La Heredera (+18)

Autor: belibeli
Género: Romance
Fecha Creación: 15/04/2015
Fecha Actualización: 17/08/2015
Finalizado: NO
Votos: 9
Comentarios: 33
Visitas: 43899
Capítulos: 28

El último escándalo de la heredera. Esa última portada sería el comienzo. ¿Qué iba a hacer él con una niña problemática y caprichosa? ¿Qué iba a hacer ella con ese hombre serio, arrogante y autoritario? Drogas, alcohol, sexo desenfrenado e irresponsable. Edward no estaba preparado para entrar en ese mundo pero, ¿realmente estaba Bella en él?

 

-Quiero agradecer a "kikicullenswan", por permitir publicar su historia. Los créditos son para ella y visiten su pagina.

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Capítulo 12: chapter 12

 

Bella entró en el edificio de Swan a la mañana siguiente.

Se había levantado temprano y había ido al hospital. Su padre había pasado una noche tranquila y según el médico a primera hora de la tarde le retirarían la medicación. Esperaban que despertara a mitad de la tarde. Para entonces, le dijeron, sería bueno que ella estuviera allí.

Vestida formalmente con un traje de chaqueta y pantalón negro y una camisa blanca, se acercó al escritorio de Bree.

- Buenos días – saludó amable – Soy Isabella Swan. Tenía que ver a Edward Cullen.

Bree la observó encantada. La joven seguía todos los artículos que encontraba sobre Bella desde hacía años y verla en persona la intimidaba.

- Un momento. Le avisaré al señor Cullen.

Llamó por el intercomunicador e informó la visita. Edward le pidió que la hiciera entrar de inmediato y así lo hizo.

- Hola, Bella – le saludó cuando la chica entró y se sentó frente a él

- Buenos días – respondió levemente incómoda, recordando su última visita al despacho de Edward

- No te esperaba tan temprano. ¿Un café? – ofreció y los pidió a Bree cuando Bella asintió.

- He pasado por el hospital y me pidieron que esté allí a la tarde, así que pensé que podríamos ver ahora de qué se trata todo esto.

- ¿Cómo está Charlie?

- Igual. Pasó una buena noche. Hoy a la tarde le quitarán la medicación que lo mantiene sedado.

- Estarás allí cuando despierte – comentó y ella se estremeció de solo pensarlo

- Sí. Me pidieron que lo hiciera.

- ¿Quieres que te acompañe? – ofreció

- ¿Lo harías? – dijo esperanzada

- Si quieres

- Oh, sí, te estaría muy agradecida. El médico dijo que sería bueno que estuvieran allí sus seres queridos – explicó con dolor – y ya sabes que yo no soy su persona favorita.

- No digas eso, Bella – intentó contradecirla

- No, está bien. Todos sabemos que es así. No te preocupes, ya he aprendido a vivir con eso – sonrió pero con la sonrisa más triste que Edward hubiese visto jamás

Bree entró al despacho con dos tazas de café y rompió el incómodo momento.

- Bueno, tú dirás – dijo Bella cambiando de tema – ¿Qué tienes para mí?

Por la mente de Edward pasaron los pensamientos más sucios imaginables, pero rápidamente los descartó aunque no pudo evitar esbozar una sonrisa socarrona.

- Mira – dijo extendiéndole una carpeta – Tenemos varios proyectos entre manos, pero éste es el más urgente.

- ¿De qué se trata? – preguntó abriendo la carpeta y hojeando los informes que incluía

- Es un astillero en Roma. Están al borde de la quiebra, se han presentado a concurso. Nuestra intención es adquirir el 60% de las acciones.

- ¿Da suficientes beneficios?

- Sí. En este momento necesitan una inyección de capital importante para poder afrontar los pedidos que tienen, pero sólo con poder responder a los pedidos ya hechos, podremos obtener un beneficio que cubriría nuestra inversión y dejaría beneficios importantes.

- Ok – aceptó aún sin levantar la vista de los papeles – ¿Qué me estás dando aquí?

- Balances de los últimos cinco años, auditorías internas y externas, un mayor de acreedores, plan de viabilidad, etc.

- De acuerdo. Me lo miraré.

Edward la observó dudoso.

- No hace falta que pierdas tiempo, ya hemos analizado todos los informes. Si ves la primer hoja, es un informe general de nuestros financieros donde dan el visto bueno a la inversión. Puedes simplemente firmar.

Bella levantó la vista del dossier y le observó con seriedad.

