Sensación de vidas Universitarias (+18)

Autor: MayaMasenCullen
Género: + 18
Fecha Creación: 29/11/2010
Fecha Actualización: 06/07/2014
Finalizado: NO
Votos: 50
Comentarios: 168
Visitas: 61529
Capítulos: 19

¿Quién dijo que la universidad es fácil? Cuando el amor llega a los hermanos Masen, Edward y Elizabeth, creen que todo irá bien, pero no todo será maravilloso y tendrán que afrontar, al lado de sus parejas y amigos, los obstáculos que se interponen; Amor, engaños, traiciones, envidias y más, se verá en una de las mejores universidades.

 

Trailer Sensación de Vidas Universitarias 

 http://www.youtube.com/watch?v=V9yTgfEQoZg

 

Besitos para todas/os

Está historia está registrada en safecreative

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 14: Hablando Claro

 

DISCLAIMER: Sólo los personajes pertenecen a los maravillosos escritores Stephanie Meyer y L. J Smith; la trama de la historia, los lugares y algunos personajes son de mi propiedad.

 

Deseo que os guste está nueva historia que empezado a escribir y que disfrutéis de ella, como lo hago yo mientras la escribo.

 

Sólo quiero aclarar algo. Este fic no es sólo un Edward-Bella, se trata de un grupo de amigos y algunos capítulos se centraran más en otras parejas pero sin descuidar a nuestros Edward y Bella.

 

Hola a todas/os:

 

Aquí os dejo un nuevo capítulo. Espero y os guste.

 

Las canciones del capítulo para escucharlas sólo tenéis que pinchar en el título.

 

Journey Open Arms 

 

The Red Jumpsuit Apparatus —False Pretense

 

Letters To Cleo I Want You To Want Me

 


Sensación de Vidas Universitarias.

 Capítulo 14 Hablando Claro

 

Justin Pov:

Mi niña parecía una pequeña y frágil muñequita de tela, no podía con su cuerpo debido al agotamiento tanto físico como mental, recuesta su cuerpo contra mí haciendo que cargara con todo el peso que no era mucho, ya que mi niña es una pluma.

 

—Odio qué me veas así— susurra escondiendo su carita en mi pecho e inhalando profundamente.

 

—No tienes porqué mi niña...siempre estaré para ti...sea cual sea la situación— aclaro sonriendo mientras acaricio su cintura.

 

—Pero he de parecerme a la novia de Chuky de lo horrible que estoy, creo que si fuera Halloween me llevaría el premio al disfraz más espantoso— dice soltando una amarga risilla, y no puedo evitar besar su nariz sintiendo como la arruga, eso siempre lo hace cuando sonríe; la conozco también que con solo oír un sonido, se el gesto que se forma en su precioso rostro.

 

—Ya casi estamos llegando preciosa— menciono una vez vislumbro el edificio.

 

—¿Tan rápido?— cuestiona confundida y mi corazón salta de alegría al pensar que desea pasar más tiempo en mi compañía.

 

—Aha—hablo como si nada—pero si te apetece y te sientes con fuerzas podemos dar un pequeño paseo— sé de sobra que no esta en condiciones, sin embargo haré lo que mi niña quiera.

 

—Me encantaría, pero mi cuerpo no da para más—musita entre bostezos—. Desde aquí escucho el grito de mi cama llamando como canto de sirenas— se pega más a mí; río porque esa frase la dice siempre que esta muerta de sueño

 

—Pues a que esperamos, sigamos el canto de las sirenas para que mi princesa descanse en su castillo— le digo haciendo una especie de reverencia.

 

—¿Y el príncipe custodiara a la princesa?— me pregunta haciendo un lindo puchero, que tengo que usar de todo mi autocontrol para no besarlo, aún no era el momento, no quiero presionarla.

 

—El príncipe estará al lado de la princesa tanto tiempo como ella quiera— susurro sonriendo para luego besar su pequeña nariz.

 

—La princesa puede desear por muchoooo tiempo al príncipe— menciona alargando la palabra mucho y sonriendo coqueta.

 

—Cómo antes le transmití mi bella princesa, este humilde príncipe será suyo mientras quiera— le confirmo con mi corazón latiendo a mil.

 

—De momento está nochesonríe besando mi mejilla—, y si se porta bien ya veremos— me dice juguetona, me encanta verla de está manera.

 

—Seré el caballero que mi dama necesita— hablo con voz un poco ronca dado que cierto amigo está despertando y no era un buen momento —espero que no lo note—.

 

—Wow, soy una mujer con suerte. Primero eres mi príncipe, ahora eres mi caballero ¿Qué más?— musita mi niña acariciando mi pecho. Madre mía me quiere matar, y mi amigo al que intento mandar a dormir se está despertando de nuevo ante las ideas que llegan a mi mente.

 

—También soy tu amigo, tu confidente, tu siervo, tu soporte, tu apoyo…declaro con franqueza, y sigo enumerando todo lo que sería para ella perdido en mi mente; tu amante, el hombre que desea hacerte increíblemente dichosa por el resto de tu vida, él que desea con locura volver amarte en todo el sentido de la palabra, saborearte como el más dulce manjar que eres, tu contable para contar cada lunar que recorre tu cuerpo, tu pintor para dibujar en tu figura un plano con mis besos, tu arquitecto para construir un futuro juntos, tu astronauta para traerte la luna a tus pies...

 

—Justin, nene, Justin, neneee— el grito de mi niña me regresa a realidad.

 

—Perdón ¿Me decías?— menciono sonriendo avergonzado por perderme en mis fantasías.

 

—Qué ya hemos llegado—declara haciendo un puchero—¿Te importaría abrir?— me entrega las llaves y sin perder tiempo abro la puerta acompañándola hasta al sofá, donde la siento con sumo cuidado como si fuera a romperse.

 

—¿En qué pensabas para estar tan perdido en tus pensamientos?— susurra con curiosidad, menos mal que sólo he encendido la lamparita de la mesa pegada al sofá, que da una ambiente tenue a la sala, imposibilitando que vea mi sonrojo.

 

—Pues...en qué debes descansar, estás muy agotada— menciono intentando sonar convincente.

 

—¿Pretendes qué me crea eso?— inquiere riendo al mismo tiempo que niega con la cabeza.

 

—Vale me pillaste...pensaba en la mudanza—corrijo intentando ser más contundente está vez—. Tengo bastante que embalar— acaricio su cabello.

 

—Entiendo— me contesta bostezando.

 

—¿Te apetece un vaso de leche o algo antes de dormir?— pregunto un poco ansioso, no sé que hacer en este momento.

 

—Un poco de agua me vendría bien—anuncia en voz bajita que apenas escucho señalando hacía la cocina—-, los vasos están en el armario que está encima del fregadero—

 

—Enseguida te lo traigo princesa— le comunico besando su frente antes de marcharme a la cocina.

 

Una vez estuve en la cocina me recargué sobre la encimera y tomé varias inhalaciones profundas para poder sacar de mi mente esos malditos lujuriosos pensamientos que tenía con respecto a mi niña; no era el momento propicio para ello. Primero debíamos hablar y aclarar muchas cosas antes de pensar en eso por mucho que la amase y la necesitase a mi lado; me regañé mentalmente y mi amigo entendió a la perfección, puesto que se volvió a dormir; seguido cogí un vaso y lo llené con el agua mineral que había en el frigorífico y regresé de nuevo a la sala; donde mi niña se encontraba tumbada en el sofá en una posición bastante incomoda pero profundamente dormida. Se miraba tan hermosa, serena, no tenía esa expresión de tristeza de hace un rato atrás, sino una preciosa sonrisa dibujada en sus labios; mi corazón se puso a dar saltos de alegría al pensar que el causante de esa linda sonrisa era yo.

La tomé en mis brazos lo más delicadamente posible para no despertarla y puse rumbo a la primera planta para llevarla a su dormitorio. Ahora llegaba el dilema no tenía la menor idea de cual era, y por fin a la tercera di con el, gracias a que el apartamento sólo contaba con tres habitaciones ya que si hubieran sido más todavía no habría sido capaz de hallarlo; me reí de mis propias bobadas mientras depositaba a mi princesa en la cama; aún dormida comenzó a removerse incomoda intentando desprenderse de su blusa que luego de varios intentos lo consiguió quedándose sólo con un sujetador de color blanco de encaje con florecitas de distintas tonalidades, al cual no quise ponerle mayor atención; luego bajo sus manos a sus jeans intentando desabotonarlos, que no lo consiguió por lo dormida que estaba; con mis manos temblorosas me acerqué a ella tomando una profunda respiración para calmarme, llevé mis manos hasta sus pantalones y los desabotoné, ella se quedé quieta luego de un suspiro de alivio; mis manos estaban estáticas en su cintura sin saber que hacer, al final decidí quitárselos para que estuviera más cómoda a la hora de dormir.

Mi angelito interior me decía que no mirase y que fuera todo un caballero, en cambio el diablillo me picaba para que me aprovechara del momento y mirase, determiné hacer caso omiso a ambos no sin soltar un gruñido antes, que hizo que mi niña se despertara unos momentos, lo justo para levantar sus caderas dándome la ayuda necesaria para desprenderla de sus jeans, y por mucho esfuerzo que realicé para no mirar, al final caí en la tentación, y mis ojos observaron toda su cremosa piel. Me recriminé por actuar de esa manera y me enderecé buscando su ropa de dormir; encima de la silla del escritorio había un pequeño short de color azul con una blusa a juego, así que lo tomé, y tal como pensé era su pijama, con delicadeza la alcé y con sumo cuidado se lo coloqué tocando su piel lo estrictamente necesario evitando así volver a caer en la tentación, la acurruqué tapándola con las sabanas y de sus labios escuché la frase más maravillosa.

 

—Nene te amo— menciona dormida haciendo que mi corazón salte de emoción.

 

—También te amo mi niña— susurro besando su frente y la siento moverse unos instantes; en cuanto me giro disponiéndome a ir al sofá para dormir, siento un pequeño tirón en mi brazo.

 

—Quédate conmigo nene— me pide con voz dulce, la miro y sus ojitos están comenzando abrirse.

 

—Es tarde y debes descansar mi niña— musito besando su frente de nuevo.

 

—Por favor nene— me suplica en murmullo con su dulce voz ¿Quién podría resistirse a esa vocecita?, Desde luego yo no.

 

Me quité la camiseta junto a los calcetines y deportivas, y me tumbé sobre la colcha, e inmediatamente su cuerpo se pegó al mío haciéndome sentir completo. No pasaron ni dos segundos cuando un pequeño suspiro salió de sus labios al mismo tiempo que levanta su hermoso rostro hacía a mí, mostrándome sus preciosos ojos azules verdosos.

 

—¿Puedo pedirte algo?— susurra muy bajito sin apartar su mirada de la mía.

 

—Dime qué quieres princesa— contesto rápido sin dejar de acariciar sus cabellos.

 

—Me gustaría hacer algo— se incorpora un poco más mientras lo dice.

 

—Lo que desees— respondo casi sin aliento.

 

—No te muevas—me ordena acercando su rostro al mío hasta posar sus cálidos y dulces labios sobre los míos en un breve pero maravilloso beso, que me lleva al paraíso—. Gracias nene— musita aún sobre mis labios, y aunque no me pueda ver, puedo asegurar que tengo una estúpida sonrisa en los labios.

 

—No me tienes nada que agradecer, yo también lo deseaba— le digo sinceramente acariciando su mejilla.

 

—¿Sólo de esa manera?— me pregunta casi rozando mis labios.

 

—No, así— musito con voz ronca atrayéndola hacia mí, enrollando mis manos en su cuello y atrapando sus labios con voracidad, ni siquiera pido permiso para introducirme en su boca, y por la forma en la que me responde mi niña enredando sus manos en mi pelo y apretándose más a mí, me demuestra que ambos deseamos y necesitamos saborearnos; en el instante que nuestras lenguas se juntan en una maravillosa danza que explora cada recoveco de nuestras bocas en una lucha sin tregua, por desgracia debemos respirar, así que en contra de mi voluntad nos vamos separando con pequeños pero castos besos.

 

—¿Satisfecha?— cuestiono todavía con la respiración entrecortada por nuestro beso y deseoso de volver a degustar sus maravillosos labios.

 

—No, aún ansió más— musita todavía sobre mis labios para luego atraparlos de nuevo en un demandante beso, que me muestra todo su amor, al cual le respondo de igual manera poniendo todo mi corazón en el.

No sé cuantos besos fueron pero si que resultaron ser muchos, sin embargo no los suficientes porque jamás me cansaría de besarla.

 

—¿Por qué estás sobre la colcha?— me pregunta en el instante que se mueve para acurrucarse en mí.

 

—No quería incomodarte, amor— menciono acariciando dulcemente su bello rostro.

 

—Tú jamás me molestarías— declara sonriendo y haciéndose aun lado para que me acostara; de pronto se fija en su atuendo y voltea a verme, por supuesto mi cara esta roja de vergüenza.

 

—Me pusiste el pijama—sonríe, asiento moviendo la cabeza y con cara de niño bueno—. Gracias amor, así no dormiré incomoda— me susurra acariciando mi mejilla sin darle la mínima importancia, con lo mal que lo pasé en ese momento.

 

—Lo que sea por ti mi niña— aseguro sonriendo mientras me meto en la cama, nada más tumbarme mi princesa se junto a mí, pero en seguida se distancia un poco.

 

—Nene, si duermes con los jeans no vas a descansar y mañana te levantaras cansado— me regaña frunciendo el ceño, qué bien me conoce mi princesa.

 

—No tengo pijama—me excuso—, además, no me importa si estoy contigo— declaro atrayéndola hacia mí de nuevo para que recostara su cabeza en mi pecho.

 

—Justin quítatelos, me sentiré realmente mal si no descansas— habla con voz culpable.

 

—Tranquila, no pasa nad...— me silencia con un corto beso.

 

—Pasa, qué si no te quitas el pantalón, te vas a marchar a dormir a tu apartamento porque no quiero que estés incomodo— me reprende...eso si que no pienso.

 

—Amor, no pasada nada de verdad— repito abrazándola fuertemente.

 

—Nene, hemos dormido muchas veces juntos, ni que sea la primera vez que te veo en boxer— comenta sonriéndome divertida y mirándome con esos ojitos que me hipnotizaban, y en un pis pas mis pantalones yacen en el suelo mientras que yo estaba acostado junto a mi princesa sólo con los boxer.

 

—Mucho mejor así, ahora a dormir— me dice besando mi pecho.

 

—¿Tienes sueño?— pregunto mirando sus preciosos ojos.

 

—¿Alguna idea mejor?— susurra sonriendo coqueta acercando su rostro al mío.

 

—Unas cuentas— musito sonriendo casi rozando sus labios.

 

—¿Cómo cuales?— pregunta en un murmullo con nuestros alientos mezclándose, y ya no puedo resistirlo más, y atrapo sus labios en un apasionado pero lento y dulce beso.

 

Luego de una exhaustiva y deliciosa sesión de besos mi amor se queda profundamente dormida sobre mi pecho pero en cambio a mí me es imposible, la euforia de nuestros besos, el tenerla de nuevo entre mis brazos, saber que nunca me dejo de amar...tantas cosas hay en mi cabeza y por desgracia no todas eran alegres; me muevo un poco para acomodarme mejor e inmediatamente mi niña se acopla a mi nueva postura, sonrío como el idiota enamorado que soy...por Dios la amo tanto...suspiro al mismo tiempo que cierro mis ojos rememorando todo lo ocurrido unas horas antes.

 

(Inicio Flash Back)

 

La película de seguramente me resultaría bastante interesante si la estuviera prestando atención pero mi cabeza no paraba de dar vueltas a todos los acontecimientos ocurridos durante el día. Primero esa charla con Thomas donde ambos nos sinceramos con respecto a nuestros sentimientos sobre mi princesa, pero creo que le quedó bastante claro que el amor que siento por mi niña es tan grande que no existen palabras que logren explicarlo. Luego vino la conversación con Edward, la cual sin saber muy bien como pero consiguió que me desahogara como hacía mucho tiempo que necesitaba hacer, sacar todo mi dolor y miedos fuera, eso me hizo sentir realmente bien, le estaré siempre enormemente agradecido por escucharme y darme tan buenos consejos además de terminar levantándome el ánimo, es un magnifico amigo y una persona excelente de las que apenas quedan en este mundo, y por último la sorprendente propuesta de formar parte de su fraternidad, lo que me emocionó mucho. Salí de mis pensamientos en cuanto noté como el cuerpo de mi niña se tensaba fuertemente entre mis brazos e inmediatamente busqué su mirada, que estaba enfocada en la pantalla, así que hice lo mismo, y la escena del film que vi en ese momento fue como si me tiraran un cubo de agua helada sobre mi cuerpo, automáticamente busqué la mirada de mi niña que tenía sus ojitos vidriosos intentando aguantar las ganas de llorar, hasta que gruesas lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas, estaba apunto de pedirla que me acompañara fuera con cualquier excusa cuando sin poder aguantarlo más se escapó de mis brazos saliendo rápidamente de la habitación. No tardé ni un segundo en incorporarme y salir tras ella en dirección a la cocina, sabía que los chicos se preguntarían que sucedía pero gracias al cielo que Edward sabría aplacar con la situación.

