Razón Para Vivir (+18)

Autor: MPattinsonCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 03/11/2013
Fecha Actualización: 22/12/2013
Finalizado: NO
Votos: 15
Comentarios: 130
Visitas: 30541
Capítulos: 16

Isabella Swan, una joven dulce y tranquila, se muda a Chicago pero su primera noche en la ciudad, se torna su peor pesadilla.

Edward Cullen pensaba que su vida no tenía sentido que no tenía nada por lo que luchar, hasta que vio unos ojos chocolates aquella noche; sin saber que iban a cambiar su vida completamente.

 

 

N/A: Hola, como veréis soy nueva así que os ruego que tengais un poco de paciencia conmigo. Todos los consejos son bienvenidos y me aydarían con mis errores. Hasta ahora me limitaba a leer los fics de la sala, pero me he animado a escribir uno así que espero que me deis un voto de confianza y apoyo :)

 

Espero que os guste,

MPattinsonCullen

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Capítulo 2: El Ataque

Edward Cullen 

 

 

Faltaban unos minutos para que mi guardia terminase, así que me dirigí al despacho de mi padre el cual me había pedido que me pasase por allí antes de irme a casa.

Llamé a la puerta antes de entrar y me dirigí en silencio a la silla en frente de el escritorio esperando a que terminase de revisar los documentos que tenía en la mano.

-Hola Edward, ¿cómo has estado?-Preguntó en un tono tranquilo.

-Bien papá, nada ha cambiado desde la última vez que os vi, por lo que no tengo nada que contar.-Contesté en el mismo tono refiriendome a las pocas visitas y llamadas que les hacía ultimamente.

-Hijo, tu madre y yo estamos preocupados por tí. Llevas unos meses apagado, no eres tu Edward, ¿qué sucede?-Esta vez su mirada tenía un punto de desesperación.

Suspiré, ¿qué iba a decirle? "Papá, no te preocupes, simplemente veo que nada me llena, salir con alguna chica que otra ni si quiera me atre y mi trabajo no me resulta tan gratificante como antes, y no hablemos de los recuerdos que me atosigan por las noches; por lo que he decidido que lo mejor es no hacer nada, derjarme llevar por el trabajo durante el día para luego cuando llego a casa emborracharme hasta quedarme dormido." No, definitivamente, no. Pero, ¿qué iba a responderle?

-Papá no pasa nada, solo que últimamente no me encuntro con mucho ánimos de nada.-Medio mentí, no podía mentirle del todo, era mi padre.

Sabía que no se había creído ni una palabra.

-¿Son las pesadillas otra vez? ¿Los recuerdos? Sabes que no pasa nada si vas de nuevo a terapia Edward.-Me conocía demasiado bien, pero me negaba a ir con otro psicólogo que me diría lo mismo que cuando era pequeño y no me valdría para nada.

Negé con la cabeza.

-Lo siento si os he hecho preocuparos, pero estoy bien.-Intenté que me saliera una sonrisa sincera.

-Bueno entonces me gustaría que me acompañases a casa un día de estos, por lo menos para tranquilizar a tu madre.-Lo dejó correr por el momento.

Asentí levemente con la cabeza y me despedí de mi padre para irme a mi apartamento. 

Teníamos unos cuantos departamentos en un edificio no muy lejos del hospital, mi padre los rentaba y cuando decidí independizarme me dejó rentar uno a mí, pero no sin insistencia ya que insistió en no dejarme pagar.

Por lo que tenía entendido hoy iba a mudarse una chica al apartamento de en frente de mi puerta. No le encontré nada interesante cuando mi padre me lo contó.

Me cambié la ropa de trabajo y me dirigí a mi coche. Era de noche cuando salí del aparcamiento, a esas hora no había nadie en la calle entre semana o no era muy usual.

Me concentré en conducir durante todo el camino, cuando me paré en un semaforo cerca del apartamento me fijé en una chica que caminaba sola y se metió en un callejón oscuro.