- Me gustaría verlo por mí misma – aclaró

- Cómo quieras – dijo él levantando las manos frente a ella – Pero necesitamos la decisión para el próximo jueves

- Te lo daré el miércoles – aseguró

- ¿Podrás hacerlo en sólo tres días? ¿No necesitarás hablar con algún asesor?

- Espero que no, pero ya te lo diré si es así. Lo tendrás el miércoles – repitió – ¿Qué más?

- De momento, eso es todo

- ¿Eso es todo? ¿Un astillero son todos los importantes contratos que tenías pendientes? – preguntó escéptica

- En realidad, no, pero ése es el más urgente que está aprobado. - ¿O sea que sólo me informarás de los contratos que tú ya hayas aprobado?

– Edward asintió – No me enseñarás aquellos que desestimes.

- No hace falta

- Me gustaría verlos también.

- No es así como trabajamos con Charlie.

- Pero Charlie no está, estoy yo, y me necesitas. Y así es como trabajo yo.

- Me parece que no has entendido...

- No. Me parece que tú no has entendido, Edward. Quiero saber todo lo que tú sabes, quiero tener acceso a toda la información a la que tú accedes.

- Yo soy el director general

- Exacto. Y yo soy la accionista que necesitas para continuar trabajando. – se puso de pie con la carpeta en sus manos – Necesitaré un despacho, obviamente con teléfono, ordenador y conexión a Internet y una dirección de correo electrónico.

Edward la observaba con ojos desorbitados. Ésta Bella era nueva. No era la modelo de revistas ni la heredera escandalosa. Tampoco era la niñita desprotegida que había recogido en el aeropuerto el día anterior.

Era una mujer de negocios. Una ejecutiva que sabía lo que hacía.

Después de acompañarla a un despacho vacío que había en su misma planta, a tres despachos del suyo, la dejó con el jefe de informática quien le estaba instalando el ordenador.

Se fue a su despacho meneando la cabeza intrigado, sin dudas esa mujer no era lo que parecía.

Poco antes de la hora de comer Edward fue a verla.

- ¿Qué tal? – preguntó desde la puerta

Bella levantó la vista de los papeles que tenía desperdigados en el escritorio.

- Mmm, bien – murmuró

Edward entró en el despacho y se sentó frente a ella.

- Si tienes alguna duda...

- Mmm, no mucho en realidad, pero...

- ¿Pero?

- Preferiría terminar de ver todo antes de darte mi opinión

- ¿Estás en desacuerdo con algo? – preguntó pensando cómo era posible que una modelo internacional pretendiera poner en entredicho las opiniones de un grupo de analistas perfectamente cualificados

- No en desacuerdo... – sonó dudosa

- Pero...

- Pero creo que por el dinero que estamos dispuestos a invertir se podría exigir un porcentaje de participación mayor – habló sonando como una experta

- Explícate – demandó con firmeza y su tono le hizo alzar la vista hacia él

- Oh, no, si no te importa preferiría ver todo en profundidad. Hay informes que aún no he analizado completamente.

- ¿Qué sabes tú de analizar informes económicos? – dijo con un dejo molesto

- Lo siento, Edward, no quise molestarte. Sólo quiero ayudar. Tú me lo pediste.

- No – aclaró con sequedad – Yo no te he pedido ningún tipo de ayuda, sólo te he pedido que firmes los contratos

- Soy modelo, pero he visto muchas películas y en todas los abogados dicen que no se debe firmar nada sin leer – espetó molesta a su vez – No debiste pedirme que viniera si no querías que me implicara. Ya te lo había dicho.

- No digo que debas firmar sin leer, pero me gustaría saber qué puedes saber tú de negocios.

- Mira, Edward, deberías saber que más allá del dinero que todos asumen que heredaré de mi padre, tengo mi fortuna propia. Recibí una herencia importante de mi familia materna...

- Fortuna que aparentemente dilapidaste

- Eso dicen. Además trabajo desde que tenía quince y he ganado mucho dinero en estos once años.

- Lo imagino. Pero estoy harto de que me mientas y me ocultes la verdad, Bella. ¿Por qué debo confiar mi empresa a una modelo? ¿Por qué debo creer que sabes leer un balance o un informe de auditoría?

Bella lo miró seria antes de decidirse a contarle su verdad. No estaba segura de poder confiar en Edward. Él era completamente leal a Charlie y Charlie la odiaba.

¿Podría contarle la verdad a Edward? Estaba segura de que Charlie no tardaría en saberlo si lo hacía, y ella no quería que su padre la quisiera sólo por ser inteligente o rica.

