La Heredera (+18)

Autor: belibeli
Género: Romance
Fecha Creación: 15/04/2015
Fecha Actualización: 17/08/2015
Finalizado: NO
Votos: 9
Comentarios: 33
Visitas: 43886
Capítulos: 28

El último escándalo de la heredera. Esa última portada sería el comienzo. ¿Qué iba a hacer él con una niña problemática y caprichosa? ¿Qué iba a hacer ella con ese hombre serio, arrogante y autoritario? Drogas, alcohol, sexo desenfrenado e irresponsable. Edward no estaba preparado para entrar en ese mundo pero, ¿realmente estaba Bella en él?

 

-Quiero agradecer a "kikicullenswan", por permitir publicar su historia. Los créditos son para ella y visiten su pagina.

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Capítulo 19: chapter 19

 

Bella se despertó rodeada por los brazos de Edward.

Se giró dentro del círculo de su abrazo para quedar frente a él. Un mechón cobrizo caía sobre la frente de Edward, dándole una imagen tierna, casi infantil.

La noche anterior había sido sin lugar a dudas, la mejor de su vida. Edward era un amante cariñoso y dedicado, y hacer el amor con él había sido lo más maravilloso que Bella había vivido. En ese momento se alegró de haberse mantenido virgen hasta entonces. Estaba segura que la primera vez, no hubiera sido igual con otro hombre.

Por primera vez en mucho tiempo sintió que podía llegar a ser feliz, aunque nunca lograse que su padre la amara. Sentía que ya no lo necesitaba. Si tenía a Edward, no lo necesitaba.

Recorrió con sus dedos el pecho desnudo del chico, viendo como suavemente se tensaban sus pectorales.

Cuando levantó la vista hasta el rostro de Edward, le vio despierto observándola con una suave sonrisa.

- Lo siento – se disculpó completamente sonrojada – No quería despertarte

La sonrisa de Edward se hizo más profunda y con el brazo que mantenía en la cintura de ella la acercó a él.

- Puedes hacer lo que quieras conmigo – susurró hundiendo el rostro en el cabello de la chica

Bella se acurrucó contra él pasando su brazo alrededor de él.

- ¿Cómo te sientes, pequeña? ¿Has descansado?

- Mmm, sí. Me siento muy descansada. Hacía mucho que no dormía tan bien – confesó

- Y eso ¿a qué crees que se debe? – preguntó sonriente

- Supongo que la cama me resultaba demasiado grande y espaciosa

- Mmm – se burló él empujándola sobre su espalda para recostarse sobre ella – Tenemos que encontrar la solución para que vuelvas a dormir bien todas las noches... – sugirió bajando la cabeza para dejar un reguero de besos por su cuello y su mandíbula - ¿Sabes qué otra cosa ayuda a dormir muy bien?

- ¿Qué cosa?– indagó estirando su cuello para darle mejor acceso

Edward bajó sus labios por su cuello y su pecho hasta alcanzar un pecho desnudo y tomar con su boca el rugoso y erguido pezón.

- Los orgasmos – explicó

- ¿Tú crees?

- Estoy seguro

- No puedo asegurarlo. No tengo mucha experiencia en ese tema – sonrió seductora

- Pues deberemos ponerle solución a eso.

Acostado sobre ella se acomodó entre sus piernas. Con sus labios y su lengua acariciaba y presionaba sus pezones enrojeciéndolos e irguiéndolos.

Deslizó una mano por su vientre. Sus dedos la acariciaron dibujando incitantes círculos en sus muslos. Con los nudillos le rozó el vello púbico. Bella contuvo el aliento, expectante.

Lentamente, él bajó por su cuerpo hasta detener su rostro sobre su centro, dejándole sentir su cálido aliento a la vez que, con los pulgares, separaba los labios resbaladizos de su vulva exponiéndola ante él.

El aire frío chocaba contra sus pechos erizándolos con la humedad que la boca de Edward había dejado allí. Mientras tanto la cálida lengua de Edward avanzaba lenta pero inexorablemente por su clítoris.

Bella jadeó excitada y temblorosa.

- Vamos, cariño – la instó él sin dejar de lamerla – Eso es, cariño, mójate para mí.

Él siguió incitándola gradualmente mientras que con el pulgar le rozaba allí mismo, una y otra vez, hasta volver a presionar con su lengua.

Finalmente, abriendo la boca, la cubrió chupándole el clítoris, acariciándolo, excitándolo.

Bella no se sentía capaz de contener el intenso deseo que se estaba apoderando de su cuerpo.

Arqueó el cuerpo a la vez que sus manos apresaban las sábanas en fuertes puños. Cuando Edward coló un par de dedos en su interior, no pudo contener un jadeo nervioso.

Se sentía al borde del clímax.

- ¿Estás preparada, cariño?

- Sí – gimió – Por favor

- ¿Lo quieres ahora, cielo?

- Sí, Edward, lo necesito – rogó ansiosa

Tras un instante, Edward le chupó con fuerza el clítoris. Un agudo latido le atravesó el vientre con una fuerza desgarradora. Gimió cuando la progresiva necesidad minó su resistencia. Cada músculo de su cuerpo se tensó bajo el azote de la lengua perezosa y obstinada de Edward.