Fruncí el ceño, no debería ir sola por la calle a esas alturas de la noche; vi como dos tipos se metieron detrás de ella en el callejón y fruncí aún más el ceño, no sabía si aquella chica los conocía, por la cercanía con la que habían caminado detrás de ella supuse que sí ya que sería imposible que no se hubiera dado cuenta de ello y caminase tan relajada.

Aún así había algo que me decía que no me confiase tanto.

Unos minutos más tarde el semáforo cambió de color y me volví a poner en marcha, por si acaso cuando pasé al lado del callejón eché un vistazo por la ventanilla y entonces me quedé paralizado.

La chica estaba forcejeando con uno de los hombres que la sujetaba mientras que el otro reía por sus inútiles intentos de escapar. Los pantalones de ella estaban bajados y el hombre penetraba en ella con fuerza.

Sentí la ira brotar de mi pecho, bajé del coche tan rápido como mis nerviosas manos me permitieron y me dirigí hacia ellos.

El hombre que la sujetaba me vio acercarme, la soltó y salío corriendo. Cuando el otro intentó ver qué sucedía ya estaba encima de él golpeandole con fuerza, intentó asestar algún golpe pero logré esquivarlo. Estaba cegado por la ira, así que cada vez que le golpeaba era con más fuerza, hasta que me di cuenta de que estaba golpeando un cuerpo inconsciente.

Me dirigí hacia la chica, estaba tirada en el suelo, sus ropas estaba rotas y tenía múltiples cortes y heridas por todo el cuerpo; estaba encogida llorando y mirandome fijamentente. Seguramente me tendría miedo después de lo que hice.

Levanté las manos e intenté acercarme a ella, no me lo impidió, pero cuando la cogí en brazos dejó escapar un leve gemido de protesta, decidí alejarla un poco de mi cuerpo para no ponerla más nerviosa cuando me dirigí hacia mi coche, pero eso solo hizo que se aferrara con sus pequeñas manos a mi camisa. Aquel gesto me sorpredió, pero no traté de alejarla.

Me giré hacia su agresor para asegurarme de que seguía inconsciente en el suelo. La dejé en el coche con un poco de esfuerzo ya que se resistía a soltarme; cogí mi móvil y llamé a la policía, después de informarles me fijé en el bolso tirado en el suelo, lo recogí, lo necesitaría ya que ahí estarían todos sus datos.

Entonces llamé a mi padre.

-¿Edward?-Estaría todavía en el hospital por el ruido que oí de fondo.

-Papá, voy al hospital con una chica. La acaban de violar, el tipo está inconsciente, he llamado a la policía...-Noté la desesperación en mi voz y empecé a hiperventilar, ¿cómo iba a poder vivir esa pobre chica con lo que acababan de hacerle? ¿iba a estar bien? Vaya idiota, ¿cómo iba a estar bien después de todo?

-Edward, tranquilízate. Tráela cuanto antes, cuando llegues estaré en esperandote en la entrada.-Su lado profesional salió a la luz y consiguió tranquilizarme lo suficiente como para hacer lo que me pidió.

Cuando colgué llegó la policía, expliqué todo tan rápido como pude y me monté en el coche. La miré, sus mejillas estaban húmedas por el llanto, su largo pelo castaño estaba alborotado y estaba encogida en el asiento.

Me puse en marcha rápidamente, tenían que revisarla cuanto antes. Le eché un rápido vistazo de nuevo y vi que seguía dormida, algo dolió en mi interior al verla así. Estaba horrorizado, sentí la ira brotar por todo mi cuerpo, esos indeseables iban a pagar por lo que le habían hecho costase lo que costase.

Cuando llegué mi padre me estaba esperando con un grupo de médicos, la volví a coger en brazos y se despertó. Me miró con sus chocolates ojos inundados por el miedo, pero cuando vio que era yo pareció relajarse. La puse en una camilla e intenté alejarme para que los médicos pudieran trabajar, pero en cuanto la dejé empezó a gritar ante en contacto de mis compañeros. La inyectaron un tranquilizante y en seguida cayó en la inconsciencia. Vi cómo se la llevaron para revisarla y curarla.