Tal vez debería conformarse con ganarse el amor de su padre de la forma que fuese, pero era demasiado terca para ello. Quería que la amase por ser su hija. Quería que la amase porque los padres tienen la obligación de amar a sus hijos y ella se lo merecía.

Quería que la amase porque nunca le había demostrado amor en toda su vida, y porque era una niñita que perdió a toda su familia a los seis y él no hizo nada por evitarle ese sufrimiento.

Se debatía entre hablar sinceramente con Edward o no cuando el teléfono que le acababan de conectar repiqueteó con fuerza. Ambos se sobresaltaron ante el sonido inesperado.

- ¿Diga? – respondió evitando mirar a Edward

- Señorita Swan, soy Bree, la secretaria del señor Cullen

- Sí, Bree, ¿qué necesitas?

- La señorita Tanya Denali está aquí esperando al señor Cullen, dice que ha quedado con él – Bella se estremeció

- De acuerdo, Bree, yo se lo diré, y por favor, llámame Bella

- Gracias, seño... Bella – se corrigió

Bella colgó el teléfono y sin siquiera mirarle le dijo

- La señorita Tanya Denali te espera

- Tanya, ¡mierda! – recordó que habían quedado para almorzar – Bella, tenemos que continuar esta conversación

- Te esperan, Edward

Se levantó frustrado y salió del despacho. Se encontró con Tanya y salió con ella a comer.

- ¿Qué hace Isabella Swan en la empresa? – preguntó Tanya cuando el camarero se retiró después de dejarles sus postres

- Bella es parte de la empresa, es accionista como Charlie o yo mismo

- Sí, lo sé, pero nunca ha venido antes. ¿Ahora trabaja en Swan?

- Mientras Charlie no pueda volver – explicó dando un bocado a su crème brûlée – Para firmar los contratos se requiere la mayoría y yo no la tengo sin ella o sin Charlie

- Oh, entiendo. Imagino cómo te sentirás tú, sabiendo cuánto te disgusta esa chica.

Levantó la vista de su plato y la miró sintiéndose un canalla.

- Digamos que hemos limado un poco nuestras asperezas

- Oh, genial – sonrió Tanya – A mí me gusta esa chica.

- Que no te escuche mi hermana – comentó él con una sonrisa

- Oh, estoy segura de que Alice se equivoca. Tal vez podríamos organizar alguna salida e invitarles. ¿Sabes si Isabella tiene novio?

- No, no lo sé – respondió incómodo – De todas formas no creo que sea una buena idea

- ¿Por qué no?

- Alice no soporta a Bella, y sabes que Alice puede llegar a ser un poco cerrada

- Sí, lo sé, tienes razón – sonrió la chica – Mis padres nos han invitado para ir al teatro – dijo cambiando de tema y Edward supo que era el momento de hablar sinceramente

- Tanya... – dijo dejando la cuchara en su plato

- ¿Qué sucede? ¿No te gusta el teatro?

- No es eso... es... no sé cómo decirte esto – Tanya lo observó intrigada – Tanya, creo que esto no está funcionando entre nosotros

- ¿Qué quieres decir?

- Lo siento, Tanya. Tú me gustas. Mucho. Y te aprecio muchísimo, lo sabes

- Pero...

- Pero creo que no funcionamos como pareja

Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas y desvió la mirada al instante.

- ¿Por qué no? – susurró

- Lo siento, cariño – dijo cogiendo su mano sobre la mesa – No sé por qué, simplemente yo no me siento así contigo

- ¿Qué tengo que cambiar? – rogó

- No, Tanya, ¡por Dios! No tienes que cambiar nada, eres perfecta como eres

- No para ti

- Sí que lo eres, pero no siento lo que debería sentir para que estemos juntos de esa forma. Es difícil de explicar, es simplemente así. He intentado sentirlo, pero no ha funcionado. Lo siento, cariño, lo último que quisiera sería herirte, Tanya.

- No, está bien. No lo sientas – dijo ella aún sin mirarle – Siempre supe que yo no era la chica para ti

- Oh, Tanya, no es tu culpa, cariño. Tú eres perfecta.

- Sí, gracias, Edward. Si no te importa preferiría irme ahora. – explicó cogiendo el bolso que colgaba sobre la silla a su lado y poniéndose de pie

- No, Tanya, espera. No tienes que irte así.

Sólo entonces le miró acongojada.

- Por favor, Edward, prefiero irme ahora.

Asintió comprensivo y la vio salir del restaurante.

 

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Besitos y sigan leyendo =)

 

Capítulo 11: chapter 11 Capítulo 13: chapter 13

 
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