Al entrar a la cocina me encontré a mi niña descargando su dolor golpeando y tirando todo lo que pilló a su paso mientras los sollozos salían descontrolados de su cuerpo; noté como las lágrimas descendían por mi rostro pero no quise darle importancia, lo primordial ahora era mi princesa, no quería que se hiciera más daño, así que sin dudarlo un segundo me acerqué a ella y la abracé firmemente, y de inmediato ella me rodeó con sus brazos por la cintura apretándose contra mí, y escondiendo su carita llena de lágrimas en mi pecho. No podía verla de esa manera, ella era mi mundo entero y su dolor era el mío propio.

 

—Mi niña...tranquila...estoy contigo...nada me separara de ti— susurré intentando aplacar los sollozos, que querían salir de mi garganta por el dolor que ambos sentíamos en este momento.

 

—No me abandones...Justin...no lo soportaría— musitó entre sollozos y la abracé más fuerte si era posible.

 

—Nunca te abandonare...eres lo más importante para mí...eres mi vida— declaré entre hipidos a causa de mi llanto por lo que cerré mis ojos por unos instantes, no quería que mi Lizzie viera el sufrimiento en ellos.

 

—Lo siento mucho Justin, si yo no...— mencionó con voz rota mi niña, sabía que quería culparse de lo que ocurrió y no se lo iba a permitir.

 

—No hay nada por lo que debas lamentarte— susurró con voz ahogada mientras acariciaba su cabello intentando que ambos disminuiremos nuestros lloros.

 

—Fue mi culpa, debí saberlo— se reprochó mi amor con dolor en su voz.

 

—No, no podías— aseguré con un poco de firmeza en mi voz levantando su mentón para que nuestras miradas se conectaran.

 

—Claro que podía Justin era mi cuerpo, imposible que no lo notará, además, debí de estar más pendiente a lo que sucedía a mi alrededor— musitó mi niña aún acurrucada en mi pecho.

Por Dios como iba a saber que la atacarían esos malnacidos, debí estar a su lado, pude haberla protegido y no lo hice; la rabia se apoderó de mí al ver las lágrimas corriendo por sus mejillas como ríos.

 

—¡Si hay un culpable! ¡Si quieres uno! ¡Cúlpame a mí! Yo debí cuidarte, debí estar contigo esa noche...maldita sea tu no tienes la culpa de nada—grité desesperado. Mi niña sólo fue victima de unos malnacidos, se me parte el alma verla sufrir de esa manera, sus ojos se abrieron asustados por mi sobresalto y entonces endulcé mi voz en una suplica—. Por favor Lizzie— mi voz salió en un susurro por el nudo de mi garganta.

 

—La culpa la tengo sólo yo...debí saberlo, es tan fácil como sumar dos más dos, pero estaba encerrada en mi mundo de color de rosa que no me percaté de las señales— chilló mi amor llorando desesperadamente con su voz y corazón rotos, su dolor y angustia me están matando, la abracé más fuerte y acomodó su carita sobre mi pecho, justo donde está mi corazón.

 

—Escuchas eso—susurré acariciando sus cabellos y asintió con un movimiento de cabeza—, este corazón late sólo por y para ti mi niña, y si tú sufres el también lo hace— besé su frente.

 

—No debería hacerlo— me dijo con voz apenas audible.

 

—Claro que si mi niña, eres la persona más maravillosa— dije antes de besar sus cabellos e inhalar su aroma que es lo único que me tranquiliza.

El silencio nos rodeó y sólo era interrumpido por nuestros sollozos, de repente el cuerpo de mi niña se tensó y se separó lo justo para mirarme con confusión.

 

—Por qué no me odias— gritó mi niña haciéndome pegar un salto mientras golpeaba mi pecho con sus pequeños puños.

 

—No puedo, me es imposible— confesé tomando su bello rostro entre mis manos para que apreciase la verdad en mis ojos.

 

—Deberías soy mala, soy horrible no te lo conté...te deje creer miles de cosas y te hice sufrir por egoísta, mereces odiarme— me reprochó sin dejar de golpear mi pecho. En ningún momento solté su rostro quería que viera la sinceridad en mis ojos para que no se encerrara en su dolor porque también era el mío, y quería que ambos juntos sanáramos; me sentía desesperado, temía ver la determinación en sus ojos y que se alejara de nuevo.

 

—¡No puedo odiarte por qué te amo! Y no callaste por egoísta sino porqué tienes un corazón tan grande y bueno que quiso evitarme este dolor...mejor ódiame tu a mí por no cuidarte cuando debía, por no estar allí, por no insistir...yo soy quien merece tu desprecio— bramé entre sollozos, mi niña cerró sus ojos y en un instante sus facciones cambiaron rápidamente.

 

—Jamás podría odiarte, te amo demasiado para ello—confesó haciendo que mi corazón se hinchase de alegría—¡Estoy rota maldita sea!, ¡Vacía al estar sin ti! Te amo y no puedo ni quiero estar más alejada de ti— dice abrazándome de nuevo como queriéndose fundir conmigo, y respondí de igual manera sintiendo mi corazón latir tranquilo.

 

—No lo merezco— afirmé sintiéndome agotado.

 

—Mereces eso y mucho más, eres todo lo que una mujer puede soñar— me aseguró, su voz se escuchaba cansada, esto había sido demasiado para ambos.

 

—No porque una mujer requiere un hombre que la cuide que este con ella en las buenas y en las malas, y yo te abandone en las malas— declaré recordando cuando ella finalizó nuestra relación, debí luchar y permanecer a su lado, pero me dejé derrotar conformándome con ser un amigo más.

 

—Tú no me dejaste, yo te alejé, y a pesar de eso seguiste siempre a mi lado para lo que necesitara. Por favor Justin, tú no tienes nada de malo, eres un chico fantástico— aclaró mi niña con voz dulce regalándome una débil sonrisa que llenó de calidez mi corazón ¿Cómo no amar a está mujer tan perfecta?.

 

—Perdóname mi niña, por favor— supliqué con agudo dolor es algo que necesitaba, mi corazón precisaba de su perdón.

 

—Siempre y cuando tú me perdones a mí— sentenció con una mueca de dolor que me desgarraba el alma. ¿Cómo puede haber tanto dolor en alguien tan puro y frágil?….Me mata verla así y si en mis manos estaba quitar algo de ese sufrimiento con gusto lo haría, y si mi perdón es lo que necesitaba aunque no tenga nada que perdonarla lo tendría.

 

—Te quiero mucho mi niña y si el que te perdone quita esa tristeza de tus ojos, tienes mi perdón de todo corazón— confirmé en susurro mirando a sus hermosos ojos para que viera la franqueza de mis palabras.

 

—Y por supuesto tú obtienes el mío, te quiero Justin— ratificó y aprecié la sinceridad en su mirada transparente y pura, no sé si serian cosas mías pero pude ver parte de su tristeza desaparecer, y pensar que contribuí un poco me llenó de felicidad.

La abracé fuertemente y me correspondió de igual manera, aspiré su aroma para tranquilizarme y mi niña hizo lo mismo pegó su nariz a mi pecho.

 

—Me siento también estando así— susurré acercándola más a mí sin dejar nada de espacio entre nosotros.

 

—Completamente de acuerdo, este es mi lugar favorito en el mundo— musitó, wauu mi corazón latió desbocado por sus palabras.

 

—Y el mío amor, nada me hace sentir más completo y feliz que tenerte entre mis brazos— confesé en un murmullo, sintiendo como mi niña se acurrucaba contra mí y bostezaba.

 

—Estás cansada amor, ven siéntate aquí—la acerqué a la silla para que se acomodara—. Recogeré nuestro pequeño desastre para así podernos marchar— le dije cogiendo varios cristales del suelo.

 

—Eso debo hacerlo yo— me reclamó cruzándose de brazos. Mira que es terca mi amor.

 

—Nada de eso estás muy cansada— declaré con tono autoritario.

 

—Yo monté este estropicio, es mi deber recogerlo— insistió tratando de ponerse en pie.

 

—No seas cabezota Lizzie, por favor, terminaré enseguida— dije besando su frente y volví a mi tarea.

 

—Está bien—contestó dándose por vencida—. Mañana tendré que comprar unos vasos y platos nuevos—- añadió preocupada por la vajilla rota y una pequeña risa salió de mis labios.

 

—Como quieras—dije terminando de barrer; en mi vida había recogido nada tan rápido—. Mi niña estás agotada— sonreí al verla medio dormida en la silla.

 

—Me siento sin fuerzas—me respondió con una pequeña sonrisa.

 

—Te llevaré a casa necesitas descansar— declaré acariciando su mejilla.

 

—¿Te quedaras conmigo?— me preguntó con voz de niña chiquita y un lindo puchero en su rostro, al cual me era imposible resistirme.

 

—Siempre mi niña— le susurré dulcemente besando su frente antes de salir a despedirme de los chicos.

 

(Final Flash Back)

 

Observo a mi niña dormir acurrucada entre mis brazos, suspira acomodándose mejor sobre mi pecho, su pequeño brazo rodea mi cintura...a pesar de todo lo ocurrido durante este tiempo estoy muy feliz porque la tengo de nuevo conmigo ¿Qué más puedo pedir? Todo lo que sucedió ha quedado en el pasado y aunque tengamos cosas que hablar parar sanar nuestras heridas lo superaremos juntos, ahora depende de nosotros el presente y el futuro, y haré todo lo que este a mi alcance para que sea juntos y felices por siempre. Con esa promesa cierro los ojos dejándome llevar por Morfeo.

 

Una maldita alarma con un sonido de lo más molesto sonaba a lo lejos, pero bastante más cerca que si estuviera en mi cuarto, ya que siempre ponía el despertador lo más alejado posible de la cama para que no me quede más remedio que levantarme para apagar el maldito aparato.

Abro mis ojos lentamente para que se adecuaran poco a poco a luz que se filtra por la ventana, estoy un poco desorientado en este momento es algo que siempre me sucede cuando duermo pocas horas, enseguida logro desperezarme aunque no lo suficiente, pero si lo justo para acordarme de que me encuentro en el cuarto de mi niña; estiro mi mano lo necesario para tomar el maldito aparato dándole fin a ese horrible sonido, al depositar de nuevo el despertador en la mesilla me fijo que hay una foto donde estamos mi niña y yo...esa fotografía nos la tomó de sorpresa Edward con su móvil, estábamos con nuestras frentes juntas mirándonos directo a los ojos y cuchicheando en secreto para ir más tarde a nuestro lugar especial y pasar un rato a solas, eso fue en una comida que se organizó en casa de sus padres, sonrío al recordar como Edward se burló por horas de nosotros diciendo que estábamos perdidos en nuestro mundo mientras que el resto se daba un gran festín con la comida, y tuvo toda la razón, ya que apenas quedaba comida cuando nos sentamos en la mesa, es más antes de ir a nuestro lugar paramos en una pizzería porque teníamos hambre, fue un día increíble y maravilloso como todos los que pasé junto a mi amor. Una pequeña risa se escapa de mis labios ante el recuerdo en ese instante noto a mi niña moverse llevo mi mirada hacia ella que duerme plácidamente recostada sobre mi pecho, acerco mi rostro a sus cabellos e inhalo su delicioso aroma, es el mejor despertar en mucho tiempo.

Observo a mi alrededor percatándome de la muchas fotos que hay de nosotros juntos en distintas posiciones y situaciones...río al ver una donde la tengo cargada sobre mi hombro ambos cubiertos de plumas después de la guerra de almohadas, que tuvimos en casa de sus padres...creo que esa foto la tomó Elizabeth.

Mi niña comienza a moverse de nuevo captando toda mi atención, acerco mis labios a su rostro y beso suave y lentamente sus cabellos, su frente, sus ojos, sus mejillas, su nariz, para luego llegar a su destino final sus cálidos y suaves labios, mi única intención era darle un casto beso pero mi niña se esta haciendo la dormida porque me atrae hacia ella besándome más profunda y apasionadamente poniendo en el todo su amor, lo que gustoso acepto y correspondo transmitiéndole todo mi amor también.

Después de una muy buena sesión mañanera de besos, decido muy a mi pesar que es hora de irme a la residencia para ducharme y preparar todo para ir a clases, además, de traer el desayuno junto con una sorpresa para mi amor.

 

—Mi niña debo marcharme al apartamento— anuncio con una sonrisa besando su frente, entonces se abraza más fuerte a mí, impidiendo que me mueva de su lado.

 

—No quiero que te vayas— se queja mi amor haciendo un delicioso puchero, que no dudo en besar.

 

—Amor, te prometo que no me tardare mucho— susurro en su oído sintiendo como se estremece.

 

—¿En serio volverás pronto?— pregunta con voz de niña chiquita.

 

—Lo más rápido posible amor— musito cerca de sus labios dándole un último beso antes de levantarme y ponerme la ropa, escuchando los suspiros de mi Lizzie.

 

—Bien a levantarse se ha dicho— dice saliendo de las sabanas.

 

—Amor, puedes dormir un rato más, todavía es temprano— declaro mientras me ato las deportivas.

 

—No nene, mejor así, recojo tranquilamente la habitación, termino de preparar las cosas que necesito para mis clases para luego disfrutar de una buena ducha, es mas, llévate mis llaves por si aún me encuentro en la ducha cuando regreses— menciona con una preciosa sonrisa en sus labios.

 

—De acuerdo— digo tomando sus llaves de la mesita y tirando de su mano para abrazarla y besarla antes de irme.

 

—Vuelve pronto amor— musita escondiendo su rostro en mi pecho.

 

—Siempre mi niña hermosa— susurro besando su frente para luego caminar rumbo a la puerta.

 

Nada más salir a la calle echo a correr lo más rápido que puedo llegando en pocos minutos a la residencia de estudiantes. Nada mas entrar en mi apartamento comienzo a desvestirme, la ropa vuela por toda la habitación, raro en mí, porque me gusta tener todo ordenado, pero tengo mucha prisa necesito regresar cuanto antes junto a mi niña; prendo el aparato de música y la primera canción que suena es una de las preferidas de mi Lizzie “Crazy” de Aerosmith. Mi chica era toda una rockera, le encanta la música rock tanto o igual que a mí, esa resultó ser otra razón más para enamorarme todavía más de de ella de lo que ya estoy. Me ducho rápidamente, me seco y me anudo la toalla envuelta en mi cintura, una vez  me lavo los dientes, salgo corriendo al armario donde tomo unos jeans negros junto con una camisa verde que le encanta a mi niña, tomo unos boxer junto a unos calcetines del cajón y me visto a velocidad inhumana; ni en los partidos voy a tal velocidad corriendo. Nada más terminar de colocarme las deportivas, me pongo la colonia favorita de mi niña, cojo las cosas para mis clases junto con las llaves del coche y me dirijo hacia la cafetería Roma donde compro unos croissants y dos capuchinos dobles, de allí me marcho a la floristería que hay a dos manzanas del campus y compro un ramo de rosas azules las preferidas de mi Lizzie; la señora se ríe por la prisa que llevo ya que no me espero a que me regrese las vueltas del dinero.

Diez minutos más tarde me encuentro estacionando en la puerta del edificio de las chicas y cual fue mi sorpresa al verla en la puerta esperándome. Nada más bajar del coche soy recibido por una sonriente y recién duchada Lizzie, la cual se lanza a mis brazos e inmediatamente la atrapo, beso su frente y ella hace lo mismo en mi barbilla.

 

—Te extrañe mucho nene— musita soltando un suspiro contra mi pecho.

 

—Yo también te eche de menos mi niña— susurro depositando un beso en su cabeza antes de soltarla.

 

—He comprado el desayuno amor— anuncio; mi niña me sonríe y da un paso hacía atrás para darme espacio.

 

—¿Qué trajiste?— pregunta curiosa tratando de ver por encima de mi hombro.

 

—Traigo croissants y capuchinos de la cafetería Roma— declaro y mi niña chilla emocionada arrebatándomelo de las manos.

 

—Nene eres el mejor, gracias— me dice depositando un beso en mi mejilla.

 

—Únicamente para ti mi niña—sonrío mientras saco el ramo de rosas azules del coche—. Para ti amor— le digo mientras le extiendo las rosas.

No sé porque, pero en este instante me siento un poco cohibido.

 

—Lo recordaste...muchas gracias amor...son preciosas— musita entregándome de nuevo los cafés para tomar las rosas acercándolas a su hermosa carita y oliéndolas con una preciosa sonrisa.

 

—Jamás podría olvidar algo amor—le digo tomando su mano y entrando al apartamento—¿Sigues sola?— acabo de recordar que Bella y Nessie habían quedado en venir temprano.

 

—Aha— responde poniendo los bollos en la encimera y colocando las rosas en un jarrón.