Me giré hacia mi padre que simplemente me obserbaba.

-¿Sabes quién es?¿Encontraste algún tipo de identificación en ella?-Me preguntó.

Cogí el bolso que dejé en el suelo y se lo entregué. Vi cómo lo revisó hasta que encontró lo que buscaba y fruncía el ceño.

-¿Qué pasa?-Pregunté.

-Es Isabella Swan, tu nueva vecina. Esta tarde estuvo en casa con tu madre, ella me llamó cuando la chica se fue contandome lo dulce y encantadora que era. La llamaré para que lo sepa, creo que le ha cogido cariño.-Me sorprendió el hecho de fuera mi vecina y de que a mi madre le gustase. Por lo general solía decir que las chicas de hoy en día eran amables, pero demasiado superficiales y egoístas.-Puedes irte a casa, estarás cansado y a Isabella le espera una larga noche.

-Prefiero quedarme si no te importa papá.-Le dije en un susurro. Sentía la necesidad de estar cerca de ella.

-Claro.-Asintió con la cabeza y se alejó para llamar a mi madre y registrar sus datos.

Me senté en la sala de espera y recosté la cabeza en la pared cerrando los ojos. Me sentía tan sumamente mal por ella, necesitaba tenerla cerca para asegurarme de que estaba bien. No sé cuanto tiempo estuve así, me levanté cuando llamaron a los familiares de Isabella Swan y me dirigí a la chica del mostrador.

Me dirigí a la habitación que me indicó y la vi allí tumbada en la cama y llorando. Me acerqué asegurandome de que me oyera y no se asustara.

Levantó la vista y vi la tristeza y el dolor en sus ojos; aquello me partió el corazón y me acerqué a ella estrechandola en mis brazos, sabía que no me alejaría por su reacción cuando la entrontré y después en el coche.

Ella se aferró a mí como si su vida dependiese de ello y me pareció, que de alguna manera, se sentía segura conmigo.

-No me dejes.-Susurró mientras se tranquilizaba entre mis brazos.-Gracias...

-Edward. No me voy a ir a ninguna parte.-Susurré en su pelo. Entonces me golpeó la verdad de mis palabras, no iba a dejarla, no podía.

-Échate conmigo por favor.-Me pidió sonrojandose, era hermosa, a pesar de los moratones en su cara y los puntos que le dieron lo pude ver. Tenía las facciones finas, un poco aniñadas.

Le sonreí en respuesta y me tumbé, ella se acurrucó en mi pecho y suspiró tranquila. La sujeté contra mi cuerpo mientras la veía dormirse y pensé en qué podía hacer ahora, por lo que sabía estaba sola en la ciudad y no conocía a nadie excepto a mis padres y a mí; mi prioridad a partir de ahora sería ella, hacer que se sintiese mejor, ayudarla a sanar. 

Cogí un paño que había en la mesita al lado de la cama y limpié con suavidad sus húmedas mejillas. Tenía un corte en una mejilla, estaba seguro de que no le dejaría ninguna marca demasiado llamativa cuando sanase, pero ¡mierda! Si hubiese reaccionado antes en vez de actuar como un estúpido habría evitado todo, ¿qué clase de gente va detrás de una chica y a esas horas de la noche? Me reprendí por estúpido.

Cuando terminé de limpiarla dejé el paño de nuevo en la mesita y volví a abrazarla cerca de mí, ella apretó más su agarre en mí y oí cómo suspiraba tranquila.

Ese pequeño gesto me hizo sonreir a pesar de todo. Se sentía segura conmigo, eso era una ventaja a la hora de ganarme su confianza. Porque si de algo estaba seguro era de que haría a Isabella sonreír de nuevo.

Con ese pensamiento caí en los brazos de Morfeo.

Capítulo 1: Prefacio Capítulo 3: Dependencia

 
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