando avanzó con aire despreocupado para
matarme."

Me quedé con la boca abierta de la impresión. Eran los pensamientos que yo tenía cuando James iba a matarme. Me estremecí ante tal recuerdo. Me atreví a leer la siguiente página.

"PRIMER ENCUENTRO
Mi madre me llevó al aeropuerto con las ventanillas del coche bajadas. En Phoenix, la
temperatura era de veinticuatro grados y el cielo de un azul perfecto y despejado. Me había
puesto mi blusa favorita, sin mangas y con cierres a presión blancos; la llevaba como gesto de
despedida. Mi equipaje de mano era un anorak.
En la península de Olympic, al noroeste del Estado de Washington, existe un pueblecito
llamado Forks cuyo cielo casi siempre permanece encapotado. En esta insignificante localidad
llueve más que en cualquier otro sitio de los Estados Unidos. Mi madre se escapó conmigo de
aquel lugar y de sus tenebrosas y sempiternas sombras cuando yo apenas tenía unos meses.
Me había visto obligada a pasar allí un mes cada verano hasta que por fin me impuse al
cumplir los catorce años; así que, en vez de eso, los tres últimos años, Charlie, mi padre, había
pasado sus dos semanas de vacaciones conmigo en California.
Y ahora me exiliaba a Forks, un acto que me aterraba, ya que detestaba el lugar.
Adoraba Phoenix. Me encantaba el sol, el calor abrasador, y la vitalidad de una ciudad
que se extendía en todas las direcciones.
—Bella —me dijo mamá por enésima vez antes de subir al avión—, no tienes por qué
hacerlo.
Mi madre y yo nos parecemos mucho, salvo por el pelo corto y las arrugas de la risa.
Tuve un ataque de pánico cuando contemplé sus ojos grandes e ingenuos. ¿Cómo podía
permitir que se las arreglara sola, ella que era tan cariñosa, caprichosa y atolondrada? Ahora
tenía a Phil, por supuesto, por lo que probablemente se pagarían las facturas, habría comida en
el frigorífico y gasolina en el depósito del coche, y podría apelar a él cuando se encontrara
perdida, pero aun así...
—Es que quiero ir —le mentí. Siempre se me ha dado muy mal eso de mentir, pero
había dicho esa mentira con tanta frecuencia en los últimos meses que ahora casi sonaba
convincente.
—Saluda a Charlie de mi parte —dijo con resignación.
—Sí, lo haré.
—Te veré pronto —insistió—. Puedes regresar a casa cuando quieras. Volveré tan
pronto como me necesites.
Pero en sus ojos vi el sacrificio que le suponía esa promesa.
—No te preocupes por mí —le pedí—. Todo irá estupendamente. Te quiero, mamá.
Me abrazó con fuerza durante un minuto; luego, subí al avión y ella se marchó.
Para llegar a Forks tenía por delante un vuelo de cuatro horas de Phoenix a Seattle, y
desde allí a Port Angeles una hora más en avioneta y otra más en coche. No me desagrada
volar, pero me preocupaba un poco pasar una hora en el coche con Charlie.
Lo cierto es que Charlie había llevado bastante bien todo aquello. Parecía realmente
complacido de que por primera vez fuera a vivir con él de forma más o menos permanente. Ya
me había matriculado en el instituto y me iba a ayudar a comprar un coche.
Pero estaba convencida de que iba a sentirme incómoda en su compañía. Ninguno de los
dos éramos muy habladores que se diga, y, de todos modos, tampoco tenía nada que contarle.
Sabía que mi decisión lo hacía sentirse un poco confuso, ya que, al igual que mi madre, yo
nunca había ocultado mi aversión hacia Forks."

Las lágrimas corrieron por mis mejillas. Esto me estaba haciendo daño. Edward tenía razón. Yo no debía leer esto hasta que estuviera curada. Me levanté y tomé el álbum y las carpetas. Las llevé de vuelta al sótano y me limpié la cara. 

Cuando dejé las cosas subí a toda prisa. Me fui a mi habitación a quitarme esta ropa horrenda y saqué del closet algo provocativo. Me quité el sostén y me puse la ropa. Era una camisa de tirantes blanca y un short muy corto. También me quité las calcetas y me puse unas sandalias. No sabía por qué pero presentía que le gustaría a mi esposo. Me dirigí hacía el tocador que hasta ahora había ignorado porque se encontraba en la esquina de la habitación. Me observé en el espejo. Mi cabello parecía un estropajo. Me reí mientras me peinaba.