Me fijo en lo hermosa que está, con esos jeans azules y esa camiseta blanca de tirantes. Sin embargo la noto distraída y sin poderme resistir me acerco, y la abrazo por la espalda dejando un suave beso en su hombro.

 

—¿Qué sucede amor?— susurro con miedo de haber sobrepasado sus limites.

 

—Nada malo nene es sólo que...— se queda en silencio.

 

—Sólo qué mi amor...dime— le pido apretando mi agarre en su cintura.

 

—Anoche, hoy en la mañana...— se siente tímida para seguir contando.

 

—Tiene qué ver con los besos—suspiro—¿Te molestan?— pregunto tratando de separarme un poco no quiero incomodarla, pero mi niña me lo impide.

 

—Para nada, es todo lo contrario. Me encantan tus besos, pero temo estarme ilusionado— menciona con timidez.

 

—Sólo decirte que tus ilusiones son las mías mi niña, y haremos las cosas como tú quieras, a tu ritmo— le aseguro al mismo tiempo que la giro entre mis brazos para poder ver esos preciosos ojos azules verdosos, que tanto amo.

 

—Entonces podemos besarnos— dice a modo de pregunta con una hermosa sonrisa en los labios, que automáticamente me contagia.

 

—Claro todo lo que tu quieras amor, sabes qué adoro besarte— declaro sobre sus labios saboreando su sabor.

 

—Hay algo que quiero pedirte y espero no te moleste—suspira recostando su cuerpo sobre mi pecho—, de momento no me gustaría que los chicos no se enteraran. No me siento bien como para que sometan a un interrogatorio, y sabes lo pesados que son— menciona con un lindo puchero que deshago a besos.

 

—Será nuestro secreto mi niña—susurro en su oído—. Pero eso si, tendremos que encontrar cualquier oportunidad para estar solos, porque estar cerca de ti y no poder besarte será un martirio— escondo mi rostro en su cuello percibiendo su exquisito aroma.

 

—Por su puesto, el sentimiento es mutuo amor— musita contra mi pecho sintiendo como sonríe; levanto su mentón juntando nuestros labios en un tierno beso.

 

—Mi niña ¿Cuándo hiciste café y tortitas?— pregunto mientras coloco los bollos en una bandeja encima de la encimera junto a los capuchinos.

 

—Justo después de ducharme nene, no sabía que traerías el desayuno, pero les vendrá bien a Nessie y Bella cuando lleguen, seguro que no les dio tiempo a comer nada— asevera con una hermosa sonrisa sentándose enfrente de mí tomando un croissant de nata.

 

—Estás en todo amor, eres maravillosa—comento acercándome a su rostro y besando su nariz al mismo tiempo que limpio un poco de nata, que se le quedó en la punta de la nariz—. Por cierto te ves hermosa, me encantan como te quedan esos pantalones y que decir de la camiseta— muevo picaramente mis cejas antes de reír al ver su adorable sonrojo, y la vuelvo a besar.

 

—Tú también estás muy guapo, sabes que me encanta como te queda esa camisa verde oscura, además, estás muy sexy con ella por fuera del pantalón— afirma sonriendo coqueta consiguiendo que juntara nuestros labios de nuevo en un delicioso beso.

 

Y entre risas, besos y comentarios picaros terminamos el desayuno. Ahora que contaba con su autorización no quiero dejar de besarla, había extrañado horrores el poder tenerla entre mis brazos y deleitarme con sus besos durante estos casi seis horrendos meses que estuvimos separados.

Estamos apunto de besarnos de nuevo cuando escuchamos abrirse la puerta e inmediatamente tomamos asiento un frente al otro dando pequeños sorbos a lo que nos quedaba de capuchino. En cuanto las chicas junto con Edward y Jacob entraron a la cocina sus rostros eran alargados y con ojos de cachorro regañado; supongo que se debe a su retraso, así que les sonrío dándoles a entender que no hay problema alguno.

 

—Buenos días Vampirito— grita Lizzie corriendo a los brazos de su hermano.

 

—Hola mi brujita hermosa—saluda Ed atrapándola y besando sus cabellos al mismo tiempo que arrugaba su nariz—. Hueles a Justin— suelta juguetón.

 

—Normal, él llegó primero y me abrazó— dice mi niña encogiéndose de hombros y regresando a mi lado dando un trago a su capuchino.

 

—Amiga sentimos el no haber llegado antes— habla Nessie apenada.

 

—Nos sentimos fatal quedamos en venir temprano y mira que horas son—dice Bella afligida mirando a mi niña con ojitos de perrito abandonado.

 

—Tranquilas todo está bien, me encuentro perfecta— declara acercándose a ellas para abrazarlas, luego se gira hacia mí, y disimuladamente sin que nadie se percate me hace un guiño.

 

—Chicos de seguro no habéis comido nada— dice mi Lizzie y los cuatro asienten—. Amigas iros arreglar mientras que caliento todo para que desayunéis. Chicos ir poniendo la mesa— les ordena sonriente y rápidamente Bella y Nessie, desaparecen por las escaleras directas a sus respectivos cuartos mientras que Edward y Jacob preparan la mesa.

 

—Justin podrías echarnos una mano— sugiere Jacob, y justo cuando voy a levantarme mi niña se interpone.

 

—Jake no seas vago, sólo es poner cuatro platos con sus cubiertos y tazas, además, cuentas con la ayuda de mi hermano— le regaña divertida ocasionando las risas de Edward y mías.

 

—Y que hay de las tortitas, el sirope, el zumo, el café y el azúcar— refunfuña Jake como si fuera un enorme esfuerzo.

 

—Mira que eres quejica, esto me lo esperaría de Emmett pero no de ti— le digo entre risas a las que no tardan en unirse los hermanos.

 

—Es que estamos realmente agotados apenas descansamos ayer noche— explica Jake, justo cuando las chicas entran recién duchadas y cambiadas.

 

—¿Qué sucedió para que estéis tan cansados?— pregunta mi niña, y la verdad es que sus rostros muestran agotamiento.

 

—Chicos, no sabéis lo que pasó luego de que os marcharais— comenta Jake.

 

—Oh Jake que gran sabio eres, cómo supiste que nos no enteramos de lo que sucedió cuando no estábamos—bromea mi Lizzie haciéndonos reír a todos—. No te juntes mucho con tu hermano que te está contagiando sus tonterías— las risas en la cocina aumentan.

 

—Hey, no te burles— protesta riendo Jake antes de meterse un trozo de tortita en la boca.

 

—Ya en serio chicos, Jasper montó todo un espectáculo cuando llegó— declara como en broma Bella, pero noto un cierto matiz amargo en su voz.

 

—¿Qué ocurrió?— pregunta preocupada mi niña, que también percibe eso en la voz de Bella.

 

—Jasper regresó de su cita con varias copas de más y la cabeza llena de porquerías en su contra que nuestra querida prima se encargó de meterle en la mollera...Lo siento hermanita pero abreviando, las puso a las tres—señala a Bella, Lizzie y Nessie—, al mismo nivel que a Tanya y las primas, bueno para él, ellas son maravillosas y vosotras de lo peor— habla Edward con irritación en su voz.

 

—¡Qué hizo qué!— grita mi niña bastante enojada.

 

—No paro de llamarnos víboras, hipócritas, venenosas, envidiosas y no sé cuantas cosas más— manifiesta Bella con voz quebrada e inmediatamente Edward la abraza.

 

—¡Ese pedazo de idiota me va oír!— exclama enfadada mi princesa.

 

—Olvídate amiga, la justicia divina le llegó de golpe y porrazo— habla sonriente Nessie.

 

—¿Cómo?— pregunto interesado.

 

—Luego de que soltara todas sus mierdas, se llevó una cachetada de Bella, seguido de unos puñetazos en el estomago y en la mandíbula de Edward y Thomas, y después James le metió varios empujones—relata Nessie mientras hace gestos como si ella lo estuviera realizando—. Y para rematar cuando estaba subiendo las escaleras, a mitad del trayecto se equivocó de movimiento y acabó rodando por estas hasta acabar aterrizando en el suelo— Nessie se gira y se deja caer al piso en una posición de lo más extraña imitando a Jasper, y aunque lo que cuenta no es nada gracioso no podemos evitar reír cuando saca la lengua y voltea los ojos. Es una actriz increíble.

 

—Pero no os preocupéis se encuentra bien, sólo tiene dolor de cabeza por la resaca más que por la caída— añade sonriente Jacob mientras ayuda a su novia a incorporarse.

 

—Nos perdimos un buen espectáculo— dice mi amor sentándose en mi regazo, acerco mi rostro a su oído.

 

—Pero tuvimos uno mejor— susurro consiguiendo que mi niña suelte una risita haciendo que Edward me pregunte con la mirada que ocurre, y mi respuesta es encogerme de hombros.

 

—¿Por qué le pegaste a Jasper vampirito?— pregunta mi niña que no se le escapa ni una.

 

—Me apetecía boxear y me pareció mejor Jasper que el saco de arena— responde Edward sonriendo.

 

—Hermanito, no me quieras ver la cara de tonta— advierte Lizzie señalándole con el dedo.

 

—Nunca mi hermanita querida—sonríe—. Anda, no le des importancia— pide Ed mirando dulcemente a mi niña, que se cruza de brazos nada conforme con la respuesta.

 

—No vas a decírmelo— presiona mi amor haciéndome sonreír por el puchero de su rostro.

 

—¿Quieres qué te diga por que le golpeé?—gruñe perdiendo la paciencia—. Le aticé porque estaba hablando de más, insultándoos, y eso no lo puedo permitir, así que le cerré la boca— afirma mi amigo imitando el gesto de su hermana.

En poco tiempo se llamaran por sus nombres completos. Es de lo más gracioso presenciar las discusiones de los hermanos Masen; observo a los chicos y están aguantándose la risa.

 

—¡Mierda Edward!—grita golpeando la mesa—. Está bien—respira profundo—, como mi hermano al que tanto amo, no me tiene confianza para decirme las cosas, me veré en la obligación de preguntarle a Jasper—dice haciendo un mohín de lo más adorable pero sobre todo besable, si nos encontráramos solos.

 

—Mierda hermanita, no me pongas esa cara—suspira—. Qué es lo que quieres te diga, Japer salió con Alice y volvió con la cabeza llena de mentiras y de estupideces— murmura hastiado dejándose caer en el respaldo de la silla.

 

—Aha ¿Y cuáles eran esas estupideces?— inquiere mi niña sentándose de nuevo en mi regazo.

 

—Cuales van a ser, las que tiene nuestra estúpida prima en la cabeza— contesta Edward evasivo.

 

—Hermanito sé que Alice tiene la cabeza llena de la mierda de Tanya—dice mirándolo fijamente—, pero a que te refieres en particular— mira que puede llegar a ser testaruda.

 

—A las de siempre hermanita, qué sois unas cínicas, envidiosas y manipuladoras—dice encogiéndose de hombros, pues era consciente que eso siempre lo habían dicho. Menudo par de cabezones.

 

—Uhum...y esa es la razón por la que le pegaste—suspira fuertemente—Edward Anthony Masen, o hablas o iré averiguarlo por misma— oh mi niña está enojada.

 

—Brujita no vale la pena—dice ganándose una mirada de “no estoy jugando” y mi amigo suelta un suspiro de derrota—¡Maldita sea Elizabeth Tiffany Masen! Eres una testadura— gruñe pasándose sus manos por el cabello.

 

—Lo sé, pero me amas— declara mi niña como si nada acomodándose mejor en mi regazo.

 

—El comentó que Rosalie esta interesada en Justin y creía tener una oportunidad con él. Sin embargo apareciste de nuevo sólo para manipularle a tu antojo y que esté contigo—respira profundo—. Luego le pidió a Thomas que se apurara en conquistarte para así poder dejar a Rosalie el camino libre para poder estar con Justin— nos explica Edward con rabia al recordarlo. ¿Qué mierdas? En que cabeza cabe semejante estupidez —pienso—.

 

—Thomas sin dudarlo lo golpeó y le puso en su lugar— dice Jacob cuando nos quedamos en silencio asimilando todavía las palabras.

 

—Mierdaaa Edward, debiste llamarme para darle su merecido a ese miserable. Cómo se le ocurre que yo puedo andar con esa barbie plástica y hueca, dejando a mi niña que es la mujer más valiosa y maravillosa del universo— me levanto depositando con cuidado a Lizzie aun lado; la ira corre por mi cuerpo, y en este momento lo único que quiero es partirle la cara a ese idiota.

 

—¿Qué haces Justin?— pregunta mi niña que se apresura a tomarme de la mano.

 

—Iré a buscar a ese infeliz para que me diga en la cara todas las estupideces que anoche soltó por su boca—estoy furioso—. Te juro Lizzie que lo moleré a golpes por ofenderte e insinuar si quiera que yo te cambiaría por esa barbie superficial...Perdón mi niña sé que es tu prima...pero menuda arpía— declaro intentando controlar la furia que se extiende por mi cuerpo.

 

—Eso no fue nada Justin—menciona Jacob ganándose una mirada envenenada por parte de su novia, Edward y Bella.—¿Qué? Es mejor que se enteren por nosotros, que por cualquier comentario que escuchen ¿O no?—les mira y los tres asienten haciendo que Jake sonría en victoria—. Volvamos al tema, dijo que Lizzie te había abandonado como a un perro y que cuando se cansó de estar ofreciéndose a otros hombres, volvió y te recogió, y tú como perrito la seguiste— finaliza, y mi cuerpo arde en cólera, ahora si lo mato, maldito imbécil.

Abrace a mi niña para calmarme y no salir corriendo tras él y darle una buena paliza

 

—¿Qué mierdas estás diciendo Jacob Swan?— chilla Lizzie enfurecida.

 

—Lo que escuchaste hermanita. En pocas palabras, que tú eres una zorra y él un dominado— murmura entre dientes Edward.

 

—¡Mierda puta! ¡Ahora si lo mato! Ese pedazo imbécil no va insultar mi niña. Se va a tragar sus palabras junto con sus dientes por andar insultando—miro a Bella, que tiene sus ojitos llorosos—. Lo siento mucho Bella, se que es tu primo y que lo quieres como aun hermano, pero la persona en que se ha convertido, es una porquería que no vale nada— digo intentando apaciguar a mi monstruo interior.

 

—Lo sé Justin, recuerda que le di una bofetada por actuar como un idiota—habla Bella y dos lágrimas se desprenden por sus mejillas, inmediatamente mi niña como Nessie corren a abrazarla fuertemente.

 

—¿Qué tiene ese zoquete en la cabeza? ¿Cómo puede creer a Alice y todas sus calumnias de buenas a primeras?—suspira acariciando el cabello de Bella que sigue abrazada a ellas—. Conociéndonos perfectamente, en especial a Bella, que han convivido juntos desde niños— dice mi niña que está ardiendo de la rabia.

 

—Ese chico no es mi primo Lizzie, no reconozco a este Jasper—suspira—Alice lo tiene comiendo de su mano, y el muy idiota se deja— menciona con tristeza Bella recostando su cabeza en el hombro de mi niña.

 

—Amor, todo se solucionará. En algún momento Jasper se dará cuenta de su error— asevera Edward arrodillándose delante de ella, mirándola con mucho amor.

 

—Esperemos qué no sea demasiado tarde— comenta Bella acariciando la mejilla de Edward.

Nunca podré entender como el idiota de Jasper puede hacerle daño a Bella, que es una chica encantadora y que le ama como a un hermano.

 

—Chicos se nos hace tarde, debemos irnos— interrumpe Nessie mirando el reloj.

 

—Marcharos tranquilos, yo recojo esto en un momento— anuncia mi niña separándose de Bella para comenzar a coger las cosas de la mesa.

 

—Brujita deja eso para luego, llegaras tarde y es el primer día— dice Edward deteniéndola

 

—Tranquilo Edward me quedo con ella, he venido en coche así que llegaremos pronto— me apresuro a decir.

 

—Está bien, nos vamos. Cuídala amigo y pórtate bien brujita— declara Edward sonriendo de tal modo que casi puedo asegurar sospecha algo, consiguiendo que mi niña le saque la lengua antes de volver a lo que esta haciendo.

 

En el instante que los chicos salen por la puerta, mi niña corre a mis brazos sentándose ahorcajadas sobre mis piernas y me da un beso hambriento, que me toma de sorpresa, pero lo que me llama la atención es el sentimiento de temor que hay en el.

 

—¿Qué pasa mi niña?— pregunto una vez nos separamos y recupero el aliento.

 

—Por un breve momento sentí miedo—dice dándome otro beso en los labios—. Sé, que sonara estúpido pero por un segundo te imaginé con mi prima y sentí pavor de perderte de nuevo— esconde su rostro en mi pecho, forzándome a separarme lo justo para tomar su mentón obligándola a subir su rostro hasta que nuestras miradas se unen.