- Vamos, nena, déjate ir

Edward daba suaves golpecitos con su lengua en su clítoris inflamado, mientras presionaba con dos dedos profundamente en su interior.

Mientras ella jadeaba, el pulgar de Edward le rozó el clítoris con suavidad, con sus dedos alojados aún en su interior.

La fricción y la presión la enloquecía inundándola con una doliente necesidad.

No podía pensar ni respirar y se dejó llevar por la electrizante sensación que surcaba su cuerpo.

- Dámelo, nena – la urgió Edward y estalló con una oleada de placer que la hizo gritar

Su cuerpo se aferró con fuerza a los dedos de Edward, empapándole la mano con sus jugos.

Lentamente, el clímax fue remitiendo.

Suavemente Edward retiró los dedos de la presa de su vagina.

Con caricias tiernas y gentiles, volvió a subir por su cuerpo hasta llegar a su rostro satisfecho, con una sonrisa entre tierna y petulante.

- ¿Estás bien, cielo? – preguntó acariciando su rostro con ternura

- No creo que pudiera estar mejor – confesó avergonzada haciéndolo sonreír satisfecho.

Edward se tumbó a su lado en la cama y tiró de ella para dejarla recostada contra él.

Se ruborizó al sentir la firme erección de él contra su cuerpo.

- Tú no estás bien – murmuró tímida

- Estoy bien – la tranquilizó acariciando su espalda

- No – discutió – No lo estás

- No te preocupes por mí, cielo – dijo y besó su cabeza recostada bajo su mentón – Tu respuesta tan desinhibida me excita mucho, pero estoy bien.

- Quiero hacerte sentir bien – dijo ella mirándolo de frente – Sé que no soy muy buena en esto...

- Eres buenísima en "esto" – le corrigió

- Sé que no lo soy. No tengo experiencia, pero me gustaría que me enseñaras a hacerte sentir tan bien como tú me haces sentir a mí. Tal vez si tu me guiaras...

- Oh, cielo – susurró apretándola contra él – Sólo tenerte aquí junto a mí, me hace sentir bien

- ¿Quieres hacerme el amor? – preguntó vergonzosa

- No estás preparada para tomarme aún, cielo. Sólo te haría daño – le explicó

- Enséñame cómo darte placer entonces – susurró contra él besando su mandíbula con suavidad

Bella aún temerosa pero decidida bajó la mano por su vientre y aferró con dedos delicados su miembro.

Edward soltó el aire cuando una mano pequeña y suave se envolvió alrededor de su erección llevándole a la locura.

Su toque fue tentativo al principio, sólo rozándolo por encima. Recorrió su pene arriba y abajo con la abultada cabeza contra el centro de su palma.

Edward suspiró tirando la cabeza hacia atrás contra las almohadas, cerrando los ojos fuertemente.

Bella mantuvo todo el tiempo la sujeción de su pene en su delgada mano. Se incorporó en la cama sentándose a horcajadas sobre los muslos de él y dirigió su otra mano hacia él. Usando ambas manos para rodearlo mientras lo acariciaba con toques largos y apretados, aunque no lo suficientemente apretados.

Edward cubrió la inexperta mano con la suya y apretó, enseñándole la presión que necesitaba.

- Así – murmuró y Bella obedeció – Ahora aprieta mis testículos – pidió y ella volvió a obedecer como una aplicada alumna. – Más fuerte – ordenó mientras movía su mano sobre la de ella arriba y abajo por su erección

Le guió la mano más rápido en un ritmo arriba y abajo casi lacerando el duro pene, sintiéndose a punto de explotar a la vez que gemía palabras de guía.

Tiró de ella para dejarla acostada sobre él, mientras continuaban su labor. Unió su boca a la de ella hasta sentir la tensión estallar en su interior y se corrió estremeciéndose, con su semen caliente derramándose sobre su vientre y sus manos unidas.

Edward tiró de ella para dejarla acostada sobre él y puso sus manos sobre los glúteos firmes de la chica.

- Wow – murmuró antes de atacar sus labios con un beso incendiario

Bella sonrió satisfecha de saberse la artífice del intenso orgasmo del joven.

- Tendría que llevarte a la ducha – dijo Edward cuando al fin separaron sus labios – Pero estoy exhausto, me has dejado sin fuerzas para levantarme – sonrió

- No me importaría quedarme aquí todo el día – confesó ella apoyando la cabeza en el pecho masculino

- ¿No te sientes pegajosa?

- No soy tan remilgada – se burló ella haciéndolo reír

- Pues entonces durmamos un rato más. – propuso apretándola contra él – Es temprano aún.

- Si por ti está bien, quisiera pasar por el hospital antes de ir a casa de tus padres

- Desde luego que sí, pequeña, pero de todos modos tenemos tiempo.

Se acurrucaron juntos y volvieron a dormirse en un enredo de brazos y piernas.

Se encontró solo en la cama cuando despertó un par de horas después. Se levantó perezoso y se dirigió al espacioso baño que comunicaba con la habitación.