Me puse polvo, rímel y brillo de labios. No necesitaba más.
Bajé a la sala y segundos después llegó Edward. Corrí para abrazarlo. Él me correspondió.

-¿Ya recuerdas todo?- me preguntó emocionado mientras me soltaba. Negué con la cabeza.

-No de todo, pero si de varias cosas

-Eso es genial... No has salido huyendo
-¿Por qué debería de hacerlo?
Edward sonrió.

-No es nada, yo pensé que si recordabas como soy te irías
-Claro que no, tú eres divertido

De repente Edward me observó de arriba a abajo.

-Tú quieres matarme- me acusó-. Estás tan sexi...

Me acerqué a él ya que lo quería provocar. No sabía desde cuando era así. Pero... Tampoco me importaba. Él me atrajo hacía su cuerpo y luego me besó de una manera desesperada. Pude sentir como su miembro crecía y me alegré. Al parecer iba a volverme adicta a provocarlo. Edward me llevó hasta la sala y me dejó caer encima del sofá donde antes había estado leyendo. Tenerlo encima mío hizo que ya estuviera húmeda. Mi esposo se separó de mi un poco y se bajó los pantalones y el bóxer. No pude evitar gemir cuando vi a su amiguito. Yo me quité mi short y mis braguitas. Ya lo quería dentro de mi. Ya estaba demasiado mojada.

Edward gruñó y rompió mi camisa. Después entró en mi de manera brusca lo cual hizo que gritara de dolor y placer a la vez.

-Joder Isabella, me tienes loco- Me dijo mientras me entraba y salía de mi con rápidez.

-A... A mi igual- Contesté con la voz entrecortada. Este hombre estaba matandome.

Después de un par de embestidas más sentí que iba a llegar.

-Más... Más rápido- supliqué.

Edward obedeció y fue más rápido. Segundos después ambos nos vinimos. Él salió de mi y se levantó, yo también lo hice. Luego él se acostó y me extendió los brazos para que me acostara encima de él.

Asi lo hice y nos miramos a los ojos.

-Que buen recibimiento- susurró él. Yo sonreí.

-Soy una buena esposa

-La mejor- dijo con intensidad- Te amo

-Yo también te amo...

Edward me miró incrédulo y... Maravillado.

-Es la primera vez que me lo dices... Además no recuerdas nada, no creo que...

-Ya sé que acabo de despertar y que no recuerde casi nada de mi vida, pero si de algo estoy segura es que te amo... Cuando recordé nuestra boda, también recordé ese sentimiento que tenía... Era amor

No dijo nada. Simplemente me besó de una manera dulce lo cual hizo que mi pulso se disparara.

-Perdón por no ser el esposo que tú quisieras- se disculpó cuando me terminó de besar.

-No digas eso- lo regañé-. Tú eres bueno y no lo niegues

Edward me miró divertido.

-Está bien, como tú digas

-Así me gusta

-Así me gustaría quedarme siempre- suspiró.

-A mi igual

-¿No quieres comer nada, cielo?- me preguntó.

-Hum... Si, tal vez si

-Pero vayamos fuera, no me gusta la idea de comer en casa, si no, no voy a dejarte comer

-¿Por qué no?- Interrogué divertida.

-Voy a hacerte el amor una y otra vez... Necesito recuperar el tiempo perdido

-En ese caso me parece que tendremos que quedarnos en casa un poco más- dije con la intención de provocarlo. Gruñó

-No me provoques, levántate para irnos

-Está bien, como digas- contesté levantándome. Dejé que me observara. Algo hacía que me encantara retarlo.

Él se levanto bruscamente. Me tomó de nuevo entre sus brazos y tal como él dijo... Me hizo el amor una y otra vez hasta que ambos quedamos rendidos.

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Espero que les haya gustado y que no se aburran con lo de la boda y todo lo religioso jaja, pero pues a mi se me hizo que era necesario. Me gusta que se describan las bodas completas =D 

Jajaja Bella ya se está acostumbrando a su vida. Demasiado diría yo.

Les mando un fuerte abrazo a todas las que me leen. 

ATTE: 

Sachiko065

Nombre del siguiente capítulo: Familia

Capítulo 11: ¡¿Por qué me hiciste esto?! Capítulo 13: Familia

 
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