 

—Amor, fuiste, eres y serás, mi única dueña. Soy tuyo desde que nuestras miradas se cruzaron aquel día, te pertenezco en cuerpo, alma y mente—acaricio su mejilla—. Lizzie, no hubo nadie antes, mucho menos durante nuestra relación, y jamás habrá alguien después, porque para mí, eres tú o nadie— le aclaro con absoluta sinceridad, no quiero que se sienta insegura.

 

—Para mí es igual nene. Me arrepiento tanto de haberte alejado—suspiramos a la vez—. Te amo— responde haciéndome el hombre más feliz al escuchar salir esas palabras de sus labios.

 

—También te amo. Eres mi vida Lizzie— digo pegándola más a mí, para luego unir nuestros labios en una maravilloso beso, donde nos demostramos todo el amor que nos procesamos.

 

Nos besamos por varios minutos más hasta que el reloj no los permite, recogemos y ordenamos la cocina rápidamente no debemos llegar tarde el primer día, así que rápidamente nos montamos en el coche y en menos de diez minutos estamos en la puerta de su facultad donde me despido de ella con un beso en la frente y mi amor me corresponde con uno en la barbilla, al mismo tiempo que ambos articulamos un mudo te amo con los labios para luego dirigirme velozmente, pero flotando, a mi edificio esperando que las clases se pasen volando para estar de nuevo con mi niña.

 

En cuanto entro a mi primera clase, saludo a mis compañeros del año pasado contándonos como hemos pasado el verano y si habíamos podido realizar algún tipo de prácticas. Las clases de este día eran para conocer a los profesores que impartirían los temarios y hacer un breve repaso sobre lo que estudiaríamos este año.

 

—A por nuestro tercer año de medicina deportiva y fisioterapia, quien diría que lo conseguiríamos— exclama eufórico Lucas uno de mis compañeros de carrera cuando nos dirigimos a la última hora antes del almuerzo.

 

Y menuda sorpresa me llevo al encontrarme a Edward en está clase. En el momento que se percata de mi mirada me saluda sonriente indicándome que me siente a su lado.

 

—¿Qué haces en está clase?— pregunto confundido y él sólo se ríe.

 

—Este año compartimos tres clases, Microbiología, Anatomía Patológica y Cronobiología— me dice riéndose por la cara que debo tener.

 

—Genial, si no comprendo algo ya sé a quien acudir— declaro palmeando su hombro, y ambos rompemos a reír hasta que el profesor nos da una mirada de advertencia.

 

Cuando por fin termina la hora me despido de mis compañeros y me marcho con Edward hacia la cafetería charlando amenamente. En cuanto llegamos ya están la mayoría de los chicos allí, así que nos dirigimos directamente a la enorme mesa que han preparado, y que desde hoy se convertirá en la nuestra.

 

—Hola gente— saludamos ambos, y todos nos responden el saludo sincronizadamente haciendo que estallemos en carcajadas.

 

—Amor ¿Qué tal tu primer día?— le pregunta Bella a Edward dándole un beso en los labios.

 

—Genial, este año pinta ser muy interesante, además, de que comparto tres clases con mi amigo—responde codeándome juguetonamente, pero sin soltar la cintura de Bella.—¿Cómo te fue a ti amor?— le sonríe plantando un casto un beso en sus labios.

 

—Muy bien, las asignaturas son muy completas e interesantes— le comenta Bella mientras se marchan a por su comida.

 

Me entretengo un rato charlando con Stephan y Pared, que este año se unen al equipo después de haber realizado con éxito las pruebas de la semana pasada.

En se momento aparece riendo Kevin acompañado de Alec, el cual viene quejándose de dos de sus profesores.

 

-—Ya estás protestando el primer día, Alec— le dice entre risas Garret que viene acompañado de dos sonrientes Kate y Nessie.

 

—Si no lo hiciera no sería él— grita Elena que viene con su comida junto con una sonriente Marta, la cual va a la misma clase que Alec.

 

—Cállate futura enfermerucha, qué no sabes lo que ha pasado— gruñe Alec cruzándose de brazos y las risas resuenan en la cafetería.

 

—Vamos Alec tampoco ha sido tan grave— dice Marta una vez llegan a la mesa.

 

—Claro, como a ti el profesor no te ha cogido manía nada más verte—suspira—. Mejor me marcho a por mi comida— añade enfurruñado poniendo rumbo al buffet.

 

—Marta ya estás contando lo que ha ocurrido— ordena sonriente Kim que está sentada en la mesa.

 

—Espera que nosotras también queremos saber—chillan Jane y Maggie mientras ponen sus libros encima de la mesa dando paso al relato de Marta, el cual es de lo más divertido.

 

—Justin ¿No vas a comer?— cuestiona Emmett que viene con una bandeja repleta de comida, y seguro que luego irá a por más.

 

—Sí, ahora mimo voy, no te preocupes— contesto sonriendo a mi amigo, y James y Laurent se vienen conmigo ya que acaban de llegar. Mientras esperamos para pagar conversamos entre otras cosas sobre nuestras carreras y lo difícil que será este curso.

 

—Oye James ¿Dónde dejaste a Victoria?— pregunto divertida Kate una vez nos sentamos en la mesa.

 

-—Katherine me la raptó, con la excusa de que necesitaban tiempo de chicas—bufa—. Tienes una hermana perversa— sentencia mirando a Elena, que se encoje de hombros antes de soltar “No es nada nuevo”haciéndonos reír a todos.

 

—Justin, ¿Dónde vas con tanta comida?— cuestiona divertido Kevin señalando mi plato.

 

—No es solo para mí, sino para Lizzie también— respondo con timidez y los silbidos no se hacen esperar.

 

—Chicos aprended de Justin, mejor os iría— declara Irina y las chicas afirman con la cabeza mientras que los chicos solo bufan.

 

—No sigas así amigo, que cada vez nos costara más contentarlas— manifiesta Thomas originando risas de nuevo.

 

Los chicos se enfrascan en una amena conversación a la cual no presto interés por no parar de mirar fijamente a la puerta esperando que aparezca mi niña, un suspiro escapa de mis labios llamando la atención de Edward.

 

—Te dio duro el amor ¿Eh?— se burla sonriéndome.

 

—No tienes idea, bueno tal vez sí, porque pones la misma cara de idiota cuando esperas a Bella— argumento regocijándome al ver su mirada de chasco.

 

—Qué te puedo decir, el amor es así— me contesta encogiéndose de hombros y abrazando a Bella.

 

Estoy apunto de hablar cuando oigo el más maravilloso sonido, la risa de mi niña, que a los pocos segundos entra por la puerta del brazo de Diego que le susurraba algo haciéndola reír. Diego en cuanto me ve la carga como un recién nacido, y mi niña recuesta su cabeza en su pecho como si fuera un bebé.

 

—Menuda pareja, no tengo ni idea como pueden aprobar las asignaturas— bromea Nessie al observar a Lizzie y Diego.

 

—Supongo que en clase se comportaran y estarán muy calladitos— agrega divertida Elena.

 

—Elena por favor, qué hablamos de Diego y mi peke que no se callan ni debajo del agua— se burla James haciéndonos reír, pero mi vista no se despega de mi Lizzie.

 

—Me he encontrado desamparada y desvalida a está pequeña criatura por los pasillos. ¡Oh pobre! Estaba aterrada pues su príncipe se le ha perdido—nos explica Diego mientras mi niña finge estar llorando, todos los de la mesa no podemos parar de reír—. Encantadora criatura de los pasillos ¿Acaso se encuentra aquí tu príncipe?— le pregunta a Lizzie, que abre los ojos y le guiña para luego girarse hacia mí y sonreírme.

 

—Sí, noble caballero, mi príncipe está aquí— dice mi niña sonriendo mientras se baja de sus brazos para sentarse a mi lado recostando su cabeza en mi hombro.

 

—¿Este es tu príncipe?— pregunta Diego aparentando sorpresa—¡Mierda lo quería para mí!— Añade simulando enfado consiguiendo que toda la mesa vuelva a explotar en carcajadas.

 

—Lo siento amigo, pero este chico, tiene dueña— le digo mientras paso el brazo por los hombros de mi niña.

 

—Ni modo tendré que buscarme otro—sonríe.—¿Quién quiere ser mi príncipe?—pregunta al resto y un silencio sepulcral se instala en la mesa—. Nos peléis por mí, hay Diego para todos— agrega haciéndonos reír de nuevo. Con él es imposible aburrirte. Se acerca de nuevo a nosotros para susurrarle algo en el oído a mi niña, que al instante se sonroja mientras se incorpora para golpearle, pero Diego sale corriendo hacia al buffet gritando “Sabes que tengo razón pequeña criatura de los pasillos”.

 

—Eres idiota, ahora no pienso contarte nada— le chilla mi niña entre risas acomodándose de nuevo junto a mí.

 

—¿Qué fue lo que te dijo para que te pusieras como un tomate Lizzie?— pregunta Emmett, que a la hora cotillear no le gana nadie.

 

—Nada que te importe oso, son cosas nuestras, es privado—le contesta aún sonrojada para luego susurrarme—. Nene, lo que me ha dicho es que sabe que me muero por besarte, y siendo sincera tiene toda la razón— una boba sonrisa se instala en mis labios al mismo tiempo que la atraigo hacia mí, y beso su frente.

 

—También muero por besarte amor—sonrío erizando su piel—. No te preocupes, daremos con el momento oportuno— musito bajito para que solo ella me escuche.

 

—Dejar de cuchichear que es de mala educación, más si el resto no podemos enterarnos— se burla Laurent sonriéndonos picaramente.

 

—¡Vamos hablad! ¡Qué aquí no hay secretos!— apremia Bella muerta de risa, y todas las miradas de la mesa se enfocan en nosotros.

 

—¿Qué pasa?, ¿Por qué miráis todos a Lizzie?— interroga Diego sentándose con su bandeja de comida al lado de mi niña.

 

—Quieren saber que es lo que me dijiste antes de echar a correr— le contesta mi Lizzie pidiéndole ayuda con la mirada a lo que el asiente, se tienen mucha confiada y complicidad.

 

—Ah ¿Era eso?—sonríe travieso—. Sólo la recordaba que tuviera cuidado con nuestro profesor de perfiles criminales, que resulta ser un viejo verde al que le da igual la carne que el pescado— cuenta encogiéndose de hombros antes de ponerse a comer.

 

—¡Menuda decepción, esperaba algo mejor!— exclama Jared soltando un aburrido suspiro.

 

—Para ti no tiene gracia porque no has visto como le tiraba los tejos a tus compañeros— comenta tan tranquilo Diego y todos volvemos a reír.

 

—No me digas que intento coquetear contigo— inquiere Garret.

 

—En absoluto, no soy para nada su estilo, mi belleza no le atrae. En cambio Kevin, Stephan, Thomas, Emmett y tú, lo volveríais loco—declara Diego sonriente—. Si queréis os preparo una cita— añade levantando la cejas consiguiendo que todos rompamos en carcajadas menos Garrett, que no se esperaba para nada esa respuesta.

 

—Amor tranquilízate, que no iras a ninguna cita sin mí— le dice Kate a su novio abrazándolo.

 

—Diego ¿Dónde dejaste a Bree?— pregunta Nessie.

 

—Se fue a comer con sus padres, ya que mañana salen de viaje—le responde con una sonrisa y un guiño de ojo. —¿Qué tan cierto es el rumor de que te mudas?— me pregunta Diego cambiando radicalmente de tema.

 

—Tan cierto como que tenemos trabajo está tarde— contesto sonriendo mirando a Edward.

 

—Exacto—dice Edward girándose hacia él—, y estaremos encantados de todos lo que quieran echar una mano— sonríe.

 

—Encantado lo haría pero tengo un compromiso previo— se disculpa Diego sin querer entrar en detalles, pero al ver la sonrisa de mi niña me imagino que va a conocer a sus suegros.

 

—Suertudo Emmett, más cerveza y pizza para ti— dice riendo Kevin que le han puesto al corriente de todo en el desayuno, y Emmett no tarda en comenzar a deleitarnos con su bailecito.

 

—¡Señor que te hecho yo, para que me dieses un hermano así!— clama Bella mirando al techo haciendo que todos reventemos en risas, hace mucho tiempo que no me divierto tanto.

 

—Estaré ocupado pero trataré de acabar pronto para ir ayudaros, por lo menos en lo más importante— habla Diego sonriendo maliciosamente mirando a Lizzie, alguna travesura tienen planeada.

 

—¿Y qué es para ti lo más importante?— cuestiona Nessie adelantándose a los demás.

 

—Fácil, comer pizza y beber unas cervezas con mis amigos— responde riéndose y contagiándonos a todos con sus risas menos a Emmett, que de inmediato para su baile cruzándose de brazos y observándonos enfurruñado.

 

—Eres malvado amigo— le dice Lizzie aún recostada en mi hombro.

 

—Lo aprendí de la mejor— contesta Diego guiñándole un ojo, pero mi niña se hace la ofendida.

 

—Yo no soy malvada— exclama Lizzie haciendo un delicioso puchero que me incita a que lo bese, necesito de toda mi fuerza de voluntad para contenerme y no besarla frente a todos.

 

—¿Enumeramos las travesuras qué has hecho?— pregunta Diego contando con sus dedos, y mi niña esconde su rostro en mi cuello haciéndome cosquillas con su respiración.

 

—Simples travesuritas sin mala intención— se defiende mi amor.

 

—Ahora lo llamaremos así— le despeina el cabello con una mano haciéndonos reír a todos.

 

—Vosotros estos shows los ensayáis antes de venir, verdad— dice Bella riendo aunque más bien parece una pregunta.

 

—Somos pura espontaneidad. En poco tiempo nos darán un programa en la tele— bromea Diego.

 

—¡Mierda Diego, no tenemos representante!— exclama mi niña fingiendo horror.

 

—Puff, ahora nos tocara hacer entrevistas, menuda tortura— expresa Diego masajeando sus sienes como si estuviera agotado.

 

—Yo seré vuestro representante brujita, no hace falta que busquéis más— se ofrece serio Edward.

 

—Ni lo sueñes, seré yo, porque con mi porte y personalidad nadie es capaz de resistirse ¿Verdad peke?— declara James brincando en su asiento.

 

—Para nada chicos, el elegido soy yo— afirmo sonriente.

 

—Eso no puede ser—habla Elena poniéndose en pie con las manos en su cadera—Tú—señala a Edward—, ni tú—señala ahora James—, y mucho menos tú—me señala—pueden representar a Diego y a Lizzie, la mayoría de las discusiones familiares son a causa de problemas laborables, así que la representante seré yo, una persona neutral— finaliza su discurso de lo más contenta al ver que no la rebatimos.

 

—Así se habla amiga, los dejaste sin palabras— acota Jane abrazándola.

 

—Nosotras no pelearemos, seremos las asistentes personales de Diego y Lizzie— menciona Nessie señalando primero a Bella y después a ella.

 

—Claro que sí, dado que las asistentes saben todos los secretos y nosotras conocemos los de Lizzie, sólo nos faltan los de Diego y no será difícil, además, así no tienen porqué contárselos a un desconocido— manifiesta con convicción Bella.

Mi niña sonrojada esconde su cara en mi pecho mientras que a mí, se me escapa una risa al saber que Bella está equivocada, porque hay un secreto que no sabe, y que me encanta.

 

—Entonces Maggie y yo, seremos las maquilladoras y peluqueras—afirma Kate chocando sus manos con Maggie.

 

—Sólo quedamos nosotras cuatro. Sin embargo está solucionado, Kim será vuestra entrenadora personal—señala a nuestra amiga que se levanta y hace una reverencia—, Irina será vuestra estilista—la señala y está levanta sus pulgares—, y Marta junto conmigo nos dedicaremos al tema de publicidad— sentencia graciosa Jane mientras aplaude dando pequeños saltitos.

 

—Sí, contratadas, tendré a las chicas más guapas del campus para mí— grita eufórico Diego brincando en la silla logrando que nos tronchemos de risa.

 

—Mierda chicos, con todas las locuras que hacéis, como narices aprobáis las materias— niega Stephan con la cabeza simulando molestia.

 

—Es de lo más sencillo, somos la sabiduría andante— responde Diego con una sonrisa de oreja a oreja.

 

—Y sobre todo la humildad— se burla Jared llevándose una fulminante mirada de Lizzie.

 

—Ni caso pequeña, es todo pura envidia, darían lo que fuera para tenernos en sus clases— contraataca Diego al mismo tiempo que mi niña y el sacuden sus hombros con las manos, en señal de nos da igual y somos los mejores, consiguiendo que otra vez la mesa estalle en carcajadas.

 

—Sinceramente a mí me encantaría que estuvieseis en mi clase—sonríe fingiendo una enorme tristeza. —¿Nos interesa cambiar de carrera? Mira que la arquitectura es de lo más interesante— ofrece Alec poniendo un puchero de perrito abandonado haciendo que las risas aumenten.