El baño de Bella, decorado en tonos negros y granate, era una joya de diseño. Amplio y espacioso tenía una bañera de hidromasaje que Edward se prometió probar con la dueña de casa. En la otra esquina la mampara de cristal de la ducha, le hizo imaginar a Bella desnuda bajo el chorro de agua. Las pequeñas gotas que la empapaban eran la prueba de que no hacía mucho que Bella la había utilizado.

Cogió una toalla y se duchó con el agua demasiado fría para finales de noviembre, pero imprescindible para enfriar su cuerpo caliente con las imágenes grabadas en su retina, de Bella retorciéndose bajo el asedio constante de su lengua entre sus pliegues íntimos.

Cuando entró a la cocina quince minutos después, se encontró a Bella frente a los fogones de la cocina preparando el desayuno.

- Buenos días – murmuró contra su oído abrazándola por la espalda y pegándose a ella

- Buenos días – le saludó volteando la cara para dejar un suave beso en su mejilla áspera por la barba incipiente que ensombrecía su mentón – Espero que tengas hambre. Te he preparado unas tostadas francesas deliciosas

- Estoy famélico – confesó – Aunque no sé si de comida

- Pues es lo que hay ahora mismo – rió separándose de él – Así que será mejor que te conformes con eso

Desayunaron con una deliciosa familiaridad y aunque ninguno lo puso en palabras, ambos pensaban en lo agradable que sería compartir el desayuno cada día.

Edward condujo rumbo a la casa de los Cullen, después de pasar por el hospital donde les informaron que el estado de Charlie se mantenía sin cambios.

Habían estado casi una hora en la habitación de Charlie con Bella hablándole con suavidad y lágrimas contenidas mientras Edward sostenía su mano sentado a su lado.

- ¿Estás bien? – preguntó con preocupación Edward cuando finalmente detuvo el coche frente a la casa de Plandome (1)

- Sí – dijo en un susurro volteándose a verle

- ¿De verdad? – insistió cogiendo la mano de Bella que descansaba en su regazo y llevándola a sus labios para besarla

- Sí. Es sólo que me preocupa que no despierte nunca

- Despertará, cariño – aseguró – Despertará. Dale tiempo, todo es muy reciente.

- Lo sé, pero estas cosas son odiosas. Te dicen que hay que esperar pero no te dicen cuándo debes perder las esperanzas o cuánto será lo máximo que deberás esperar. Puedes estar así tres semanas, tres meses o tres años. – se quejó

- Lo sé, cariño, pero debemos tener fe. Verás que se recuperará

- Ojalá – dijo con un suspiro – Bueno, vamos allá – sonrió resignada

- Hey – se quejó inclinándose sobre ella para besar sus labios con delicadeza – No será tan malo, ya verás. Mi familia te adora.

- Salvo Alice

- Alice te adora sólo que aún no lo sabe

Bella se carcajeó antes de bajar del coche y que Edward se reuniera con ella en la entrada al jardín.

Apenas habían dado tres pasos en el camino de la entrada, cuando la puerta principal de la casa se abrió y una pequeña niña corrió hacia ellos.

- ¡Tío Edward! – gritó la niña lanzándose en los brazos de Edward

- Hey, princesa – respondió éste levantando a la niña y plantándole un sonoro beso en la mejilla

De pie en la puerta, Jasper les observaba sonriendo.

- Cyn, te presento a mi amiga Bella. Bells, ella es mi sobrina favorita, Cynthia.

- Soy tu única sobrina – se quejó la niña con un mohín

- Encantada, Cynthia – le saludó Bella sonriente estirando la mano para estrechar la mano de la pequeña

- Hola – sonrió la pequeña - ¿Eres amiga de mi tío?

- Sí

- Es mi novia en realidad – susurró Edward aunque ambas le oyeron

- ¿De verdad? – preguntó la niña mirándolo sorprendida - ¿Una novia de esas que se visten de blanco y se casan?

- Sí, digamos que sí – Bella lo miró censuradora – Aunque falta un tiempo para eso, aún

- ¿Cuánto tiempo? – insistió la pequeña

Jasper que se acercaba a ellos sonrió ante el interrogatorio de su hija.

- Hey, Cyn, ven aquí, no avergüences a los invitados – sonrió saludando a Edward y a Bella y cogiendo a la niña en sus brazos

Antes de que acabaran de entrar a la casa, Alice salió en su busca. Se envaró al ver a Bella rodeada por la cintura por el brazo de su hermano. Bella se tensó a su vez mientras Edward presionaba sus dedos contra ella.

- Hola, Alice – la saludó Edward inclinándose para besar su mejilla

La chica no respondió. Dirigió su mirada de Bella a su hermano y entre dientes preguntó

- ¿Qué demonios hace ella aquí, Edward?

- Es la novia del tío Edward - informó la niña inocentemente - Se van a casar. Es genial ¿no crees, mami?

 

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(1) Plandome es una villa ubicada en el condado de Nassau en el estado estadounidense de Nueva York, a unos 40 minutos de Manhattan.

 

Voy a tratar de subir capi todos los dias =)

Capítulo 18: chapter 18 Capítulo 20: chapter 20

 
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