 

La comida sigue entre bromas, comentarios de lo más graciosos y por supuesto con muchas risas, estamos hablando, bueno más bien los chicos se están burlando de como Stephan y Jared consiguieron pasar las pruebas para entrar al equipo de fútbol, cuando siento unas miradas fijas en nosotros, disimuladamente me giro y me encuentro al el trío de arpías acompañadas de la sabandija de Jasper observando a mi niña con odio, así que jalo a mi amor para sentarla en mi regazo, por supuesto no se niega sino que se acurruca en mi pecho.

 

—¡Oh chicos! Si no estaba tan lejos, sé que aman y que soy irresistible, pero no había necesidad de que desocuparan el asiento para tenerme más cerca— dice Diego saltando de inmediato a la silla donde estaba Lizzie.

 

—¡Oh mi amado caballero! Es que no puedo estar sin ti—dice mi niña—, necesito las risas en mi vida si no me muero— sonríe con carita angelical, que derrite hasta a la persona más fría.

 

—¿Y yo qué?— pregunto aparentando enfado.

 

—Amor, a él lo necesito en mi vida, sin embargo tú, eres mi vida— musita bajito en mi oído haciendo que mi corazón se hinche de felicidad.

 

—Genial ahora soy el bufón— se queja Diego cruzándose de hombros.

 

—Nada de eso, eres el amigo gracioso al que todos aman— declara Lizzie acariciando con dulzura su cabeza, ocasionando que Diego comience a ronronear como un gato y la mesa entera volvamos a reír.

 

—Me voy a poner celoso brujita— habla Edward poniendo un puchero, que Bella besa de inmediato.

 

—Hey, no beses a mi hermana delante de mí— le regaña Jacob con una sonrisa burlona.

 

—Déjalos en paz Jacob Swan o no me vuelves besar— le reprende Nessie consiguiendo que pierda el color.

 

—Cuñado entendiste bien lo que te dije verdad, puedes besar a mi hermanita cuantas veces quieras, después de todo es tu novia— se retracta Jake ganándose un beso de Nessie.

 

—Miedoso— le grita Emmett, y en un despliegue de madurez Jake le saca la lengua.

 

-—Gracias cuñado, sólo esperaba tu permiso para poder hacer esto— dice Edward cargando a Bella y sentándola en su regazo para plantarla un voraz y apasionado beso no apto para el publico; los silbidos tanto por nuestro grupo como por el resto del comedor no se hacen esperar.

 

—Trío venenoso a las diez en punto— murmura entre dientes James señalando con la cabeza hacia el buffet.

 

—Y vienen con su fiel protector— susurra con coraje Laurent refiriéndose a Jasper.

 

Me quedo pensando en que tanto miran y están esperando para marcharse hacia su habitual mesa, entonces me fijo en sus “compañeras” mejor dicho sirvientas colocando la mesa como si estás fueran de la realeza, menuda vergüenza.

El momento de la verdad ha llegado, era hora de poner las cosas en claro a esa gentuza; de inmediato me levanto con mi niña en brazos y se la entrego a Diego, quien la recibe con una sonrisa al mismo tiempo que abre sus brazos.

 

—Ven amor mío, sabía que te sería imposible vivir sin mí— menciona mientras la sienta en su regazo consiguiendo que la enorme mesa estalle al completo en carcajadas.

 

—Vuelve pronto— me susurra mi niña y le guiño el ojo, después miro a Diego para que no la suelte. Ambos sabemos lo impulsiva que es, y no me agradaría que la dijeran alguna estupidez.

 

—¿Dónde vas?— me pregunta Alec al percatarse de mi acción.

 

—Tengo que aclarar ciertas cosas— le contesto sin entrar en detalles, aunque todos saben lo que ocurrió.

 

—Voy contigo— afirman varios chicos de la mesa, entre ellos Thomas.

 

—No chicos, vosotros ya tuvisteis vuestra oportunidad, ahora me toca a mí— sentencio con voz firme.

 

—Vaya que sí— alega Thomas con una sonrisa acariciándose los nudillos.

 

—Ahora déjenme a mí, no permitiré que nadie le falte el respeto a Lizzie— manifiesto con la sangre hirviendo.

 

—Wow peke, tu propio caballero de brillante armadura—se burla James con una sonrisa, que me dice dales caña, a lo que asiento.

 

—Mierda, esto sí que no me lo pierdo— declara Jacob acomodándose mejor en su silla, y pasando su brazo por los hombros de Nessie.

 

—Ni que lo digas hermano ¿Habrá palomitas de maíz?—pregunta Emmett asomándose—. Cualquier espectáculo es mucho mejor con palomitas, da igual sean dulces o saladas— sonríe travieso marcando sus hoyuelos.

 

—Emmett, para ti hasta contar los coches que pasan por la calle, es mejor con palomitas de maíz— dice Bella ocasionando la risa de todos.

 

—¿Necesita un escudero caballero de brillante armadura?— pregunta Alec situándose a mi lado, sonrió negando con la cabeza.—Mierda yo que quería verlo desde primera fila— se queja marchándose a su sitio, donde se deja caer en la silla.

 

—Vuelvo enseguida mi niña— le digo besando su frente.

 

—Te espero nene— susurra besando mi barbilla.

Escucho un suspiro colectivo, me vuelvo y me encuentro a las chicas desparramadas en sus asientos como si estuvieran desmayadas, y a sus parejas abanicándolas.

 

—Joder Justin, ahora todas estarán detrás de ti— apunta Laurent aparentando estar disgustado.

 

—Lo siento pero este caballero tiene dueña— digo guiñándoles el ojo logrando que rompan en carcajadas, oigo susurros por su parte pero los ignoro, tengo unas alimañas que aplastar.

 

—Hola capitán— ronronea Rosalie flirteando conmigo; tanto su voz como sus insinuaciones me provocan nauseas, paso de ella enfocándome en Jasper.

 

-—Quiero hablar contigo “amigo”— digo con una falsa sonrisa.

 

—Tú me dirás— murmura con voz temblorosa y más, cuando de reojo mira a la mesa donde están mis amigos.

 

—Solamente quiero dejarte en claro algunos puntos acerca de mi vida privada, qué por cierto no es de tu incumbencia pero como osaste opinar sobre ello, no me queda de otra que ponerte las cartas sobre la mesa—respiro profundo—. Punto número uno, según comentaste Rosalie está interesada en mí y deseas que ambos seamos felices. Te explico, por mucho que ella quiera estar conmigo, lamento decirte, que no estoy ni estaré interesado jamás, en una mujer superficial y hueca que se alegra de la desgracia ajena y usa a las personas a su antojo—mi tono de voz era elevado pero quiero dejar en claro que entre la barbie y yo nunca podrá existir absolutamente nada—. Vamos con el punto número dos, amo a Lizzie desde la primera vez que la vi, siempre lo he hecho y lo haré, si bien nuestra relación está en un breake, eso no quiere decir que piense en otra persona; sino habido nadie antes que ella, como te atreves a pensar que podrá haber alguien después, es mas, dudo mucho que pueda llegar a existir una mujer que le llegue si quiera a los talones, y mucho menos, que sea capaz de captar mi atención—ellos sólo me observaban con las caras pálidas principalmente Rosalie—. Punto número tres, sé que hay alguien más interesado románticamente en mi niña, sin embargo te aclaro, esa persona por mucho que desee estar con Lizzie no puede, porque sabe que ella jamás amará a otra persona que no sea yo, nos pertenecemos y sobre eso no hay nada que se pueda hacer ¿o si? Mi amigo—Jasper abre los ojos en el momento que me refiero así a Thomas, pues sabe perfectamente bien a quien aludo—no hagas caras extrañas, mi amigo, mantuvo una charla conmigo y sabes qué, decidió ser feliz con alguien que quiere y lo quiere aceptando la situación, si él que la ama lo admitió, tú que no tienes vela en este entierro no tienes absolutamente nada que opinar—inhalo aire de nuevo—. Punto número cuatro, y este espero que tu cerebro lo capte tan bien o más que los anteriores. Nadie, absolutamente nadie, tiene permitido faltarle el respeto a mi niña, es mas, ni siquiera mirarla mal. Sé, todo lo que dijiste anoche, palabras que no pienso repetir porque jamás me referiría a mi Lizzie así, todo lo que dedicaste a Lizzie, Bella y Nessie, voltea a tu lado para que te des cuenta que esas palabras son perfectas para ellas, a las que defiendes—señalo con la mirada a Rosalie, Alice y Tanya—. Es una verdadera lástima que por promesas de las que no me interesan para nada los detalles que te haya hecho Alice, creas todas las idioteces que salen por su boca, pensé que eras más inteligente pero obviamente me equivoque; en serio no logro entender que creas lo que te cuentan de Bella, que es tu prima, y la conoces de toda la vida y para colmo te atreves a insultarla sabiendo que ella te ama como a un hermano, mierda si alguien me quisiera como ella te quiere a ti, la protegería y defendería de arpías venenosas malintencionadas, que se mueren de envidia por querer tener lo que ella tiene, pero allá tú, es tu vida y son tus decisiones, sólo te recuerdo que estás cambiando el oro por nada, porque estás...mujeres no valen ni un penique— finalizo mi discurso esperando que recapacite, pero por su mirada sé que no hay nada que hacer.

 

—Justin no sé que te dirían, pero Jasper seguro que no quiso decir...— comienza a decir Alice pero la callo con la mirada —claro y yo soy Nathan Archibald el actor de Gossip Girl— está se cree que soy tonto.

 

—Alice no te metas que para ti también hay. Mira pequeña, jamás en tu vida intentes ni si quiera respirar el mismo aire que Lizzie, Bella y Nessie, lo contaminarías con tu hedor, estás tan podrida por la envidia que das pena, precisas de culpar a otros de tus propios errores y difamar para hacer creer que eres “la buena”, “la victima”, cómprate una vida y deja de ser una sanguijuela que se alimenta de las vidas ajenas—  ratifico dejándola en claro que sus caritas y palabras nunca me convencerán.

 

—A mi hermana no le faltes al respeto Justin, puedes ser el capitán del equipo, además, de gustarme, es mas, te aseguro que soy mucho más mujer que Lizzie y te lo puedo comprobar cuando quieras— suelta Rosalie, no sé, si en defensa u ofreciéndose como si estuviera en una subasta.

 

—Escuchaste lo que dijiste ¿Pensaste al menos las palabras que salieron de tu boca? Para qué pregunto si se la respuesta—suspiro negando con la cabeza—No, no porque, no puede pensar alguien que no tenga cerebro; en realidad estás defendiendo a tu hermana o te estás ofreciendo como una mujerzuela, digo porque es confuso; pero te lo aclarare, espero que por lo menos tengas dos neuronas en es cabecita para que lo entiendas. Si le hablo así a tu hermana es porqué ella dio pie a que lo hiciera en el momento que difamó a mi niña y a sus amigas, y créeme en mi cabeza quedaron atoradas muchas palabras que quería decirle, pero que vosotros no tengáis la educación para deteneros, no quiere decir que yo no la tenga. No obstante para que tengáis una idea de lo que pienso sólo recuerden todas las ofensas que han dicho y multiplíquenlas por cien, y eso, es lo que vosotras sois para mí—inhalo profundo para lo que sigue a continuación—. Ahora sobre lo que has mencionado de ser más mujer que mi Lizzie, permíteme dudarlo completamente, seguro que tienes muchísima más experiencia que ella y cómo no, si cada uno de los hombres que han estado contigo te han enseñado cosas nuevas. Felicidades estás apunto de hacer tu doctorado— me expreso esperando que su mente lo haya comprendido.

 

—¿Qué quieres decir con eso?— pregunta Tanya, la hueca mayor.

 

—-Es verdad lo siento, su escasez neuronal les impide entender. Permíteme te aclare, si cada hombre con el que ha estado, le hubiera entregado un granito de arena, en este instante el Sahara estaría en una terrible carencia— le explico como si fuera una niña pequeña, y los rostros de las tres palidecen

 

—¡No te permito que les faltes al respeto!-— exclama indignado Jasper poniéndose frente a mí, con aires de protector.

 

—Jasper no puedo faltarles algo que no tienen, si ellas mismas no hacen nada por respetarse, no pueden exigir que los demás lo hagamos...Además, fuisteis vosotros lo que comenzasteis con las ofensas, y te lo repito, no voy a tolerar que de la boca de alguien, me da igual de quién sea, una injuria en contra de las chicas, y mucho menos en contra de Lizzie, porque se las vera conmigo— aseguro acercándome demostrando que no le tengo nada de miedo.

 

—Eres un idiota capitanucho de cuarta, que se deja manipular por ese nido de arpías ¿Quién te asegura que el tiempo que estuvisteis separados, Lizzie no brinco de cama en cama?— escupe con veneno Jasper, y todo se vuelve rojo en ese momento, y antes de poder procesar la acción mi puño se estrella contra su cara haciéndolo caer como boxeador noqueado.

 

—¡Jamás, en tu miserable vida vuelvas a faltarle el respeto a mi Lizzie!, ¡Ni si quieras te atrevas a mencionar su nombre porque lo manchas con toda la mierda que traes! Esto es nada más una advertencia Jasper, si me entero que sigues calumniando a mi niña o a cualquiera de las chicas, estaré más que encantado de enviarte hacerle una visita al hospital mas cercano, y estarás tan agradecido de estar allí, que querrás quedarte muuucho tiempo— exclamo furioso pero sin levantar la voz no pretendo montar un escándalo, estoy tan concentrado en calmarme para no zurrarle, que no siento a los chicos del equipo acercarse hasta que Brad se pone a mi lado.

 

—Necesita ayuda Capitán— inquiere sonriendo fanfarronamente Brad, entonces miro hacía atrás, y el resto de los chicos tienen golpeando con el puño la otra mano en claro signo de amenaza.

Somos una gran familia, si te metes con uno, te metes con todos. Sin embargo está es mi guerra.

 

—Por el momento no merece la pena chicos, no obstante si escuchan que alguno de ellos o de sus amigos—señalo con la mirada primero a Jasper y a las tres víboras para luego enfocarla en sus amigos y amigas—, siguen difamando algo en contra de mi chica o sus amigas tienen barra libre para hacer lo que les plazca, sé de ante mano lo imaginativos que son— declaro sonriendo al recordar ciertas cosas que han hecho, bueno como diría mi niña, pequeñas travesuritas sin importancia.

 

—Amigo ¿Y nosotros qué?— me pregunta gritando Edward desde la mesa donde todos los chicos están en la misma posición que mis compañeros de equipo.

 

—Dejemos las cosas como están, de momento ya han sido advertidos y con suficientes testigos para que después no vayan llorando diciendo que se les ataco sin razón, son conocidos por los que lanzan la piedra y esconden la mano. Sin embargo se acabó, no consentiré ninguna injuria más contra mi niña o mis amigos, en su vida los vuelvan a insultar o tendrán que atenerse a las consecuencias, y les aseguro que para nada serán agradables— garantizo totalmente serio para que vieran que no me estoy tirando ningún farol.

En ese instante me percato que las nuevas amistades de Jasper hacen acto de presencia colocándose en posición de ataque.

 

—Jasper y las chicas no están solos “capitán”—escupe la palabra como ofensa Félix, un idiota que intentó entrar el año pasado en el equipo y por supuesto no lo consiguió. Desde entonces siente un profundo odio por mí—. Si se atreven a tocar un sólo pelo a las chicas que sepan que tienen quien las defienda— me mira desafiante esperando que me amedrente, y lo único que recibe de mi parte es una cínica sonrisa.

 

—Nunca en mi vida he tocado, ni tocaré a una mujer con intención de lastimarla y mucho menos golpearla, cosa que no se puede decir de alguno de vosotros, pero hay formas y son igual o más efectivas que los golpes— asevero sin desviar mi mirada de la suya.

 

—En tal caso capitán solo prevenirles que si atacan no seremos tan pasivos como para sentarnos a observar— me asegura Demetri dando un paso al frente como queriendo intimidarme.

Menudo idiota siempre a la sombra de su amigote Félix.

 

—Eso jamás lo esperaría, después de todo sois unos caballeros...sería una lucha justa, según vosotros— manifiesto con aburrimiento.

 

Sobre advertencia no hay engaño capitán— afirma Royce, él que faltaba.

Nunca más cierto el dicho “Dios los crea y ellos se juntan”.

 

—Lo mismo va para vosotros, una sola palabra contra mi chica y entonces sabrán quien soy, no seré para nada benévolo a la hora de defenderla— le aseguro amenazante.

 

—Claro con tus compañeros de equipo a tu servicio cualquiera es valiente— apunta Jasper acomodándose la mandíbula.

 

—No recuerdo que alguien del equipo aparte de mí, te haya tocado cuando caíste al suelo—sonrío burlón para luego cambiar a una expresión dura—. Jasper me basto y me sobro para defender a la mujer que amo, de ti y de todos los que dicen ser tus amigos— confirmo retándolo con la mirada.

 

—¿La mujer qué amas?—pregunta Rosalie en un susurro—¡Ella te dejo!— exclama indignada.

 

—Exacto la mujer que amo, y me puede dejar mil veces que siempre estaré esperando su regreso, porque jamás existirá nadie que se la pueda igualar. Mi Lizzie es única y si no quiere estar conmigo, ten por seguro que tú, serías la última mujer sobre la faz de la tierra con quien quisiera estar. Es mas, si no estoy con mi niña, preferiría irme a un monasterio y convertirme en monje, porque para mí, no hay otra mujer por la que valga la pena disfrutar de ser un hombre en toda la extensión de la palabra— revelo viendo como Rosalie y Alice, palidecen al mismo tiempo que su mirada transmite la envidia que sienten al saber que como siguieran así, nadie las amaría incondicionalmente nunca.

 

—Te tienen bien cogido por las pelotas— se ríe Tanya ante su comentario señalándome con su manicura rosa.

 

—Y te digo una cosa, me encanta que así sea, porqué estoy en manos de la mejor mujer del mundo, que digo del universo. Una que no usa manipulaciones, ni calumnias, ni chantajes, para tener un hombre a su lado, y que tampoco tiene que andar como un perro callejero arrastrándose para ver que migajas de cariño puede recoger. Mi niña es perfecta, y por ello soy más que feliz de que me tenga agarrado por las pelotas como has mencionado— le cuento sólo una milésima parte de la maravillosa mujer que es mi amor.

 

—Ja, ja, ja, ja—ríe sarcásticamente María captando mi atención, en realidad ni me he dado cuenta de que esta aquí, al igual que la copia barata de Tanya, Renata, limando sus uñas como si fuera lo más importante del mundo.

 

—¿Algo gracioso?— cuestiona Tanya enviándole una mirada envenenada.

 

—Sí, nunca imagine que el capitán del equipo de fútbol americano, le gustara ser un dominado— contesta como si fuera algo extraño estar enamorado, está chica es tonta.

 

—¿Y eso qué tiene de malo?—suspira mi amigo—. La chica del capitán es muy linda y encima sabe de fútbol— comenta Nathan, un compañero del equipo mirando a mi niña y guiñándole ojo.

Todos mis compañeros desde que la conocieron sintieron un gran cariño por ella.

 

—¿Y es tan necesario para salir con un jugador de fútbol?— pregunta Renata devorándose a los chicos con la mirada.

 

—Querida, si te interesa salir con un futbolista es indispensable que sepas de que trata el juego. No sólo por ser animadora y poneros esos trajecitos y brincar...nos tendréis a vuestros pies, menuda tontería. Además, gran parte de las animadoras entienden sobre el juego, en cambio hay otras que no saben ni cual es el balón—sonrío mis compañeros siempre a mi lado —. Además, ella es perfecta para el capitán, bonita, inteligente, le encantan los deportes y sabe mucho de fútbol. Es la mujer que todo hombre desea tener a su lado— habla sonriente Jhonny que aprecia mucho a Lizzie, de hecho hemos vistos muchos partidos juntos.

 

—Gracias Jhonny—chilla mi niña—, te acabas de ganar las cervezas y puede que hasta la pizza— le sonríe dulcemente.

 

—¿Comerás conmigo mientras vemos algún partido?— pregunta emocionado Jhonny.

 

—Claro que sí, además te reto haber quien es capaz de comer más pizza— le contesta mi niña con una maravillosa sonrisa que ilumina toda la cafetería; mi corazón se hincha de alegría al notar que toda esta mierda no la está afectando.

 

—Celulítica— escupe Rosalie ocultándolo como si tuviera tos; encima cobarde.

 

—Mierda Jhonny, yo también quiero pizza y cervezas para el próximo partido, además con Lizzie y las chicas es más divertido porque no se andan quejando y comiendo hierba como los conejos— le grita divertido Stephan desde la mesa haciéndonos a reír a todos.

 

—Entendí perfectamente lo que dijiste Rosalie, y debo decirte que mi niña tiene de celulitis lo que tu de cerebro...o sea nada— aclaro.

 

—Por favor, antes de que te des cuenta con todas las porquerías que ingiere estará gorda y fofa— insiste Alice mirando con asco a las chicas.

 

—La amaría exactamente de la misma manera, tenga el físico que tenga, cosa que no puedo decir de vosotras. Mi niña es bella por dentro y por fuera, sin embargo les aseguro que amo más su belleza interior, su pureza y nobleza. En cambio ustedes señoritas, lo único que poseen es su físico, algo que no es suficiente, porque por dentro están podridas de envidia, odio, rencor, y vanidad, y por mucho que mi amor engordara ¿Cómo dijiste Alice? Así gorda y fofa, valdría su peso en oro comparada con vosotras— refuto cansado de sus tonterías.

 

—Justin, te estas pasando de la raya— me avisa Jasper que esta rojo de coraje y con sus puños y dientes apretados, pero manteniendo la distancia entre nosotros. ¿Pasándome de la raya?, ¿A caso no se acuerda de como trato a las chicas ayer? Será imbécil.

 

—¿En qué aspecto?— pregunto haciéndome el inocente.

 

—En que no paras de insultar a las chicas— murmura Jasper entre dientes pasando del rojo al morado y viceversa, parece que le va a dar algo en cualquier momento.

 

—¿Yo?—cuestiono aparentando no saber de lo que habla—. Jamás le faltaría el respeto a una mujer, injuriándolas o diciéndolas palabras malsonantes, si te pones ha recapitular todo lo que anteriormente he mencionado, te darás cuenta que lo único que he hecho es defender a la mujer que amo y dejar bien claro que preferiría morir solo y célibe que estar con una mujer superficial— termino de decir encogiéndome de hombros.

 

—Vamos hombre, deja de mentir, no has parado de llamarlas huecas, zorras, envidiosas, mentirosas y no sé que más. Eso de toda la vida son insultos— declara Santiago, otro de los nuevos amigos de Jasper, al menos este es buena persona y no va de prepotente, lo malo son sus amistades.

 

—Perdón—digo con ironía—. Sólo quise constatar los hechos y explicar ciertos puntos, y como ha eso he venido aclaro antes de volver con mi niña y dejar de perder el tiempo con vosotros—inhalo profundamente—. Jasper, que sea la última vez que insultas a mi niña o cualquiera de las chicas o te las veras conmigo, el golpe que te di, tómalo como una pequeña advertencia de lo que puede pasar, ah y si cualquiera de mis compañeros te parte la cara no eches la culpa a las chicas o a mí, será por tu estupidez y por no pensar las cosas dos veces antes de hablar de ellas, sea bueno o malo. Alice, por favor cómprate una vida y deja de estar entrometiéndote en las ajenas, en serio deja a Lizzie y a las chicas fuera de tu veneno o se te puede volver, y sabrás lo que es probar de tu propia medicina. Y Rosalie por favor, no digas, ni si siquiera insinúes que existe la más mínima posibilidad del algo entre nosotros, eso sería como querer remover agua con aceite. Yo solo amo y amaré a mi niña, así que no pierdas tu tiempo, ni nos hagas perder el nuestro teniendo que aclarar que eso sólo existe en tu imaginación— repito mis palabras por última vez o al menos eso espero.

 

—No entiendo porque demonios la defiendes tanto, yo estoy dispuesta a todo por ti mientras que esa no te da ni la hora, y allí vas, tras ella como un perrito— murmura llena de rabia Rosalie.

 

—¿Estás segura de ello?—le pregunto enarcando una ceja—. Rosalie, cómo te lo dije antes y te lo vuelvo a repetir por un décima vez, le pertenezco a ella, estemos o no en una relación, y no puedas afirmar o negar algo simplemente porque no estas las 24 horas de los siete días de la semana con nosotros. Limítate a opinar sobre las cosas que tengas certeza absoluta, si no muérdete la lengua—reitero aburrido—. En serio espero que hayan comprendido la advertencia y que no la echen en saco roto; ahora me marcho, mi amor, me espera—observo a Gianna que ha estado de lo más incomoda con todo esto, le sonrío y ella me devuelve una triste sonrisa—. Gianna, en nuestra mesa hay un lugar para ti ¿Vamos?— ofrezco ganándome una sincera y agradecida sonrisa de su parte mientras se acerca a mí; estiro mi brazo invitándola a que se agarre lo que hace de inmediato, los chicos en la mesa no paran de silbar y vitorear.

 

—Capitán no vemos más tarde, y acuérdate que estamos para lo que necesites— menciona Brad palmeando mi hombro.

 

—Gracias por todo chicos— les agradezco sonriente.

 

—Somos una gran familia capitán, siempre protegiéndonos y cuidándonos— declara Nathan antes de que se retiren de nuevo a su mesa; cuentos con unos magníficos amigos y compañeros.

 

—Te traigo a tu chica amigo— le digo a Thomas sonriente una vez llegamos a la mesa.

 

—Gracias, pensé que tendría que ir por ella— me responde rodeándola con su brazo.

 

—Gracias por todo Justin— me dice Gianna apenada.

 

—Por nada amiga— declaro extendiendo mi mano y ella la estrecha con gusto; siento un cálido y familiar cuerpecito rodearme.

 

—Eres el mejor nene—menciona acercándose a mi oído—. Muero por besarte— susurra haciéndome estremecer.

 

—Todo por ti amor— musito en su oído para luego besar su frente, y como es costumbre ella me besa en la barbilla.

 

—Definitivamente me hicieron falta las palomitas, el espectáculo estuvo super— asegura Emmett chocando su puño con el mío.

 

—Y lo mejor de todo, gratis, en vivo y a todo color. Ese derechazo fue de repetición amigo— alaba Laurent haciendo mímica como si lanzase el puñetazo.

 

—Se fijaron en las caras de todos, las barbies parecían que explotarían y los chicos parecían que querían saltar encima de Justin—relata Jake con ojos brillantes—. Estaba apunto de ir ayudarte— ríe abrazando a Nessie.

 

—Lo más gracioso de todo fue cuando se acercaron los del equipo, perdieron el color, es mas, creí que se desmayarían— dice Alec entre risas.

 

Me siento en mi lugar de nuevo, colocando a mi niña en mi regazo donde rápidamente se acomoda recostando su cabeza en el hueco de mi barbilla.

 

—A mí, lo que más me gusto, es que en ningún momento les gritaste sino que te mantuviste en calma y arrasaste con todos— me felicita Bella.

 

—Gracias, es lo menos que podía hacer, tenía que dejar las cosas claras por si se les ocurría regar el rumor de que podía haber algo entre Rosalie y yo— declaro moviendo mi cuerpo simulando tener escalofríos, logrando que todos rían.

 

—Eres mi ídolo amigo—sonríe Edward con malicia—, mira que voltear todas sus palabras de modo que ellas fueran las que salieran insultadas. Gracias por defender a mi brujita y a las chicas— me guiña el ojo en signo de camaradería.

 

—Nada que agradecer Ed, sabes lo que significa para mí y es lo menos que podía hacer— confirmo acariciando el cabello de mi niña.

 

—De verdad amigo, lo que sucedió es digno de ver en repetición, sobre todo las caras de las chicas cuando volcabas las palabras que decían en su contra— afirma James con mirada soñadora.

 

—Yo sé, de uno, que en su móvil tiene guardado todo, desde el principio hasta el final— asevera sonriendo Diego al mismo tiempo que mece su móvil frente a nosotros.

 

—¡A qué estás esperando! ¡Quiero verlo otra vez!— exclama entusiasmada Nessie mientras aplaude.

 

—Ahora si podrá haber palomitas— ratifica Emmett brincando como un niño.

 

—Lo siento señores, pero para poder disfrutar de está producción de tan alta calidad y con un actor de gran categoría, deberán primero abonar su ticket— anuncia sonriente Diego antes de guardarse rápidamente el teléfono en el bolsillo.

 

—Dinos de una maldita vez, qué es lo que quieres para que podamos verlo de nuevo— exige Kevin con el ceño fruncido.

 

—Primero he de hablar con mi socia—sonríe mirando a Lizzie—, para ver cual es la oferta que más nos interesa— comenta Diego encogiéndose de hombros.

 

—Tenéis hasta mañana a la hora del almuerzo para entregarnos vuestras propuestas— añade mi niña chocando sus manos con Diego.

 

—Con lo mucho que os queremos y los perversos que sois con nosotros— protesta Emmett poniendo un puchero al mismo tiempo que recuesta su cabeza en el hombro de Marta.

 

—Wow el osito está mimoso— se burla Jared.

 

—Tranquilo hermano oso, que hoy tendrás a tu perrito— recuerda Jacob logrando que rompamos en carcajadas.

 

—Cielos—dice Bella de golpe recostándose sobre el pecho de Edward—¿Era hoy cuándo íbamos a ir por el perro?—pregunta y todos asentimos—. Mierda, pues creo no poder ir, los profesores nos han puesto muchos deberes parecen que no quieren perder el tiempo, chicos lo siento pero me es imposible ir ayudaros con la mudanza y menos ir a comprar el perro— nos sonríe con disculpa.

 

—A nosotras también—dice Nessie señalando a Kate y luego a ella—. Ni que lleváramos dos semanas de clases, está noche me tendré que quedar hasta las tantas— suspira enojada.

 

—Amor, si quieres puedo ir ayudarte así terminaremos pronto y luego vamos hacer la mudanza—sonríe poniendo un dedo en los labios de Bella antes de que hablara—. Antes de que empieces a protestar pensando que tendré tarea que hacer, te informo de que lo único que hemos hecho ha sido repasar lo del año pasado y ver el temario nuevo, y seguro que en las próximas dos clases será lo mismo, además, una de ellas me toca con Justin—mi niña le mira sorprendida—. Este año compartimos tres clases— explica Edward depositando un beso en el cuello de Bella.

 

—¿Cómo es que tienen clases juntos?— me pregunta curiosa mi niña.

 

—Porqué hay tres asignaturas, que son obligatorias para ambas carreras— le aclaro antes de besar sus cabellos.

 

—Menuda suerte Bella, tienes ayuda— dice Nessie poniendo un puchero, que derrite a Jake.

 

—Cariño no te preocupes que te echaré una mano así terminaremos rápido— le comunica Jake consiguiendo que Nessie sonría y bese sus labios dulcemente.

 

—Chicos, me queda bastante por recoger, mejor quedemos a una hora en concreto y así podrán realizar sus actividades tranquilamente— sugiero, no quiero que dejen de lado sus obligaciones.

 

—Tengo una idea—suelta de repente Edward. —¿Qué les parece que quedemos a las cinco en el apartamento de Justin?— propone y los chicos de la fraternidad asienten en acuerdo.

 

—Nosotros no tenemos nada de tarea, hemos conocido a los profesores y hemos estado comentando lo que será el temario de este año, si quieres puedo ir ayudarte a embalar—se ofrece mi niña—, más tarde me será imposible echarles una mano, tengo cita con Arizona, mi psicóloga— sonríe dando un trago al café, que ha comprando mientras que yo, hablaba con Jasper y compañía.

 

—Brujita, entonces quedamos a las cinco en el apartamento de Justin y de allí nos vamos al psicólogo— declara mi amigo siempre preocupado y cuidando a su hermanita.

 

—Vampirito está vez no será necesario, Arizona me pidió tener una sesión a solas— anuncia mi niña con tristeza en sus ojos, y la abrazo más fuerte.

 

—Y si necesitas qué este a tu lado cuándo salgas— inquiere Edward preocupado.

 

—Relájate vampirito, te prometo que si no me siento bien, no conduciré y te haré una llamada para que me vengas a buscar— le dice sonriendo dulcemente

 

—Puedes telefonearme a mí también amor, no importa la hora que sea siempre estaré para ti— le susurro al oído para luego besar su cabeza.

 

—Peke cuenta con nosotros para lo que precises— se apresura a hablar James, que quiere a mi niña como si fuera su propia hermana.

 

—Tranquilos chicos, estaré bien, no tenéis nada de que preocuparos— menciona brindándonos una preciosa sonrisa y besa mi mejilla antes de incorporarse para darle un beso y un abrazo a su hermano, dando por zanjado el asunto.

 

El almuerzo continua con conversaciones de todo tipo en la que las risas y bromas no faltan. Quedando diez minutos para que terminase nuestra hora y media de receso, tomo la mano de mi niña y nos despedimos del resto antes de acompañarla a clase, ya que Diego no acudirá por el compromiso que tiene.

 

—A las cinco donde Justin— grita Edward sobre el barullo de la cafetería.

 

—Siiii— chillamos a coro antes de retomar cada uno su rumbo.

 

Durante el camino hacia su siguiente clase, mi niña no para de lanzarme miradas cómplices a las cuales sonrío abiertamente, me siento tan dichoso que mi mente vaga a la noche anterior y a está mañana, tan sumergido estoy en mis recuerdos que no me entero de nada hasta que siento un fuerte tirón de mi mano y un empujón que pega mi espalda a la pared ¿Dentro del cuarto de limpieza? Antes de poder preguntar que sucede los brazos de mi niña están rodeando mi cuello y su boca sobre la mía sorprendiéndome, pero rápidamente respondo su beso con la misma intensidad mientras mis brazos rodean su pequeña cintura pegándola lo más posible a mí, nuestras bocas danzan en una sincronía única, el sabor de su lengua en la mía es de los más embriagador y delicioso, sus manos se meten por el cuello de mi camisa tocando mi piel y mis manos se introducen bajo su camiseta tocando su tersa y suave piel; el beso comienza a volverse más demandante, más voraz, deseándome quedar así para siempre, pero por desgracia la necesidad de respirar se hace indispensable y nos obliga a separarnos lo necesario para seguir disfrutando de dulces, suaves, y pequeños besos; no puedo evitar morder su labio inferior antes de besarla apasionadamente de nuevo, me siento en las nubes, hace tanto tiempo que no me siento tan vivo, tan feliz....al separarnos ella suelta una risita nerviosa.

 

—¿Qué ocurre amor?— musito abrazándola y mi niña esconde su rostro en mi pecho

 

—Nunca me creí capaz de hacer algo así— susurra haciéndome sentir las vibraciones de su cuerpo al reírse.

 

—Me encanto que lo hicieras, desde que te vi entrar en la cafetería he querido hacerlo—beso su cabello—. Gracias por cumplir mi deseo— menciono levantando su rostro para besar sus cálidos y carnosos labios.

 

—Estaba deseando besarte, no podía, ni quería aguantar más tiempo—suspira—. Te amo, nunca deje de hacerlo— confiesa acariciando mi pelo.

 

—También te amo mi niña, eres mi vida ahora y siempre— digo acariciando su mejilla y besando su frente.

 

—Es hora de ir a clase— declara mi niña mirándome con picardía.

 

—Creo que sí—menciono con pesar mientras me asomo para comprobar que no hay nadie por los pasillos, no quiero que mi niña pase vergüenza—. Bien podemos salir sin problemas— sonrío antes de besarla de nuevo, luego de volver a comprobar que el pasillo sigue vació, tomo la mano de mi niña y riendo salimos abrazados rumbo a su clase.

 

Al llegar a su clase nos encontramos con la puerta cerrada, mi niña da unos tímidos toques y la áspera voz del profesor responde con un adelante.

 

—No son horas de llegar señorita Masen— manifiesta enojado el profesor una vez mi niña hace acto de presencia.

 

—Lo siento profesor, no volverá a suceder— contesta mi niña con un lindo puchero, que es tan irresistible que hasta el profesor cae bajo su hechizo.

 

Esta bien señorita Masen, pero que sea la última vez, tome asiento y que uno de sus compañeros le ponga al tanto por donde íbamos— le ordena el profesor, disimuladamente mi niña se gira y me da un guiño, que respondo rápidamente antes de atravesar el campus corriendo velozmente para llegar a mi clase.

 

Gracias a que corro bastante rápido consigo llegar a tiempo, lo malo es que me encuentro bastante fatigado.

En cuanto entro al salón lo primero que veo es a Edward mirándome con una sonrisa burlona, mierda, no me acordaba que está clase la comparto con él; me señala la silla vacía a su lado, mierda, seguro me va interrogar.

 

—¿Qué sucedió amigo? ¿Por qué llegas tarde?— me pregunta con doble intención una vez me siento a su lado.

 

—Al venir me encontré con el entrador, que me retuvo durante varios minutos, así que no me quedo de otra que echar a correr para poder llegar a tiempo— digo intentando parecer indiferente para que se creyera mi patética excusa.

 

—Ah, pues debiste chocar con algo o alguien, ya que traes los labios hinchados— me dice enarcando una ceja.

 

—No tengo idea de que hablas, será a causa de la carrera que me metí— declaro mientras hago que busco algo en la mochila.

 

—No te preocupes hermano, vuestro secreto está a salvo conmigo— menciona divertido guiñándome el ojo de manera cómplice.

 

—No sé de que hablas— respondo encogiéndome de hombros.

En ese momento el profesor se gira llamando nuestra atención sobre lo escrito en la pizarra, uff de la que me salve. El resto de la clase se pasa volando, nos despedimos con un, “luego nos vemos” y sonrisas burlonas por su parte antes de poner rumbo a mi siguiente clase, pero antes de llegar soy interceptado en el pasillo por uno de mis compañeros, el cual me informa que el profesor no ha venido y que tenemos la hora y media libre, así que aprovecho para ir a mi apartamento y comenzar a embalar.

 

Una hora y cuarto más tarde tengo más de la mitad de mis pertinencias recogidas en varias cajas, y casi toda la ropa guardada en varias maletas, pero no puedo seguir ya que tengo que pasar a buscar a mi niña, y eso es lo primordial.

Cinco minutos más tarde me encuentro estacionando justo enfrente de su facultad, no me da tiempo a entrar a buscarla, ya que mi niña llega antes a mi encuentro abrazándome firmemente.

 

—Te eche mucho de menos— susurra inhalando fuerte mi aroma.

 

—También te extrañe amor, no te imaginas cuanto— musito besando su cabello.

 

—Vamos por mi coche por favor, lo necesito para ir con Arizona— dice separándose un poco para unir nuestras miradas.

 

—Claro mi niña, sube— contesto girándome para que se suba a mi espalda, y ella sin dudarlo trepa de un salto y caminamos así hasta el coche escuchando su risa, que es un canto celestial para mis oídos, la dejo apoyada sobre el capo del coche mientras abro las puertas.

 

—Nene, pero si no te gusta que nadie se recuesta en el— me recuerda sonriendo confundida.

 

—Sólo puedes hacerlo tú amor, de hecho debo hacerte una foto en el— le digo con un guiño tomando su mano para ayudarla a subir.

Como tiene la capota puesta aprovecho para besar sus labios rápidamente mientras abrocho su cinturón.

 

—¿Lista?— pregunto sonriendo una vez entro en el coche y me pongo el cinturón.

 

—Contigo siempre— me responde haciendo latir mi corazón desenfrenadamente mientras arranco el coche para dirigirnos al apartamento, al cual no tardamos nada en llegar; de hecho los chicos ya están allí, lo saludamos y mi niña sube rápidamente las escaleras.

 

—Mucha prisa brujita— chilla riendo Edward cuando la ve correr hacia su cuarto.

 

—Demasiada, recuerda que tenemos que embalar bastante antes de las cinco— le grita de vuelta desde su cuarto.

 

—¿A esa hora es tu cita verdad?— pregunta gritando de nuevo Edward, y todos reímos por la charla que están teniendo a gritos.

 

—A las cinco y media. En cuanto lleguen me voy— dice mi niña bajando las escaleras con ropa más cómoda y una mochila.

 

—Se muda Justin o tú— comenta pícaro Jacob, quien se gana una colleja de Bella.

 

—El que se muda es Justin, sin embargo no iré a la cita con mi psicóloga con estas mallas y con está vieja camiseta, llevo ropa para cambiarme— le explica como si fuera un niño.

 

—Y por qué no te vas lista desde aquí— inquiere consiguiendo que todos le diésemos una mirada de ¿Eres tonto? Te lo acaba de explicar.

 

—En serio Jake no te juntes más con Emmett, que ya se te está pegando la tontería— declara Edward logrando que rompamos en carcajadas.

 

—Cariño veras—le aclara Nessie como si estuviera hablando con un bebé—, si se lleva la ropa para su cita puesta, se le ensuciará toda al mover las cajas y guardar las cosas, es por eso que la ropa que lleva ahora es más vieja y cómoda para trabajar— le sonríe acariciando su cabello.

 

—Ah, vale ya entendí— afirma sonriendo al mismo tiempo que asiente con la cabeza.

 

—Chicas, os llamo nada más salir para que estéis listas cuando venga a recogeros—les dice mi niña abrazándolas—adiós lobito—sonríe a Jake—te quiero vampirito— agrega antes de tirarles un beso volado y salir por la puerta.

 

—Hasta luego chicos— me despido en general para luego seguir a mi Lizzie hasta su coche, donde caballerosamente le abro la puerta, una vez entra cierro su puerta y me dirijo hasta mi coche antes de ponernos rumbo a la residencia de estudiantes.

 

Una vez llegamos a mi apartamento en la residencia, mi niña se quedo asombrada al ver la cantidad de cajas que hay apiladas con la mayoría de mis cosas.

 

—¿Tenías prisa?— pregunta con una traviesa sonrisa pegándose a mí.

 

—Sí, por estar contigo— digo abrazándola.

 

—Creo que deberíamos embalar— dice con los ojos brillantes como un niño que planea una travesura.

 

—Y lo haremos—acerco mis labios a los suyos—, después— susurro antes de estampar mis labios con los suyos en un beso de lo más apasionado. Su boca se abre dándome acceso, en el momento que nuestras lenguas se encuentran una lucha comienza, no por dominar, más bien por saborear, su sabor es embriagador, único y amo sentirlo, sus labios son mi más grande adicción puedo pasar pegado a ellos siempre.

 

—¿Esto es lo que haremos?— cuestiona picara apretándose más a mí.

 

—Todo el tiempo que tú quieras— declaro sonriente apenas nos separamos unos segundos antes de volver a su boca está vez besándola sin tregua alguna. Nuestras lenguas exploran cada rincón de nuestras bocas sin dejar de saborear y acariciar un solo recoveco de ella, cada caricia, cada beso, cada toque, logran que nuestros cuerpos vuelvan a sentir esas maravillosas sensaciones dormidas, pero no olvidadas.

 

—Justin...nene...no pares...por...favor— consigue hablar entre besos.

 

—No te imaginas todo lo que te he extrañado, y no tienes idea de cuanto te necesito— confieso contra la piel de su cuello mientras lo beso.

 

Sus brazos van a mi cuello del que se cuelga sin distanciarnos un milímetro, la alzo en brazos sujetándola por su magnifico trasero y sus piernas se enrollan en mi cintura haciéndonos sentir el placentero roce de nuestros sexos; con ella en brazos comienzo andar acariciando con una mano toda su espalda y con la otra posada aún en su trasero

 

Nada más sentarla en el posabrazos del sofá me situó entre sus piernas besando y mordiendo su cuello dulcemente, sus labios regresan en busca de los míos, su sabor y cercanía me hacen arder de pasión por ella, deseo amarla, poseerla, no he estado con nadie desde que terminamos y no sentí nunca la necesidad de estarlo, pero con mi niña aquí, su olor, su calor, su sabor, me hacen perder la cordura; sus manos siguen enredadas en mi cuello acariciando y dando pequeños y suaves tirones de pelo haciéndome estremecer por completo, mis manos acarician la piel de su cintura tibia y suave. Si muriera en este momento seria feliz por haber tenido de nuevo a mi niña entre mis brazos. De pronto separa sus labios de los míos.

 

—¡No!—exclamaconectando nuestras miradas y rápidamente retiro mis manos de su piel, sin embargo vuelve a tomar mis manos para colocarlas de nuevo en su cintura, logrando que la mire confundido—. No pienses en eso—enarco una ceja sin comprender—. Casi puedo leer tu mente diciendo “puedo morir feliz” te conozco demasiado bien nene, y esto es sólo el principio— musita pegándose más y creando una maravillosa fricción entre nuestros sexos haciéndome soltar un gemido. Mi niña me va a matar.

 

—Amor, no podría morirme cuando tengo tanto que vivir contigo— declaro besando la parte sensible de su cuello, recibiendo un delicioso gemido de su boca.

 

—Oh...nene...oh...— dice echando su cuello hacia atrás para darme mejor acceso.

 

—Te amo tanto mi niña— susurro en su oído antes de morder el lóbulo de su oreja.

 

—Quiero sentirte amor— musita acariciando mi pecho hasta llegar a los botones de mi camisa desabrochándolos rápidamente para quitármela; seguido baja lentamente sus manos por mi pecho volviendo a subir hasta mi cuello para atraerme con necesidad a su rostro, y unir nuestros labios en profundo y apasionado beso.

 

—Necesito sentir tu piel amor— susurro en su cuello notando como se estremece.

 

Mis manos acarician codiciosamente sus costados hasta llegar al borde de su camiseta haciéndola desaparecer al mismo tiempo que mis labios atrapan los suyos devorándonos mutuamente; las manos de mi niña bajan palpando cada parte de mi pecho, deteniéndose a dar pequeñas caricias justo debajo de mi vientre logrando que mis jadeos se escuchen por toda la habitación.

 

—Ahh...mi niña...me...vas...a matar...haciéndome eso—musito en su oído mordiendo el lóbulo de su oreja—. Sabes que me fascina— jadeo.

 

—Me encanta poderte hacer todo lo que te enciende— susurra mordiendo mi labio y tirando de el de manera sensual, consiguiendo que mi miembro crezca más si es posible.

 

Mis manos rápidas y concisas acaricia toda su piel hasta llegar a su sujetador del que en un segundo se deshacen, roce sus pechos suavemente logrando que sus pezones se endurezcan con el toque de mis dedos; en un movimiento involuntario la espalda de mi niña se arquea obligándome a tumbarla en el sofá e invitándome a su cuerpo, lo que aprovecho sin dudar recorriéndolo con mis besos, mi niña no para de gemir, enreda sus dedos en mi pelo dándole pequeños tirones al mismo tiempo que me empuja mi cabeza contra sus senos, que no los dejo ni un segundo, el derecho lo estoy torturando con mi boca dándole pequeñas lamidas al rededor de su pezón para luego chuparlo con ganas dejando que mi lengua jugara, mientras que el izquierdo no para de recibir suaves caricias y pequeños tirones en su pezón.

 

—Just...tin...ahhh...por favor— me suplica, pero quiero saborearla lentamente, hemos estado mucho tiempo separados, y pretendo hacerla disfrutar al máximo.

 

—¿Por favor qué mi niña?— pregunto mordiendo su otro pezón, tirando delicadamente de el, para luego levantar mi vista y deleitarme con la belleza de mi mujer—. Eres preciosa amor— digo antes de atrapar sus labios en un apasionado beso, donde nuestras lenguas danzan al unísono disfrutando de cada rincón de nuestras bocas.

 

Con un pequeños besos me voy separando de sus labios para depositar tiernos besos por sus mejillas, bajando a su barbilla, y sigo hasta su cuello, donde me entretengo regalándole pequeños mordiscos y besos para después retomar mi camino de besos, por sus hombros, clavícula, sus preciosos y redondos pechos, entreteniéndome lamiéndolos, chupándolos, y acariciándolos, notando como mi niña se retuerce de placer; de su boca salen incoherencias, y sus deliciosos gemidos, que son música celestial para mis oídos: sigo con mi recorrido bajando lentamente, besando y mordiendo, cada trozo de su cálida y suave piel hasta llegar al borde su pantalón, del cual mis manos se deshacen rápidamente dejándola solo con un diminuto tanga color lavanda, que me pide a gritos que lo arranque; mi niña gime y respira con dificultad mientras sus manos se dedican a recorrer mi espalda con suavidad, haciendo que levante mi mirada para observar a mi hermosa mujer, que me regla un traviesa y excitada sonrisa.

 

—Sé lo que quieres— afirma coqueta mirándome con ojos llenos de amor.

 

—¿Y qué es?— pregunto pasando mis dedos por el borde su tanga.

 

—¡Arráncalo!— exclama excitada al notar las yemas de mis dedos acariciar su intimidad por encima del tanga.

No hace falta que lo repita, llevo mis dientes al lugar exacto y de un tirón están fuera de su cuerpo.

 

—Mi Lizzie eres preciosa—- musito antes de atacar sus labios en un beso ansioso y pasional; su lengua y la mía inician una lucha enzarzada de la cual salgo vencedor, mientras mis manos tocan y rozan cada parte de su piel haciéndola vibrar con mis caricias.

 

En el momento que nuestras bocas se separan comienzo el recorrido hacía mi destino final, bajando lentamente por su cuello con un reguero de besos, muerdo delicadamente el hueso de su clavícula ganándome un maravilloso gemido, sigo mi camino hacia sus magníficos redondos y rosados pechos, que tanto amo, devorándolos con mi boca y acariciándolos con mis manos, sigo descendiendo por su terso vientre, el cual beso con adoración —algún día susurro— imaginándolo redondeado, se verá más que hermosa cuando llegue el momento; no me detengo a pensar, mi meta está cerca, puedo olerla, casi puedo sentir su sabor, sigo más y más abajo sin dejar de besar su piel; separo sus piernas y veo el brillo de su excitación, paso mi nariz recorriéndolo y sintiendo el calor que emana; mis labios dan pequeños besos consiguiendo que mi niña gima cada vez más alto, y entre gemidos suelte un lloriqueo de desesperación; de inmediato mi lengua alcanza ese punto húmedo y caliente ganándome un grito de placer por su parte, mi lengua no para de lamer, succionar y chupar, notando como mi niña se humedece cada vez más, así que con mi lengua comienzo hacer pequeños círculos, sus manos se coloca en mi pelo dándome pequeños tirones empujándome contra ella; introduzco uno de mis dedos en su interior moviéndolo sincronizadamente con mi lengua, no tardo en introducir otro dedo escuchando los gemidos de mi niña, y como su cuerpo se retuerce de placer, no le doy tregua ninguna mis dedos entran y salen de ella al mismo tiempo que mi lengua no para de lamer, chupar, y succionar; cuando noto que esta a punto de venirse disminuyo el ritmo, y un gruñido se escapa de su labios.

 

—Por favor...nene...por favor— suplica casi sin aliento.

 

—Dime amor— susurro sobre su intimidad, y la vibración de mi voz la hace retorcerse.

 

—Más...amor...más...— implora moviendo sus caderas y empujando mi cabeza contra su intimidad, accedo a su pedido aumentando el ritmo e introduciendo un tercer dedo haciendo movimientos circulares al mismo tiempo que mi lengua lame, succiona, y da pequeños mordisquitos, siento como su cuerpo se convulsiona hasta explotar en un delicioso orgasmo, el cual disfruto saboreando y limpiando todos su fluidos para luego incorporarme y contemplar su rostro; es una imagen tan hermosa, que ni el mejor pintor sería capaz de plasmar; sus ojos cerrados, una maravillosa sonrisa en sus labios, su sedoso cabello revuelto, su piel sudorosa y rosada...

 

—¿Qué haces amor?— susurra extasiada y con una hermosa sonrisa.

 

—Disfruto contemplado a la mujer más maravillosa, preciosa, y fascinante, del firmamento— declaro acariciando su mejilla.

 

—Ahora, es mi turno de deleitarme con el hombre más maravilloso del mundo— dice con una sonrisa levantándose de un salto y lanzándose a mis brazos.

 

—Sabes que soy todo tuyo amor, y puedes hacer conmigo lo que desees— susurro besando dulcemente sus labios.

 

—¿En serio?— pregunta sonriente con voz picara.

 

—Completamente amor— digo besando de nuevo sus deliciosos labios.

Mi niña me empuja hacía atrás dejándome semiacostado en el sofá, con una traviesa sonrisa sube gateando hasta ponerse ahorcajadas sobre mí, juntando nuestros desnudos torsos haciéndome estremecer.

 

Sus pequeñas manos acarician suavemente mi pecho subiendo bajando por mi estomago hasta el borde de mis jeans, para subir de nuevo lentamente tocando mis abdominales al mismo tiempo su boca esta devorando pausadamente mi cuello logrando hacerme gemir fuertemente.

 

—Amo el sabor de tu piel, no tienes idea cuanto deseaba poder recorrer tu cuerpo con mis besos— susurra sensual antes de morder el lóbulo de mi oreja para luego descender con sus besos por mi cuello, mientras sus manos no paran de recorrer mi pecho con sus caricias.

 

—Amor...por...favor— suplico; lame mis labios antes de adentrarse con pasión en mi boca para que nuestras lenguas dancen al unísono degustando cada rincón de nuestras bocas.

 

—Despacio nene quiero saborearte enterito— susurra besando mi mandíbula y bajando hasta mi cuello, donde me da unos pequeños mordiscos volviéndome más loco de lo que estoy. Sigue su recorrido de besos por mi pecho entreteniéndose en mis pezones, lamiéndolos, mientras sus manos no dejan de acariciar todo mi torso.

 

—Mi niña...me...estás...ahh— intento hablar, pero mi voz se atora en mi garganta haciéndome gemir intensamente, cuando con un movimiento sus manos están dentro de mis pantalones acariciando mi miembro.

 

—Dime nene—sonríe sobre mis labios sin dejar de acariciar mi miembro con sus delicadas manos—. Este es mi destino amor, pero quiero disfrutar de todo esto—musita acariciando con su otra mano mi abdomen y pecho, el cuello y mis labios—, antes de llegar al postre— sonríe.

Mierda sólo con sus palabras va a provocar que me venga.

 

Comienza su tortuoso recorrido bajando lentamente, y sus pequeñas manos, y su lengua dejan mil y una sensaciones en mi piel, poniéndola de gallina; su boca esta en mi abdomen mientras que sus manos desabotonan mis jeans, levanto mis caderas para que saque mis pantalones, que gracias al cielo los saca junto con mis boxers; mi miembro salta feliz al verse liberado; mi niña se lame sensualmente sus labios al observar la gota preseminal que marca mi nivel de excitación. Mierda es una imagen tan erótica. Se arrodilla entre mis piernas, mi respiración se acelera de anticipación, y sin dejar de mirarnos a los ojos va descendiendo poco a poco hasta que sus suaves manos acarician mi miembro de arriba abajo con movimientos suaves y constantes, llevándome a la locura.

 

—Cielos nene…no recordaba que fueras tan enorme— dice antes de besar la punta de mi pene, no puedo responder, su boca y sus caricias, me tienen perdido.

 

En el momento que introduce mi miembro en su boca empezando a succionarlo de arriba abajo, y de abajo arriba, al mismo tiempo que aprieta mis testículos sin darme tregua, hace que perdiera el control y agarre su pelo, estoy que me derrito de placer y apunto de estallar en un orgasmo arrebatador, y la imagen ante mi es tan erótica, que no hay palabras para describir todas las emociones que recorren mi cuerpo, mientras mi niña me sigue devorando.

 

—Amor....—susurro sin aliento—princesa...me vuelves loco...no creo que...— pero antes de poder terminar de hablar succiona fuerte rebasando mi límite, haciéndome explotar en mil pedazos corriéndome en su boca mientras grito su nombre; mi niña limpia todo con su lengua sin dejar perder ni una gota, seguido sube hasta mis labios fundiéndonos en dulce y tierno beso lleno de amor, al separarnos ambos sonreímos satisfechos y mi niña recuesta su cabeza en mi pecho.

 

—Te amo— susurro cuando encuentro mi voz, acariciando su espalda desnuda.

 

—También te amo, amor— dice dejando un beso en mi pecho.

 

—Creo que debemos empezar a llenar algunas cajas— sugiere sonriente mi niña.

 

—Tienes toda la razón, pero no quiero— contesto agachándome para unir nuestros labios en un beso, que pensé fuera puro, pero la proximidad y la desnudez de nuestros cuerpos lo convierten en uno pasional y demandante, tanto que sus manos como las mías comienzan su tan conocido y amado recorrido.

Estoy apunto de girarnos, cuando el sonido del teléfono nos hace pegar un salto, cayéndonos del sofá, quedando yo abajo y dándome un fuerte golpe en el trasero. Ambos reímos a carcajadas y como puedo extiendo la mano tomando el teléfono.

 

—Dígame— respondo agitado a causa de las risas.

 

—¡Hijo!—- exclama mi madre al otro lado de la línea.

 

—He...hola mamá— titubeo, es la persona que menos esperaba.

 

—¿Qué pasa corazón, estás bien?— pregunta mi madre y una sonrisa se forma en mi rostro. Ja, más que bien.

 

—Si mamá, sólo que estamos recogiendo mis cosas para poder mudarme— contesto, ya que estaba enterada porque está mañana se lo había comentado a mi padre cuando hablamos.

 

—Oh, cariño, no quiero entretenerte, sólo quería saber que tal te fue en tu primer día— menciona con ternura.

Amo a mi madre es la persona más buena y dulce que conozco, seguida muy de cerca de Elizabeth.

 

—Perfecto mamá, este año comparto tres clases con Edward— digo risueño mientras sigo acariciando la espalda de mi niña.

 

—Me alegro corazón, ah ¿Viste a Lizzie?— pregunta con interés, desde que conoció a mi niña, la amó como a una hija.

 

—Sí mamá, esta aquí ayudándome a embalar— respondo sonriente.

 

—Qué alegría corazón, salúdala de mi parte. Bueno te dejo para que termines, da recuerdos a los chicos, besitos hijo, te quiero— habla con un deje de tristeza, sé, que me echaba mucho de menos, más ahora que mi hermano mayor se marchó a vivir con su novia.

 

—También te quiero mamá, saluda a papá y cuidaros mucho, besos— me despido colgando el teléfono y mi niña rompe en risas.

 

—¿Ayudándote a embalar?— cuestiona sonriendo picaramente.

 

—Sí, eso es lo que viniste hacer ¿no?— le digo acorralándola sobre la alfombra, pero de nuevo un tono de música en su móvil nos interrumpe.

 

—Lo siento amor, me encanta estar contigo pero acaba de sonar la alarma, debo arreglarme para acudir a mi cita con Arizona— dice mi niña colgando su móvil, siempre tan previsora.

 

—Hum, así que tenias planeado seducirme— menciono travieso pasando mi nariz a lo largo de su cuello y mandíbula hasta llegar a su oído.

 

—Mum—ronronea—siendo sincera tenía planificado robarte muchos besos— gime bajito cuando muerdo el lóbulo de su oreja.

 

—Me encanta esa idea, sin embargo lo que hicimos fue mucho mejor— digo riendo, y me abraza fuertemente.

 

—Me fascinó, te extrañaba tanto ¡Qué idiota fui al separarme de ti!— susurra, pero noto tristeza y dolor en su voz.

 

—Amor, hay que dejar el pasado atrás—hablo dulcemente uniendo nuestras miradas—. Por favor mi niña, te prometo que más tarde hablaremos del asunto, porque ahora debes asistir a tu cita—acaricio tiernamente su mejilla—. Te amo y me amas, eso es lo que verdaderamente importa, el resto es insignificante— mi preciosa chica me regala una sonrisa antes de rozar nuestros labios.

 

—Te amo, pero por desgracia el tiempo corre, y me tengo que arreglar— dice dando un salto y mostrándome su glorioso cuerpo desnudo.

 

—Vamos al dormitorio— anuncio cargándola por sorpresa y corriendo hacia al cuarto.

 

—Justiiiiiiiin— grita entre risas golpeando mi espalda.

Nada más llegar la bajo y deposito en sus labios un rápido beso acallando su replica.

 

—Amor, me encanta que grites mi nombre pero en una situación diferente— digo ganándome su risa y una nalgada.

 

—Nada de eso amor, tenemos que ducharnos—mi mente se llena de deliciosas imágenes de nosotros en la ducha—. Sé, lo que piensas amor y no hay tiempo—declara divertida—, por ahora— sonríe coqueta.

 

—Sólo pienso en bañarnos amor, recuerda que debemos contribuir a la ecología—le guiño el ojo cogiéndola en brazos de nuevo llevándola al baño—. No quiero llevar en mi conciencia el desperdicio de algo tan importante como el agua— digo sonriendo mientras la deposito en el suelo.

 

—Amo tu conciencia social—contesta mi princesa abriendo el agua para regularla—, más si es tan beneficioso para mí— sonríe.

 

—¿Me dejaras enjabonarte la espalda?— le pregunto con un puchero.

 

—¿Sólo la espalda amor?— me responde traviesa con otra pregunta.

 

—Enterita es mejor para mí— respondo metiéndonos a los dos en la bañera.

 

—Entonces será reciproca—me avisa sonriente acariciando mi pecho—. Debemos ser rápidos— mierda ese tono de voz me va a matar.

 

—Amor— la reprendo.

 

—¿Qué ocurre nene?—sonríe—. Lo único que he dicho es que tenemos que ser rápidos, no puedo llegar tarde— dice mirándome seductora.

 

—Andando señorita que el tiempo corre— menciono feliz al verla bromear y reír alegre de nuevo.

 

Tomo el gel de baño y lo froto entre mis manos para comenzar el glorioso recorrido de su cuerpo por su cuello, hombros, brazos, espalda, tomo un par de respiraciones profundas antes de llegar a sus pechos donde me entretengo enjabonándolos lentamente, disfrutando del momento; bajo por su vientre, caderas, piernas sus delicados pies; pongo más gel en mis manos para limpiar a conciencia mi paraíso, lo hice despacio y tortuosamente, escuchando como se acelera la respiración de mi niña; la giro y enjabono ese trasero tan tentador que...—respira Justin...me reprendo—, tomo el champú y lavo con delicadeza su sedoso cabello, una vez termino cojo la ducha y quito todo el jabón de su cuerpo disfrutando de tan magnifica vista.

 

—Es mi turno— declara acomodándose el cabello en un moño.

 

—Todo tuyo amor— le digo sonriente.

 

Sin dejar de sonreírme toma el gel de baño y lo frota en sus manos, mi cuerpo tiembla de anticipación; mi niña empieza por mi espalda, el tacto de sus suaves manos en mi piel haciendo movimientos circulares desde mis omóplatos bajando por mi espalda hasta llegar a mi trasero, donde da un apretón, antes de seguir por mis piernas hasta llegar a mis pies.

 

—Gírate amor—dice encuclillas quedando su rostro frente a mi pene....respira Justin piensa en algo para detener el despertar de nuestro amigo—. Hay una buena vista desde aquí— sonríe con picardía antes de sorprenderme al depositar un beso en la punta, mi niña me va a matar.

 

—Amor, no hagas eso— la recrimino con voz ronca.

 

—Lo siento, se me antojó— se disculpa con carita de niña buena.

 

—Me vuelves loco mi niña— le digo con una sonrisa, sus manos están lavando mis muslos.

 

—Mientras sólo sea de placer— menciona sonriente, llenándome de dicha al verla tan feliz.

 

—Te amo, mi vida— declaro mirándola con amor infinito.

 

—También te amo nene—responde antes de ponerse de pie y continuar con su labor; casi sufro una crisis cuando pasa el gel por mi miembro; Dios sus manos ahí me matan, tomo unas cuantas respiraciones profundas cerrando mis ojos y cuando abro los ojos me doy cuenta de que ya ha terminado, gracias al cielo—. Vamos fuera nene, sino te vas enfriar— susurra mi niña tendiéndome una toalla, es inteligente, sabe que si me roza una vez más, la hago mía aquí y ahora.

 

Seco mi cabello y mi cuerpo, y anudo la toalla en mis caderas; ella se coloca mi albornoz que le queda enorme pero me encanta vérselo puesto; salgo al dormitorio y rápidamente voy al armario donde guardo una caja que contiene cosas de mi niña que se quedaron aquí cuando terminamos, cremas, algo de maquillaje, un cepillo de dientes sin estrenar, su colonia y un secador, junto con sus peines, y las pongo encima de la cama.

 

—Todavía tengo esto, espero te sirva— menciono con cierta vergüenza.

 

—Gracias amor, eres maravilloso— musita dándome un beso en los labios.

 

Vuelvo hacia el armario de donde saco unas bermudas azules oscuras y una camiseta de color blanco, tomo unos bóxer y calcetines del cajón y me visto rápidamente, no quiero que mi niña se sienta incomoda por si a los chicos les da por llegar antes de tiempo.

 

—Te espero fuera amor— digo abrazándola por la espalda y besando su cuello antes de marcharme al salón.

 

Lo primero que hago es poner el cd Physical Graffiti de Led Zeppelin, seguido recojo nuestras ropas que están esparcidas por el suelo y las echo al cesto de la ropa sucia; decido dejar la puerta de la entrada entornada un poco para que los chicos no tengan que perder tiempo en llamar, y vuelvo al trabajo de seguir guardando mis pertenencias en cajas.

A los pocos minutos sale mi niña completamente arreglada y hermosa, su cabello esta suelto, lleva unos jeans azules oscuros con una camiseta verde oscura de manga larga hasta el codo, y con sus inseparables deportivas azules; corre en mi dirección y se lanza a mis brazos, que la atrapan más que gustosos haciéndonos girar.

 

—Extrañare el apartamento, tengo muy buenos recuerdos— dice con un deje de nostalgia.

 

—Bueno aún podemos disfrutar de el lo que resta de mes, ya que lo tengo pagado— musito cerca de sus labios.

 

—Me gusta, así podremos rememorar los buenos momentos— declara besando mis labios rápidamente.

 

—Lo único que no estará será el sofá ya que me lo llevaré. No sólo porqué fue nuestra primera compra juntos, sino por los buenos recuerdos que tengo— susurro rozando sus labios.

                                                                                                         

—Y por mí podemos sumar más— dice mi niña abrazándome, y nos hago girar al ritmo de la música, que en ese momento esta sonando una hermosa balada, que la sigue una canción de las más movidas de Led Zepellin, y como niños nos ponemos a dar saltos por el salón sin parar de reír, que ni nos enteramos que habían abierto la puerta.

 

—¿Qué diablos están haciendo?— pregunta en tono acusador Emmett sobresaltándonos.


 

Las fotos del fic, las podéis encontrar en mi perfil de Facebook, en el álbum con el nombre del fic "Sensación de Vidas Universitarias"

Mi nombre de usuario es: maya masen cullen.

El Link del trailer lo tenéis arriba.

Emmaly Swalen mil gracias por tan maravilloso Trailer, Portadas y por sus maravillosas ideas

Mil gracias primita, por corregirme los fallos, no sé que haría sin ti.

A mi hermanita Maia que siempre está ahí aconsejándome y animándome.

A mis amigas Aliena y Teresa por su apoyo.

A mis lectoras tanto a las que dejáis vuestra opinión como a las silenciosas gracias por estar ahí.

Espero sus comentarios y sugerencias de todo corazón.

Muchos besitos y mordisquitos de Edward para todos mis lectores.

Capítulo 13: Giros Inesperados Capítulo 15: Mudanza, Sorpresas y Planes

 
14445686 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios